Partida Rol por web

Krane, un tanto desorientado después de experimentar la corrupción de los cogitadores de la fortaleza, sentía la necesidad de ejecutar los ritos de purificación sobre los propios… pero no tenían el tiempo necesario. Alguien le había preguntado algo, pero no sabía quién, aunque Tania informó en su lugar de la situación. El tecnosacerdote sintió una minúscula partícula de orgullo, y después empezó a pensar qué podía hacer para cambiar su situación.

Cuando la especialista Nilsa trató de abrir la puerta a la que se había acercado, se dio de bruces con que no se abrió, ni cedió ni el panel funcionaba correctamente. Con un rápido vistazo de los demás, constataron que el resto de puertas estaban igual de cerradas, bloqueadas, seguramente, por el estado de alarma, y solamente una mano ducha o destructiva, sería capaz de abrirlas.

-... Los tiránidos no hacen eso-replicó ante las palabras de Tania, con relativa convicción y con preocupación en la voz. Por lo que había experimentado, el estilo de aquellos xenos era más directo y destructivo, y aunque quizás un espécimen lo bastante imaginativo podría haber dado con el cráneo y haberlo removido, lo de cambiar el tipo de alarma era otro cantar.

-¿Qué diablos pasa aquí?-se preguntó para sí mismo, mientras pensaba.

-Solo nos queda ir puerta por puerta. Preferiría no emplear métodos violentos, ¿alguien presente está capacitado para ello?

- Vamos todos adentro, ¿no habéis oído a Mathis?. La verdad era que no tenía sentido esperar a que siguieran la orden, si el tiempo de por si no demostraba que era una locura estar fuera, por mas que les insistiese, no entrarían. - Colton, vamos tras estos, seguro que ya estamos otra vez hasta las cejas. Digo mientras me interno en el pasillo de la estructura inquisitorial. 

Entre las palabras de Tania y el descubrimiento de Nilsa, quedaba claro que algo ya había pasado por aquí y que no nos iba a poner las cosas fáciles. - Esta claro que seguimos en zona de guerra ... Descuelgo el rifle y reviso que la célula de energía tenga la carga completa ... quizás solo sea cosa de otro regimiento desperdigado que la haya liado mas de la cuenta.

Krane se arrimó a la puerta de la sala de control e intentó abrirla sin recurrir ni al cortador laser ni a su servo-brazo, pero le temblaba el pulso y no consiguió accionar los mecanismos apropiados. 

Tania se acercó al tecnosacerdote, observando sus fallidos intentos de abrir la puerta. Frunció el ceño con algo de preocupación; el trozo de chatarra no estaba dando una, quizas se había agotado las baterias reparando su nuevo chimera. Cuando este terminó su intento, ella trato de lograr lo que el visioingeniero no habia conseguido, con el mismo resultado; fracaso. 

Gomes entró en el edificio, se acomodó el capote atrás y se quitó el casco para estar más cómodo ahora que el viento no le molestaba. Sin embargo, dentro había otros problemas. Preocupado ante los hallazgos de Tania y Krane, extrajo su pistola y la comprobó para evitarse un susto innecesario.

—Hidalgos, quien pueda que ayude al Tecnosacerdote y a Tania con esa puerta. El resto, todos aquí dentro y armas preparadas.—ordenó—Y recordad, siempre estamos bajo la mirada del Emperador. Actuad como sabéis.

Luego ordenó a Fernao que comprobara el Auspex. Quizás allí dentro, sin las interferencias del viento, funcionaba mejor.

Fred se había internado en aquel pasillo tan siniestro con la escopeta por delante, y al ver la escasa iluminación había colocado la linterna en su enganche bajo el arma, revelando un cono frente a él de luz amarilla. En cuanto vio el cañón de la torreta centinela, apuntó, pero el arma no llegó a disparar, por suerte, así que se mantuvo allí, vigilando la torreta con el seguro quitado y el dedo en el gatillo. Sin apartar la vista, escuchó lo que decían sus compañeros y el teniente y oyó los sonidos que indicaban que tenían más bien poco éxito en abrir las puertas. 

Aquello olía totalmente a sabotaje: el espíritu máquina corrupto, los servocráneos rotos, la iluminación... Y bien sabía que los tiránidos no hacían aquello, solo destruían, sin más. Aunque...

-Es verdad que los tiránidos no hacen esto, pero ya nos hemos encontrado con cultistas corruptos por los xenos antes en este planeta. Podría haber sido un grupo de ellos, esos sí son capaces de operar maquinaria, por lo que hemos visto-dijo. No iba a olvidar aquel combate en los callejones contra los cultistas que trataban de matar a los civiles de la colmena. 

La otra opción era peor: ya se había hablado de Caos en aquella campaña, supuestamente su general había sido ejecutado por ello. Fred prefirió no mencionarlo. Y en todo caso, había otra preocupación que no convenía olvidar. 

-Este sitio me gusta tan poco como a vosotros, pero si la tormenta nos pilla con la puerta abierta este pasillo va a convertirse en un túnel de viento industrial. Ya hemos visto la fuerza de esos vientos, ¿No deberíamos intentar cerrar las puertas?

Al ver que la primera puerta no se abría, las dos mujeres se dirigieron a la segunda, comprobando que tampoco se abría. - Cerrada. - transmitió. Suficiente para que el Teniente tuviera la información. - Cubro torretas junto a Hans. - dijo, apuntando a las torretas al igual que su aliado*. 

No parecían haber muchas más opciones que cerrar las puertas exteriores para que la tormenta no les alcanzara y luego abrir las puertas interiores para poder seguir su marcha hacia el interior de la fortaleza...pero eso no hacía falta decírselo a Mathis, él ya lo sabía. No iba a saturar las transmisiones generales como una soldado novata, dejaría que el mando hiciera precisamente eso, mandar. 

Mientras vigilaban las torretas, siguió intentando vislumbrar si había alguna pista que le indicara quien había podido pasar por allí antes que ellos...o una forma alternativa de pasar, quizá unos conductos de ventilación, o alguna ventana en un lugar alto, ella portaba una pistola con un gancho y cuerda, podía engancharla y trepar con ella con mucha facilidad, todo esto el Teniente no lo sabía, pero se encargó de decírselo escuetamente en un mensaje privado que le dirigió a través del microbead en un quedo murmullo**. 

-Adentro pues, hermanas. Los demás deberían hacer lo mismo- resonó la voz de Varinia en el comunicador mientras avanzaba para unirse con los demás en el interior del pasillo. Visioingeniero, respetuosamente le pido  que si no puede abrir esa puerta mejor céntrese en cerrar la principal cuando estemos todos dentro. Eso nos concederá algo de tiempo para trabajar con el resto.

Los demás: si alguien tiene un cortador láser, es el momento de que me impresione con sus habilidades.

Judith estaba alerta con su cañón de fusión y una parte de ella pensó en disparar a esa puerta para abrirla, pero no estaba segura de que lo consiguiera de un solo disparo y no sabían cuanto necesitarían su munición. Ignoró los comentarios sobre xenos de los que no entendía nada; pero sí que contestó al comentario de la rubia (Nilsa) que iba investigando otras puertas.

-A lo mejor es como un navío y las puertas como esclusas. Solo se abrirán si cerramos la brecha del casco -señaló la puerta por la que habían entrado- y como ha apuntado él -señaló al tipo de complexión recia (Fred)- si destrozamos alguna puerta no servirá para protegernos de la tormenta.

Sin añadir más, se giró e hizo un gesto a Theodora para que fuera con ella, siguiendo a Nilsa y preparándose para investigar otras puertas que les dieran un refugio más temprano ante esa tormenta.

Los comunicadores internos de las sororitas se activaron y la voz de Judith susurró por ellos.

-Voy a adelantarme con esa chica y a "tantear el terreno". Me mantengo en contacto.

Dynamite Red se asomaba desde el interior del Chimera, estaba cansada, e incluso dentro del vehículo se acumulaba la arena. Ver a las compañías pelearse con una puerta era algo bastante impropio. Dejó su equipo a un lado e hizo un movimiento de mariposa para que crugiera sus anchísimas espaldas. - Ánimo Tania, y si a nadie se le ocurre nada más.... 

Se golpea un par de veces el bíceps derecho, cuyos implantes estaban listos para hincharlos como los de una auténtica berserker. Algunos ya habían visto a Red usar su fuerza en el barracón, pero aún así y dado que no era muy ducha en retórica, terminó la frase de forma llana - ..... reviento esa puerta

-... Ya... Los cultistas...-replicó Mathis, no muy convencido, ante las palabras de Fred. Medio ausente, con la cabeza dando vueltas a las posibilidades de lo que había ahí dentro, hizo por centrarse y volver al presente. La posibilidad de los conductos no era mala, pero prefería seguir sin forzar puerta alguna, no sea que las defensas tuvieran ideas... O que necesitaran de dichas puertas más adelante.

-¡Última oportunidad para entrar! ¡Tecnosacerdote, empiece a cerrar las puertas en cuanto tenga un momento, o la tormenta se nos echa encima!-dijo por el vox, dando vueltas a todo aquello.

Alfonso cubría el flanco derecho del Contagem, espada de energía firmemente empuñada. Como decían todos: ahí estaba pasando algo extraño, y si le sumabas que el lugar era una fortaleza de la inquisición... bueno, no podía salir nada bueno de ahí.

Trataba por todos los medios de mantenerse sereno, pero la forma en la que hacía innecesarias florituras con su filo denotaba que el duelista estaba nervioso, bien fuera por la oscuridad, la amenaza latente o la tormenta que arreciaba a sus espaldas.

Aurestia siguió a Vaniria al interior del complejo, examinando a través de los autosentidos de su servoarmadura la oscuridad que los rodeaba, pero esta era tal que apenas podía distinguir las siluetas de aquellos más cercanos. Sin contar con las habilidades necesarias para echar una mano a la hora de desentrañar los secretos de la instalación, se limitó a mantenerse cerca de sus hermanas, las manos cerca de las empuñaduras de sus armas, lista para cualquier eventualidad que pudiera aguardarles allí dentro. El Emperador les había guiado hasta aquella fortaleza, y bien podía haber sido a purgarla, dado el extraño estado en el que se encontraba.

La tormenta estaba empeorando, pero Bender no quería dejar al viejo tractor a la intemperie con aquella tormenta. Era duro, terco y orgulloso, pero la tormenta se estaba recrudeciendo por momentos y iba en contra del código imperial. Racionalmente, quedarse ahí fuera no tenía sentido, pero aun así se resistía a dejar el venerable vehiculo abandonado hasta que la orden directa del teniente le hizo saltar. Aparcó el tractor entre los dos chimeras a resguardo del viento y se desconectó del enlace mental con una disculpa apresurada. Si sobrevivía, tendría que dedicar un montón de tiempo a apaciguar el viejo espíritu-máquina.

Pero ese era un problema que estaba al final de su array de tareas pendientes. De momento el puntero sólo señalaba una tarea acuciante, entrar en la fortaleza a toda velocidad. Seguido de su camarada, Bender se internó en la fortaleza extraña. Después de la mala reacción del visioingeniero, Bender se convenció de que algo no andaba bien con los protocolos del edificio. Se fijó en las armas automáticas al fondo del pasillo. No auguraba nada bueno. El ruido quedo de los cuerpos y la basura al chocar contra el lateral del edificio les acompañaba como una marcha lúgubre.

Se acercó a una de las puertas e intentó abrirla manipulando el sensor electrónico, pero sus protocolos anti-robo le impidieron terminar la maniobra. Maldijo para sus adentros. Tendría que seguir probando.

El doctor no estaba muy seguro de que estaba pasando pero le daba mala espina el aspecto de todo aquello. Cuando vio que su compañera Tania estaba intentando burlar la seguridad de la puerta Robert se colocó a su lado y comenzó a ayudarla en silencio. Se le daba mejor a él que a ella, pero nunca jamás le diría eso. Y mucho menos delante de la gente. 

Ceres aguardaba la orden, al final quien más y quien menos, pocos habían acudido al punto de cura, entrar les parecía prioritario y podía ser lógico ante las perspectiva de la tormenta que se les echaba encima.
Dicho eso Varinia confirmo la orden de entrar, Ceres comprobó sus armas, el cerramiento de la armadura, hizo que su novicia hiciera lo propio y siguieron a su escuadra al interior de las instalaciones.

En el exterior la situación se volvió una auténtica pesadilla, haciendo que las palabras de Fred, el que estaba cubriendo el interior del pasillo, cobraran un sentido literal, o cerraban la puerta, o estarían en serios apuros. Por el momento aguantaban, y justo entraron Adler, Bender, Pater y Viggo en el último momento, quedándose los dos últimos a sostener la puerta tratando de evitar que se llenara todo de viento y arena. 

Por otro lado, el visioingeniero vio frustrado su intento de abrir la puerta haciendo un puente en los controles de la misma, pero viendo aquello, Tania, apoyada por Robert y Adler, fueron capaces de hacer que la puerta que daba acceso al Control Secundario se abriera ante ellos, revelando un puesto de control con una mesa y unos cogitadores, seguramente usados para controlar el flujo de entrada y salida de la sala. Esa ante sala estaba bien iluminada, pero no solo los restos de sangre en una de las sillas llamaron la atención de los que lograron abrirla, sino que a sus oídos les llegó un llanto que provenía del interior de la sala, atravesando las puertas que les bloqueaban la visión.