Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

El águila sobre el nopal

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24/06/2009, 17:19
Ameyal Tonatzin
Sólo para el director

Observó a Mixtli con total estupefacción, no estaba nerviosa, ya había pasado por muchas cosas como para ponerse nerviosa ante la petición que su familiar le hacía. Miró en dirección a donde se había ido su sirviente y luego volvió a posar los ojos en aquel indio que le aguardaba. Se preguntaba si sería posible confiar en él de una u otra manera, barajaba varias posibilidades pero ninguna terminaba de convencerla.

-Es verdad, son recién comprados. ¿Has oído hablar de los de piel blanca? Ellos me trajeron.

Aguardó a que su primo pudiera entender aquello y a que vinieran las preguntas de rigor; había decidido confiar en él porque era mejor tener un aliado que un enemigo, además, siempre podía huir.

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24/06/2009, 21:41
Francisca Díaz de la Vega

Las piedras, literalmente, comenzaron a llover y Francisca intentaba protegerse la cabeza alzando el brazo y ocupando el maletín a modo de improvisado escudo.

Se mantenía en el centro de la formación, de esa barrera que los soldados habían formado alrededor de ellos. Tenía miedo, mucho y aunque su fe en que Dios la protegería era grande, no podía evitar pensar que quizás de esa no salía viva.

Notas de juego

Vale, estoy tullida... mi mente está tullida, porque no se me ocurre nada de nada para escribir :(

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25/06/2009, 20:50
Mercè Quiralte Veguer

... Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra. [Juan 8:7]

Los ojos de Mercè, abiertos, desmesurados, contemplaron la primera de las piedras pasar cerca de la cabeza de Juan Quiralte. Y gritó. Gritó tan fuerte y con tanto horror, que su voz atravesó el jaleo que empezaba a reinar y se escuchó a través de los gritos de guerra, aún por encima de las voces de los indios que corrían hacia ellos. El corazón se le detuvo y cada movimiento a su alrededor pasó a ser lento, tan lento como los latidos que se le iban perdiendo en los oídos hasta desaparecer. Todo se quedó estático. Todo se iba sucediendo en cuadros, como óleos en secuencia, de los cuales ella sólo era una espectadora. Se disoció: se vio desde afuera, a ella misma y a su padre metidos en un sitio donde podían perder la vida, rodeados de armas y escudos. Dejó de estar allí, rompiéndose las uñas de agarrar el brazo de Juan Quiralte. Ya no estaba allí...

El corazón le volvió a latir, desesperado, y todos volvió a correr. Todos los sonidos volvieron, para decretar un posible réquiem. Mercè se metió literalmente bajo el brazo de su padre, jalando con todas sus fuerzas de él hacia abajo para que dejara de estar en la trayectoria de las piedras. Temblaba como una hoja, pálida como la muerte bajo una máscara de cera barnizada. Con la voz hecha un nudo, mirando a los ojos de Juan Quiralte mientras empezaban los disparos cerca suyo, y se escuchaba el retumbar del suelo por una estampida de pies en su dirección, susurró:

¿El Señor tendrá sitio para pecadores como nosotros en su ciudad celestial, luego de lo que hemos hecho aquí?

Las lágrimas le caían a raudales por las mejillas. Apoyó las manos en la cara de Juan Quiralte, sintiendo que el pecho le iba a explotar.

- Te adoro, padre. Tú no mereces morir ahora, ni aquí... tú no...

El terror se desplazó de su propia muerte a la de aquel hombre, a quien reconocía como el más santo y elevado que había tenido ocasión de conocer. El horror barrió la pasividad. ¿Cómo podía él terminar así? Mercè no conocía ningún otro hombre más digno de ser llevado en cuerpo y alma al cielo. No podía morir ahí. No podía hacerlo. Sus dedos se apretaron en las mejillas de su padre. ¿Y si no podían detenerlos? ¿Y si era cierto que Juan Quiralte iba a morir allí?

Se irguió, llevada por un impulso. Su grito en náhualt, enardecido, fue tan fuerte que sintió que sus pulmones iban a desgarrarse.

- ¡¡¡NO!!! ¡¡¡ALTO!!!

- Tiradas (1)
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25/06/2009, 21:33
Alfonso Castellar de Muñejar

Don Alfonso observaba la escena, horrorizado, e iracundo. La toleráncia de Don Hernando para con estos bastardos, enfermos y depravados, seguidores de una religión pagana y vil, se cobraba ahora su precio. "Observa, Nerón, como Roma arde a tu alrededor. Ese es el precio por querer tratar con la palabra y no con el acero a estos animales. Solo hay una manera correcta para tratar con los indios. Y ahora lo verás, Cortés. Ahora lo verás. Quizás ahora, con la muerte de estos hombres y mujeres, al fin lo entiendas." Pensaba, mientras observaba. Su corazón le latía cada vez más rápido y más fuerte, con una mezcla de odio, nervios, cólera y ansia. No obstante, no iría a ayudar a esos hombres, no él solo, a pie. Era poco menos que un suicidio. Al menos, necesitaba un caballo. Aunque no sacrificaría su vida, lo último que quería hacer es dejar morir a aquella gente. No quería dejar ganar a los indios. Era cuestión de orgullo. La vida de aquellos hombres no valía nada, pero su orgullo, su gallardía, valía al menos una carga. 

-¡¡ESPAÑOLES, A MI!!- Grito, hacia el interior del real, de donde venía. -¡¡NOS ATACAN!!

Mientras gritaba con todas sus fuerzas, buscaba un caballo, aunque no fuera el suyo. Uno que le valiera para cargar. Una carga a caballo, que aplastara a alguno de aquellos bastardos, sin duda serviría para distraerlos lo suficiente como para salvar a aquellos hombres, y mujeres. "Mi reino por un caballo" pensaba el noble, mientras buscaba, con su espada desenfundada. 

Notas de juego

¿No hay caballos? Malditos bichos... ¿Donde están cuando les necesitas?

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26/06/2009, 08:01
Fray Santiago de Herrera

Mucho me temo que tendreis que cogerlos vos mismo, y en seguida. Parece que hay una revuelta...Vayamos a averiguar, pero alejemonos de las ventanas, no sea que una flecha dirigida por el demonio nos detenga.

Salgo con tanto cuidado como me es posible, y le hago señas al ballestero de que me siga.

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26/06/2009, 12:52
Juan Miguel de Quart
Sólo para el director

Notas de juego

 

 Aunque el buen fraile tenga sus buenas intenciones, me gustaría saber de qué equipo dispongo en estos momentos, dónde se supone que están el resto de mis cosas y qué me diría el sentido común si matar a Cortes es una buena opción....bueno, esto último no hace falta que me lo respondas.

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10/07/2009, 15:54
Director

Las piedras comenzaron a volar. Una rebotó contra la rodela de Diego Ramínrez. Otra, impactó sobre el pecho de Manuel, aunque sin hacerle apenas daño gracias a su coleto. Este, por su parte, descerrajó un tiro de arcabuz en el pecho de un indio corpulento que les increpaba. El fulano encajó bien el tiro, a pesar del destrozo que le hizo en el pecho. Parecía un hideputa resistente.

El cabo Loyoza paró de milagro un tajo poderoso que el indio de extraños ropajes le propinó con su macana. Luego, con destreza, consiguió colarle una estocada que le entró por los pechos. Sin embargo, seguía habiendo vida en aquel indio, porque al parecer no le había alcanzado ninguna parte vital ni incapacitante del cuerpo.

Los españoles se colocaban espalda con espalda, intentando proteger a los civiles que viajaban con ellos. Incluso el señor Quiralte había desenvainado su ropera, presto a defender la vida de su hija con la suya propia, si hacía falta.

Los indios no parecía que fueran a atener a más razones que el miedo que pudiera infundirles una demostración de fuerza, así que juntáronse de improviso unos 20 españoles en la plaza del Real, con rodeleros y ballesteros, amén de un par de par de jinetes que estaban de guardia en la plaza, y que habían regresado al galope.

En ese momento, salieron del interior del palacio de Axayactl don Hernando y un joven fraile franciscano, con el rostro demudado ante el espectáculo. Un artillero se presentó inmediatamente ante Cortés.

-Excelencia, las piezas están preparadas. ¿Abrimos fuego?

- Tiradas (13)

Notas de juego

-Loyoza gana por velocidad a su contrincante, así que puede atacarle en la primera parte del nuevo turno.
-Tejedor y Ramínrez son atacados por sendos indios. Deberán defenderse en la primera parte del turno, y atacar en la segunda.
-Los civiles pueden "colaborar" con algún soldado, aunque por ahora no son un objetivo para los indios.

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10/07/2009, 16:13
Hernán Cortés

Cortés admiró el espectáculo, apretando los puños.

Toda aquella empresa se estaba echando a perder por los malos nervios de un soldado. En cuanto lo viera, tendría que mandarle ahorcar. Pero ahora mismo no había tiempo para eso, solo para resolver aquel embrollo.

-Dispare sin bala, solo como advertencia. Si no se dispersan, cargue metralla.

Buscó con la mirada a algún capitán, y se topó con don Alfonso. El sargento Cabal acudió a la carrera, al mando de su propia escuadra.

-Capitán, tome a estos hombres y vaya a por nuestros camaradas. Tráigalos sanos y salvos.

Había ya unos 25 soldados en la explanada.

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10/07/2009, 16:22
Mixtli Tacapatzin

El joven parpadeó, pensativo. Consideró durante largo rato las implicaciones de aquellas palabras. Había llegado a sus oídos que los hombres blancos habían hecho preso al emperador, aunque la información era harto contradictoria. Ella podría ser una baza muy importante en los sucesos que podían desarrollarse en el Imperio.

Sonrió, tratando de ser conciliador.

-Suponía algo así, pero no podía imaginarme que era exactamente eso.

Se mesó la barbilla, pensativo.

-No te preocupes, no voy a darte la espalda por eso. No soy tan desalmado.

La miró fijamente.

-Tú sigues siendo de mi familia, y eso está por encima de cualquier otra consideración.

Le picaba en exceso la curiosidad.

-Y, dime... ¿Hablas su lengua? ¿Conoces su cultura?

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10/07/2009, 16:27
Director

El ballestero se encontró solo.

Dado lo improvisado de su captura, no le habían puesto siquiera unos grilletes. Tan solo se habían limitado a desarmarle. Salió fuera de la celda, pero no vió sus armas allí. Supuso rápidamente que se las habían llevado a la armería.

El ruido afuera era más persistente, y ya le llegó con más claridad. Era ruido de indios enfurecidos y españoles peleando. En la explanada, parecía que se estaban dando algunas voces de mando. El ballestero se asomó, prudente, y pudo ver como unos 25 españoles se aprestaban para el combate. El sargento estaba allí, y también Cortés. Los artilleros estaban cargando las piezas.

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10/07/2009, 16:25
Alfonso Castellar de Muñejar

Don Alfonso, ahora cubierto por una escuadra de hombres, y por una pieza de artillería, además de los jinetes que los españoles que habían llegado, si podía lanzarse a por aquellos malditos indios. El fuego del odio y de la venganza ardía con fuerza en su corazón, y las ansias de sangre que sentía el noble eran grandes. Su espada pedía a gritos algunos cuellos que rebanar. El centro de sus pensamientos se centraba allí, junto a aquellos hombres arrinconados entre la muchedumbre de indios. No podía evitar el símil con una jauría de perros sarnosos, peleando por un pedazo de carne. Quizás incluso se los comieran, como animales salvajes, que a fin de cuentas, es lo que eran. 

Reunió a la escuadra del modo más rápido que pudo, y se dirigió a ellos: 

-Españoles, vamos al rescate de los nuestros, encerrados entre esos indios. Y no sintáis piedad alguna por ninguno de esos salvajes. Tratad de hacer hueco para dejar pasar a nuestros camaradas.

Don Alfonso agarró con fuerza su espada, y se lanzó a la carga, al grito de "¡Santiago!", como hiciera su padre, tiempo atrás, contra los moros, incitando a los hombres de la escuadra a cargar también. No iba a tener ninguna piedad. 

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10/07/2009, 19:35
Diego Raminrez
Sólo para el director

Notas de juego

Misma dificultad?

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10/07/2009, 19:44
Director

Notas de juego

Si paras con rodela si. También puedes parar con la espada, claro (sería menos porcentaje).

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10/07/2009, 21:28
Diego Raminrez
Sólo para el director
- Tiradas (2)

Notas de juego

perdon. El ataque lo tiro ya tambien o he de esperar a que tu me avises?

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10/07/2009, 21:53
Director

Notas de juego

Puedes tirarlo ya

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11/07/2009, 02:42
Diego Raminrez
Sólo para el director

Tras mi defensa, comienzo a atacar al mas cercano que tengo en vista de que mis compañeros vienen a ayudar, recargado de empuje y valor.

- Tiradas (2)
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14/07/2009, 18:24
Francisca Díaz de la Vega

El corazón de Francisca parecía que se le iba salir por la boca, pero intentaba por todos los medios no perder el control.

Se mantenía en el centro de la formación, sabiendo que no podía hacer más, cuando mucho intentar que su bastón le sirviera a modo de improvisada arma, pero sin tener conocimientos de esgrima ni nada que se le parezca y con esa castrante cojera, la verdad es que de ayuda no iba a ser y eso lo sabía.

Pero un rayo de esperanza había frente a sus ojos o mejor dicho el sonido de la esperanza llegó a sus oídos, porque al oír el sonido de las armas españolas al disparar, armas que venían desde lo alto y cuyo estruendo se sumaba al sonido de las espadas de los soldados que los protegían, confió en que pronto saldrían de esa situación y, si Dios así lo quería, lo harían con bien.

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15/07/2009, 07:48
Fray Santiago de Herrera

Asustado, me repliego al interior de la formación, y empiezo desesperadamnte a rezar padrenuestros y avemarías, salves, angelus, y cuanta oración se me viene a la cabeza. Dios mío, salvadme...salvadnos a todos...

Cuando escucho los disparos de arcabuz, me agacho y me encojo lo más posible, aun más asustado. Dios mío, esas armas infernales....San Sebastián, martirizado por saetas, a ti nos encomendamos para evitar una muerte segura....

Sin embargo, no dejo de recordar que soy un caballero, y aunque inutil, intento proteger a las damas con mi pobre cuerpo, y más que todo, con oraciones.

es apenas lógico...apresamos al principal destos indios....es como si apresaran a Su Católica Majestad, aunque no se si los desalmados peninsulares de ahora lucharían como estos indios para defendello...

Me quedo mirando a todos lados, para prevenir ataques por la espalda a la formación.

Cita :

¡Santiago!

Loado sea Dios, han llegado refuerzos....justo a tiempo

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15/07/2009, 20:51
Ameyal Tonatzin
Sólo para el director

Le alegraba que su primo no le diera la espalda pero no estaba segura de haber hecho bien confiándole aquello. De cualquier manera sólo el tiempo diría si había hecho lo correcto o no. Lo escuchó pensativa, eran familia, sí pero no por ello sus tíos tenían que pensar igual. Lo miré a los ojos fijamente.

-Sé algo de sus costumbres y son muy distintas a las nuestras. También se hablar su idioma, de hecho les servía de... De traductora, no sé si me echarán en falta, muy probablemente no o ya habrían dado conmigo. Eso, seguramente no les importa una india más.

Un nudo se hizo en su garganta recordando que de todos aquellos hombres, había uno por el que le dolía que no la hubieran buscado y ese era el sargento. Sin embargo, respiró profundo ahogando las lágrimas que amenazaban con salir y esbozó una sonrisa limpia para su primo.

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22/07/2009, 03:09
Mixtli Tacapatzin

Escuchó lo que decía su primera, analizandolo palabra a palabra. Aquello era una revelación de enormes proporciones. No obstante, intentó acallar su entusiasmo para no asustarla. Asintió, y puso una mano en su hombro.

-Esa es la diferencia entre ellos y nosotros. Para ellos, no eres importante. Pero para nosotros, puedes serlo más que la mujer serpiente del emperador.

La miró a los ojos.

-Si me acompañas mañana, puedo hacer que te conviertas una de las mujeres más poderosas del imperio, e importantes. Se de muchos que matarían por lo que tu sabes. Y con todo ese poder, no te costaría nada hacer justicia con los asesinos de tus padres.

Él ya lo había planteado. Ahora le tocaba a ella decidir.