Partida Rol por web

¡Ey, Jer! ¿Cómo te va es...? Nah... Jeremyed ya se ha ido. Menudo culo inquieto, no para. Venga, Armase. No te quedes alelado que nosotros también tenemos cosas que hacer.

Bethan empezó a subir los escalones hacia la muralla.

- Brosten llega al Patio cargado con un pesado saco.

- Se cruza con Bethan, que se drige a la Barbacana Exterior.

Han paso las horas y desde que me senté en un banquito a descasar un rato no he dejado de pensar en lo prospero y concurrido que se ha vuelto, tanto el castillo como el feudo. Uno tras otro les veo pasar realizando sus quehaceres diarios mientras pienso en la buena época en la que vivimos.

-Ojala todo se mantenga así por siempre…-

Tomo una buena bocanada de aire y me levanto, mientras estiro los brazos un poco digo en voz baja

-Ya esta bueno del descaso, hay que trabajar y ver cómo van los chicos-

Y me pongo caminar hacia los talleres curtiduría

- Rhum se dirige a los Talleres.

- Armase va hacia la Barbacana.

- Bresa sale de los Barracones y entra en la Casa Señorial.

PRIMERA MADRE, PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.

MUY AVANZADA LA TARDE.

- Plumby sale de la Herrería.

El patio de armas mostraba su ruido habitual, acostumbrado a la soledad del bosque aquel replicar de hierro y gentio siempre era chocante para brosten.  Dejo su pesado saco a un lado lo cual resultaba un alivio pronto esta madera se convirtiria en algo maravilloso en el taller a las manos del carpintero. 

Al escudriñar las hojas que había recogido, el leñador vio una flor que había caido también en la bolsa y decidio guardarla, buscando con la mirada a la vieja nana se acerco a ella y con una sonrisa le tendio un pequeño paño con algunas hojas tal y como le había pedido.

Aquí tienes, estoy seguro de que les sacarás buen provecho.  Si necesitas más no dudes en hacermelo saber.

Viendo que la tarde está muy avanzada y que pronto anochecerá decido que ya es hora de hacer caso a mi padre y cogiendo a Brocelyn de la mano me dirijo a nuestros aposentos. No quería llegar tarde y que nuestro padre se enfadara.

- Vamos Brocely. No hagamos esperar a padre y madre. - le digo tirando e él.

El caminar por el patio siempre hacía levantar la arena levemente que subía hacia mi sandalia aunque no era tanto como aquellos que vestían armaduras cuyas pisadas levantaban una gran humareda de polvo.

Mi aspecto si nos centramos en mis pies eran de paso ágil más los brazos se zarandeaban junto con la inclinación de cabeza dando aspecto de estar cansado, si alguien se acercaba lo suficiente podía ver restos de hollín en la piel, el cabello y la ropa debido al carbón vegetal que hacía calentar los hornos.

Sin embargo pasaba haciendo una inclinación todavía más señalada al fijarme en los pies de los que se cruzaban a mi paso si eran superiores dirigiéndome con la premura pero también la precaución que me caracterizaba.

Ay, qué majo. A ver si son de cedro...-Nana desplegó el paño para revisar su contenido-¡Uy! ¡Sí! ¡Muy bien, Brosten! Y qué limpio es el muchacho que me las trae todas ordenaditas y bien guardadas en un paño... ¡MAJO! ¡MÁS QUE MAJO! ¡Si tuvieses una mujer preñada te la ponía a parir ahora mismo! Muchas gracias, jovenzuelo.

Los agradecimientos no terminaron ahí. Tras volver a doblar el retal de tela, volvió a la carga con un pellizco de mejilla al leñador.

Tráeme aquí esos mofletes, guapo. Ainainainainai... Subo un momento a mi cuarto para guardar esto, y te devuelvo tu pañuelo. Espérame un rato que ahora vuelvo.

Con pasitos cortos y rápidos, Nana se dirigió a su desván.

- Beldyr se va a la Casa de los Abanderados. Su hermano Brocelyn le sigue.

- Edder y Tarmall se bajan de las murallas y van a las Cocinas, pasando por la Casa Señorial.

- Plumby se va a la Casa Señorial.

- Nana se va a su Desván, pasando por los Talleres y Curtiduría.

- Haudrey sale de la Casa Señorial en busca de su hermano menor Gwraidd.

Haudrey salió con buen paso de la casa señorial, y una vez en el patio, empezó a echar un vistazo en busca de su hermanastro. Con un poco de suerte estaría por allí, y podría volver pronto a comer. Con menos suerte, tendría que empezar a revisar otras estancias del castillo, y probablemente el momento de llenar el buche habría pasado. Pero debía buscar a Gwraidd, como se le había pedido... O incurriría en la furia de lady Olenna, cosa que desde luego el niño no deseaba. 

Tras dejar los caballos descansar en los establos y arreglar un par de cosas, Madrigal caminaba ocioso por el patio evitando en todo lo posible acercarse a Soraya La Gata. Ahí estaba su pequeño hijo. Él le caía bien pues era como un pequeño cuervo, así lo llamaban, y los cuervos eran de las aves favoritas en la familia de Madrigal. Le rugió el estómago así que llamó al chico.

- Jack, pequeño. ¿Te importa ir a las cocinas a por algo que pueda echarme a la boca?- No le gustaba dar órdenes pero si podía ahorrarse ir a las cocinas gracias a su estatus pues oye, bienvenido sea. Acarició el vientre del cuervo que reposaba en su hombro.- ¡Tenemos hambre!

Sonrió al ver a Nana hablando con Brosten el Leñador y volvió a darse cuenta de lo mucho que le recordaba a su abuela, eso sí, más parlanchina. Se fijó también en Haudry que parecía buscar algo. Se aproximó a él saludándole con la mano y bromeando como hubiera hecho su padre con él.

- ¿De nuevo al septo? ¿Qué te parece si honramos al Guerrero un rato tú y yo?- Madrigal hizo ademán de portar una maza en la mano diestra, la de verdad le colgaba de la cintura, y machacar el cráneo del bastardo. Seguro que alguna hubiera estado más contenta si hubiera sido algo más real.

- Ser Baltrigar y Theresa Nieve salen de la Casa de los Abanderados y se dirigen a la Casa Señorial.

No estaba bien, era evidente. Y él lo sabía. Había estado pensando, meditando, todo el día, y se le había pasado completamente la hora de la comida. Conocía bien el castillo. Todos aquellos paseos, todos aquellos viajes de un lado a otro... habían sido tan, tan importantes. Pero no se encontraba bien. La verdad es que no quería ver a nadie. 

Gwraidd suspiró, enrabietado, sin tener muy claro como explicar lo que sentía. Estaba seguro que dijeran lo que dijeran sus padres querían más a su hermano mayor. Él era la esperanza de la casa, y Gwraidd sabía que su obligación era apoyarlo. Pero la sensación de desperdiciar la vida, sólo como una flecha de recambio, u obligado a servir a su hermano le reconcomía por dentro. Era algo que había ido apareciendo en su pecho en las largas tardes de su última enfermedad, y le había consumido, cuanto menos, ligeramente

Estaba sentado, leyendo tras haber corrido sin rumbo fijo por las partes del castillo menos transitadas, cuando vio llegar a su hermano Haudrey

- Hola Haudrey - dijo sintiendo que su humor mejoraba nada más verlo- ¿Qué pasa? ¿a quién buscas? ¿te da tiempo a jugar con las espadas de madera un rato?  

Viendo que se acercaba también a él Ser Madrigal saludó al hombre de armas

- Yo también quiero, no pienso dejar que me dejen atrás mis hermanos - había un punto de rebeldía, o simpatía, en llamar hermano a Haudrey. Sabía que no lo era del todo. Y sabía que a madre no le gustaba, y lo cierto era que odiaba molestar a madre, pero.... Bueno, si madre lo corregía, se excusaba. Pero volvía a llamarlo así a los pocos minutos. Era de la familia. Y para Gwraidd, aun enfadado, la familia era muy importante

Jack había estado ayudando a su madre con las cosas de un sitio a otro. La vida de una costurera era cargar con telas, entre otras cosas... y había notado que las cosas eran mucho mejores aquí que en el norte. Jack seguía hablando poco, y mirando mucho, y seguía acumulando algo de comida por si acaso. Había, empero, un nuevo brillo en las mejillas, y le gustaba sentarse a ratos, y escuchar a los soldados, a los guerreros, al resto de sirvientes del castillo. En algún momento le habían visto coger algo de los restos de la comida, y quizás por eso, el mote de "Pequeño Cuervo"  se había mantenido, como si se tratara de un lazo invisible que ligaba al nuevo Jack, del antiguo.

Cuando Ser Madrigal se acercó con el cuervo al hombro, tocándole al cuervo el vientre, el chaval empezó a reírse, lo que años antes quizás hubiera sido inimaginable. Sí, le caía francamente bien. Asintió y, sin decir palabra, salió corriendo hacia las cocinas 

Las palabras de agradecimiento de la vieja nana habían conseguido esbozar una sonrisa en el rostro del leñador. Mientras se despedia para ir a sus que haceres Brosten volvio junto a su enorme saco que contenía los troncos. Sería mejor que comenzará a preparar la madera cuanto antes para hacerla llegar al taller antes de que el carpintero se quedará sin tableros que tallar.

-No, esta vez no voy al septo, Ser Madrigal...-explicó Haudrey, riéndose y tratando de defenderse ante el amago de ataque, aunque aquella alegría pronto desapareció al recordar los motivos que le habían sacado del salón.

-Aunque sí me muevo por motivos parecidos. Busco a Gwraidd... ¡Ah, ahí está!-dijo el chico al encontrar por fin a su hermanastro. Una vez cerca de él, y ya apunto de darle el mensaje de su madre, fue interrumpido por el niño y sus ganas de entrenar, o "jugar con las espadas de madera", como él decía. Una sonrisa apareció en el rostro del bastardo, débil, pero aún así, presente.

-Lo siento, Gwraidd, pero ahora no podemos. Lady Olenna me ha enviado a buscarte para comer. Deberías ir al salón, allí están padre, lady Olenna, Pendrick y las chicas. Además, la comida está tan rica como siempre-añadió, con un guiño de complicidad hacia su hermanastro. Después de éso, se volvió a encarar a Ser Madrigal, encogiéndose de hombros.

-Ya ve como están las cosas. Aunque creo que a partir de mañana me verá entrenando más. Quizás entonces pueda "honrar al Guerrero" con usted, Ser Madrigal.