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Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras.

Gwraidd había estado callado, y miraba a los presentes. Al ver como unos y otros actuaban, finalmente, levantó la voz.

- El lema de mi casa, de nuestra casa, es Familia, Deber y Honor- el tono es ceremonioso, y la voz del segundo de los hijos legítimos de Ser Hadder resuena en las estancias del castillo- Para mi hermano, este es un momento complejo. Y duro. Pero es cierto que la orden real nombra a Ser Horwin Tully como heredero de mi padre, vuestro anterior señor, el difunto Ser Hadder- la voz de Gwraidd no tiembla- Decidme, ¿cómo podría yo exigir vuestra obediencia, y exigírsela a los habitantes del feudo, si yo mismo desobedeciera a mi rey? Randyl- dice al segunda espada, antes que este llegue a salir- Vos habéis sido segunda espada de mi padre. De quien fue nombrado por el rey como señor de este lugar. Ahora, ese mismo rey, nombra a Ser Horwin como su heredero. Habéis servido bien, y fielmente, no olvidéis ahora los juramentos que nos atan a todos- la mirada de Gwraidd va uno por uno a los presentes en el salón- Todos tenemos juramentos de lealtad que cumplir. Juramentos sobre la familia, la lealtad y el honor. Yo no seré quien defraude a ninguno de ellos. 

Se giró entonces hacia Ser Horwin y puso su rodilla en tierra.

- Ser Horwin Tully, yo, Gwraidd Tully, vuestro tio segundo, os juro lealtad como señor de Aguas Claras, al haber sido designado como tal por nuestro rey. Juro también proteger vuestra vida, y vuestro honor, así como la vida y honor de todos los miembros de mi familia. Como ya os dije en privado, mi interés siempre será la lealtad al rey, y a quien este designe como mi señor, y la lealtad a mi familia. Espero que confiéis en mi honor, y disculpéis lo que mis palabras tienen de excesivas. 

Tras esas palabras se pone nuevamente en pie.

Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras

Al ver salir a Randyl dudo, no me parece correcto. Sin embargo, las palabras de Ser Gwraidd me espolean y, contra todo decoro, salgo tras los pasos de Randyl. Cuando llego al pasillo lo llamo a viva voz:

- ¡Randyl, Randyl, por favor, aguardad!

Agradezco la distracción y mi decisión se va forjando...

Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras

Corro tan rápido como me permiten mis ropajes, que se enredan en mis piernas. Siento que la trenza se me suelta pero la ignoro. Casi sin resuello, lo alcanzo y lo sujeto del antebrazo para que no se vaya. Me apoyo en él mientras recupero el aliento. Poco a poco, las palabras van saliendo.

- Nos conocemos desde hace años, pese a no haber tenido grandes cosas en común. Por los Siete, ¿pensáis en abandonarnos? 

Mi mirada refleja una profunda tristeza. No puede ser por su partida, pero hay tantas batallas en mi interior que prefiero luchar las ajenas primero.

Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras

Randyl detuvo sus pasos cuando notó que le sujetaban, volviéndose hacia la segunda ama de llaves. La del racionamiento, si, esa.

- Mi juramento no era para con el señor de ningún castillo, era para con Ser Hadder y mantendré la promesa que le hice. Tengo órdenes suyas por cumplir y ningún nuevo Señor va impedir que las cumpla. Renuncio a mis privilegios, pero seguiré en el Aguasclaras al servicio directo de Ser Pendrik - aclaró a la mujer

No entendía a que tanto disgusto, si se iba ¿qué? Una boca menos que alimentar. A saber si al menos podría mantener la habitación de la que había disfrutado como espada juramentada, el tiempo lo diría, la lealtad de Randyl no la compraba una cama... aunque se agradecía. 

Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras

Sonrío con alivio. Por el momento no marcha. Bastantes bajas tenemos ya como para sumar otra más de un hombre de armas.

- Oh, entonces he malinterpretado vuestra salida, Randyl. Me alegro que no partáis tan rápido, por un momento pensé que huíais del racionamiento-hago una mueca que imita a una sonrisa-. La verdad es que la situación no es la mejor, pero todos aprendimos de Ser Hadder a ser firmes y mantenernos unidos. La marcha de Caster y Haudrey ya fue dura y para rematar, la huida de Ser Bartrigal... 

El feudo lo hacen los hombres y mujeres que vivimos en él. Y eso incluye al nuevo señor-doy un suave apretón en el antebrazo a la fiel espada que sirvió a Ser Hadder y que nada pudo hacer ante la ira del Tormenta-. Debo volver al salón, gracias por contestarme, Randyl. Confío en que estaremos bien. Han llegado nuevas provisiones que aliviarán algo la situación. Sólo espero que vuestra propuesta sea aceptada y podáis cumplir los deseos de Ser Hadder.

Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras

Asintió y te dejó marchar.

- Lo será - parecía seguro de ello o tan solo pretendía "tranquilizarte".

Días después del sepelio de Ser Hadder

Después de una audiencia con Ser Horwin, Armase tiene el permiso de abandonar el servicio de Aguasclaras y su puesto en el castillo. Poco se dice de la causa de su salida y de los motivos que hicieran que el jinete tomara esa decisión. Darién, Edder y Russ reciben de él sólo un tierno adiós. Sabían que estaba bastante unido a todos los que se perdieron ese año: Caster, Ser Hadder, Maestre Ammon y alguno de los muchachos muertos en solaz del castillo...  

La gente del pueblo lo vio partir, con un caballo de guerra y uno de carga, llevando todas sus pertenencias tapadas con una manta. Otra lo cubría a él, haciéndolo parecer un mendigo o un viejo comerciante. Lo que sí aseguran los que lo vieron partir es que en ningún momento volvió su vista hacia atrás.

Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras

Rápidamente, vuelvo al salón. Aún con la respiración agitada y el cabello semi suelto, pues tuve que rehacer parte de la trenza. Me coloco de nuevo en mi sitio con aire circunspecto.

Tras el anuncio de Pendrik, el momento del juramento había llegado, y como el resto de los miembros de aquella sala debía proclamar su juramento. Su mirada se dirige hacia Ser Howin, aunque desde luego no le gustaba en absoluto aquella situación. No era al hombre al que le hubiera gustado jurar fidelidad. Pero no había muchas opciones. Solo quedaba aceptar aquel hecho.

Al igual que Ser Trycian, el también se inclina en el suelo, y recita el juramento:

 - "Yo, Ser Otter Crakehall,  juro servir y proteger al Señor de Aguasclaras y daré mi vida por él, mientras sirva y proteja nuestro feudo con honor, dignidad y justicia. Los juro ante los Nuevos y Viejos Dioses."

Russ se separó de la muchedumbre con paso lento y pausado. El jefe de la guardia mostraba claras señales de agotamiento, pero su cansancio era más espiritual que físico. Ser Hadder había muerto; Caster, su mejor amigo, se había convertido en un bandido, traicionándole por la escoria de Solaz del Soldado y compartiendo mesa con los mismos que habían asesinado al hijo del Matatoros; Armase también había decidido dejar Aguasclaras, partiendo hacia algún lugar incierto. Quizás ese bastardo dorniense sea más inteligente que tú, viejo... Bresa pasaba los días entre lloros, apática y taciturna; una sombra de lo que fuera un día. Pocos días atrás, la esposa del Matatoros había decidido retirarse a la finca ser Hadder en Orilla Azul, dejando a su marido solo. La vida se había vuelto oscura y fría...

Sin apenas darse cuenta, Russ había avanzado hasta encontrarse a pocos pasos del que sería el nuevo Señor de Aguasclaras. Ser Horwin le observaba en silencio, a la espera de que el jefe de la guardia renovara sus votos de fidelidad. El nieto de Lord Hoster Tully apenas le llegaba a la altura del hombro. Desde que Caster les dejara, pocos habitantes del castillo eran los que podían mirar a Russ desde su misma altura. Bueno, está ese labriego que acompaña a la esposa de ser Pendrik... Dándose cuenta de que empezaba a divagar otra vez, Russ carraspeó y centró su atención en ser Horwin.

- Os juro fidelidad, ser Horwin -dijo el Matatoros sin poner rodilla en tierra, observando desde arriba al que era su nuevo Señor-. Viviré para proteger el legado de ser Hadder y los muros de este castillo.

Tras esas escuetas palabras, faltas de la lírica que solo los nobles eran capaces de dibujar, Russ dio media vuelta y abandonó la sala. Su lugar no estaba en las pomposas ceremonias de la nobleza, sino en las murallas de Aguasclaras.

El turno de Royne había llegado. De sangre noble, el bastardo de Lord Frey se sentía en la necesidad de dar un paso al frente y jurar fidelidad al nuevo Señor de Aguasclaras. Aunque en la actualidad solo era un simple soldado de la guardia, en su día fue la Primera Espada de Aguasclaras, hombre de confianza de ser Hadder. Quizás su nuevo Señor no fuera el esperado, pero Royne no quería separar su camino de la senda que el difunto ser Hadder había labrado.

Con paso decidido, el bastardo de los Gemelos avanzó hasta el estrado donde aguardaba el nieto de Lord Hoster Tully.

- Mi espada está a su servicio, ser Horwin. Juro ante los Siete que viviré para proteger Aguasclaras y a su Señor.

Transcurridas dos semanas de la muerte del Señor de Aguasclaras

Tomo la iniciativa. No parece seguirse ningún protocolo y los malos tragos es mejor hacerlos pasar del tirón. Todo estará bien. Me acerco a Ser Horwin y poniendo la rodilla en tierra, sin cojín, pues no me corresponde tal honor, cito mi juramento:

- Ser Horwin Tully de Aguasclaras, yo, Tanya, segunda Ama de Llaves del castillo, os juro servir fielmente y velar por los intereses del castillo y sus gentes en tanto vuesa merced lo haga... 

Hago una pausa en la que tomo aire y valor para finalizar mi juramento:

- ...hasta que la estación cambie.

Aun no siendo de mi agrado, no dudé ni un momento, por mi esposa y toda mi familia de sangre, en seguir a mi padre, quien fuera Castellano, y repetir el mismo juramento.

-Yo, Ser Orsey Crakehall,  juro servir y proteger al Señor de Aguasclaras y daré mi vida por él, mientras sirva y proteja nuestro feudo con honor, dignidad y justicia. Los juro ante los Nuevos y Viejos Dioses.

Inclinado, con las rodillas flexionadas, mis ojos se cruzaron con los de Ser Horwin. En mi interior predominaba un sentimiento: decepción. Nunca fue este el destino que imaginé para Aguasclaras.

Mi mentor y su padre también han jurado lealtad mas lo han hecho  y al igual que Ser Trycian dejando una "puerta trasera".

Es mi turno.

- Yo Beldyr Tormenta juro lealtad a Aguasclaras y a su Legítimo Heredero. - digo tras incar rodilla al suelo fuera del cojín que se suele usar para ello. Pongo mi vida en sus manos en tanto él cuide y proteja a mi familia y al resto de habitantes de Aguasclaras. Lo Juro ante los Dioses Viejos y Nuevos.

Eventualmente, Otto de Puenteamargo tomó una decisión.

No le resultó fácil, puesto que la noticia de la muerte de Ser Hadder le golpeó como un mazazo, reabriendo viejas heridas. Dolores que creía ya superados carcomieron sus entrañas; se sentía viejo, de pronto. Se sintió inútil una vez más, incapaz de hacer frente al juramento que había hecho ante su ahora fenecido señor.

Eran tiempos difíciles para todos.

Pero incluso el invierno acaba, pensó el viejo maestro de armas. Todo acaba. No era tiempo de llorar por leche derramada, por glorias pasadas.

Eran tiempos difíciles, pero no por ello iba a dejar de intentarlo. No iba a cejar. Esta vez honraría a Ser Hadder, haciendo lo que él hubiera querido.

-Yo, Otto de Puenteamargo,  juro servir y proteger al Señor de Aguasclaras. Daré mi vida por él, mientras sirva y proteja nuestro feudo con honor, dignidad y justicia. Los juro ante los Nuevos y Viejos Dioses. Lo juro por mis ancestros.

Más no podía hacer. Más no se esperaba de él.

Hizo lo único. Lo apropiado. Lo necesario.

Abrumado por el devenir de los acontecimientos en los últimos tiempos, pasó los días sin nada más interesante que hacer que contemplar el propio paso del tiempo.

- Yo, Dod, hijo de Blantel... prometo servir al señor de Aguasclaras con toda mi pericia... - digo con voz carente de emoción.

Todavía no había tenido tiempo de asimilar lo que había sucedido. Cada mañana se me hacía extraño no ver a ser Hadder paseando por el castillo. Permanezco atento a todo lo que sucede a como cada noble y caballero jura su lealtad. Son momentos tensos llenos de miradas furtivas y cuchicheos, pero mi atención siempre estaba en la misma dama.

Tras el juramento de mi padre y mi hermano se que es mi turno, repaso las palabras en mi mente mientras avanzo y me arrodillo.

 - "Yo, Horace Crakehall,  juro servir y proteger al Señor de Aguasclaras y daré mi vida por él, mientras sirva y proteja nuestro feudo con honor, dignidad y justicia. Los juro ante los Nuevos y Viejos Dioses."

Jorah había visto ir a su padre y a sus hermanos, y por la mirada de su madre, estaba claro que le tocaba. Apenas había tenido tiempo de servir a Ser Hadder como paje, así que ahora sería como empezar de nuevo con Ser Horwin.

Bastante incómodo por la gran afluencia de gente que había y la seriedad del asunto, se acercó rápidamente al cojín donde apoyaban la rodilla e hizo lo mismo que vio hacer a sus hermanos antes.

—Yo, Jorah Crakehall, juro ante los Siete servir al Señor de Aguasclaras con honor, dignidad y justicia.

Dicho esto, se levantó, hizo una exagerada reverencia para mostrar su cortesía, y volvió a meterse entre el gentío.

El bote de esencia fortificada de limón, espinaca, abdomen de hormiga y vinagre en la que estaba sumergida la limadura de eslabón, seguía sin aparentar prácticamente haber hecho mella en el metal, no afectado al menos visiblemente por el ácido. En cuanto al otro eslabón, el de acero Valyrio. Jerem no dejaba de estudiarlo y observarlo. Tenía unas extrañas muescas longitudinales y paralelas cuando era observado con el cristal aumentador que Ammon le había prestado para ver las mordidas y grietas del metal, tiempo atrás. Antes de su triste desaparición. Según contaban  existían herreros en las islas de naciente que podían reforjar el maravilloso metal. También en Desembarco del Rey. ¿Podría algún día descubrir, explorar lo más profundo de tales secretos?

Debo estar atento a cómo enviar este extraño eslabón a mi hijo en Antigua...

Era un hombre simple con una tarea simple, traer madera al castillo. Había vivido para ver el ocaso de Ser Hadder y el desenlace monstruoso para un hombre tan capaz. Ahora alguien era el nuevo amo y con suerte, el aura de mala suerte y pesar se iría del castillo y el feudo.

Juro servir a  Ser Horwin Tully de Aguasclaras, con mi hacha y mi oficio. ¡Larga vida al Señor de Aguas Claras!