Partida Rol por web

Sala de Meditación

La Sala de Meditación, habitualmente solitaria y en silencio, bullía ahora por los murmullos de los presentes. En realidad no eran tantos, sólo una representación del gran número de tripulación de la nave. Aún así, las cámaras retransmitían el evento fúnebre mediante las pantallas repartidas en cada espacio y compartimento del Arca, de modo que todo el mundo tuviera oportunidad de participar ni que fuera en modo virtual.

La Hermana Oriri no se había preparado ningún discurso, ni siquiera un ritual litúrgico de aquellos a los que los practicantes de distintas religiones "oficiales" eran tan proclives. Pero ella no se inclinaba ante ninguna, no adoraba ningún Dios proclamado. Su espíritu era el del ecumenismo, y no uno cristiano, sino el de la unión de todos aquellos que tenían algún sentido de trascendencia, de entendimiento superior, por encima de lo físico y lo material.

Cuando llegó la hora establecida, simplemente se dirigió a una pequeña tarima en el centro de la sala, y una vez allí alzó ambas manos, solicitando silencio. 

-Estamos aquí hoy, respondiendo a una necesidad de nuestros corazones, para dedicar unos minutos de nuestro día a día a aquellos que emprendieron el viaje a nuestro lado, compartiendo nuestra ilusión y nuestra preocupación a partes iguales, embarcándose en el Arca Esperanza con el peso del Destino no escrito, del futuro incierto, y de la Esperanza, cuya idea da nombre a nuestra nave. Y que, tras distintas vicisitudes, no han podido realizar el sueño de abrir los ojos en ese Destino ansiado.

Hombres, mujeres y niños que partieron y no han podido seguir adelante. Por todos ellos os pido que, cada uno a su manera, con sus palabras y desde sus creencias, tengamos un recuerdo, un pensamiento. Y os invito a que, quienes lo deseen, expresen esos pensamientos y deseos en voz alta, para sumar a ellos nuestros propios sentimientos.

Por mi parte, como Oriri, empezaré rogando por las almas de los niños fallecidos durante el viaje, almas sin la impronta de la malicia, del doble juego, del odio, de la envidia. Sin el peso de la duda, del interés creado, del partidismo o la prepotencia. Ellos no han tenido la oportunidad de crecer en un mundo, fuera el que fuera, donde asumir los riesgos de ser adultos, de conformar opiniones, decisiones, valores. Para todos ellos, mi recuerdo.

Cerró los ojos, y levantó el rostro al techo, un techo que pareció atravesar y dejar atrás, haciendo de la bóveda de madera y tela otra de luz y espacio infinito. Así se mantuvo unos segundos, y luego regresó, visiblemente conmovida.

-Bien, os cedo ahora la palabra. Quizá alguno quiera dedicarla a alguien en concreto, o quiera compartir una reflexión. Quizá el deseo sea para los que no se han ido, para los que estamos aún aquí, con nuestras propias Esperanzas por cumplirse. Ese espacio y este tiempo son para todos, uno a uno. Os invito a compartirlos. Y a debatirlos, el desacuerdo no es discusión.

Aquel tipo de ceremonias eran de esas a las que uno nunca quería asistir pero sin embargo debía hacerlo. Así que Kim se presentó vestida casi toda de negro con un conjunto bastante sobrio, intentando mostrar luto y respeto por los afectados. Se mantuvo en su sitio atenta e intentando mantener la concentración en el discurso de la Hermana Oriri y cuando terminó esperó unos instantes antes de levantarse para hablar. Ella no tenía ningún familiar en la nave así que la desgracia no la había golpeado directamente, pero en parte era la responsable de todos así que sentía el deber de decir algo.

-Gracias por sus hermosas palabras Hermana Oriri. Es un momento difícil para todos y desde mi posición quiero expresar mi más sentido pésame. Cada vida que se ha ido es una pérdida muy dolorosa para todos, pues creo que somos una pequeña gran familia y no podemos ignorar el sufrimiento de los que nos acompañan día a día en nuestra difícil misión. Dadas las circunstancias pondremos a disposición de todo aquel que lo necesite la ayuda psicológica necesaria o de cualquier otro tipo. -Hizo una pausa. La primera parte de su discurso había concluido y esperaba que todos pudieran sobreponerse al duro golpe. Pero no quería acabar así.- Como bien recordó la Hermana Oriri nombrando nuestra arca, hoy más que nunca debemos honrar no solo a los que ya no están si no también a los que aún estamos y los que vendrán después de nosotros. Porque aunque en días como el de hoy parezca todo más oscuro estoy segura que la Esperanza seguirá brotando y juntos haremos que este proyecto salga adelante, ese creo que debe ser nuestro tributo para los fallecidos y nuestro legado para las generaciones futuras.

Dedicó unos segundos a mirar a los allí presentes calibrando la reacción ante su discurso y después cedió su lugar para el siguiente que quisiera intervenir.

Selena no intentó esconderse para presenciar aquel acto, pero buscó mantenerse en un segundo plano. Desde lo ocurrido aquel día no han habido más actos de violencia contra la tripulación, pero no había estado inmóvil. El rumor de que la capitana sólo sabía resolver las cosas a la fuerza, que al sentirse intimidada se escondía tras los marines y amenazaba de criogenizar a los que estuvieran en su contra habia sido la manera de ir extendiendo la revolución sin necesidad de secuestras y golpear.

La invitación de la Hermana Oriri le había tomado por sorpresa. Había inquietud y desconfianza en esa llamada a orar por los que se habían ido. Escuchaba, atenta, mirando las reacciones de aquellos que se habían reunido a escuchar y expresar su propio dolor. ¿Era esa una trampa? ¿Estaba la hermana Oriri del lado de la capitana? Miró a la misma cuando fue la segunda en dar sus palabras, y apretó los puños cuando pasó de ser un discurso por el alma de los fallecidos para convertirse en discurso político hacia los vivos. 

Sin embargo, de los presentes al menos la mitad parecía realmente conmovidos por las palabras. Había cierta sensación de hermandad. O así parecía. Una niña se soltó de las manos de su madre, y corrió hasta donde estaba la hermana Oriri. -Qui... Quiero pedir por mi papi. Él no despertó. Mami llora mucho en las noches. No despertó. Quiero a papi...-

Troy no se sentía a gusto en la ceremonia. Por término general solía huir de estas ceremonias por creer que al final terminaban siendo una afirmación de las creencias en una entidad superior, a cuyo regazo volvían los justos, o porque, si no, podían ser una muestra de debilidad, de necesitar hacer las paces con uno mismo enfrentándose a la finitud, pero fue precisamente el mal trago que había sufrido a manos de algunos de aquellos revolucionarios lo que le obligo a asistir, a salir de sus aposentos y a intentar volver a asistir a una reunión multitudinaria, intentando no volverse loca ante la ansiedad, procurando no mirar en todas las direcciones esperando a ver de dónde le vendría el nuevo puñetazo.

Al menos su hija la había acompañado y le daba la mano cuando ella dejaba su pulso muerto, como si fuese a caer dormida, más por tratar de abstraerse del run run de las charlas entre aquellos menos sensibilizados con lo que allí pasaba o de los discursos, ya fuesen políticos o religiosos, que a fin de cuentas tampoco eran lo que veía a buscar allí.

No pudo evitar apretar la mano de su compañera una vez más cuando aquella niña habló así, recordando a su pareja perdida, mucho antes de aquella migración forzosa, o imaginándose así misma entre los caídos, si no hubiese logrado desembarazarse de aquellos curritos de mano grande y puño cerrado cuando trataban de exigir la deposición de la capitana.

Realmente tenía ganas de que aquello terminase cuanto antes, pero los pelillos erizados de su cogote le decían que había mucho más flotando en el éter que lo que aquellas expresiones y voces retransmitían a los cuatro vientos. Se pudo a contar los nombres de las personas que reconocía en las listas que pasaban por las pantallas, tratando de no llorar, más que nada, porque ni siquiera sabría decir por quién se vertían sus ojos, en caso de que alguien se lo preguntase a traición... Bueno, si, lo sabía, siempre que lloraba, lloraba por su hija, peor nunca sabía explicar el por qué.

Recibió a la pequeña tomándola en volandas, ya que la niña se había acercado corriendo y a punto de sollozar. La dejó hablar, sin interrumpirla. Cuando hubo dicho lo que quería, Oriri asintió, y sin dejarla aún en el suelo, miró a la madre y respondió.

-Claro, pidamos todos por tu papi. -Y a la mujer.- Por tu pareja, compañera. La vida y la muerte son tramos de un mismo hilo, pero cuando pasamos de la una a la otra los que de algún modo comparten fibras de ese hilo se rompen en un mar de dolor. Roguemos por él.

Dejó a la pequeña en el suelo, le besó la mejilla, y le tomó las manos. Y las alzó, como antes ella misma había hecho, en muda plegaria.

Por algún extraño motivo, las intervenciones de Oriri siempre hacían que a Troy se le pusiesen los pelos como escarpias.

El científico jefe de la nave no sintió la tentación de hablar en público. No porque sufriera miedo escénico, sino porque no había venido aquí a participar en una ceremonia ecuménica organizada por Oriri. No se fiaba de la autodenominada Hermana y temía lo que sus enseñanzas y planteamientos pudieran provocar en el tejido social de la nave. Mientras todo se quedara en buenas palabras que dieran consuelo y esperanza a los habitantes del Arca, no sería necesario actuar.

El verdadero objetivo de Arslan al acudir a esta ceremonia era a vigilar a ciertas personas. Entre ellas, y principalmente, a Selena Álvarez. Sabía que era un elemento importante dentro de la organización de los amotinados, pero no sabía prácticamente nada más. Y el espía que había descubierto entre sus propios científicos le hacía pensar en que la conspiración estaba mucho más extendida de lo que sospechaba. 

Si en algún momento la Capitana optaba por enfrentarse a esta amenaza debería hacerlo con un golpe rápido, preciso e inmisericorde. Con la detención de todos los responsables (*) 

La opción contraria era no hacer nada y dejar que el malestar siguiera creciendo. ¿Hasta convertirse en un cuerpo extraño, un tumor que extirpar del Arca? ¿O de otro modo?

A pesar de haber una cierta receptividad entre el pueblo respecto a lo que estaban haciendo, la verdad era que se sentía una tensión latente en aquel escenario. Algún otro había dado el nombre de sus fallecidos a la hermana Oriri, otros hacían sus propias silenciosas plegarias, agachaban las cabezas, se ponían de rodillas. Pero en general habían miradas incómodas, indecisas. Como si esperaran que algo pasara, pero ninguno se atreviera a dar el primer paso.

-Hermana Oriri. La voz de Selena, quien sin necesidad de gritar podía proyectarse y hacerse escuchar, hizo que varios rostros se giraran hacia ella. De inmediato un grupo de personas formó un círculo alrededor de la mujer. Ninguno estaba armado, pero se veía en sus rostros y sus gestos que estarían dispuestos a defender a Selena si alguien se acercaba con intenciones hostiles. -¿A quien perdió usted? No pongo en duda su capacidad de "empatizar", ese es, después de todo, su trabajo. Dígame, ¿conoce al menos a alguno de los que se han ido? ¿Puede recordar algo más que el nombre que leyó en un archivo?- Aún cuando sus ojos están sobre la mujer de cabello blanco, puede sentirse que sus palabras van hacia alguien más. Se acercó a uno de los hombres que formaban parte del cerrado círculo. -Jonathan Bradford, hermano, esposo, padre, y amigo. Le gustaba el béisbol, y los programas viejos del siglo XXI. Tarareaba canciones al trabajar, nos volvía locos.- Algunos del círculo ríen, y hasta fuera del círculo hay risitas nerviosas. -Deja una esposa y dos hijos, que siguen criogenizados, que duermen en la Esperanza, sin saber que ya él no está, que no podrán despedirse de él. Deja a un hermano, la única familia que le quedaba cuando decidieron embarcar.- Apretó con suavidad el brazo del hombre al que se ha acercado, el cual tiene los ojos enrojecidos. Lentamente, Selena siguió nombrando fallecidos, acercandose a sus familiares cercanos. A todos parecía haberlos conocido, ya fuera cercana o a través de las historias de su familia.

Volvió al centro del círculo. -Jackson y Alberto Álvarez. Mi esposo. Mi hijo. Eran mi mundo...- Por primera vez en aquel discurso, la voz le tembló. -Un esposo y padre amoroso, un hijo inteligente y carismático.- Le siguió un silencio. Cuando volvió a hablar, se sintió por instantes ya fuerza de su odio.

-¿Sabe lo que es perder a un hijo, Oriri? ¿Kim?- Por fin sus ojos cayeron en la capitana. -Fruto de amor que albergué en mi vientre, que tuve en mis brazos con fuerza cuando lloraba. Que vi reír, hablar, gatear, crecer. Que me sacó lágrimas y sonrisas. Ese niño, esa pobre alma... ¿Pueden decir en verdad que lo sienten? ¿Pueden?- Su ojos fueron también unos instantes hacia Troy y Arslan. -¿O es sólo una estadística más de un porcentaje tan pequeño que les hace creer que la decisión que tomaron fue la mejor? Dígannos a la cara, a todos los que hemos perdido a alguien, que el sacrificio de pocos es para el bien del resto. Atrévanse a siquiera sugerirlo.-

Oriri, que había estado con los ojos cerrados, orando por todos y cada uno de los que habían fallecido en la nave, y no sólo por aquellos a los que se habían ido refiriendo los distintos participantes que se habían ido adelantando, primero en cuentagotas y después ya con decisión, los abrió de golpe.

Aún teniendo dominio de sí misma, una exagerada extensión en los dedos de sus palmas abiertas junto con un ligero temblor en ellas mostró que aquel inicio de la intervención de Selena la había herido. Pues claro que tenía y sentía sus propias pérdidas, no tan cercanas como las de ella en la Esperanza, pero sí en su vida anterior. ¿Qué sabía ella de sus años de joven, sus sentimientos, sus amores? Era un ataque en toda regla, en un lugar y un momento donde eso era precisamente lo que Oriri deseaba evitar con todas sus fuerzas.

-No me he nombrado a mí misma "Hermana" desde que nací, Selena. La vida y sus meandros me llevó a ello. Por eso entiendo tu dolor, lo entiendo muy bien. Y el de David, el hermano de Jonathan. Y el de Grace, el de Tom...

Fue nombrando algunos de los presentes y otros que no estaban en la Sala, pero que escucharon sus nombres en otras partes del Arca, desde las pantallas. Oriri conocía muy bien a sus compañeros, y no sólo la empatía había marcado sus pasos, también un genuino interés por todos aquellos que formaban la tripulación, aquellos que debía y quería acompañar, reconfortar. Su trabajo, como decía la mujer que la interpelaba, sí, pero también su vocación.

Se giró para mirar a Kim. Pero no se dirigió a ella al seguir hablando sino que volvió de nuevo a Selena.

-Quieres culpables. Quieres hacer pagar tu dolor porque nada ni nadie puede devolverte a tu hijo, a tu esposo. Pero no los hay, cada uno de nosotros aceptó los riesgos del viaje que emprendíamos, porque conocíamos también los de no hacerlo. No ha salido bien para muchos, tanto de los que marchamos como posiblemente, seguramente, de los que se quedaron. Pero no podemos culpar más que a las circunstancias de eso, no a las personas, no individualmente por lo menos. Quizá la humanidad sea responsable, en peso, en bloque. No somos seres perfectos, no somos lo que deberíamos ser. Pero de eso a decir que el sacrificio de unos pocos compensará ningún bien de nadie, es una crueldad. 

Volvió a cerrar los puños, para no descontrolarse, para alejar la Oriri beligerante, guerrera. No, no era eso lo que el Arca Esperanza necesitaba.

-¿Crees que otras acciones, otras decisiones pueden ser tomadas ahora sin consecuencias? ¿Decisiones que serían tomadas por personas que no se prepararon para ello? ¿Crees que las que se están tomando no compensan el dolor de haber corrido el riesgo y haber perdido? ¿No es esa una posición egocéntrica, Selena? Y esas decisiones tomadas por otras personas dolidas, quizá por ti, ¿de verdad crees que devolverían a cada uno de nosotros la confianza, la paz, y la seguridad de un destino mejor? Yo no lo creo. El destino es el que es, moldeamos el camino, pero no se está haciendo mal. No se ha hecho mal.

Troy terminó por agarrar la mano de su hija, que la miró como preguntándole si necesitaba irse, pero ella negó, solo necesitaba un poco más de energía para aguantar hasta el final, necesitaba estar agradecida de que ella siguiese allí. Puede que su esposo hubiese muerto años antes de la gran migración, peor había que reconocer que Paul le había enseñado a estar preparada en momentos así, y aquello pasaba por saber pedir ayuda, ya fuese con el tacto, con los ojos o con las palabras cuando hiciese falta.

Trató de imaginarse en el lugar de Álvarez, sintiendo el haber vivido con su pareja unos años más, y haber esperado un poco más para tener a su primogénita, los imaginó a los tres poniendo rumbos a las inciertas estrellas, y tembló como una hoja bajo una tormenta cuando se vio descubriendo que sus dos anclas, sus dos pilares, habían muerto en las cabinas de criogenización...

Pero lo cierto era que no había sido así... Podía apretar con más firmeza los dedos de su pequeña (Ahora tan grande) siguiendo el recuerdo de los rostros y los momentos vividos junto a los perdidos a los que había conocido a medida que Oriri desgranaba sus nombres en aquel rosario interminable, comprendía sus palabras y sabía que no, que la rabia desesperada y momentánea no era el camino, peor ella ya había recibido lo suyo en aquel pequeño conflicto, pensaba que si aquello escalaba podría terminar siendo una víctima colateral de cualquier barrabasada que se les ocurriera, ella o su pequeña, y no había huido del apocalipsis para ello.