Partida Rol por web

-No ha sido para tanto-respondió el pescador con una leve sonrisa, frotándose las manos para intentar que entraran en calor. Es cierto que no habían encontrado nada, pero al menos habían echado un cable al pobre Denny, y eso siempre estaba bien. Los miembros de cualquier comunidad debían ayudarse entre ellos para prosperar. 

-Supongo que nosotros deberíamos irnos yendo, suerte terminando el trabajo, Denny. 

Yendo de vuelta al Embarcadero, donde habíais quedado para reunir impresiones, os perdisteis... Curioso, dado que erais de aquí de toda la vida. Reconocisteis el barrio al pasar por la calle Circle, que era eso mismo: una calle circular. Vagando un poco antes de retomar camino, os encontrasteis mirando un escaparate donde la escarcha ya poco dejaba ver de su interior. Una farola de gas cercana dejaba pasar la luz por el único hueco donde el cristal era transparente. Esa luz incidía sobre un pequeño muestrario de novedades y, de lo que había ahí expuesto, iluminaba la portada de un librito: un delgado volumen de tapa dura cuyo título rezaba:

Sueños y Quimeras.

Roger Ainsley.

Estaba marcado a un módico precio: 3,50 dólares.

Le extrañaba mucho haberse perdido así, al fin y al cabo era de Kingsport de toda la vida. Quizás todo el asunto de lo ocurrido con Charles les había afectado más de lo que parecía y se habían equivocado de calle. Por suerte, consiguieron ubicarse en la calle Circle y reconducir su rumbo. Aunque, al pasar por delante de un escaparate, aquel libro llamó su atención.

-De que me suena a mí...-dijo, dudando durante unos segundos, para luego caer en ello-¡es el libro que leía Charles! Quizás deberíamos comprarlo, para saber qué le obsesionaba tanto...

La tienda estaba cerrada a estas horas y con este tiempo, no se podría adquirir el libro hasta el día siguiente por lo menos. Pero había un adoquín suelto en el empedrado que parecía palpitar invitador.

- Pero la tienda está cerrada.

La frase suena con un tono entre fastidio y dejadez. Estoy casi segura de que si esperamos hasta el día siguiente, la suerte que nos ha acompañado al revisar el barco y hasta perdiéndonos por nuestro propio pueblo nos acompañaría y alguien compraría el libro a primera hora y nos quedaríamos con las manos vacías.

Pongo en pie sobre el adoquín, comprobando que se mueve, y miro interrogante a Jimmy aunque sin atreverme a decir en alto lo que estaba pensando. Robar el libro era una locura.

El tiempo, elástico como era, parecía estirarse para juntar la percepción de horas en lo que apenas eran minutos. El tintineo de la vieja vajilla de porcelana inglesa, descascarillada y amarillenta por el paso del tiempo y de quién sabe qué avatares, resultaba magnificado por el silencio y por la tensión que emanaba de Corla Fistienne.

Servía el te de manera maquinal, sin mirar a los ojos de sus visitantes. A la vista estaba que había tenido una educación. Al menos, alguien le había enseñado buenas maneras.

Las tazas de te caliente contra las manos eran un refugio contra las gélidas y húmedas corrientes que se colaban por cada rendija de ese apartamento.

El tiempo pasaba, y pasaba silencioso. Nadie abría los labios para hablar.

La mujer esquivó con elegancia su pregunta, y los tres se quedaron en silencio. Mike iba a dejarlo pasar, pero tenía que insistir una vez más, podía ser un dato importante.

-Mire, se que en estos momentos debe estar muy dolida. Pero si sabe algo, cualquier cosa que pueda ayudarnos, sería de inmensa ayuda para Charles. Si sabe algo de su pasado, alguien que le quisiese mal... sería de inestimable ayuda para Charles.

El detective intentó tocar su fibra sensible, intentaba que sus sentimientos hacia Charlie se interpusieran al silencio si veía que podía ser de ayuda.

Con fuerza, estruja la taza entre sus manos, para notar el calor colándose entre sus dedos.

Jimmy miró por un momento el adoquín que Amanda estaba moviendo, y después el cristal, para después negar levemente, ceñudo.

-Es mejor que esperemos a mañana. Probablemente este libro no se vaya solo de aquí, además... No me sentiría cómodo causando destrozos en el negocio de alguien solo por echar un vistazo a un libro...

La señorita Fistienne se limitó a imitar el gesto del detective apretando más su taza entre las manos, convertida en una roca de la que, seguramente pensaba, no se podría sacar nada de nada...

...hasta que Fawkes apostilló en un tono que hubiera hecho conmoverse a las mismas piedras: por favor...

Inmediatamente se ablandó.

Mientras Corla lloraba con mansedumbre, Fawkes hizo un aparte con Hammer sirviéndose de la mirada, que destilaba sorna. Parecía afirmar algo así como: bastaba con decir las palabras mágicas, amiguito.

Yo... yo... hipaba la muchacha... fui muy amiga de Charles. ¡Muy amiga! Y le fallé. Le abandoné. Y ahora está muerto, estoy segura. El sollozo se transformó en torrente. ¡Por mi culpa! La taza de te cayó al suelo con estrépito mientras se tapaba la cara con las manos.

Asiento a las palabras de Jimmy. La sola idea de irnos de allí sin el libro me daba mala espina, pero lo de robar en un negocio tampoco me agradaba, así que con las manos en los bolsillos, hago por retomar el camino hacia donde habíamos quedado con el resto.

El bueno de Fawkes soltó la palabra mágica, y la joven se puso a llorar descontrolada.

Tendría que aprender de ese toque especial para mis indagaciones...

Se quedo unos segundos sin saber como reaccionar, mirando de reojo a Fawkes. Pero finalmente se levantó.

Sacó un pañuelo del bolsillo, se acercó a ella y le tendió el pañuelo mientras apoyaba ligeramente su mano en el hombro.

-Tenga, siento mucho su pena.

Entonces se agachó y empezó a recoger la taza, mientras levantaba la vista hacia ella.

-No se sienta culpable señorita Fistienne... ¿por qué dice que se siente culpable?

Lo se, ¿no le basta eso? Una mujer sabe de esas cosas. Él enfrió nuestra amistad. Fue durante el verano pasado. Negó con la cabeza. Parecía dispuesta a no decir nada más. Váyanse, por favor. Hablen con... con cualquiera... con otra persona, no conmigo. Jim Redmond fue su compañero de piso. Anotaré su dirección. Ahora vive con el señor Minot. Derek Minot. Anotó también aquella dirección. Les escribiré una nota para Derek, así no desconfiará. Con el señor Redmond no tendrán problema: adora las visitas. Aunque puede que a ustedes no les guste lo que vean. Váyanse ahora, se lo ruego. Deseo estar sola.

Parecía la hora de la cita con Amanda y con Jimmy, en todo caso. Hora de largarse, no había que hacer esperar a los amigos.

Parecía que aquella mujer quería sacárselos de encima como fuese. No quería recordar su pasado con Charles. A priori, Hammer apostaba por un “affair” amoroso entre los dos.

El detective se levantó, de todas formas se acercaba la hora de reunirse con sus compañeros. Agarró la nota que Corla le tendía, mientras se ponía el gorro.

-Nos vamos Fawkes?

En El Embarcadero el ambiente estaba algo más animado: cuatro o cinco parroquianos tomaban una cena muy tardía. Eran aquellos que debían haber estado ocupados en asuntos diversos, normalmente por culpa de la tormenta. El ambiente era agradable, oscuro y cálido. Habían puesto música.

Los cuatro llegasteis más o menos a la vez. A Francine se le notaban las ganas de que le contarais si había habido nuevas. Os hizo un gesto desde la barra, mientras anotaba un par de comandas.

Mike entró corriendo en el local, aquel frío les acosaba desde hacia rato. Aguantó la puerta hasta que Fawkes pasó. Luego se quito el abrigo y el sombrero, haciendo in gesto con la cabeza a sus amigos.

Se dirigió hasta donde se habían sentado ellos. La música hacia que Mike se relajase un poco. El era de la opinión que la música ayudaba a relajar el ambiente y dar un tono más cálido al local.

-Que hay amigos. ¿Cómo han ido vuestras pesquisas?-Preguntó el detective sin rodeos.

Jimmy miró a Francine, que parecía esperanzada por saber algo más, y negó suavemente en dirección a ella antes de seguir a Mike. Lo cierto es que por su parte no habían averiguado gran cosa, solo que encontraron el bote hecho polvo, y poco más. Una vez estuvo con el resto, lo compartió con ellos.

-No mucho, que yo recuerde. Robó el bote, y este apareció casi destrozado. Poco más, aparte de eso. Aunque volviendo hacia aquí hemos visto, en un escaparate, una copia del libro que estaba leyendo.