Partida Rol por web

Campaña observó la moneda un instante antes de cogerla y volvió a hacerlo una vez que estuvo en su mano. No pasó nada absolutamente, de modo que se la guardó en su bolsa sin más dilación. A Campaña le parecía simpático aquel hombre. Siniestro también, desde luego, pero era agradable y le daba dinero a la gente, motivos suficientes (según la lógica de Campaña) como para tener cierta confianza en él.

- Campaña agradece a Ansia de Dominio - dijo, y después intentó imitar toscamente la reverencia que él le había dedicado antes.

Aquel dinero estaba ya destinado a una importante labor... bueno, al menos lo era para Campaña, desde luego.

Ciertamente se le estaban cansando los pies a pesar de estar acostumbrada a horas de pie, cuando terminó el juramento su rostro se notó aliviado por poder andar, aunque buscó con la mirada a Belleza quien se le había adelantado en propósito. Estaba descolocada a pesar de haber correspondido los besos y el abrazo y se quedó parada mirando a Belleza irse, entonces se tocó la muñeca donde tenía una preciada pulserita de oro y empezó a andar hacia donde todos se encontraban ya viendo como se entregaban las dádivas. Eran extrañas las peticiones, pero como la que más, hubo una que le repugnó y no pareciera que solo a ella. ¿Niños? ¿Que quería hacer esa persona con... niños? Prefería ni pensarlo mientras alzaba la copa de vino junto con el resto, ignorando al bruto que decidió montar la escenita del macho alfa y dio un pequeño sorbo en cuanto fue momento.

A pesar de estar atenta a lo que sucedía a su alrededor, no dejaba de posar sus ojos sobre su hermana Belleza. Tenía mucho que preguntarle aunque este no era el momento idóneo para ello. Se acercó donde estaba servida la comida y como hija de buena familia tomó una porción moderada de lo que más pudiese agradarle para comerlo con tranquilidad y disfrute. Mientras masticaba y observaba a su alrededor en silencio, buscaba sobretodo conversaciones o gente con la que poder hablar. En esos momentos era importante entablar contacto con otros para lograr sus nuevas metas. Pronto alzó la mirada en busca de Leon Anciano  ya que aún no le había visto o siquiera había hecho acto de presencia. Quien sabía...

Cuando Ansia de Dominio anunció que recibiría su primera paga, sus ojos se iluminaron. ¿Tan pronto? ¿Un obsequio así? Eso era toda una sorpresa pero no tardó en terminar su porción de comida y esperar su turno para hablar con el.

-Niña de Oro os saluda Ansia de Dominio.

Su expresión intentaba ser seria, aunque una sonrisa de gratitud no podía evitar ser vista en su rostro.

Tras la Ceremonia de Juramento, la mayoría de hermanos de la compañía solo pensaban en la diversión y en la dádiva con la que iban a ser recompensados. Tarado, era una excepción.

Por una parte le embargaba la felicidad y el orgullo que sentía al ser un Hermano Juramentado, pero por otra parte, su pasado aun le perseguía y aquella noche no iba a ser festejada por él.

Tarado, absorto en sus pensamientos, fue observando como los hermanos de mayor rango iban solicitando su recompensa. Tenía interés especial por ver la dádiva que Caratótem solicitaba, quizás le serviría de inspiración a la hora de pedir la suya, que todavía no tenía del todo clara.

Mientras tanto, el bullicio de la sala comenzaba a ser frenético. La gente bebía y conversaba. Alguien que no pudo distinguir, paso cerca de Tarado, a la vez que lo felicitaba y le colocaba una copa en la mano. Tarado esa noche tenía prohibido cualquier tipo de celebración, así que inmediatamente fue a soltar la copa. Justo en ese momento, Pipo, su Hermano de Capa, parecía estas buscándolo...

Caratótem te mira sin ver. Asiente con una sonrisa, o algo parecido a una sonrisa y saca un amuleto hecho de ramitas con algunas plumas de algún lugar del interior de su túnica.

Extiende la mano y te lo entrega guiñándote un ojo cuando nadie le ve.

No dice nada ni responde a la pregunta de Preocupado respecto a la dádiva. Sólo un largo silencio y una sonrisa enigmática.

Mortífera avanza con decisión una vez comenzada la fiesta y cuando todo el mundo está ya con las bebidas se dirige al Chambelán de las Cuchillas.

- "Deseo una coraza pesada." - 

- "Concedido." – Responde el Chambelán mientras otros dos esclavos le acercan a Mortífera una pesada armadura negra.

La oscura guía a los esclavos a un lado mientras contempla con admiración su regalo.

Korvald el Oscuro dedica una mirada de superioridad a casi todos los presentes mientras avanza para pedir su dádiva. Incluso su mirada se cruza con la figura enorme de Golkas, que continúa comiendo y bebiendo sin prestarle atención.

Al llegar frente a las sillas, Korvald toma la palabra.

- "Mi deseo es una barda pesada de calidad." – Dice sin dudarlo.

El Chambelán lo medita sólo un segundo antes de responder.

- "Desde luego." –

Señala en una dirección y Korvald se encamina hacia allí para recoger su nueva barda.

El siguiente en acercarse al estrado es Rampante.

El Oscuro parece algo nervioso ante el hecho de solicitar su dádiva delante de todo el mundo pero se yergue firme al llegar a la posición desde donde tiene que hablar. Se frota las manos y alza la voz.

- "Quería un elefante de guerra, mis señores." –

Algunos murmullos comienzan a escucharse por toda la sala ante lo aparentemente insólito de la petición.

El Chambelán mantiene el silencio unos instantes antes de despachar a Rampante con un gesto.

- "Denegado. Siguiente." –

El rostro del Oscuro es todo un poema. Parece que va a replicar algo pero una mirada del Teniente lo fulmina y se aparta de ahí con la cabeza gacha.

El siguiente miembro de la caballería se acerca hasta el Chambelán para realizar su petición. Saluda reverentemente.

- "Solicito una espada corta de calidad." –

El Chambelán no tarda en gesticular concediendo la petición y prestando suma atención al siguiente de la lista.

Sombra del Mal, uno de los mejores jinetes de la Caballería, avanza de forma sigilosa hasta ocupar un puesto frente a las tres sillas.

- "Solicito un caballo no muerto, mis señores." – dice con tono seguro.

El Chambelán parece dudar sorprendido por la petición, pero muestra una sonrisa en el rostro.

El Ministro Potestad se acerca a su oído y le susurra algo que nadie alcanza a oír.

Entonces el Chambelán asiente.

- "Concedido. Se te entregará en cuanto acabe la ceremonia." –

Sombra del Mal regresa con los suyos con una sonrisa de satisfacción. Rampante le mira sosteniendo una copa en sus manos, mostrando cierta envidia y puede que algo de ira.

Un K'Hlata conocido por todos, Alcmé, es el siguiente en adelantarse para hacer su petición.

Cruza ambos brazos sobre el pecho y realiza una reverencia con la que su cabeza casi toca el suelo.

- "Deseo un camello infatigable." – Su rostro está completamente serio.

El Chambelán se pone en pie, cruza ambos brazos y corresponde al saludo de Alcmé con una reverencia igual de pronunciada.

- "Concedido." – dice sin más.

Alcmé se retira y su lugar lo ocupa Melmedes.

El hombre inclina la cabeza y se prepara para pedir como sus compañeros:

- "Desearía una cota de mallas liviana." –