Partida Rol por web

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Primero del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 3 al 12.

Lugar: Cualquiera del Campamento

CUALQUIERA

Los fallos en las trampas se fueron sucediendo a lo largo de esos días. Un saco de arena escondido que caía encima de Analista. Un cepo mal ubicado que atrapaba los pies del Gordo Wem, Unas ramas atadas que se soltaban atrapando el tobillo del mago Serpiente o una rama atada que rompía su cuerda golpeando con rudeza las pantorrillas de Loor.

A cualquiera que se le preguntase, habría visto a Tarado merodeando por el lugar y echando pequeños montones de grano. Todos le vieron colocar cosas por allí la semana pasada de forma torpe y apresurada. Todo apuntaba hacía la misma persona.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 26.

El joven explorador miró con desprecio al veterano arquero y negó con fuerza a las palabras del hombre. - Niño Guerrero no es un niño. - Dijo con firmeza, seguramente no teniendo en cuenta lo contradictorio de sus propias palabras. - Niño Guerrero puede aceptar la misma apuesta que Ikharus, si pierde dará cinco monedas, pero Niño Guerrero no perderá. - Mientras decía esas últimas palabras el explorador sacó su arco de la espalda y tiró varias veces de la cuerda para probar la resistencia de esta, que era nueva, tras haber perdido la suya en el Fuerte Chuda.

La cuerda por suerte parecía responder de forma correcta, le serviría para su cometido. Cuando se iba a disponer a lanzar el primer flechazo, escuchó una voz a su espalda pidiendo unirse. Era Ojopocho, sabía que él también era buen arquero, pero eso no amedrentó al pequeño Caimán Negro, que asintió al nuevo contendiente indicando que aceptaba con gusto su participación en el desafío. Tras lo cuál se dispuso a demostrar su habilidad con el arco.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo. Mes de la Cebra.

Día: de la reunión de los mandos.

NOCHE.

Salió de la tienda y se detuvo a aspirar el aire fresco. Más pálido de lo habitual, cerró los ojos y dejó que la brisa le aportara el frescor y el vigor que las heridas y la reunión habían drenado. Casi pudo olerlo antes de que su voz lo sacara de su fugaz momento de placer. Continuó con los ojos cerrados, dejando que su primo vomitara su veneno y que su lengua de doble filo dijera más de lo que en apariencia decía.

-Son ya muchos años juntos, primo. Sé que te divierte comprobar si soy capaz de ver entre la bruma de tus palabras. Sabes que sí. La reunión como tantas otras. Has asistido a muchas como para saber cómo son. El picor ha dejado de ser picor para convertirse en prurito y todos parecen dudar de que el bálsamo buscado sea efectivo. En mi caso simplemente lo considero ineficaz desde sus orígenes. Supongo que se acostumbrarán al prurito hasta llegar a aceptarlo como quien acepta una verruga en algún lugar especialmente incómodo. En ocasiones, la simple aceptación de que nada es como uno quiere que sea, conduce a la solución -dijo mirando con una media sonrisa cínica a Serpiente-. Respecto a mis picores, convivo con ellos. Son tantos que prefiero no concederles más atención de la necesaria. Y procuro no rascarme, pues es peor el remedio que la enfermedad. Y tú primo, ¿hay algo que te pique?

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 26.

Ojopocho es el primero en realizar su tanda de disparos. La primera flecha da en el blanco, un disparo certero aunque no impresionante. En cambio la segunda y la tercera flechas fallan por bastante.

Acto seguido Niño Guerrero toma posición, y en una sucesión de rápidos disparos clava sus tres flechas en la diana de forma impresionante. La primera muy cerca del centro, la segunda un pelín desviada pero aun así en la diana. Y la última justo en el centro de la diana. Insuperable.

Meruvio observa los tiros de sus contrincantes con calma. Ante la destreza de Niño Guerrero se puede ver cómo niega con la cabeza casi dando por perdido el desafío. Aun así se coloca en posición y realiza su tanda de disparos.

Quizá por los nervios la primera flecha falla su objetivo. Sus rechonchos dedos acarician la pluma de la segunda flecha al colocarla en el arco. Tensa la cuerda y casi prepara un estropicio cuando la tira de cuerda salta del arco y éste y la flecha caen al suelo inofensivos.

Meruvio contempla su arco roto. Gruñe y pide su arco a Ojopocho. Éste tiende su arco al arquero y Meruvio se toma con calma su último lanzamiento. Tras un par de segundos, inspira hondo, contiene la respiración y realiza un disparo impecable que atraviesa la flecha que Niño Guerrero había clavado en el centro.

Por fin se atreve a soltar el aire y devuelve el arco a Ojopocho.

- "Está bien. Niño Guerrero, has ganado con honradez. Las platas son tuyas." - Dice mientras le tiende las monedas al explorador. Antes de alejarse, el arquero asiente con la cabeza en dirección a Ojopocho reconociendo también su destreza y musita un quedo: - "Gracias." -

Meruvio se marcha tras recoger lo que queda de su arco del suelo.

AÑO: 201.

Estacion: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

DÍA DEL FUNERAL POR LOS CAÍDOS, TRAS EL FUNERAL

Keropis permanecía plantado frente a las tumbas recién excavadas. Llevaba ahí desde que se había celebrado el funeral. Siguió así mucho rato. A Pipo su herida no le dejaba dormir. Por fin, se decidió a acercarse a él con un cuenco de agua, para que pudiera beber algo.

Pero Pipo no desea que Keropis se de cuenta. Parece muy tranquilo, y Pipo podría molestarle, pensó. Así que se deslizó tras él sigilosamente para dejar el cuenco a sus pies sin que lo notara.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 26.

Pocas veces, por no decir nunca se había sentido tan observado y tan nervioso, su boca había extendido un cheque que debía poder pagar con sus manos y su arco. Conocía la reputación de Meruvio, muchos decían que había sido en tiempo uno de los mejores arqueros de la Compañía Negra, sin embargo por todos era sabido que ya no se encontraba en plenitud de formas, pero hacía poco había derrotado a Ikharus. Por lo cuál todavía era un arquero peligroso y con mucha experiencia, pero aquello no era nada que no hubiera contado el joven explorador. Sin embargo como bien le había enseñado el Cabo Ridvan, cada batalla siempre tiene un ligero margen que debe guardarse para los posibles imprevistos. En aquella ocasión, tal imprevisto tenía nombre o más bien mote, Ojopocho.

Niño Guerrero sabía que Ojopochohabía destacado mucho como arquero en el Fuerte Chuda y tenía cierto renombre dentro de la compañía por su habilidad con el arco. Era un factor a tener en cuenta, sin duda, pero el motivo de todo aquello era ganar renombre dentro de la Compañía Negra, aumentar su fama como buen arquero. Aquello podía hundirlo si quedaba peor que los otros dos o aumentar su reconocimiento de una forma superior a la que él había esperado.

Ojopocho fue el primero en lanzar, acertó con la primera pero no de una forma que impresionara, la segunda y tercera no hicieron blanco. El explorador resopló aliviado, podía mejorar eso. Cuando ojopocho acabó, él enseguida se adelantó. Estaba demasiado nervioso para esperar más y temía que esos nervios pudieran estropear su puntería. No se demoró y disparó. Su primer tiro fue realmente certero, casi al centro de la diana. Efectivo y potente. Quizás movido por esa ilusión el segundo disparo fue más mediocre, hizo diana también, pero el disparo fue sin duda menos exitoso que el anterior. Entre el segundo y el tercero se tomó algo más de tiempo para poder reflexionar sobre su disparo. Respiró, cerró los ojos por un breve periodo de tiempo y luego disparó. La flecha se clavó de forma directa en el centro de la diana, un tiro perfecto.

Había puesto el listón alto, había superado ya a Ojopocho, ahora únicamente quedaba superar a Meruvio. El veterano arquero hizo sus disparos y a cada uno que hacía la emoción del pequeño explorador aumentaba, cada vez estaba más cerca de derrotarlo. Pronosticando el resultado el arco se le rompió, pese a eso su último disparo fue tan certero como el mejor de Niño Guerrero, pero el resultado estaba ya sobre la mesa. Les había ganado a ambos.

Primero se acercó a Ojopocho al que saludó con amabilidad y dijo - Bien hecho Ojopocho, eres un gran arquero. -tras eso fue directo a por Meruvio, se paró ante él para conseguir su dinero, pero no dijo nada. Únicamente miró al hombre que en un principio se había mofado de su edad, pero no hizo lo mismo se mantuvo en silencio y asintió para despedirlo. Lo más complicado de todo aquello fue no mostrar su desbordada alegría tras su victoria.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Primero del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 9.

Lugar: Cerca de la tienda de los heridos, en el campamento.

Loor iba curándose a buena velocidad. Las heridas, poco a poco, iban desapareciendo, y eso le hacía realizar caminatas más largas, sin ayuda. La guerrera deseaba estar pronto recuperada y poder combatir y entrenar y, lentamente, veía como tal posibilidad se aproximaba. 

El dolor, sin embargo, le hacía estar menos atenta, tal vez. Quizás, de otro modo, hubiera podido ver la toscamente preparada trampa. 

No fue así. Al pisar la cuerda que servía de tope en la trampa se rompió, y la rama golpeó con fuerza en el abdomen de Loor cerca de donde pocos meses antes la guerrera había sufrido terribles heridas. La antigua heredera de la tribu de las lágrimas de la diosa tuvo que detenerse, doblándose sobre sí misma, y arrodillándose en la tierra, a pocas manos del lugar donde la trampa le había golpeado. 

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 18.

El rostro del K'Hlata se estrella contra el suelo con violencia cuando queda inconsciente. El ruido retumba en el sitio mientras recuerdo como se llama: Lombriz.

Aquel Campamentero deseaba medirse conmigo para así aprender de mi técnica. No me importaba nada de lo que él quería pero para mí siempre es útil medirme contra guerreros como él pues su técnica es similar a la de todos los otros de esta parte del mundo: Cho'n Delor, Fantasmas Irredentos, hombres del Triplete. Todos luchan con técnicas diferentes pero ninguna de ellas es como la mía. Luchar contra diversos tipos de enemigos puede nutrir mis capacidades y salvarme la vida. Si él aprendía algo, es bueno para él y para La Compañía, eso también es un aporte para todos.

Caminé hacia él cuando llegó el momento mientras enfoqué mi atención en sus movimientos, preparado para esquivar sus ataques. Él avanzó y me arrojó una lanza que conseguí esquivar mientras sacó otra arma en un rápido movimiento. Terminé de acercarme hacia él y lancé un golpe cuidando mi defensa, pero mi golpe no dio en el objetivo, aunque conseguí evitar su réplica. Lancé dos golpes ascendentes a gran velocidad pero no logré dar con el enemigo, quien era más rápido de lo esperado.

"No es un mal guerrero y tiene gran rapidez. Podría llegar a ser un gran combatiente con el entrenamiento adecuado."

Pensé ante la visión más clara del oponente que tenía enfrente. De pronto, un golpe en el brazo me sacó de mis cavilaciones. Me volví a concentrar y lancé una estocada que fue esquivada y la seguí de un giro de muñeca que golpeó a Lombriz en el hombro izquierdo. La lanza de Lombriz me impactó con fuerza en el estómago pero no lo suficientemente fuerte como para doblarme.

Decidido y enfocado lancé dos golpes pero solo con el primero bastó. Un golpe lateral que dio en la mandíbula del K'Hlata, lo suficientemente fuerte como para girarlo y derribarlo.

Veo al joven inconsciente y le arrastro fuera de la pista. Luego de eso, guardo mi katana de entrenamiento y saco mi katana real para continuar con mi entrenamiento en solitario, complementando mis movimientos según lo recién aprendido.

Año: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 18

ODIO deambulaba ofuscado por el campamento principal, envuelto en una nube de hedor y fastidio que lo acompañaba a todos lados. Por haber salido casi indemne del ataque al Fuerte Chuda, y quizás también por su lamentable desempeño en ella, sus superiores lo habían honrado con la augusta tarea de limpiar las letrinas y alimentar a las bestias.

Para sorpresa del k´hlata, pronto había descubierto que la primera de sus tareas era infinitamente más soportable que la segunda. Pues como había comprobado de la manera más dolorosa, el odio que sentía por aquellas inmundas bestias era claramente recíproco. Sin embargo, eliminar los desechos de los animales le otorgaba una excelente escusa para recorrer el campamento, por lo que ODIO casi siempre aprovechaba la oportunidad para observar lo que ocurría en el campo de prácticas.

No es que buscara alguna técnica en especial, o porque se maravillara por las proezas de algunos de sus camaradas. ODIO no era ese tipo de guerrero. Pero simplemente disfrutaba de ver correr la sangre... y, por supuesto, de escabullirse de sus obligaciones.

Así, una sonrisa macabra y siniestra se dibujó en el rostro del fornido salvaje cuando la espada de madera de PEREGRINO se estrelló de lleno en la mandíbula del LOMBRIZ, dejándolo al pobre k´hlata tumbado y en las puertas de la inconsciencia.

Y, aunque pocos prestaban atención a ello, esa sonrisa se amplió sugestivamente cuando el camarada caído permaneció exánime en el suelo, tendido y humillado sobre el barro en una postura que rozaba lo antinatural.

Lo cierto era que ODIO no sentía un particular desprecio por el desdichado LOMBRIZ. Al menos, no más profundo y amargo del que sentía por casi todos los restantes seres vivos que compartían su mundo. Pero últimamente le estaba costando horrores encontrar algo que le provocara placer (por supuesto, aquel tipo de placer oscuro y retorcido que solía preferir el antiguo Hiena), y ver a un sujeto apaleado hasta la inconsciencia era una bocanada de aire fresco entre tanta desdicha.

Además, si se trataba de arrancarle una sonrisa al sombrío k´hlata, un palazo en la mandíbula nunca fallaba.

- Cuando te canses de perder el tiempo con blandos y alfeñiques... - comentó por lo bajo a PEREGRINO cuando este pasó por su lado, cargando con el cuerpo inerte de su camarada - Tal vez quieras probar un verdadero desafío...

Año: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 18

Mi katana se detiene en el aire, a mitad de mi último movimiento debido a las palabras de un K'Hlata. Le he visto antes, es uno de los Campamenteros. No recuerdo su nombre, nunca se me ha dado bien el nombre de los extranjeros pero si sé que es un guerrero.

"Eso no es mucho. Si fuera sobresaliente, conocería su nombre."

Le miro descaradamente de pies a cabeza con el semblante frío y sonrío mientras asiento a sus palabras. Luego le respondo con voz parsimoniosa:

 - "Traer desafío cuando lo encuentres."

Le miro de reojo, desafiante, a la espera de una respuesta. La primera prueba que le hago es una prueba de voluntad y orgullo. Si es digno, responderá y entrenaré con él. Si no, no merece mi atención ni mis esfuerzos.

AÑO: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 18

Las escuetas y sencillas palabras del siempre introvertido extranjero bastaron para borrar de un plumazo la altiva sonrisa del k´hlata, transformando su rostro en una pétrea máscara de ardiente y amargo rencor.

Ciertamente, después de observar la escasa categoría del último contendiente de PEREGRINO, ODIO no había esperado semejante respuesta.Y mucho menos la descarada mirada que el soldado le dedicó a continuación, tan cargada de frialdad y distancia que casi parecía de desprecio.

Aquello pronto hizo hervir la sangre del salvaje, que aferró con tanta fuerza la desgastada cesta de paja donde transportaba las boñigas que ésta prácticamente se convirtió en polvo entre sus dedos.

Sin embargo, haciendo un esfuerzo sobrehumano para contener la furia asesina que lo embargaba, el enorme moreno se tragó su orgullo herido y mantuvo la disciplina, aunque en su rostro podía verse claramente la presión que ejercían sus mandíbulas al rechinar de rabia.

Sin decir palabra, y sin apartar aquella mirada homicida de los ojos de PEREGRINO, el k´hlata avanzó lentamente un par de pasos en direccion a su camarada, justo lo suficiente como para ubicarse frente a él, de modo que solo una insignificante luz separaba ambos cuerpos.

Una vez allí, ODIO observó largo rato a su contrincante, estudiándolo desde la ventajosa altura que le brindaba su poderoso metro ochenta. Y finalmente, cuando el tiempo casi parecía haberse detenido, giró lenta e indolentemente sus muñecas, dejando que todo el apestoso contenido de su cesta se desparramara en torno al peligroso guerrero.

En apenas unos instantes, el glorioso PEREGRINO, quizás el mayor guerrero de todo el pelotón de HOSTIGADORES, se hallaba completamente rodeado de estiércol...

- Vaya... que manos tan torpes... - el vozarrón del salvaje parecía provenir desde las profundidades insondables de la tierra, y estaba cargado de un ligero tono de amenaza - Tal vez tengas razón. Con éstas manos tan débiles, no soy amenaza para el gran PEREGRINO.

Desde su posición, un par de palmos por debajo de la maciza testa del salvaje, PEREGRINO pudo notar que aquella sombría sonrisa burlona volvía a abrirse paso en el rostro del k´hlata...

AÑO: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 18

El estiércol salta sobre mí y lo recibo de forma impasible mientras me salpica completamente. Miro hacia arriba, a los ojos de Odio y sonrío graciosamente. Me miro mientras me sacudo la porquería de todo mi cuerpo con mis palmas desnudas.

Mientras lo hago, asiento en silencio y, una vez que he terminado, comienzo a hablar sin mirarle:

 - "Coraje... bueno."

Vuelvo a mirar los ojos del K'Hlata y le hablo de frente:

 - "Mañana al alba."

Luego le doy una palmada en el brazo antes de retirarme para bañarme y limpiarme, sacándome todo el estiércol que aún tengo sobre mi cuerpo y que no he dejado en el brazo de Odio al despedirme.

Año: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 18

La sonrisa tranquila y confiada de PEREGRINO volvió a hacer hervir la sangre del portentoso moreno, si bien bastó apenas un instante de aquella insondable mirada de ojos razgados para contener cualquier arranque de furia que pudiera sacar al salvaje de sus cabales, deteniendo en seco las ínfulas agresivas del Campamentero.

De hecho, en rigor de verdad, la actitud pasiva y confiada al extremo del Hostigador, y su abierto desprecio por los burdos intentos de  provocación del k´hlata consiguieron hacer bastante más que eso.

Pues mientras PEREGRINO se alejaba con paso calmado y distendido del lugar, el confundido ODIO tomaba conciencia, quizás por vez primera, de la estupidez que acababa de cometer.

No solo había retado a quien era, tal vez, el mejor y más terrible combatiente cuerpo a cuerpo de toda la unidad (probablemente más efectivo que CAMPAÑA o URO, incluso), sino que además de todo, lo había insultado...

Mientras recogía con aire ausente las boñigas que había arrojado y las volvía a poner en la cesta, el k´hlata agredeció, no por última vez, la sempiterna e imperturbable máscara de hostilidad con que los dioses lo habían agraciado...

... hubiera sido terrible para su reputación que otros en la Compañía pudieran tener una idea de las sensaciones que lo recorrían por aquellos momentos.

AÑO: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 19

AL ALBA

Salgo de mi tienda de campaña con el frescor que traen las primeras luces. Mis pasos son tranquilos pero ligeros mientras abandono la lona y me dirijo al patio donde se realizan los entrenamiento. Al llegar, veo que aún permanecen en el suelo las marcas de mi lucha con Lombriz. Al parecer, no muchos de los miembros de La Compañía están entrenando tan activamente.

"Hay muchos heridos todavía."

Saco mi katana de entrenamiento y espero pacientemente a que aparezca Odio para así entrenar juntos el día de hoy. El k'Hlata ha demostrado tener valor y buena disposición para el combate. Ahora veremos si también tiene dotes para él.

AÑO: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 19

AL ALBA

Niño Guerrero se había levantado pronto, como era costumbre en él, tras la batalla en el Fuerte Chuda. Sabía cuál era una de sus debilidades y por eso, se esforzaba en madrugar para poder entrenar casi en solitario sus puntos más flojos. Por eso en aquel momento el pequeño explorador se encontraba desde hacía escasos momentos entrenando con un largo palo en forma de lanza. Practicaba movimientos al aire, movimientos que había observado a otros compañeros en sus entrenamientos, tiempo atrás. Por eso entrenaba a solas, para pulir su técnica y en un futuro poder practicar junto a sus compañeros más fuertes de la compañía.

Cuando observó a Peregrino llegar, los ojos del Caimán Negro desvió su mirada de forma disimulada hacia su compañero, siempre le había llamado la atención el arma de este. La había observado desde la distancia y en silencio, pero con muchísima curiosidad. Sabía la fama que tenía Peregrino como combatiente, por eso cuando empezó a entrenar a una distancia algo cercana, Niño Guerrero continuó su entrenamiento, pero observando a su extraño compañero con gran entusiasmo.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: TRES DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Ponzoña había hecho llamar a todo aquel que se había ofrecido como voluntario para patrullar y viéndolos ya reunidos ante él, se separó un tanto del grupo y se encaró a ellos para que lo escucharan adecuadamente. A su lado, Khadesa y Lengua Negra, quienes ya le habían mencionado su deseo de registrar para los anales de la Compañía cuanto de interés e importancia hubiera.

-Exploradores, Campamenteros, Hostigadores, Hermanos. Todos vosotros acudisteis a la llamada de la manada cuando se os expuso que serían necesarios vuestros brazos y armas para determinar nuestro futuro inmediato. No dejé que demasiadas palabras os cegaran, como lo hace el sol al levantarse o ponerse. Era vuestro valor lo que quería, vuestras voluntades al margen de cuál fuera vuestra misión -dijo con voz alta y clara-. Sé que cuento con vosotros y tal y como se me ha pedido, he decidido. Son varias las cosas que deben hacerse y no aceptan demora, como el nido del pájaro tejedor para su nueva pollada. Cazar, recolectar, vigilar. Para cada una de ellas he establecido equipos formados para todos vosotros. No os equivoquéis. Será peligroso. En algunas ocasiones más, en otras menos, pero no os confiéis. La mamba negra solo muerde cuando se la pisa.

Miró a Lengua Negra y Khadesa. Ambos tomaban notas, aunque habían sido previamente advertidos de los grupos.

-Para cazar y recolectar, Uro, León Anciano y Belleza. Sois el primer equipo. Caracabra, Odio, Manta, el segundo. Pipo, Keropis, Tarado, el tercero. A vosotros os corresponde obtener carne y cuantas plantas se os puedan solicitar.

Guardó silencio un momento.

-Control de territorio y vigilancia. Peregrino y Campaña. Un paso al frente. Os dirigiréis al Este, hacia Fuerte Escoria. Ikharus, Lombriz, un paso al frente. Vosotros os dirigiréis al oeste, hacia Fuerte Comunes. Vuestra labor no es sencilla. Los riesgos son elevados. Pecad de prudentes. Buscamos información, no héroes.

Tocaba lo más difícil.

-Los que restan formarán dos equipos. El primero integrado por Ojopocho, Explorador y Niño Guerrero. Vuestra misión es lograr obtener el máximo de información acerca de la fortificación y actividades que nuestros enemigos tienen al Sur. Discreción, no desvelar vuestra existencia, ser sombras en la sombra. El vuestro es un trabajo difícil, que exigirá los nervios de un leopardo antes de abatirse sobre su presa. Huid del enfrentamiento. Nadie debe veros. No existís -dijo con una voz grave como el trueno-. Sicofante, Pelagatos, a lomos de vuestra monturas serviréis de enlace con el equipo anterior. Vuestras órdenes son reproducir lo que ellos os digan. Lo que Ojopocho, Escudo y Niño Guerrero lleguen a saber y comunicaros lo haréis llegar a la máxima velocidad posible a nuestras posiciones. Si hay problemas, deberéis huir. No es un consejo. Es una orden. ¿Entendido?

Los miró a todos, uno por uno.

-No hay opción a réplicas, aunque podéis preguntar si alguien tiene alguna duda. Es lo que os ha correspondido, Hermanos. Que la diosa os guarde.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: TRES DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Pipo estaba ahí, como todos los demás. Miraba a Ponzoña de hito en hito. Escuchaba con mucha atención, los ojos alucinados y la boca abierta. Se había puesto su mejor barro rojo en el pelo para la ocasión, así como el taparrabos recién teñido con bulbos rojos. En el pelo, su tocado de lana amarilla estaba más o menos limpio de polvo y paja, y sus correajes en el portalanzas, mochila, sandalias, fundas de armas y demás estaban cuidadosamente engrasados. Llevaba encima todos sus abalorios, que no eran pocos. Piedras de colores, conchas, palitos pulidos, pequeñas plumas y hasta dos cristales que un día encontró en el río. Cristales de alguna vajilla de lujo que ahora estaban redondeados por la erosión de muchos años.

¡Comida! Susurró a Keropis mientras Ponzoña seguía nombrando gente. ¡Pipo va a buscar algo de comer! Claro, comida. Antílopes, babosas, escarabajos y culebras buenos para comer. Raíces, bulbos, bayas, granos. Pipo va a llenar la olla de Astado hasta los bordes. Sonrió mostrando todos sus dientes. Iremos Pipo, Keropis y Tarado, repitió muy contento. ¡Bien! Silenciosos como vilanos al viento. Suaves como la mierda de búfalo.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Segundo del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 3.

Lugar: Campamento principal de la Compañía Negra

AL MEDIODÍA.

Hacía un més que el anciano esperaba para salir de caza. Y bien sabido que no hay que prolongar la espera del León cuando este espera por una presa. Pero este León era viejo, y sabía que en ocasiones es mejor acechar durante semanas que lanzarse contra una muerte segura. Por ello, aceptó cuando le dijeron que él no tenía potestad para organizar la expedición. Así pues, se limitó a ofrecerse voluntario frente a Ponzoña, de los Hostigadores, esperando salir elegido para aquella incursión de caza.

Y el León Hambriento dejó los días pasar, esperando la orden del Segundo de los Hostigadores. Era un experto en aquello. La vejez te brinda paciencia, pues por mucho que esperes es solo una pequeñísima fracción en comparación con lo que ya llevas vivido. Y la compañía le ofrecía una alternativa medianamente útil a aquella cacería en lo que los mandos decidían cual sería finalmente la disposición de dichas patrullas.

Cuando finalmente fue convocado por Ponzoña, una sonrisa se esbozó en el rostro del anciano. Había estado esperando aquello desde que semanas antes comenzase a pensar en la caza, y por fin había llegado el día. Quedó ampliamente sorprendido por la cantidad de personal reunido frente al Hiena. En un principio le parecieron unicamente Hostigadores y Campamenteros, pero luego pudo ver a un par de exploradores, cómo Pipo, Escudo y Niño Guerrero. Se mantuvo en silencio, escuchando las palabras del Hostigador.

Belleza y Uro serían sus compañeros. No había contado con Uro en un principio, y sí con Ojopocho. Pero al parecer necesitaban al arquero directamente en la Puerta de Galdan para recoger información. León Anciano sintió un escalofrío, y se preguntó si el hostigador conseguiría volver con vida al campamento. Había oido de lo peligroso que podía llegar a ser, y aunque no dudaba de que Ojopocho fuera completamente capaz, aquel sitio era la boca del lobo. Estaba controlado por el enemigo, y temía por la vida del K'Hlata. Intentó buscarlo en la multitud para darle apoyo con una sonrisa, pero no pudo encontrarle.

Tampoco dio con Belleza al principio. La multitud le impidió encontrar a la joven, en principio pequeña y no demasiado fornida. Pero a quien si pudo encontrar fue a Uro. El cazador de Cabezas despuntaba junto a Campaña cómo dos enormes elefantes en mitad de toda aquella multitud de pequeños antílopes. El León se acercó al guerrero, y le puso una mano en el hombro a modo de cordial saludo. No estaba del todo seguro de que a Uro fuese a alegrarle estar relegado a una tarea tan simple cómo pudiese ser la recolección de alimentos, pero su protección vendría genial al Anciano y a la joven.

-Parece que trabajaremos juntos, Uro- Dijo el hombre en un susurro, con una sonrisa. -La Diosa nos protege a Belleza y a mi enviándonos a su guerrero. Es una buena señal, la caza será fructífera.

AÑO: 201

Estación: Primavera

Mes: Del Castor (Sexto - 3° de la Primavera)

Día: 19

AL ALBA

Odio llegó al lugar de entrenamiento y me acerqué raudo, completamente preparado para comenzar la lucha. De pronto, Odio carga hacia mí con su escudo y una lanza de madera de entrenamiento, de forma veloz y con gran potencia en su movimiento. No alcanzo a reaccionar tan rápido cuando la punta del palo me golpea en el pecho con fuerza. Pero no suficiente fuerza.

Me inclino hacia adelante y lanzo una estocada a la altura del abdomen seguido por un golpe lateral a la altura de las costillas con fuerza moderada.

Pero el K'Hlata es firme y no basta con aquello para derrotarle. Contraatacar con un golpe de su lanza pero consigo evadirlo fácilmente antes de responder de forma contundente. Un golpe horizontal de derecha a izquierda a la altura de la sien, seguido por el camino de vuelta que golpea en la sien contralateral, con suficiente fuerza para derribar a una bestia. Me giro al dar por acabado el combate y bajo mi arma en símbolo de haber finalizado con aquello.

Un grito a mi espalda me previene y detengo un golpe más de Odio, quien está grogui pero aún no derrotado. Miro sus ojos con incertidumbre y no sé bien como interpretar lo que veo mientras sujeto con mi mano izquierda su arma de madera. Está derrotado y supongo que lo sabe pero aun así no se rinde. Suelto el palo y golpeo con fuerza con mi katana de entrenamiento su cabeza en un movimiento descendente. El sonido de su cuerpo contra el suelo parece tener eco en el patio de entrenamiento.

Le tomo del brazo y le arrastro fuera del campo de entrenamientos para que no le pisoteen y pueda descansar. Se lo merece por su valor, después de todo.