Partida Rol por web

El punto en el que apoyar la escala estaba realmente cerca. Tras ello deberían alzarla y comenzar a subir. Habían sufrido para llegar hasta allí y sufrirían aún más cuando culminaran la muralla.

-Empujad un solo instante más y alzad la escala -gritó Lengua Negra a sus hombres-. Dad todo lo que tengáis. Y que alguien despeje de cadáveres el punto de apoyo.

FASE DE BATALLA VIII: ASALTO 07 DE 10

De nuevo una cara amiga. Piojillo lloraba desconsoladamente, pues era incapaz de contener las lágrimas. Hace un momento había tenido que atravesar la indefensa cabeza de segundo guardaespaldas para, acto seguido, hacer lo propio con otra compañera, Correcta.

Las lágrimas que resbalaban por su cara parecían pinturas tribales, al entremezclarse con el polvo del camino. Por fortuna, Odio y Derviche estaban allí. Se habían acercado a ayudar a despejar el camino de muertos y cadáveres para poder acercar el armatoste escala de una vez a aquellas infranqueables murallas.

Aún con la niebla que les ocultaba un poco de los enemigos, se oían silbar las flechas a todos lados. Las furtivas arqueras de Galdán estarían por allí, tratando de repeler a cualquier invasor. El campamentero sabía que más tarde o más temprano podría ser alcanzado.

De nuevo, el miedo le hizo reaccionar. La figura imponente de aquel tosco que golpeaba la muralla le impactó. Era otro de aquellos colosales no muertos, armado con solo los dioses saben que tipo de arma herrumbrosa. Había visto de primera mano lo que era capaz de hacer una de esas cosas, y ahora se dió la vuelta hacía sus compañeros. Tendría que actuar y rápido. No tenía mucho que hacer ante aquel ser, más que estorbar. Ayudar a quitar cadáveres del camino de la enorme escala o hacer frente al enemigo. Difícil decisión que el guerrero k´hlata sopesaría en cuestión de segundos, pues el enemigo, a la espalda, se iba acercando poco a poco.

-Alzad la escalaaaaa -gritó a pleno pulmón-. Alzadlaaaaa.

FASE DE BATALLA VIII: ASALTO 07 DE 10.

Cielo observa con placer como, su lanza se clava en la cabeza del,primer regular que sale ha hacerle frente , regando él área con un chorro de sangre, mezclada con masa encefálica. Se muerde la lengua de puro placer. Sangre, por fín enemigos que sangran.

Observa la subida de Uro desde el armatoste de los hostigadores, un bravo guerrero, va directo a por la heroína. Después grita a sus compañeros de abajo: ¡Infantería! El enemigo ya sangra y los infantes nos hemos cobrado la primera sangre. Anotadlo para recordárselo después al resto de hermanos en la tienda de grog.

Siguiendo las órdenes de su cabo, Astado cambia de posición para en vez de empujar apoyar la escala y elevarla contra el muro.

Astado espera tener ahora alguna oportunidad de derramar sangre enemiga. Consciente de que no es un gran luchador, hasta ahora su cometido principal ha sido cargar y empujar la escalera, pero quizás haya llegado al fin su momento.

Escudo se sitúa detrás de Dedos a la espera de que le llegue su turno para ascender por la escalera. Está muy débil y es consciente que su ascenso será complicado, por lo que no quiere ser una carga y subirá solo.

Lo que no está dispuesto es a quedarse al pie de la muralla y ser devorado por los no-muertos que vienen detrás para acabar convertido en uno de ellos.

FASE DE BATALLA VIII: ASALTO 09 DE 10

Lagrimita ve como la subida se le hace cada vez más pesada. Pierde pie un par de veces y parte de la escala quemada le hace resbalar con el hollín en sus guantes. Suda profusamente hasta no poder avanzar, pero nota que alguien viene trepando por detrás. Es el único Doloroso superviviente, que se mueve ágilmente debido a que su armadura es ligera. El Oscuro ve su oportunidad, ya que es al que antes solicitó ayuda para subir la escala.

- Amigo Doloroso, ayúdame a subir por al escala, yo te abriré paso allá arriba. - Solicita al Doloroso. El guerrero espera que la orden que le dio antes, sea tomada en cuenta por el K´Hlata que recientemente ha encontrado el valor en esta terrible batalla.

-¡Retaguardia! Armas preparadas. Tenemos a los muertos encima.

Matador estaba cada vez mas cabreado, estaba haciendo todo lo posible por salvar a Romo y todo se ponía en su contra. Ahora la jaula donde pensaba cerrarle y subirle para que no le alcanzasen los caminantes parecía no estar operativa. Pensando que hacer a continuación no podía dejar de mirar de reojo a sus compañeros de pelotón subiendo por la escala arriesgando la vida y el aun sin poder ayudarles.

FASE DE BATALLA IX

Los muertos atacaban a las arqueras de Galdan… algo se respiraba en el aire de miedo y muerte, mientras me estaba debatiendo entre la muerte y la vida… un resorte se activó y las jaulas empezaron a moverse hacia abajo… Iba viendo a la Compañía posicionarse con los manteletes y Escalas junto a las murallas. Una de ellas se posicionó demasiado cerca tanto que mi jaula quedó enganchada y se quedó quieta mientras escuchaba el sonido de las otras jaulas al bajar.

Esto no podía estar ocurriéndome ahora que estaba tan cerca de ser liberado y me angustiaba… Pero algo bueno sucedió al abrirse la jaula en cuanto las otras llegaron abajo. Mi intención era salir y subir por la Escala o bajar… pero escuchando las órdenes del cabo Matagatos, nuestro líder, que demandaba subir primero a los guerreros y después a los heridos… Me quedé esperando a que todos subieran y fuese el penúltimo en subir mientras Matagatos protegía mi subida. No tuve más remedio que esperar hasta el final debido a mi precario estado de salud ya que cualquier acción brusca me hubiese provocado la apertura de las heridas y mi recaída.

Esperé fuera de la jaula posicionado en los exteriores de la Escala viendo cómo mis hermanos de la Compañía subían. Sucedió que los cadáveres de los Dolorosos iban ocupando parte del acceso y obstaculizando el poder subir por ella. Otro esfuerzo más debía de hacer a pesar de mi precario estado de salud. Esta vez tenía que sortear los cuerpos que yacían sin vida, y se iban amontonando alrededor de nuestro instrumento de subida hacia la muralla. Con pericia a pesar de mi estado pasé manteniendo el equilibrio tras ir pisando los cadáveres y pude agarrarme a la parte exterior…

Preocupado ya estaba a mitad de la escala, preocupado por Cielo y Lagrimita que aún no había alcanzado la muralla, pero también por Desastre que se había caído y llevado un golpe tremendo. Vio como varias flechas impactaban en su compañero y como este caía al suelo, su gesto no podía ser de mayor preocupación, no era el primer compañero al que perdía ni sería el único, el día no acababa más de empezar, pero por todos ellos sentía profundo cariño y afecto, no podía evitar preocuparse. Pero los espíritus le dieron esperanza, había una persona que podía salvarlo y no estaba lejos, desde su altura podía observar al Cabo Matagatos.

-¡Cabo Matagatos! ¡Ayude a Desastre!

Soltó una de sus manos y señaló hacia la posición donde su compañero estaba tendido. Por desgracia no había tiempo para más. Confiado en que el Cabo ayudara a Desastre volvió a retomar la escala con intención de subir o ayudar a Lagrimita.

FASE DE BATALLA VIII: ASALTO 10 DE 10

El pobre de Odio había caído y Derviche se ocupó de que no volviese de entre aquellas criaturas y se convirtiese en otro enemigo a combatir, como ya hiciera con el cabo Ridvan de los exploradores.

La cosa no pintaba bien, a duras penas acababan de conseguir levantar el armatoste escala y de nuevo tenían a más de esos no muertos a la espalda y acercándose, mientras que delante estaba el muro de las puertas de Galdán y solo los dioses saben cuantas de aquellas furtivas arqueras.

Al lado de Piojillo, Plumilla estaba literalmente entre la espada y la pared. Un enorme tosco se acercaba a la delgada y delicada campamentera, armada con su daga, que poco o nada haría contra esa enorme bestia. Entonces lo tuvo claro, el campamentero vió la extraña espada que Odio usó contra esas bestias, aquella que sacó de las manos de uno de esos hechizados, con mayor poder destructivo que el resto. Había visto de primera mano lo que ese arma podía hacer. Así, las débiles manos del guerrero k´hlata trataron de agarrar la espada maldita y usarla para proteger a los suyos y a sí mismo. Cosa que no sería tan fácil, visto lo visto.

-Asesina, Keropis, Tarado, iniciad el ascenso. Chamán, Perdida, Reyezuelo, matemos esos sacos de carne.

Aunque no había recibido una orden directa, Astado se preparaba para la lucha con los no-muerto que llegaban al lado de su cabo

FASE DE BATALLA IX

Intenté subir por la escala cuando sentí un gran dolor, quise mirar pero otro impacto me dejó agonizando... Ahí en medio de la vida y la muerte más de la última pensé en mis acciones pasadas... reuniéndome con los hostigadores mientras mis leones recibían mis órdenes para atacar alrededor de la escala. El medio de salvación y también de conquista era ejemplo de que arriba siempre se daba todo lo bueno, conquista, poder, salvación mientras abajo estaba muerte, desesperación y maldición. Debía de ayudar a mis hermanos con mis animales amaestrados y con la fuerza de mis armas. Era la única salvación para ellos y para mí la muestra de mi valía como guerrero.

Pero las órdenes del Cabo Barril pronto me hicieron centrarme en la tarea encomendada. Esta consistía en hacerse con un mantelete y empujarlo hacia el sur, y entonces mis veloces piernas empezaron a funcionar igual de rápido que mi vista, debía de ver entre la niebla aquella máquina que nos serviría para que las escalas pudiesen llegar a la muralla. Y en la distancia vi aquel instrumento que estaba siendo trasportado por Cielo y Grito. Me acerqué a ellos y les ayudé empleando toda mi energía en que el mantelete avanzara lo más rápido posible hacia la muralla, igual que hacían mis compañeros, ya que escuchaba sus esfuerzos, gemidos y ánimos para avanzar rápidos hacia nuestra misión.

Una vez que estuvo el mantelete posicionado junto a la muralla y pegado a la escala mandé a mis leones trepar por ella. Esto dejó tan sorprendido a mi superior que me mandó seguirlos, era una forma de tenerlos controlados allí arriba, pero la ruta estaba obstruida y tuve que dar un rodeo para ascender en dirección sur a la muralla. En cuanto intenté subir noté aquellos dos impactos de flechas que me dejaron en el umbral de la muerte. Ahora estaba allí en la batalla pero moribundo con una oportunidad tan pequeña de poder sobrevivir que todo estaba en manos de los espíritus, los únicos que podían hacer que la rueda de la muerte se tornara en vida.

Matagatos escuchó lo que le decía, pero no tenía medicinas con las que atenderle, ni tiempo, y bastantes problemas inmediatos tenía ya, sobre todo cuando Ikharus cayó.

-¡Moved el culo y subid de una maldita vez!

Astado reflexionó acerca de la última orden aunque no iba dirigida a él. Estaba mucho más cerca de la escalera por lo que al final inició el ascenso por la misma.

Chaman Rojo estaba en las últimas y veía cono horror como se acercaban aquellos no muertos que casi habían acabado antes con su vida de un solo tajo de sus espadas herrumbrosas. No podía enfrentarse a ellos, él no. Tenían que subir por la escala y rápido.

- ¡Vamos!¡El siguiente!- Dijo viendo que Asesina subía por la escala. Se colocó junto a esta en posición para impulsar el avance del siguiente que acometiera el ascenso.

FASE DE BATALLA IX: ASALTO 01 DE 10:

Barril se alza del suelo con un sonido metálico que parece un chirrido de algo salido del Infierno. Doscientos kilos de guerrero y masa metálica ennegrecida por el fuego son una visión que provocaría miedo en los corazones del Regular más bravo.

Mientras apresta su maza pesada, arma de la que aún cuelgan cuajarones de materia gris, sangre seca, y trozos de pelo, comienza a moverse en dirección a la escalera que desciende al pie de la muralla, donde Uro ya está presentando batalla. Su mirada está puesta en un punto fijo. La puta brillante. La cicatriz de su panza es recorrida por un escalofrío al ver el arma que la causó. Y Barril está deseando devolverla el favor.

Se vuelve hacia su sobrino, que está despachando con su enorme alabarda a un guerrero que salió de la torre sólo para encontrar la muerte. Ese muchacho lucha como el demonio, tiene la fuerza de cinco hombres y es obstinado como una mula. No se le ocurre mejor soldado para que esa puta escurridiza muerda el polvo. Barril ruge:

- ¡Eh Sobrino, Campaña! Esa puta saltarina de ahí abajo es la que rajó a tu tito. ¿Le enseñamos lo qué pensamos al respecto? - Barril toca la coquillera de su armadura con la maza en dos rápidos golpes que producen un sonido metálico pesado. Sonríe mientras luego le hace un gesto a Campaña para que baje por la escalera. Era hora de ajustar cuentas, y Campaña vencería donde él falló.

FASE DE BATALLA IX: ASALTO 01 DE 10:

Matador cada vez que observaba aunque fuese de refilón el campo de batalla se le caía el alma a los pies. No porque tuviese miedo o algo parecido, sino porque se multiplicaba el trabajo y no sabia bien que hacer... 

Cargaba con Romo buscando ponerle a salvo, pero la jaula en la que confiaba mantenerle a salvo era demasiado pequeña para ser segura, y tampoco parecía poder usarse para subirle y dejarle alejado de los muertos que aun venían. Matagatos se veía rodeado de enemigos y aunque hábil no dejaba de estar en gran desventaja numérica y aun venían mas. Sin embargo las ordenes eran subir a la muralla y tratar de abrir las puertas y no en vano las arqueras también estaban resultando un peligro y convenía pararlas. En los otros grupos también había serios problemas. 

Y ahora Msoro se había convertido en caminante...lo que faltaba. Dudo un instante en acudir a ayudar a Matagatos, pero finalmente decidió subir por las cadenas y tratar de seguir con las ordenes, si dudaban y se quedaban continuamente entre los dos ejércitos morirían sin lugar a dudas.