Partida Rol por web

TRIGÉSIMO SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 5, DÍA DEL JURAMENTO (LUNA LLENA). - DÍA DE LOS HUESOS.

HORA: PASADO EL MEDIODÍA. - CLIMA: LLUVIA MODERADA. FRÍO LEVE.

El avance hacia la salida del pueblo, ahora que llevamos a nuestro paquete, se realiza con normalidad cuando veo a un grupo del cual reconozco un par de rostros. No es que no se distingan del resto de los pobladores por el oscuro color de su piel y por sus indumentarias, pero el rostro de Desastre y el semblante acorazado de Keropis son algo fácil de reconocer.

Miro a Ballestero, quien está a mi lado y es mi superior directo, y le comento en lenguaje K'Hlata:

 - "Señor, mire. Parece que Desastre y Keropis vinieron con el carro que conseguimos en Verdín. Quizás vienen a abastecernos o algo, Señor."

El volumen de mi voz no es tan bajo como para que el resto de la comitiva no lo escuche y, en realidad, esa es mi intención pues independiente de si Ballestero decide o no hacer algo, el Capitán ya oyó mis palabras y podrá decidir si acercarnos o no.

Pero no soy el único que los vio y Preocupado le informa a los mandos, por lo que el Capitán decide que nos acerquemos. Hago caso de la orden y avanzo manteniendo la formación.

TRIGÉSIMO SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 5, DÍA DEL JURAMENTO (LUNA LLENA). - DÍA DE LOS HUESOS.

HORA: PASADO EL MEDIODÍA. - CLIMA: LLUVIA MODERADA. FRÍO LEVE.

Lombriz estaba presente viendo como se llevaban a la muchacha, cuando al parecer un grupo reducido se acercaba... Por Dolor supo que eran miembros de la Compañía pues dio algunos nombres. El Capitán no obstante no ordenó ningún cambio en la formación ni que esta se rompiera. Así que Lombriz siguió en la formación hacia el camino convenido aunque eso sí un tanto sorprendido. 

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Antes que tener que acabar con la vida de aquel miserable allí mismo, Barril había preferido alejarse  en la formación que había puesto en marcha ya el Capitán. Mientras avanzaban pensó que tal vez pudiera sacar algo de la muchacha, pero viendo la mordaza y el estado en el que estaba dudaba que pudiera hacer gran cosa, así que se dedicó a observar la parte trasera de la formación a menudo.

Eso fue por lo que cuando Preocupado le abordó con sus historias, el obeso Oscuro no se había percatado de la presencia de aquellos dos. ¿Desastre y Keropis con un carro? No creía que estuvieran recogiendo flores, y si habían salido tan preparados es que faltaba alguien a la vista, posiblemente Analista. Matagatos ordenó enfilar hacia los compañeros y así se hizo.

— Ya has oído al Capitán, Preocupado, iremos todos. —

El fornido Cabo se puso en una posición desde la que tenía a su alcance a la muchacha, a la que se dedicó a echar un vistazo en las zonas de su piel a la vista, por si lucía algún otro tipo de marca extraña. Además aunque fuera a caballo, la enorme mole de Barril dificultaría a cualquiera que estuviera oteando al grupo de ver a la chica.

— Cuanto más tiempo la paseemos, más tentaremos a la suerte. Capitán. — Aunque veía bien el recoger a aquellos dos (o tres si estaba en lo cierto sobre lo de Analista), el peligro crecía en tanto no estuvieran de vuelta al campamento. Ni siquiera sabían si habría más de aquellos "cabrones" negros espiando desde las sombras de alguna edificación.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

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Reyezuelo mantenía a la joven oculta bajo su capa, la mole que significaba Barril se unía a la empresa de esconderla.

Cuando notó al enorme oscuro a su lado observando las heridas de la chica, creyó que temía lo mismo que el propio castor.

-Cabo, creo que estamos pensando lo mismo.- Se aventuró a comentar en K'halta de forma despreocupada. -Con la boca amordazada y las manos atadas no podrá utilizar ese tipo de mal yúyu, si es que los tiene.- Le dijo para que estuviera tranquilo. ¿Se habría equivocado Reyezuelo? ¿O tanto el líder de la Infantería y el aprendiz de analista coincidían en pensar que la herida de la joven pudo ser el precio a pagar para obtener poderes de las sombras? Eso la podría llegar a transformar en una amenaza ante el menor descuido.

Ya veo que me he confundido y solo quiere mirarle las partes. ¡No! ¿Que digo? Barril podrá tener fama de borrachuzo y violador, pero nunca se metería con una niña.

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DÍA: 5, DÍA DEL JURAMENTO (LUNA LLENA). - DÍA DE LOS HUESOS.

HORA: PASADO EL MEDIODÍA. - CLIMA: LLUVIA MODERADA. FRÍO LEVE.

Barril volvió su acerada mirada hacia Reyezuelo por unos instantes, para después asentir quedamente. Luego cerró y abrió un par de veces su puño enguantado en acero mientras su voz metálica se proyectaba desde el interior de su casco hablando en un K'Hlata algo oxidado.

— Aciertas en parte, Reyezuelo. Esa es mi primera preocupación, el mal yu'yu. La segunda es qué pasará si esa niña se convierte en una chica-cabra de dos metros con garras y dientes debajo de esa capa. Seguro que te vendrá bien una mano. —

Aún no sabían nada de la naturaleza de Enrietta, y bien podía ser una bruja, una cambiante o puede que ambas. Quizás sólo era una chica con mala suerte. Pero si el Inquisidor no daba puntada sin hilo o era un auténtico idiota era algo que aún estaba por revelarse, así que el hercúleo Oscuro mantenía las distancias adecuadas para contrarrestar cualquier posible percance. Barril observó a Reyezuelo, quizás su comentario había hecho que estuviera un poco menos negro; era difícil saber cuando un K'Hlata palidecía, pero su expresión al respecto ya diría algo sobre lo que acababa de oír.

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 5, DÍA DEL JURAMENTO (LUNA LLENA). - DÍA DE LOS HUESOS.

HORA: PASADO EL MEDIODÍA. - CLIMA: LLUVIA MODERADA. FRÍO LEVE.

El aprendiz a analista miró a la joven luego de oír a Barril, estaba aún paralizada por el miedo. Pues si te transformas en uno de esos demonios-cabra, espero que tu tamaño sea proporcional a la edad, pajarillo.

Con una expresión preocupada, miró al líder de la infantería y simplemente dijo una frase. -Ojalá hubiera venido Rastrojo.- El chamán tenía buen ojo para detectar ese tipo de yúyu en las cosas y personas. Con buen criterio, Barril lo había convocado a la misión, pero el grupo partió sin él.

TRIGÉSIMO TERCER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MEDIA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA TEMPLADA.

El Campamento Principal continuaba con su ritmo y actividad normal de cada día.

Analista lo preparó todo para una salida fuera del Campamento hacia el pueblo de Carnonegro. Iba armado y preparado para el combate, y montaba a lomos de Beltza, su caballo de guerra pesado chondeloriano. Frontera le seguía, conduciendo el carro pequeño comprado en Verdín con una mula. Cerraban la marcha el Mago Serpiente; Keropis, más lento debido a su pesada armaduras; y finalmente Palomita, a lomos de Caos, el destrero nidalés monstruosamente fiero.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MEDIA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA TEMPLADA.

-La primera parada la haremos en la posta de diligencias -comentó a los presentes desde lo alto de su montura-. Serpiente, te aconsejo que montes en el pescante junto a Frontera y en cuanto a ti, Keropis, puedes montar detrás del carro. No tiene sentido cansarse antes de tiempo y la mañana puede ser larga. En la Posta haré unas compras que no me llevarán mucho tiempo. Después, nos dirigiremos a la casa de Brasili y, finalmente, a la de la Alcaldesa. La premisa de partida es ver, oír y callar. El Primer Mago y yo llevaremos el grueso de las conversaciones. Si alguien cree oportuno comentar algo o destacar alguna cuestión, lo hará en privado. En ningún caso adoptaremos posturas amenazantes pero os quiero en alerta, especialmente tú, Keropis. Han pasado unas horas desde que se detuvo a la muchacha y no sabemos cómo estará el ambiente en Carnonegro. ¿Entendido?

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DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MEDIA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA TEMPLADA.

Antes siquiera de recibir una respuesta, habían llegado a su primer destino. El trajín en la caravana varisia era más que evidente, señal inequívoca de su pronta marcha, antes incluso de lo previsto pero nada inesperado para Analista tras la reunión de la víspera con los líderes de la misma. 

-Frontera -dijo al Hostigador-. Ten estas monedas de oro y ve al interior de la Posta. Habla con maese Malagente y dile que vas de mi parte. Pídele un total de diecinueve mudas de lino y lana. Cada una vale una moneda de oro. Así que entrégale el monto que te doy y que es ajustado al precio pedido. Ni un cobre más. Cualquier problema, obvialo. Sales y me lo comentas. 

Con un gesto fluido desmontó de Beltza. Por un segundo estuvo tentado de entregarle las riendas a Keropis, pero desistió. Dudaba que fuera a ocurrir nada allí, pero los soldados debían estar listos para cualquier eventualidad y unas riendas en mano podían restar la efectividad de una respuesta inmediata, así que las anudó en el reposabrazos de metal del pescante del carro. 

Dio unos pasos en dirección a la caravana varisia, buscando con la mirada a Lucian. 

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DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MEDIA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA TEMPLADA.

No tuvo que mirar mucho. Pronto pudo distinguir a Lucian, impartiendo órdenes, revisando cómo se organizaba todo y andando de un lado a otro. Cuando el líder de la caravana miró en su dirección, Analista alzó la mano a modo de saludo y comenzó a caminar en su dirección, hasta alcanzarle, a la vista de su grupo pero alejado de sus oídos. 

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DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MEDIA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA TEMPLADA.

-Buenos días, Lucian -saludó Lengua Negra-. Veo que ya estáis con los preparativos de vuestra partida. Una lástima. Me hubiera gustado compartir más tiempo contigo -dijo de forma ambigua-. Pero somos esclavos de nuestras realidades y no siempre podemos hacer aquello que más nos gustaría -sonrió levemente antes de proseguir-. Me gustaría saber si conservas los dos libros por los que te pregunté. Azar o fortuna, me encuentro en disposición de poder adquirirlos. Y voy a necesitar consejo. Los libros, libros son, pero entiendo que para la adecuada práctica de su contenido será necesario cierto instrumental. Estoy algo perdido en ese sentido y agradecería tu ayuda, más si cuentas con dicho instrumental y puedo acceder a su precio -señaló-. Asimismo, no sé si entre tus existencias cuentas con botiquines. Una compañía mercenaria siempre anda necesitada de ellos. Y abusando de tu tiempo, ¿tenéis capotes para la lluvia y algún cuerno, tipo de caza? 

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DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MEDIA MAÑANA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA TEMPLADA.

Frontera dirigía el carro, claramente intranquilo por la tan cercana presencia del siempre misterioso Serpiente. El explorador no podía evitar lanzarle miradas de reojo de vez en cuando para comprobar que no estaba haciendo nada raro o de mal yuyu.

En que llegaron a la posta Frontera se vio sorprendido de repente con una bolsa de monedas de oro en las manos y el encargo de ocuparse él de una transacción.

—Ah... s-sí, ahora mismo señor.

Con cierto nerviosismo bajó del pescante y caminó hasta la puerta del edificio principal de la posta, entrando y buscando con la mirada al dueño.

—M-maese Malagente —llamó en común Taldano al acercarse, un dialecto que aún tenía un poco oxidado de apenas usarlo pese a ser tan parecido al Oscuro—, vengo de parte de Analista. Queremos diecinueve mudas de lino y lana para la Compañía Negra. Tengo aquí el pago —indicó señalando la bolsa que portaba.

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La salida había sido más apresurada y repentina de lo que había esperado, pero tampoco había tanto que preparar, así que en principio no había supuesto ningún problema. Ahora sí, esperaba que el resto del viaje no transcurriera con la misma premura que la salida. Había cuestiones que requerían de cierto grado de tacto, observación y sutileza, y esta era especialmente incompatible con las prisas.

Me situé sobre el pescante junto a Frontera y, al rato, tras un casual vistazo a uno de los lados, fui consciente de las miradas que me dedicaba cuando pensaba que no le veía. Lejos de molestarme o incomodarme, fue la ocasión perfecta para encontrar un entretenimiento más, más allá del anodino paisaje, durante nuestro viaje: siempre que pudiera, y no tuviera nada más importante qué hacer, me dedicaría a clavar mi ambarina mirada en Frontera, todo ello rubricado con una amplia y afilada sonrisa.

No tardamos en llegar a la primera parada y después de intercambiar unas palabras, Lengua Negra se escabulló lejos de indiscretos oídos justo después de Frontera.

Sin cocinero al que sonreír me vi obligado a sonreír a la nada mientras dejaba que mi víbora abandonara el apoyo que mis hombros le proporcionaban.

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Keropis había hecho el corto viajo montado en la parte trasera del carro. Sentado al pescante, Frontera guiaba las riendas en lo que podría haber sido un tranquilo y bucólico paseo por el campo. O lo hubiera sido si su acompañante no fuera Serpiente. El ermitaño contemplaba el camino por encima de los hombros de los dos, ignorante del malestar del k'hlata. Hasta que a medio camino de la posta, descubrió la inquietante mirada que el Primer Mago dedicaba al cocinero. La sonrisa lobuna con que la acompañaba era de sobras conocida por el eremita.

Solo sonríe así cuando disfruta torturando a alguien...

El Guardián de los Muertos se incorporó sobre una rodilla y se acercó al pescante. Una de sus manos cubierta por un herrumbroso guantelete se posó en el madero que hacía las veces de respaldo, entre Frontera y Serpiente. Adelantó el rostro cubierto por la máscara mortuoria a la altura del hombro del k'hlata. No dijo nada. Tan solo se quedó allí observando el verdor de los campos de Carnonegro, mientras su aroma a flores marchitas y aire estancado inundaba lentamente las fosas nasales del cocinero.

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Lengua Negra se dirigía hacia los caravaneros y el cocinero acababa de desaparecer por la puerta de la posta. Les habían dejado solos. Bueno, Palomita seguía cerca, montada sobre su corcel de guerra, pero el susurro que llegó desde las espaldas de Serpiente era tan tenue que solo él podía haberlo escuchado.

—Algo ssse cuece, Nathairrr... Losss ossscurrrosss jugeteáisss con vuessstrrrosss sssecrrretosss... No me imporrrta... Sssolo quierrro sssaberrr sssi lasss nuevasss maniobrrrasss de la Compañía ssserrrvirrrán a nuessstrrro camino juntosss...

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- "Saludos, eh... Demonio negro. Aquí ahora mismo sólo tengo tres: una pequeña de mujer, una grande de mujer y una pequeña de hombre. Aceptaré el encargo, cobrando por adelantado, pero tienes que decirme cuántas quieres de cada tipo. ¿Lo entiendes, demonio?" -

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Analista fue mirando los objetos que le ofrecía. Prácticos los unos, imprescindibles los otros, un enigma los terceros, pero su mirada quedó suspendida del cuerno de caza. La fina filigrana hacía de aquel asta una pequeña obra de arte.

-¿Puedo? -preguntó en relación al cuerno. Había visto joyas a lo largo de su vida, piedras en definitiva engastadas en metales preciosos, pero nunca nada similar a aquello. Algo aparentemente tan sencillo y donde la labor de un artesano había sacado la belleza atesorada en el interior de lo que no era sino queratina. Pese a todo debía añadir una pregunta y, por primera vez en su vida, casi se sintió avergonzado-. ¿Precios?

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El mercader sonríe satisfecho, sabedor de que es un objeto hermoso y de su valor.

- "Adelante, podéis tocarlo y examinarlo todo. Estos son los precios." - El Príncipe de Mercaderes le mostró a Analista cada objeto, explicándole su precio y cualidades.