Partida Rol por web

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

──Señor.

Ballestero probó desconfiado la cuerda, a base de colgarse un poco en ella. Se desprendió de la cota de mallas, dejándola en su tienda, junto a la mochila. Inició el ascenso.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

No necesitó levantarse de su sitio junto a la hoguera para escuchar al Cabo Barril, y sus indicaciones acerca del agua. Su escudilla era la de todos, de madera por tanto, imposible hervir nada en ella. Por lo que simplemente asintió.

Se dirigió entonces a sus dos compañeros infantes, Romo y Matador, ambos sentados a la hoguera, junto a ella.

-Yo no tengo nada metálico que pueda servir para hervir agua. ¿Y vosotros? No recuerdo tampoco haber visto nada con esa función por aquí. Va a ser que como nadie se haya traído un cazo del otro barrio, tendremos que arriesgarnos a beber a pelo...

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Ponzoña observó como el grupo expedicionario partía, deseándoles internamente toda la buena suerte que los dioses quisieran atribuirles. Tras los últimos acontecimientos, necesitaban que algo fuera bien. En general, el estado de los hombres tras una noche de reposo parecía haber mejorado, pero permanecer en aquel templo no parecía ser algo recomendable, máxime si se tenía en cuenta el estado de Serpiente tras su sacrificio de sangre.

Seguía sintiéndose aterido y su cerebro no iba tan rápido como quisiera. Quizá por ello no fue consciente de la ausencia de respuesta de Ratrojo y de su tácita desobediencia. Tan solo cuando el Cabo Barril se acercó a él para comentarle privadamente las últimas ocurrencias del falso chamán y partir con premura a otros quehaceres, supo lo ocurrido y una creciente furia, que mantuvo a raya con mano de hierro se apoderó de él, calentando lo que el fuego no había conseguido calentar. Con un asentimiento y tras cruzar unas pocas palabras, miró en derredor y pronto descubrió la figura de Rastrojo hablando con el Capitán, a quien se sumaba la de barril. 

Se acercó a ellos con largos y rápidos pasos, alcanzando a escuchar las palabras del Capitán y la réplica de su subordinado. 

-Rastrojo -dijo casi en un susurro desde la espalda de este, que sin duda pudo sentir su aliento en el cogote-, hijo de una rata almizclera. ¿Qué te crees que estás haciendo? ¿Quién crees ser para hablar con tan poco respeto al Capitán? Gírate y mírame. Tienes órdenes, dadas hace apenas unos minutos. Cavar letrinas -la mirada de Ponzoña estaba firmemente clavada en la de Rastrojo-. Nada de excursiones a por agua ni para realizar tus falsos rituales, que huelen a excremento de ñu. Y dado que parece sobrarte tiempo, encontraremos en qué ocuparte. Además de cavar, cepillarás a los caballos y recogerás sus boñigas. Y cuando concluyas, ven a mí, y veremos qué más puedes hacer. ¿Has entendido?

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Se sentía mejor tras aquella noche de reposo y calor. Pero era hora de ponerse en movimiento. Avanzar era la única forma de mantenerse a salvo. Habían perdido demasiado en su extraño viaje. Era hora de recomponerse y comenzar de nuevo. Vio a su primo Matagatos, junto al cual se hallaban los otros dos cabos de la Compañía. Más allá, estaba Piojillo. Se acercó a este último.

-Sígueme Piojillo. Debo hablar con el Capitán y quiero que oigas lo que tengo que decirle. No en vano estás al frente de los Campamenteros.

No le dio prácticamente tiempo a una respuesta pues tan pronto como acabó de hablar ya estaba nuevamente andando.

-Capitán, Cabos, Piojillo -dijo cuando este último se acercó a ellos-. Tengo asuntos que tratar con todos vosotros. De importancia. Nada nuevo bajo el sol, aunque no sea el que conocemos -dijo mirando a la gris cubierta que lo teñía todo con un melancólico tinte-. El primero de todos, viene dado por una pregunta formulado en su momento por el Cabo Barril. Los anales. Solo puedo decir que los cofres con los Anales anteriores, que contendrían algo más de cien tomos, se perdieron durante los eventos finales del Reino Pastel. Quedaron en nuestro mundo de origen, aunque de algún modo confío en que alguien los encuentre alguna vez y sirvan de fundamento para restaurar la Compañía Negra allende de la Gran Sabana. Pero solo es una esperanza. La realidad es que ya no contamos con ellos. Es un comienzo desde cero donde nosotros deberemos redactar los nuevos anales y recuperar, en base a la memoria, cuanto podamos. Es por ello, Capitán que, con su permiso, voy a tomar bajo mi tutela a dos de los miembros de la Compañía para formarlos y que me ayuden en tan ímproba labor -dijo. Solicitaba permiso pero casi parecía una exigencia que no aceptaría negativa-. El segundo de los temas que quiero plantear, es un inventario de todo aquello que poseemos y conservamos. En primer lugar a nivel de comida. Sin duda, habrá quien posea más que otros. No podemos dejar a la discrecionalidad de cada uno el compartir o no lo que puede suponer la diferencia entre vivir o morir. Después, armas, armaduras, esteras, tiendas y demás utillaje. Necesitamos igualmente saber las habilidades profesionales de cada miembro de la Compañía. Las armas se mellan, las armaduras se rompen, los escudos se agrietan. Hay que cazar, recolectar, secar la carne... Hay un sinfín de actividades que dábamos por hechas pero aquellos que las llevaban a cabo, ya no están. Debemos reorganizarnos, asignar funciones o pereceremos en el intento. Es por ello que debo entrevistarme con todos y cada uno de los miembros de la Compañía, pelotón por pelotón. Y si puedo empezar ya, ahorraríamos tiempo.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Los temblores siguen y mi estado febril es más que evidente, con mi rostro enrojecido, pero aún así sigo a Analista para escuchar lo que dice. Afirmo, lentamente.

Eso mismo he empezado a hacer yo en mi compañía digo, mirando a los mandos. Aún apenas he empezado, pero voy a irme entrevistando con ellos uno a uno para saber qué tienen, que creen que necesitan y que habilidades útiles recuerdan tener. Porque, no nos engañemos, todos nos hemos visto afectados por la experiencia antes de caer al lago. Mi mente está obstruida y no quiere recordar, por más que intento, y no dudo que el resto de la compañía esté igual.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Conforme se preparaba para la subida, siguiendo las órdenes del Capitán, a Ballestero se le encendió una lucecita.

Señaló al Cabo Barril. Concretamente, señalaba el casco del Cabo Barril.

──Recipiente──, dijo. ──Para hervir.

──Agua──. Aclaró esto último por si acaso alguien todavía no lo había pillado.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Niega con la cabeza ante la pregunta de Derviche- me temo que no tengo nada útil para hervir el agua- y ya era mala suerte. El agua de aquel lugar no daba invitación para beberla- supongo que tarde o temprano tendremos que beberla, si. Eso o morir deshidratados- ninguna de las dos opciones le agradaban al guerrero. 

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

-Deja eso en mis manos, Piojillo. No necesitamos duplicar esfuerzos. Mi trabajo como Analista implica esa labor. Tú céntrate en otros aspectos de tu mando y no pierdas energías en algo que yo puedo hacer. Salvo que quieras dejarme sin trabajo -dijo y una suave sonrisa se dibujó en su serio rostro, dándole un fugaz aspecto juvenil que se disipó con rapidez-. Empezaré con los Campamenteros, seguiré con Hostigadores y acabaré con la Infantería. A todo esto, la Caballería como tal ha desaparecido. Solo queda Palomita y me gustaría saber a qué pelotón se la va a asignar.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Si existiera en aquel mundo algún tipo de aperitivo que sirviera de entretenimiento al paladar mientras vista y oído se deleitaban con el espectáculo, no tenía ninguna duda de que lo hubiera encargado para disfrutar de la escena con todos los sentidos. Porque aunque era cierto que Rastrojo no se había puesto a cavar letrinas tal y como se le había ordenado, aquella mañana se había levantado convertido en todo un artista en eso de cavar su propia tumba. Qué cabriolas con la pala, qué forma de hacer hueco en el suelo mientras con maestría arrojaba sobre sus hombros la arena que terminaría por sepultar su cuerpo.  

La vida era bella, sin duda, o al menos así llegaba a parecerlo cuando uno contemplaba las desgracias ajenas. Era como la muerte en la guerra, se juzgaba en función del bando en el que ocurría. Lamentablemente, como la propia vida, todo placer es efímero, y la inquieta y divertida brisa que con su calor espanta al frío no tardó en alejarse dejándome inmerso en el gélido océano del deber.

- Qué curiosa coincidencia, Analista Lengua Negra- dije acercándome con descaro al corrillo formado por mis primos y sus diversos adláteres.- ¿Planeas entrevistar a todos los supervivientes? ¡Qué oportuno! ¡Qué extraordinaria casualidad! ¿El destino quizá?- Sonreí.- Porque yo también necesito escuchar, aunque lo que busco es más aburrido que una retahíla interminable sobre todo aquello en lo que cada uno se considera más apto y útil. ¿Te importa si me invito a tus amistosos interrogatorios? Sabes que el no no sirve conmigo.-Y de nuevo sonreí.- Lo sabes.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Matador escucha a Derviche y niega con un gesto.

Yo tampoco tengo nada metalico que sirva para eso.

Por cierto, ¿qué tal te encuentras?, ¿te ha servido mi manta?

Matador realmente trata de hacer que Derviche se sienta acogida en Infantería y quizás de esa manera, se evite problemas pasados.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Capitán no pudo evitar que las palabras de Analista le hicieran sentirse mal consigo mismo. Sí, la pérdida de los Anales era un gran golpe para la Compañía, pero tenían otros muchos problemas, mucho más serios y urgentes. Problemas que, de no obtener solución pronto, acabarían por arrastrarles a la tumba a todos ellos. Y sin embargo, aquella noticia le dolió más que el hambre, la sed y las sombras. No era lógico, probablemente... Pero era su historia, la historia de todos. Y ahora se había perdido. 

-¿En quienes piensas como aprendices, Analista?-preguntó, aún rumiando aquella noticia. Por suerte, no era lo único a lo que dar vueltas, y su siguiente intervención fue bastante más del agrado del aún aterido por el frío Capitán: un inventario. No había visto el momento de sugerirlo él mismo, pero si su primo se encontraba en condiciones, y dado que estaban condenados a esperar allí hasta la vuelta de la partida de exploración, era un momento tan bueno como cualquier otro.

-Sea. Por motivos evidentes, te faltarán algunos nombres por incluir en el inventario-dijo, en clara referencia a la patrulla exploradora-pero todo el trabajo que podamos adelantar será bienvenido. Eso sí, no puedo evitar preguntarme que buscas tú en todo esto, Mago Serpiente-dijo, a raíz de la intervención de este último. 

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA FISURA DE LA FOSA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR / 1 DE NEK (NUEVA ERA K'HLATA).

MES: DEL LEÓN / DEL RASTROJO VALIENTE (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Entendido, Cabo Ponzoña.

Culpa suya. Rastrojo debió esperar a que Desastre, Chamán Rojo y Ballestero terminaran las letrinas antes de ponerse a dar voces y llamar la atención. Así podría atribuirse el trabajo de otros y hacer como que ya había hecho esa tarea. Se marchó del sótano en silencio, dudando después de las palabras del Cabo Barril en ofrecer su incensario para hervir el agua, que era lo que iba a utilizar para hacer las infusiones si hubieran hecho la escapadita a la playa. Sería un gesto de buena voluntad, con lo que ganarse la simpatía de esos... de esos grandísimos malnacidos hijos de pitoni...

No, no... cálmate. Eso es lo que quieren. Buscan una excusa. ¿Qué hago? ¿Les dejo mi incensario para hervir el agua?

Rastrojo razonó que aquel gesto amable podría ser considerado debilidad, así que no lo mencionó. Quizás cuando la situación fuese menos vergonzante podría usar la urna de metal para ese fin, pero este no era el momento de arrastrarse, después de una reprimenda. Por lo menos había salido fuera del templo, con la excusa de las letrinas, y ya no sentía esas malas vibraciones de dentro. Tampoco quería dejarse ver delante de la puerta, así que torció la esquina para cavar tras uno de los laterales. Entonces lo notó, el tirón en la pierna. No era un tirón muscular, sino una cuerda tirando del tobillo hacia arriba. Rastrojo quedó colgado boca abajo.

Maldito Sabandija y sus puñeteras trampas de los huevos...-masculló entre dientes.

Su paciencia seguía siendo puesta a prueba. Seguramente el Capitán sentía lo mismo a veces. Esa vena en la frente del Oscuro, cada vez que Matagatos y Rastrojo se encontraban, no era de un gran desarrollo vascular. Rastrojo sacó su cuchillo y cortó la cuerda, cayendo sobre su espalda doblada.

Ay...

Debería estar cuidando a los enfermos y no allí fuera. Debería. Antes de que los Oscuros llegasen con su medicina moderna y sus enemas, los chamanes se ocupaban de usar las sabandijas y el veneno de los sapos, como los espíritus mandaban. Era consciente de que si trabajaba duro y se daba prisa con las letrinas, los animales y toda la mierda, le quedaría tiempo de atender a Plumilla, Preocupado, Sabandija y Derviche... Bueno, Derviche no, que le había alzado la voz. Esa que se cociera en el jugo de los sudores de sus propias fiebres. Iba directa a su lista de imbéciles ingratos que le caían mal. El caso era que en lugar de trabajar duro, usó la misma técnica que cuando ayer había pasado horas para montar una simple tienda de campaña. Iba a pasarse todo el día para hacer el número de letrinas que hicieran falta. Así no tendría que tocar caca de caballo.

Lo duro de cavar en una zona frondosa eran las raíces y a Rastrojo se le daban bien las plantas. Aquello era todo un arte. Rastrojo hizo una primera fase de arrancar hierbajos. Los amontonó para usar en las hogueras luego, como combustible. Las mejores fogatas mezclan leña con hojas. Para la segunda fase, Rastrojo usó el garfio de escalada. Lo cogía como un deforme sacho, y lo hundía en la tierra para removerla, ablandarla dejando entrar el aire y arrancar las raíces. En la tercera fase usaba su escudilla para retirar la capa obtenida.

Mierda, ya no sé usar la magia de limpiar las cosas. Luego tengo que comer aquí.

Una vez sucia la madera ya daba igual. Tendría que buscar un hueco para escaparse al lago verde a aclarar la escudilla con agua. Volvió a repetir las tres fases para profundizar un poco más en la letrina. En cuanto ahuecaba la tierra con el arpeo, podía retirarla con mucha más facilidad. Se estaba convirtiendo en el Rey de las Letrinas. Y lo bueno era que cuando terminase, podía empezar de cero una zancada más allá, y hacer tantas letrinas como quisiese, con lo cual nunca llegaría el momento de tocar la mierda de las monturas y secarla para usar en las hogueras.

Al cabo de un rato, Sabandija salió a revisar las trampas...

Sabandija... Siento no poder curar a Plumilla. No me dejan tratarla, ya lo ves.

Señaló a la trampa en la que había caído, la que tenía las hebras cortadas con el filo de un cuchillo.

Fue un conejo. Tenías que haberlo visto, Sabandija. Un conejo supergordo. El Cabo Barril de los conejos. Pero... ehm... cortó la cuerda con los dientes y se escapó. Pero oye, lo estás haciendo bien. Tus trampas funcionan.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Barril se acerca pesadamente ante el requerimiento para una reunión por parte de Analista, escuchando sus palabras con atención. Una leve reacción se produce en el acorazado Cabo Barril, que cambia su peso de un pie a otro, movimiento que no hubiera sido tan detectable de no ir acompañado de un sonoro chirrido metálico. Parecía que el hecho de haber perdido los Anales, documentos que narraban su historia desde hacía más de doscientos años, no había dejado al ya no tan joven Oscuro impertérrito.

— Es una mala noticia sin duda. — Barril lanza en comentario sin dirigirlo a nadie en particular, tras lo cual continúa prestando atención a lo que expone Analista. En su memoria se agolpan acontecimientos de años, perdidos en unos pocos minutos. Al menos conocía algunas historias que podrían ser añadidas a los Anales si es que eran reescritos de nuevo alguna vez.

— En cuanto a las peticiones de inventario, ya tengo listo el de la Infantería. — El orondo Oscuro se había preocupado de pasar revista a las posesiones de sus hombres la noche anterior. Siempre era bueno saber con qué podían contar a la hora de acometer las dificultades del camino. — La verdad que no somos muchos; puede que debiéramos reorganizarnos. Supongo que Analista querrá hacer esa selección y formación cuando la situación haya mejorado un tanto, ¿no? —

Con un tercio de los pocos supervivientes de la Compañía enfermos, los recursos al mínimo, y preocupaciones de tipo vital como agua y comida, Barril no creía que el asunto de volver a escribir los anales fuera a empezar de manera inmediata. Perder en estos momentos hombres para labores como la supervivencia y la vigilancia no le parecía buena idea.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Lengua Negra se abstuvo de comentarios. Era tiempo de sumar, no de restar. Entendía el porqué de aquellas iniciativas pero estaba convencido que a Barril no le gustaría que él interfiriera en sus labores al mando de la Infantería.

-¿Tienes ese inventario por escrito, Cabo Barril? -preguntó. Quería echarle un vistazo y comprobar si en él figuraban todos los parámetros que quería inventarriar-. Y aun así, y sin que a nadie le moleste, haré pasar a todos los soldados ante mí. Evidentemente, en ningún caso interrumpiré las funciones que estén llevando a cabo. Serán escasos minutos con cada uno en su tiempo de descanso.

Asintió ante las palabras de Barril.

-Sí, somos pocos. Y tal deberían cambiar ciertas cosas. Pero estamos aquí -un gesto abarcó el templo y la vegetación circundante-, expulsados como un feto abortado a este inhóspito lugar. Mis planes alcanzan al hoy. Mañana... ya llegará y nos enfrentaremos a sus necesidades. En cuanto a quiénes tengo en mente para formarlos -dijo mirando a Matagatos-, permíteme que primero hable con ellos. Un aprendizaje de este tipo ha de ser voluntario y no impuesto. Pero en cuanto tenga los nombres, acudiré a ti y solicitaré formalmente tu autorización para ello. Ciertamente, supondrá eximirles de parte de sus obligaciones para con sus pelotones, pero no voy a exigir una dedicación absoluta.

Y entonces se volvió hacia Serpiente.

-Tal vez empezara como un juego, tal vez solo sea una broma y tal vez no debiera darle importancia, pero Serpiente, me abstendré de responderte si vuelves a llamarme Analista Lengua Negra. ¿Entendido? -dijo sin acritud alguna-. En cuanto a tu invitación a acompañarme en mis entrevistas con la soldadesca y tu afirmación de que no aceptarás una negativa, ¿qué decirte? ¿Que sí, sin más? ¿Que no cuando sé que no lo aceptarás? Te diré algo que me dijo una vez alguien incómodamente sabio. ¿Qué tendría de divertido aceptar tu invitación si no pidiera algo a cambio? Todo aquello que se ofrece gratis termina perdiendo valor cuando la gente lo da por supuesto. Y eso, primo, a nadie le interesa. Así que, ¿qué vas a ofrecerme por acceder a tu presencia en mis entrevistas? 

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Miraba de soslayo, con una mirada torva y mate, al pequeño grupo de mandamases. Capitán, Barril, el Mago... y... Analista, Lengua Negra, jodido prepotente creído que hablaba como si su palabra fuera oro puro. Nada que decir del Capitán, estaba haciendo su trabajo, y por ahora lo hacía bien. Nada que decir del Cabo Barril, era una piedra, sí, pero en su sitio. Serpiente... bueno, era eso. Una serpiente, el Mago nunca sería otra cosa, pero no lo disimulaba ni un poquito. Pero Lengua Negra... en fin, ¡claro que había perdido los Anales! ¿Qué habría procurado salvar el oscuro en su caída? Su propia piel. Y nada más. 

La voz de Matador la sacó de su ensimismado rencor, y reaccionó.

-Oh, cierto, perdona. La manta. -La verdad es que había estado tan enferma que no sabía de quién era, sabía que alguien se la había dejado para aliviar su frío, pero no recordaba quién había sido. Ahora le vino a la memoria con claridad. Disimuló, desde luego, no iba a reconocer un fallo así, no ella. -La tengo en la tienda, aquí mismo, me ha ido muy bien para abrigarme durante las fiebres de esta maldita noche. Ahora te la devuelvo...

Se levantó y se dirigió a su tienda, quizá la que más cerca estaba de la hoguera central. La sacó y se la tendió al mestizo.

-Tómala, gracias. 

Y volvió a sentarse, bien pendiente de lo que sucedía a su alrededor.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

- No discutimos, aclaramos - Le hubiese gustado responder a Piojillo con esa actitud altiva imperecedera que asomaba en la pose de Reyezuelo casi sin darse cuenta, pero antes de poder hacerlo Ballestero habló poniendo en evidencia lo que pensaba de forma hiriente, para acto seguido el mismo Piojillo lo respaldase, aún sin haberle escuchado a él. Nuevo Segundo. 

Aquello bastó para petrificar cualquier intención que Reyezuelo pudiese tener, y visto que tenían cosas de las que hablar, y que los rangos de liderazgo acababan de dar un vuelco, el juego estaba acabado. 

Guardándose para sí mismo varios pensamientos agrios que no quiso mostrar, su responsabilidad para con la compañía obtuvo un escaso consuelo al permitirse aprovechar que había subido para llevar en su descenso algún haz de leña que otro compañero hubiese dejado preparado para tal fin, si es que lo encontraba. 

Reposar. Inmovilidad. ¿Puede haber un castigo más cruel cuando sabes que puedes hacer más? Lo que necesitaba era movimiento. Sin sobrepasarse. Nada de grandes cargas o actividades que atentaran contra un posible mareo, y poco más.  Había pasado tiempo de sobra en la enfermería para diferenciarlo. Demasiado tiempo quieto en el pasado y al parecer el segundo al mando se empeñaba en infravalorar su capacidad. ¿O tal vez se tratase de un tema de orgullo? 

El tiempo que permaneció abajo lo hizo en silencio, dejando que Plumilla lo revisara si lo intentaba como si aquel contacto silencioso ya formara parte de un lenguaje propio entre ambos y dando apenas algunos sorbos a su propio obre de agua. Un milagroso superviviente al tránsito entre los mundos. 

Cuando alguien lo pidió, rebusca unos instantes y niega como respuesta. Nada metálico que pudiesen usar como cazo ni nada similar.

- Podría haberte enseñado mucho, Piojillo. Otra pérdida de tiempo. - Pensaba para sí

Al acabar los nuevos mandos de la que veía como la sección con peores expectativas de mejoría de hablar entre ellos, Ballestero se dirigió al grupo en general. - ¿Me criticó querer entrenar y ahora quiere hacerlo? - Podía ser que aquello significase que hubiese reconsiderado su absurda postura. No eran malas noticias, pero aún se guardaría algo de recelo hasta comprobar de qué se trataba.

Reyezuelo se levanta sin mutar su expresión distante. En el fondo ¿qué se podía esperar de ellos?. 

Estaba dispuesto a presentarse, cuando cada uno de sus nuevos mandos fue llamado a una tarea diferente. Trepar al muro por un lado y a una reunión con Analista por otro. 

Aguardó a una distancia prudencial, pero le llamaba la curiosidad conocer cuales podían ser las conclusiones de aquel Oscuro tras la accidentada llegada. 

No sería correcto decir que bastó poco para que el humor de Reyezuelo mejorase, mas no osaría interrumpir.

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DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

Sabandija salía distraído al exterior, temeroso de que pudieran echarle la bronca de nuevo, pensativo. Le daba vueltas a las palabras de Analista, el antiguo Lengua Negra. ¿Qué querría ahora de ellos? Ya cuando era el jefe de escuadra de los Campamenteros les había hecho una entrevista similar. Pero si había algo que le incordiase más aún era la presencia en el interrogatorio de Serpiente, el mago.

Entonces se topó de bruces con Rastrojo. El pobre debía haber estado cavando letrinas un buen rato. Los ojos del tímido K'Hlata se desviaban a las manos del chamán, con tierra bajo las uñas, y que sostenían la escudilla de la comida, toda llena de tierra.

Pobre hombre...- Que Sabandija te compadeciera era ya el colmo del patetismo. A pesar del cabreo que inflamaba la llama de la ira en su interior, no podía hacer nada. Estaba enfermo y tullido, si no...

¡Si no cavaría las letrinas en su lugar!- Sonrió ante los cumplidos que le hacía el chamán.

- ¿De verdad? ¡Wow! Ya empezaba a perder la esperanza de que "picara" algo, pero ahora saldré más a menudo.- Si hubiera llegado a tiempo ahora tendrían un gordo y jugoso conejo para la comida. De todas formas, no le vendría mal subir peldaños para fortalecer sus raquíticas piernas.

Era injusto que Plumilla tuviera que pagar el pato de la falta de respeto por las tradiciones que demostraban los Oscuros en cuanto tenían ocasión. Asintió resignado a la incapacidad de Rastrojo para atender a su Hermana de Capa.- Sólo espero que no empeore y que mañana puedas atenderla. Se lo diré a Leng...a Analista. Parece que quiere entrevistarnos a todos.- Informó del cotilleo al chamán. Decirlo era muy fácil, lo complicado para Sabandija sería vencer su temor cuando lo tuviera delante. Quizá, si estuviera a solas con Analista, pudiera juntar el valor necesario para plantar su queja. Llegado el momento, con Serpiente delante, las piernas le flaquearían, de eso no cabía duda.- Dicen que Serpiente estará delante. ¿Qué puede querer ese mago de nosotros?- Bajó la voz temeroso de que el oscuro tuviera orejas en la espalda. Se cuidó muy mucho de no insultarlo en alto, aunque pensara de él las cosas más horribles que el desgraciado Sabandija podía pensar de alguien.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

DESPUÉS DEL ALBA. - CIELO GRIS.

¿Qué era aquello? Matagatos, tan melancólico y taciturno, con aquel deprimente mohín que algunos confundían con misterio y que él achacaba a ser una marioneta del destino, mostraba curiosidad. Agradable, sin duda, pero perecedero. Como todo, por otra parte. Pocas cosas sobrevivían al tiempo, que a su vez cambiaba a cada momento.

- ¿Qué busco?- comencé dirigiéndome a mi primo.-  Qué no busco… Busco tanto que ese algo que se busca no tiene nombre. Es algo que sé que aún no sé que no sé, pero que terminaré sabiendo y cuando termine sabiendo, sabré que sé aún menos de lo que sabía cuando no sabía en el primer momento. Eso es lo que busco.

No tardó en llegar la respuesta de Lengua Negra, y tras escucharla no pude evitar soltar una prolongada carcajada.

- ¿A quién te refieres? Quién fue el ser retorcido y escurridizo capaz de decirte algo como eso…- De nuevo volví a reír.- Pero me gusta. – Sonreí.-Te ofrezco dejar de llamarte Analista Lengua Negra. En público, al menos. En privado, como en nuestros pensamientos, todos tenemos derecho a llamarnos como queramos. Y te sorprendería imaginar cómo me llamo yo a mi mismo, Analista…

Extendí la mano sana dispuesto a sellar el trato.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Capitán observó a Serpiente, valorando si aquello era una broma o de qué se trataba... Pero no, seguramente no. De vuelta al mago oscuro críptico y, bueno, oscuro. En el sentido lingüístico de la palabra, claro. De hecho, casi le hizo olvidarse de la respuesta de Analista, con la que debía estar de acuerdo. Aquellos que siguieran sus pasos deberían ser voluntarios, no forzados por circunstancias o presiones externas. Aunque seguía sintiendo curiosidad por quienes querría para dicha tarea.

-Es decir... Que no sabes que buscas ni lo sabrás, solo tienes curiosidad y quieres "morderles" un rato para ver como reaccionan al veneno-replicó al mago-es decisión de Analista si consiente en tu presencia en sus entrevistas, pero espero que eso no cause problemas o alboroto.

Aunque claro, no había respondido a las palabras del antiguo Lengua Negra, ya que como solía ocurrir, Serpiente atraía más atención de la que era sano dedicarle.

-Muy bien, sondea a los soldados si quieres, Analista. Escucharé tus conclusiones cuando acabes, y tu elección. 

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ANTES DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Vaya vaya... Matagatos dejaba bien claro con sus palabras, con la interpretación de lo que yo había dicho, lo que opinaba sobre un servidor y lo que esperaba de mí. Todo gracias a no haber dejado patente y de forma meridiana lo que buscaba.

Meneé la cabeza.

- No pongas en mis labios palabras que no he pronunciado.- Sonreí.- Sé lo que busco, pero uno puede buscar rubíes y acabar encontrando zafiros, y el hallazgo no pierde valor por mucho que lo encontrado no sea lo que se buscaba en un principio. Incluso si lo que se encuentra es carbón, este no pierde valor. Es más, para aquel que tiene imperiosa necesidad de luchar contra el frío quizá valga más que una piedra que tan solo es útil para aquel se va a engalanar.