Partida Rol por web

Después de tantas penurias y golpes de mala suerte, era grato sentir el contacto metálico de aquellos instrumentos tan necesarios para la vida en el campamento, tanto que se le pasó por la cabeza felicitar al silencioso herrero. Pero se había prometido no abrir la boca e importunar nuevamente a Analista. Aún repasaba mentalmente el informe que este, había compartido con todos y del que intuía, se habría guardado detalles para él y los mandos.

La granja a la que se dirigían había conocido tiempos mejores, saltaba a la vista, pero ya que su estancia allí iba a ser fugaz, era más que suficiente. Habría problemas a la hora de distribuir a todos en los edificios, también para cubrir con guardias toda la zona, pero como aquello no era asunto suyo se olvidó enseguida y siguió a los mandos para depositar los utensilios que cargaba.

Por fin disponían de agua limpia y un recipiente adecuado donde calentarla, lo que le llevó a pensar inmediatamente en los enfermos, ¿Habría mejorado alguno? Respecto al menú, no sería el más exquisito, pero tendrían algo caliente que llevarse a la boca, permitiendo almacenar las raciones para momentos más apropiados y necesarios, aquella no sería la última expedición, ni mucho menos.

Antes de que pudiera plantearse nada más, Cabo Barril ya berreaba órdenes nuevamente, con la noche ya encima. Se ofreció a realizar la primera guardia, de cara a la noche, y actuó rápido ante la sugerencia de hacer fuego. Pronto se vio buscando un poco de paja para prender fácilmente la llama de un fuego en la chimenea, con ayuda de su yesca y pedernal. Había dispuesto pequeños trozos de leña alrededor de la paja, solo quedaba que una chispa cayera y prendiera. Tendría que soplarse luego y... Tenía lagunas, le vendría bien un poco de apoyo.  - Frontera, échame una mano aquí. A ver si podemos tener esto listo para cuando Capitán y los otros vengan, les confortará ver el fuego. - Animó.

Pese a la concentración, la supuesta leyenda de Ernestol le recordó la charla con Gobalted, Soplagaitas para Ballestero. Ya entendía como el leñador evitó indagar sobre el tema cuando se le preguntó por esta misma granja. Pensó en los K'Hlata y sus supersticiones, alguno no dormiría bien esa noche, suerte tenían los que no habían llegado aún.

Aquello era otro tema, con la noche ya sobre ellos, ¿habrían tenido problemas con las sombras o se fueron rápidamente y a tiempo? Pronto saldría de dudas, alguien a caballo venía, y en uno pesado, la imagen de su querido primo Pelagatos le vino a la mente.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO OSCURO.

Matador escucha el informe de Rastrojo y se sorprende de lo concienzudo que ha sido. Parece que le cuesta verle haciendo algo bien para variar. No le presta mucho crédito como chaman, pero es un miembro de la Compañía.

Asiente al cabo Barril y junto con sus compañeros mencionados por éste se va a buscar madera de la cerca deteriorada.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO OSCURO.

Sin duda los que ahora aparecían por el camino del Sudoeste siguiendo la estela de Desastre, montado a lomos de Beltza, el pesado caballo de guerra del Triplete de Analista, no eran unos mendigos desarrapados, heridos, enfermos y hambrientos, aunque sin duda lo parecían.

Eran los poderosos mercenarios que habían puesto de rodillas al implacable Reino del Pastel, al aparentemente invencible Triplete; y lo habían forzado hasta su autodestrucción final. Eso había sido en otro mundo, y quizá en otra era, a vidas de distancia hacia una senda sin retorno.

Tras Desastre avanzaban Palomita, a caballo sobre un poderoso destrero que en su día perteneciera a Rompelomos, y a su lado Reyezuelo, que señalaba hacia la granja maldita y saludaba con la mano, llamando así la atención de Ballestero y Uro, que eran quienes estaban de guardia.

Luego iba el carro de Khadesa, con la propia Pitonisa en el pescante y el deforme y contrahecho Caracabra ejerciendo de cochero pese a sus heridas. En el interior del carro iban tumbados los más graves, Guepardo y Piojillo, y la también enferma Plumilla ejerciendo de curandera.

Pronto vieron también al altivo y hosco Chamán Rojo; al tullido Sabandija; al Capitán, casi derrotado por la enfermedad; al Cabo Ponzoña, también considerablemente debilitado por los temblores; a Dedos; al disminuido Serpiente, quien ya no parecía alguien en el camino hacia la divinidad, sino poco más que otro mendigo más; al orgulloso Pelagatos, quien apenas se mantenía erguido sobre su caballo, Orgullo; a la loca Derviche, quien ya no parecía una guerrera letal, sino una mujer sucia, enferma y agotada; al herido Grito; al casi delirante Indómito; al ineficaz guerrero Romo; y al siempre preocupado Preocupado. Bendito Preocupado, ¡cuánta razón tenía!

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO OSCURO.

Tras recibir el permiso del Cabo Barril para bajar y armarme de valor, bajo aquellas escaleras hacia ese sótano. Allá abajo, al lado de Rastrojo y la luz que su magia proyecta, consigo ver lo que claramente es una sala de torturas. Reconocería esos instrumentos donde sea que los vea pues me son más familiares que cualquier otra cosa, como para un granjero son las verduras que cosecha.

Veo el pozo y aquel túnel, sintiendo ganas de entrar en él para limpiarlo de cualquier cosa que pueda amenazarnos desde el interior.

"Sí algo decide salir de ahí, el mejor momento para enfrentarlo es ahora y no cuando solo haya una pequeña guardia."

Pero no soy yo quien da las órdenes, por lo que acato su mandato y vuelvo a subir presuroso, antes de informarle:

 - "Señor, sangre en instrur... instrumentros... tortura. Quemar debemos, por si magia mala ahí. Guardia en túnel, Señor. Cosa mala salir de ahí poder y matar dormir mientrase, Señor."

Es todo cuanto tengo que informar y mi recomendación pues, después del asunto de la Lanza del Dolor, me queda claro que con hechicería, donde haya sangre y muerte también puede haber entidades y, si bien algunas se pueden aprovechar, otras pueden ser nuestra condena.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO OSCURO.

Ballestero no se fiaba. Parecían ellos, pero poco antes había habido problemas con las ilusiones. Él mismo creía haber visto Caminantes de Galdan mientras oteaba, y también había sido atacado por un murciélago fantasma. ¿No serían monstruitos de esos del túmulo disfrazados con los cadáveres huecos de sus camaradas? No podían ser ellos, parecían demasiado desmejorados. Se arrepintió de haber desencordado su ballesta, pero ahora ya no se podía remediar sin descubrir su posición.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

El camino toca a su fin mientras la oscuridad de la novhe ectiende sus zarcillos para reclamar los restos de luz que se puedan aún filtrar por el cielo nublado.

Una ráfaga de viento helado me hace apretar más la manta en tormo a mi cuerpo. Lo malo es que la ráfaga ha venido con un quejido de ultratumba que me estremeció entera.

Miro la casa, abandonada. Bueno, mo somos granjeros, y seguro que el terreno baldío es un buen sitio para entrenar. Además, dijeron que no había pitonisas.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

El suave balanceo del carro me mece hasta cerrar los ojos y quedar por un momento dormido. Cuando despierto veo como el pueblo de la empalizada baja se aleja lentamente.

Observo con curiosidad las casas. Si tienen problemas de asaltantes, ¿no deberían tener un muro más alto?

En fin, cosas ilógicas. Como que no haya nadie.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

Reyezuelo avanza en cabeza del grupo que se aproxima. 

Ni el frío ni el agotamiento eran lo bastante intensos como para ocultar del todo su orgullo, aunque todo su mérito fuese haber sido el primero en descubrir dónde estaban sus compañeros. 

Una vez a una altura a la que creyó que estaba lo bastante cerca como para que fuese imposible que no los hubiesen visto, alza el brazo libre en un gesto mudo de saludo.

Pronto habría gente pidiendo informes y reorganizando cosas, pero sus huesos helados sólo podían suplicar por un rincón en el que caer rendido para recuperar el calor, como probablemente sucedía con todos los que le seguían.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

La situación casi había alcanzado su punto crítico, cuando finalmente Reyezuelo y ¡Uno de los caballos!, terminaron por guiarlos hasta donde supuestamente se encontraba el resto de la compañía.

Al menos, aquella noche la pasarían bajo techo, aunque la sombra creciente que envolvía al bosque con sus oscuras garras no le producía buenas sensaciones. 

Miró al Capitán, esperando con ansia nuevas órdenes que por fin lo mandasen a descansar, después de aquellos dos días durísimos. 

¿Aquellas sombras les acecharían igualmente en aquel poblado que parecía abandonado? Imploró para no fuera así. 

Continuó esperando nuevas órdenes, con la lanza corta sujeta con fuerza, el brazo del escudo en tensión, y lanzando miradas furtivas al bosque.

Por si acaso. 

-Hmm- Fue lo único que dijo.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

El haber seguido a Reyezuelo dio con el resto del grupo, lo cual hizo suspirar aliviado a Desastre que, aquella vez, no la había liado. Tampoco es que le importase liarla, pero eran sus hermanos y debía protegerlos. En cuanto llegó bajó del caballo para llevarlo con la mano en busca de Analista, para devolvérselo. También buscó con la mirada al guardián de su escudo, Frontera. Se sentía desnudo sin él.

De reojo seguía atento para asegurarse que todos estaban allí y más o menos enteros.

Estaba dispuesto a hacer lo que tocase para que todos pudiesen comenzar a descansar y cenar.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

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MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

Cuando el resto de la compañía procedente de la ruinosa iglesia vislumbró la destartalada granja y a los primeros miembros de la segunda expedición, tuvieron que sentir un gran alivio. Estaba por ver como de cómodo y confortable sería el descanso entre aquellos edificios, comparado con la sólida piedra del nivel inferior del abandonado templo, pero quizá pensasen que era mejor opción que permanecer otra noche durmiendo entre sombras acechantes y aquella maldad impregnada en la roca... Pronto lo sabrían. Lagrimita aún no conocía que horrores se hallaban en el sótano, para él, las cosas comenzaban a ir en ascenso, pero Cielo tendría una opinión muy distinta, clavado al suelo como estaba al ver y sentir lo que acababa de contemplar.

Con ayuda del experimentado Frontera, el fuego de la cocina ya estaba en marcha, solo quedaba que el fortachón Campaña colocase la gran olla sobre el soporte metálico y entre los tres usaran la mitad del barril de agua para llenar su contenido. Mientras aquello comenzaba a hervir, habría tiempo de encargar a alguien más adecuado que se pusiera con la deliciosa sopa de harina que tendrían que llevarse a la boca. - Buen trabajo muchachos, ahora vayamos fuera a echar una mano con todo lo que tienen que traer. - Dijo mientras daba sendas palmadas en cada costado de ambos.

Pero antes de todo eso, habría que informar a su voluminoso primo para que achuchara a los campamenteros, a menos que quisiera arriesgarse a que su sobrino terminara convirtiendo la posible sopa en una pasta incomible difícil de tragar. Se acercó pues hasta el oscuro, saludando de camino a los compañeros recién llegados, buscando especialmente a Palomita y Pelagatos.

- Cabo, el fuego está encendido, el agua pronto empezará a hervir. - Informó, guardándose la sugerencia de enviar a alguien a ir preparando la cena. - ¿Dónde vamos a acomodar a los enfermos? - Se permitió exponer, eso si que era necesario determinarlo pronto.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

No hay esperanza.

Ninguna.

Sólo muerte y sombras, y espíritus, desesperanza intensa que cala en los huesos, como el frío ávido de vida, hambriento.

Si el sol se pone, estaremos perdidos. No, estamos perdidos ya, nada importa. 

***

Un paso tras otro, las Cimitarras pesaban en sus brazos caídos como si fueran diez veces más grandes. Se arrastraba aún estando en pie, el cansancio la anclaba al suelo, y cada movimiento era una lucha: levantar un pie, adelantarlo, balancear el peso, levantar el otro pie...

Las voces le indicaron que habían encontrado algo. Su vista borrosa por la enfermedad apenas definía las formas de la empalizada, de los techos, apenas percibía las danzas macabras de las luces, estuvieran esas luces donde estuvieran. 

No hay esperanza...

Sin embargo, allí estaban, decían. Los otros expedicionarios, todos... ¿todos? 

Una llama se encendió en su pecho. Quizá no estaba todo perdido, después de todo. 

Pero la noche avanzaba implacable, repleta de sombras, ahíta de muerte. 

No hay esperanza...

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

No hay esperanza.

Ballestero estaba completamente seguro de que alguien debía estar siguiendo a sus camaradas pues, ahora que andaban algo más cerca y, sobre todo, ahora que habían hablado, y les podía oler, se daba cuenta de que no eran gusarapos disfrazados con sus cadáveres huecos o algo así. Eran sus camaradas, pero era imposible que no les estuviera acechando el enemigo.

Desilusión tras desilusión, esperaba lo que temía, pero parecía no llegar, y se sentía enervado por ello, pues jamás se aliviaría la tensión de la espera.

Así que siguió sufriendo su particular tortura, y se mantuvo en su escondite (no muy bueno, todo hay que decirlo) protegiendo la retirada de sus adlateres en busca de enemigos.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

Por suerte para todos, no se trataba de una ilusión o un engaño. Ahí estaban realmente sus compañeros. Y si mucho no se equivocaba, al poco de llegar ellos empezó a salir humo por la chimenea. ¡Fuego! Iban a tener fuego para descansar. Al menos esta noche no lamentaría haber tenido que dejar la leña atrás, y los heridos y enfermos podrían calentarse cerca del hogar. 

-Empezad a descargar lo que hemos traído, aunque no toquéis aún a Guepardo, antes quiero ver dónde puede descansar-ordenó, desmontando con aspecto cansado y con intención de entrar en la granja a comprobar su estado. 

URO había respondido con una mirada asesina a los comentarios del CABO BARRIL sobre sus dificultades para liberar el hacha de la improvisada funda donde la había ajustado. Y aunque no había emitido palabra alguna, aquello había sido suficiente para que el resto de sus compañeros se lo pensara dos veces antes de acercarse a brindarle alguna ayuda.

Ayuda que, por otra parte, el k´hlata bien podría haber aprovechado. Pues necesitó de unos largos momentos de extrañas contorsiones y dolorosos tironeos para que el mango de su grotesca arma saliera por fin del hueco de su armadura donde lo había ajustado,  que no era otro que aquel destinado al cuello del guerrero.

Aquella situación encendió las alarmas en la mente del bárbaro. Pues ahora tenía claro que debía resolver aquello, si no quería volver a encontrarse en tan incómoda situación. Tenía que conseguir un arnés para su arma. O algo que cumpliera dicha función. Nunca había necesitado algo semejante hasta ahora, pues jamás le nadie había ordenado que asumiera una actitud inofensiva. Pero tal parecía que algunas cosas sí que habían cambiado en aquel misterioso nuevo paraje...

De todos modos, el hosco personaje pronto se desentendió del asunto, y se apresuró a encaminar sus pasos a la granja abandonada. Al llegar, y viendo que ninguno de sus camaradas terminaba de decidirse por algún curso de acción, simplemente abrió de un puntapié la desvencijada puerta y se coló en el interior.

El guerrero ingresó con actitud acechante, algo agachado y cubierto por su escudo, pero pronto comprendió que todas sus precauciones resultaban innecesarias. Aquel lugar parecía completamente abandonado. Y así había estado durante un buen tiempo. De modo que, ya con la presencia del resto de sus compañeros inspeccionando cada rincón, el Hostigador simplemente se limitó a permanecer alerta ante cualquier sorpresa.

Cuando ANALISTA y el resto llegaron por fin a la granja, URO aprovechó para acercarse al tremendo barril de agua que habían traído y zambulló sus poderosas manaza para formar un cuenco de donde beber. El k´hlata estaba terriblemente sediento, así que tragó largos sorbos, sin preocuparse demasiado respecto de la procedencia de aquel líquido. Luego de ello, se dirigió a las afueras de la granja para cumplir las órdenes del CABO BARRIL y vigilar los alrededores.

No pasó mucho tiempo antes de que el resto de la Compañía apareciera arrastrándose lastimosamente por el sendero. Y el Cazador de Cabezas pronto se apresuró a llegar hasta ellos para echarles una mano. Visto desde afuera, estaba claro que los mejores días habían quedado muy atrás. Y que actualmente la Compañía no representaba una amenaza para nadie. CAPITAN y el resto de los mandos tendrían un duro trabajo por delante si pretendían mantenerlos a todos con vida en las próximas semanas... uro ciertamente no envidaba sus posiciones.

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Cuando comenzó a divisar a sus compañeros se tranquilizó un poco, aunque seguía preocupado por aquel lugar y por sus posibles habitantes y enemigos. En cualquier caso parecía mejor que la iglesia llena de malos espíritus. Siguiendo las indicaciones de Capitán ayudó a descargar el carro, sobre todo ayudando a Plumilla.

-Dame la mano Plumilla, te ayudaré a bajar, ten cuidado. Después buscaremos un buen lugar en el interior para que descanses.

Esperó a que alguno de los que estaban allí les indicaran donde ponerse o que el Capitán decidiera un lugar para dejar a los más enfermos antes de dejar a Plumilla y después se acercó al Cabo Barril.

-Cabo Barril, me pongo de nuevo a sus órdenes Señor.

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Mantuvo la posición sobre su caballo siguiendo al resto de la Compañía Negra hasta que se ordenó que se detuvieran. Los temores, peligros o suposiciones que habían rondado su cabeza desaparecieron en cuanto el resto de los restos de la Compañía Negra aparecieron ante ellos. Parecía que todos estaban sanos y a salvo, no era poca cosa, sin duda. Con cuidado el oscuro acercó su caballo al lugar que habían elegido como lugar para pasar la noche y descabalgó.

Las órdenes de Capitán eran claras, así que no tardó en obedecerlas. Tras descender de los lomos de Orgullo se preparó para recoger sus pertrechos más elementales. No hizo preguntas pese a que deseaba conocer las novedades, suponía que en algún momento se responderían sus dudas.

—Voy a buscar un lugar para dejar a los caballos ¿me acompañas? —preguntó a Palomita mientras tomaba las riendas de su caballo desde el suelo para conducirlo a algún lugar en el que poder dejarlo descansando.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

Asiente a la nueva orden del Capitán, agradeciendo mentalmente ver a Uro , Lagrimita y Frontera  adelantándose para ayudar en la tarea. El lamentable estado de la mayoría de los recién llegados les pondría las cosas difíciles, de otro modo.

Al acercarse a la carreta echa un ojo a los más enfermos y heridos que viajaron en ella, pero no dice nada.

Por ahora se limitaría a bajar los bultos e irlos dejando contra la pared de la construcción, hasta saber dónde se plantaría cada tienda, sus dueños las reclamasen o lo reclamasen para alguna otra cosa. 

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MENOS DE MEDIA HORA PARA EL OCASO.  - CIELO MUY OSCURO.

El carro se detiene por fin y varias caras familiares aparecen dispuestos a ayudar para dejar el carro de la pitonisa como antes. O, al menos, no llenos de gente.

Me siento débil, tiritando sin cesar. Bajo del carro y me acerco a Chamán Rojo. Organiza la gente por ahora...

Me dirijo al interior de la granja. Busco a Ballestero y le indico que me siga.