Partida Rol por web

- "Así es. Por favor, sentáos, hay sillas de sobra para todos.

Por lo que he podido averiguar, este Palacio se usaba hace años como embajada, con delegaciones del Reino Pastel, de Dadiz y de Idon. Por lo visto entre estos muros han tenido lugar muchos asesinatos truculentos." -

- "Bienvenidos todos. Sentáos, por favor. Tomad algo de vino negro cho'n deloriano. Veo que nos traéis un prisionero. Quizá sea mejor entregárselo a Sedoso, es nuestro especialista en interrogatorios. Teniente, que se lo lleven." -

El Teniente llama a uno de los guardias de la puerta, Muerte del Cansado, que se lleva al prisionero.

Analista sirve cuatro copas de un vino aromático muy negro. Tiene un olor como a madera y a ciruela.

- "Hijo, me alegra ver que ya estás mejor." - Le dice a Lengua Negra.

El Capitán no es un hombre dado a expresar emociones. Es así desde el asesinato de su padre, el anterior Capitán, veinte años atrás.

Oh, dios...

No quería hablar con Serpiente. Era demasiado... enigmático. El chamán aún recuerda la acusación que le estampó en los morros, y no estaba del todo seguro de que no fuese un conspirador. Y si le había echado en cara algo que no era, Rastrojo no quería averiguarlo.

Sin embargo, la guardia no había hecho más que empezar. Al mestizo le quedaba mucho parloteo por soportar, y picó en la provocación del Oscuro.

Serpiente... tienes mala memoria. Yo ya sabía volar desde hace tiempo. ¿No te acuerdas?

Rastrojo no tenía ni la menor idea de qué le estaba hablando, pero si le contestaba a Serpiente sin ningún sentido, por lo menos el chamán no tendría que esforzarse mucho en pensar. Así no acabaría con los dolores de cabeza que Serpiente deja en todos sus interlocutores.

- No, no me acuerdo. Aunque quizá eso se deba a que tengo mala memoria, como me has reprochado.- Sonreí.- O quizá eres tú, que confundes realidad con sueño. Me decanto por la segunda opción por tu afición al descanso además de que aun recuerdo lo que hace un momento me has contado. Dime Rastrojo, ¿con qué más sueñas? Si me lo dices a lo mejor puedo hacer algo para que no resulte en un completo fracaso como tus revoloteos.

Jabalí miró a su alrededor y volvió a bufar. No, no le gustaba aquello... siguió a sus compañeros a los lugares que tenian que elegir para pasar la noche y echó un vistazo. Pequeñas madrigueras con una sola salida... a no ser que aquella ventana... pensó entrando en una celda y mirando por la ventana a ver a donde daba Vale, se acepta, tiene una via de escape si es necesario... Salió de aquel lugar pensando si quedarse en aquella o no, cuando vio entrar a Guepardo y elegir la del fondo, la de la ventana. Mejor... prefiero puerta, si hay algún problema, saldré rápido de ahí dentro. Así que volvió a entrar, eligió la celda sin ventana, pero sí con puerta y dejó sus cuatro cosas así apiladas en un rincón. Sintió salir a Guepardo como alma que lleva el diablo de nuevo al patio y no puedo evitar reir. Otro que no le gusta este sitio.

Matagatos saluda al Analista y al Capitán con una inclinación de cabeza. Cede al prisionero a los guardias y le dedica una maliciosa sonrisa pensando en lo que le espera.

Quizá te arrepientas de no habernos dicho nada a nosotros.

Cedió un sitio a su hermana y después se sentó a su lado. Jugó un poco con la copa de vino mientras el Capitán saludaba a Lengua Negra pero no bebió, tan solo hizo girar el contenido de la copa sin derramarlo. Esperó a que padre e hijo terminaran sus saludos o que los mandos decidieran comenzar con la sesión de preguntas y aclaraciones que seguramente les tenían preparados.

Guepardo se quedó perplejo ante las palabras del comerciante. Cien piezas de plata le parecían muchas, pero tampoco estaba seguro. Quizás se tendría que apañar con el arco Caiman. El caimán estaba bueno, después de todo. - Muy bien. Tengo todo esto -dijo tirando todos sus objetos personales al suelo salvo su lanza. Se quitó el collar de boniatos y piedras de su aldea y continuó hablando. -Este collar es muy bueno. Aleja a los malos espíritus y son buenos boniatos para sopa. Tengo más. Mira. Mira. -Le guiñó el ojo mientras sacó de su bolsa seís boniatos semidespachurrados. - Tu coge lo que quieras y me das arco Caimán y flechas.

Allí estaban. Entre paredes, bajo techo. Pero no se podía negar que mejor de lo que había esperado cuando llegó allí, y vio el Palacio desde lejos. Recorrió la planta baja con curiosidad, metiendo la nariz en las celdas, incluso en las ocupadas. Le gustaron las de la tronera al jardín, aunque fuera pequeña era una ventana al exterior.

Vio que Sicofante había cogido una con ventana también, y que en la contigua se había instalado Ojopocho. Por un momento había pensado en la posibilidad de... pero mejor así, si así lo quería él. R'Gaa se daba cuenta que desde hacía bastante el tagliano no le hablaba apenas, y cuando lo hacía, era con el tono normal que empleaba con el resto de compañeros. Se han enfriado las cosas para nosotros. No me extraña, con el ridículo que hice como sanadora...

Se dirigió a otra celda, con ventanita, y vacía aún en su parte delantera. La miró con detenimiento, y se dedicó a colocar sus cosas, el escudo de los Chacales en la pared, como adorno, para empezar. Había un reborde en el que se apoyaba bien, y ella ni quería venderlo ni iba a usarlo. Pero le gustaba verlo.

Dejó las cosas de su mochila bien puestas en el armario, y se sentó en el camastro, admirada. Había pensado tenderse en el suelo, pero, ¿porqué no...? Probaría...

-Lo tomo. -Mentiroso cogió las monedas de plata y dejó las lanzas. «Un asunto menos. Ahora a ver cuándo podemos dejar el palacio».

Al volver de la zona de los campamenteros se metió en la habitación que vio más cerca, dejando allí su manta y el resto de sus cosas.

Vio como R´Gaa cogía otra habitación... habían hablado poco últimamente. Y no entendía el porque. Aunque suponía que fue por su actitud. Desde que le hirieron no se había acercado mucho a la muchacha. Debía poner remedio a esa situación. Al fin y al cabo, le agradaba la presencia de la joven.

Se acercó a ella- oye, R´Gaa- la llamó- si te apetece, y nos dan permiso, podemos ir a dar una vuelta por la ciudad- le dice- o por el palacio. No es que sea el mejor sitio para ello pero creo que si estamos un tiempo aquí podemos aprovechar para hablar o lo que te apetezca. Vamos... si a ti te apetece.

El Hiena siguió en silencio a los oscuros, situado justo a espaldas de la quinta, como si fuera la sombra proyectada por ella. Cuando entraron en la sala de las lanzas, se le antojó como el cadáver de un puerco espín colgado de la rama vieja y seca de una acacia, por algún cazador de escasos escrúpulos.

Cuando finalmente llegaron junto al Capitán y Analista, los saludó y obedeciendo sus palabras, se sentó en una de las sillas, aunque negó con la cabeza ante la invitación a beber el vino escanciado.

-Pone nubes en mi cabeza -dijo, viéndose obligado a justificar su negativa-. Prefiero agua.

Lengua Negra siguió al teniente, distraido por la decoración y la mampostería, regodeándose en la austera construcción de aquel palacio. Y cuando arribó a la sala de las lanzas, una sonrisa casi adolescente surcó su rostro a la vista de aquel mensaje tan evidente.

-¿Una embajada? -repitió, tras haber saludado a Analista y su padre formalmente al unirse a ellos-. Sin duda, una extraña forma de recibir a los emisarios de otros países. Con la amenaza de una muerte pendiendo sobre sus cabezas. Nadie negará el extraño sentido del humor de los cho´n delorianos -añadió con una risita-. Gracias, padre -dijo, respondiendo de forma igualmente poco efusiva a las palabras de Capitán. Sabía que su padre era poco amigo de las efusividades, vinieran de donde vinieran-. Matagatos hizo un buen trabajo. Le debo la vida. Y aunque ese es un favor harto difícil de pagar, quizás pueda conseguirle una buena espada corta que supla a la que perdió en su última batalla. No es gran cosa, pero al menos, sentiré que hago algo por él. Quizás, padre, puedas aconsejarme de algún lugar donde poder hallar una a buen precio y de buena calidad.

El comerciante sonríe y niega con la cabeza.

Acepta las diez lanzas cortas que le tiende Mentiroso y le paga tres piezas de plata.

Analista le escancia agua de una jarra a Ponzoña en su copa.

- "¿Y bien? ¿Cuál es vuestro informe?" -

- "Hay un buen mercado en cada barrio. El de este barrio es el más regular. El de la Ciudad Baja el más barato, pero el más incierto. En la Ciudad Alta está el mercado con las mejores cosas, y más selectas, pero todo prohibitivamente caro." -

Dice el Teniente, en respuesta a las palabras de Lengua Negra.

-Gracias, Teniente. Respecto al informe, creo que el más adecuado para responder es mi primo, pues gran parte de mi convalecencia tras el funesto ataque en nuestra última ciudad, me tuvo inconsciente -dijo Lengua Negra ante la pregunta de Analista-. No obstante, sí puedo decir que en nuestro viaje hasta Cho´n Delor fuimos atacados por un grupo de mercenarios pertenecientes a la tribu de los chacales. Un grupo que no operaba solo, sino que venían acompañados por dos personajes que habían poblado con anterioridad las visiones de Khadesa. Fue una batalla aciaga pese a la victoria final. Nuestras fuerzas estaban divididas, a resultas de un acción ofensiva dirigida por el Cabo Barril -señaló con la frialdad aséptica de un analista acostumbrado a los hechos objetivos, exentos de la emoción o de sentimientos que enturbiaran la objetividad- y que le condujo a abandonar el grueso de la tropa. Un hostigador resultó muerto. El llamado Escarabajo. Pero he de decir que las bajas se produjeron principalmente en la escuadra de arqueros. Pocos lograron sobrevivir y hubimos de darles sepultura allí donde yacerán para siempre la mayoría de los chacales -dijo sin extenderse en detalles-. Pero tengo esto -su mano hurgó en la pechera de sus ropajes, extrayendo un par de hojas manuscritas-. En ellas se relata con mayor precisión lo acontecido, conteniendo tanto mi visión de los hechos, como los de Khadesa. Confío en que sean de tu agrado, Analista -extendió los papeles hasta el hombre que había sido su maestro y mentor.

Caracabra estaba impresionado por el palacio, le recordaba a las antiguas ruinas del poblado, donde había crecido bajo el aparo de la bruja. Estaba impresionado pero esto no le impidió recorrer las salas mirando las paredes.

Aun le dolía el hombro, la herida del lanzazo ya casi se había curado del todo, pero aun le molestaba. No sabía quién le había dado, y suponía que fue uno de los chacales. Tenía ganas de descansar los días de camino no habían tratado especialmente bien  sus hueso y deseaba dar una merecida recompensa a sus pies, tumbándose, aunque solo fuese sobre el duro suelo de piedra.

Vio como Khadesa, entraba en una de las celdas tras las ordenes de Matagatos, y que este cogía la de al lado. El pequeño jorobado fue detrás, a la otra celda aledaña. Tenía el deber de proteger a la pitonisa.

Asiento por última vez a Carpintero en signo de respeto y me retiro de su lado para acercarme al comerciante que acaba de terminar su dialogo con Mentiroso. Escuché que había problemas con las lanzas, por lo que me saco los escudos de la espalda y los descubro para mostrárselos antes de hablar:

 - "Escudos útiles para tus nuevas lanzas. Quiero cosas para dormir sin frío."

Se los muestro. Ocho escudos en perfectas condiciones pues los Chacales a los que se los quité no fueron tan rápidos para ponerlos en el camino de las armas que les quitaron la vida. Me quedo exponiendo la mercancía, que espero sirva para conseguir una tienda de campaña, quizás un buen petate y unas mantas. No espero mucho más, pero al parecer el mundo se vuelve más frío mientras más al norte se va, por lo que debo estar preparado.

Khadesa se había sentado después de curiosear por la sala, en la silla que su hermano apartó para ella. No tocó la copa de vino que le ofrecieron, pero la agradeció con un gesto, mientras saludaba. Y pronto vació su inquietud, contando su modo de calibrar las cosas justo cuando su primo acabó de hacerlo a su vez.

-Analista, Capitán... realmente tenía ganas de verles de nuevo, después de todo lo sucedido. Tal como les dije después del ataque por los tipos de las brujas de Idon, nos han tendido una nueva trampa, una tras otra. La pareja de mi visión, aquella de Triplete que describí, apareció en la emboscada, como ha dicho el primo Lengua Negra. Y ellos dos sólos acabaron con casi todo el pelotón de arqueros que se suponía tenían que protegernos. El ataque de los chacales fue una simple maniobra. Barril y sus hombres habían salido tras otro anzuelo, nada más abandonar Idon. Quieren suprimir a la Compañía, señor, no a los Hostigadores...