Partida Rol por web

Astado sonríe, conciliador, pero no dice nada. Es evidente que no quiere broncas ni espera que se produzca ninguna.

- Rastrojo se concentra largo rato, y entonces se tira un eructo. Una extraña luz pálida y blanquecina acompaña durante un segundo al eructo. En el aire queda flotando un instante un desagradable olor a coles podridas, que, por suerte, enseguida se disipa.

- Matagatos, Ponzoña, Cochinillo y Piojillo se retiran a la celda del hijo de Portaestandarte.

Sabandija mira a Astado y sonríe ante su relajada postura. ``Este tipo me cae bien, por fin alguien que tiene los pies en la tierra´´, piensa.

Al ver que las cosas se calman se dispone a marcharse de la sala. Nada más llegue a su lugar de descanso piensa esconder el queso de forma concienzuda.

Caracabra, escucho el discurso de rastrojo el chaman no le había caído nunca bien, pero era un chaman y había que tenerlo en cuenta. También se había equivocado, según él, cuando le robo los huesos a Khadesa. Además otros miembros de la compañía ya habían cogido su queso, y no los estaban robando de un almacén, se los estaba ofreciendo otro miembro de la compañía. Para el jorobado no había ningún problema.

El jorobado se acerco a Astado, Podrías darme una de las ruedas de queso.

Finalmente reunidos en la celda de Matagatos, Lengua Negra alzó una mano para acallar las pequeñas conversaciones que estaban teniendo lugar.

-Bien, esta tarde, por temas de logística de los Hostigadores, acudí donde mi padre, si bien, por estar ocupado no pudo atenderme y fui recibido por Analista quien me comentó lo que ahora debo transmitiros -dijo Lengua Negra, sentado sobre un taburete-. Hay serias discusiones acerca de cómo proceder en las próximas jornadas. Me refiero a las estrategias que deberán llevarse a cabo para acabar con los enemigos de nuestros patronos. Unos abogan por la acción directa, otros por la prudencia. Sea como sea, no son cuestiones que nos incumban y cuando hay una decisión definitiva nos la harán saber. O no -remató escuetamente-. Sea como sea, la situación inmediata es la siguiente. Van a dividir la Compañía y aunque son conscientes de que tal hecho nos debilitará, también es cierto que tal vez sea la única manera de controlar todo el territorio. Por de pronto la Caballería, con el apoyo de los Comunes, van a ser los encargados de proteger la ruta comercial de Idon -Lengua Negra los miró a todos para ver si comprendían lo que aquello suponía-. Dado que van a dividirnos, van a establecer un nuevo campamento base en mitad del territorio, frente a la Puerta de Galdan. Este será protegido por la Infantería, Arqueros y parte de los Reservas. Dentro estarán también parte de los seguidores de campamento y será donde se guarden los suministros y desde donde se refuerce cualquier posición que sea vulnerable. Como el punto donde cae la piedra y desde el cual parten las ondas -ejemplificó-. Luego están los Escorias de Chon'n Delor que mantendrán un campamento propio para reforzar al campamento base en caso de un ataque imprevisto.

Hizo una pausa, breve, que aprovechó para dar un trago de su odre y refrescar su seca garganta.

-Exploradores, Hostigadores y Campamenteros tendrán como misión rastrear el territorio en busca de las bases de los Fantasmas Irredentos. Se supone, e insisto que es una suposición y que no hay certeza de que no puedan ser más, que hay al menos dos bases principales, cuya posición se ignora, y unos diez grupos pequeños que deberemos encontrar y neutralizar. La destrucción de los grupos pequeños de enemigos, según afirma Analista, nos llevará a la de los grupos grandes. Es decir, habrá que empezar por lo pequeño para alcanzar finalmente lo grande -dijo a los presentes, consciente de que el alud de información era mucho. Pero lo había memorizado todo y repetiría cuantas veces fuera necesario aquel mensaje hasta que permeara en los cráneos de todos y cada uno de los presentes-. Nuestros tres pelotones tendrán el apoyo, en caso necesario, del resto de Escorias bajo el mando de la Coronel Mindy. Necesitaremos viajar razonablemente ligeros y eso quiere decir que no podemos trasladar sino lo más importante. Quizás alguno deba sacrificar alguna posesión y dejarla atrás o buscar un lugar donde dejarlas para recuperarlas después. Y ahora, lo fundamental y que deberemos seguir a pies juntillas -señaló en un alto para reforzar la importancia de lo que estaba por decir-. Las órdenes para mañana son que los Hostigadores y Campamenteros se pongan bajo el mando de la Sargento Falce. Seguramente formemos una vanguardia exploradora, avanzando adelantados al grueso de la Compañía mientras tanteamos los mejores lugares para establecer nuestro nuevo campamento base. Esto, que parece simple, y ya es una reflexión personal me lleva a pensar que el alto mando tiene la intención de que funcionemos como un cuerpo conjunto, mixto. Lo cual, Matagatos, puede echar por la borda nuestros planes inciales en cuanto a organización de la estructura de los Hostigadores -habían sido horas planeando y articulando algo que ahora posiblemente fuera desechado por las querencias del alto mando-. Y si es como imagino, exigirá conocer ambos cuerpos a la perfección y superar, en un momento dado, ciertas diferencias. La jerarquía en la Compañía siempre ha sido la que es. ¡Ah!, y una última cosa. El adiestramiento previsto con la Caballería será postergado.

Observo desde lejos el espectáculo que se ha formado alrededor de Astado tras la oferta de quesos. 

Parecen críos, ¿de verdad es necesario tanto escándalo?

Doy la vuelta y me dirijo de nuevo hacia el vestíbulo. No me apetece escuchar discusiones infantiles, y no me encuentro con ánimo de ver a nadie. 

Mientras camino pienso en el sueño de la otra noche, no ha dejado de rondar mi mente un segundo. Recuerdo que con la Compañía viajan también adivinas, he oído hablar a varios de mis compañeros sobre el tema alguna vez. No tengo por costumbre creer en esa gente, pero por alguna extraña razón siento que es algo que tengo que quitarme de encima.

Al llegar a mi tienda doy cuenta de las gachas de la cena. Probablemente me arrepienta de haber dejado atrás ese queso. Ciertamente sé lo que es pasar hambre, pero ya no necesito la piedad de nadie. Me lo ganaré peleando, con honor.

Un pinchazo en el torso me devuelve a la realidad. He entrenado duramente desde que llegué a la Compañía, y sin embargo Keropis me había derrotado con aparente facilidad. Aún tengo una conversación pendiente con él.

¿Acaso no estoy a la altura? 

Pensé en la partida, y en lo que podía deparar el futuro. La perspectiva de la muerte me aterraba. Me veía a mi mismo en el caos de la batalla. Me veía cayendo en el barro, mirando mis propias entrañas salir de mi cuerpo abierto. Mis ojos aterrados moviéndose de un lado a otro, buscando cualquier salvación posible. Las sombras de mis sueños salen de la tierra y me abrazan, y yo no puedo moverme. Se ríen. Al fin tendrán su venganza. 

— ¡Ja, ja, ja!  —Cuando Keropis sacó el cuchillo Guepardo no puedo evitar reirse a carcajadas. Cada vez estaba más seguro de que no iba a tener que escaparse de allí, los miembros de la compañía se matarían entre ellos antes. Y todo por unos quesos...era magnífico. Más aún cuando contempló la catadura moral de sus líderes, que no escatimaron en robar sendos quesos tambíen. Quizás debería ir directo a los jerifaltes del Dios del dolor y contarle todo aquello, seguramente los sacrificios fueran mútilples.

O quizás te mataría a ti primero por chivato, estupido. Hacía mucho tiempo que no escuchaba la voz de Sacorroto. Si, callaría mejor. Pero, al menos, no pasaría hambre.

— Astado, dame uno de esos quesos, anda. —De perdidos al río, se dijo. Parecía mentira que entre aquellos tipejos al único que le parecía mal el robo de los quesos era a un chamán medio loco.

Astado entrega sendos quesos a Caracabra y Guepardo.

Matagatos se sentó en su jergón dejando sitio para que Ponzoña, Cochinillo y Piojillo se sentaran también si querían. Seguía cansado del entrenamiento y estaba deseando poder dormir para afrontar la caminata del día siguiente. Escuchó con atención todas las palabras de su primo intentando no perder ningún detalle y cuando este terminó tomó la palabra.

-Bien las órdenes son claras, todos nos pondremos bajo el mando de la Sargento Falce y nuestros pelotones no serán independientes sino que pasarán a formar parte de los exploradores, al menos momentáneamente.

Esa parte más que disgustar a Matagatos le producía alegría, siempre había preferido declinar la responsabilidad de mando en favor de otros y así poder centrarse en otros asuntos. Aunque sospechaba que seguramente tanto Hostigadores como Campamenteros siguieran conservando sus estructuras básicas de mando para una mejor coordinación con Falce y sus hombres.

-Habrá que acostumbrarse a viajar ligero y quizá debamos prescindir de algunas comodidades, pero seguramente no nos falten las cosas básicas. Definitivamente no podremos contar con el carro de Khadesa, así que tan solo tendremos nuestros animales y esas mulas que nos han dado. ¿Has podido averiguar si nuestros heridos podrán viajar en carro? Se volvió también a Cochinillo. ¿Vosotros también tenéis algún herido que necesite ser transportado?

No sabía los resultados de los entrenamientos de los Campamenteros y esperaba que el pelotón de su primo no hubiera padecido las mismas desgracias que el suyo.

-Por mi parte no tengo ningún inconveniente en ponerme bajo el mando de Falce, ni tampoco de trabajar codo con codo con los Campamenteros o con quien sea necesario y espero que el resto de Hostigadores y Campamenteros actúen igual. Será necesario que hablemos con ambos pelotones y les informemos de la futura situación, así como de las condiciones de viaje que tendremos para que puedan hacer los arreglos necesarios con sus posesiones.

Él siempre viajaba ligero y alguna cosa que le sobraba se la llevaría a Khadesa para que se la guardara de momento, el resto debería hacer lo mismo con sus cosas.

-Lengua Negra, Ponzoña. Necesitamos hacer recuento de las posesiones de los Hostigadores y ver que podemos cargar y que no. El resto lo dejaremos atrás o intentaremos que Khadesa se lo lleve para utilizarlo más adelante. Primo -dijo a Lengua Negra- siento que se haya cancelado el entrenamiento con la caballería, seguramente tendremos oportunidad de realizarlo más adelante.

Aunque más adelante significaba que podrían pasar meses hasta terminar su misión actual y que incluso podían ni seguir vivos. Ahora comenzaban una nueva guerra y esta vez ellos estarían metidos de lleno desde el principio.

-Cochinillo, Piojillo estamos a vuestra disposición para ayudaros si hace falta. Si no disponemos de carro para llevar heridos haremos unas parihuelas para que las arrastren nuestras mulas, si tenéis algún herido podríamos hacer alguna extra.

Pulga siguió acercándose a la zona de los campamenteros con pequeños pasos y fingiendo sus heridas y mareos como había hecho durante toda la tarde. No podía dejar de mirar y pensar en su queso. Se sentía intranquilo después de todo.

¿Y si ahora el queso está maldito?

Daba vueltas a la rueda de queso una y otra vez intentando convencerse de que las maldiciones del ojo de Ojopocho no podrían transmitirse a un queso, pero no lograba autoconvencerse.

¡Maldita sea! ¡Tengo que deshacerme de este queso!

Miró para atrás fijándose en quienes tenían un queso.

Plumilla no me sirve, podría convencerla de compartir su queso conmigo si se me acaba antes. Derviche tampoco, no accedería por las buenas, ni siquiera me dejaría acercarme. Cochinillo sería buena opción, pero ahora no está y además también podría compartir su queso conmigo. Piojillo tampoco está. Así que me quedan Sabandija, Malamente, Chamán Rojo y Tarado. Lo intentaré con alguno a ver si tengo suerte.

Pulga se apoyó en la pared descansando por el esfuerzo que le supuso llegar hasta allí el solo y vio pasar a Malamente que regresaba a la zona de los Campamenteros.

-¡Eh Malamente! Acércate un momento.

Cuando su compañero se acercó le ofreció su lanza corta y alargó las manos hacia su queso.

-Necesito que me enseñes algún movimiento para atacar o defenderme, mañana nos pondremos en marcha y no quiero combatir sin estar preparado. Yo sostendré tu queso, pero por favor ayúdame, tan solo será un momento.

Pulga necesitaba la ayuda de Malamente si quería sobrevivir dentro de la Compañía y esperaba que le pudiera enseñar algún movimiento.

La primera reacción de Malamente fue mandar a paseo a Pulga... -Mira, personajillo... -Pero luego, reflexionó: -Un momento... tal vez pueda sacar tajada de este zopenco. -Pensó mientras observaba su estado físico con cierto desprecio. -¿Quieres que te ayude? ¿Quieres que te enseñe unos cuantos movimientos? Está bien, pero recuerda que estarás en deuda con Malamente y te aseguro que pienso cobrarme mi deuda. -Este se quedó mirando fijamente a Pulga con esa mirada profunda que helaba el corazón del hombre más valiente...

-EEEHHH... Respondió Pulga dubitativo. Está bien, es justo. Te deberé un favor, te agradezco que te tomes la molestia amigo. Me estás salvando la vida.

Pulga le acercó la lanza y cargó la rueda de queso de Malamente para que este pudiera hacer la demostración. Después se quedó mirando atentamente a Malamente mientras acomodaba las dos ruedas de queso para poder soportar mejor su peso.

-Puedes comenzar. Dijo intentando sonreír.

- No te preocupes por mi queso pues no lo necesito. - respondo a Pulga. Sé cazar y alimentarme de diversas plantas e insectos así que no moriré de hambre.

- No rechaces una ayuda tan a la ligera. - añado. No sabes cuando la necesitarás realmente.

Luego miro a Malamente y sonrío.

- Malamente, tú siempre con ese trato tan agradable. - le digo. Da gusto ver que hay cosas que no cambian.

- No le des muy fuerte al pobre Pulga. Mira en que estado tan lamentable le han dejado esta mañana. - añado.

- Bueno, aunque tampoco es mucho más lamentable de lo habitual en él. - pienso mientras me encamino en busca de Frontera.

Tras recibir mi queso me dirigí sin más dilación a mi celda. Estaba cansado y harto de las palabrerías de esos reclutas ruidosos.

Guardé el queso entre mis enseres y me tumbé en el camastro. Observé detenidamente la espada que Campaña había afilado para mí. Estaba bien. Me costaba admitir que el gigantón zopenco tenía tal vez buenas cualidades como herrero. Tal vez era algo genético. Podría decir entonces que yo también tenía en mis genes dotes de mando y de gran soldado. ¡Por supuesto que las tenía! ¿Porqué pensaba "tal vez"?

Posé la espada a mi lado mientras seguía pensando en cosas cada vez más incoherentes hasta quedar dormido. Mañana sería otro día.

Al parecer Pulga no entendía que sus fines no eran precisamente ayudarle, pero eso a él le daba igual. Más fácil tendría el camino. Agarró la lanza corta y se puso en posición para enseñarle un par de movimientos para que se quedara contento cuando Ojopocho hizo un impertinente comentario. "-Malamente, tú siempre con ese trato tan agradable. Da gusto ver que hay cosas que no cambian. No le des muy fuerte al pobre Pulga. Mira en que estado tan lamentable le han dejado esta mañana."

Esto hizo que Malamente entrara en cólera, no le gustaba el tono con el que se había dirigido a él ni el significado. Con los ojos muy abiertos y a punto de salírseles de sus cuencas oculares, Malamente fue hacia Ojopocho. Cuando estuvo lo suficientemente cerca con la mano derecha levantó la lanza hasta ponerle la punta en el cuello, lo que produjo un gesto de miedo en la cara de Ojopocho. Con una voz todavía más profunda que su típica mirada y a gritos le dijo: -Mira payaso, lo que este despojo y yo hagamos no es asunto ni tuyo ni de nadie, así que si quieres hacer de mamá, hazlo, pero no con quien yo esté hablando, ¿te queda claro?

Antes de volverse para retomar la posición que había adoptado antes de la interrupción, volvió rápidamente la lanza y con la parte de madera golpeó de una forma suave a Ojopocho (dejándole una marca roja), pero lo suficiente como para darle a entender que la conversación se había acabado en ese mismo momento.

-Veamos. -Malamente se aclaró la garganta. -Sin duda, una de las mejores acciones defensivas con lanza corta es dejar que tu enemigo de abalance hacia ti, dar un par de pasos hacia atrás y cuando este vea que tiene que seguir avanzando, dar la vuelta a tu lanza como he hecho con Ojopocho y en lugar de darle de una forma plana y en el brazo, le das con la punta de madera en el pecho o si tienes muy buena puntería, en la cara. -Mientras hablaba, se movía con agilidad para que Pulga viese exactamente a qué se refería.

-Si le das en el pecho seguramente lo único que conseguirás será pararle en seco y puede que le hagas daño en una zona tan molesta de golpear, pero no conseguirás una gran ventaja... a no ser que tu enemigo sea muy pequeño o tu seas muy grande... -Miró a Pulga -que evidentemente, no es el caso. En cambio si tienes la puntería suficiente de golpearle en la nariz le causarás un daño terrible, porque es una de las zonas más frágiles de la cara. Sobretodo si le das aquí -agarró la cabeza de Pulga por la nuca y puso su dedo pulgar sobre la espina nasal inferior. Le presionó un poco y esto hizo que Pulga se revolviese a la vez que soltaba un pequeño quejido. -¿Ves a lo que me refería? Para esto tienes que ser más pequeño que tu oponente, pero aunque sea más grande o igual que tú si le rompes la nariz de un golpe no creo que le importe mucho tu altura.

-Por otra parte -continuó - si eres suficientemente diestro con la lanza y aciertas a atizarle en el ojo, lo más seguro es que aunque le des con la parte de madera se lo atravieses o se lo aplastes... y aunque nunca me han atravesado un ojo, eso tiene que doler si es que no te mata directamente. En caso de no matarlo, lo tendrás medio cegato y muerto de dolor, por lo que será fácil acabar con tu enemigo. 

-Pero lo más sencillo para no complicarte la vida, lo más fácil es hacer como te he dicho: das un par de pasos hacia atrás y cuando vuelva a la carga, le arreas con el lateral de la lanza como he hecho con Ojopocho antes, pero en lugar de darle en el brazo, dale en la cabeza con fuerza. Un golpe en la cabeza lo dejará aturdido, por lo que podrás aprovechar su estado y ensartarlo con tu lanza.

¿Lo has entendido? -Pulga asintió -Bien... practica un poco que te vea yo y cuando lo domines te enseñaré otros pasos de "baile".

Malamente estuvo enseñando a Pulga más tiempo del que nunca hubiese utilizado sino fuese porque quería sacar provecho de este. -Cuanto más tiempo vivas, más útil me serás.

Cuando terminaron, se llevó a Pulga un poco apartado de todos y le comentó algo que había estado pensando durante el "entrenamiento": -Oye... -esta vez su voz no detonaba enfado o agresividad como de costumbre, sino que era amistosa, pero no precisamente por sentir afinidad de Pulga, sino porque iba a empezar a cobrarse su deuda y le sería más sencillo si en lugar de acongojar a Pulga, se lo llevaba a su terreno -el asunto este de Ojopocho... si algún jefe me pide explicaciones espero que me cubras, ¿de acuerdo? -Malamente cogió su queso y se lo echó al hombro para cargarlo mejor -Les diré que Ojopocho nos insultó a ambos metiéndose donde nadie lo llamaba y que el golpe que le dí fue solo como ejemplo para enseñarte como hacer el primer movimiento que te he enseñado, ¿de acuerdo?

- Deberías controlar ese mal caracter que tienes. - respondo a Malamente. Si piensas que me impresionas con tu bravuconería estás muy equivocado.

Sin dedicarle más tiempo a este altercado con Malamente prosigo mi camino.

- Si yo fuera tú no amenazaría a la gente tan alegremente y menos cuando ese alguien no necesita acercarse a tí para acabar contigo. - añado sin dignarme siquiera a mirar a Malamente.

- Algún día alguien te enseñará modales y a respetar a los demás. - susurro mientras me alejo. Y ese día estaré presente para deleitarme.

Sicofante decidió volver a su celda. Aún tenía ciertas "heridas" que curar. En su mente quedó grabado las discusiones que se produjeron entre sus compañeros. No era nada extraño que eso se produjese, mas bien al contrario. No obstante, al tagliano le preocupaba que eso pudiera ir a mas. Eran mercenarios y solo podían confiar en sus compañeros de arma, si esa confianza desaparecía... mas no llegarían a eso. Debía pensar con mas optimismo y hacerse menos líos mentales. La compañía estaba por encima de rivalidades personales.

Llegó a su celda y se acostó por un rato para descansar. Tendrían un día largo, pero por fin abandonarían esa ciudad.