Partida Rol por web

Tras escuchar las palabras de Ansia de Dominio y por más que aquel individuo le repeliera profundamente, el dinero que esperaba proporcionarles a cambio de la pequeña humillación de solicitárselo, les era imprescindible. Paseó entre las camas de sus hombres, saludando e interesándose por su estado y a todos ellos vino a comentarles lo mismo.

-Tenemos deudas, deudas que debemos cubrir. Las armaduras que conseguí en el último momento no fueron gratuitas, y si bien el botín ha sido satisfactorio, dudo que sirva para cubrir lo que como pelotón debemos. Así pues, tomad lo que Ansia ofrece. Es hora de hablar también de cuales serán los usos y costumbres de cara al reparto de los botines de ahora en adelante. 

Poco después, era el propio Lengua Negra quien se acercaba a Ansia de Dominio para reclamar sus diez monedas de plata.

-Díez monedas de plata -dijo el Hiena tendiendo su mano. 

Me encontraba descansando las heridas mientras listaba con detalle lo que se había repartido al pelotón de Hostigadores. Matagatos me nombró consejero pero también me pidió que llevase las cuentas si podía, ahora que Lengua Negra era jefe de otro pelotón. Escribir en un pergamino no era lo mismo que dar órdenes en una guerra, pero suponía que era otra manera liderar. Si nadie hacía eso el reparto sería caótico y tal vez incluso recibiésemos menos de lo que debíamos.

Cuándo hube terminado salí a estirar las piernas, justo a tiempo para ver cómo una linea de soldados se creaba enfrente de Ansia de Dominio, quién tenía un cofre lleno de monedas en las manos. Al parecer era un regalo para todo aquél partícipe en la batalla. 10 monedas de plata. Sin dudarlo, yo también me acerqué a Ansia de Dominio a reclamar mi parte. Necesitaba una suma de dinero muy alta si quería que Orgullo me acompañase a la próxima batalla.

Había visto cómo Hechizado y el resto de caballos no temían a la batalla y cómo incluso atacaban a los enemigos. Además, ninguno de los corceles había muerto. Yo también quería disfrutar de eso con Orgullo.

- Yo también reclamo mis 10 monedas por mi participación en la batalla.

La Quinta había acudido a la vera de su hermano a la primera llamada. Y no sólo había estado cuidando de Matagatos, en lo que había podido. También había dedicado sus atenciones a los demás heridos. A todos, desde los más queridos, como Ponzoña y Dedos, hasta el cobarde y estúpido títere disfrazado de chamán, Rastrojo.

Se acercó a Loor, y antes de preguntar a Plumilla en qué podía ayudar a la Guerrera de la Diosa, le habló a ésta.

-Te debo una disculpa, Loor. No me porté bien contigo, y ahora me arrepiento. Tienes tu relación con la Madre, y la respeto. Y eres congruente con ella. Te agradezco además que salvaras a mi hermano. Sin tu ayuda ahora pasearía en el mundo de los espíritus. Gracias.

Poco después llegó el extraño hombre medio pez, repartiendo plata. Lengua Negra habló claro, y ella tenía tanto derecho como cualquier otro a recibir esas monedas. Se había jugado la piel, aunque no la hubieran herido. Lo que hiciera con ellas no era cosa de Cho'n Delor, sino de los Hermanos de la Compañía. Se acercó pues a él.

-Yo también reclamo mi parte, las diez monedas. Y quiero preguntar cómo van a hacerlo los heridos, si no pueden desplazarse hasta ti. ¿Vas a ir a preguntarles? ¿O puedo pedirlas yo, o cualquier otro, en su nombre? Si es así, las reclamo ya, Señor.

Tarado observó cómo sus compañeros comenzaban a ir a reclamar su plata por haber participado en la batalla. Él no se consideraba digno merecedor de tal premio, pero había estado presente, así que pensó que podía recoger el dinero y repartirlo entre los más heridos, o para ayudar a preparar un funeral más digno o bonito para aquellos que habían dado la vida por la Compañía… así que sin dudarlo se encaminó a aquél extraño tipo y extendió también la mano.

- Yo también estuve en la batalla. – dijo como si fuera suficiente. A pesar de no haber derramado sangre enemiga, sus heridas eran prueba más que suficiente de que había permanecido del lado de la Compañía para intentar acabar con los enemigos.

Odio se acercaba a Loor con las noticias sobre Hermana y Belleza cuando Ansia apareció con un carro portando un cofre. Tardaron poco en saber que estaba lleno de monedas para aquellos que hubiesen participado en batalla. El hiena siguió su camino, ignorando la recompensa, hacía Loor, él no había participado.

Se puso junto a ella, volvió a hincar la rodilla y la miró de arriba a abajo.

- ¿Cómo te encuentras, te han atendido?

Tras la batalla, Lombriz ayudó con los heridos y recogió armas del suelo. Al parecer habían muerto varios...Michou entre ellos. Aquella noche iban a repartir Grog y Ansia de Poder, por otro lado, iba a repartir diez monedas a todo el que había luchado en la batalla. Imagina, diez monedas. Ahora que Michou estaba muerto nadie podría defenderlo con su escudo en la batalla, así que necesitaría uno. Se acercó a Ansia de Poder y le dijo: —Yo luché. Maté a uno y herí mucho a otro. —Y sonrió con la satisfacción que lo hace un niño pequeño cuando cree hacer las cosas bien.

Se acercó a Loor, y antes de preguntar a Plumilla en qué podía ayudar a la Guerrera de la Diosa, le habló a ésta.

-Te debo una disculpa, Loor. No me porté bien contigo, y ahora me arrepiento. Tienes tu relación con la Madre, y la respeto. Y eres congruente con ella. Te agradezco además que salvaras a mi hermano. Sin tu ayuda ahora pasearía en el mundo de los espíritus. Gracias.

Loor miró a Khadesa unos segundos pensativa

- Ojalá podamos hablar más tarde Khadesa. Hay muchas cosas que no entiendo de los Oscuros, y aunque seamos todos hermanos en la compañía, es necesario que la unión de todos sea real. Ojalá podamos unirnos en la fe de la diosa. Pero si podemos comprendernos, y sentir que todos tenemos las mismas oportunidades, también valdrá - sonríe, entonces, ligeramente, y se toca las heridas, pensativa- Todos sangramos, después de todo. ¿Entonces Matagatos está bien?

Posteriormente cuando llegó Odio....

Odio se acercaba a Loor con las noticias sobre Hermana y Belleza cuando Ansia apareció con un carro portando un cofre. Tardaron poco en saber que estaba lleno de monedas para aquellos que hubiesen participado en batalla. El hiena siguió su camino, ignorando la recompensa, hacía Loor, él no había participado.

Se puso junto a ella, volvió a hincar la rodilla y la miró de arriba a abajo.

- ¿Cómo te encuentras, te han atendido?

- No moriré por estas heridas. ¿Ha habido muchas bajas? ¿localizaste a Hermana y a Belleza? - le pone la mano en el hombro- Me alegra que estés aquí, hermano

Caracabra no estaba muy contento por el papel que él había desarrollado en la batalla, solo había estado con el escudo levantado, tratando de parar las lanza que nunca llegaron. Pero Khadesa no había recibido ningún daño y esa había sido su misión, incluso había sobrevivido a la magia de serpiente. Además el jorobado se preguntaba que tendrían grabadas esas monedas, caras como las que ya tenía o serian de otro tipo, tendrían símbolos extraños.

Se acercó al extraño hombre y tendió la mano. Yo también desempeñe mi misión en la batalla.

Ansia de Dominio hace una reverencia ante Campaña y le entrega una bolsita de cuero que contiene diez piezas de plata acuñadas en Cho'n Delor (un cráneo llameante en una cara, la efigie del Señor del Dolor en la otra).

- "Salve, poderoso guerrero. Mucho se habla en la capital de tu prodigiosa fuerza. Te estás convirtiendo en una figura casi de leyenda." -

- "Ah, ese hacha porta mucha muerte en su filo. ¿Cuántas vidas más segará en el futuro? Seguro que muchas." -

Le entrega a Ikharus un saquillo con diez piezas de plata de Cho'n Delor.

- "Un ojo maldito. Es una maldición de los Antiguos, imposible de aplacar por completo. La llevas con mucha entereza, arquero." -

Le entrega una bolsita de cuero con diez piezas de plata de Cho'n Delor a Ojopocho.

- "Ah, el Chico Cuervo. Tus comienzos parecen humildes, pero tu estrella es ascendente." -

Le entrega un saquillo con diez piezas de plata acuñadas en Cho'n Delor a Lengua Negra.

- "Ah, la Muerte es tu compañera inseparable. ¿No es así, Guerrero Hiena?" -

Le entrega a Ponzoña un saquillo con diez piezas de plata.

- "El orgullo es la mejor causa de todas, hijo del Sargento de la Caballería." -

Le entrega a Pelagatos una bolsita de cuero con diez piezas de plata.

- "Los seguidores de campamento están excluidos de esta bonificación, Pitonisa. Respecto a los heridos, el que quiera el dinero tiene hasta mañana por la noche para pedírmelo personalmente." -

El tono de Ansia de Dominio cuando se dirige a Khadesa es frío y cruel, más de lo habitual, es como la voz de un cadáver antiguo.

- "No veo sobre tus hombros la capa negra ceñida con el cráneo de plata de la Compañía. Sin embargo, el Señor del Dolor es un amo gentil y generoso." -

Le entrega a Tarado un saquillo con diez piezas de plata acuñadas en Cho'n Delor.

- “Si, de leyenda porque nadie le vio intervenir, no al menos hasta el final de la batalla”- me carcajeé de la mención a Campaña.- “Vidas aliadas incluidas…” añadí con una media sonrisa poco después de las palabras dirigidas a mi padre.

Pero la cosa siguió y siguió, y yo ahí, con la segunda, me cansé de pensar al comprobar que Ansia de Dominio seguiría hasta el final con aquella absurda necesidad de tener que hacer algún comentario cada vez que entregaba una de las bolsitas con dinero. Pero qué necesidad tenía de hacerlo. Era absurdo, había prometido dinero, no palabras ni dolor de cabeza. Si lo que pretendía con ello, cosa que dudaba profundamente, era subir la autoestima de aquellos que recibían sus monedas, mejor recomendarles que se las gastaran  en putas o pitonisas para que les dijeran el deslumbrante futuro que les esperaba y lo atractivos que eran. Respectivamente.

Y finalmente llegó mi turno.

- Te solicito personalmente esas diez monedas de plata, Ansia de Dominio.- Sonreí.- Y solo eso si no hay nada más valioso que el dinero para ofrecer.

Lombriz vio que Ansia de Dominio no le había hecho caso de primeras. Quizás debería pedirle las monedas más expresamente. —Solicito las monedas yo también —dijo extendiendo una mano.

Tarado se alejó contando y le hizo una señal a Serpiente cuando le vio en la cola para recibir las monedas...

- Psssst... psssssstt.... ¡Serpiente! - dijo medio entre susurros medio en grito. - Quiero hablar contigo en privado. - dijo haciéndole gestos.

En cuanto el mago pudiera Tarado se lo llevaría fuera del Fuerte, a un lugar donde no pudieran escucharles. Al menos no ese cabeza de pez.