Partida Rol por web

La caminata había concluido, no sin cierto reticencia para el Hiena, quien en la sabana era donde se sentía completo. Sin embargo, era cosa cierta que, al menos, el lugar elegido para la acampada era excelente. Protegido de forma natural por las recortadas colinas y provisto de agua que confiaba fuera potable. Pronto lo comprobarían, cuando llevaran a las mulas y caballos a abrevar. Su fino sentido les diría si el agua estaba emponzoñada o no.

Las órdenes llegaron rápidas y concisas y Ponzoña supo que no tenía tiempo que perder. Debía recoger sus cosas, montar la tienda y empezar con el primer turno de guardia, sin duda, el mejor pues una vez concluido, nada interrumpiría su sueño salvo sorpresa mediante.

Con paso firme se dirigió hacia el carro. La quinta no estaba allí, alejada para hablar con Lengua Negra. Ni ninguno de los otros. Sicofante u Ojopocho, también retirados y hablando entre sí. Sin tiempo que perder, tomó sus cosas y buscó un lugar adecuado para montar su tienda, cosa que hizo con rapidez y sin perder tiempo.

Al concluir, y tras dejar el resto de sus cosas en el interior, salió, pertrechado con sus armas y su odre y se dispuso a realizar la primera guardia, tal y como se le había indicado. Buscó con la mirada a Uro y Mentiroso, con quienes habría de compartirla. Solo vio a Uro y se encaminó hacia él con presteza para organizarse.

-Uro -dijo -. Debemos apostarnos en lugares con buena visibilidad y que nos permitan controlar el mayor espacio posible. Solo somos tres y la sabana grande. Lo mejor sería ocupar tres de las colinas.

Contento ante el cambio de actitud de mi más bruto primo le palmeo el brazo con fuerza para que al menos sienta que le comprendo, hablándole en voz queda y en oscuro.

No te preocupes. Khadesa se encargará de lo que sea menester en el carro. Tu debes reponerte y prepárate porque no te librarás de tu castigo. Entiendo lo que hiciste y porqué lo hiciste, sin embargo eso no cambia las consecuencias. Insisto, descansa y mañana hablaremos.

Veo que Khadesa se acerca y espera respetuosa así que concluyo en ese momento con el grandullón.

Resuelvo rápida la cuestión de Campaña dejando que se marche a descansar y me acerco a Khadesa que al parecer también quiere decirme algo mirando alrededor y viendo que rápidamente los que tienen tienda la montan.

Los que no tengáis tienda montad una improvisada, preguntad a Uro donde es un buen lugar si no lo tenéis claro. Y si alguno desea congraciarse con Serpiente también puede ayudarle a él con su tienda.

Sonrío ante la idea, no tengo claro que ninguno se atreva aunque quizá R'Gaa que se ha despertado hoy dicharachera lo haga. Espero que eso a Serpiente no le moleste aunque si es así no tardará en hacerlo saber. El frío me obliga a frotarme los brazos y estoy a punto de ponerme a hablar con Khadesa cuando veo a Ponzoña que ágil y rápido toma sus cosas del carro.

¡Ponzoña! La próxima vez pide antes de meterte en el carro o coger nada. Caracabra y Sicofante podrían reaccionar y volveríamos a tener un incidente molesto o quizá otro herido.

Mirando ceñudo al fuerte hiena dejo que se ocupe de sus cosas después para finalmente escuchar a la pitonisa.

Tras hablar en privado con su primo, Campaña volvió a su puesto aunque no estaba muy satisfecho con las respuestas de Lengua Negra. Pensó que si al día siguiente se encontraba mejor y tenían algo de tiempo, entrenaría en un combate con alguien. Los días de reposo obligado amenazaban con desmejorar su físico y su técnica, algo que no podía dejar de lado teniendo en cuenta que se esperaba algún tipo de asalto a la carreta que desembocaría de un modo u otro en un combate.

- Anochece, han transcurrido tres días completos viajando por la Gran Sabana.

- Siempre hacia el norte, por las sendas de los comerciantes de las tribu de los Hombres de Arena.

TURNOS DE GUARDIA:

Primera Guardia: Mentiroso, Ponzoña, Uro, Lengua Negra.

Segunda Guardia: R’Gaa, Guepardo, Pelagatos, Rastrojo.

Tercera Guardia: Ojopocho, Jabalí, Attar, Serpiente.

Cuarta Guardia: Dedos, Loor, Sacorroto, Caracabra.

Personal franco de guardia: Khadesa, Sicofante, Campaña, Peregrino.

- Cada vez está más claro que esto no es una cacería, ni unas maniobras de reconocimiento o un ejercicio de exploración.

- Es un viaje hacia el Norte. - Mentiroso puede especular que los Hostigadores se dirigen al poblado de su antigua tribu, los Hombres de Arena.

- Al día siguiente de vuestra partida, del Campamento principal iban a partir los Soldados del Pelotón Mixto de Divisora y Dagotán. Escoltando al Teniente, al Analista, a los cuatro Magos de la Compañía, y a unos cuantos seguidores de campamento, sirvientes y la mitad de las putas.

MAS PREOCUPANTE:

- A partir del segundo día de viaje se hace evidente que en el carro se transporta algo vivo o a alguien. Algunos ya saben, o sospechan, de qué se trata. A otros les toma por sorpresa.

- El primer indicio es que Khadesa a veces parece hablar con alguien en el interior del carro. Como es Pitonisa, en un primer momento puede pensarse que habla sola o que está siendo poseída como médium por algún espíritu.

- Después se la ve a menudo llevando un orinal y vaciándolo en cualquier descanso. También se la ve llevando agua y comida al carro en las paradas para comer.

- Desde la mañana del tercer día se escuchan sonidos de cadenas, y ya cercano el Ocaso se escuchan gritos desgarradores llenos de angustia y congoja. En cada uno de estos episodios se escucha con claridad la voz de Khadesa calmando, o intentando calmar, al ocupante secreto del carro. Parece que a menudo lo consigue.

ENTRENAMIENTOS Y DESARROLLO PERSONAL:

En este tiempo de viaje:

- Los que entrenen duramente deben declararlo y hacer una TS Fortaleza a -2.

- Los que entrenen de forma más moderada deben declararlo también y hacer una TS Fortaleza a -1.

- Los que no entrenan en absoluto deben también aclararlo y de momento no tiran TS Fortaleza (pero tirarán dentro de dos días).

- Dificultad de la tirada: Personajes fuertes (aquellos de Constitución 14 o más), dificultad 12. Personajes débiles (aquellos de Constitución 13 o menos), dificultad 14. - Para los que estuviesen enfermos o heridos, la dificultad sube otros 2 puntos.

CAZAR MIENTRAS SE VIAJA:

- Cazar viajando es complicado, ya que la caza exige disponer de tiempo y paciencia, no puede ser algo apresurado y sobre la marcha. Sin embargo, no es imposible.

- Pueden intentar cazar: Todos los que viajan en las posiciones de exploradores.

- Para comprobar si logran cazar algo para complementar los víveres de los Hostigadores: Tirada de Supervivencia.

- Dificultad: 16. - Penalizaciones: Se aplica un -2 si se está enfermo o herido. Se aplica un -4 si no se cuenta con un arma de disparo o arrojadiza (diseñada como tal). Cualquier arma que no marque un incremento de distancia se considera que no es arrojadiza.

Campaña estaba ansioso por conocer el estado de sus heridas. No tenía más remedio que fiarse de lo que veía pues el dolor no le servía como indicador. Se retiró los vendajes con cuidado de no romperlos, por si tenía que volver a ponerselos, y echó un ojo a la herida...

El gigante sonrió, al parecer los cuidados de Ojopocho habían sido excepcionales. Estaba como nuevo, salvo una bonita cicatriz que le haría recordar siempre aquel desagradable suceso. A partir de ese día volvería a entrenar.

Estuvo bastante ausente en el camino, no hablaba con nadie y se dedicó a caminar vigilando los lados y el frente.

Al llegar a la zona de acampada se acercó a la zona con agua y rellenó lo que le faltaba del pellejo de agua que llevaba en la mano, además de su lanza. Bebió abundantemente y se refrescó. La noche iba a ser fría, y no tenía tienda donde agazaparse, por lo que esperó nuevas órdenes, sentada en el suelo, descansando.

Tenía que hacer la segunda guardia. Eso le daría tiempo para montar una tienda improvisada y quizás para hablar con la Pitonisa acerca de su "enfermedad". Lengua Negra insinuó que Serpiente necesitaría ayuda a montar su tienda y como durante los anteriores días había recurrido éste a ella en cuanto a temas del animal, decidió acercarse a él para preguntarle.

-Necesitas mi ayuda, Serpiente?- preguntó con una sonrisita en sus labios. La verdad es que la viperina lengua de Serpiente no la molestaba en absoluto, sus preguntas indiscretas le resultaban entretenidas y a veces hasta graciosas, sobre todo cuando no era ella el objeto de burla. Además, sus ojos le resultaban interesantes, misteriosos, y algo de ellos la atraían hacia ellos, haciendo que los mirase profundamente cuando hablaba con su dueño. Y así, nuevamente, se fue a perder en la mirada de Serpiente mientras esperaba su respuesta.

Sacorroto llegó molido a la zona de acampada. Había perdido la costumbre de hacer largas marchas...últimamente se dedicaba más a permanecer en el campamento. Además, debido al idioma nadie se había parado a intentar establecer una conversación con él, solo le lanzaban miradas de dudosa intención. Al menos ninguno de aquellos salvajes había intentado robarle y no le habría extrañado viendo las sucias y pobres vestimentas de la mayoría. Esos harapos nauseabundos.

Durante el viaje lo único que pudo hacer es mantener una charla bastante interesante sobre el tiempo y las sequías en su tierra con la mula. No respondía pero al menos estaba entretenido. Paró cuando hasta el pobre animal parecía estar harto de escucharlo. Después permaneció en silencio y tranquilo, solo se perturbaba cuando veía aquel bulto misterioso moviéndose e incluso gritando. Le daban escalofríos al pensar que había tocado aquello.

Cuando acamparon se enteró a duras penas de que tenía que hacer guardia. Deseó que fuera la primera o la última para poder descansar del tirón y tuvo suerte pues le tocó la final. Entrenaría un rato antesw de acostarse.

Durante estos días trato de mantenerme en forma pero recuperarme del frío y la humedad es más que suficiente trabajo por el momento. Poco a poco avanzamos hacia el norte y al cumplir el segundo día completo, tercero de marcha, busco a Uro que va por delante.

Uro, busca un buen lugar de acampada. Si nuestro cazador no nos sorprende esta noche le habremos ganado nuestra particular partida.

Luego alzo algo la voz para que todos me oigan.

Manteneos alerta pero no ataquéis si os topáis con alguien durante la noche. No sin haber confirmado que es un desconocido. Y podéis tratar de atraparlo si pretende introducirse en el campamento o dar la voz de alarma antes de atacarlo, no queremos tener problemas por algún cazador local con exceso de curiosidad.

La compañía avanza lentamente por la desolada sabana, los paisajes apenas varían, exceptuando algún lodazal ocasional o una zona de arbustos todo parece bastante yermo, No viajan solos, pues los días también van pasando como testigos mudos de su avance. El paso monótono y sin incidentes hace que muchas veces Caracabra se sorprenda recordando su vida anterior, cuando se dedicaba a cazar y proteger a la bruja en las ruinas, antes de ingresar en la compañía. Sin saber a ciencia cierta cual de las dos prefiere, pues en realidad, pese a no parecerse en demasía guardan el mismo fondo, sabe bien que esos tiempos no volverán, por tanto la elección es fácil, sigue vivo y tiene algo por lo que vivir, eso le basta para sentirse cómodo.

Cuando se detienen para hacer noche, y no está vigilando el carro o de guardia aprovecha para practicar el uso de la lanza un rato, aunque no demasiado para no agotarse. Tiene guardias dobles, pues así lo ha convenido con Sicofante para mantener el carro bajo vigilancia todo el tiempo.

Ha podido ver durante su formación de aspirante que en nada se parece un combate a la caza, y pocas veces ha tenido ocasión de practicar contra contrincantes. Practica estocadas, cortes oblicuos, y golpes con la parte roma de su arma, así como barridos y golpes con giro que ha visto hacer a sus compañeros. Quizá llegue el día que deba ponerlo en práctica en una situación real, y más vale estar preparado para ello, más aún cuando tiene que viajar en la peor posición de todas, junto al bulto, que a estas alturas cree saber de que se trata, y la verdad, prefería seguir ignorándolo. Dejando de lado este hecho, la posición no es mala, se da cuenta que es una posición importante, y aunque se sentiría mejor teniendo espacio para buscar huellas y conocer un poco el territorio, le agrada la sensación de ser alguien en el que se confía, por nada dejará que eso cambie, y si es necesario encarase con alguien por desoír las palabras de Lengua Negra lo hará sin miramiento alguno.

Antes de echarse a dormir suele acariciar sus trofeos metiendo la mano dentro de la bolsa y dejándo caer las piezas de nuevo, el sonido, parecido a una lluvia metálica le relaja y le ayuda a conciliar el sueño. Duerme en una posición que probablemente a la mayoría le parezca incómoda, pero es la mejor que ha encontrado dada su ligera deformidad. Duerme semisentado, con la espalda apoyada en alguna pared o superficie vertical, los brazos cuelgan penosamente a los lados de su escuálido cuerpo, de vez en cuando un ojo medio abierto hace pensar que realmente no está dormido, pero las dudas se disipen al oír su respiración profunda y ronca.

No busca conversaciones, pero tampoco las evita, aunque no es dado a la charla siempre trata de ofrecer una escueta respuesta si se le pregunta, aunque suele reservarse sus opiniones para él mismo.

Ojopocho pasa los tres días caminando, cada día que pasa el ojo derecho se va enrojeciendo más y más, algunas charlas sindicalistas K'hlata con Jabalí amenizan la caminata, y perseguir el rastro de algun nido o vieja colmena seca rematan el viaje. Ojopocho prueba lanzando su jabalina a todo lo que se mueve, sin ningún éxito, pero todo le sirve para seguir practicando su puntería, casi no se detienen y LenguaNegra continúa sin haber comunicado a su pelotón qué hacíamos dando vueltas por la sábana, con el peligro que ello conlleva. No me parecía apropiado, pero no volvería a dirigirme a él, ya había esquivado demasiadas veces las preguntas de éste K'hlata.

Estában en tierras de los Caimanes Negros.... la tribu de Ojopocho, que no dudará en dispararle si éste se interpone, por lo que él no dudará ante cazadores curiosos.... Ojopocho sacude la cabeza, se rasca, está incómodo y cualquiera que le mire verá su maldición mejor que nunca, un ojo enrojecido que augura un mal presagio... el mal yuyu se acerca... y Ojopocho lo siente...

La textura del suelo de la Gran Sabana ya era algo familiar bajo la planta de mis pies. Llevamos tres días viajando a través del páramo y solo de noche descansábamos. Mi mente siempre abstraída de los triviales asuntos de la tropa se concentraba en vigilar nuestro alrededor y no perder el camino.

Durante la noche, entre el silencio de los guardias, me apartaba de ellos hasta que no fuesen capaces de verme y, al lado de una fuente de agua, sacaba mi espada y practicaba los movimientos que antes solo podía generar en mi mente. Mis entrenamientos se alargaban hasta que sintiera un cansancio moderado, momento en el que, para mantener mi salud y no sobreexigirme, iba a dormir.

Así se sucedieron los tres días mencionados. Mantenía a base de fortaleza y voluntad el viaje y mi entrenamiento. No mostré mi espada y no mostré mis conocimientos. Sin decir palabra alguna, sin mirar a nadie. Eramos yo, mi espada y la Gran Sabana.

Khadesa había hablado con Lengua Negra acerca de la comida que transportaban en el carro: grano para los animales y harina para las gachas de la comida en suficiente cantidad como para un par de semanas. Además contaban con la cabra lechera, que, aunque evidentemente no podía dar leche para todos, lo que ella proponía era ordeñarla a diario, y de la leche resultante hacer dos partes. Una para añadir al agua de las gachas, y la otra para darla a tres hombres distintos cada día, en el orden que él dispusiera.

También había hablado con su primo acerca del bulto que transportaban, y de la necesidad de atender sus necesidades. Ella estaba dispuesta, era una responsabilidad que había aceptado. También se ocuparía de cocinar la caza, y de hacer las gachas, siempre que otro se ocupara del agua y de la leña y el fuego.

Era cuestión de organizarse. Ella estaba dispuesta.