Partida Rol por web

Lengua Negra escuchó la arenga de Mentiroso, su insulto público ante el resto de la tropa, su desafío. Su primera respuesta ante ello, fue una carcajada cargada de desprecio.

-Cada uno arrastra sus fantasmas, esclavista -dijo negándole la condición de recluta de forma explícita ante los demás-. Tú los tuyos. Yo los míos. Y si no sabes dónde estás y qué implica ello, no me eches en cara tu basura de renegado. Renegaste de los tuyos, vendiendo a tu hermana y prometida como esclavas, consintiendo impasible la muerte de tu padre, permitiendo el exilio de tu tío. Reniegas ahora de la Compañía, pero no sin antes verter tu veneno de víbora. Parece ser que dejas siempre atrás aquello que no te gusta, tras haber intentado obtener todo el provecho posible. En tu beneficio -la voz del analista era seca, como la madera muerta en las arenas del desierto-. Yo no te he hecho culpable de tus crímenes. Solo tú eres el responsable de ello. Pero como bien dijo Sicofante en su momento, en un intento por defenderte, cuando alguien entra en la Compañía, su pasado queda atrás a ojos de la misma. Y cuando llega el juramento, ese pasado muere de forma definitiva. Por ello evité la confrontación y la ordalía exigida por tu tío. En vísperas de la batalla ni podía permitirme, ni quería que hubiera heridos en la tropa por un asunto ajeno a la Compañía. Ni siquiera tú, esclavista, pese a creer tu culpabilidad en los crímenes que tu tío te achacaba. ¿Sabes? Tu tío se ofreció incluso a ocupar tu lugar para luchar contra los castores. ¿Curioso que supiera cuáles eran nuestras intenciones, verdad? Alguien ajeno al campamento y tan bien informado -comentó, dejando que la información, ese bien preciado y del que todos carecían, pero que se atrevían a obviar para juzgar más fácilmente a quien tuvieran delante, calara en sus mentes-. Sí, mentí. Sí, falté a la promesa dada a un extraño. Y volvería a hacerlo si con ello consigo mantener vivos a los soldados de esta escuadra y llevar a cabo la misión encomendada. No puedo permitirme riesgos. No ahora, a dos días de un posible batalla.

Calló unos segundos.

-Y Sacorroto era otro riesgo. A apenas un día de marcha de los castores, un desertor es el peor de los peligros. ¿Quién de vosotros ignora la presencia de este hombre entre nosotros? -dijo señalando a Portaestandarte, inmóvil y de pie, a unos metros de ellos-. ¿Quién desconoce su poder y su simbolismo? ¿O acaso ahora me vais a sorprender con vuestra ignorancia? ¿Quiénes de vosotros no escucharon las órdenes de Caratótem en su extraña aparición? No, nadie puede saber de nuestro cometido. Y un desertor es una fuente de información. Y quien intenta desertar una vez, intentará hacerlo de nuevo si es atrapado. No son tiempos de paz. Son tiempos de guerra y vosotros sois soldados. Si no sois conscientes de lo que la huida de Sacorroto hubiera podido suponer, es que os habéis equivocado de lugar. Y tú -dijo señalando con el dedo a Mentiroso - ¿te atreves a comparar el peligro derivado de un potencial delator en tiempos de guerra, con un pueril acto de venganza dentro del campamento de instrucción? ¿Y haces de ello un argumento racial cuyo único objetivo es establecer diferencias basándote en el color de la piel? No seas tan estúpido. O al menos, no creas que todos lo son.

Miró a todos los presentes. Desde el descompuesto Sicofante, al desafiente Mentiroso en el que fijó finalmente la mirada.

-Tu reto es un vulgar intento de encubrir una muerte bajo la dignidad de un duelo, dignidad que te viene muy grande. ¿Escoria de líder? -una sonrisa de desprecio volvió a dibujarse en su rostro-. Tal vez. ¿Si me matas, encabezarás tú este grupo? ¿Los convertirás en una horda esclavista bien organizada? ¿O los conducirás contra los Hombres de Arena en pos de una venganza personal? Dejemos que ellos decidan. ¡Hostigadores! -dijo alzando algo la voz-. Habés escuchado las acusaciones y el desafío. Aquellos que crean que el llamado Mentiroso tiene razón, se pongan a su lado. Quienes a la luz de los hechos y del futuro reciente, me apoyen, que se coloquen junto a mí. Si el número de quienes apoyan a Mentiroso y sus palabras es superior al de quienes me sigan, me enfrentaré a ti, Mentiroso, en ese duelo que reclamas y podrás bailar sobre mi cadáver. En caso contrario, declinarás tus armas.

Portaestandarte escucha a Lengua Negra y nada dice, cruzado de brazos observando.

Después camina lentamente hasta el líder de los Hostigadores, situándose a su lado.

- "Creo que mi sobrino hizo lo que tenía que hacer." -

Previo al posible duelo con armas se desarrollaba un duelo verbal. El apoyo del Portaestandarte ya era una derrota.

-Te equivocas una vez más. Yo no pretendo erigirme como líder aquí, no busco poder, no busco seguidores, no busco venganza contra mi antigua tribu ni contra la Compañía, ni siquiera contra ti porque no es una venganza. Me entregué a la Compañía, y daré mi vida por ella, pero mi espíritu solo pertenece a los dioses. Cometí crímenes terribles, sí, por ser débil y cobarde, lo reconozco, pero mi voluntad ahora, desde que decidí entrar a la Compañía, no es otra que la de enmendarlos. Sin embargo, tú me estás condenando, y por los dioses que estás condenando el destino de la Compañía. Esto es entre tú y yo, porque era entre mi tío y yo y tú mandaste asesinarlo. Es entre tú y yo, pero tus decisiones afectan igualmente a toda la Compañía. Y si sigo vivo me pondré a las órdenes de quien sea, incluso del mismo Matagatos el verdugo de mi tío, lo juro por mi padre que murió para que yo viviera -se mordió el pulgar de forma ritual dando veracidad a su aseveración-. Incluso te seguiré a ti si los espíritus de las Arenas disponen que siga viviendo después de que me hayas vencido, tales sean sus designios.

-Aunque después de oírte, ¿me lo permitirías? Ahora sí me llamas esclavista- respondió con una risa amarga: en un discurso anterior Mentiroso fue un miembro de la Compañía, la prueba de que la Compañía cuidaba de los suyos-.  Y también ahora conviertes a Sacorroto en un criminal, cuando su intento de deserción solo fue el resultado de su incomprensión, y quizá de un mal liderazgo. Seguramente jamás entendió una palabra de tus discursos o los de cualquiera de nuestros superiores. Sí, mantengo que tienes favoritismos. Y, si te vas a justificar en que podría revelar información cuando los Hombres de Arena y quizá cualquier otra tribu de los alrededores ya sabe cuales son nuestras intenciones, por la Madre de todas las Arenas, que tu orgullo no cabe en toda la Gran Sabana.

-Pero, -Mentiros divagaba un poco-, no, Lengua Negra, tampoco digo que sea culpa tuya. Sobre eso solo te pido, ¡no!, os pido, escuchadme todos, que salgamos de aquí todos, esta misma noche si es posible, porque los Hombres de Arena pueden estar escuchándonos y nos matarán a todos si seguimos aquí, después de conocer tu crimen y el mío.

-Así que -mirando una vez más detrás suya nervioso- no os pongáis detrás mía porque os acusarán de traición y no quiero cargar con más sangre. Y además, solo conseguís que una vez más Lengua Negra se escude en la Compañía. No decidáis vosotros por él. Ya le he dado una salida por la cual nadie más tiene que morir. Nadie. Así que dejadle decidir.

Una vez bien inspeccionada la herida de Peregrino estoy seguro que no tiene ninguna brecha abierta y que tan solo ha sido un buen golpe. Con un gesto de mi mano vendada detengo a Loor y Attar que se acercan con un cubo de agua para echárselo por encima.

-No le echéis el agua, no lo despertará y se pasará mojado el resto de la noche. Es mejor que descanse por ahora. Llevarlo a la tienda grande.

Me levanto apoyando la punta de mi espada en el suelo y ayudándome de ella para subir mientras se llevan a Peregrino. Me doy la vuelta y sigo observando como se lleva a cabo el castigo a Sacorroto. La mayoría de los compañeros que quedan parecen bastante reacios a participar, se nota en su expresión y en como intentan aplazar su momento como si eso les fuera a librar. Ninguno tiene la valentía de negarse a hacerlo, seguramente prefieren seguir mirando con desprecio y desaprobación todo lo que hacemos Lengua Negra y yo, es la solución más fácil. Algunos fallan sus golpes clamorosamente, pero al final todos cumplen su parte de la sentencia.

Bien, ahora podremos ir a dormir en cuanto enterremos a Sacorroto.

Nada más lejos de la realidad, las palabras de Mentiroso me enfurecen, no solo por la provocación hacia Lengua Negra sino porque admite haber cometido todos los crímenes de los que había sido acusado.

Y pensar que creía que su tío era el que mentía.

Aquello daba igual ya, hubiera seguido la orden de Lengua Negra aunque hubiera sabido que el tío de Mentiroso no mentía. Pero este había querido llegar demasiado lejos.

Primero intenta fugarse, le libramos de su tío y ahora esto.

Apreto la empuñadura de mi espada, había intentado ser paciente hasta el momento pero los continuos desprecios a los que nos veíamos sometidos sin motivo, tan solo por ser Oscuros, estaban empezando a cansarme. Doy un paso hacia Mentiroso.

-Cállate la boca! Tu eres un desertor también y serás juzgado por ello. Tan solo la llegada de Lengua Negra al campamento y todo lo que estaba pasando había aplazado su sentencia. No tienes derecho a exigir nada, tan solo a cumplir con el castigo que se te asigne, mejor no lo hagas más grande. Al igual que Sacorroto estaba cruzando los límites de un castigo a otro. Si Sacorroto solamente hubiera intentado huir pero al descubrirlo hubiera vuelto como había hecho Mentiroso su castigo hubiera sido menor y ahora estaría vivo. Mentiroso estaba a punto de pasar ese límite, si no lo había hecho ya con su insubordinación pública retando a nuestro líder. Después me dirijo al resto de mis compañeros. Y si alguno está de su lado, sufrirá su mismo destino. Hasta que no cumplamos la misión ninguno podrá abandonar el pelotón, ateneros a las consecuencias de vuestra propia decisión cuando aceptasteis venir. Después podréis hacer con vuestras vidas lo que queráis.

Doy unos pasos y me pongo al lado de Lengua Negra, atento a cualquier intento de agresión que se pueda producir contra él. No iba a permitir bajo ningún concepto que Lengua Negra se viera en el compromiso de tener que batirse con aquel indigno. Esperaba que, como había pasado desde el principio, hasta los más contrarios a nosotros se sintieran obligados a inclinar la balanza a nuestro favor. Lengua Negra siempre había mirado por el bien del grupo y hasta ahora todas sus decisiones nos habían beneficiado, o al menos no nos habían perjudicado. Mentiroso era un desertor que había vendido a su propia hermana y prometida, dejado ejecutar a su padre y obligado a Lengua Negra a asesinar a su tío inocente solamente para protegerlo a él y al resto. Estaba claro donde había que colocarse.

Attar escuchó, en la medida de sus posibilidades, y algo más atento de lo normal, todo aquello. Verdaderamente los actos recientes con el tío de Mentiroso no habían sido muy honorables, y el castigo de Sacorroto no había sentado bien a muchos.

Pero el guerrero tenía claras sus opiniones: Sacorroto era un traidor, y había agravado aún más su crimen con sus armas y su soborno.

A si que, con paso cansino, avanzó hasta Portaestandarte, y sus compañeros, con los que había crecido: Matagatos y Lengua Negra.

-La Compañía cuidó de Attar de niño...ahora Attar cuida de la Compañía-dijo, simplemente.

“Si no llega a ser por la edad parecerían dos niños echándose las cosas en cara”, suspiró contrariada, precisamente, por las contrariedades dichas. El pasado se quedaba atrás, y de repente se retomaba con fuerza y desprecio. Por otro lado se exigía honor a cambio de perturbar los ánimos antes de una decisiva batalla. ¿Quién los entendía?

- Estoy de acuerdo en eso –asintió suavemente tras hablar Matagatos- Preferiría usar el tiempo en prepararnos para la batalla –comentó algo desanimada.

Esperó, sin moverse, la réplica de Lengua Negra a la orden de su segundo. O tendrían que decidir en ese momento o, como lo creía mejor, una vez concluida la misión. Si es que salían con vida…

El gesto de desprecio de Lengua Negra mudó a incredulidad y, finalmente, a asco. Alzó una mano hacia Matagatos, pidiendo que no se entrometiera.

-¿No te escuchas a ti mismo, verdad? Juzgas constantemente, hablas de tu fidelidad a la Compañía y, sin embargo, te atreves a retarme buscando mi muerte o mi renuncia, desoyendo el nombramiento que hizo la Compañía designándome como cabeza de este grupo. Sin duda, un acto de favoritismo, al no haber designado a un recluta con apenas dos meses de instrucción en vez de a alguien educado en la propia Compañía desde su nacimiento e instruido para convertirse en un oficial. Pero no solo es eso. Curiosamente, tras tus múltiples acusaciones me acabas exonerando de culpa y toda esta pantomima ha acabado reduciéndose a tu patético deseo de huir de estas tierras por tu miedo a quien fuera tu pueblo, cuyo poblado se halla a dos días de viaje- Lengua Negra escupió a un lado-. Te refugiaste en la Compañía para esconderte de ellos. Ahora me retas para poder seguir huyendo. ¿Quieres también que desoigamos nuestras órdenes? ¿Pretendes que escapemos en la noche como ratas solo por tu pánico? No, no te será tan fácil conseguirlo. Ni siquiera en ese gran gesto de generosidad pidiendo que nadie te respalde y exigiendo el fin de todo esto a través de mi muerte o la tuya- afirmó con una media sonrisa, antes de dirigir su mirada al resto de los hostigadores-. Nunca jamás volveréis a oír algo similar de mis labios. Y nunca lo habríais oído de los de otro. Ahora es vuestro turno.   

La discusión entre Lengua Negra y Mentiroso estaba alcanzando niveles peligroso. Demasiado peligrosos, aunque fuera solo para Mentiroso. Aunque compartía la opinión de que la jugada de Lengua Negra había sido rastrera, la insubordinación de Mentiroso no era el camino. Aunque la sangre le hirviera por ser un ataque personal, era poco inteligente, por no decir estúpido, amenazar de ese modo al líder del pelotón (sobretodo siendo un oscuro y de su posición).

Aunque los argumentos de Lengua Negra eran lógicos, los de Mentiroso tampoco eran incoherentes. No obstante, la coherencia no le situaba en una posición aventajada, ya que entre lineas parecía estar pidiendo simplemente una venganza y una demostración de poder. Por otro lado, Lengua Negra había explicado el porqué de sus actos. A simple vista parecía que había sido todo por el bien de la misión y el pelotón, pero un asesinato a traición y el haber molido a palos a un compañero, aunque desertor en un lapso de tiempo tan corto, le daba una imagen de verdugo que abusase del poder.

Aún así, sabía que debía posicionarme al lado de Lengua Negra. Era la opción más racional.

- No me parece lo más sensato por parte de nadie empezar una batalla de este modo - comencé a decir en voz alta - Estamos a las puertas de atacar a una tribu y acabamos de perder a uno de nuestros soldados. Mentiroso, creo que has elegido un mal momento para exponer tus opiniones. Por otro lado, Lengua Negra, tal vez deberías decidir sobre esto tras la batalla. Aunque sea un ataque a tu autoridad, no nos vendría bien perder otro guerrero. Por supuesto, tú mandas, así que tú eliges y deberemos seguirte, tal y como hicimos cuándo paleamos a Sacorroto hasta su muerte.

Me acerqué a mi primo y puse mi mano sobre su hombro.

- Ahora me voy a hacer la guardia que me han asignado.

Tras unos segundos, confiando en que había quedado clara mi posición a favor de Lengua Negra, me aparte y empecé a alejarme poco a poco del tumulto de soldados que aún miraban la escena.

-Yo no me escucho pero tú no te cansas de escucharte a ti mismo. Que no, Lengua Negra, no quiero desunir la Compañía ni que abandone su misión. Te advierto sobre los Hombres de Arena porque estoy seguro que lo que he dicho es lo que harán. Después de esto renovaré mis votos con la Compañía, pagaré los castigos por lo que estoy haciendo con una oreja, un dedo o una mano y seguiré luchando por ella con la otra -aunque no creía realmente que Lengua Negra o Matagatos fueran a ser tan misericordiosos-. Pero esto no es nada comparado con las ofensas a los espíritus que arrastro y no hacen más que crecer con cosas como lo de Abur en la que te has metido tú mismo, porque si ya sabías que era un esclavista, ¿por qué no dejarnos batirnos? Habrías acabado con un esclavista muerto o con un Mentiroso redimido y fanáticamente leal. O a lo mejor pensabas que estaba orgulloso de mi pasado y te iba a agradecer que me lo quitaras de en medio aún de forma tan ruin. Más motivo aún para lanzarte este duelo.

-Anda, escucha a tu Compañía -dijo refiriéndose al comentario de Dedos-, y no perdamos más tiempo. Declara que lo aceptas, retírate u ordena que me arresten.

Lengua Negra permaneció impasible. El recluta era sordo y ciego a todo.

-Arrestadlo -ordenó finalmente-. Despojadlo de sus armas y atadlo de pies y manos. Attar, Loor, tomad el cadáver de Sacorroto y conducidlo a la orilla del estanque. Matagatos, recoge todos sus bienes y haz un inventario de ellos. Los demás, id a dormir. Mañana al alba deberemos estar en marcha.

Dicho aquello se dio media vuelta y se dirigió al estanque, al punto donde Loor y Attar llevarían el cuerpo de Sacorroto.

Asiento ante las palabras de Lengua Negra. Por fin había acabado esa conversación que no llevaba a ninguna parte. Los reclutas que estaban allí eran suficientes para reducir a Mentiroso, aunque cabía la posibilidad de que se resistiera. Aquel era un momento delicado, si Mentiroso se resistía probablemente acabaría muerto defendiéndose o posteriormente con otro castigo ejemplar, sin embargo si dejaba sus armas y no oponía resistencia podía ser que Lengua Negra no se viera obligado a aplicar una pena tan severa.
Hago un gesto a Loor y Attar para que no recojan el cuerpo de Sacorroto todavía. Quiero esperar a ver que hace Mentiroso antes de ponerme a inspeccionar a nuestro compañero fallecido. Miro de soslayo a mi arma esperando no tener que volver a usarla hoy.

Mentiroso consideró su situación. Seguramente, después de esto solo le esperaba como castigo la muerte. La justicia que impartía Lengua Negra era un testigo mudo a pocos metros de ambos que yacía aún emanando calor. Y su respuesta había sido la más cobarde, escudándose detrás de un muro de insultos y miradas de desprecio y ordenando su arresto como quien aprueba la compra de unas raciones de viaje. Y sin más, le dio la espalda. «Demonio degenerado y cobarde, ¡yo te maldigo!».

Mentiroso alzó su lanza y finalmente la arrojó a los pies de Matagatos.

No lucharía. No contra sus compañeros. No después de haber hecho tanto daño a la gente que estaba a su lado y le quería. Y no dudaba que Lengua Negra ordenaría que se enfrentaran a él.

-No tardes mucho en juzgarme, no tenemos mucha comida -le dijo resuelto restándole importancia al hecho de que acabaría ejecutado-. Me sentaré por ahí mientras encontráis cuerda -le indicó a Matagatos.

Después de esto, Mentiroso quedó mucho más tranquilo. Quizá los espíritus respondieran a su osadía dejándole dormir y se despertara en algún lugar lejos de su antiguo poblado.

Attar sufrió un breve lapso de confusión con el cruce de órdenes, pero al final, supuso que al entregarse Mentiroso la primera orden seguía en pie, a si que cogió, procurando no fijarse mucho, los restos de Sacorroto y empezó a arrastrarlos a la orilla con la ayuda de Loor.

Decir que todo aquello no había terminado en sangre era precipitarse, pues de seguro algo pasaría con Mentiroso. Si era ejecutado o no el castigo debía ser ejemplar, o es pensaba que iba a hacer Lengua Negra. Lo cierto es que había sido un cúmulo de hechos sangrientos y desastrosos en aquella aciaga noche.

“¿Dormir? ¿Quién duerme con semejante lío?”, se dijo mientras iba a recoger el odre; y de paso lavarse las manos. Vio arrastrar el cuerpo de Sacorroto y dedujo que lo asearían antes de enterrarlo. Aunque a saber qué extrañas costumbres tenían los Oscuros. Después de lavarse, que lo hizo fuera del estanque usando el odre, volvió a rellenar éste.

Por delante quedaban unas cuantas horas de descanso, y nunca había sido mala a la hora de coger el sueño. Así que, no sin cierto pesar, recogió las mantas del carro y fue a su roca con el propósito de olvidar durante unas horas lo que había sucedido.

“¿Debería decirle unas palabras a Mentiroso? ¿Se estará permitido ahora que está arrestado?”, se preguntó llegando a la conclusión que si hasta ahora no había cruzado más de un par de palabras con él hacerlo ahora… “¡Por los ancestros! Que difícil…”, suspiró con inquietud mientras se tapaba con la manta.

Con su espalda cubierta por la roca miró al horizonte pensando si realmente los Hombres de Arena estarían acechando. De seguro sería atrapada por unas oscuridad diferente, una más placentera que prometía descanso para el día siguiente.

Miro con alivio la lanza de Mentiroso a mis pies. Al menos ninguna de las dos veces había intentado responder de forma violenta. Le hago un gesto de aprobación al K'Hlata. Aunque los dos hechos habían sido graves pienso que su castigo no tendría que acabar en una muerte deshonrosa como la de Sacorroto, esperaba que Lengua Negra pensara lo mismo. Busco entre los presentes a Dedos pero no la veo, ha debido irse a dormir en cuanto Mentiroso se rindió.

-Dedos tiene una cuerda. Que os la deje. Mis palabras se dirigen a Caracabra, Jabalí, Guepardo, Ojopocho, Rastrojo y Uro que todavía siguen allí esperando la resolución de la escena. Las cosas de Mentiroso dejarlas en el carro de momento. Uno de vosotros que se quede junto a él. No creo que intente escapar de nuevo, atado y sin sus cosas, pero era una medida que había que tomar, al menos de momento.

Sin perder más tiempo me pongo a cumplir el cometido que se me ha encargado. Antes que Attar y Loor se lleven el cuerpo de Sacorroto busco entre sus ropas cualquier objeto o arma que lleve encima y pueda servir de alguna utilidad. Después lo recojo todo y lo llevo a su mula. Comienzo a vaciar el contenido de las alforjas para ver lo que contienen.

Caracabra obedece y le pide la cuerda a Dedos para después atar a Mentiroso.

CARACABRA:

- Tirada de Uso de la Cuerda para atar bien a Mentiroso.

MATAGATOS:

- Tirada de Buscar.

- Tras el registro del cadáver por parte de Matagatos, Attar y Loor llevan el cuerpo cerca del estanque, donde aguarda Lengua Negra.