Partida Rol por web

R'Gaa empezó a sentirse algo nerviosa. Se acercó a Melamente y tendió la mano delante de él.

-¡Mira! ¡MIRA! Le dijo impaciente.- ¿A ti te parece normal? Llevo así dos días, seguro que no es nada, pero no paro. Visiblemente sus mantos estaban temblando.

-Pueden ser los nervios, llevamos mucho tiempo sin salir a explorar el terreno. Pasó su mano por el pelo y coloco sus rizos. Pero yo... yo no soy una persona nerviosa, ¿a que no, Malamente?

Empezó a dar vueltas alrededor del ermitaño.

-Sabes, creo que nos hace falta conversar un poco más. Se paró en seco delante de Malamente y cogiéndole de los hombros clavo su mirada en sus ojos. ¡Dime que no son los nervios, dime que estoy bien!... ¡DÍMELO!... si tu me lo dices me tranquilizaré si no, no te voy a dejar en paz. Mira, mira no parar de temblar...

Malamente consideraba todo aquello un paseo. Todavía no habían conseguido encontrar a ningún enemigo y las noches eran completamente tranquilas. Enrollado en su manta no pasa frío y de momento podía acostarse con el estómago vacío. En cuanto a la relación con sus compañeros, la de siempre: serena y muy distante. Cumplía órdenes y solo hablaba lo necesario.

Con R'Gaa esto último era mucho más difícil. Su compañera no paraba de hablar nunca. Al principio era muy irritante, como el zumbido de una mosca que está rondándote durante toda la noche mientras intentas dormir. Luego se acostumbró y decidió que lo mejor sería actuar con ella como con los demás: decir lo que quiera oír. Eso le dejaba mucho tiempo para ir tranquilamente por los territorios sin tener que conversar, ya que solo hablaba ella.

¡Dime que no son los nervios, dime que estoy bien!... ¡DÍMELO!... si tu me lo dices me tranquilizaré si no, no te voy a dejar en paz. Mira, mira no parar de temblar...

Malamente suspiró. Lo único positivo que había conseguido al lado de R'Gaa es entrenar y aumentar su paciencia hasta límites insospechados. -No, no eres una persona nerviosa, eres de los compañeros mas cabales que he tenido. -Era mentira. Malamente sentía un profundo desprecio por R'Gaa, pero decírselo no valdría para nada. Cuando entrasen en batalla, ella moriría y él saldría victorioso. Tenía que ser así. El dios del Viento se lo susurraba por las noches. -Puedes estar tranquila. Ahora si me disculpas, debo ir a orinar. 

Lo cierto era que no tenía ninguna gana, pero cualquier cosa era mejor que estar cerca de esa histérica. Adelantándose a R'Gaa, le dijo: -No te preocupes, si tengo algún problema gritaré para que me oigáis.

Así pasaron los días de paz, aburridos y un tanto impertinentes.

Mi salud no estaba mejorando lo mas mínimo, las lesiones del entrenamiento de hace tres días no solo no desaparecían, si no que se agravaban y provocaban otras nuevas. El tobillo aparecía feamente inflamado, y a eso se le había sumado un leve dolor de espalda, que al amanecer del tercer día era incapacitante. He tratado de fingir lo mejor posible que solo tengo un leve dolor en el tobillo, pero ya no puedo engañar a nadie mas, porque en realidad ya casi no puedo ni moverme.

Levantándome dolorido y encorvado como un viejo, escucho una discusión entre R´Gaa y Malamente. Parece que esta, está ansiosa por ocupar su lugar habitual en la vanguardia, explorando junto a Guepardo, pero he sido yo el que ha ocupado ese puesto últimamente - Si en verdad deseas tanto ir en vanguardia, gustoso te cederé mi puesto, si Peregrino lo permite, - digo mirando a Peregrino con una mano apoyada en mi destrozada espalda. - Yo apenas me tengo ya en pie, he estado disimulando mis lesiones pero no han hecho mas que empeorar. De no estar mas descansado cuando entremos en combate, lo mas bélico que llegare a hacer será caer desplomado y morirme sin ser herido siquiera. - Había vivido en la sabana toda mi vida, donde la vida es dura, no era el viaje mas largo de mi vida, y desde luego mi carga era insignificante, pero tras días de caminar y dormir al raso, arrastrando aquellas lesiones, me habían dejado completamente inútil.

Manta se acercó sigilosamente a Derviche. - No te la voy a pedir, tranquila - empezó, sin hablar claro por si había gente escuchando. Sólo faltaba que empezasen las habladurías. - Yo no la necesito, pero avísame cuando te encuentres mejor. Hay algunos compañeros - dijo pensando sobre todo en Chamán Rojo - que cojean más de lo que caminan.

Manta no pretendía que eso fuese una petición de retorno. Al fin y al cabo, él estaba tan fresco como el día que salieron. De hecho, ni siquiera le preocupaban realmente sus compañeros. En el grupo había tiendas que podían usarse para que los que estuviesen peor fueran más resguardados. No creía que nadie fuese a salvar su vida porque le prestase su manta. Aunque jamás lo admitiría, el buscaba más bien una pizca de reconocimiento.

Había pasado años intentando no destacar para mal ni para bien. Uno siempre está más seguro cuando nadie se fija en ti. Sin embargo, sobrevivir en terreno contrario, aunque no pudiera buscar agua ni comida y fuese lento caminando, era algo que a él se le daba realmente bien, y sentía una espina clavada cuando los demás pasaban por su lado sin darse cuenta. Ver así a sus compañeros no le reconfortaba, pero le hacía sentir más fuerte. Más hombre.

TRAVESIA POR EL TERRITORIO DE CHO'N DELOR:

- Estos han sido tres días de dura travesía.

- Podrían haber sido peores, si Guepardo no hubiese encontrado agua fresca todos los días suficiente para rellenar vuestros pellejos de agua. O si Pelagatos a lomos de Orgullo no hubiese traído puntualmente cada noche las gachas de la cena (primera y última comida de cada día para vosotros en este viaje).

- Es la mañana del día seis del Castor de 201. Algunos, lamentablemente, no se encuentran muy bien de salud.

R'GAA:

- Lamentablemente, estás demasiado preocupada por tu temblor de manos, que no sabes a qué es debido, como para observar demasiado las dificultades de tus compañeros. Parece que varios de ellos experimentan dificultades debidos a la dureza del viaje por las siniestras y oscuras tierras del dominio de Cho'n Delor.

De repente, un grupo de cinco figuras aparecen en medio de vuestro grupo y os amenazan con lanzas, machetes y dagas.

Lejana apunta con su lanza a la garganta de Guepardo.

Vivo inmoviliza a Peregrino con una sorpresiva llave y le pone un puñal en el pecho a la altura del corazón.

Mirada descabalga a Pelagatos sin hacerle daño y lo inmoviliza contra el suelo torciéndole un brazo a la espalda.

Marcado atrapa del pecho a Caracabra y le pone un machete en el cuello.

Pipo le pone un cuchillo a Jabalí en la nuca.

- "Parece que no os enseñamos bien." - Susurra de manera claramente audible.

- "Oh, poderoso asesino, te he atrapado." - Vivo libera de su presa al Sacerdote de la Espada.

- "Attar sigue con vida." -

Mirada suelta en silencio a Pelagatos y después le ayuda a levantarse, saludándole con una silenciosa inclinación de cabeza.

Marcado se aparta de Caracabra y guarda su arma.

Pipo ríe, salta y cabriolea alrededor de Jabalí. Después saca sus flautas y comienza a tocar una alegre tonadilla.

Tras tres días de expedición las cosas no estaban yendo como esperaban en un principio. Muchos de sus compañeros estaban enfermos, incluso su pupilo, Chamán Rojo, aún tenía secuelas del entrenamiento antes de partir. Seguramente fue el primer fallo de Guepardo, pedire que le acompañara viendo su estado físico. Lo cierto es que tampoco sabía que estaba tan mal, no conocía el penoso estado de su tobillo. Al menos no morirína ni de sed ni de hambre.

De todas formas era hora de marchar otra vez, deberían aminorar el paso para que los heridos pudieran seguir el ritmo. Decidió hablar con Peregrino. —Creo que me debería adelantar de nuevo. Viendo las heridas de algunos, sería mejor que el grupo se mantuviese unido y alerta. Si voy solo es muy difícil que el posible enemigo me detecte, soy como una sombra. —Dicho lo cual se dio la vuelta para coger sus cosas y marcharse cuando se encontró la punta de una lanza apuntando a su gaznate. Antes de que intentara hacer cualquier movimiento para zafarse de la mujer que la empuñaba vio a otros miembros del grupo...era el tercer pelotón de exploradores. Frunció el ceño y musitó: —Mierda. —Debería haber estado más atento, aunque los pillaron cuando iban a salir, con lo que las guardias no estaban dispuestas.

Caracabra se sobresalto antes el ataque, estaba furioso, ¿Cómo he podido bajar la guardia? El jorobado llevaba un par de días taciturno desde la despedida de la pitonisa, y eso había afectado en su comportamiento. En vede estar alerta listo para el combate, el jorobado paseaba de un lado a otro pensativo, arrastrando la lanza con desganas.

También peso como afectaría este fallo a su relación con su discípulo, a partir de ahora manta le vería como un mal soldado, descuidado y poco activo.

Nunca admitiría abiertamente que el "ataque" de los exploradores me había cogido completamente desprevenido, pero para mis adentros sabía que era así. Me había dolido más la humillación que el que me tirasen del caballo. Mi ceño fruncido y mis gruñidos bajos en lugar de palabras lo corroboraban.

Tras haberme tirado del caballo y retorcerme el brazo, la soldado Mirada aún me saludaba cortésmente. Cómo si yo fuese a devolverle el saludo. En lugar de eso no dije nada y quité el polvo de mis ropas. Después volví a montar en Orgullo y esperé a ver qué era lo que querían los soldados del grupo de exploradores.

- "Debéis acampar aquí, sin armar escándalo ni encender fuegos que puedan ser vistos de lejos. Hay que evitar que los exploradores de los Fantasmas os vean. Al menos un día o dos." -

La alegría que caracterizaba a R'Gaa se esfumó junto con su preocupación por los otros. Ella era la única que sabía como curar a sus compañeros pero no pudo concentrarse en su tarea.

El temblor de manos, que la acompaño durante los últimos días, le empezó a tener muy preocupada. Solo pensó en que el viaje dio problemas debidos a las siniestras y oscuras tierras del dominio de Cho'n Delor.

Empezó a rasar a sus ancestros mientras deambuló por el campamento.

Gran susto se dio con la aparición de los exploradores. No solo los cogió por sorpresa sino que les amenazo con armas.

Se dio cuenta de lo indefensos que estaban y que su vida se podía acabar en cualquier momento.

Han pasado tres días de marcha y el clima no nos ha acompañado mucho. Si bien estas tierras son mucho más fértiles que las de la Gran Sabana, el clima es mucho más frío, por lo que para quienes no portan equipo de acampada es mucho más fácil enfermarse o empeorar, sobre todo quienes tienen heridas.

Ahora es el momento de comenzar, es un buen día para marchar y las guardias han terminado, hemos recogido nuestros equipos y estamos listos para continuar. Guepardo me habla acerca de lo que planea hacer por la seguridad del grupo y de su pupilo enfermo, por lo que asiento afirmativamente a ellas. En ese momento una mujer le enfrenta con una lanza de sorpresa. Llevo instintivamente mi mano al mango de mi espada, pero un hombre detiene mi brazo con sus manos y con gran habilidad me lleva al suelo, donde me inmoviliza con un cuchillo a la altura del pecho. Veo que mi vida está amenazada y me dispongo a luchar con él a pesar del daño que pueda hacerme cuando me fijo en su rostro y veo que le conozco. Escucho las palabras que me dice y me pongo de pie cuando me libera.

Sonrío instintivamente a sus palabras y asiento ante la noticia de Attar, pues nunca lo dudé. Saludo a los Exploradores, pues después de la adrenalina inicial siento alivio de que sean ellos. Los Exploradores de La Compañía son los mejores, no me humilla haber caído con ellos. Escucho las palabras de los Exploradores y respondo a las instrucciones con un asentimiento de cabeza. Eso solo puede significar que estamos cerca de los enemigos, por lo que nuestros pasos deben ser dados con pie de plomo. Miro a Guepardo, el explorador del grupo por si debe aportar en algo, pues los conocimientos de esa índole táctica no son mi fuerte.

Dejo en el suelo mi equipaje mientras busco un lugar donde armar mi tienda pues al parecer estaremos allí por un par de días. La idea de no hacer fogata era claramente desventajosa para los enfermos, tendría que pensar en algo antes del anochecer.