Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tierras del Reino Pastel.

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14/04/2012, 18:31
El Cráneo de Plata.

TIERRAS DEL REINO PASTEL:

- Territorio situado al Norte, más allá de la Gran Sabana.

- El clima es templado, con noches frías. El agua es abundante, el suelo fértil y la vida abundante.

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14/04/2012, 18:34
Cho'n Delor: El Chambelán de las Cuchillas.

CIUDAD DE DADIZ:

- El enviado de Cho'n Delor, el Chambelán de las Cuchillas, ha pactado con el Dictador de Dadiz paso franco para la Compañía por su territorio, además del coste del transporte fluvial en balsas reforzadas especialmente preparadas.

- Tiene que haber sido costoso, pues aunque Dadiz es una ciudad-estado independiente, en realidad mantiene lazos políticos y una alianza comercial con el Reino Pastel, el enemigo en guerra con Cho'n Delor.

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14/04/2012, 18:38
Cho'n Delor: Ansia de Dominio.

- "¿Hoy es día de paga, no es así? Me gustaría darles su soldada a los Hostigadores. Sé que son un Pelotón novato, pero me caen especialmente bien." -

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14/04/2012, 18:39
Teniente.

- "Se hará como gustéis, señor. El resto de Pelotones recibirán su paga de sus superiores." -

El Teniente busca con la mirada a Matagatos hasta que lo encuentra:

- "¡Matagatos! Forma a los Hostigadores aquí delante. El señor Ansia de Dominio desea pagaros vuestra soldada del mes." -

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14/04/2012, 18:41
EL TIEMPO SE AGOTA.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Quinto (Segundo de la Primavera). Mes del León.

Día: 01.

MEDIA MAÑANA.

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14/04/2012, 18:43
Analista.

- "Si alguien quiere visitar la ciudad que lo haga deprisa, estamos embarcando ya.

De todos modos, aconsejo a todos esperar a Idon. También es una ciudad independiente, pero más cercana a la influencia de Cho'n Delor, nuestro patrón." -

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14/04/2012, 18:47
Cho'n Delor: El Chambelán de las Cuchillas.

- "Las calles de Dadiz no son nada seguras. Están llenas de ladrones y criminales. Por otra parte, la nobleza de la ciudad puede atacar a cualquiera que no sea noble sin que haya repercusión alguna, por puro capricho. Están más allá de la ley a menos que actúen contra el Dictador o contra la nobleza.

Avisados estáis." -

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14/04/2012, 21:10
[RIP] Mentiroso.

Mentiroso recibió la paga del mes con alivio. Estos últimos días se estuvo interesando por las tierras que iban a atravesar, como qué producían, qué necesitaban, con qué comerciaban. La consigna de "no molestar a los Cho'n Delor" fue un problema.

Escuchó las noticias y advertencias sobre Dadiz. Mentiroso tenía un asunto pendiente. Dos en realidad, pero por el segundo poco podía hacer. Sintió un gran pesar al descubrir que el enemigo del patrón era el Reino Pastel. Ya no podría visitar amistosamente la Ciudad de las Panteras, salvo quizá al final de la guerra.

Pero por el primero podría estar interesado en visitar Dadiz. El riesgo era alto. Por lo que decía el Chambelán, quizá fuera mayor incluso que visitar el poblado de los Esclavistas de la Linde. ¿Quién podría querer acompañarle?

-Mago -dijo a Serpiente, esperando que comprendiera rápido-, ¿qué me dices? Pero esta vez, quizá deberíamos ser alguno más.

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14/04/2012, 23:45
Guepardo.

Guepardo miró curioso la gran ciudad de Dadiz. Era la primera vez que veía algo así, más acostumbrado a los espacios abiertos. Después de los aburridos y monótonos días de caminata por fin había algo que le hacía sentir curiosidad. Sin duda merecería la pena visitar aquella ciudad. Sacorroto lo miró y sonriendo con el gesto putrefacto le dijo: Mi ciudad era más impresionante que este pueblecito. Guepardo pensó como podía aquel ser seguir siendo tan vanidoso en la muerte.

Cogió su cuchillo de caza y dejó la lanza bien resguardada. No es que le importara mucho morir pero no le aptecía ir con ese gran arma por las calles de Dadiz. Escuchó como Mentiroso hablaba con Serpiente. Iba a ir. Guepardo se situó cerca de ellos y dijo secamente: Yo voy.

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15/04/2012, 10:25
Matagatos.

Tras dejar atrás el poblado de la tribu de los esclavistas seguimos alejándonos de las tierras de la gran Sabana. Ocho días de marcha ininterrumpida con rumbo a la ciudad de Dadiz, donde tan solo estaríamos el tiempo suficiente para embarcar rumbo hacia la ciudad de Idon. Aquello había creado muchas expectativas entre los miembros de la Compañía puesto que la mayoría no habíamos salido nunca de la Sabana ni tampoco habíamos navegado nunca ni visto el mar o alguna ciudad.
Yo había nacido en Taglios, pero unos meses después la Compañía había abandonado la zona rumbo a su misión en la Gran Sabana, así que tampoco había conocido realmente otra cosa. Había crecido escuchando historias de Taglios o sitios anteriores por los que había pasado la Compañía, pero todo se reducía a la experiencia de otras personas y no a la mía, así que yo también me encontraba bastante expectante con todas las novedades que suponía aquella etapa del viaje: ciudades, viajes navegando...
Nos habían advertido que nuestra parada sería corta y recomendado abstenernos a visitar la ciudad, menos amistosa y más peligrosa que nuestra siguiente parada, pero la curiosidad era muy grande y algunos estaban dispuestos a correr el riesgo a pesar de todo. Entre los hostigadores algunos entre los que se encontraban Mentiroso, Guepardo y Serpiente parecían estar organizando una pequeña visita a Dadiz. Me acerco a ellos, no quería tener ningún problema con eso.

-Prefiero que nadie vaya a Dadiz, pero no os lo voy a impedir. Si al final vais os acompañaré.
No me fiaba mucho de que Mentiroso o Serpiente no acabaran metiéndose en algún lío, sería mejor vigilarlos de cerca. Además yo también tenía curiosidad por visitar la ciudad. No iremos un grupo menor a cinco hostigadores y nada de separarse. Esas serían las reglas si querían ir a la ciudad. No creía que nadie se atreviera a meterse con un grupo de cinco o más soldados de la Compañía, aunque si al final íbamos sería mejor dejar claro algunas otras cosas.

Mientras hablamos el Teniente me ordena formar a los hostigadores. Obedezco su orden de inmediato.

-Hostigadores a formar!! Dicho esto me coloco en posición mientras mis compañeros ocupan también sus lugares.

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15/04/2012, 10:40
Cho'n Delor: Ansia de Dominio.

Ansia de Dominio deposita una moneda de plata en la palma de la mano de: Attar, Campaña, Dedos, Jabalí, Loor, Mentiroso, Ojopocho, Peregrino, Serpiente y Uro.

Pone dos en la mano de Matagatos y dos en la mano de Ponzoña.

Finalmente, con una sonrisa torcida, le da una moneda a Khadesa.

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15/04/2012, 10:49
[RIP] Attar.

Attar, después del día de entrenamiento con Campaña, Peregrino y Ponzoña, había continuado la marcha como todos. La verdad es que le llamaba bastante la atención el cambio del terreno. En la Gran Sabana el agua era un recurso muy preciado y muy escaso. En cambio allí parecía ser diferente.

Además del cambio de disponibilidad de agua y de temperatura, observó que allí vivían animales que no estaban en la Gran Sabana, y los insectos extraños le fascinaron. En los momentos en que pararon para comer o descansar, siempre se tiraba bastante tiempo observando alguno. 

También recibió como todos la moneda de plata del extraño extranjero.

"Con ésta, Attar ya tiene... dos"

Conforme se acercaban a la ciudad, empezó a oír un gran estruendo, parecido al que producía el agua de las tormentas fluyendo, pero mayor. Aquello intimidó al mestizo. Además, había oído que iban a viajar sobre el agua, y éso le intimidaba y le emocionaba a partes iguales. 

 

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15/04/2012, 11:30
Khadesa.

Nunca había visto nada igual. Tampoco había salido nunca de las tierras de la Sabana, cercanas siempre al Campamento base, como mucho había ido a guarecerse en los pequeños poblados durante las escaramuzas y guerras, de niña.

Pero aquello superaba cualquier panorama que hubiera podido imaginar. Frondoso, el agua era un derroche allí donde mirara. Ríos, cascadas saltarinas, torrenteras que tronaban mucho antes de llegar a verlas. La vegetación era tan abundante y verde que era un clamor a la Madre Naturaleza, exuberante, hasta un extremo impúdico.

Y ya de lejos Dadiz también superó cualquier expectativa. Grandes edificaciones de piedra se alzaban como montañas, muchos metros por encima de cualquier cabeza, culminados con estructuras afiladas, o redondeadas, en imposible equilibrio, completamente fuera del natural orden de las cosas. Era una belleza altiva, opulenta, pero belleza. De eso no había duda.

Sin embargo a Khadesa la impresionó, se sintió pequeña allí, ínfima. No le gustaban sus amos, los seres de Cho'N Delor, y pensó que cuadraban con esa ciudad, temiendo aún más el lugar al que iban. No le gustó la sonrisa torcida que Ansia de Dominio le dedicó al pagarle su plata. Y no le gustó tampoco el comentario de su hermano. Se acercó a él, ya con su moneda a buen recaudo.

-¿Vas a ir allí? No me gusta esta ciudad mastodóntica, hermano. No está hecha a nuestra medida...

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15/04/2012, 11:58
Matagatos.

Hago un gesto de agradecimiento al recibir mi pago, aunque hubiera preferido que lo repartiera cualquier mando de la Compañía. Aquellos extranjeros no terminaban de cuajarme del todo, pero no podía hacer otra cosa que aceptar los términos que los altos mandos habían pactado. Si ellos les permitían pagarnos directamente no podía hacer otra cosa más que quedarme callado. Cuando terminan rompo filas y guardo mis monedas a buen recaudo. Khadesa se acerca, parece preocupada por que vaya a la ciudad.

-No estaremos mucho tiempo. Además solo iremos si somos un grupo lo suficientemente grande. A mi tampoco me gusta mucho esta ciudad, no se porqué, pero tengo que admitir que me muero de curiosidad por saber como es por dentro.

No reprochaba el comentario de mi hermana, yo también tenía mis recelos. Había aprendido a tener en cuenta los consejos de Analista y el resto de los mandos, pero la curiosidad que despertaba en mi ver una ciudad tan grande como esa se veía sobrepasada por la prudencia. Además con un grupo numeroso no tendría que haber problemas.

-Te prometo que no pasará nada. Iremos con cuidado.

Notas de juego

Hablo en Oscuro.

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15/04/2012, 12:04
Guepardo.

Guepardo vio como se estaba organizando un grupo de visita a Dadiz. La compañia de los hostigadores no le hacía mucha gracia e incluso en aquello tendría que ir con ello. En cierto modo, Matagatos tenía razón, aquel lugar era peligroso e ir solo podía significar la muerte. No es que le importara mucho, pero no tenía ganas de discutir en aquel momento.

Se separó un poco del grupo y vio como Ansia de dominio comenzaba a repartir unas monedas a todos sus compañeros. Cuando pasó por su lado no se detuvo, sino que pasó al siguiente. Guepardo no le dio importancia pero en ese momento Sacorroto apareció a su espalda. Eso ,está bien, gatito... te dejas los cojones en la Aldea d elos Tres Castores y así es como te lo pagan. Hasta Serpiente ha recibido lo suyo. Eres basura para ellos. - Dicho lo cual estalló en una escandalosa carcajada. Guepardo esperó paciente a que Sacorroto parase de reir, cuando lo hizo conestó tranquilo: - Nunca he necesitado dinero. Tengo mi lanza y mi cuchillo, con eso me basta. ¿Para que te valieron a ti tus monedas? - Pero cuando se dio la vuelta para mirar al espectro éste había desaparecido.

Notas de juego

Hablo en murmullos. Se me puede ver hablar solo pero no se distinguen mis palabras.

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15/04/2012, 13:22
Ojopocho.

El viaje

Había un largo camino, las guardias eran rotativas y el tiempo libre suficiente como para emplearlo bien, y Ojopocho quería mejorar.... ya era bueno, pero se sabía que podía ser mejor.

Ojopocho recorrió la compañía en busca del pelotón de exploradores, trató de esquivar a la sargento Falce con éxito por ahora, debía estar reunida con los altos mandos. No vió tampoco a Pipo por ningún lado, pero sí encontró al soldado Frontera, y alzando la mano se acercó a él - Frontera, saludos, soy Ojopocho del pelotón de los Hostigadores, quería hablar contigo desde hace días, pero el entrenamiento de explorador y el cansancio del camino no me dejaron más remedio que usar la noche para el merecido descanso.

Quería me enseñaras acerca de los venenos y especialmente como usarlos. Pipo dice eres el mejor de tu pelotón, y que podía venir a ti. ¿Me enseñarías? - Con el permiso de Frontera. Ojopocho pasaría los ocho días junto a él, hablando de las hierbas y animales venenosos*, y de como usar sus más ponzoñosos fluidos.

 

La Ciudad de Dadiz

Ojopocho quedó aterrado por la visión de la ciudad. Era un monstruo, un gigantesco ser pétreo cubierto de ojos que amenazaba con rodar sobre ellos.... Tal vez no fuera éste el miedo real, pero sí la sensación que le generaba, una aversión ante una nueva versión de la palabra civilización que no hubiera imaginado... Las plantas... los animales que se escuchaban... ya no estaban en la sabana, aunque el explorador reconocía similitudes y adivinaba especies tan solo por el olor o su sonido... al menos la naturaleza no era tan diferente. Sobrecogimiento, ésa era la palabra, se sentía pequeño y minúsculo ante la presencia de la ciudad, él, que se creía un GRAN explorador de la sabana, ahora estaba empequeñecido por la magnífica presencia de la ciudad de Dadiz, quería visitarla, pero esperaba para ver cuan grande sería el grupo de Hostigadores que pretendía aventurarse.

Notas de juego

*En escena de 0jopocho si procede

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15/04/2012, 13:29
Lengua Negra.

Habían sido ocho largos días de marcha. Ocho días sin su caballo, ahora en manos expertas para su entrenamiento, y que habían supuesto caminar al ritmo de los demás. Fue entonces cuando se hizo consciente de que la preparación ofrecida por Correcta había resultado más que importante. Por primera vez en su vida sentía que su cuerpo, habituado al estudio y a la largas horas sentado, respondía al esfuerzo físico. Era cierto que había tenido agujetas y que su hombro aún tironeaba de vez en cuando. De hecho, ante el cambio de clima, había reaccionado con una sensación extraña, un palpitar no doloroso y que le acompañaría durante muchos años cada que se diera un cambio de clima.

Y finalmente, Dadiz. Cuando la ciudad se abrió ante sus ojos, se sintió maravillado. Su arquitectura le fascinó, pues era la primera vez que veía algo así, exceptuando las vagas imágenes torpemente dibujadas de algunos libros. Pero aquello era real. Quizás por ello, por la impresión que la ciudad le causó, apenas reparó en el reparto de la soldada, un ardiente y doloroso recordatorio de que era un simple recluta. Ardía en deseos de ir a la ciudad, sabiendo que disponían de tiempo para ello, pero la ciudad merecía algo más que una breve visita. No, aquella ciudad requería de tiempo. Paladearla y no degustarla sería como tratar de acariciar un sueño y no lograrlo.

No obstante, la advertencia del Cho´n Delorita, hizo que entrecerrara los ojos. ¿Qué había tras ella? ¿Un aadvertencia acerca de los peligros de la ciudad y sus gentes o un deseo de no acceder a información que pudieran proporcionarles los locales?

Pero vio cómo varios hostigadores parecían dispuestos a entrar en Dadiz y ante el comentario de Matagatos, se acercó a este cuando hablaba con Khadesa.

-Hola, primos. Una ciudad magnífica, ¿verdad? Recorrer sus calles debe ser todo un regalo para los sentidos. Matagatos, ¿se va a organizar un grupo? Porque reconozco que me gustaría sumarme a la visita, pese al poco tiempo del que disponemos. Me interesaría saber qué dicen los de la ciudad acerca de nuestros patrones -comentó en voz baja y en su lengua materna-. Estos ya han demostrado que no desean que vayamos, aunque no nos lo prohíban, especialmente tras el permiso concedido por Analista. Khadesa, ¿te animarías?

 

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15/04/2012, 13:51
Campaña.

Habían pasado varios días entre entrenamientos, viajes y guardias. El trabajo diario no dejaba mucho tiempo para otras cosas, pero Campaña había ocupado la mayor parte de su tiempo libre en el entrenamiento. La nueva incorporación de Peregrino al grupo de entrenamiento había resultado una experiencia muy enriquecedora y Campaña sentía que su entrenamiento avanzaba a gran velocidad. El grupo había tenido la ocasión de probar combates por parejas para estudiar las combinaciones más favorables, había que estar preparado para cualquier cosa. Habían dejado atrás el individualismo de los Reclutas para abrazar la estrategia y la táctica de los Soldados, lo que de verdad les hacía fuertes, y era cuestión de tiempo que otros Hermanos se unieran a sus sesiones de entrenamiento.

El entrenamiento ocupaba la mente de Campaña casi a todas horas, incluso cuando cavaba letrinas estaba pensando en los últimos movimientos que había aprendido, en los fallos que había cometido y cómo corregirlos para no volver a caer en los mismo errores. Sólo dejaba de pensar en el entrenamiento cuando salía a explorar con Lejana, lo que hacían requería mucha concentración. Entre los dos habían llegado a la conclusión de que intentar hacer que Campaña se moviera de forma sigilosa resultaba una tarea imposible así que a partir de entonces se habían centrado en otra tareas, cómo encontrar comida y agua o recorrer largas distancias en tiempos cortos, escogiendo debidamente las rutas.

Aprovechaba los momentos de descanso para charlar con Lejana, durante unos días le había estado dando vueltas a lo que le había dicho sobre que una vez los enemigos le cogieron. Se rumoreaba en el campamento que aquellos enemigos le habían hecho cosas muy feas, cosas que no debían siquiera nombrarse, y Campaña se había sentido apenado al saberlo. No hablaban mucho porque la barrera idiomática les impedía mantener una conversación fluida pero Campaña lo intentaba siempre que podía. A medida que pasaban los días los entrenamientos de exploración resultaban cada vez más familiares y Campaña se daba cuenta de hasta que punto estaban dando sus frutos.

Por fin habían llegado a la ciudad de Dadiz que, aunque no era su destino final, resultaba un punto importante en su viaje hacia las tierras de Cho'n Delor. Era una ciudad majestuosa, Campaña nunca había visto nada igual y se quedó fascinado al verla. Nada tenía que ver con el poblado de los Caimanes o de los Tres Castores, y menos aún con el campamento de la Compañía dónde siempre había estado Campaña. Sin embargo, el gigante se conformaba con ver la ciudad desde dónde se encontraban, no tenía ningún interés en visitarla y menos sabiendo la clase de gentuza que poblaba sus calles. El tiempo que perdieran otros en ir a la ciudad bien podría emplearlo en entrenar o en cualquier otra cosa.

Campaña se colocó en posición cuando recibió la orden de formar, era día de paga y los extrajeros querían entregarles el dinero personalmente. El gigante volvió a encontrarse frente a frente con aquel siniestro extrajero que de vez en cuando soltaba burbujitas por la boca, que depositó una nueva moneda de plata en su mano.

En cuanto terminó aquella pequeña ceremonia, Campaña se acercó a Ponzoña aún con la moneda en la mano, era en definitiva un dinero que ya estaba gastado.

- Toma, hermano - dijo Campaña entregando la moneda a Ponzoña.- Campaña agradece tu ayuda, hermano... la próxima vez Campaña terminará de saldar la deuda - después cambió de tema.- Campaña no quiere ir a la ciudad ¿Ponzoña quiere entrenar? Habrá que avisar a Attar y Peregrino, Campaña quiere probar algo nuevo.

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15/04/2012, 14:04
Ponzoña.

Para el Hiena, los días de viaje fueron una rutina que respondía a un mismo esquema. Levantarse, recoger el campamento, caminar, detenerse, montar el campamento, organizar la cava de letrinas y dormir. Una rutina solo rota por el escaso tiempo libre que disponía y que dedicaba a su concienzuda talla. Avanzaba con cuidado, mimando los detalles, dedicando una media hora a ella cada día antes de dormir.

Por lo demás, solo había habido tiempo para practicar el oscuro con Campaña, lo cual realmente no implicaba tener tiempo sino dedicar el de su pequeño éxodo a ello. Y cuando llegó el octavo día y la Comapañía al completo se detuvo a las puertas de la gran ciudad de Dadiz, Ponzoña sintió una profunda revulsión hacia aquel monstruo que se erguía sobre la gran barranca. Casi la misma que sentía hacia sus patronos, cuyas formas le resultaban tan desagradables como el tacto frío y viscoso de un reptil.

-Hombres que viven como termitar y una aldea convertida en termitero. Nada bueno puede salir de quien renuncia a la luz y se refugia en la sombras -dijo para sí. En su bolsa de dinero, reposaban ahora las dos platas de su soldada.

Pero ahora todo era agitación. Debían embarcar en las grandes balsas y no entendía que hubiea tiempo para dedicarlo a entrar en aquel termitero. Bufó despectivo ante la mera idea de pisar aquel suelo y no pudo entender que siquiera uno solo de los hostigadores pudiera estar dispuesto a entrar en la ciudad. Oyó a Matagatos dar instrucciones al respecto, señalando que él mismo acompañaría al grupo que se internara en aquella selva de piedra.

-Matagatos, hermano, yo permaneceré aquí. Hay mucho por hacer y las labores de montar en las balsas serán costosas -dijo acercándose al líder, acompañado en aquel momento por Lengua Negra y la quinta-. Como subir al lomo de una tortuga gigante y tratar de no caer. Quinta, tu carro deberá asegurarse bien, igual que su carga -fueron las primeras palabras que dedicaba a la mujer tras el suceso de Rastrojo, pero cuando su mirada se clavó en la de ella, fue como si no hubiera transcurrido el tiempo-. Habrá que vigilar su colocación. En el centro de una de las balsas -colocó un dedo sobre la palma de su otra mano y lo movió de un lado a otro, haciendo inclinar la palma en función de dónde la colocaba-. Así no caerá al río. ¿Ayudarás?

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15/04/2012, 14:05
Ponzoña.

Formulada su pregunta, la respuesta quedó en el aire con la llegada de Campaña y su moneda de plata.

-Corres más que las corrientes de este río -dijo tomando la moneda-. Pero deberías conservarla, al menos hasta la siguiente moneda. Siempre hay gastos y es bueno disponer de plata. Tú decides, pero hermano, no hay deudas entre tú y yo. Somos hermanos y como tales, compartimos. En cuanto a entrenar, debemos montar en las balsas. Prefiero vigilar que todo se haga bien. Y cuantas más manos seamos, mejor.