Partida Rol por web

Soltásteis los caballos necesarios para internaros nuevamente en los complicados caminos de las Rocosas y dejásteis al viejo Pete sólo cuidando la diligencia. Al principio las huellas son más o menos visibles y no teniéis excesivos problemas en seguirlas.

Pero el rastro cada vez se hace más complicado de seguir puesto que cada vez hay más piedra y menos tierra donde puedan quedar las huellas marcadas.

Tras desatar a los caballos, cogiendo uno más para llevar a la muchacha cuando dieran con ella, siguieron el rastro que habían seguido hasta el momento.

De todas formas Roy no parecía muy ducho en seguir ese rastro y a las primeras de cambio perdió el mismo y se dedicó a otear el entorno por si veía u oía algo de lo que tener en cuenta por si fuera hostil o peligroso. Pues no solo los indios eran peligrosos en aquellas tierras salvajes.

Acaricio mi caballo, tanto tiempo juntos y esperaba que por mucho tiempo más. Empezamos la marcha con buen ánimo, pero conforme nos vamos acercando a las montañas el rastro se vuelve complicado de seguir, avanzar, retroceder y observar detenidamente el suelo buscando las pistas que nos lleven hasta nuestro objetivo. Pienso en la chica y en cómo el regreso con su familia puede depender de nosotros. Giro la cabeza como para desechar esos pensamientos negativos y para desentumecer ligeramente mi cuello. Hay que seguir.

El camino se estaba poniendo cada vez más pedregoso y el rastro era más difícil de seguir.

- ¡Por ahí! El rastro sigue por ahí. - Dijo el sheriff señalando hacia unas leves huellas que seguían el sendero.

Pasasteis el resto de la jornada siguiendo el rastro. Unas veces se veía mejor otras peor. Pero aún se veía. El camino que seguíais os devolvía, por otra ruta distinta e impracticable para la diligencia, a las montañas rocosas.

Aún no oísteis ni visteis ninguna señal de los indios ni de la mujer que creíais desaparecida. El ritmo con el que viajabais era bueno pero la noche se os echó encima sin que lograseis llegar a encontraros con nadie. Además, las huellas cada vez eran más complicadas de seguir.

Roy siguió a Tyler que es el que parecía que mejor seguía el rastro que seguían de los indios y de la muchacha. Aun así, de vez en cuando seguía mirando el suelo por si él también acertaba a verlo.

Lo que sí hacía era otear el terreno por si veía u oía signos de que les estuvieran viendo o les hicieran alguna emboscada.

- No sé seguir rastros, pero descuidad que estaré atento de cualquier cosa que pueda pasar- dijo con su escopeta en la mano oteando el terreno.

-Putos y reputos-. Blasfemó el viejo al tiempo que se retiraba la solapa de su chaqueta, a continuación metió su mano como si estuviese buscando algo. No tardó en encontrar el familiar tacto de una vieja amiga lo que le hizo sonreír.

Sacó el recipiente metálico y lo agitó para comprobar la cantidad de líquido que le quedaba lo que le hizo devolver la mirada al punto donde recordaba que se habían marchado sus compañeros. -Malditos seáis. Ahí perdáis el rastro y volváis pronto cabrones. -Volvió a maldecir, esta vez internamente.

-Bueno parece que nos quedamos tu y yo solos Enriquetta, a cuidar de 'la dili'. No deberíamos pasar mucho calor con esto. -Y empezó a darle un prolongado trago. Con sus ojos onubilados oteó el horizonte esperando encontrarse con algo.

Después de intentarlo durante un rato el sheriff se dió por perdido. - Nada. Ha ce un rato que he perdido el rastro y no soy capaz de encontrarlo por ningún lado. Mierda.

Ya hacía tiempo que lo demás se habían ido y te habías quedado solo con tu fiel Enriquetta. Por aquel camino perdido de la mano de Dios no parecía pasar nadie ni nada.

Te acomodaste lo mejor que pudiste dentro de la diligencia y te dispusiste a echar una siesta. ¿Que cosa mejor se podía hacer con aquel calor y estando en soledad?

De pronto un ruido te despierta. No es un ruido muy fuerte pero si lo suficiete para despertarte.

-¿Eh? ¡Ya volvéis! -Preguntó en voz alta mientras se incorporaba. El sol era cegador y tan solo veía una luz blanca muy intensa, con el tiempo la luz se multiplicó en numerosos puntos luminosos mientras que las formas empezaron a dibujarse frente a sus ojos. El desierto.

Los compañeros buscan el rastro, igual que yo, en ocasiones lo perdemos para encontrarlo luego, pero no estoy seguro de cuantas veces vamos a poder seguir el rastro antes de encontrar a los indios o perderlo definitivamente.

- Maldita sea, el rastro de esos malnacidos es realmente difícil de seguir, eso a pesar de llevar una cautiva, no quiero pensar en la pobre chica si no llegamos a dar con ella.

El calor y el cansancio se van notado en nuestros fatigados cuerpos, sin duda estos días han sido más movidos de lo que me hubiese gustado, pero hay que tratar de alcanzarlos por esa pobre criatura que acabará en manos de esos salvajes de una forma que mejor no quiero pensar.

La noche se nos echaba encima y no veía un carajo, era una mierda, todo ese tiempo perdido para no encontrar a aquella pobre chica, pero que le íbamos a hacer, aun así Jack seguía mirando el terreno* y espere a ver que decía.

Con cierto cuidado, ya que no recibes respuesta alguna, abres la cortinilla que protege el interior de la diligencia de los poderosos rayos del sol. Habías tenido la buena idea de apartar un poco la diligencia del camino y también, de la otra diligencia.

Y de allí procedía el ruido que te había sacado de tu ensoñación. Un grupo de cuatro coyotes estaba dando buena cuenta de los cadáveres a los no habíais tenido el detalle de dar cristiana sepultura. 

Uno de aquellos coyotes miraba fijamente en tu dirección, sin duda extrañado por el sonido de tu voz al preguntar al aire si ya volvían tus compañeros.

Tras largo rato de infructuosa búsqueda del rastro no quedó más remedio que rendirse a la evidencia. Hasta aquí habíais logrado llegar. El rastro ya era imposible de seguir por culpa del rocoso suelo que formaba el camino.

Con cierta preocupación y mucha lástima por la muchacha disteis media vuelta y pusisteis rumbo a la diligencia. 

Había que seguir el camino hasta Las Vegas, que aún era bastante. 

Maldiciendo por su mla suerte Roy siguió a sus compañeros de vuelta a la diligencia. No habían podido dar con el rastro que les llevara a la muchacha y eso le condenaba.

- En cuanto lleguemos a una población debemos dar parte de loq ue hemos visto y ha sucedido...y de que los indios tienen a una muchacha prisionera... si es que sigue con vida- dijo el cazarrecompensas con tristeza.

Roy por supuesto, pero me parece a mi que para eso tendremos que recorrer muchas millas antes de llegar a alguna población. estamos en territorio indio y aquí no hay ninguno lo suficientemente loco como para establecerse. Sin mas nos encaminamos a la diligencia, a amarrar otra vez los caballos y tirar para adelante.