Partida Rol por web

Al fin llegamos a nuestro destino. Cansados y al mismo tiempo con la duda de si el viaje serviría para algo.

Bien, pues ahora hay que entrar en Invernalia. Espero que tus dotes diplomáticos sean mejores que los mios o mucho me temo pero será dificil convencer a los guardias que nos dejen pasar.

Repasemos un poco lo que sabemos; yo conozco personalmente a Brandon, pero no sabemos si estará aquí. Por otro lado, tenemos el documento que nos proporcionó lord Umber; espero que sea suficiente o quizá haga empeorar más nuestra bienvenida.

Por cierto, querida, ¿quien demonios gobierna ahora en Invernalia? no solía prestar atención cuando hablaban de chismorreos y nobles mientras estaba con mis compañeros de guardia.

Tras decir esto espoleo debilmente al caballo, rumbo a la puerta donde esperan sin duda los guardias de Invernalia, bastión del rey en el Norte.

Niamh se arrebuja en su ropa, mirando la estructura con evidente seriedad. Vaya con estos castillos… Las palabras de Osfrid le obligan a responder en tono áspero.

-Creo que no prestaste atención a mi historia… He vivido so-la todo este tiempo. No tengo idea de cómo tratar con esta gente, ni menos de sus gobernantes... Confiaba en que tú sabrías como manejarte.

Esta era la parte del plan que ciertamente mas había temido, y de hecho apenas pensado. El recibimiento con lord Umber había sido un verdadero golpe de suerte, pero no parecía que fuera a repetirse. Además, su andar va atrayendo miradas a medida que se aproximan al castillo; hay demasiados viajeros, de lo mas variopintos, pero pocas mujeres bellas… y menos aun salvajes.

No resulta agradable, especialmente cuando esas miradas son las de los guardias que vigilan fieramente la entrada a Invernalia. El castillo esta en pie de guerra y el rastrillo de hierro bajado. Los reclutas son recibidos en amplias mesas dispuestas afuera, bajo la atenta mirada de la guarnición, tanto soldados en el exterior como arqueros sobre los muros... Se puede palpar su desconfianza.

Manejarme yo?? pienso al tiempo que sonrío.

Bueno, habrá que intentarlo.

Dicho esto, avanzo firme hacia la puerta de entrada a la fortaleza de Invernalia y me dirijo serio a uno de los guardias.

Alabados sean los dioses antiguos. Mi nombre es Osfrid Magnar, miembro de la Guardia de la Noche y mi acompañante es Niamh. Venimos desde muy lejos para informar de sucesos de gran importancia a lord Stark. Pedimos se nos conceda audiencia a la mayor brevedad. Es urgente y no hay tiempo que perder. El enemigo está proximo y se acerca el invierno, concluyo remarcando el lema de la casa Stark.

El hombre a cargo (sin duda alguien de rango, ya que viste una coraza de fuerte hierro, manto de piel de oso y lleva una espada elegante en el cinto) te mira fríamente, estudiándolos a ambos con atención. Se toma unos cuantos segundos en responder.

-Claro, tú y la mitad de los pordioseros del Norte quieren verlo. ¿Cual es tu rango, hombre de la Guardia?  Estamos ocupados, pero puede que le deje tu mensaje a mi señor o no... según tenga ganas.--

Ni siquiera pregunta por Niamh, ignorándola como si fuera de aire. Pero notas de reojo que no es así con el resto de los hombres. De hecho, tres o cuatro de los guardias se mueven suavemente, rodeándoles poco a poco... casi casualmente.

Me pongo aun mas serio ante la respuesta del oficial norteño y respondo con impetu;

Mi rango no es importante, aunque sí el de esta señora que me acompaña, que por razones que no os puedo desvelar se mantendrá en secreto.

Mi nombre es Osfrid Magnar como ya os he dicho. Es a vos a quien corresponde decidir si merecemos audiencia urgente con vuestro señor. Sólo os diré una cosa; he compartido penurias, hambre, combates, muerte y mucho más que vos ni siquiera imaginais con vuestro señor, lord Brandon Stark.

Además, qué teneis que perder? Le propongo un trato; vos avisais de nuestra llegada y si vuestro señor concidera poco importante recibirnos, nos podeis echar sin ningun problema. Si lo hacéis y errrais en vuestra decision, quizá podáis ser culpable y castigado por vuestros superiores.

Suya es la decision de aceptar mi ofrecimiento.

-mmm ... Haremos lo siguiente. +hace un gesto a los soldados que se mantengan expectantes pero alertas+ Le avisare, si. Pero si sois nadie, montare un escarmiento para el resto de la chusma con los dos. Los ataremos a un árbol y dejare que les tiren fruta podrida… o lo que quieran hacerles.

La mirada es muy sugerente, puesto que no te la dedica sino a Niamh, quien aprieta los puños conteniéndose para no tomar su lanza y ensartar al bruto. Por otro lado ella también se da cuenta que los tienen rodeados.

-Alfrid , ve a dar el mensaje. +continua impasible el jefe a uno de sus hombres, acariciándose la barbilla con aire especulativo. Después de todo, no se pueden follar una salvaje todos los días en estas tierras… y sin duda sus hombers tambien tienen cara de apreciar la diversion cuando les cae del cielo.

Si vas a cambiar de idea, no te queda mucho tiempo para actuar.

Bien, pues esperaremos la respuesta de su señor.

Sos norteño como yo, y aunque llevo tiempo al servicio de la Guardia de la Noche, recuerdo que la lealtad y el honor eran cualidades que nos diferenciaban de los sureños, aunque parezcamos algo toscos en un principio.

No lo olvide señor, o ¿es que quizá ha perdido sus modales para con las damas? Puede que esté equivocado despues de todo y su honor se haya perdido, contesto al guardia intentando paliar las represalias si las cosas no salían bien.

Los ojos del oficial empequeñecen con furia contenida.

-¿Un perro de la guardia viene a hablarme de honor? Basura, recuerda tu lugar…+murmura en tono amenazante, llevando la diestra a la espada.+ Sera mejor que mi señor hable por ti o estas acabado.

La espera se vuelve tensa, mas todavía si era posible. El mensajero regresa a su tiempo, no obstante. Trae una expresión curiosa en el rostro. Al llegar, murmura algo al oído del hombre. Lo que sea no le agrada, porque enseguida les vuelve la espalda y va dentro del castillo a paso apresurado, dejando al mensajero para trasmitir las palabras. El soldado se rasca la cabeza.

-Esteee…  mi señor Brandon dice que reconoce vagamente su nombre, pero no puede recibirlo ahora. Serán alojados con otros visitantes. Cuando tenga tiempo, les dará una audiencia, pero ahora esta muy ocupado con todo esto. +declara sencillamente.+ Si eso no les gusta son libres de irse.

Bien, aceptamos el ofrecimiento de su señor y esperaremos alojados como nos indica.

Con una media sonrisa le ofrezco el brazo a Niamh y espero nos conduzcan a nuestros aposentos para poder descansar del largo y tedioso camino.

Sin mas que añadir y rodeados de muy pocas miradas amistosas por asi decirlo, los dos son introducidos en Invernalia. El castillo de los Stark es, con mucho, el mayor de las tierras norteñas. Solo el patio de acceso es mayor que el de cualquiera de los multiples castillos de la guardia de la Noche.

Rápidamente se les asigna un cuarto en el ala oeste. No es gran cosa (y deberán compartirlo), pero dos camas cómodas y una mesa con pan, vino, sal y carne bien asada son lujos comparados a los días en el raso.

Niamh se sienta a apreciarlos rápidamente, pero su mirada es hosca. Lo que ha pasado afuera no le ha gustado en lo mas mínimo.

-Bestias… +masculla+… no, eso seria mucho. Las bestias tienen mejores maneras. +alza la mirada de la comida, interpelándote+ Mucha gracias por hacer que destaque tanto… como si no fuera suficiente. ¿Ahora que? ¿Solo nos sentamos a engordar?

No es que no vaya a comer, en lo mas minimo, pero no es la razón por la que ha pasado por todo esto.

Justo cuando voy a comenzar a dar buena cuenta de la suculenta comida que nos ofrecen, escucho las palabras de mi triste acompañante.

Podéis hacer lo que os guste, por mi parte no voy a ser descortes y acepto de buen grado esta comida. Estoy harto de queso rancio y el pan duro del viaje.

En cuanto a esas gentes, yo no las llamaría bestias. Te aseguro que no conoceis lo que los hombres somos capaces de hacer a las mujeres, y más en estos tiempos de guerra e incertidumbre. Come y repón fuerzas, es lo mejor y lo unico que puedes hacer. Y esperar...

¿Que no sabia…? Niamh se trago las palabras, resoplando desdeñosamente en su lugar en vez de responder a la tonta presunción. Algunas cosas preferible no volver a traerlas a la memoria.  Tampoco confiaba tanto en el guardia como para contárselas. En su lugar se fue a acostar a uno de los lechos, estirando bien las piernas para aliviarlas del rigor de tantos días cabalgando. Toda la comida queda para Osfrid, quien puede mimar su estomago a placer.

El resto del día es un ejercicio de paciencia, tal como cabía esperarse. Afuera el trajín continúa a buen ritmo mientras se forma el ejército. No es hasta la noche, que poco después de  la cena (una sopa espesa y pan), viene una figura conocida acompañada de un par de guardias.

Brandon entra sin llamar, y dirige una intensa mirada a ambos, estudiándolos. Tiene los ojos fatigados, pero por lo demás esta igual que cuando se separasen. En realidad, algo mejor, puesto que ha cambiado las ropas de explorador por un atuendo de piel de oso y cuero, similar en colores pero mucho mas estilizado y cómodo. También es evidente que se ha bañado, e incluso perfumado…

-Vaya… así que también lo lograste. +comenta finalmente, como todo saludo, ignorando la presencia de la mujer que se incorpora del lecho al recibir las visitas+ … ¿Como lo hiciste? Daba por sentado que te alcanzarían. 

Me alegra veros sano y salvo, lord Stark. Yo pensaba lo mismo, que os habían alcanzado al no veros en el castillo de lord Umber. De hecho, casi no cree mis palabras sobre los acontecimientos y él mismo me pudo ejecutar.

Vos distéis vuestra palabra de que el plan era llegar al castillo de los Umber; ¿porqué no la cumplisteis? Me utilizaste como cebo para esos malnacidos y poder escapar tranquilamente, no es cierto?

Mis palabras quizá no eran correctas al tratar a un hombre de tan alta alcurnia y renombre, pero bien era cierto que hacía tiempo que le había perdido el respeto. De hecho, desde que lo conocí mi vida había corrido más peligro en su presencia que durante el resto de mi vida. Brandon Stark podía ser muchas cosas, pero la amabilidad y el compañerismo no eran sin lugar a dudas uno de sus fuertes.

Cruza las manos tras la espalda, alzando una ceja levemente mientras su barba se mece ante una leve sonrisa.

-Desde luego. Era un sacrificio razonable. Deberías alegrarte de que al final no fuera necesario.

Hace una breve pausa, ahora si examinando a Niamh, quien se levanta y acomoda sus ropas rápidamente. Los ojos de Brandon se entrecierran, suspicaces.

-Ahora, no obstante, no parece tiempo de hablar sobre el pasado sino del presente. Como por ejemplo, explicar quién es ella, y que es lo que buscan.

-“Ella” tiene nombre. Niamh. +replica con tono seco la joven, poniéndose firme. + Vengo desde la casa Flechanegra a buscar ayuda. Si es el rey de los norteños, como dicen, es algo que le corresponde.

Se yergue en toda su estatura, con expresion decidida. Ciertamente se ve bastante atractiva cuando no esta molesta contigo.

Brandon reconoce el nombre, pero su labio se frunce. Repasa mentalmente la información que alberga tras su frente sobre las casas norteñas

-Flechanegra… si, una casa al noreste… ¿Eres una sierva de ellos?

No era imposible, dado la reputación especial de los Flechanegra. Sin embargo, la mujer no parecía una sierva, sino quizás una soldado. Era sabido que no pocas mujeres formaban parte de las fuerzas de esa pequeña casa.

La expresión de sierva le hace tensar la nuca, pero se contiene. Todo sea por el éxito…

-Mas bien una amiga. +sentencia lentamente+ En todo caso, estoy aquí en su nombre. Sus tierras han sido invadidas por una horda de salvajes, comandados por Azoth el Desolador, quien también se hace llamar Rey Más Allá del Muro.+ aprieta las manos con fuerza, antes de continuar+ Ellos han sido los primeros en sufrirlo, pero muchos mas caerán si no son detenidos!

Mi compañera de viaje -digo remarcando la palabra "compañera"- tiene sus propias razones para pediros su ayuda. Viaja conmigo desde el castillo de los Umber, aunque no es de muchas palabras; acaba de hablar más ahora que en las semanas que llevamos de viaje, digo sonriendo.

Con todo, yo me fío de ella y supongo que lo que dice es cierto. Debería escuchar lo que dice, remarco serio.

Alza  la vista levemente, mirando el techo, mientras adopta una postura relajada. Asi que era eso…

-Supongamos por unos instantes que lo creo. En realidad, considerando lo que vi… lo que vimos +mirando a Osfrid+ en nuestra exploración, no suena improbable. Pero si mal no recuerdo, la casa Flechanegra esta al noreste. Ahora mismo, hay una cuestión importante en el noroeste.

Sus dedos crujen dentro de los guantes.

-Si esa bruja se apodera de toda la Guardia, el Muro caerá. Después de eso, todo cuanto mora al otro lado volverá a pisar estos reinos. Y hay cosas mucho peores que un ejercito de salvajes. Asi que es una cuestión prioritaria recuperar el control de las fortalezas. No puedo estar dividiendo mi ejército en estos momentos.

Sin propósito de intervenir en si debería o no salir de Invernalia en ayuda de Flechanegra con su ejercito o parte de él, tengo una duda; cual es su intención? Esperar aquí y combatir al enemigo cuando llegue, al abrigo de los muros del castillo? o quizá, avanzar en dirección al norte y sorprender al ejercito de ese tal Azoth? En este segundo caso muchos norteños se uniran a su ejercito en lucha común con el cruel invasor.

Para nada soy un experto en cuestiones tacticas y estrategia militar, y ciertamente ambas opciones tienen sus puntos débiles y otros fuertes. Me considero afortunado de no tener que tomar semejante decisión... concluyo sonriendo.