Partida Rol por web

Habían cruzado el puente y lo que vio allí hizo que se le cayera el alma a los pies. La enorme actividad en los muelles solo podía significar una cosa, estaban huyendo, no solo los civiles sino todo el mundo, se replegaban, se marchaban, habían perdido y la gran obra del prisma, la muralla de Garriston quedaría en manos del ejercito invasor, el trabajo de tantos y tantos buenos hombres perdido de la noche a la mañana, y con el sobrecoste de las muchas vidas perdidas en la batalla de ese día.

Threkor pedía un curandero pero nadie parecía hacerle caso y aunque estaba seguro que no lo conseguiría en su estado de cansancio apretó los dientes mientras intentaba que la luxina adoptara la forma de una pinzas fuertes y finas para poder sacar la bala, sin sutilezas, pero efectivo. Consiugió que se formaran las pinzas pero no eran duras sino quebradizas así que ni siquiera intentó sacar la bala con ese instrumental tan precario. Con un encogimiento de brazos le dijo

"Espero que haya más curanderos porque creo que yo he llegado al límite....Lo siento"

En uno de los embarcaderos alejados de donde estáis vosotros veis a un enorme hombre rodeado por una docena de Hombres Espejo apuntándolo desde todos los ángulos posibles.Se trata de Puño de Hierro junto a Secse,Liv,Liandra,una magíster,una chica y un chico que no conocéis

El general te mira un segundo y te da una palmada en el hombro

-"Me alegra ver que estás bien"-dice mirando hacia los demás asintiendo antes de volverse a ti y señalar a un grupo de civiles-"Que nadie suba más equipaje que el permitido: una bolsa,nada más o no cabremos en los puñeteros barcos"-gruñe mientras suelta una maldición y se alejaba gritando hacia un grupo de nobles que arrastraba unos baúles en dirección a la pasarela de uno de los barcos

Naya sacudió la cabeza divertida al ver a Elric ofrecerse de impulso aún estando herido. - No pienso hacer eso. Dejame ver... - mientras le daba la vuelta para inspeccionar sus heridas sus manos se quedaron paralizadas y su corazón se encogió un poquito.

- Están allí...y rodeados - le dijo a su compañero señalando la zona por encima de su hombro mientras daba un par de pasos atrás y buscaba con ansiedad algo con lo que llegar con rápidez. Había un par de caballos atados a unos pasos. Sabía que él no se montaria en un animal y si lo hacia, seguramente los retrasaria. Se mordió el labio indecisa pero tenía que actuar rápido. Cortó la cuerda con su yatagán y montó en el corcel.

- Avisa al resto - dijo con el rostro pintado de cierto remordimiento por dejarlo ahí antes de espolear su montura. En esos momentos agradeció que su querida madre se hubiera empeñado en que aprendiera a montar.

Sonrío ante su trato y escucho lo que puedo hacer. No es que fuese algo que esperase pero entendía su importancia sin embargo había algo prioritario que necesitaba explicarle, por lo que en vez de ir hacia los civiles que me señala le sigo mientras intento llamarle otra vez la atención antes de que alcance a los nobles.

- Señor! Hay algo de lo que quería informar antes de encargarme de eso. Cuando veníamos hacia aquí algunos de mis compañeros vieron como estaban llevando a unos cuantos rehenes hacia los muelles, si están cerca quizás podríamos intentar rescatarlos, con la retirada que llevamos no se lo esperarían y dudo que tengan muchos hombres encargados de su vigilancia teniendo en cuenta el ataque a la ciudad.- una vez le suelto la retahíla me quedo algo nervioso ante las expectativas de que ni siquiera lo considere.

Sentada como estaba, Eleanor se fijó mejor en los alrededores y vio al grupo de rehenes, más alejados de ellos. Lo primero que hizo fue mirar a sus compañeros, sabiendo que más de uno querría ir a por ellos si los veía. Y efectivamente, Naya no parecía apartar la vista de allí. Gateando para poder levantarse después, Eleanor aceleró como pudo para llegar hasta ella y donde estaban los caballos.

- ¡Naya, espera! - la llamó al tiempo que su montura se marchaba. Chasqueó la lengua y rápidamente deshizo el nudo que mantenía atado al otro caballo - Así solo conseguirá que la maten... Los rehenes están allí con varios Hombres Espejo, no vamos a poder solas. - murmuró, poniendo la mano en el hombro de Elric para tomar impulso y montar ella misma - ¡Daos prisa! - se despidió, espoleando a su montura para alcanzar a la de Naya.

Se había girado ante la negativa de Naya pues esta le había obligado, las heridas seguián taponadas por las telas que el había puesto, pero no llegaron a más, la mujer paso el brazo por encima de su hombro y le señaló un objetivo, allí estaban, el no los había visto, su visión en la ciudad aún era nula, no encontraba la mitad de las cosas y no veía nunca nada extraño, para el todo seguía siendo extraño, en el bosque era todo mucho más fácil para el. 

No la dio tiempo a responder cuando su amiga se había apartado y estaba encima de un caballo galopando hacia la posición de los rehenes. Por suerte Eleanor había sido algo más precavida. Asintió - Iré lo más rápido que pueda, tened cuidado.

Buscó a Aram con la mirada y  se acercó a donde estaban los demás. - Naya ha visto a su padre entre los rehenes y vamos a intentar salvarlo junto a los demás, espero que nos ayudéis, si no, no pasará. Aram, Eleanor ha ido tras ella imagino que no querrás dejarla sola.

No esperó respuesta de ninguno, golpeo a Flit en el hombro para llamar su atención y salió corriendo tras los caballos, por suerte para el, a ellos si los veía, aunque no compartía el que se usasen como montura.

-Yo también quiero una buena siesta -le respondo a Ren y me levanto de un salto. El dolor me hace saber que no fue una sabia decisión, pero trato de sonreir mientras le tiendo la mano a mí hermano -vamos a... 

Me quedo congelado por un momento tratando de entender lo que veía. Puño de hierro, Liv, Secse. ¿Ciudadanos de la cromeria en un barco? ¡Los rehenes aun están con vida!

-¡LOS REHENES AUN VIVEN. ESTAN EN AQUEL EMBARCADERO! -grito haciendo bocina con las manos para hacerme oir por sobre el ruido de la evacuación. 

-¡ESTAN SACANDO A LOS REHENES!

Maldición. Pensé que ninguna persona viva podría capturar a Puño de hierro sin que el lo quisiera. ¿O el quería eso? 

Flit no necesitó más para que el golpe en el hombro de Elric para ponerse en marcha. Entendía a Naya, es lo que el había querido hacer y había postpuesto pero ahora, con la evacuación en curso y aparentemente controlada, ya no había sentido de esperar más.

Con cierta torpeza por el cansancio empezó a perseguir a los caballos de Eleanor y Naya preguntándose de donde sacaba las fuerzas para correr después de todo ese día y maldiciendo al destino porque no hubiera otro caballo más.

Al tiempo que dices eso se escucha el grito de Lennart y que ambos oís al no estar demasiado lejos.Lanzando una maldición el General comienza a correr hacia la dirección que Naya y Eleanor cabalgan.Sin apenas detenerse el hombre se acerca a uno de los caballos y salta sobre él espoleándolo tras las dos mujeres

El general Danavis aparece corriendo y sin apenas detenerse monta de un salto en uno de los caballos y se dirige hacia donde Naya y Eleanor cabalgan a gran velocidad

Las dos chicas llegan donde un numeroso grupo de Hombres Espejo apunta a Puño de Hierro y a alguien más pero a causa del número de soldados no consiguen verles.Desde el interior alguien lanza luxina roja incandescente a un par de soldados mientras el comandante se abalanza sobre ellos y comienza a rajar cuellos y brazos con unas afiladas cuchillas azules que salen de sus nudillos mientras varios soldados se vuelven al escuchar los caballos y empiezan a disparar contra las mujeres aunque fallan la mayoría sin embargo uno de ellos impacta en Eleanor

Justo cuando termino de explicarle lo que se al General, Lennart da un grito sobre lo mismo. Al parecer Naya y Eleanor no pudieron esperar y salieron directas hacia los rehenes.

Sin dudarlo un segundo sigo a Danavis y monto también en un caballo para que no me dejen atrás. No me gustaba nada la situación y como había dicho antes atacar sin un plan era casi un suicidio, pero por otro lado no iba dejarlas abandonadas simplemente porque no estuviese de acuerdo en como hacían las cosas. Por lo que espoleo el caballo para cargar contra los que estaban disparando, lamentablemente mi arma rebota contra la armadura de uno de ellos y viéndome tan vulnerable sigo avanzando con la montura para no ser un blanco fácil.

Naya sintió silbar las balas por lo que se inclinó sobre la montura, quedando su rostro a escasos centímetro de la testa del animal.

Percibía el calor que éste emitía y el de su mano que se aferraba fuertemente a las riendas.

Ya estaba llegando pero antes de alcanzar al enemigo hizo acopio de ese calor para generar cristales de fuego y lanzarlos a los hombres espejos que estuvieran mas a tiro.

Luego fue cuando blandió su yatagan con el enemigo más cercano.

Eleanor se encogió un poco en el caballo al oír los disparos, y se disponía tomar su arco cuando notó otra vez esa terrible sensación, esta vez en el hombro. El balazo fue como si tiraran de ella para querer arrancarle el brazo y tal y como estaba sentada, no pudo agarrarse de nuevo a las riendas. Como si el tiempo fuese más despacio, vio cómo Naya se alejaba y sacaba su yagatán, y vio a otro caballo más pasar a su lado, antes de chocar dolorosamente contra el suelo. La respiración se le cortó un instante, su vista se nublaba y el dolor del hombro y la caída la hacían sentirse muy cansada...

"¿Cómo he llegado a esto...? Ah, sí, Naya, así solo vas a conseguir que te maten... Valientes palabras de la que se ha lanzado a seguirla después... Debería levantarme. ¿Por qué no puedo levantarme? Los niños cuando se caen se levantan... Aunque a los niños no les han disparado ya varias veces. Creo que voy a descansar un poco..." La joven cerró los ojos y se quedó allí donde había caído, respirando levemente y sin moverse.

No hubo tiempo a reacccionar. Naya y Eleanor tomaron sendos caballos y salieron al galope como si no existiera un mañana hacia los prisioneros. El problema vino, como habíamos previsto el resto, quehabía soldados esperando y las balas empezaron a silbar sobre sus cabezas.

El cuerpo de Eleanor sufrió un retroceso al recibir una de las balas disparadas por los Hombres Espejo. Cogí uno de los caballos y salí disparado para intentar llegar antes de acabara todo y poder ayudar a Puño de Hierro y a mis compañeras.

Las maldiciones de Flit fueron atendidas y pudo localizar un caballo con el que participar en aquella persecución detrás de Eleanor y Naya. Subirse al caballo fue difícil por el cansancio, tanto que estuvo apunto de caerse cuando estaba subiendo pero finalmente se pudo colocar en posición de persecución mientras espoleaba el caballo.

Un fogonazo ante él y un movimiento fortuito le previno de que Eleanor había recibido otra herida y hacia ella encaminó el caballo al galope. Tal vez no tuviera fuerzas para curarla pero si no las tenía las tendría que inventar, su compañera sería incapaz de recibir otro impacto como ese sino intervenía ya.