Partida Rol por web

Le habían interrumpido, pero no se enfadó, era exactamente lo que esperaba. Con su chanza contra el elfo, había conseguido que aquél estirado se uniera a la conversación, y tras ello todo había resultado más fluido. No le dio tiempo a presentarse ni a explicar lo que se le daba bien a él, pero tampoco era demasiado importante, con su tamaño y una espada a la espalda, no había muchas posibilidades; se sorprenderían, pensó para si.

Cualquier posibilidad de seguir conversando acabó repentinamente con la aparición de los dos Vigilantes. El silencio se apoderó del claro una vez más, y la tensión regresó lentamente. Era la hora. Tres de ellos se alejaron de allí siguiendo a una de las figuras, cuyos andares se quedó observando sin pudor ninguno, mientras el resto permanecía junto al otro, un semiorco cuya presencia no era ni de lejos tan agradable como la fata. Lástima. Si mis estudios me hubieran llevado por otro camino más arcano, seguramente tendría mejor compañía.  Aunque, eso si, estaba seguro de que se divertiría mucho menos; una sonrisa se perfiló en su rostro cuando miró de reojo a la salvaje mestiza que olía a mar, una fragancia que detectó cuando todos tuvieron que acercarse para atender al que iba a darles su misión.

Escuchó pacientemente a Grom, y cuando acabó, fue el semidrow el que preguntó; parecía que, pese a sus distintivos rasgos, no era de los que se quedaban callados intentando pasar desapercibido; de hecho, era bastante dramático al hablar, tanto por el contenido como por las formas, haciendo pausas medidas y preguntas grandilocuentes. Iba a ser gracioso ver como se aguantaban él y pura sangre.

En cualquier caso, eran preguntas inteligentes y adecuadas, así que antes de hacer ninguna otra, esperó a que el otro respondiera, a ver que sacaban en claro.

Efectivamente, el mago estirado se había molestado. Eso era lo que quería mi familiar, danzar así por tan poco tiene hasta poco mérito. ¿Tendrá el temple suficiente? La soberbia impregna cada pizca de su ser. Tampoco es que le pensase responder, si no es capaz de entender el vínculo real entre un familiar y su compañero, no merecía la pena discutir por tan poca cosa. No todo se puede doblegar, solamente cuando es imprescindible. Aunque siendo un mago puro se pensaría que con el estudio todo era factible. Se preguntó quien sabría más de verdad.

La apuesta se volvió divertida, y no pudo evitar esgrimir una sonrisa observando como se jactaba el guerrero, con un deje de complicidad. Aunque mirado de cerca, había algo que la incomodaba, un presentimiento, quizás fuese su mirada, pero igual no era tan simple como pensaba ser. Al menos, se ahorró las preguntas incómodas de que podía hacer. La brujería era un tema de escarnio y miedo, algo que no gustaba y que se relacionaba con devorar niños por las noches.

El orco irrumpió con su presencia, sencillo y directo. Fácil a priori, difícil en la realidad. Si un archimago no lo resolvía es que o era un vanidoso o que había gato encerrado o que invertir demasiados recursos. Y además, la compañía no era a priori la mejor para sutilezas, aunque como arietes serían formidables. Al menos el semidrow demostró más sentido común que en la conversación anterior.

- Demasiado vulgar. El que secuestra pelirrojas busca o un componente secreto que no termino de vislumbrar, o es imbécil o busca realmente agitar al vulgo. ¿Rencillas, quizás? En cualquier caso, estaría bien saber donde desaparecieron las muchachas o si tenían algo en común. Necesitaremos nombres y direcciones.

No pudo evitar que la irritación surgiese levemente de sus labios. Era una forma arcaica de trato, y si así trataban a los magos, a ella si se acercaba con sus ropas habituales la molerían a pedradas. O saldrían corriendo.

- Y por cierto, soy Aerin, Aerin Maüar. Si vamos a trabajar juntos, coincido en que será mejor conocernos. El silencio se estaba volviendo incómodo, gracias por el humor.

Vicnan sigue a Miriel en silencio. Bueno, ya es hora, que sera esta vez. Piensa Vicnan. Si bien siempre hay problemas, las misiones suelen ser sencillas.

Al entrar en su tienda de campaña, dio un vistazo rapido a todos lados. Esta parece mas una burocrata. Pareciese ser que la organizacion se trata mas de llenarles de dinero que de ayudar. Despues fijare mi objetivo en eso. Cuando ella les ofrece sentarse, Vicnan se mantiene de pie mirandola fijamente (no para retarla, si no para observarla). Escucha sobre la mision y los problemas que le acojen a la ciudad atentamente, sin dejar escapar el mas minimo detalle. Mhes´Ran... Sabre algo de ese lugar? Y nobles preocupados por unos simples cadaveres? Eso me suena a que hay algo mas. Saqueadores no serian problema, pero para que los nobles se preocupen y les afecte demasiado, o son magos o hay algo mas que no se dice.

Cuando Ildyra hace su comentario sobre quedarse mucho tiepo, Vecnan interrumpe y directamente le dice - Rastrearemos - No necesita decir nada mas Vecnan, necesita estar en el lugar y el mismo lugar le dara la informacion. No creo que sean demasiado cuidadosos como para borrar sus huellas, deben tener prisa incluso para dejar notar demasiado que hacen falta cadaveres. Tendremos que partir cuanto antes.

Seguido de eso, Vecnan continua con su postura. Es imperioso salir de inmediato, pero no apresurara las cosas si sus compañeras aun no estan listas o si necesitan mas informacion Llegaremos cuando debamos llegar, no antes. Dice para si mismo, recordando las palabras de su maestro.

—A lo mejor es que tiene un fetiche muy marcado —añadió él, no dejando muy claro si era una broma o hablaba en serio.

En cualquier caso, más o menos habían agotado todas las preguntas importantes. ¿Eran los magos de fiar? ¿Ayudarían? ¿Qué escondían para no encargarse ellos mismos? ¿Había quien podría querer incriminarles? Y lo más importante: ¿Qué datos podían compartir para empezar la búsqueda? Si el orco respondía a todas, solo les quedaría empezar la misión. Oh, y contestar a lo más importante de todo.

—Yo soy Agatosh, a secas —respondió; su apellido, como su vida anterior, era mejor que permaneciera en el olvido para mantener a salvo a su familia—. Y de nada por sacar de su ensimismamiento al elfo —siguió, mordaz—. Siempre es un placer ayudar —terminó, guiñando un ojo a la mujer.

Mhes´Ran era una ciudad rica gracias al comercio marítimo de las especias que allí cultivaban. La amplitud y las condiciones del terreno eran ideales para el cultivo de todo tipo, utilizados no solo para aderezar las comidas, sino también como remedios médicos y arcanos para curar distintas enfermedades. 

—Deberán encontrar a los artífices de tales actos, así como detenerlos y descubrir que traman. Después los entregaran ante las autoridades locales como bien dices Ildyra —. Respondió con voz calmada—. Respecto al tiempo, deberéis investigar lo que sea necesario. No importa si son días o meses, queremos el trabajo bien hecho. Un buen Vigilante es paciente como la misma piedra.

» Las profanaciones se realizaban con la protección del abrazo de la noche, las cuales superan la veintena, un número bastante elevado—. Continuó explicando sin alterar lo más mínimo su expresión, ni siquiera ante la atenta mirada del inquisidor—. Por el momento no se ha encontrado ningún cuerpo, ni ningún tipo de rastro. Sea quien haya hecho estos actos ha escondido bien cualquier pista.

Tras decir aquellas palabras abrió el cajón de la mesa, del cual extrajo un sobre de color crema, sellado con un lacre de color verde. En el identificaron con rapidez el emblema de los vigilantes, un ojo rodeado de un triángulo. 

—Vuestro contacto en la ciudad será el capitán de la guardia Mikael—. Dijo entregándoles la carta—. No deberías tener ningún problema. Hace tiempo Lancerot y él lucharon codo a codo. Además, este sobre despejara cualquier duda que pueda tener.

» Recordad, aunque todavía no seáis miembros de pleno derecho, vuestros actos podrían ensuciar o enaltecer el nombre de nuestra organización—. Concluyó con voz firme.
 

- No tienes por qué agradecérmelo, es la voluntad de mi familiar, no la mía -se encogió de hombros restándole importancia- No es mi mascota, es mi guía espiritual en cierta forma, y aparte, no le caen muy bien los elfos. Espero que nuestro querido mago no se lo tome como nada personal, mi paradigma mágico es francamente distinto al suyo, simplemente. 

Ignoró al elfo sin darle pie en la conversación. No iba a entrar demasiado en una batalla de críos. La experiencia demostraría quien tenía razón. No todo se podía resolver con un libro de magia.

Aprovecho para acercarse un poco más a la lumbre, mientras la liebre asomó la cabeza, y con un gesto rápido y casi imperceptible, le sacó la lengua al tipo de orejas picudas. Y tu contente, ensañarnos ahora no es buena idea.

Caidus escuchó con atención a Grom. Por fin esta conversación vacua tornaba a su fin, y empezaba la tarea para la que se había 'alistado', como dirían los jóvenes más enérgicos. Algunos compañeros hablaron con más o menos interés sobre el asunto que les ocupaba, y el mago, sentado frente al fuego como si estuviera en su escritorio, opinó sin quitar la vista de sus papeles, ignorando aquellos comentarios fútiles:

—Podéis llamarme Caidus.—empezó diciendo el elfo—Como dice Aerin, desconocemos la finalidad de estos asesinatos. También cuántos responsables hay, si es que hay más de uno. Por otro lado, tú mismo te has contestado, Albelgos. Nadie está libre de una hipotética sospecha, y eso incluye al Archimago, pero también a cada uno de nosotros. Aunque habrá que confiar los unos en los otros—dijo elevando las cejas con cierta indiferencia— Saber más de las víctimas será probablemente lo más útil, por el momento. ¿Hay alguna información adicional que nos pueda brindar, Grom?

Al escuchar el nombre de Lancerot se removió en su asiento, manteniendo la excitación a raya con cierta dificultad. El corazón se le aceleró y su respiración perdió el ritmo. Lancerot, repitió en su cabeza, entrar en la organización era la forma de Elentari de pagar su deuda y darle las gracias; el mero hecho de haber escuchado su nombre generó una confianza en su interior que pocas veces había vivido.

-!Confía en nosotros¡ -dijo levantándose explosiva con las manos en la mesa, su figura inclinada hacia Miriel mirándola con firmeza. Cada gesto y postura de su pequeño cuerpecito exclamaba determinación.

Tardó un poco en tomar consciencia de sí misma ante la impasible mirada de Miriel, una mirada penetrante que acabó por ruborizarla. Se incorporó alejando las manos de la mesa y aclaró su graganta desenado que ese momento pasara lo antes posible. Intentó algún movimiento de cabeza para que sus recientes compañeros se levantaran y puediera escapar de esa situación, pero el momento que tardaron en reaccionar se le hizo eterno. Decidió, a pesar de la verguenza, abrir la boca otra vez.

-¿Algún medio de transporte que los vigilantes hayan tenido a bien proporcionar para esta misión? ¿o deberemos confiar en nuestros propios métodos? -forzó su respiración y tono para sonar tranquila, aunque no lo bastante para ocultar la excitación y la verguencia que habían anidado en su cuerpo y, debido a su reducido tamaño, lo habían ocupado por completo.

En el noreste del reino de Daenash se encontraba la ciudad de Norul, un emplazamiento situado alrededor de la costa del golfo conocido como “El balneario de las fatas”.

—Os informará sobre las desapariciones e intentará colaborar con vosotros todo lo que le permita la situación, es decir, mientras los lugareños no conozcan su participación en la investigación. No quiere que piensen que trunca la investigación—. Respondió con voz grave la primera pregunta del elfo oscuro—. Aunque fueron ellos quienes notificaron los crímenes a la hermandad, no podemos estar seguros de que no están implicados de algún modo.

» Sin duda vuestra mejor baza para obtener información es hablar con los lugareños y el mismo archimago; sin embargo podéis comenzar hablando con Julieth la propietaria de “El beso de la driade”—. Continuó explicando, ignorando sus rencillas—. Esa mujer suele enterarse de cualquier chisme, rumor o secreto susurrado en la noche.

Durante unos instantes el adusto orco observó la fogata en silencio, meditando sobre sus siguientes palabras.

—No os voy a soltar la típica charla de que lo que hagáis puede afectar la imagen de la hermandad, es obvio que lo sabéis—. Pronunció mientras con un palo empujaba un ascua que había saltado de la hoguera—. Solo os diré que tengáis cuidado. Gran parte de la fuerza de los vigilantes se debe a la paciencia, la planificación y el trabajo en equipo. Sera mejor que no lo olvidéis.

—¿Eso quiere decir que seamos discretos, cautos y que no actuemos precipitadamente, no hagamos ninguna locura y, sobre todo, nada que pueda dejar en mal lugar a La Hermadad? —Ante la mirada de Grom, asintió—. Lo tomaré como un si —se respondió a sí mismo—, aunque no prometo no llamar la atención —añadió finalmente.

Tenían el nombre de la ciudad, un lugar por dónde empezar y las primeras pistas; sabían que no podían confiar del todo en el colegio de magia, pero que debían, al menos de primera, no tratarles como los principales sospechosos (si se corría el rumor de que los Vigilantes hostigaban a sus propios "clientes", no tardarían en quedarse sin ninguno). Debían actuar en equipo, y el que les hubieran dividido así significaba que veían en ellos fortalezas y debilidades por separado, que en conjunto podían explotarse, las primeras, o cubrirse, en el caso de las segundas.

—Ha sido un día largo y la tensión no ha sido buena compañera. Si os parece bien, podemos descansar hoy aquí, aprovechando que ya tenemos un fuego, y salir con las primeras luces. ¿Qué me decís? —Dejó la pregunta en el aire a la par que, pensativo, miraba al orco—. Al no ser, claro, que nos mandéis por medios arcanos —dijo al cabo de unos segundos—. Eso sería francamente útil.

Asiente a las repuestas ofrecidas no sin alguna mueca desdeñosa o de obviedad pero asiente en silencio a la vez que va haciendo suspropias cábalas mentales.

-¿Que tu llamaras la atención? ¿Hermano tu me has visto? -Pregutó con sorna. -En cualquier caso conmigo no conteís para sacarle información a nadie, no inspiro mucha confianza de primeras. -

Sobre cuando ir: lo que dictamine la hermandad, yo puedo estar listo en un periquete para hacer una marcha.

Hablar con el archimago, con los lugareños y con Julieth, de "el beso de la dríade". Anotado. El elfo memorizaba diligentemente las indicaciones de Grom. Cuando éste ya no aportó nada más, Agatosh dijo la siguiente acción más lógica posible, y Caidus se mostró de acuerdo.

—Coincido con Agatosh.

El elfo seguía sin mirarles a los ojos. Está visto que las relaciones sociales no son lo suyo. Tampoco espero demasiado. Se sorprendió a si misma con el pensamiento. Igual la reacción del familiar sin que era producto de sus prejuicios.

- Creo que si me cambio de atuendo puedo ser la más normal, dentro de lo que cabe, aunque ir vosotros es como, sin ánimo de ofender, llevar un faro y un cartel de sospechosa. Aunque si es por intimidar... creo que sí que valéis para extraer información -  Su mirada se posó en el semidrow. No, no era particularmente agraciado -  Por mi parte, no hace falta el sermón.... aunque si pretendéis alguno que sea una santa monja, habéis elegido a la compañera equivocada. Mi trabajo habitual es observar y aconsejar, pero tampoco tengo pelos en la lengua. debe de ser asqueroso tenerlos, y muy incordio, tiene que doler cada vez que tragas algo.

Se apoyó un poco en el suelo, dejando al lado sus cosas, disfrutando del olor de la tierra - Si vamos a dormir aquí, espero que nadie ronque. Llevo unos días moviditos y agradecería un poco de descanso. Si, ya lo sé, comentario de princesa.

Sonrió ante el comentario del semidrow, pero no dijo nada; si le viera como de verdad era, a su lado simplemente parecería un tono enfermizo, y nada de lo que preocuparse. A la que si respondió fue a Aerin.

—Aunque llamemos la atención los demás, te invito a que te cambies. ¿Necesitas ayuda con eso? —preguntó con una mueca divertida. 

¿Ayuda? Este tipo se está pasando de confianza. ¿Con qué quieres jugar? Pues nada, hagámoslo. Hizo un esfuerzo por no lanzar un suspiro. En su lugar, esgrimió una de esas sonrisas que tanto le gustaba poner, mientras daba un par de pasos hacia él de forma muy lenta.

- Si quieres pagarme las ropas adelante, algo discreto pero bonito preferiblemente. Además, me vendrían bien algunos ingredientes alquímicos y trastos de laboratorio varios. Con las plantas de la zona no puedo conseguir los tintes que yo quiero, y ya que estamos, voy a teñirme de pelirroja. Quien sabe, creo que puedo dar el pego e igual hasta me intentan raptar y todo. Mejor fuente de información que el propio secuestrador no podemos tener, ¿no?

Reconocía que el tipo no estaba mal para un polvo de cuando en cuando, una nunca sabe cuando puede morir. Pero hoy no, no se vendía fácil.

Se ve obligado a intervenir con tono serio como diría un padre ante unos hijos irresponables. -No termino de entender que problema hay con las ropas de de Aerin pero teñirse de pelirroja y usarla de cebo para localizar a los responsable es una temeridad -Acto seguido sonríe maliciosamente y añade. -Cuentas con todo mi apoyo, jamás diré que no a cazar con cebo o señuelo.

Ah, se me olvida. El objetivo es encontrar a los responsables ¿Y luego que? ¿Los capturamos con vida, los matamos o informamos a nuestros superiores?

Grom se levantó dispuesto a marcharse; sin embargo las palabras del semidrow le detuvieron unos instantes, tras los cual emprendió de nuevo su marcha.

—Vivos, pero no siempre se puede—. Pronuncio mientras se adentraba en los matorrales, desapareciendo en la oscuridad—. Sea lo que sea, acudid a las autoridades locales y luego aquí.

Una vez había desaparecido su superior, extendieron los sacos de dormir alrededor del fuego y dejaron que el abrazo de Desna les arrastrara poco a poco a un profundo sopor.

En algún momento de la noche unos ronquidos de origen desconocido despertaron a Aerin. Molesta, miró a su alrededor tratando de localizar el artífice de aquel molesto sonido, pero fue incapaz debido a la oscuridad. A pesar de esa leve interrupción, la diosa de los sueños fue piadosa y volvió acunarla en su regazo con gran delicadeza.

Cuando se despertaron, se sintieron fríos a causa del rocío de la mañana. Miraron hacia el centro de su improvisado campamento, pero la hoguera que allí anidaba murió en algún momento de la noche. Tras intercambiar algunas palabras, acudieron a las cocinas donde el personal les ofreció un tarro de avena caliente con miel y nuez moscada. Aquella comida no era un lujo, pero era barata y energética.

Una vez desayunaron y empacaron sus pertenencias, abandonaron el campamento de los Vigilantes y se adentraron en “El bosque cantor”. Aquel bosque era un paraje de ensueño, pues las aves del lugar cantaba una hermosa melodía. Quizás llamarlo melodía era quedarse corto, pues la música que cantaban era una canción entonada a varias voces.

Aerin y Caidus sabían que aquel bosque debía su nombre a Lym el bardo. Se cuenta que en uno de sus viajes pasó por allí cantando con su laúd. Tan hermosa era su balada que las aves del lugar imitaron cada estrofa a la perfección. Quizás aquella historia fuera un simple mito, pero lo cierto es que pasar por aquel lugar era algo sorprendente.

Días después de extenuante caminata divisaron la ciudad de Norul o eso creían. La humedad del ambiente y el olor a mar eran claramente inconfundibles, pero cualquier duda fue solventada cuando vieron la torre de Arcanum. Con el corazón desbocado se adentraron en la ciudad, la cual estaba protegida por diferentes guardias que no hicieron acto alguno de preguntar o cuestionar su presencia allí.

El polvo del camino había sido su denominador común todos estos años. Aún así, se alegró de haber llegado al lugar más civilizado, controlar la expectación para no mostrarla era una cosa, pero que no causase cierta ansiedad y euforia otra. Posiblemente si hubiese pasado por el bosque con los pájaros interpretando la melodía al completo, le hubiese dado igual. No podía olvidarlo: hoy empezaba a jugar al cazador y la presa, y no le quedaba aún claro su papel.

Había recogido ciertas plantas por el bosque. Para el mejor resultado tendría que refinar la fórmula en la ciudad, pero posiblemente daría el pego hasta poder comprar las cosas. Había preparado un par de pociones que alterasen su aspecto*, para escapar a los escrutinios de los guardias.

- Entonces, repasemos el posible plan: soy una erudita que ha venido a pasar una temporada en la ciudad para descansar del jolgorio de su morada en el sur, y vosotros mis mercenarios. He desoído vuestros consejos sobre los rumores de las desapariciones, con lo que vais a estar ojo avizor y a preguntar. Si directamente decimos venir de parte de la hermandad, allanaremos algunos caminos, pero complicaremos otros. Si nuestro enemigo es inteligente, no me escogerá como cebo tan fácilmente si voy declarando que vengo a cazarle. Tomaré una poción justo al pasar delante de los guardias para refinar el disfraz, y acto seguido buscaremos una posada mientras compramos los materiales para perfeccionar el disfraz.

Extrajo una nota que repartió a cada uno con las cosas que necesitaban, ningún material demasiado extraño, y se aseguró que su ropa de abrigo ocultaba sus vestimentas de bruja. Todavía le hacía gracia que el esmirriado elfo fuese su guardaespaldas, era una parte del plan que fallaba un poco. Pero siendo mago, jugar a que fuese su pareja despertaría muchas más sospechas. Igual luego había sido él el que roncaba la otra noche y se convertía en un ogro por las noches, pero lo dudaba. Su familiar por una vez había obedecido y se había escondido en sus pertenencias, lo que le había llevado media mañana de discusión con él. No sabía cuanto tiempo le haría caso.

Chasqueó la lengua con decepción, hubiese preferido evitar el día en la media de lo posible pero ya no vagaba solo, le toca adaptarse a las necesidades de los humanos.

A la mañana siguiente se despertó helado y tuvo que sacar fuerza de flaqueza para querer salir del cobijo del escaso cobijo que ofrece el saco. -Puto invierno y puto frio, como lo odio.

-Comenzó a recoger disciplinadamente su saco y pertenencia y se percata de que había dormido con el abrigo de piel de Elentari, se lo acercó a la nariz para olerlo y sonrió al reconocer vagamente el olor de su dueña. Supuso que tendría que devolvérselo a la vuelta. -¿Qué tipo de misión le habrán encomendado a los otros tres? A saber....-

El desayuno le gustó, adoraba la avena siempre que estuviese debidamente edulcorada, era un alimento que con muy poco llenaba el buche y la saciedad duraba unas cuantas horas. Desde la primera cucharada la disfrutó, notando con al tragar el alimento irradia calor según desciende, pequeños placeres de la vida.

La travesía fue larga pero muy agradable: le encantaba el bosque y supo que antes o después volvería a visitarlo y perderse un tiempo allí, cuando terminase sus asuntos personales. Durante el trayecto no fue tan hablador como en el campamento, de vez en cuanto buscó contar alguna chanza o que le contasen alguno, pero supo disfrutar del silencio como compañera de viaje hace mucho.

En cambio, cuando llegaron a ver la ciudad de Norul a lo lejos, sintió un dilema sobre esta, le gusta el olor a mar, pero los climas húmedos y fríos era algo demasiado cruel para Abelgos. Este se cobija mejor con su capa negra para resguardarse del helor y tiene un escalofrio de solo pensar en ello. -"El frio se mete en los huesos eh, Alantha"- Le dice cariñosamente a su corcel mientras lo acaricia y le quita algo de nieve.

Al llegar a la ciudad y al cruzar a la altura de los guardias se baja de su corcel para mantener un perfil más bajo,  mira al suelo y se tapa lo que puede el rostro, no quiere que le detengan por su aspecto. Por suerte no hay nada que lamentar y los centinelas están de decoración, aparentemente.

Exhala con fuerza antes de hablar -Me gusta el posible plan. Un matiz que no es que importe mucho pero Caidus puede ser tu marido, padre o tutor de lo que sea... de danza mismo. Encaja mas que que la de un rudo mercenario. -Mira a ver que cara poner Caidus al respecto o si se tiene que pronunciar. 

-Sin embargo nos recomendaron hablar con Julieth en "El beso de la Driade" y con el archimago. Iba a sugerir separarnos en parejas y ganar tiempo. Luego de esos reunirnos aquí mismo. A mi me da igual que la taberna que el arcanum.