Partida Rol por web

No estaba mal. Una mujer capaz de plantarse. Era patente como el bárbaro contenía su furia para evitar descuartizarla. A ella le arrancó una sonrisa. No se pudo ver en el espejo, aunque la inquietó levemente que rompiese el disfraz, porque era el momento clásico para esgrimir una faz lobuna, de aceptación pero de desafío, y en el personaje que interpretaba no cuadraba según lo que había pensado esa expresión.

-Mi guardaespaldas ya ha dicho todo, y estoy segura de que podrás indicarnos.

No pudo reprimir el impulso y se adelantó un paso discretamente hacia ella, totalmente erguida, en una posición que demostraba seguridad y autocontrol, pero intentando dominar la agresividad que su cuerpo le insistía en liberar. Cabellos blancos como los de una anciana que intenta mostrarse bella, huyendo de la verdad: el paso del tiempo nos llega todos.

Nalen´Dag escuchó con atención cada una de sus palabras, meditando con calma durante unos segundos antes de comenzar a responder.

—Sr. Atrox Belon es el actual señor de estas tierras. Vive en la parte interna de la ciudad; sin embargo para poder entrar en ella necesitáis una invitación expresa por parte de algún miembro de la nobleza de la ciudad—. Explicó el archimago—. Sin duda tiene gran influencia y contactos, tanto en las familias nobles como en los comerciantes adinerados del lugar.

» Sr. Atrox es un hombre inteligente y en caso de pertenecer a una secta, algo que desconozco, sería algo que mantendría escondido—. Tras unos instantes de silencio, añadió con la misma neutralidad que siempre—. Si guardaramos libros con información sobre ese tipo de rituales, sin duda sería una negligencia por nuestra parte, algo que no hacemos. Un alumno aventajado podría deducir rituales oscuros con unas buenas bases establecidas gracias a su conocimiento teórico de las artes arcanas.

Las palabras del elfo oscuro quebraron la máscara de indiferencia del mago durante unos instantes, reflejando cierta sorpresa en su mirada.

—Lo cierto es que su mujer fallecida era pelirroja—. Respondió con la mirada perdida típica de la reflexión—. Puede que sea una simple coincidencia o puede que tenga alguna relación.

» Tratare de conseguir una invitación de un noble local para que entréis en la zona adinerada de la ciudad—. Añadió poco después mientras volvía a mirarles con fijeza—. Si la consigo, os enviare a un mensajero con ella lo mas pronto posible.

Elentari repasó con curiosidad los carteles de la pared, esperando encontrar una cara conocida  y gravando en su memoria el sexo, raza y rotro de cada uno de esos pobres descarriados con la esperanza de poder ayudarles a encontrar el camino algún día.

Ante las palabras del capitán se puso firme, al menos en una postura que ella, sin conocimiento alguno de protocolo militar, consideró adecuada aunque seguramente fuera de lugar. No te despiestes -se ordenó- este hombre ha estado con Lancerot en batalla así que presta atención y causa una buena impresión.

-¡Buenos días! -dijo entusiasmada- señor, emm, capitán ¡Céntrate! veníamos por la carta, bueno, no por la carta, la carta la traemos para tí... para vos, de parte de Miriel -en este punto había empezado a hiperventilar lanzando nerviosas miradas de socorro a sus compañeros- ella es la que nos envía por los problemas de las tumbas, los saqueos, quiero decir, no que las tumbas tengan problemas -estrujaba sus manos en un tick nervioso acompañado de una sonrisa no menos nerviosa-. Uy, debería presentarme primero ja ja ¿que haces con las manos? déjalas quietas Elentari, a sus órdenes -se cuadró delante de Mikael, esperando instrucciones, rezando para que la sacaran de ese calvario. No podrías haber causado mejor impresión se dijo sarcástica.

Incapaz de soportar el eterno silencio de un par de milésimas, preguntó lo que había rondado su mente desde hacía días.

-¿Lancerot está por aquí? ¿pero que haces? cállate antes de que lo empeores no por nada, solo por saludar, pero no quiero molestar, si está ocupado... si no vas a callar al menos cambia de tema como es usted tan joven y combatieron juntos... imaginé que habría sido hace poco, y bueno, por eso preguntaba -las palabras fueron muriendo poco a poco suspendidas en el aire. En ese punto sería necesario un botánico experto para discernir la diferencia entre la cara de Elentari y un tomate maduro. Respiró profundo y dio un par de pasos hacia atrás, escudándose en sus compañeros, con la esperanza de haber soñado todo lo que acababa de acontecer. En su mente una idea empezó a abrirse paso... tal vez el voto de silencio no sea mala idea después de todo...

Al amanecer, Vicnan ya planeaba que hacer. No debemos perder tanto tiempo con Mikael, hay que cubrir una gran investigacion. Piensa para sus adentros. No tardaron en llegar al cuarte, y tardaron menos en ser recibidos por este.
Vicnan pudo reconocerlo rapidamente. Un lugar lleno de pueblerinos, es mas que obvio quien es militar.

Elentari no tardo en responderle a Mikael el saludo, comenzando a desvariar y decir cosas de mas. Quizas si el desagrado de Vicnan por hablar no fuese tan grande, hubiese intervenido. Al terminar esta y retroceder, Vicnan le susurra - Centrate - para despues dar pie a un silencio un tanto incomodo.

- Venimos a investigar - es todo lo que le dice Vicnan a Mikael. No cree que hagan falta presentaciones con la situacion como esta. Tampoco sigue los estandares militares, ya que no fue entrenado asi. Los militares pierden mucho tiempo con sus modismos y sus formalidades. Es tiempo mal empleado. Piensa para sus adentros, mientras comienza a analizar a Mikael en silencio, con mirada firme y su semblante siempre sereno.

La hermosa mujer los observó durante unos instantes, tratando de evaluar si decían la verdad o si por el contrario mentían. Sus pensamientos debieron girar entorno a lo primero, pues tras unos segundos de inquietante silencio asintió ligeramente.

—Seguidme—. Dijo con tono neutro mientras caminaba hacia el fondo de la sala.

Ambos alquimistas siguieron de cerca a la madame, la cual comenzó a subir las escaleras para poco después entrar en una pequeña habitación. Dentro había una mesa, tres sillas y una estantería abarrotada de libros y pergaminos.

—Podéis sentaros—. Aunque pretendía sonar como un ofrecimiento, lo cierto es que su voz estaba cargada de autoridad.

Julieth fue la primera en sentarse en una silla de telas granates y ostentosamente cómoda. Por el contrario, sus asientos no solo eran de madera incomoda, sino que además eran ligeramente más bajos que el de su interlocutora. Sin duda aquella era una manera de afianzar su situación de poder ante ellos y los diferentes clientes que visitaban el lugar.

—De modo que venís a investigar lo que acontece en esta ciudad entorno a las desapariciones. Una acción muy loable, sin duda—. Comenzó a hablar sin esperar siquiera que se sentaran—. ¿Qué se os ha perdido en esta ciudad? ¿Quién os contrato?

» Sin duda más de uno pensaría que metéis las narices donde no debéis, pero no seré yo quien cuestione vuestra presencia aquí—. Con gran gracilidad y sensualidad abrió su abanico tapando parcialmente sus labios—. Siempre estoy dispuesta a colaborar con aquellas personas que puedan brindarme ciertos beneficios. Las transacciones con pérdidas no son de mi agrado. Asique vosotros diréis.

Al llegar, el capitán les saludó formalmente, saludo que la paladín devolvió cortesmente. Cuando fué a abrir la boca para hablar, Elentari se adelantó. Miró a su alrededor para asegurarse de que no había oídos curiosos, y al estar solos, dejó que su compañera se pusiera en evidencia sin decir nada, poco a poco se le fué ensanchando una sonrisa y tuvo que reprimir una carcajada.

Si se pone así por este, cuando vea a un hombre guapo de verdad le va a dar algo...

Se forzó a mantenerse seria y explicar lo que estaba pasando al cada vez más confuso capitán de la guardia.

Capitán Mikael, venimos de parte de los Vigilantes para ayudar con el asunto de los ladrones de tumbas. Nos entregó esta carta para usted. Al ser gente de fuera, esperabamos que nos pudiera guiar y apoyarnos mutamente en este caso.

Apoyó una mano en el hombro de Elentari para ayudarla a calmarse.

Me llamo Ildyra, y el parco en palabras es Vicnan. Espero que podamos trabajar juntos.

Según entendía, en este tipo de casos, se daban la mano, por lo que ofreció la suya al capitán, esperando a que la estrechara.

Cuando Elentari comenzó hablar de manera atropellada, todos pudieron observar como la sombra de una sonrisa amenazaba con hacer acto de presencia, siendo la única razón de su contención de marcialidad de aquel hombre.

—Ya veo—. Pronunció de manera neutra mientras tomaba la carta y la abría. Durante unos instantes el joven capitán leyó con seriedad la carta, interrumpiendo durante unos instantes su lectura para mirarles. Tras casi un minuto de rápida lectura el soldado enrrollo de nuevo el papito y emitió un ligero suspiro mientras apoyaba las manos en la mesa.

—Encantado de conoceros—. Dijo en aquella ocasión tendiendo la mano hacia Ildyra y estrechándosela. Sus manos no se cerraron como un cepo, tratando de intimidarla, ni tampoco la apretaron con delicadeza. Fue un apretón medido y cortes—. Sois más que bienvenidos, aunque aún no sois Vigilantes como tal, parece que sois personas más capaces

» Lo cierto es que la situación se está saliendo de control. Algunos de los lugareños están desenterrando y llevandose a sus difuntos. Sin duda es algo entendible, pero entorpece aún más nuestra investigación—. Comenzó a explicar con voz calmada—. Por el momento hemos sido incapaces de encontrar ningún tipo de rastro ni testigo que haya visto algo en los alrededores del cementerio. Incluso hemos puesto patrullas en el propio cementerio, pero a pesar de ello han seguido habiendo profanaciones no realizadas por las familias.

Vicnan escucha atentamente la situacion por la que pasa actualmente. El hecho de escuchar que los habitantes tambien se llevan a sus muertos pone en peor visto la situacion. Como encontrar a alguien que no es visto al momento de realizar los saqueos... Queda esa duda en su mente, mientras intenta formular un plan.

- Podria mostrarnos el lugar? - Solicita Vecnan, sin mencionar mas acerca de su plan. Quizas pueda hacer uso de mis aptitudes, buscar huellas distintas a las humanoides o incluso buscar un aroma. He escuchado historias de muertos que se levantan bajo el control de algun ser maligno, quizas sea este el caso. Despues tendremos que ir con la hechicera.

Vicnan deja que el silencio gobierne el lugar, permitiendo que sus compañeras formulen sus preguntas y el termine de reformular un plan en su cabeza.

Ante el comentario de su capacidad no pudo sino sonreir a medias. -Entendible, pero nada inteligente. El paso de tanta gente habrá borrado todas las pistas posibles-. Apenas habían empezado y ya tenía dolor de cabeza.- Bueno... ya veremos que resultados obtenemos...-.

Mientras se apretaba la sien e intentaba pensar, de repente se acordó de lo hablado el día anterior en la taberna y preguntó apresuradamente, con cierta esperanza.

-Hemos oido hablar en la taberna de la anciana enana sobre una hechicera. ¿Algo que debamos saber?-

La coincidencia del color de pelo era, cuanto menos, interesante. Además, nos serviría como pretexto para poder ser recibidos por Belon. Desde luego, el archimago parecía ayudarnos totalmente, aunque eso no lo descartase.

—Agradezco su gesto, señor. El acceso a la parte noble debe ser difícil de conseguir sin la ayuda correcta. Además, la información que nos ha dado nos abre una importante vía de investigación. Si mi compañero no tiene más preguntas, será hora de dejarle con sus estudios y continuar con nuestra búsqueda. En cuanto nos establezcamos le haremos llegar nuestra dirección.

Caidus hizo una leve reverencia y esperó que su compañero hiciera lo propio antes de salir de allí. Debían juntarse con los demás para compartir estos datos.

Si la invitación fallaba por alguna razón ya tenia un plan B para tener una entrevista con aquel hombre, ese tal Atrox. Solo espera no tener que vestirse como se visten los nobles, no le gusta la ropa rimbombante. Cuando Nalen`Dag contestó a su pregunta miró a Caidus alzando las cejas con el tipo de expresión facial que dice "menuda casualidad" ante la coincidencia del color de pelo. Y ante la mención de si tenía algo mas que preguntar se limitó a negar con la cabeza.

-Ha sido muy amable, si necesitamos algo acudiremos a Shandal, no le robamos mas tiempo.-

A decir verdad, iba a preguntar como saldrían de ahi, por que no estaba muy seguro de como habían siquiera entrado pero se quedó en un gesto de boca entre abierta y luego llegó a la conclusión de que lo sabría pronto sin necesidad de preguntar.

Hizo caso: siguió a la mujer, se sentó —disfrutando de su altura, que compensaba el que el asiento fuera bajo, aunque no lo incómodo—, y escuchó. Cuando la otra acabó de hablar, enarcó una ceja.

—¿Lo que pretendes es que compremos la información? —Sonrió—. No vamos a pagarte. —Se encogió de hombros—. Estoy seguro de que estas desapariciones también afectan a tu negocio, son potenciales chicas que pueden trabajar para ti, si es que no hay alguna ya de las tuyas que cumpla los requisitos del secuestrador. Y además, una ciudad insegura no atrae clientela, y una ciudad que busca la sangre de los del Colegio de Magia, tampoco ve con buenos ojos que sean tus principales benefactores, porque seamos sinceros, este local tan sofisticado que tienes, al igual que la mitad de comercios de la zona, es gracias a los magos, exactamente los mismos que están en peligro de ser acusados por el populacho. Así que si nos quieres ayudar, bien. Si no, allá tú.

Estaba claro que la diplomacia no era lo suyo, no se andaba con florituras ni juegos de palabras. Iba directo, al grano, y decía lo que pensaba sin tapujos. La situación era la que era y no era de los que la adornaban. Era cosa de los demás aceptar las cosas tal cual, o pretender fingir que había matices, normalmente en los que ampararse para sacar algo.

El archimago asintió complacido por las palabras de ambos aspirantes, tras lo cual realizó una leve reverencia a modo de despedida y retomó su lectura. Poco después Caidus y Abelgos se adentraron de nuevo en el arco de oscuridad. El elfo concentró sus pensamientos en la entrada, convirtiendo sus designios en el destino del transportador.

Instantes después aparecieron en las afueras de la torre arcana con aquella sensación extraña sacudiendo sus entrañas. Con sus dedos hormigueando con el poder arcano, caminaron en dirección al Beso de la Driade, mezclándose con los transeúntes y el bullicio local del comercio.

Minutos después llegaron a su destino, pero allí no estaban sus dos compañeros. ¿Debían esperar o entrar y buscarlos?

Por el camino a la taberna.

-Si la invitación no funciona siempre podemos solicitar audiencia y decir que creemos que los los magos son nuestros primeros sospechosos, eso haría que Atrox bajase la guardia. No se si usar el nombre de la hermandad puede abrir algunas puertas y que cierre otras. ¿Tienes alguna observación que hacer de nuestro encuentro con el archimago?

Delante de la taberna al ver que estaban por la zona.

-Deben estar dentro, vayamos a ver, ¿Eres de cerveza o de vino?

El bárbaro no parecía ahora tan tonto como uno podría vaticinar sólo por su aspecto. No era el mejor discurso diplomático pero si uno eficaz. Contuvo la tentación de morderse el labio. El papel que interpretaba no la permitía mediar como le gustaría. si cogerla del cuello y hacerla hablar o meterle un explosivo en la cara que le quitase todo el repelente maquillaje. Era evidente que sabía más cosas.

- Ya has oído a mi compañero. Además, no veo en que pudiésemos ayudarte, si te soy sincera, salvo que quieras que te recite cualquier libro antiguo o algo así, o quieras que él mate a alguna cosa..."O haga el amor contigo, de una u otra forma"

Se imaginó al bárbaro violándola, no lo pudo resistir, sería una escena cómica cuanto menos. Antes de salir por la puerta tenía claro que si las cosas no salían como planeaba tenía la opción de usar algún conjuro. Era una temeridad en cierta forma, pero aquella mujer se merecía que la tirasen de la lengua.

Las palabras del joven luchador provocaron una sonrisa pícara en los labios de aquella mujer, la cual además la miró con una mirada lasciva, cargada de deseo y diversión a partes iguales.

—Bueno, no todo es el dinero, aunque siempre es bien recibido. Siempre podéis deberme un favor —. Respondió poco después de manera juguetona—. Mi negocio se sustenta gracias a los habitantes del lugar. No me vendría mal que acabaréis con el problema de las chicas desaparecidas, siendo sincera, pero tampoco es algo en lo que vaya mi negocio.

» En cualquier caso, os han enviado a detener el problema, algo que haréis con o sin mi ayuda—. Sus palabras eran sin duda parte de un juego extraño de seducción y elocuencia—. Exponer a mi negocio por ofreceros mi ayuda desinteresada no es algo que me agrade. Salvo que me ofrezcáis algo de interés, prefiero que mis trabajadoras y yo nos mantengamos al margen de vuestra cruzada contra lo que sea que suceda aquí.

Instantes después lo ojos de Julieth se posaron en Aerin; sin embargo ninguna palabra salió de sus labios. Permaneció en silencio, observándoles con aquella hermosa sonrisa que sin duda en aquel momento les sacaba de quicio.

Asintió ante el consejo de Vicnan y volvió a asentir ante las palabras de Mikael. Pero la calma era un lejano reino del que no le llegaban noticias. Estaba demasiado metida en si misma como para percibir la calma de Mikael, segura de que debía estar rabioso con ella por la imagen que había dado. Las palabras de Miriel la martillearon, representaba a los vigilantes -y perderás tu oportunidad de ser uno como sigas así- añadió su consciencia.

-Lo siento -dijo en un susurro apenas audible para Ildyra y Vicnan.

Las palabras de Mikael danzaban entremezcladas con sus propios reproches, luchando por centrarse de una maldita vez. Cogió aire hasta llenar sus pulmones por completo y empezó a tararear la canción que le enseñó su madre, la canción que tantas veces había cantado y la transportaba a casa, al hogar, un hogar que ya no existía. La melodía era solo para ella, un oído perceptibo con suerte captaría la difencia en la frecuencia de sus exhalaciones, nada más.

-Túneles -dijo despertando de un tance, y tras aclarar su garganta añadió- ¿han mirado si hay túneles bajo el cementerio? ¿alguna cueva natural o sistema de alcantarillado?.

No le pasó desapercibido el deseo en la mirada de la mujer, y lo cierto es que él también podría disfrutar algo así. Era peligroso, pero a veces merecía la pena el riesgo. Le devolvió la sonrisa, con el mismo gesto lascivo al hacerlo, antes de aceptar.

—¿Por qué no? Me parece bien, te deberé una. Solo tienes que llamarme, y estaré aquí para lo que te apetezca —dijo con un tono que dejaba a las claras en que estaba pensando—. Seguro que no me arrepentiré. Pero antes el trabajo que el placer, dinos que sabes.

El adusto inquisidor camino por los pasillos de su mente, tratando de recordar algún tipo de criatura que ansiara la carne putrefacta de un cuerpo en descomposición. Apenas unos instantes después recordó la existencia de los llamados “Devoradores”. Estas criaturas estaban formadas por un enjambre de insectos carnívoros que se movían como una única entidad.

—Por fortuna pudimos examinar la escena del crimen antes de que esto sucediera. En cualquier caso comprendo su desagrado, pero es complicado controlar a una turba colmada de terror y superstición—. Respondió el capitán con voz calmada a Ildyra—. Respecto a la hechicera, no hagáis caso de los rumores. Es una druida, dedicada al cuidado del bosque y de los enfermos. Sin duda las personas de este pueblo necesitan viajar más para saber qué es realmente una bruja.

» ¿Túneles?—. Mikael repitió las preguntas un tanto sorprendido—. Lo cierto es que esta ciudad fue edificada sobre un antiguo templo o algo similar. Innumerables túneles transcurren por debajo de la ciudad. A lo largo de los años las autoridades han ido sellando los pasaditos debido a los curiosos. Muchos entraron para nunca salir. Es un laberinto.

Durante unos segundos el soldado guardó silencio, cavilando sus siguientes palabras con sumo cuidado. La duda se reflejaba en su rostro, así como la frustración.

—Nunca habíamos pensando en ello, si os soy sincero—. Comenzó a explicar con cierta vergüenza—. Es un lugar que hemos intentado olvidar adrede. Un lugar que siempre ha traído problemas al intentar explorarlo.

» Al no existir ningún plano sobre los túneles subterráneos y haber sellado todo túnel que encontrábamos, no podemos ayudaros mucho al respecto—. Concluyó con voz grave—. Sinceramente espero que los saqueadores no se encuentren escondidos allí. De ser así sería imposible encontrarlos en aquel laberinto de piedra y oscuridad.

Cansados de esperar ambos aspirantes a los Vigilantes entraron al Beso de la Driade, algo que les costó una moneda de oro a cada uno, comprobaron de primera mano que aquel lugar no era una taberna, sino una casa de variedades. En este establecimiento se ofrecían espectáculos de danza y canto brindados por hombres y mujeres hermosos de distintas razas y colores.

Un simple vistazo a su alrededor les bastó para ver multitud de habitaciones distribuidas alrededor del escenario. En aquel preciso instante pudieron ver como uno de los clientes entraba con una semielfa, dejando clara su función.

Cualquier persona habría comparado aquel local con un simple y vulgar burdel, algo que sin duda era, pero sin ser simple y vulgar. La bebida y comida allí ofrecida, así como la música y el baile, eran de una calidad magnífica. Sin duda la influencia de Arcanum había propiciado la creación de un sitio de ocio y deseo de tan alta calidad.