Partida Rol por web

La reacción de Vicnan la pilló desprevenida. Con un espasmo dio un pequeño salto hacia Ildyra poniéndole las manos en el brazo. Tras días de viaje se había acostumbrado a sus calmadas y escuetas palabras. Por fortuna pudo reprimir el grito que había amenazado con hacer acto de presencia. Para ella los vivos eran más preocupantes, pero cada cual cargaba con su propia historia.

Con una exhalación relajó la mosculatura que se le había tensado como cuerdas de guitrra. Soltó a Ildyra cuando vio que la había cogido, sintiendo como el ardor le subía por el pecho hasta la cara.

-¿Cuantas tumbas posee el cementerio? ¿y cuantas quedan sin destapar? -Elenari seguía aferrada a la idea de las trampas a pesar de las palabras del capitán, de hecho había empezado a tomar un caliz un tanto fantástico- ¿alguna vez han visitado dos veces una misma tumba? imagino que los soldados dejan descubiertas las que han sido profanadas, pero ¿alguna vez han vuelto a sellarlas?

Su fantástica idea era colocar señuelos, substituir muertos por soldados con cañas saliendo de los ataudes para respirar. Pero no se atrvió a compartirla delante del capitán, antes quería una lista de aquello a lo que podrían estar enfrentándose y seguía pensando que la druida era su mejor opción.

La actitud de Vicnan la estaba poniendo nerviosa, y un poco molesta, la verdad. La falta de tacto era demasiado, la desconfianza, patente, si se lo hiciera a ella estaría seguramente furiosa... Solo esperó que el guardia se lo tomara mejor.

-Creo que nos gustaría investigar la metropolis nosotros mismos, si la necropolis está a cargo de los sacerdotes de Erastil hablaremos con ellos. Y que baje alguien con nosotros para ir mapeando el lugar, así aunque nos vayamos no se encontraran en la misma situación de que nadie sabe nada de lo que hay bajo tierra.

Tras acordar de manera indirecta que debían marcharse de allí, mientras Agatosh, Abelgos y Caidus continuaban con con la parafernalia, Aerin se adelantó. Aprovechando aquel momento de soledad bebió el segundo extracto que había preparado para así reiniciar el tiempo del disfraz.

De manera rápida la joven alquimista realizó un barrido visual al salir de la sala de variedad, encontrando una posada conocida como “La Espita Dorada”. Ordenó a su familiar esperar al resto de sus compañeras, para así indicarles el lugar al que ir. No le gustaba separarse de su compañero, pero sabía que no podía dejar las cosas al azar.

Cuando el resto de los aspirantes salió del local, Caidus sintió de nuevo la humedad salada del familiar de Aerin. Gracias a este supieron al instante la ubicación de su compañera, un lugar al que no dudaron ir.

Tras alquilar las respectivas habitaciones el grupo pudo reunirse de nuevo en una de las habitaciones, esperando poder obtener cierta privacidad, al menos lo suficiente para trazar mejor un punto de encuentro o para hablar sobre lo acontecido.

Aquellos dos eran idiotas como pocos. No solo no mostraban ni una pizca de control sobre sus palabras y cero discreción, sino que además mencionaron directamente a la Hermandad. En un prostíbulo dónde se traficaba con rumores. Si el plan dependía de que los culpables no fueran alertados de que iban a por ellos, e incluso pusieran a Aerin en su punto de mira, ese par acaba de poner en riesgo todo. Imbéciles.

Hosco, acabó por no dejarles hablar más, antes de que siguieran cagándola, y les ofreció tomar algo en otro lado, con la excusa de que no podía tener mucho tiempo desatendida a su jefa. Así, acabaron por irse a una posada no muy lejos, y tras un poco más fingiendo, se subieron a una de las habitaciones. Una vez allí ya podrían hablar con claridad.

—¿Os habéis vuelto locos? —dijo directamente nada más entrar y cerrar la puerta, con cara de pocos amigos—. ¿Es que no escucháis cuando se os habla? Teníamos un plan, y lo habéis comprometido en ese lupanar. —Señaló a ambos—. Más os vale tener una buena pista. ¿Qué habéis averiguado?

Una vez allí reunidos ignora un poco la actitud de Agatosh, lo justo.

-Salvo que la gente sepa que se ha pedido ayuda a la hermandad para este asunto concreto, no se ha comprometido nada. La hermandad puede mandar a cuatro novicios para recoger especias y comida, visitar un lupanar por que le apetece o de escolta de una dama pelirroja cual vulgares mercenarios. Así que relaja la fresa, princesa. -Se acaricia la barbilla en gesto pensativo y mira a Aerín y Caidus y finalmente asiente.

-Aunque razón no le falta, es un desliz en potencia, tendré mas cuidado. -

Se quita el arco y busca cualquier sitio apto para sentarse, saca uno de sus cuchillos y comienza a darle vueltas entre los dedos. 

-El archimaestre niega que su orden tenga cualquier tipo de relación con las desapariciones, tampoco tienen a un alumno que fuese expulsado recientemente ni nadie que coquetease abiertamente con la magia negra. Descartamos parcialmente que esto se trate de un ritual con sacrificios humanos.

Considera que el principal sospechoso es Sr. Atrox Belon es el actual señor de estas tierras. Nos van a intentar conseguir un pase especial para verle o entrar en su casa, algo así. Sr Belon culpa de la muerte de su mujer a Arcanum por no salvarla en un parto hará un tiempo y su difunta mujer casualmente también era pelirroja.

Hace un gesto de permiso a Caidus por si quiere aportar algo que el se deje en el tintero.

-Ahora vosotros, hermanos, ¿Qué habéis averiguado?-

Estuvo a punto de responder, pero se guardó para si el comentario. Si de verdad se pensaban que la gente era tan tonta, no le extrañaba que hubieran actuado con tan poca cabeza, y en cualquier caso, incidir más en ello si era así habría resultado una pérdida de tiempo. No había más ciego que quien no quería ver, y debían de ser ellos mismos quienes vieran el error, no restregárselo por aquellas dos caras de finos rasgos élficos.

Lo que interesaba de verdad era el asunto de las desapariciones, y al menos tenían una pista. Una que bien podría funcionar. Un móvil y cierto parecido con las víctimas en el pasado de ese hombre, tenía sentido. Sin embargo, había algo que no le encajaba. Mientras esperaban para obtener esa invitación, nada les impedía investigar el otro rastro que ellos mismos habían conseguido.

—Nosotros hemos hablado con Judith, la dueña del local de variedades. Nos ha dicho que se rumorea sobre un posible cambio de gobierno, algo gordo orquestado por alguien en la sombra, y las desapariciones tienen que ver. Al parecer, varias personas estaban hablando de que estaba dando sus frutos, y que pronto verían su poder fortalecido en la ciudad. Una de las que hablaban de ello es Zoe, propietaria de un herbolario conocido como “El jardín botánico”.

Se llevó la mano al mentón, pensativo, y tras unos segundos asintió.

—Si decís que el Sr. Atrox Belon es el actual señor de estas tierras, no tiene sentido. No, lo que yo creo es que hay alguien cercano, que sabe lo de su mujer, y está secuestrando gente con ese perfil para culpabilizarle. Cuando el pueblo se le eche encima, quien sea moverá los hilos y se hará con el control.

No disponer de habitaciones fue algo decepcionante, aunque esperable, por otro lado. Al menos encontraron rápidamente otro lugar donde podrían hablar tranquilamente, sin llamar la atención. Antes de subir, pidió que enviaran un mensaje a la torre arcana, informando de dónde se habían establecido. Así Shandal podría encontrarles y el archimago quedaba enterado de su situación, tal y como dijo que haría.

Una vez arriba, durante la ridícula perorata del grandullón, el elfo se acomodó en un estable sillón frailero, sacó de un bolsito un mineral nacarado, y empezó a hacer unos estudiados movimientos coordinados con una breve letanía. De pronto, una lluvia de polvo plateado emanó de sus manos en todas direcciones, cayendo velozmente por la gravedad, y cubriendo la estancia y a sus compañeros por completo.

—Perdón por este cúmulo. Así podemos asegurarnos de que no haya nadie indeseado aquí dentro.

Con otro truco de magia, el polvo acumulado fue desapareciendo poco a poco. Entonces se desabrochó un botón, creando un espacio por el que salió su diminuto jerbo hacia ésta. Le puso un poco de comida y acarició, y sin levantar la mirada de su roedor, dijo:

—Agatosh, el único loco aquí es aquel que perturba e intimida constantemente a sus compañeros. Ciertamente, no sé qué beneficio obtienes incomodando a Abelgos o a otros, pero podrías compartirlo para así entenderlo los demás—con hastío, dirigió su mirada a Agatosh—Por otro lado, si os importunábamos allí, podíais haberlo indicado de múltiples formas sin necesidad de acercaros a nosotros y demostrar nuestra relación. Aunque para facilitarlo, odríamos usar unas señales convenidas para esos asuntos—Volviendo a su indiferencia habitual, Caidus volvió a centrarse en su jerbo, y completó lo dicho por Abelgos—Nalen'Dag, el archimago, nos ha dicho que Atrox Belon es su único posible enemigo, no sospechoso. De hecho no sabe si pertenece a una secta o no, pero intuye que guardaría el secreto muy bien, evidentemente. Además, nos ha ofrecido un ayudante, Shandal, quien propuso contratarnos, y la intención de obtener un pase a la zona interior para nosotros.—calló unos segundos, pensativo—Si Belon está detrás, con este asunto podría reforzar aumentar su autoridad, minando a la torre arcana y controlando toda la ciudad con más firmeza con el pretexto de estos asesinatos, de los que él, por su viuda, también sería víctima. Pero si no está, la idea de Agatosh es igual de factible.

Hizo un gesto de disgusto ante la información obtenida de la otra pareja y en contraste con la suya, le resulta desagradable el rumbo que está tomando la misión.

Gracias por tus palabras Caidus pero yo no le doy importancia a eso, no se la des tu. Y no le dediquemos mas saliva al tema. -Dijo en un intento de ser conciliador y concentrarse en lo que de verdad importa.

-Parece que nos metemos en un asunto de política de la ciudad... Gente que quiere ver derrocada a otra gente y todos acusan rápido con el dedo. Pero el objetivo es encontrar al asesino/secuestrador y no relación no parece tan obvia.

¿Cual debe ser nuestro siguiente paso? Hablar con la tal Zoe, si, pero se me ocurre hablar tambien con las familias de los desaparecidos y saber donde y cuando desaparecieron. Eso podría dar una pista.

Las palabras del inquisidor provocaron un cambio radical en el semblante del capitán. Donde antes había serenidad, ahora se reflejaba la indignación típica de los altos cargos.

—Si vuelve a alzarme la voz, faltarme el respeto o poner en entredicho mi juicio, juro por los dioses que lo meteré en la celda más oscura de esta ciudad hasta que se pudra. ¿Queda claro?—. Aunque en su mirada se distingue una ira, sus palabras no se dejaron arrastrar por el calor de sus emociones.

» Bajo la ciudad les dije que había un antiguo templo y un laberinto de túneles que conducían a este—. Continuó explicando mirando con severidad a Vicnan—. Es en la necrópolis, camposanto o si lo prefieren cementerio, donde transcurren las profanaciones y donde sería inasumible poner las trampas.

Por fortuna para el arquero, la atención de Mikael cambió de rumbo cuando Elentari e Ildyra hablaron. Su semblante se suavizó en gran manera al observar a la joven semielfa de pelo azul.

—Nuestro cementerio posee cientos de tumbas—. Explicó el capitán—. Por ahora se han profanado veintitrés sepulturas y, un total de cincuenta y una han sido abiertas por los mismos familiares a causa de la histeria.

» Las tumbas por el momento permanecen abiertas, no solo para evitar nuestra confusión, sino para futuras investigaciones—. Instantes después miró a la joven paladina y añadió—: No creo que nadie esté interesado en bajar a este lugar para crear un mapa, pero intentaré encontrarlo.

Caidus asintió a las palabras de su compañero. Si no quería solucionarlo sería problema del propio Abelgos. Aunque seguía pensando que tener sus propias señales para comunicarse con discreción entre ambos grupos era una buena idea.

—He mandado un mensaje a la torre arcana diciendo donde nos alojamos, así el ayudante del archimago, Shandal, podrá hallarnos. Como no sabe si somos 2 o más personas, y no tiene por qué enterarse, podemos mantener vuestro anonimato a sus ojos. Imagino que cuando venga lo hará con la invitación a la zona interior de la ciudad. Mientras tanto, hablaría con la autoridad del orden. Quizás ahí nos puedan ofrecer información, direcciones o nombres. Si establecemos una relación lógica entre las víctimas, puede que avancemos enormemente en este caso.

Sin mucho mas que decir, el grupo de aspirante se despidió del capitán, el cual desapareció instantes después al entrar en una de las habitaciones del lugar. En silencio tras lo ocurrido caminaron por el lugar, orientados por las palabras de los lugareños hasta llegar a una cabaña situada en las afueras del pueblo.  

La iglesia de Erastil era una edificación de pequeño tamaño, más parecida a la casa de un granjero local que un sitio de culto a los dioses. La vegetación cubría parcialmente los techos y paredes del edificio, dándole un aspecto hermoso y calmado al lugar que contrastaba con el cementerio que se alzaba en la parte posterior. 

Las ganas de romperle la nariz al elfo cada vez eran mayores; el drow al menos había aceptado el error, a su modo, pero el estirado arcano parecía dispuesto a acabar con su poca paciencia. Casi era mejor no tenerle cerca mucho rato.

—Será mejor que nos separemos entonces. Aerin y yo podemos seguir nuestra pista e ir a ver a Zoe, y vosotros podéis interrogar a las familias y tratar con la guardia. Cuando sepamos más, y nos den esa invitación, podemos ir a ver al señor de esta zona, a ver que tiene que contarnos.

Una suave llovizna de quejidos inundaba sus oídos. Estaba un poco hastiada. No solamente se saltaban el plan, sino que además parecían gatos porfiando. No había hecho el ridículo sólo para que dos horas después todo se fuera al garete. Esperaba que al menos su familiar se hubiese comportado y no la hubiese vuelto a liar.

Había aprovechado el momento mientras ellos discutían para efectuar un par de compras rápidas para elaborar los tintes, y vista la discusión, prefirió empezar a usar el mortero y demás útiles para machacar las hierbas en vez de aporrearles con el instrumental a ellos.

-¿Ya habéis acabado con la discusión? La sutileza no es lo de algunos, parece... bueno, mejor será así. El tinte que he elaborado ahora puede dar un poco más el pego si se acaba el hechizo, aunque la versión refinada, requeriría de ciertas hierbas que se pueden comprar, y es una buena excusa para ir a ver a la tal Zoe y hacer el reconocimiento. Eso si, Agatosh, iremos por la vía de la sutileza al principio, porque si me veo obligada a ponerme borrica, lo poco que queda de plan se diluirá como el licor que acabo de verter. La cerveza del posadero era de mala calidad, supongo que nosotros estamos hechos de mejor pasta. Piénsalo, me presento en la casa de la herborista y me marcan como su siguiente víctima... Sino funciona el plan A, vais tu y el elfo oscuro e intimidáis en la segunda ronda si se nos agotan las opciones, o le lanzo un hechizo y canta la gallina.

Lanzó un suspiro. Una panda de necios... con eso tengo que trabajar, al final resultará que el bárbaro no va a ganar el concurso de estupidez y va a ser mejor que el elfo tiquismiquis.

-Aerin. Dijo extremadamente serio, clavando los sus pupilas rojas en las azul cielo de la semielfa pero con tono sosegado. -Hablando de sutilezas... No soy un elfo oscuro, ni un drow, ni un semidrow. Creo que tu mejor que nadie de este grupo lo entiende. Con semielfo o Abelgos basta.

Abandona súbitamente el tono solemne para volver al típico jovial que gasta. -Ahora bien, si se trata de asustar un poco a alguien puede contar conmigo. -Guiña un ojo. -Bien pues, hagámoslo así, mantenemos el plan con las parejas actuales, vosotros a por Zoe y nosotros a indagar.

Esta vez puede que tardemos bastante, quizá para la hora de cenar o al ocaso podríamos vernos aquí mas o menos.

¿Alguna duda o comenzamos?

Elentari se adentó a sus compañeros, estudiando curiosa el lugar. Tenía su encanto auqnue no parecía que la limpieza fuera uno de los puntos fuertes de esa fe. Aclaró su garganta y llamó a la puerta. Tres golpes suaves.

Tras esperar respuesta sin recibirla volvió a llamar, esa vez con más fuerza.

-¿HOLA? ¿HAY ALGUIEN? -miró a sus compañeros encogida de hombros- teníamos permiso para investigar el cementerio ¿verdad?

¿Nadie mejor que ella? Se tuvo que aguantar las ganas de reír, pero si ellos supieran... Que tuviera sangre drow corriendo por sus venas iba a parecerles lo más común del mundo si le vieran a él tal cual era. Bueno, pero no es así. Y era lo mejor, por el bien de todos. Desechó aquellos peligrosos pensamientos y pensó en lo que había dicho Aerin.

—Entonces... ¿Con eso me quieres decir que prefieres ir sola a hablar con Zoe? —Suspiró—. No me gusta, pero si crees que es lo mejor, vale. Eso si, no estaré muy lejos, atento a cualquier cosa. No vaya a pasarte algo y te perdamos la pista.

Tras despedirse de sus compañeros, Aerin y Agatosh partieron rumbo al “Jardín botánico”, el cual se encontraba en el centro de la ciudad. El bullicio del mercado y la casi ausencia de vagabundos, eran un síntoma claro de la prosperidad de Norul.

Mientras la joven alquimista se acercaba a la tienda, su compañero se quedó cerca, fingiendo mostrar interés por los puestos de alrededor. Aquella era una jugada arriesgada, pero si sabían jugar sus cartas, podían poner viento en pompa su plan de manera rápida y eficaz.

El herbolario de Zoe no mostraba ninguna característica peculiar con respecto a otros establecimientos dedicados a la misma labor. Era una habitación pequeña con un mostrador tras el cual había una mujer, la cual debía ser Zoe. A su alrededor habían varias estanterías colmadas de decenas de frascos con una gran variedad de plantas medicinales.

—Buenas tardes—. Saludó la dependienta con una sonrisa en sus labios—. ¿Qué desea?

Las palabras de la herbolaria sonaron pesadas, pronunciadas con letargo y apatía. La astuta mirada de la elegida de los mares, escudriño las facciones de aquella mujer, percatándose al instante de un temblor casi imperceptible en sus ojos. No necesito ver ni escuchar nada más para saber que aquella desconocida estaba bajo el influjo de una voluntad ajena. Alguien controlaba sus movimientos y sus palabras, pero ¿quien?.

Mientras caminaba y observaba los puestos del lugar, el corpulento guerrero no pudo evitar escuchar una conversación ajena. En un comienzo no le dio importancia; sin embargo la palabra “secuestro” llamó su atención.

—Isac escúchame por favor, vi a nuestra hija adentrarse en el “Paseo del prisma”—. Pronuncio la mujer casi en un susurro a su marido—. Lo juro por los dioses, su pelo carmesí era inconfundible en la noche.

» Por alguna razón los guardias la dejaron pasar al distrito aristócrata—. Continuó explicando lo sucedido al borde de las lágrimas—. Se que parece estúpido lo que digo, pero sé lo que vi. No tengo ninguna duda.

Tras despedirse de sus compañeros, Caidus y Abelgos caminaron por la ciudad de Norul buscando algún guardia con el que hablar; sin embargo antes de encontrar alguno, unos gritos de auxilio llamaron su atención.

Puede que fueran impulsados por el valor y el sentimiento altruista de proteger a los demás o que fuera simple curiosidad, el caso es que ambos aspirante se acercaron al lugar del que procedían los gritos.

Cuando llegaron encontraron a un grupo de personas rodeando el cadáver de un joven pelirroja. La mirada de los transeúntes estaba cargada de terror y los susurros comenzaron a gobernar poco a poco el lugar.