Partida Rol por web

Vican guarda su postura. Cuando Elentari hace su efusiva muestra de emocion, no hace mas que mirarla, no como reprimenda, si no con admiracion. Ella ya ha estado en presencia de gente importante, le sorprende su reaccion. Alguien importante para ella, quizas. Pero mantiene su silencio habitual.
Quizas vayamos a pie, sirve que recompilemos algunos datos. Aunque aun no tengo claro en donde se encuentra aquel lugar. Tendemos que conseguir un mapa. Piensa Vicnan, pero no comenta nada. Solo espera el momento en el que partan hacia el destino.

Su corcel mágico era realmente cómodo, y no le exigía más que conjurarlo cuando era necesario. Se sentía orgulloso de ese conjuro, por encima de otros muchos. Le ahorraba un gran tiempo, esfuerzo y dinero que podía dedicar a aprender y estudiar. Así que podríamos decir que Caidus hasta disfrutó de la larga travesía, especialmente del bello canto de los pájaros cantores, con quienes cerraba los ojos para concentrarse en la melodía y las armonías que desarrollaban, logrando memorizar una parte de la pieza.

Habló lo justo, como era habitual en él. Si no había algo que decir, callaba y escuchaba. Cuando Aerin les expuso su plan, asintió. Era bueno, a grandes rasgos, aunque tenía sus riesgos, como todo lo que implicara el imprevisible factor humano y el azar. Pero, mientras no tuvieran más información, funcionaría si sabían ser discretos y convincentes. Por eso, cuando Abelgos habló de su papel como mercenario, no pudo estar más de acuerdo. Con gesto apático, opinó al respecto.

—Efectivamente, como dice Abelgos. Es poco probable que simule con éxito ser un mercenario. Mi aspecto es demasiado pulcro, mis maneras finas, y mis habilidades evidentes. Será más creíble que actúe como ayudante o asesor. No sería el primer mago que se—Caidus cayó unos momentos, buscando la palabra idónea—relega a esa posición voluntariamente. De cualquier modo, estoy seguro de que seré más útil conversando con el Archimago que con la mujer que nos dijo Grom.

Ildyra aceptó la semi-reprimenda sobre la paciencia bajando la mirada. Es cierto que esperaba algo bastante más .... ¿Heroico? pero se recordó a si misma que toda acción por pequeña que parezca es importante para alguien. 

Recobró el semblante serio, intentando parecer profesional y fué a echar mano a la carta. -No le falla...- Entonces Elentari se lanzó sobre la mesa con gran entusiasmo, haciendo callar a la joven.

Esperó a la respuesta de Miriel a las preguntas de Elentari y añadió un par suyas.

-¿Somos los unicos que vamos en aquella dirección? Me averguenza decirlo pero yo no tengo la mejor orientación...

La explosividad de energía de Elentari provocó cierto grado de incredulidad en sus compañeros, Miriel por el contrario se mostró impertérrita en un comienzo; sin embargo instantes después sonrió mientras le tendía la carta a la joven.

—Espero que tu compromiso y esfuerzo este a la misma altura que tus intenciones—. Pronunció de manera sincera mientras miraba con cierta intensidad—. Un Vigilante debe ser comprometido con su causa, así como tenaz para afrontar las adversidades.

» Respecto al transporte, no podemos ofreceros ninguno, pero si un mapa y ciertas directrices para llegar de una pieza a vuestro destino—. De nuevo abrió el cajón de la mesa y extrajo un mapa del reino doblado de manera pulcra, tras lo cual de manera eficiente la manera de llegar.

Cuando terminó la explicación, Miriel ofreció a los aspirantes dormir en su tienda alrededor de la fogata. En otras circunstancias quizás hubieras rechazado la oferta, pero el frío era atroz en aquella época del año.

Al día siguiente, una vez desayunaron y empacaron sus pertenencias, abandonaron el campamento de los Vigilantes y emprendieron su marcha hacia “La espalda del gigante”. Esta era una cadena montañosa casi continua salteada por pequeñas bajadas, similar a los espacios situados entre las vértebras de la columna de un ser vivo.

Cuando llegaron a las faldas de la cadena montañosa, días después de extenuante caminata, divisaron la ciudad de Mhes´ran, la cual se encontraba en el “Valle de las luciérnagas”. Cuando llegaron, el sol comenzaba a desvanecerse en el horizonte, permitiendo que la luna hiciera acto de presencia.

En un comienzo la oscuridad abrazó con fuerza el lugar; sin embargo minutos después comenzó a oírse un ligero murmullo. Pronto aquel saludo tímido de la naturaleza dio paso a un espectáculo de luces hermoso. Todos sabían que las luciérnagas eran características del verano; sin embargo en aquel momento el frío del invierno acosaba la zona desde hacía varias semanas. ¿Cómo era posible?

Con aquella pregunta formulada de manera silenciosa en su cabeza, caminaron por el valle hasta llegar a la ciudad. Por fortuna del grupo, llegaron justo antes de que cerraran las puertas del lugar, permitiéndoles entrar y buscar una taberna en la que calentar el cuerpo y llenar el buche.

La posada escogida fue una conocida como “El hogar de Tucktu”. Tucktu era una mujer anciana de raza enana, de rasgos rudos, pero de mirada y sonrisa afable. Cuando los héroes llegaron les ofreció un estofado junto a un vino dulce, caliente y especiado.

Los clientes del local eran personas humildes, características del campo, las costumbres sencillas y vidas humildes. Aunque un ojo inquisitivo habría podido observar que aquellos agricultores no pasaban las mismas calamidades que otros agricultores, pues sus ropajes eran de buena calidad y su cuerpo era fornido, fruto del buen comer.

Se encogió de hombros. Si, estas demostrando, querido elfo, que eres un inadaptado que eres incapaz de ceñirte a un plan, así como demuestras una vez más lo ególatra que eres. Fingir ser burdo es fácil, tener modales cuando no los conoces difícil...

Si va a ser así, prefiero no cruzarme con el elfo de primeras, si me relaciono con un mago la gente cuchicheará, y perderemos la confianza de los aldeanos supersticiosos. En ese caso, creo que si os parece me quedo con Agatosh yo, damos el pego como norteños, y vosotros que seréis más llamativos vais por otro lado, puestos a mirar mal, más a un semidrow que a un mercenario normal. La idea entonces es que seamos dos grupos distintos, que se relacionen casualmente... e igual mi guardaespaldas os conoce o yo conozco a Cadius de oídas.

Miró al gigante una vez más, más le valía no intentar aprovecharse o se encontraría con una sorpresa desagradable, no era el momento para tonterías.

A Abelgos, su extraña sonrisa que suele lucir casi siempre se le congeló en una gesto muy serio, como si algo que hubiese dicho Aerin le hubiese molestado, pero no dijo nada al respecto. Se retiró la capucha dejando ver por primera vez su pelo cenizo al completo, se recogió el cabello en coleta baja y se volvió a colocar la capucha.

-Os iremos a buscar al beso de la driade una vez terminemos, deberíamos estar allí para la hora de comer. -Contestó de forma seca antes de dividirse en dos grupos y poner rumbo a Arcanum mientras tiraba de su caballo.

Aquél comentario borró la sonrisa de su rostro, aunque no por lo que Aerin debió imaginar. ¿Aquella mujer era alquimista? Por un lado era una buena noticia, significaba que, llegado el momento, entendería; por otro, no estaba seguro de si eso la haría darse cuenta de ciertas cosas. Tendría que andarse con cuidado y tener un ojo puesto en la mujer. Aunque los días siguientes mantuvo su misma actitud, era obvio que más de una vez se quedó observándola en silencio, pensativo.

El resto de la conversación fue decayendo, y pronto todos se encontraban durmiendo, acompañados por el crepitar de las llamas y algún que otro ronquido ocasional; en un campamento de soldados, era inevitable que eso ocurriera. La noche fue clareando lentamente, y al alba, despertaron. Poco después del amanecer ya estaban listos para partir.

El camino fue largo y pesado, pero sirvió para conocerse un poco mejor y afinar el plan. Una vez llegaran a la ciudad debían actuar perfectamente, sin dudar y rápido. Era la única forma de no levantar sospechas; de hacerlo, posiblemente quien estuviera detrás de los secuestros se ocultaría, o al menos actuaría con mucha mayor cautela, y entonces el trabajo podía complicarse.

Como ya habían hablado, la mujer pretendía ser el cebo, para lo cual él mismo actuaría como guardaespaldas. Caidus, finalmente, iría por su lado, con Abelgos como guardia; esperaba que esos dos no se mataran mutuamente. Además de eso, se dividirían al llegar, yendo directamente a hablar con los dos contactos que les habían mencionado. Él estaba de acuerdo y asintió a todo, le parecía mejor así. Además, así podría observar de cerca.

—Adelante entonces, manos a la obra. Nosotros iremos con Julieth y vosotros con el Archimago. Luego nos encontraremos. —Miró a su protegida—. Mi señora, cuando guste —dijo haciendo una reverencia nada natural.

Con un plan en mente los aspirantes a Vigilantes se adentraron en la ciudad en dos grupos. Por una parte se encontraba Aerin y Agatosh que irían al “El beso de la driade”, mientras que por el otro se encontraba Caidus y Abelgos que irían a visitar la escuela arcana .

La ciudad de Norul presentaba una temperatura casi agradable, gracias a la presencia de una dorsal oceánica en las profundidades del golfo. Como consecuencia los lugareños vestían ropas ligeras, permitiendo una moda en la cual primaba la estética y sensualidad, más que combatir el frío del invierno. La raza predominante del lugar era la humana; sin embargo existían algunos semielfos e incluso creyeron ver una pareja de elfos.

Uno de los pilares básicos del comercio del lugar se basaba en la exportación de telas y delicados ropajes de todo tipo de colores, incluidos el verde esmeralda, lapislázuli, sangre de dragón o incluso marrón momia. Todo ello gracias a la presencia de agua salada caliente de la costa y los conocimientos alquímicos de la academia de magia. Sin embargo, un observador sagaz, se habría percatado de que quitando las tiendas textiles y de confección, la mayoría de comercios estaban destinados a satisfacer las necesidades de Arcanum: Botiquerías, sopladores de vidrio, encuadernadores, librerías y muchos más.

El idioma del lugar era la conocida lengua plaga, aquella que esparcieron los humanos por el mundo cuando comenzaron prosperar; sin embargo, ya fuera por la moda, exclusividad o un intento de crear un dialecto, los lugareños pronunciaban el idioma con ciertos matices élficos. Sus palabras trataban de sonar cantadas cuando hablaban, además de estar salpicadas por términos fata.

—No hemos tenido mucho tiempo de hablar —dijo al cabo de un rato, mientras caminaban por la ciudad—. A solas.

Norul era un lugar interesante, lleno de colores, olores y una variedad ingente de tiendas de toda clase, muchas interesantes a sus ojos. También Aerin debía de haber visto el potencial que encerraban, la cantidad de ingredientes que podía obtener de un lugar así, tan afín al Colegio de Magia y, por tanto, a sus propias necesidades; la había visto recoger hierbas y otros reactivos en la naturaleza, por lo que era obvio que lo suyo no era un simple pasatiempo: sabía lo que se hacía. Y de ahí que quisiera saber más.

—Así que eres alquimista. —Dejó en el aire la palabra. Tras unos instantes, suspiró—. ¿Tienes alguna especialidad?

Definitivamente no le gustaría vivir en esa ciudad.

Se encontraba siempre en un dilema emocional, renegaba de todo lo que fuese Drow, su cultura y sus gentes, nada quería saber de ellos salvo exterminarlos. Sin embargo tiene sangre drow por sus venas y como se suele decir la cabra tira para el monte, en este caso concreto era el acento, le gusta los idiomas ásperos como el de los enanos, drow u orcos. En cambio el idioma y el acento élfico le chirría y le pone nervioso. Uno solo como puede ser su compañero era tolerable, como lo es un grano en las nalgas pero una ciudad entera era abrumador.

Así que con gesto aún mas agrio que tras separarse pasea a paso tranquilo una de las parejas mas distópicas de la Hermandad. Al principio caminó en silencio tratando de entender su entorno y la ciudad como cabría esperar de alguien de su profesión. Se familiarizaba con las calles, buscaba callejones, comprueba si puede moverse por los tejados sin que se hundan bajo su techo, el número de mendigos y guardias.

Al final deja todo ese escrutinio en un modo pasivo y trata de romper el silencio incómodo que hay entre ellos dos.

-Le llevo dando vueltas a algo: Ojos azules, pelirrojas y la tez blanca. Sin distinción de edad. ¿Puede tratarse de sacrificios para un ritual de magia negra? ¿Te has enfrentado alguna vez a un mago oscuro?

El lugar ponia inquieto a Vicnan. Un lugar asi, con problemas de saqueadores, parecia ser solo la punta les iceberg. Tendremos que andarnos con los ojos bien abiertos, me temo que las cosas esten peor de lo que nos han dicho, o aun peor, que esten entre la gente del pueblo. Eso no se veria bien. Piensa mientras llegan al lugar. Mientras pasan entre la gente, con ropajes y lujos aun mas grandes, no puede evitar sentirse estafado. Se que los vigilantes ayudan a los demas, pero mas que ayudar, parece que protegen a los que mas tienen. Estas gentes no creo que necesiten ayuda del gremio, pero han de pagar bastante bien. Piensa para sus adentros. Al final, su cara refleja una mueca de preocupacion y desentendimiento. Lo unico que pasara a la larga, es que haremos quedar mal al gremio. No creo que defender a alguien que oculta cosas sea para lo que mi maestro me entreno.

Al llegar a la posada y recibir los alimentos, Vicnan agradece y apresura la comida. Entre mas pronto termine esto, mejor. -Debemos dirijirnos de inmediato con las autoridades. Hay muchas cosas que no me agradan del lugar, y temo que, si nos ocultan cosas, salgan a relucir al investigar. Asi no trabajo yo.- Comenta a sus compañeros. Ellos quizas se queden impresionados. Es la primera vez desde que lo conocen que dice mas que unas cuantas palabras. Pero a Vicnan le preocupa mas el hecho de que algo turbio este pasando y que, por querer quedar bien con el gremio, dejen pasar algo terrible o injusto.

Ildyra caminaba a buen ritmo. Tenía una resistencia aceptable y avanzó sin problemas, intentando entablar conversación con sus compañeros, cosa que Vicnan respondía mayormente con monosilabos o sonidos. Al final lo dejó, intentando no ser demasiado pesada.

Al ver las luciernagas le pareció raro, tal vez allí había algo extraño además de un saqueador de cuerpos, pero sabía por las historias que los seres mágicos podían provocar cambios mucho mayores sin darse cuenta.

Al llegar a la ciudad se alegró de ver que estaban bien alimentados y muchos felices, había estado en otros pueblos donde el ambiente era deprimente y prefería mil veces este.

Ante los comentarios de Vicnan arrugó la nariz. -Espero que sepas ser más diplomatico si vamos a hablar con ellos, si no, dejame a mi hablar. Mejor esperar ahora, se por experiencia propia que los guardias reaccionan mal a las exijencias y las prisas, por mucho que vengamos de la hermandad.

Ildyra no quería cabrear a la gente de la ciudad, una buena primera impresión era muchas veces fundamental para poder trabajar en equipo.

Los grupos formados agradaban a Caidus, teniendo en cuenta las opciones. También encontraba las posadas como sitios desagradables y de poca finura, casi siempre. Aunque desconocía la de "el beso de la dríade". Así que visitar al archimago también era la mejor opción de las dadas. Quizás esta misión le brindaba la oportunidad de estudiar y aprender en un sitio tan especial como al que se dirigían.

Para el elfo, la ciudad en sí era como casi todas. Pequeños detalles y la propia idiosincrasia enmascaraban la realidad sucia y vulgar de las urbes humanas. El intento soez de imitar la sonoridad élfica en el lenguaje le chirriaba bastante, así que se colocó unos tapones en los oídos para no percibirlo.

Agradeció, sin embargo, que su normalmente dicharachero compañero estuviese callado. No era perfecto, pero le caía razonablemente bien. Evidentemente, rompió el hielo hablando del tema que tenían que tratar. Caidus le contestó lo mejor que pudo:

—Es posible. Hasta donde mis conocimientos llegan, el sacrifico humano para un ritual es algo muy difícil y arriesgado, pero puede desarrollar magia mayor de gran poder. También puede que sea simplemente alguien con un problema mental, o que lo haga por deporte, o una combinación.—dijo mientras, con gesto pensativo, intentaba hacer un esquema mental del posible objetivo, y su motivación—Además, tendremos que averiguar si quien comete estos raptos lo hace para su propio beneficio o por orden de otro ser.

A la segunda pregunta tardó un rato en contestar. No por intimidad, sino porque le resultó curiosa. No es que fuera un duelista mágico, pues había luchado de esa forma en contadas ocasiones, y cuando no quedaba realmente otra opción, pero sí se había enfrentado a otros magos. Pero, ¿uno propiamente oscuro? 

—Estudio todas las magias, aunque no las practique, pero diría que no, al menos conscientemente.—dejó pasar unos momentos, y luego continuó hablando con el semidrow—Tenemos que pensar qué preguntas le haremos al archimago. Primero que nos cuente todo lo que diga saber. Luego, podríamos hacerle la misma pregunta que me acabas de hacer. Después, preguntar por enemigos que puedan tener dentro y fuera del círculo mágico. ¿Algún interés político contra ellos?... ¿Alguna idea más?

Elentari removió pensativa el estofado, no había forma alguna de preservar aquello en una bolsa, así que guardó el pan en su lugar ocultándolo sigilosa entre sus ropas. Por la anchura que presentaban, aquella gente parecía bien servida, pero siempre hay alguien que lo necesita más y en ese momento Elentari podría dárselo.

Se acordó de las luciérnagsa del camino, seguramente por como la luz se reflejaba en las gotitas de aceite de la salsa. Estrañas sin duda, y a la vez, increíblemnte hermosas. Si todos los pueblos y ciudades pudieran disfrutar de aquellas vistas en invierno...

—Sí —dijo automaticamente cuando las palabras de sus compañeros la sacaron su ensoñación, apenas había captado fragmentos, pero no quería parecer descortés—.  Lo de los guardias es buena idea. 

El frío es sinónimo de hambre y muerte, entonces ¿cómo se mantienen tan fornidos? si lo supiera, podría... Cuando la anciana volvió con un poco más de vino aprovechó para conocer un poco más a la adorable enanita, y con suerte, ganarse una nueva amiga y aprender nuevas formas de ayudar.

—Tiene una taberna preciosa, entrar aquí ha sido como llegar al cielo tras un frío invierno —la gratitud sincera se dibujó en el rostro de Elentari—Pero imagino que será duro mantener las provisiones en invierno ¿cómo consigue crear este maravilloso lugar en tan duras condiciones?

Asintió varias veces a la explicación de su compañero mago guardando silencio. A mayor riesgo mayor recompensa.- Una frase que diría cualquier pícaro, o cualquier que piense que el fin justifica los medios igual empezaba a acercarse un poco a como piensa si objetivo.

Hizo un silencio largo, quizá más de un minuto mientras pensaba detenidamente.

-Si, pediré que lleves la voz cantante durante la reunión, considero que estás más cualificado para hablar con un archimago que yo. -​​​​​​Terminó de decir algo a regañadientes.

-Ahora que lo mencionas, ¿Existe algun hechizo que permita hablar con objetos inanimados? Siempre me lo he preguntado.

Existían dos maneras distintas de afrontar el objetivo que les habían encomendado. Quizás la comida pudiera darles el momento de reflexión que tanto necesitaban para llegar a un punto en común entre los tres héroes.

—Oh, sí pequeña. Los inviernos son duros, incluido para este pueblo—. Comenzó a responder la anciana con voz débil—. En cuanto a esta modesta taberna, obtengo las verduras y las frutas de un huerto particular. La carne y el pescado lo consigue mi marido al cazar y pescar.

» Si sobra algo en el día a día lo conservamos en salmuera, mermeladas, en vinagre, ahumados y demás procesos de conservación—. Continuó explicando—. Aunque por lo general no suele sobrar mucho, todo hay que decirlo.

La anciana fue a una mesa distinta a rellenar copas vacías y recoger platos. Los clientes del lugar la trataban con la amabilidad que se trataba a una madre. Tras esto regresó una vez más a la mesa de los aspirantes a Vigilantes.

—Perdona niña, ya sabes como es este oficio—. Sin dar tiempo siquiera a responder a Elentari añadió—: Por otra parte, si tenemos algún tipo de carencia, siempre podemos recurrir a los barcos que vienen a nuestras costas a por especias, para abastecernos.

» Espero haberte aclaró tus dudas pequeñas—. Sonrió una vez más de manera tan amplia que sus ojos se convirtieron prácticamente en dos líneas.

No creo que sea todo. Piensa Vicnan al escuchar las actividades que hacen para subsistir. Las cosas se vuelven caras en estas situaciones. Aunque un huerto especial, suena muy buena idea. Quizas deba indagar mas en eso, serviria mucho en las altas montañas donde se encuentra el monasterio. Y asi ya no batallarian como en la ultima gran helada. Piensa, dejando volar su imaginacion. Vicnan sabia lo valioso y util que podria ser esto, pero pronto regreso a sus pensamientos. Aunque, que clase de criaturas cazaran? La señora ya se ve de edad avanzada. Creo que su esposo rondara en la misma edad. Como puede cazar tanto? Se ve que comen bastante bien, asi que necesitan bastante carne. Tendran un grupo numeroso de cazadores? Puede ser, pero primero, hay que ver el asunto de los muertos.

-Disculpe, Señora Tucktu, han tenido problemas ultimamente? Se que el invierno es duro, yo tambien he vivido en el hielo. Pero siempre hay gente que, con bastante envidia, viene a querer quitar cosas que se han trabajado con esfuerzo o a causar daños a la comunidad. - Elentari e Ildyra se sorprenden de lo facil que articulo Vecnan tantas palabras. Mas de las que ha dicho a lo largo de los meses. Pero despues de decir todo eso, Vicnan adopto su semblante tipico, analizando lo que pudiese decir la tendera. No me gusta hablar tanto, pero si no lo hago, puede que se me escape algo de informacion. Y creo que desde aqui es donde hay que empezar. Tanto exito no puede pasar en alto para alguien hostil.

Ildyra asintió sonriendo a las explicaciones de la enana, haciendola ver que era bienvenida en la mesa y que agradecía sus explicaciones.

Bueno, parece que podremos trabajar aquí. No hacía falta decirlo, gente con armaduras que acababa de llegar al pueblo no eran precisamente granjeros.

Estoy segura de que conoce todo lo que pasa en el pueblo, ¿alguna cosa en la que un grupo de jovenes fuertes y amistosos puedan ayudar? No vamos a poder permitirnos comer su deliciosa comida demasiado tiempo si no trabajamos.

En realidad no le gustaba la comida enana, prefería otro tipo de platos, pero estaba segura de que mucha gente amaba ese tipo de cocina y la encontraba deliciosa, por lo que tecnicamente no mentía. Ildyra solía convencerse a si misma cada vez que hacía algo que sería... reprensible para un paladín excesivamente rigido.

Poder quedarse únicamente con el bárbaro fue un momento peculiar. Llevaba tiempo pensando en que olía extraño, y lo más peculiar, una fragancia conocida. ¿Cuál sería? El hedor del camino dificultaba saberlo, pero era algo... peculiar. Miré las tiendas y mis ojos se posaron en una sastrería, directos a por la ropa. 

-¿Te refieres por método de creación? Los manejo todos, realmente, aunque si es cierto que tengo un especial manejo de los psicoestimulantes. Nada sano para tragar, ayudan al estudio y la comprensión pero atrofian los músculos. ¿Por algo en particular?

Empezó a examinar las prendas y decidió cuales se llevaría, podría pagarlas incluso antes de llegar a la taberna posiblemente. El vestido verde era sencillo aunque de buena tela, pero no necesitaba más, si no aparentaba demasiado, mejor. Notó que el tipo no le quitaba los ojos de encima - ¿Miras algo en concreto? Voy a comprarlas a ojo, ya me cambiaré en la posada, aquí no, sería demasiado espectáculo.