Partida Rol por web

El grupo de esclavistas trataba de rodearlos. Podía ver a Bran defendiéndose excelentemente, aunque el paladín prefiría con mucho una actitud más ofensiva. Pudo ver al jefe de esos rufianes y estaba seguro de que era la pieza clave para ganar ese combate.

Tantas personas alrededor provocaba que fuera complicado entender la situación. Se tuvo que centrar en los dos que tenía delante, así que no observó el desafortunado lanzamiento del explorador. Sí notó ese borbotón de sangre esparciéndose en varios metros, debido a la violencia de la sacerdotisa de Tempus.

- ¡Rendíos o todos sufriréis ese destino! ¡Tirad las armas, ahora!

No pensaba realizar una ejecución tan bestial, pero tenía que buscar la rendición de todo ese grupo y más aún porque la gruta le enervaba. Si ahora surgía alguna criatura de ahí se verían entre dos frentes. Fue aquello lo que le despistó y sus siguientes ataques no tuvieron en cuenta que los enemigos se habían movido un metro a la izquierda. Mascullando una maldición al notar que se había desorientado, trató de centrarse en lo más inmediato para seguir luchando.

Xune no contenta con haber acabado con el primero de los esclavistas volvio a levantar su maul y encarandose a uno de ellos le grito:

Esto es todo lo que tienes, gusano!

Si osas atacar asegurate de ganar!

Descendiendo a continuación su maul, hizo un giro con la intención de golpearlo en la cabeza y rompersela como un melon se rompe al caer al suelo.

Prueba el poder de Xune, mascuyo tras golpaerlo con exito.

Dirigiendose al jefe de los esclavistas, lo miro con odio en sus ojos y exclamó iracunda:

Rindete o muere como un perro!

Al fin! el Elfo había podido dar finalmente con la razón de su mala puntería de los últimos días, Quivalian era un experto arquero, pero no lo había demostrado hasta el momento y él no se explicaba el porqué, hasta el instante en que tensó su arco y la cuerda se rompió fácilmente.
Bran seguía defendiéndose férreamente. Intentó contra atacar a uno de sus rivales, pero ellos ya conocían sus tácticas y con una finta casi logran que Bran perdiera el equilibrio. Por fortuna, el guerrero se compuso rápidamente.
El paladín, con un rival a sus pies y el otro aún en pie, vio como el líder de los escalvistas se acercaba e intentó atacarlo, pero su concentración no estaba 100% en el combate, parte de ella estaba en el agujero al cual le habían prendido fuego para un propósito y ahora temía que se materializara ese propósito, su ataque contra el líder falló irremediablemente y sus temores no tardarían en hacerse realidad...

El líder esclavista observó aquella debilidad, y utilizando a suesbirro para engañar al paladín, lanzó un fiero ataque. Pero aún con la atención del paladín en otro lado, la finta en conjunto con su compañero y con un feroz ataque, no logró penetrar las defensas del santo guerrero.

Xune, por su lado, contrario a lo delicado que supondría ser una dama norteña, mostró de nuevo su lado bélico y sanguinario. Con su enorme Maul, lo dejó caer contra su rival. De nuevo aquel enorme martillo de guerra hecho para machacar huesos y "ablandar carnes", logró el propósito de su creación. La clériga, extasiada por la batalla resultaba como la furia de una tormenta de primavera, impredecible y vehemente, sin compasión por nadie. Luego de acabar con su víctima, se dirigió al líder de los esclavistas que combatía fieramente contra Arast. Aguardando con ansias un ataque para poder desencadenar de nuevo sus poderes tormentosos.

ASALTO 4

GRRRMMMGRUHHHMMM!

En medio del flagor de la batalla se empezó a mover la tierra, un montículo se empezó a elevar poco a poco entre los pies de todos y el temor del paladín se hizo realidad. Del montículo emergió una criatura insectoide más grande que un caballo, de su boca salían dos protuberancias fuertes como tenasas y su cuerpo quitinoso era una dura armadura contra los ataques. Se trataba de un Ankheg, criatura temida en todas las llanuras de Faerûn, desde el fatigoso y húmedo sur hasta el frío norte.

La primera criatura que vio el animal, fue el infortunado (doblemente infortunado) Elfo. Con suespada en mano se disponpia a atacar a uno de los bandidos, pero fue el primero que el Ankheg vio. Con sus tenazas lo agarró y le atravesó un costado, un pedazo considerable de carne salió desprendido del cuerpo del arquero y explorador y la sangre de Quivalian empezó a derramarse por la blanca nieve del suelo. Para completar, de sus fauces unas glándulas inyectaron un ácido corrosivo que quemó la herida y la carne del pobre héroe que solo gritaba y se contorsionaba del intenso dolor que sufría..... Estaba muy mal y requería ayuda urgentente!

Los bandidos le eran fiel a su líder y lucharían a muerte contra un grupo de aventureros, pero no eran tan estúpidos como para quedarse a pelear contra semejante criatura. Los 3 emprendieron la retirada a pesar de las protestas de su líder, mejor castigados que muertos. Su líder, al ver todo lo que ocurría a su alrededor, no sabía que hacer. Fue imposible determinar si huiría junto a sus esbirros o si se quedaría a combatir... Contra dos frentes!

Sus peores temores se manifestaban de un modo atroz. La criatura que emergía de la tierra era temible como ya esperaban pero lo hacía en el peor momento y lograba alcanzar a Quivalian, dañándolo salvajemente. Pudo ver el recorrido de cada gota que su cuerpo salpicaba.

- ¡Largo de aquí!

Espetó al esclavista esperando que con el emerger del monstruo no tuviera agallas para quedarse. El paladín, sabiendo que el explorador estaba en peligro de muerte, cambió de objetivo y fue en su búsqueda.

- ¡Huye, Quivalian!

No tenía más opciones pues no tenía ni arco con el que disparar. Arast era consciente de que alguien tenía que distraer al ankheg para que el elfo lograra marcharse y ya que había sido el promotor de permanecer allí tendría que ser él el encargado. Confió en que Tyr le asistiría en aquella dura batalla que se avecinaba contra el insecto gigante.

Había mucho en juego, todo había ocurrido muy rápido para el desdichado Quivalian. Aquel ser que emergío del suelo le ataco sin piedad arrancandole jirones de carne. La elegida del dios de la Tempestad, a pesar de ver al elfo malherido y postrado ante la criatura, vio que la mejor defensa en ese momento era un buen ataque, de lo contrario podría morir más de algún miembro de la compañía.

Arast el paladin ataco pero no tuvo mucho exito, había que actuar y rápido;

Con un brillo de furia en los ojos esmeraldas de la mujer de pelo carmesí, asiendo su gran maul se dispuso en un par de pasos a golpear el costado del Ankehg asestandole un golpe brutal que hubiera partido por la mitad a un caballo.

Ante el impacto, la norteña sintio un escalofrio que recorrio su espina dorsal mezcla del goze y los nervios por haber llamado la atención de la criatura, salvando así la vida de Quivalian.

Ahora solo cabía esperar que los demás tuvieran igual o mejor fortuna que ella.

Matad a la criatura! grito la mujer.

Esperando que eso hiciera reaccionar a sus compañeros.

La visión del Ankegh fue como si hubiera entrado en un mundo de pesadilla. El ser se elevó por encima de sus cabezas como un Dios del averno decidiendo quién es el siguiente que debe acompañarle.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar. Con una velocidad imposible, la criatura desplegó toda su ira sobre el sorprendido Quivalian que apenas tuvo tiempo de gritar.

La sangre salió despedida en mil direcciones por la crudeza del impacto y el elfo sintió como su carne era destrozada como si de mantequilla se tratase. Supo de inmediato que había llegado el final y sintió pena por lo que dejaba atrás, aunque también la paz del descanso.

Sintió como caía sobre el suelo como un muñeco de trapo y como su cabeza rebotaba contra la tierra y la hierba, ahora manchadas con sus restos.

Y entonces llegó el dolor, lacerante y terrible. Aquella bestia, no contenta con destrozarle quería ahora quemarle vivo bajo algún tipo de líquido envenenado.

Sus gritos se elevaron hacia el cielo, llevando su angustia al infinito pero también recordándole que todavía no estaba muerto.

Rezando porque aquella criatura pensara que su trabajo había terminado, el elfo trató de aguantar el dolor y mantener la postura, lo más quieto posible. Una refriega se disputaba a su alrededor. Si creía que había muerto, lo dejaría en paz, y apenas gastaría un par de segundos en comprobarlo.

Aún magullado y malherido, Quivalian recordó un principio fundamental de la supervivencia: Los animales generalmente atacan cuando se sienten amenazados. Se tumbó al suelo y se hizo el muerto. El esfuerzo fue enorme porque todo su cuerpo quemaba como un volcán y sus venas ardían como lava escurriendo a través del cuerpo. Por fortuna, la táctica pareció funcionar y aquel bicho decidió ir por alguien más.
Los contrincantes de Bran habían huido, el humilde y valiente espadachín era el primero que decidía enfrentarse cara a cara a la criatura. Dejó de lado al líder de los bandidos y encaró a la criatura utilizando la misma técnica que contra los esclavistas: Manteniendo la guardia siempre alta, pero eso tenía un precio. Su espada bastarda se estrelló en la costra quitinosa de la criatura sin dañarla ni un poco.
Arast no pudo evitar preocuparse por su compañero (y quizá amigo a esta altura), pensó que había muerto al verlo ensangrentado y malherido, pero rápidamente se fijó que consistía en una estrategia para evitar más ataques de la criatura, enseguida atacó con valentía junto a Bran, pero la preocupación y la dura armadura del Ankheg impidieron que su espada causara verdadero daño.

Como era de esperarse, el líder de los bandidos decidió seguir a sus esbirros y huir de semejante combate, ya habría tiempo para morir en otra ocasión. Su negocio de vender cuerpos inocentes a oscuros compradores era rentable, pero demasiado riesgoso.

Era el turno de aquella clériga que parecía más una bárbara con su violencia y su enorme martillo. Con los ojos inyectados en sangre ignoró al líder bandido y dirigió su ataque a la bestia. Su Maul se estrelló y aplastó parte de su cuerpo de insecto, pareció dolerle al bicho pero no pareció dejarlo malherido. Si se hubiera tratado de un mamífero sin duda estaría ahuyando de dolor.

ASALTO 5

Inmediatamente, la criatura reconoció el producto de su dolor y atacó con sus mandíbulas a la clériga, pero aquella dama, además de ser bastante intimidante con el Maul, era bastante ágil y logró esquivarlas por un pelo.

El grupo ahora enfrentaba a aquella criatura, aún sin Quivalian lo superaban en número, pero era bien conocida la peligrosidad de los Ankhegs entre las gentes del norte.

La valiente norteña había conseguido llamar la atención de la bestia , exponiéndose al peligro y evitando que rematará al elfo.
Si bien la criatura como venganza busco morder su carne, no acertó al esquivarla con pericia, rozando ligeramente su armadura. Activandose a continuación el poder de la ira de la Tormenta, saltaron chispas de energía eléctrica que arrancaron un alarido al Ankehg.
Disponiéndose a aprovechar el momento, la antigua Oficial de la milicia Argentea balanceo su poderoso maul en un movimiento lateral con la intención de aplastar la cabeza del insectoide y acabar con aquella pesadilla, esquivando está en el último momento el brutal impacto.
Ahora solo cabía esperar que el paladin Arast hiciera bien su trabajo y el espadachín Brand reaccionará con tino.
Xune sabía que aquella criatura era un enemigo formidable y ponía mucho en juego con su alocada acción.
Acabad con la alimaña! Golpeadle la cabeza! No le deis cuartel!
Quizas si la criatura fuera inteligente, no la atacaria por miedo a otro ataque eléctrico y quizás le brindará la oportunidad de acabar con ella. (Penso ésta.)

Quivalian se sintió aliviado al sentir como el aire que batían las alas del insecto gigante cambiaban de dirección. Había funcionado. La bestia había preferido centrarse en sus otros rivales antes de rematarlo.

Sintió otra vez un dolor que le atravesaba el cuerpo y tuvo que contenerse para no gritar. Una tos inoportuna le dejó la mano manchada de sangre y el miedo de haber atraído de nuevo a la bestia pero una rápida mirada le sirvió para descubrir que estaba lo suficientemente alejada como para no haberse enterado.

El elfo se arrastró como pudo, tratando de alejarse de camino, para ocultarse tras unos matojos o algún árbol. Si conseguía escapar de su línea de visión y sus amigos vencían, tal vez tendría alguna oportunidad de sobrevivir.

Quivalian parecía estar ahora a salvo y eso era lo importante. La suerte o los dioses habían querido que el ankheg no golpeara a otro de ellos pues hacerlo sería claramente mortal. Eran dos contra el monstruo y no tenía claro si lograrían vencerlo.

- Esto no será fácil. Tengamos fe en que las deidades del bien estarán de nuestro lado.

Realmente el riesgo de morir era muy elevado y si las cosas se ponían feas iba a tratar de provocar una retirada.

De momento, al levantar su espadón y dejarlo caer sobre la criatura logró superar su dura quitina y llegar hasta la carne. El monstruo reaccionó apartándose momentáneamente, lo que confirmaba que había logrado herirlo.
 

CONTINÚA ASALTO 5...

El combate continuaba encarnizado, Quivalian aprovechó la distracción del insectoide gigante para arrastrase y alejarse del campo de batalla. Sangraba por todos lados y eldolor lo invadía, pero debía realizar ese esfuerzo y esperar a que sus compañeros vencieran a ese gigante adversario.
Bran continuó con su táctica defensiva, sabía que en algún momento tendría una oportunidad de asestar el golpe sin arriesgar su integridad, y ese momento llegó cuando calculó perfectamente el ataque fallido del Ankheg contra Xune; Su espada logró hundirse en la armadura natural del animal y un chorro de sangre verde y viscosa empezó a emanar de allí.
El paladín estaba harto de aquella criatura, pero a la vez estaba preocupado por su amigo malherido. Al ver como Quivalian salía del campo de batalla, lejos de las tenazas del enemigo, pudo centrarse más en sus ataques. Su espadón sacudió al Ankheg violentamente y logró hacer una nueva herida desde donde emanaba aquel líquido viscoso. El Ankheg solo se retorció de evidente dolor.
Xune volvió a lanzar un furioso ataque con su Maul, pero falló esta vez debido al movimiento de reflejo del Ankheg ocasionado por la herida anterior.

ASALTO 6

Al ver como lo habían herido, la criatura sin inteligencia atacó al último que le causó daño: Su ataque se dirigió por completo al paladín. Sus tenazas se dirigieron amenazantes a su objetivo, pero el escudo de Arast se interpuso en el camino.

El bichejo parecía bastante tocado y sin duda iba a perder el combate si seguía así, pero había que exterminarlo rápido ya que había demostrado que con sus pinzas podía matar a cualquiera de un solo tajo.

Xune recobrando la compostura tras el fallido ataque, afianzó sus pies y busco un punto débil en aquella criatura, de manera precisa busco su momento a costa de brutalidad, ese momento aparecio cuando Bran hundio su espada bastarda en el Ankegh, momento que la guerrera carmesí supo aprovechar al máximo, haciendo girar su maul de izquierda a derecha moviendose de forma lateral, asestó un golpe muy efectivo en la cabeza de la criatura, escuchandose un ruido sordo, mientras esta exhalaba lo que parecía un grito agónico.

Muere ser del averno! exclamó la clériga de la tempestad, rebosante de placer ante su demostración de fortaleza.

Con un poco de suerte la criatura moriría pronto, quizas podría sacar algo de beneficio del Ankegh, a buen seguro que un par de monedas sacarían ya sólo por haber eliminado un peligro como este.

Loa gemidos de dolor de Quivalian la sacaron de su ensimismamiento, un par de curaciones mágicas lo restablecerían.

Aguanta Quivalian, Xune te curará con el poder de Thorm. Por el rabillo del ojo se permitio observar a Arast, mientras que se acercaba al elfo. El Paladin parecía no tener un buen día.

El monstruo seguía enfrentándose a ellos incluso después de que Bran hubiera hundido en él también su espada. Se alegró de que sus armas estuvieran resultando tan certeras. Segundos más tarde, la clérigo volvía a arremeter con violencia al ankheg provocando otra gran herida.

El paladín no quiso ser menos y siguió batallando. Se confió pensando en que el ser no resistiría un espadazo directo. Trazó un arco buscando atravesar la dura quitina del insecto, pero esta resistió con creces, dejando a Arast con la miel en los labios. ¡No había logrado herirlo!

La criatura bien haría en huir, pero a estas alturas no iban a permitir que saliera de ahí con vida, ¡ya habían visto lo peligrosa que era!

Quivalian asomó la cabeza por detrás del tronco del árbol que lo protegía. Parecía que sus compañeros se estaban apañando bastante bien y le estaban dando una buena paliza al bicho.

Dolorido y agotado, decidió que lo mejor era permanecer atento y consciente mientras permanecía a resguardo. Sólo si veía que las cosas se complicaban merecería la pena arriesgarse.

CONTINUA ASALTO 6...

El Elfo intentaba buscar un respiro al dolor de sus heridas, suspiró y se recostó sobre el tronco de un árbol, sintió la carrasposa corteza en su cabeza y se sintió en casa. Ya llevaba bastante tiempo sin disfrutar con la compañía de no más que la naturaleza. De repente todos los sonidos y los dolores mermaron y quedaron en un segundo plano mientras Quivalian se concentraba en el canto de un pájaro lejano, el sonido que hacía un pequeño ratón de campo bajo la nieve mientras masticaba algo de yerba, todos esos sonidos que eran tan familiares y relajantes.

Pero el sonido volvió mientras la encarnizada batalla continuaba. Bran decidió bajar sus defensas con la intención de mejorar sus ataques, pero la espada se estrelló contra el exoesqueleto del Ankheg sin poder traspasarlo. La misma suerte tuvo el paladín, todos temieron que el contrataque del bicho pudiera dejar otra baja.

Pero la clériga entró en acción. Aquella misteriosa mujer había demostrado sus cualidades en este combate. Xune dio un par de pasos al costado y esperó a que el animal atacara, esquivó bien el ataque y abalanzó su martillo gigante con gran certeza sobre la cabeza del Ankheg, aplastándola casi por completo.
El chillido se escuchó a cientos de metros a distancia y con media cabeza completamente aplastada y condenado a morir, la criatura intentó huir desesperadamente, pero el Paladín no lo iba a permitir.

Clavó su espada en el cuerpo del animal y le quitó la última vida que aún le quedaba, mientras el Ankheg se retorcía de dolor, su vida se iba apagando.

Así, los 4 héroes, un escudero y un sirviente lograron despejar un área considerable de una criatura que acechaba a los campesinos y pastores nativos. Sin darse cuenta habían logrado facilitar e incluso salvar las vidas de varias familias...

No mucho era lo que se podía sacar de un Ankheg. Su exoesqueleto era resistente y algunas piezas podían servir para hacer un escudo o una armadura, pero conseguir un armero o comprador de ese tipo de material era extremadamente difícil en el norte y no valía la pena el esfuerzo. El metal era un amterial más común y económico. La práctica era utilizada en el sur, donde elmetal no es abundante y es necesario acudir a otros materiales.

La carne es poca y tiene un sabor horrible y solo es comestible en situaciones extremas.

Solo dos cosas podían rescatarse de los Ankheg: Las glándulas que almacenaban un ácido potente y muy corrosivo, podía almacenarse en un frasco y usarse como arma. Se podían llevar las glándulas directamente, pero se corría el riesgo de que en cualquier momento se reventaran.
La otra cosa (y más valiosa) de utilidad eran los huevos de Ankheg, un huevo bien vendido podría venderse por varias monedas de oro*