Partida Rol por web

El maldito líder de esos hombres trataba de mantenerlos a su lado y les hablaba de la furia del "supremo". Aquella frase se le antojaba críptica pues representaba que seguían a alguien más alta.

- ¡Entregadme los prisioneros y jurad no volver a esclavizar, entonces os dejaré marcharos!

Quiso unir la afirmación con un nuevo tajo destinado hacia el jefe del grupo pero esta vez los dioses no estuvieron de su lado. Estaba visto que el combate se recrudecía y ya estaba herido de modo que no tenía claro si duraría mucho más. Necesitaba dar lo mejor de sí y que los siguientes ataques no le impactaran en absoluto, ¡esa era su única oportunidad!

Rodeado contra tantos enemigos, se preguntó porqué no había sido prudente y quedado junto al resto, pero acaso eso no era cobarde. Había obrado con rectitud buscando a ese matón para acabar con sus fechorías. La pena, ahora lo veía, es que no era un grupo de bastardos cualesquiera sino que había alguien organizándolos. Ese "supremo"... si lograba sobrevivir acabaría buscándolo y advertiría a quien pudiera de su existencia.

El combate se encarnizaba cada vez más. Mantener las defensas altas impedía que tus ataques fueran efectivos, un intento de acabar con el criminal terminó en un corte al aire.

Pensabas que actuabas con virtud y como debías hacerlo y por eso estabas seguro que recibirías la ayuda que salía desde lo más intrincado de tu ser, de la misma parte de donde emanaban tus poderes sobrenaturales que te convertían en campeón de Tyr.

Pero las victorias merecidas vienen a un costo. El líder alzó su cimitarra y penetró tus defensas abrumadas ante la cantidad de espadas que recibías. Al levantar el brazo derecho, el líder insertó su cimitarra

Quivalian meditó en la carreta un buen rato, mientras Bran enseñaba uso de espada a Tharis y tácticas de combate cuerpo a cuerpo. Passó casi una hora cuando del orificio del Ankheg emergió Xune de nuevo, completamente sucia de la tierra húmeda de los subterráneos.

Estaba bastante agitada, comentó a sus compañeros lo hallado en el túnel (Encargada de hacerlo en tu post) y no se sentía lo suficientemente confiada para andar por ese túnel sola y con un combate casi mortal tan recién terminado.

Se relajó y tomó aire durante varios minutos que se conviertieron en casi una hora, observando a Bran, Tharis y Quivalian, ayudando a fijarse en las graves heridas del Elfo.

Pero algo andaba mal, el cielo empezaba a ponerse de color púrpura y pronto caería la noche, dos horas antes había partido el Paladín a buscar a los esclavistas. En principio pensaron que le tomó algo más de tiempo mientras los encontraba pero estaban confiados en que él solo podría con ellos.

Pero dos horas eran demasiado, quizá se había perdido... O algo peor.

Tras el descanso y recuperar energías, un sentimiento de algo malo le revolvio el estómago.

Maldicion! El paladin Arast esta tardando demasiado! Algo me dice que anda en peligro!

Pospondré mi busqueda! Vayamos a por él.

Quivalian, rastrealo, sigamos sus últimos movimientos y demos con él.

Cuento con tus habilidades.

Los demás partamos ya!

La sacerdotisa de la Tempestad se apropio de una de las afiladas cimitarras que portaban los esclavistas. Le vendría bien un arma de estas carácteristicas, colgandola a su cintura.

Subiendose al carruaje e iniciando la busqueda de Arast, siguiendo la dirección en la que salio apresurado en pos del bandido.

Bran arreaba a las bestias, haciendo que estas fueran rápidas. Temía por la vida de su camarada.

Quivalian estaba saliendo de su profunda meditación cuando Xune emergió de los túneles como si los hubiera estado excavando ella misma.

- ¿Cómo ha ido?- preguntó el elfo.

La clérigo empezó a narrar su historia hasta que se percató de que Arast todavía no había regresado. Quivalian se había olvidado totalmente del guerrero durante su meditación pero ahora miró al cielo, preocupado, dándose cuenta también, no sólo del tiempo que había pasado, sino también de que la noche se les estaba echando encima.

Maldicion! El paladin Arast esta tardando demasiado! Algo me dice que anda en peligro!

Pospondré mi busqueda! Vayamos a por él.

Quivalian, rastrealo, sigamos sus últimos movimientos y demos con él.

Cuento con tus habilidades.

Los demás partamos ya!

- Vamos- concedió Quivalian saltando de la carreta- no perdamos tiempo, la noche se acerca. Se fue por allí.

Tharis se sintió culpable por no acompañar a su mentor y amigo cuando salió desbocado junto a su corcel persiguiendo a los maleantes, sin pensarlo dos veces se anotó para ir en busca de Arast. Su sirviente Dan por el contrario se quedó atrás junto a Bran cuidando del carromato. Prometieron esperar toda la noche y todo el siguiente día. Si pasaba más tiempo, volverían camino y avisarían a las autoridades.

Quivalian a pesar de estar malherido pero con las energías algo renovadas, decidió coger su arco y emprender la marcha en busca del paladín. No le hacía gracia separar el grupo y dejar a Bran atrás, pero si algo malo le había pasado a su compañero, la velocidad de movimiento era indispensable y un carromato no haría más que retrasarlos.

Las huellas del corcel de Arast eran fáciles de seguir. Durante varios minutos y en medio de una creciente oscuridad, se toparon con el final de las huellas y una escena espantosa:

Un cadáver yacía sobre el campo, era uno de los esclavistas que habían enfrentado anteriormente, pero no habían rastro de los otros esclavistas y menos aún de Arast.

Varias huellas ensuciaban el campo y rastros de sangre eran fáciles de hallar, pero se necesitaba una inspección más dedicada y los conocimientos de Quivalian para determinar que fue lo que pasó en ese lugar y cuál había sido la suerte de su compañero.

Tharis se estremeció, temiendo lo peor...

Oscuridad total....

Fue lo único que sentiste después de sentir una cimitarra penetrar tus carnes, la sangre fluyó y sentías como te quemaba la sangre que salía de tu cuerpo, como lava saliendo de un volcán quemando lentamente todo a su paso. Tus ojos se cerraron y sentiste un toque divino e inexplicable.

Pensaste que morirías, pero te equivocabas...

......

......

......

-Psst, Psst, hombre! -Una dulce voz hizo que abrieras un ojo, aunque el esfuerzo de mover el párpado te costaba todas las energías del mundo.

Y el dolor, el dolor era insoportable, parpadear, respirar o solo existir era una agonía sin igual, jamás en tu vida habías encarado a la muerte, la mayoría de personas perdía esa batalla contra el enviado de Kelemvor, pero tú eras especial, un ser divino que había logrado burlar la muerte. Pero dolía, y dolía mucho!

Tu ojo abierto reconoció una mujer rubia y pecosa, hermosa, como un ángel enjaulado. Tú también estabas enjaulado, encadenado y con dolor.

... Tus ojos volvieron a cerrarse, sin alcanzar a escuchar lo que quería decirte la mujer.

......

......

-No creo que sea prudente, deberíamos matarlo ya mismo - Se escuchó una voz ronca que hizo abrir tus ojos de nuevo. Solo escuchabas la voz y la oscura noche impedía ver de quien era. Pero ya no estaban en movimiento, estaban parados en algún punto en la oscura noche.

- Tiene compañeros -Respondió otra voz masculina -Nos seguirán.

- Precisamente, que sepan a qué atenerse si nos siguen, que encuentren el cadáver de este hombre

- Nos seguirán siguiendo, hasta vengar a su compañero.

- Pues los esperamos y los asesinamos también.

- No seas imbécil, somos tres, tocó asesinar a Jarko para que no nos retrasara, aún no llegamos al punto de encuentro y aún estamos lejos, no podemos arriesgarnos a perder esta preciada carga!

- Ahora tienes miedo?

- Suficiente -Se escuchó una espada saliendo abruptamente de su vaina -Soy yo quien manda y he dicho que lo dejaremos aquí tirado herido, sus heridas retrasarán a sus compañeros y con suerte preferirán atenderlo o llevarlo a otro lado y olvidarse de nosotros, al menos mientras entregamos la carga ENTENDIDO?

...

-Psst, parece que te van a dejar con vida -Dijo otra vez la dulce voz de antes. En esta ocasión no la veías

No había esperado seguir vivo. Dado el intensísimo dolor en todo su cuerpo era evidente que así había sido. Su mente luchaba por recuperar la consciencia y diferentes sonidos llegaban a sus oídos.

Había sido derrotado por los cuatro hombres, cosa bastante lógica pero el paladín se lo había jugado todo a derrotar al líder y no lo había logrado principalmente porque era más duro de lo que parecía.

La mujer rubia se le antojó algún tipo de criatura mística, por la belleza y la dulzura de su voz.

- ¿Sabes a dónde te llevan?

Preguntó por lo bajo sabiendo que era más importante aprovechar el tiempo para recabar información que ponerse a lamentarse. Sí que se lamentaba y mucho, porque se encontraba sin pertenencias. Así ahora mismo era un guerrero inútil y lo peor es que tampoco sería de mucha utilidad en Cumbre.

Maldición! Exclamó Xune, cabreada por la actitud del Paladín. Quien le dijo que se fuera sólo, dejandolos a ellos atrás.

Cabeza hueca! Podría estar muerto!

Rápido Quivalian! exclamó al guardabosques, que estudiaba meticulosamente la escena.

Has descubiero algo de lo que paso aquí. Que camino seguimos.

- No lo veo claro- negó el explorador con la cabeza- está muy oscuro y todo esto es muy confuso. Se mezcla la sangre con los restos y las pisadas. Podría haberse ido hacia cualquier sitio. Veo difícil que podamos encontrarlo esta noche.

El explorador observaba a un lado y al otro, tratando de buscar una solución al dilema, mientras la luz que se filtraba entre los árboles era cada vez más tenue.

- Podríamos intentar internarnos durante uno o dos kilómetros en direcciones que cubran más o menos treinta grados de distancia y ver si encontramos más pistas- propuso casi a la desesperada- Si no las hay, desandamos el camino y probamos con la siguiente. Pero, con esta oscuridad, no sé si servirá de algo.

Era difícil determinar que había ocurrido en ese lugar, el pasto estaba revuelto y algunos rastros de sangre salpicaban aquí y allá  y el cadáver no parecía preagiar nada bueno. Pero si su compañero había sido asesinado, su cuerpo estaría cerca.

Buscaron en los alrededores, atendiendo las sabias palabras del Elfo, conocedor del rastreo y la caza. No hallaron el cuerpo de su amigo. Xune encendió una su lámpara de capuchón en medio de la oscura noche, era necesario si quería aportar y poder andar al paso del Elfo.

Al cabo de un rato, Quivalian encontró unas huellas que se alejaban del sitio de encuentro: 3 pisadas diferentes arrastrando algo. Era evidente lo que había sucedido. Su amigo paladín había sido derrotado y capturado!

Sin dar espera, la pareja emprendió la cacería, siguiendo el rastro durante la noche. Una gesta peligrosa si se tenía en cuenta que debían mantener encendida una lámpara en medio de la oscuridad. 

No muy lejos de ahí, encontraron un sitio en donde habría sido el campamento. Rápidamente dedujeron que los esclavistas habían estado acampando en ese lugar cuando se percataron del humo que usaron para sacar al Ankheg de su guarida. Las cenizas de la fogata estaba humeantes y calientes aún y habían huellas de un carromato.

Continuaron el camino durante varias horas, amparados en un cielo tan negro como la propia infraoscuridad, salpicado de diminutas manchas luminosas. Hasta que por fin hallaron lo que buscaban...

-No tengo idea axactamente a donde buen hombre, pero se que a algún lado del Bosque Alto, a donde un sujeto conocido como "El Supremo" -respondió la mujer.

Mientras intercambiaban palabras, el Paladín supo que el nombre de la mujer era Diatara Conte, provenía de Eternlud y era la única hija de Caliborus Conte, un Barón de Eternlud de gran renombre entre la nobleza.

-Si te dejan con vida, por favor buen hombre, avisa a mi padre de mi situación, que me llevan al bosque Alto...

Nada más pudo averiguar, al escuchar el sonido de las botas acercarse abruptamente.

-Veo que ya despertaste perro sarnoso. Parece que en esta ocasión permaneces con vida, pero la próxima vez que te vea no dudaré en asesinarte con mis propias manos.

Abrió la jaula y de un movimiento brusco te sacó de la Jaula. Sentiste como si todo el cuerpo se hubiera envuelto en llamas. Al caer al suelo, viste como la bota del hombre aterrizó pesadamente sobre tu cara.

Y de nuevo la oscuridad de la inconsciencia volvió a apoderarse de ti

Quivalian y Xune encontraron a su amigo sumido en la inconsciencia, tirado sobre el suelo, en un estado lamentable.

Sus heridas eran mortales y lo habían dejado al borde de la muerte.

Rápidamente el Elfo salió en su ayuda, y tras unas palmaditas en la cara, el paladín recobró el conocimiento, con un dolor agudo que invadía todo su cuerpo.

Agotado y hartamente dolorido, no podía ni siquiera incorporarse. Su cuerpo estaba arruinado. Su vista alcanzó a ver a sus dos camaradas, los cuales corrían hacia él. Gracias a eso salvaría su vida, lo tenía claro.

- Lo siento... quería alcanzar a su líder mientras estaba sólo, pero al final me tuve que enfrentar a cuatro... y su jefe era más resistente de lo que creí...

Le habían derrotado en batalla aunque su espadón llegó a probar la sangre de ese bastardo dos veces. El combate había sido el más intenso que jamás había tenido.

- Me han dejado vivir para retrasaros a vosotros. Y además... tienen una prisionera que quieren llevar al Bosque Alto, para entregarla a un tal "El Supremo". Algo pasa en ese bosque. La joven se llama Diatara Conte, de Eternlud y es hija de Caliborus Conte, un notable Barón. Me pidió que alertara a su padre...

Las palabras se entrecortaban. Quería informar de todo lo que había averigüado cuanto antes pues urgía hacer algo. Y no sabía si iba a poder ir en búsqueda de aquella mujer, lo cual castigaba su espíritu, haciéndolo sufrir más que las heridas de su cuerpo.

Arast, Arast, por todos los Dioses! Alabado sea Thorm.

Agachándose a su lado e invocando el poder de la Tempestad, puso sus manos sobre él.

Thorm curare est! Surgiendo un halo de luz de las palmas de su mano vigorizando y sanando al magullado paladín.

Tras ver que esta mejor, comenzó a zarandearlo y lanzarle reproches. Como se te ocurre hacer esto! Podrías haber muerto!

Tomando aire la elegida de Thorm, dio un par de vueltas sobre si misma, apretando y cerrando los puños de sus manos conteniéndose para no golpearle.

Uff, que es eso de la dama en apuros!

Cuanto tiempo nos llevan?

Creo que esto lo vamos a tener que solucionar nosotros.

Descansa, lo necesitas!

Esperaremos a Brand y al resto! Que opinas Quivalian!

Mandamos a Tharis en busca del resto y nos reunimos aquí?

La marcha había llevado las fuerzas del elfo al límite. Estaba acostumbrado a moverse atravesando bosques pero todavía estaba recobrándose del salvaje ataque del Ankheg.

- Amigo- suspiró aliviado entrecortadamente mientras ponía el hombro sobre el pecho del paladín- por un momento temí lo peor. Creo que deberías evitar lanzarte en solitario a estas aventuras a partir de ahora. Es un milagro que te hayan dejado con vida.

Esperaremos a Brand y al resto! Que opinas Quivalian!

- Creo que ya hemos tenido bastantes heroicidades por el momento- asintió- debemos reagruparmos y descansar. En este mundo, por ventura o por desgracia, son muchos los que necesitan espadas que les ayuden. No podemos solucionar todo nosotros solos.

Arast malherido, permanecía en el suelo. La reconfortante magia de la clérigo le dio las fuerzas justas para poder incorporarse.

- Hay que avisar al conde, es lo menos que podemos hacer. Podemos enviar a mi escudero con esas instrucciones, tras explicarle todo lo que me ha ocurrido. Al fin y al cabo no necesito ayuda para ponerme la armadura. De hecho ni tengo ya armas.

Suerte que al menos tenía unos pantalones. El estado de Arast era bastante pésimo pero salvar a la muchacha podía merecer las penurias pasadas.