Partida Rol por web

Navief detuvo por completo su comida cuando Lirio comenzó a hablar. A cada palabra nueva, sus ojos se abrían con más asombro. Mientras Edgar hablaba, ella solo meditaba en silencio. De ser cierto lo que acababa de decir Lirio, sus sospechas de un mundo más allá de su imaginación cobraban vida. No es que ella fuese hereje, pero en muchas ocasiones había pensado que los dioses a los que adoraban elfos y otros habitantes del bosque no podían ser tan irreales como la Iglesia proclamaba, después de todo, ella había presenciado muchas veces la bendición en tierras olvidadas por los hombres, bendiciones comparables a las que otorgaba el Dios de los hombres, y quizá aún mayores. Una parte de ella siempre había creído en los espíritus guardianes de los bosques, y esto solo hizo que esa idea se aferrara aún más en su corazón.

- Por eso habéis llorado tanto con la muerte del Padre Oso... -Comentó más para sí misma que para los demás- Por eso me ha dolido tanto a mi también. En verdad, nunca estuvo en mis planes quitar la vida a tan magnífico ser... De haber estado yo sola, seguramente habría huido de su presencia. Yo también podía notar que tenía un aura muy distinto al de los demás seres que he conocido hasta ahora...

Miró a Lirio, y luego a Edgar.

- Perdonad si lo que he dicho os suena a herejía, don Edgar. La verdad es que siempre he tenido mis dudas respecto a la verdad que enseñan los hombres.

Suspiró largamente y finalmente apoyó ambos codos en la mesa, inclinándose hacia adelante para que solo ellos dos la oyesen.

- Escuchad, sé que no lo parece, pero creo que debemos estar bajo estricta vigilancia. No me extrañaría que fuera de estas puertas hayan monjes custodiando que no nos acerquemos al lugar en donde se hará el ritual. No porque sepan quienes somos, sino porque los monjes son celosos en cuanto a los curiosos que puedan venir a mirar lo que ellos hacen aquí. Si mis sospechas son ciertas, y el ritual se hace al atardecer, tenemos poco tiempo para actuar. Me parece que debemos tramar un plan.

Silencio un momento, mientras pensaba, y luego volvió a tomar la palabra.

- Edgar, sé que vos y yo somos parecidos. Vuestra música no es normal, así como tampoco mis dotes en la naturaleza. Me pregunto si habrá forma de que vuestra música duerma a los monjes que la escuchen. Si es así, os pediré que salgáis al pasillo. Los monjes solo dirigen la palabra a otros hombres, y si se encuentran con vos, tal vez bajen la guardia y acepten escuchar alguna melodía vuestra. De funcionar, Lirio y yo podemos escabullirnos fuera del edificio. Ya allí nos será más fácil camuflarnos entre los jardines de los al rededores. ¿Estáis de acuerdo conmigo?

Y ahí iba de nuevo. El espíritu aventurero de Navief a veces resultaba temerario, pero en medio de aquella situación, ya no había mucho que pudiera hacerse. Era actuar, o cargar para siempre en su consciencia las consecuencias de haberse quedado cruzada de brazos.

- Tengo mis reservas respecto a atacar a los monjes, eso implicaría que los caballeros se pondrían en nuestra contra. Y seguramente son nuestra mejor baza para proteger a Denia. A estas alturas me odian y si intentase hacer algo, me atacarían y me darían muerte, y lo que es peor: se pondrían de parte de los monjes.

- Si el ritual puede dañar o no a Denia es pura especulación por mi parte, lo que sí puedo afirmar es que ella me confesó adorar a la diosa Gaia, y un ritual llamado "purificación" no me suena nada bien, no creo que haya en ella nada que purificar. Y lo cierto es que aunque dicen que su dios es pura bondad, no tengo fe en sus seguidores.

- No tengo muy claro qué hacer, si salgo y me ven, tendremos a mucha gente en contra. Si los caballeros son honorables y limpios, y Denia así lo creía, deberían protegerla.Si entablan batalla, quizás podamos escucharlos desde aquí y acudir en su ayuda y quizás en ese momento podamos mantenerlos como aliados... No sé bien qué hacer. Tengo algunos poderes que la Diosa me ha otorgado, debo rezar ahora para solicitar algunos, quizás pueda ayudar con algunas cosas si entramos en batalla. Tomad, esto puede seros útil. Si decidís salir, yo puedo apañármelas para pasar desapercibida... -y tocando su corona de flores, su aspecto varió, una capa de monje la cubrió por completo y bajo ella se adivinaba el rostro de un hombre -Aunque mi arco élfico será más difícil de camuflar.

-Las instrucciones del obispo eran claras en cuanto a nuestro deber de escoltar a la santa hasta este monasterio. Es ofrecimiento nuestro el escoltarla hasta dónde ella solicite tras el ritual. 

Aclaró el caballero al abad. 

Siguió el recorrido que les indicaba el abad por el lugar hasta sus celdas. 

-Agradecemos su hospitalidad, señoría.

El caballero se giró para despedirse de Denia, pero la muchacha se adelantó y solicitó una despedida algo más personalizada, algo que sorprendió al caballero que sin más esperó en silencio las palabras de la santa.

El abad tensó la boca en lo que él interpretaría como una sonrisa, probablemente, ante los comentarios de los caballeros.

-"Eso lo explica mejor. Claro, lo que la hermana Denia decida bien decidido estará. Aunque, seguramente, cuando entienda mejor su relación con Dios, que es el propósito principal del ritual, tendrá más claras las ideas que ahora o en el camino. Yo no he decidido nada por ella, sir, aunque tampoco podréis hacerlo vuesa merced. Mañana, cuando haya terminado el ritual, podrá decidir cual es su destino. Informaré a los monjes que el resto de sirvientes también permanecerán a nuestra hospitalidad al menos hasta mañana."

Después se giró a Denia y añadió:

-"Os espero al inicio del pasillo, junto a los escribas, hermana."

Se giró hacia los caballeros, agradeciendo con un movimiento de cabeza al Abad el tiempo concedido con sus protectores -Antes de nada quería agradeceros que pesar de los por menores de nuestro viaje hayáis intentado protegerme en todo momento incluso de mi misma, aunque no os lo haya puesto fácil y por ello os pido perdón-  miro a los dos para que quedase claro que el perdón iba para ambos -Pues habéis concluido vuestra misión, ya he llegado aquí sana y salva y ahora.... este camino, el ritual, tengo que hacerlo sola, sea cual sea el resultado, no temo por mi, estoy bien sabiendo que tanto los demás como vosotros esteis a salvo y sabéis defenderos si fuese necesario- sonrió a ambos -espero que nos volvamos a ver- y con estas palabras dio un abrazo a cada uno, susurrando un -gracias- no eran muy esperanzadoras sus palabras, pero sonreía.

La muchacha quiso agradecer la asistencia de los caballeros y pidió disculpas por haberlo puesto tan dificil. En una situación más confortable como en la que se encontraban, las palabras de la joven hicieron sentir mal al caballero por el trato que había dispensado. Sin embargo no había arrepentimiento por su actitud, y volvería a actuar de igual forma. La autoridad era algo necesario en un grupo, y toda su vida había vivido con ello.

-Actuásteis según lo que considerasteis adecuado en cada momento, Denia, igual que nos. Con saber que entendéis nuestro actuar queda mi alma aliviada.

El caballero miró a los ojos a la novicia casi como un padre a su hija cuando quiere darle un consejo que él consideraba útil:

-Vuestra bondad es infinita, mucho más que la que nos podríamos siquiera a aspirar a acumular en toda nuestra vida. Sin embargo, habéis de aprender a ser precavida. Sé que no está en vuestra naturaleza, pero permitidme un consejo. No cedáis vuestra confianza con facilidad, pues satanás os tentará y se aprovechará de vos de las formas más insospechadas aprovechándose de vuestra dulzura y bondad. Desconfiar de la gente que se acerca a vos con buenas intenciones quizá os permita sobrevivir un día más. Simplemente valorad la situación antes de actuar.

Finalmente el caballero comentó para finalizar:

-Pernoctaremos aquí está noche y seguiremos estando a vuestro servicio. Esperaremos hasta mañana por si requerís de nos para lo que necesitéis. De no ser así os deseamos toda la suerte del mundo y que el señor os bendiga e ilumine.

El caballero volvió a repetir su ofrecimiento a la novicia, tal y como hizo  con el abad. Si al día siguiente no eran requeridos, volverían a Francfurt.

- Tal como mi compañero ha expresado, respetamos vuestra decisión - confirma el del escudo brillante - Habéis venido a este lugar para participar del ritual y es justo que os encomendéis a nuestro Señor para que surjáis del mismo aún más pura y santa - añadió.

- Pero nuestro deber no habrá acabado, hasta que vos misma nos liberéis de el y, yo también me permito aconsejaros que lo hagáis después de haber concluido vuestra santa encomienda - Tras una pausa continuó - No dudo de vuestra devoción, y se que preferís depender de vos misma, pero si entendéis que necesitáis de nuestro apoyo para completar vuestra tarea solo debéis solicitar nuestra presencia y allí estaremos -

Tras una pausa olvidó el tono formal que estaba empleando para hablar y se dirigió a Denia en un tono más coloquial

- Vuestra compañía ha sido una luz en nuestras vidas de combate y ajetreo monástico. Y, aunque por momentos habéis demostrado vuestro carácter en momentos poco apropiados. O por lo menos eso creo yo... - Rudolph intentó sonreir mientras hablaba - He descubierto que solo os guía lo que creéis mejor para todos. Recordad que, pese a nuestros reniegos, solo estamos aquí para auxiliaros. Y seguiremos estando si estimáis que resulta necesario -

- Os brindo la más pura de mis bendiciones y os deseo que la misión que vais a emprender os llene de gozo y alegría - completó antes de dar un paso atrás - Informaremos a nuestros compañeros de vuestra decisión y permaneceremos atentos a vuestro llamado... si es que este se produjese -

Sonrió cálidamente -os agradezco muchísimo todo de corazón y vuestros consejos serán tenidos en cuenta para honraros, ahora lamentándolo he de irme- se despidio saliendo de la celda y yendo donde el Abad le habia indicado

Querida Navief, no debéis disculparos por nada. Si hay algún hereje aquí, soy yo, que nunca he sido devoto, y siempre he estado más predispuesto a creer en poderes "naturales" como los de Denia que en un Dios que nunca ha hecho nada por mí. Simplemente soy bueno haciendo teatro jeje.

Y Lirio, nadie ha hablado de atacar a los monjes. Yo no tengo nada contra ellos, de momento -aclaró premonitoriamente-. Navief sólo sugiere que los distraiga o duerma, lo cual -dijo mirando a la exploradora- en efecto puedo lograr con mi música. Y me parece un buen plan, dado que si esperamos a oír combate antes de acudir, si es que lo llega a haber, puede ser demasiado tarde. Más allá incluso, ¿y si el daño que se le pudiese causar a Denia proviniese de algún sortilegio de los monjes? Probablemente una vez en curso, los caballeros no pudieran impedir ese daño aunque se decidiesen a atacar a los frailes. Ahí es donde necesitaríamos que tú estuvieses presente.

Navief sonrió satisfecha, aunque casi de inmediato regresó a su expresión de concentración.

- Precisamente es eso lo que estaba pensando Edgar. Debemos adelantarnos a los hechos, o tal vez no haya tiempo de actuar. Entonces Lirio... ¿qué opináis? Necesitamos de vos para poder ejecutar el plan. Sois la única que puede detectar si el ritual sería dañino para Denia.

Se colocó en pie y revisó las dagas en su cinto, jugando con una de ellas girándola un par de veces. Por alguna razón se sentía un poco eufórica, como si no pudiese esperar para la acción. 

El caballero asintió de imitó la cruz de Cristo cuando la novicia se despidió, dándole su bendición y buena fortuna. Agachó la cabeza en actitud de despedida y observó como se alejaba por el pasillo con esa elegancia intrínseca a la muchacha.

Una vez lejos la muchacha, el caballero se giró hacia su compañero y le comentó:

-Acomodemos nuestras pertenencias dónde nos han indicado, Sir Rudolph. Me gustaría supervisar los alrededores y desearía que vos me hicieseis un favor.

Calló unos segundos esperando el asentimiento de su compañero, para saber si estaba dispuesto a ello:

-Vuestra compañía es más esperada que la mía entre el grupo. Quizá la elfa haya hablado a los demás sobre lo que a nos nos es escondido por ella. No me fío de ella, pero seguramente en su desesperación por verse alejada de la novicia haya compartido algo con los demás que pueda sernos de utilidad. Me gustaría que mientras yo compruebo los alrededores, vayáis a visitarlos con la excusa de la preocupación por su comodidad e intentéis enteraos de cualquier cosa útil o los siguientes pasos de la elfa. Mucho me temo que hará lo que pueda por irrumpir en el ritual y evitarlo a toda costa. Pues más parece una bruja que una mujer temerosa de Dios. Vos no levantaréis sospechas.

- Me parece bien. Vamos - asintió el del escudo brillante, encaminándose a las que serían sus habitaciones

- No se si seré tan bien recibido como pensais, pero no tengo problema en intentarlo - contestó a su requerimiento - Son civiles. Y no creo que sean capaces de entender la necesidad de mantener su lugar en situaciones de combate. O, ya que estamos, en cualquier situación. Ya nos lo han demostrado. Sin embargo creo que os equivocáis con la elfa. A mi tampoco me convence su forma de actuar, pero no creo que sea una bruja. Debeis recordar que pertenece a otra raza y, según sus propias palabras es una especie de lider entre ellos. Creo que el problema es que no está acostumbrada a recibir ordenes de "humanos" - completó con una sonrisa socarrona - pero no tuvo más alternativa que hacerlo para venir con nuestro grupo. Y no creo que le haya gustado demasiado -

- Sin embargo, si planea interrumpir el ritual yo, como vos, estaré presente para detenerla. Y coincido que intentar averiguar sus "planes", si es que se pueden llamar así, es una actitud inteligente -

- Como le prometí a Sor Denia, les informaré de los plazos para el ritual e intentaré averiguar si hay algún "plan" en marcha. Y luego os lo informaré - Tras pensarlo un momento aclaró - Es más creo que lo haré antes de pasar por las celdas que nos asignaron - Tras un momento de duda optó por sincerarse con su mentor - No me gustó la forma de reaccionar del abad, cuando le propusimos quedarnos hasta el final del ritual y acompañar a Sor Denia una vez finalizado el mismo. Así que, aunque no sea correcto sospechar de un hombre de Dios, prefiero evitar brindarle la oportunidad de encerrarnos en las mismas hasta que finalice el acto divino -

Cuando Rudolph llegó al edificio auxiliar, tras cruzarse con tres monjes silenciosos por el camino, a mayores de los copistas del descansillo, estaba cerrado con llave. Golpeó la gran aldaba con forma de cabeza de águila.

El resto de compañeros pudieron escuchar claramente el aldabonazo desde su ubicación, aunque hasta que no llegaron a la puerta y pudieron abrir la mirilla no identificaron a quien llamaba.

Ulrich se quedó solo frente a las dos celdas cuando, primero el abad y Denia y luego Rudolph, los demás marcharon por el pasillo. Sólo el lejano rasgueo de la pluma contra el pergamino al inicio del pasillo perturbaba un silencio sepulcral, que sin duda sería completo dentro de la celda una vez cerrada la antigua y pesada puerta de madera.

El abad dirigió a Denia caminando delante de ella. Desandaron casi todo el camino pues, aunque tambien se alojaba en el piso alto lo haría en el ala opuesto a los caballeros.

Sus pasillos, sin perder el toque espartano ni la arquitectura de calidad, estaban más iluminados y eran más amplios. El de destino tenía apenas media docena de puertas, a pesar de que no era más corto que el de las celdas de los caballeros. El abad, antes de internarse por él, señaló una escalera de caracol en el distribuidor de la planta, contraria a la posición por la que llegaban. Le llamó la atención que había otro par de monjes copistas, que ni la miraron, en aquel rellano.

-"Por esa escalera podéis bajar y subir directamente a la iglesia, hermana, sin tener que atravesar el resto del monasterio."

Tras ello la condujo directamente a la primera puerta, entregándole una llave tras abrir con ella su cerradura.

-"Estos serán vuestros aposentos mientras gustéis, lo que incluirá al menos hoy y, seguramente, mañana pues os llevará, con fuerza y voluntad, algunas horas recuperaros de ritual; podría ser más, si Dios así lo quiere: un día o dos, calculo. Sólo hay ésta llave y la mía maestra para abrir esta puerta, por lo que podéis estar tranquila. Yo mismo os subiré los alimentos tras las misas."

El dormitorio no se acercaba ni de lejos al del Palacio Episcopal, pero aún así era más grande que la cabaña en la que había vivido toda su vida. Estaba bien surtido de muebles, robustos y de calidad pero carentes de ornamento superfluo, incluían:

Una cama grande con colchón de paja fresca y mantas de lana gruesa; una alfombra de piel para sus alrededores; una estufa de hierro colado con abundante carbón y leña. con su calientacamas; un escritorio con su silla acolchada, con útiles de escritura; una librería con numerosos libros, varias ediciones de la Biblia y vidas de Santos, así como sus escritos; un butacón forrado de cuero perfecto para leer; una mesa con dos sillas dotada de todo lo necesario para comer, incluyendo una jarra con agua fresca y una hogaza de pan aún humeante; una cruz de gran tamaño con la talla de Jesucristo y una silla reclinatorio bien provista de rosarios y misales; palmatorias y candeleros en abundancia; una cómoda con armario y biombo y un aguamanil, un barril de agua y un barreño de baño.

El fuego ardía con fuerza, por lo que el ambiente era agradable, aunque los ventanales traían el frío exterior a pesar de sus recias contraventanas cerradas y forradas con piel.

- Creo que me entendéis mal, yo no sabría juzgar si el ritual es dañoso más que cualquiera de vosotros. Yo no sé nada de vuestra religión y mucho menos de sus rituales, más allá de unas frases hechas para poder disimular...

Suspiro al entrar en la habitación, paseo sus manos por los muebles y finalmente quedo mirado al crucifijo, sonrió y lo acaricio como el que acaricia un niño. Se sentó en la cama, tapándose con su mantilla, pues ya empezaba a refrescar, vio la comida allí servida, y no se dio cuenta hasta entonces del hambre que tenia. Se dispuso a comer, cuando las palabras sobre el ritual del Abad volvieron a ponerla nerviosa.

-¿En que consiste el ritual?- pregunto con algo de mido.

Una vez acomodado en sus aposentos, el caballero enfundó sus pertrechos y salió dispuesto a supervisar los alrededores del recinto. Si había una posibilidad de ser atacado, el caballero debía saber por dónde sería y por dónde vendría el enemigo.