Partida Rol por web

- Sir Rudolph, traté de advertiros y solo recibí acusaciones y amenazas. Temo que ese ritual vaya a dañar a Santa Denia, porque temo que su poder no provenga directamente de Dios, y eso ya os lo he dicho, y os dije que ella misma me lo confesó. Eso no la hace menos pura ni menos Santa. Pero los caballeros decidísteis ignorar mi información, mi advertencia, y vuestra única respuesta fue amenazarme.

- Según como sea el ritual, su poder podría entrar en conflicto con lo que sea que desean hacerle, y ella ser dañada en el proceso. Santa Denia aceptaba el ritual por sentirse obligada, no por convencimiento, pero confiaba en vos, en los dos caballeros, porque había visto que vuestro corazón era bueno. Pero si vos renunciáis a protegerla porque vuestra obediencia a la Iglesia así os lo obliga, pues tendremos que ser otros los que vigilemos por su bienestar. ¿Ni siquiera os preocupa lo más mínimo lo que le suceda? ¿Tanta fe tenéis en que los monjes no pueden equivocarse? A los demás sí nos preocupa. Mi propia vida y la de mi reino depende de ella. No puedo permanecer sin hacer nada si corre peligro. Y menos aún si vos habéis renunciado a protegerla. 

- Pues mientras insistáis en que el poder de Sor Denia no proviene de dios, me resulta muy difícil tomaros en serio. Si no proviniera de nuestro Señor estaríamos ante la presencia de una bruja y mi corazón me dice que no es así. Así que no puedo más que pensar que estáis equivocada -

- A diferencia de mi compañero, puedo intentar entender que, por vuestra raza, creáis en algo distinto a nos. He descubierto en Tierra Santa a algunos infieles que tienen una bondad innata, aunque sean seguidores de los sultanes que reniegan de nuestro señor. Pero... y entendedme bien - el tono del caballero se vuelve más serio y formal - Que pueda entender que algunos seres, como probablemente es vuestro caso no sean malignos por no creer en la santísima trinidad, no significa que acepte vuestra palabra antes que la de la santa Iglesia. Y creo que el Abad de este monasterio sabe sobre el ritual y los peligros que pueda provocar más que vos misma, que solo lo imagináis e intentáis convencer a lo presentes de interrumpirlo. No. Si solo queréis observar, aunque no creo que sea lo correcto no os lo impediré. Pero si vuestro plan es interrumpir los designios de la iglesia con respecto a Sor Denia, que os insisto, ha aceptado por si misma ser sometida al ritual, tendréis en mi a alguien que intentará impedir vuestros planes -

- Así que espero que seais sinceros conmigo, como yo lo soy con vosotros. Teneis intenciones de interrumpir el ritual? O solo quereis observarlo? -

- Yo deseo observarlo, y ver si Santa Denia corre peligro. No permitiré cosas como que la crucifiquen, por poner un ejemplo, o que le corten la piel con un cuchillo, o cosas así. Decidme, habéis visto infieles con bondad innata, pero ¿habéis visto fieles con la capacidad innata de causar daños a inocentes? Y os lo dije antes y veo que no deseáis entenderlo, si todo viene de Dios o de Satanás, y hay poderes benignos, estos por fuerza son criaturas de Dios, poderes qeu podrían responder a la llamada de Santa Denia y otorgarle la magia que corre por sus venas. Eso no significa que su poder no venga de Dios pues es innatamente benigno, solo que puede hacerlo a través de pasos intermedios. Eso no la convierte en bruja. Pero según como sea el ritual, no hará que su cuerpo o su mente no corran peligro. Solo queremos asegurarnos de que estará bien. Si el ritual es inocuo para ella, no intervendremos. 

- Perdonad que os lo diga tan de frente, Sir Rudolph, pero sois un porfiado que cree ciegamente en todo lo que la Iglesia dice, como si no supierais que muchos clérigos lo son por la buena posición que ofrece ser miembro del cuerpo eclesiástico. Yo que he negociado muchísimas veces con ellos os puedo asegurar que algunos son tan ávaros como los comerciantes que vienen del oriente.

- No me fío del todo en que ellos sepan exactamente cómo reaccionará Denia ante el ritual. Posiblemente sea la primera vez que hacen un procedimiento de este tipo, porque como vos mismo lo habéis dicho, ella no es ninguna bruja, y por lo mismo todo podría salir bien o terriblemente mal. Nosotros solo queremos cerciorarnos de que lo que sea que hagan a la novicia sea seguro. 

Hizo una pausa antes de añadir lo último.

- Solo intervendríamos si nos damos cuenta que la vida de Denia corre peligro.

Uuuhh... -gimió Edgar llevándose la mano a la cara y frotándose los ojos. No era necesario que hubieran metido al caballero en esto. Pero al menos no pensaba delatarles, de momento.

Sir Rudolph, vos sabéis el amor que profeso por Denia y que me llevaría a hacer cualquier cosa. Como ya os han relatado nuestras compañeras, nuestra intención es meramente observar. Si todo es como debe ser, volveremos todos a nuestras camas y pasaremos una noche relajada, al fin. Pero que esa sea nuestra intención no es óbice para que, si observamos el sufrimiento de Denia debido al ritual, nos veamos obligados a intervenir. No permitiremos que nada malo le ocurra.

Si tanto os preocupan nuestras intenciones, os invito a venir con nos, así lo veréis todo también de primera mano.

- Creo que ya he escuchado más de lo que debería haber escuchado- cerró el tema el joven caballero - No conseguiréis convencerme de que el ritual es peligroso. Solo se trata de vuestra imaginación. No creo que haya crucifixiones ni cortes ni nada similar. Porque debería haberlos? No. Si bien algunos miembros de la iglesia no son lo respetuosos de Dios que deberían ser, esta, como institución creada por nuestro mismísimo señor Jesucristo, es capaz de mantener su pureza pese a ellos. Son solo pocos casos, y no creo que se encuentren en este lugar. Esas ovejas perdidas, no necesariamente participarán en el ritual. Os insisto, no asumáis que que el ritual será peligroso para la novicia. Eso creo, es algo que surge de vuestra imaginación, quizás exacerbada por vuestras intenciones de ayudar... cuando probablemente vuestra ayuda no sea necesaria -

- Me retiro. Como os he comunicado, no informaré al abad de vuestras intenciones. Pero si os descubren y nos solicitan que os retiremos del lugar, tened por seguro que cumpliremos nuestra tarea -

El caballero se dirigió a la puerta y, antes de retirarse les comentó - Recordad que sois huéspedes en el Monasterio. Tened cuidado. Y no os quejéis si vuestra imprudencia obliga al abad a echaros de aquí -

La vuelta a las celdas no tuvo mayor complicación para Rudolph, nada parecía variar respecto a cuando salió. Incluso Ulrich permanecía en la celda que le había sido asignada, contigua a la suya. Aunque, obviamente, el abad y la novicia habían marchado hacía algún tiempo. Ulrich no había tenido tiempo de llegar a la primera jaculatoria de su rosario en sus rezos.

El joven caballero tras verificar que su compañero permanecía en su celda, llegó a los que serían sus aposentos y dejó su mochila, sus armas e incluso su escudo sobre el jergón antes de presentarse ante sir Ulrich

Al acercarse esperó un momento hasta que su presencia fuera notada y recién ante el gesto de su mentor comenzó su exposición - Estuve con ellos y pudimos mantener una conversación - comenzó su informe antes de poner en orden sus ideas y lanzarse a un rápido monólogo

- Se encuentran bien instalados y con libertad de movimientos. Incluso tienen la llave de los aposentos donde se encuentran. Sin embargo creo que lo que realmente os interesa son sus planes. Fueron muy sinceros. Planean "espiar" el ritual y, si desde su punto de vista este se vuelve peligroso, intervenir. Les insistí en que no había motivo para pensar que hubiera peligro, pero creo que la elfa... por cierto, continúa con esa idea de que Sor Denia es Santa pero no a través de la gloria de nuestro señor, sino a través de "algo" intermedio. No lo entiendo. En otras cosas parece tan racional... en fin. Lo importante es que creo que es ella quien convenció al resto de que la novicia correrá peligro. Creo que el resto no actuará excepto en caso de un peligro real. La elfa habló incluso de la posibilidad de una crucifixión. Suena ridículo. Pero no estoy seguro de que es lo que ella considerará motivo para intervenir... -

- Por cierto. Me comprometí a que yo no informaría al abad de sus intenciones, pero les avisé que si este nos ordenaba confinarlos en sus aposentos o echarlos del monasterio por culpa de sus propias acciones cumpliríamos nuestro deber sin miramientos -

- Quizás... - tras meditar la forma en que pensaba plantear su opinión el joven del escudo brillante expuso su idea - Creo que no tienen malas intenciones, por lo que acusarlos ante el abad no me parecería correcto. Quizás podamos seguirlos a ellos y verificar que no interrumpan lo que no deban interrumpir - propuso sin querer reconocer que, de esta forma, el también podría verificar lo que le pasaría a la joven que habían acompañado. La curiosidad no necesariamente era un pecado, pero si se la podía disfrazar de protección quizás sería mejor aceptada por Sir Ulrich

Las palabras de Rudolph confirmaron las sospechas del caballero e incluso le sorprendieron sobremanera, pues aunque esperaba exactamente esa respuesta por parte de la elfa, el hecho de que se plantease que el ritual terminase en una crucifixión llegaba a ser insultante. Sin lugar a dudas aquella mujer o había perdido la cabeza o tenía una aprensión inusitada a la religión cristiana. ¿Qué imagen tenían los elfos de los cristianos?

La ira comenzó a encenderse en el interior de Ulrich, que intentaba calmarse para no decir nada inapropiado en un lugar como aquel. La ambición élfica no parecía tener límites. El guerrero lamentaba haber claudicado a la petición de Denia cuando la elfa se unió a ellos.

-¿Crucifixión? Esa mujer está loca. Es un ritual de purificación no una sentencia de muerte.

-No pondrá un pie en el interior de este templo. Y si lo hace que se atenga a las consecuencias. No necesito la orden del abad para asegurar la tranquilidad del templo, Sir Rudolph. Yo mismo la sacaré a golpes de ser necesidad.

Las últimas palabras hicieron que el caballero enarcase una ceja:

-¿Buenas intenciones? ¿Consideráis buena intención irrumpir en el templo del Señor para impedir un ritual cristiano? ¿Si fuesen moros lo veríais con diferentes ojos, Sir Rudolph?

Acostumbrado a la mirada estricta de Sir Ulrich respecto a la realidad de las cosas, Rudolph hizo un ultimo intento de calmarlo, sabiendo que si no lo conseguía seguiría, como correspondía, sus instrucciones

- Eh... Quizás... - sin tener claro si tratarlo como un compañero o como el mentor que había sido tanto tiempo, optó por desentenderse del tratamiento que pudiera ser adecuado y centrase en la idea que quería expresar

- Quizás no sea la mejor idea pensar en un enfrentamiento. Eso SI podría interrumpir el ritual. Como dije, me prometieron no actuar si no veían nada que pareciera peligroso para Sor Denia. Si su idea de la peligrosidad no es acorde a la situación deberíamos impedir que actúen, para lo que deberíamos estar en el lugar. Pero si solo miran y no actúan... como dije, los que interrumpiríamos el ritual seríamos nosotros. Y no creo que sea una buena idea -

- Y si fuesen moros SI los vería con otros ojos, pero no son moros. Ni siquiera la elfa, con sus extrañas ideas creo que sea una enemiga de la iglesia. Solo que no la entiende y está equivocada en muchas cosas. Solo pensar que puedan querer crucificar a alguien como parte del ritual denota lo poco que sabe de lo que está hablando. Sin embargo no creo que sea una seguidora de Satán. Solo alguien que supone saber sin realmente saber. Y también creo que debería ser detenida... pero solo si pone en peligro la realización de la ceremonia, no por mirar -

Algo avergonzado por no coincidir con el planteamiento del caballero de mayor edad, el del escudo brillante bajó la mirada y completó - Pero son solo mis ideas, fruto de mi juventud e inexperiencia. Si realmente entendéis que debemos evitar incluso que observen, contad conmigo para lograrlo. Mi espada, como siempre, está bajo vuestras ordenes -

El día había transcurrido tranquilo. El exterior del templo siempre tenía algún monje cerca, si no estaba en el huerto, estaba trayendo leña, sacando agua de un pozo o haciendo reparaciones en los muros, pero siempre había a la vista alguno de los silenciosos religiosos.

Sin embargo no se dirigían a ellos, a las mujeres ni las miraban de forma directa. Los únicos contactos fueron a las horas de la comida: a mediodía, cuando trajeron un nuevo cuenco de estofado de verdura y conejo aún burbujeando por el calor así como un tarro pequeño de miel y una bandeja con algo de manteca de cerdo con los que preparar un sabroso pringue y una jarra de vino fuerte, algo escasa para el gusto de Edgar pues apenas daba para un vaso para cada uno. A media tarde trajeron un nuevo perol de gachas espesas y cerveza aguada, aunque con en jarra sensiblemente mayor.

Ahora hacía ya algunas horas que habían traído una repetición del alimento que tenían al llegar – salvo las hogazas que, de todos modos, aún sobraba pan cuando terminaron de cenar – y la oscuridad era absoluta. El brillo de la luna, que Navief sabía saldría llena, no era visible, porque estaban hundidos entre montañas y árboles, pero en la meseta ya sería muy claro pues sin duda el orbe plateado había roto el horizonte; la poca luz que había la daban las estrellas que parecían lucir con fuerza inusitada en aquella noche despejada.

La luz irreal que se distinguía en el exterior recordó a Edgar que aquella noche era la Noche de Brujas o la Noche de Ánimas edades antes de ser la de Todos los Santos. Lirio, que entre paseo encarnada y paseo encarnada podía pasar una glaciación recordaba, por primera vez en más tiempo del que tenía la cultura de sus compañeros, lo finas que eran las fronteras del mundo en días como aquel, lo fácil que sería volver a Faeirie aquella noche y dejar atrás los sufrimientos del Plano Material Primario.

En comparación las pequeñas luces del monasterio y de los monjes que ultimaban tareas por los alrededores, iluminados por antorchas, resultaban apagadas y mortecinas, aunque mucho más cálidas y tranquilizadoras.

Lirio sentía, además, el dolor más fuerte, más intenso, como si deseara crecer, oía las voces de la corrupción más claras que nunca. La llamaban, pedían que se uniese a ellas, que cesara de luchar y se aliara con el cambio, que uniera su tierra acosada por los humanos a la rebelión y a la grandeza de lo salvaje. Ofrecían un acuerdo que detuviera las muertes, una unión entre lo viejo y lo nuevo que permitiera sobrevivir a sus fatas, sus animales y sus plantas, muchos de los cuales ahora morían combatiendo el cambio o al imponérseles por la fuerza. Paz, unión, una nueva era de gloria, la regeneración y el crecimiento de lo salvaje sobre la civilización. Que cambie el reino, que se una a un imperio no implica cambiar de reina, solo cambiarla.

El día transcurrió rápido, en el monasterio se respetaban los rezos mayores a todas las horas canónicas – aunque sólo la voz del abad y la de ellos entonaban la misa, pues el resto tenían voto de silencio incluso en la oración – y ya habían pasado los de sexta, nona, vísperas y completas; aunque en el monasterio de los caballeros sólo el de vísperas – el primero nocturno, en esa época del año - era mayor, dejando los otros para rezos privados al sonar la campana sin tener que acudir a la iglesia a ellos. Además, les dijeron, el de maitines quedaba suspendido por el ritual, pues sería la hora adecuada para ello por lo que el Abad les dio la dispensa hasta la llamada a Laúdes y el desayuno.

Aunque siempre había monjes cerca, fueran a dónde fueran, sólo se habían reunido en el refectorio. Con tareas pesadas todo el día, los monjes se alimentaban bien, con comidas comunales que pudieron compartir con ellos, aunque el almuerzo le habían tenido que tomar por su cuenta, en el refectorio les esperaban sendos cuencos generosos de gachas con pan reciente suficiente para darles consistencia esponjosa y una rebanada de hogaza untada en manteca de cerdo y miel. Ya en comunidad pudieron comer, estofado de verduras abundantes y algo de carne de conejo, vino fuerte en un pequeño vaso y pan recién hecho; merendar, más gachas de pan y cerveza aguada en abundancia; y cenar, estofado recalentado y gachas recién hechas.

Fuera el cielo estaba despejado y la luz de las estrellas, especialmente intensa iluminaba más que las antorchas de los monjes que ultimaban sus trabajos en el exterior. Dentro había antorchas allí dónde los hermanos seguían sus labores, lo que parecía incluir a los escribas del inicio de su pasillo. A pesar de que las luces naranjas de la humanidad eran más pálidas y débiles que los luceros, de algún modo, parecía más cálidos aquella noche oscura. La luna debía estar llena, pero aún así no era todavía visible, posiblemente eclipsada por los afilados barrancos y los árboles enmarañados y altos.

Nadie molestó a Denia en todo el día. A aquella hora, en que muchas habían pasado no sólo desde que el sol se perdió entre las montañas elevadas sino desde que su luz se extinguió, había podido, a su criterio le dijeron, bajar a escuchar la misa desde su reservado, cuatro veces. En ella sólo se oía al abad y los caballeros, pues los monjes guardaban silencio y la celosía que la separaba apenas la dejaba ver más que figuras difusas y la imagen de Cristo crucificado tras el altar, aunque el Abad se acercaba a ofrecerle comunión en los momentos oportunos.

Durante la comida, merienda y cena, que fueron los tiempos que estuvo presente pudo oír caminar a los monjes al refectorio; pero a ella la sirvió el Abad en persona, tanto para traerle la comida como para llevarse los restos. Alternativamente, unas veces unas; otras, otras le trajeron gachas de pan reciente lo bastante espesas para hacerlas esponjosas, estofados de verduras frescas y conejo, pan untado con manteca de cerdo y miel abundante, un vasito pequeño de vino de misa y cerveza lo bastante aguada para que pudiera tomar cuanta precisase. Como celebración especial por su presencia le trajeron un hojaldre horneado con pasas y piñones, aunque su remate no era muy atractivo estaba exquisito y, dado que ella no había podido disfrutar de nada así hasta que el obispo la llevó, le parecía un manjar espectacular.

Ahora, noche cerrada desde hacía horas, no podía faltar mucho para que vinieran a buscarla. La misa de completas (la última y no preceptiva) había sido hacía horas y su ritual, le dijeron sería a media noche, sustituyendo la ceremonia de Maitines. Fuera estaba bastante oscuro, aunque las estrellas brillaban más que nunca. La luna, que probablemente ya había salido, aún no superaba los cortados desfiladeros. Pequeños puntos de luz, de las antorchas de los monjes que seguían laborando, eran muy poco visibles pero mucho más cálidas que las luminarias plateadas.

Los cristianos, había aprendido, llamaban a aquella noche de Todos los Santos. Pero para ella siempre había sido algo que daba miedo, su maestra nunca la dejó salir esa noche, con historias de fantasmas y ánimas malignas que eran libres la noche de Samhain; aún así su maestra siempre salía y no volvía hasta el amanecer. Tras verla levantar a los muertos como cadáveres sin vida para combatir a las tropas del obispo no podía albergar muchas esperanzas de que sus correrías en esas noches fueran inocuas, pero ese pensamiento no ayudaba ahora que esa noche volvía a aparecer, importante, en su futuro inmediato.

- Empiezo a entender mejor la naturaleza de la corrupción que asola las tierras salvajes, me tienta, me ofrece un pacto, quiere negociar mi rendición a cambio de la vida de los míos. Es una rebelión contra la civilización, contra los humanos, una exaltación corrupta de lo salvaje. Contra la misma Gaia. Cada día que pasa, mueren mis hijos, muero yo un poco. Si no la detenemos... No creo que Denia pueda luchar contra eso si se aleja de Gaia, no creo que al Dios de la cruz le importe esa batalla.

Era clara la posición del caballero frente a la actitud de la elfa. Que alguien pensase que la iglesia cristiana deseaba la muerte de la novicia era algo insultante para el caballero. Él era el primero que pensaba que la Iglesia estaba llena de usureros, aprovechados, interesados y gentes con una fe mayor en lo terrenal que lo espiritual. Pero de ahí a pensar que el obispo le había evitado la hoguera a la chica para que sucumbiese entre esas cuatro paredes era algo impensable. Y que una foránea cuestionase su forma de vida y su creencia le hacia sospechar de ella y recelar de la misma.

Ambos caballeros asistirían al ritual, pues era una oportunidad única para el caballero de aprender y conocer más de lo que en aquel templo alejado de toda civilización sucedía y que era tan importante como desconocido al resto de la cristiandad incluso.

El caballero asistiría y vigilaría el lugar. Si no había entendido mal el ritual se realizaría en el interior del templo y dudaba que los que habían alojado en las afueras pudiesen tener acceso al mismo. Sobretodo teniendo en cuenta que eran ajenos a la Iglesia. Eso sólo dejaba la opción de que intentasen colarse. Así fue que el caballero en sus paseos por el interior del templo observaba posibles accesos y trayectos.

Si conseguían acceder tendría que asegurarse que no hacían nada que importunase el ritual.

Edgar había comido para disponer de fuerzas para la noche, no porque realmente tuviese hambre, dado que tenía el estómago bastante contraído por los nervios.

Ya quedaba poco para la media noche y se encontraba preparando sus cosas para la "intervención".

Lirio, que había estado un poco ausente este último rato, empezó a hablar a nadie en concreto.

Lirio, pero... eso que decís... ¿Acaso esa corrupción tiene voluntad propia? ¿O es que su fuente u origen es algún tipo de ser maligno?