Partida Rol por web

Era muy tarde, ya con la luna en lo alto cuando el abad acudió a sus aposentos, acompañado de algunos de los silenciosos monjes.

-"Es la hora, hermana. Procederemos al bosque, a un altar del paleocristianismo que no está consagrado a un santo ni virgen en particular, sino al mismo Dios Nuestro Señor, desde el que podamos pedir la intervención de Todos los Santos en el comienzo de su día. Cuando vuelva vuestra Gracia a éstos aposentos, vuestra conexión mágica con Dios, limitada e informal, será heterodoxa y completa: todos sus milagros estarán a una oración de vuestros labios."

Le hizo un gesto invitándola a acompañarle a su lado. Los monjes se quedaron detrás, a una respetuosa distancia en segundo plano siguiéndoles en silencio.

Descendieron hasta la entrada, frente a la Iglesia, dónde pudo ver que los caballeros permanecían orando cerca de la entrada.

Los templarios bajaron a la Iglesia para la misa de visperas y, tal como habían acordado, no volvieron a sus celdas. Había otro par de monjes que permanecieron con ellos a oscuras en la seo. También notaron que ni a esas horas intempestivas dejaba de pasar alguno, de vez en cuando con su palmatoria por el vestíbulo.

A medida que subía la luna su luz entró por el rosetón, dando un irreal y fantasmagórico aspecto al templo, iluminado en plata y semisombras. La luminaria debía estar cerca del cénit cuando escucharon, sólo por las pisadas, una procesión que descendía de las plantas altas, cuando el desfile pasó frente a las puertas abiertas del templo pudieron distinguir al Abad, a Denia y cuatro monjes impertérritos y silenciosos que caminaban tras ellos a una respetuosa distancia. Todos llevaban capa de abrigo sobre sus túnicas ceremoniales y encaraban hacia el exterior, no hacia la Iglesia.

Las noticias y sensaciones sombrías oscurecían el ánimo en aquella noche mágica al mismo ritmo que la luna iluminaba el valle al surgir entre las cimas. Pronto su brillo plateado daba mejor luz que el sol del atardecer.

Seguía, cerca de la medianoche, habiendo monjes siempre en el campo entre su alojamiento y el monasterio, sin un segundo de tregua. Y para ese momento se fijaron que, poco a poco, cerca de una decena de ellos se habían reunido, con antorchas, candiles y palmatorias, silenciosos y serios en dos filas frente a la puerta del monasterio fortificado.

Otros tres o cuatro batían mantequilla a menos de diez metros de la salida de su edificio. Si querían salir con discreción tendrían que hacerlo por alguna ventana trasera y, preferiblemente, con un objetivo muy claro puesto que merodear por allí haría imposible esconderse mucho tiempo con tanto monje yendo y viniendo o laborando por todas partes todo el tiempo.

- Lo ignoro Edgar, ciertamente tiene consciencia, porque siempre está tentándome a sucumbir, aunque hoy es más fuerte la sensación, quizás porque hoy precisamente hay muchas barreras que caen, es un día especial. Pero sigo sin conocer su naturaleza. Pensé que era nigromancia, pero ya no lo creo. Después pensé que las brujas que nos atacaron eran parte de la corrupción, pero no, ellas se habían transformado para combatirla. Hay algo que se me olvidó deciros, el Padre Oso me ofreció no combatir si dábamos media vuelta y Denia se volvía a Munich, no acepté, los caballeros habrían combatido igual, y además si entendí bien el mensaje de Gaia, Denia y solo ella podía eliminar la corrupción. Sigo creyendo que Denia solo puede hacerlo si no sufre el ritual, porque ha de ser parte de Gaia para poder combatirla. Por eso Padre Oso quería impedir que viniese, porque si lo sufre, la corrupción se extenderá. Es mi interpretación con lo que sé, espero por la Madre no estar equivocada.

Navief se había mantenido inquietamente silenciosa, sin mencionar nada al respecto. Era extraño en ella permanecer callada por tanto tiempo, pero sus movimientos de pies y manos la delataban. Se hallaba en un ir y venir de pensamientos, evaluando cada uno de los posibles escenarios que podían presentarse aquella maldita -al menos para ella- noche. Casi no había prestado atención al diálogo de sus otros dos compañeros, porque sencillamente lo único que le importaba era escabullirse hasta el lugar del ritual y vigilar que nada malo para Denia, y de paso para todas aquellas tierras, sucediese.Tan solo las últimas palabras de Lirio la sacaron del ensimismamiento en el que se hallaba.

- Entonces por eso Padre Oso quiso impedirnos el paso... y las arpías...

Se quedó meditando en aquella posibilidad un rato, y luego se puso de pie para mirar por la pequeña ventana del lugar en el que residían. Se notaba que la noche había caído, pero el resplandor de la luna en aquel lugar era inquietantemente brillante. Se preguntó si sería porque era la noche de las ánimas, o sencillamente por la ubicación del lugar, pero algo era seguro: esta noche era la más extraña que había vivido jamás. Los monjes caminaban en una misma dirección, por lo que supuso que el ritual estaba pronto a comenzar.

- Si queremos acudir al ritual, va siendo hora de salir. No creo que podamos hacerlo por la puerta principal... es posible que tengamos que buscar otra salida, o en el peor de los casos, descolgarnos por una ventana... No debí dejar mis cuerdas con Linker. Sin embargo creo que podré hallar algo aquí mismo.

Se volvió hacia sus compañeros y les dirigió una mirada interrogatoria. Si iban o no con ella, ya casi que le daba igual, pero esperaba que ellos no hubiesen cambiado de opinión respecto a vigilar aquel extraño acontecimiento.

- Pareciese que el ritual no será en este lugar - musitó el joven caballero sin elevar su voz - Propongo que los sigamos... sólo para verificar que nadie ose interrumpirlo - añadió sin querer reconocer que, más allá de sus puras intenciones un dejo de curiosidad asolaba su mente

- Eso si, mantengamos la distancia, solo para evitar que el abad se sienta incómodo por nuestra protección -

Si, va siendo hora de salir. No podemos llegar tarde al ritual, debemos estar allí antes de que dé comienzo.

- Sí, adelante... en cuanto salgamos de aquí me disfrazaré como un monje. 

Ulrich asintió a su compañero. Al parecer el ritual se celebraría fuera de las paredes del monasterio. Eso imponía nuevas dificultades. Al parecer el abad era demasiado confiado al pensar que nada podría avanzar hacia el monasterio.

El caballero tomó una actitud más desconfiada y se aseguró que en caso de necesidad serían el reducto de protección necesario para que todo siguiese su curso normal.

Colocándose junto a su compañero avanzaron tras la comitiva.

Denia pudo observar que los templarios abandonaron la iglesia cuando ellos pasaban por el frente en dirección a las puertas. También lo hizo el Abad que les miró, serio, hasta confirmar que se acercaban a la comitiva. En ese momento se detuvo y retrocedió hasta ellos con un gesto al resto de monjes para que se detuviera y una inclinación de cabeza de disculpa para con Denia.

-"Hermanos, ¿puedo ayudar a vuestras mercedes en algo? Aún sabiendo que es vuestra prerrogativa, me llama poderosamente la atención que en ésta casa de paz llevéis vuestras armas incluso en el hogar más íntimo de Dios Nuestro Señor. En cualquier caso debo ser breve, y me disculparéis, pues los hermanos más versados y yo debemos apresurarnos mientras la entrada de Todos los Santos ofrece la suficiente fuerza divina para completar nuestro complicado ritual."

El religioso estaba serio y se veía apurado, pero parecía que le habían llamado la atención lo suficiente para interrumpir su quehacer aunque no tanto para distraer su mente de él.

Cuando el abad se acercó para reprenderles por ir armados, Ulrich con tranquilidad hizo un gesto de asentimiento dando a entender que comprendía los motivos de preocupación del abad a la par que comentaba:

-Oh...no os preocupe en exceso, señoría. Es nuestra costumbre y deber dar la protección adecuada a nuestros hermanos. Es de comprender vuestra total presunción en que nada importunará el ritual y ese mismo es mi deseo. Sin embargo los años en la lucha contra el infiel nos ha hecho desconfiados, recelosos y cautos en este asunto. Vuestro deber es llevar el ritual a buen término y el de nos asegurar que así sea. No pidáis a dos soldados de Dios que salgan a campo abierto sin mayor protección que sus manos, pues no está en su naturaleza, señoría. Tened la confianza que no serán utilizadas de no ser necesidad. Un hombre como vos ha de ser la palabra de Dios. Un hombre como nos ha de ser su brazo armado. Cada hombre viste sus hábitos, señoría. No habéis dar mayor importancia a nuestras pertenencias que la que se da al hábito de nuestros hermanos. 

-Si os incomoda en demasía, os pido disculpas e intentaremos mantenernos en la distancia.

El caballero quiso dejar claro de la forma más educada que fue capaz que cada profesión jugaba un papel y no estaba en la suya dirigir un ritual, como no estaba en la del abad el verse lanzando espadazos a doquier en defensa de la cristiandad.

Numerosas misas en Tierra Santa habían visto caballeros armados y prestos al combate. El caballero no pensaba salir a campo abierto sin su equipo. Lo que habían vivido llegando al monasterio no le permitía darse tal privilegio.

-"Ya me disculpará vuestra merced, hermano custodio del Sepulcro, pero me ha parecido que os ofrecéis para vigilar el ritual. A menos que tengan vuesas mercedes habilidades infrecuentes entre el brazo armado de Dios, y aún entre los doctos, me temo que no es posible. No existe ritual más delicado ni complejo que el que necesitamos para purificar la conexión de la hermana Denia con el Altísimo, todo debe estar calculado hasta el mínimo detalle, cada palabra ser pronunciada en el debido momento y cada acto y genuflexión debe ser perfecta o no funcionará. Nadie que no conozca al dedillo el rito puede estar presente, salvo la hermana Denia, cuya función sólo es permanecer quieta durante la ceremonia, para lo que procederemos a inmovilizarla."

-Sólo queremos asegurar el perímetro, señoría. Nada habéis de temer, pues tan pronto estemos seguro de ello volveremos a nuestras celdas. Si es vuestro deseo no nos acercaremos a menos de la distancia que vos consideréis indicada. Pero no queremos ser retraso en vuestro deber. Id y proceded con el ritual, señoría. No habéis de preocuparos por nos. Tenemos claro nuestro papel.

Comentó dando a entender que era consciente de que el abad se sentía presionado por avanzar y realizar el ritual.

Como de costumbre, el del escudo brillante se mantuvo en segundo plano mientras su mentor hablaba con el abad. solo inclinó la cabeza y trató de parecer relajado mientras, para sus adentros, esperaba no recibir una orden directa de marcharse. Eso si sería un impedimento

Tras respirar profundamente intentó aportar su grano de arena - Nada más lejos de nuestra voluntad que interrumpir, o siquiera alterar vuestras dignas tareas- comento en voz baja - Pero debéis reconocer que para montar guardia y asegurar que nada ni nadie os interrumpa, nuestra presencia os puede ser productiva. Solo por ello estamos armados. Solo por ello nos animamos a presentarnos ante vuestra presencia y solo por ello os ofrecemos nuestra experiencia en centenares de campamentos y misiones. Solo pretendemos permitiros utilizar todos vuestros recursos en el ritual, y que podáis desprecuparos del entorno -

-"Nuestros hermanos menos doctos, aquellos que tienen la habilidad de defendernos de bandidos y asaltantes, vigilarán el camino desde los terrenos de alrededor del monasterio para que nadie pueda internarse en el bosque. Si se quedan más tranquilas vuesas mercedes, sea que se unan a ellos mientras no se internen en el camino y, bajo ningún concepto, se acerquen lo bastante para ver las luces del ritual, pues entonces estarán lo bastante cerca para perturbarle, dado que no han hecho las abluciones preparativas necesarias. Si fracasamos no podremos repetirle, al menos, en un año; y eso si ninguno de los hermanos doctos muere por el poder liberado sin control pues si no habría que formar a otro."

Edgar se asomó a una de las ventanas, observando el edificio anexo y repasando mentalmente las notas que había tomado durante el día sobre el posible plan de infiltración.

Uff... vale. En mi opinión, la forma más sencilla de escabullirnos será salir por cualquiera de estas ventanas, aprovechando la poca luz y que no haya nadie cerca. Una de las que haya en la pared trasera será lo mejor. Para entrar luego en el monasterio, deberíamos encontrar la forma de trepar hasta una de las ventanas del segundo piso, y desde ahí buscar el lugar donde se realice el ritual. ¿Dijo Rudolph dónde acontecería? Asumo que será en la capilla de la Iglesia... si fuese en el claustro, nos daríamos cuenta al pasar así que no tendría pérdida.

El problema es: ¿cómo trepamos hasta esas ventanas? -dijo dando vueltas por la habitación- Tenemos dos opciones, con sus respectivas contras. O bien recuperamos material de mi carro o de tu caballo, Navief, con el riesgo de ser descubiertos, o bien improvisamos una soga con estas sábanas, pero entonces ¿qué usamos como garfio?

¿Ideas, señoras? El tiempo corre.

La guía se quedó escuchando las palabras de Edgar con gran interés. Ella coincidía con la idea de salir por una ventana en la parte trasera. Ante su pregunta de qué usar cómo garfio, desenfundó una de las dagas que llevaba consigo en el cinto.

- Me parece que esto podría servir... pero pienso que no habría nada mejor que traer cuerdas de verdad. improvisar con sábanas podría costarnos un buen golpe si llegasemos a fallar... -Hizo una pausa un momento. Luego volvió a dirigirles la mirada.- Creo que no estaremos seguros de si podemos ir por nuestras cosas hasta haber salido de aquí. Tal vez los monjes que vigilan también hayan acudido al ritual, y tengamos el camino despejado para ir por nuestro equipo... Me preocupa más el que no seamos descubiertos cuando por fin entremos al monasterio. En todo caso, el primer paso es ver si podemos salir. Llévemos las sábanas con nosotros, por si es necesario usarlas.