Partida Rol por web

Las primeras millas se me asemejan casi a un paseo. La adrenalina y la rabia que aun esta corriendo por mis venas me da fuerzas para ignorar el dolor. Pero a medida que la situación se va enfriando, mis maltrechos huesos empiezan con el suplicio habitual.
La mano izquierda empieza a palpitar, con un zumbido agudo y ardiente. Abro y cierro varias veces el puño, con fuerza, pero el dolor no desaparece. Solo puedo limitarme a blasfemar entre dientes a la ascendencia de algún Dios desconocido.

Me agacho tras unas rocas y arbustos ante la señal de Karún y poco después percibo la amenaza. La patrulla de gigantes en nuestro camino. - ¿ Señor Lagsbregda ? - Pregunto en un murmuro, solo para asegurarme de que tengo su atención. - Dicen por ahí que eres un famoso encantador. Que nadie se resiste a tus hechizos... ¿ Que hay de cierto en esos rumores ?

Algo me dice que si no los matamos ahora los tendremos que matar más tarde... Karún se acuerda de lo que se decía en su arboleda: No dejes para mañana lo que puedas matar hoy.

- ¿ Señor Lagsbregda ? - Pregunto en un murmuro, solo para asegurarme de que tengo su atención. -Dicen por ahí que eres un famoso encantador. Que nadie se resiste a tus hechizos... ¿ Que hay de cierto en esos rumores ?

Andet era el primero en detectar halagos y salamería, los olía a millas... y nunca los hubiese esperado de aquella mujer. Se pasó la lengua por los labios y se giró para observarla. No se acostumbraba... esos ojos nunca lo miraban, era inquietante y en ese momento lo hicieron crisparse.

- Nunca he probado este tipo de jugarretas con gigantes - se sinceró, apartando la mirada - No hablo su idioma, pero eso no va a detenerme - 

Sonrió, cubriendo la mitad de su rostro con la capucha de su capa élfica - Atentos, mientras los distraiga deberán avanzar con cautela -

Nunca he probado este tipo de jugarretas con gigantes. No hablo su idioma, pero eso no va a detenerme.

Como respuesta, me encojo ligeramente de hombros sin apartar la mirada de la nada. Como si no entendiese donde esta realmente el problema.

Atentos, mientras los distraiga deberán avanzar con cautela

Asiento. En silencio, con seguridad y firmeza. Puede que llegue el día que Mesae Andet Lagsbregda no logre hacer creer a alguien que el cielo es verde o los cerdos tienen plumas, pero este día no será ni hoy, ni aquí.
Me preparo para empezar a moverme discretamente en cuando surja la ocasión.

Karún sigue pensando que con una buena emboscada pueden matarlos a todos. Pero él no tiene derecho a quejarse, no después de haber estado tan cerca de la muerte en varias ocasiones. 

Su arco está siempre preparado y cargado para lo que pueda acontecer. 

Seria mas prudente evitar enfrentamiento alguno, no sabemos lo que nos depara mas adelante, y es de sabio guardar energia y saber elegir las batallas, para poder ganar la guerra

Y pudieras hacer algo Andet, te lo agradeceria. No quisiera derramar mas sangre en balde. 

Quizá los gigantes no te entiendan, pero las demás criaturas estoy seguro de que sí. Si de todos modos no funcionase, siempre podemos recurrir a la violencia.

Andet se dispuso a realizar algunos trucos para desorientar la patrulla que obstruia el camino del grupo.
Oculto en su capa, su figura era apenas visible en el paisaje, sus movimientos eran sutiles y su andar ligero, pronto logró cerrar distancia sin llamar la atención de los ogros de guerra o de sus amos, los gigantes.

Refugiado entre unos densos matorrales, elaboró su plan: cerca de ellos había un empinado descenso que no significaba nada para aquellas enormes criaturas, y más allá una hondonada que permitía rodear una amplia pared rocosa. Quizá podía enviarlos a pasear por allí buscando enemigos inexistentes.
Se concentró unos momentos para recordar sonidos imponentes de las batallas vividas: los gritos de guerra de los ogros, los chillidos de los gigantes, como tronaban los pedruzcos contra la muralla o el retumbar de los pesados garrotes, que muchos no eran más que troncos pelados. Uniendo todo aquello con lo que su grupo solía vociferar era suficiente para crear una escena sonora. Sin embargo conocía las limitaciones de su magia e intentaría superarlas con un poco de astucia.

- Entre los cañones de montañas los ecos suenan difusos, a veces cerca, a veces lejos, siempre engañosos. Lo mismo el viento helado y poderoso, trae de repente murmullos lejanos como si fuesen de uno mismo... - la escena se le antojaba deliciosa, coordinando sus sonidos fantasmales con la cadencia del viento y haciéndolo sonar como ecos podría hacerles creer que se libraba una batalla allá abajo.

El hechicero se puso manos a la obra.

Quizá por las prisas o quizá por los nervios el mago había hecho una pobre actuación con su magia, sin embargo, los gigantes de las colinas no cuentan entre los mas listos de su especie y son fácilmente engañados por los trucos de Andet. 

El encantador no sabia si sentirse mas decepcionado de los gigantes o de su mala actuación. Pero poco importaba, había funcionado.

Pronto dejáis atrás ese punto y entráis en las montañas persiguiendo el rastro de las tropas por un suelo rocoso, aristo y no muy dado a dejar pistas.

Sin prestar mucha atención a los juegos de manos y de la mente que hace el encantador, me pongo en movimiento en el momento que los gigantes se encuentran a una distancia segura.
Primeo a un paso ligero, hasta tener la convicción de que ya no hay peligro de que nos vean, para luego bajar a un ritmo mas tranquilo. En el momento que surgen mis primeras dudas con respecto el camino a tomar, me detengo y dirijo mi ígnea mirada al elfo. Sin mediar palabra alguna, pues no me parecen necesarias.

Veo como el mago hace una increíble actuación ante los gigantes, aunque por algún motivo él parece decepcionado, quizá lo haya hecho mejor en otras ocasiones, quien sabe. 

Luego cuando se despeja el camino sus compañeros lo esperan y sin mediar palabra se avanza al grupo y comienza a husmear el ambiente, mirar el suelo, comprobar ramas quebradas... 

Unas cuantas millas mas tarde llegáis a unas zonas muy rocosas y desniveladas donde los gigantes han montado un campamento de tiendas y chozas de fango y piedra levantadas con prisas. A un lado de la montaña y rodeado por dicho campamento está ubicado el fuerte principal.

El campamento parece bastante activo y pasar por el medio va a presentar complicaciones, pero con un poco de perspicacia podréis localizar algunos pasos menos transitados.

Bueno...  susurró Karún a sus compañeros... supongo que hemos conseguido nuestro objetivo, ahora sólo hace falta llamar al ejército, llevarlo hasta aquí, matar a los malos y volver a casa con la pieza divina. ¿no?

El Karún acaba resultando tan buen guía como cabría esperar de un elfo salvaje. No esperaba menos. Nos había sabido conducir con éxito hasta el campamento de los gigantes.
Aunque me costaba percibir con claridad lo que se ocultaba en la distancia, podría ver las sombras, absorber el olor y los sonidos. Todo ello delataba una extensión de tiendas y chozas. Como un enorme avispero rabioso. Y a juzgar por el leve y constante temblor del suelo, ocupado por docenas o cientos de gigantes.

Pero justo en el momento que empezaba a replantearme mi opinión con respecto al orejas largas ...

[...] ahora sólo hace falta llamar al ejército, llevarlo hasta aquí, matar a los malos y volver a casa con la pieza divina. ¿no?

¿ Que que ejército hablas ? - Sacudo ligeramente la cabeza confusa y llena de incredulidad. - Estamos solos en esto. ¿ Aun no te has dado cuenta ?.

Con cautela, me incorporo lentamente, como si visualizar el campamento desde un par de palmos mas arriba, me pudiese ayudar en desvelar sus secretos ocultos.

Karún se quedó mirando a Eva... realmente tenía muy poco sentido del humor, quizá su infancia había sido dura... quién sabe... Lo sé Eva, por eso me llamó Opanar, porque no tenían a nadie más. Pero quizá sería más prudente hacer un alto en el camino antes de entrar en esa fortaleza. A no ser que realmente sea posible entrar sin gastar una flecha. El elfo se puso a su lado e imitó los gestos de la mujer, casi de manera burlona. Casi.  

A no ser que realmente sea posible entrar sin gastar una flecha.

Si se puede hacer, yo desconozco el como. - Respondo osca, seria y sin devolver la mirada. - Carezco de conocimientos. Muchos. Y entre ellos, también hay el de saber engañar los sentidos. Yo solo sabría abrirme paso dejando un rastro de muertos detrás de mi. Pero de este modo dudo que pudiésemos llegar hasta el fuerte. Quizás en el mejor de los casos, nos cazarían al salir.

Poco a poco mi voz ha perdido volumen hasta convertirse en un murmuro, interrumpido por mis propios pensamientos.

Quizás podría abrir un portal... - Retomo las palabras,hablando en un tono cargado de dudas - Pero no hasta tan lejos.