Partida Rol por web

Robín esperaba atento la acción defensiva de su compañero, apartándose ligeramente para no estar en la mira del animal, con paciencia, esperando su momento. Tenía que actuar de algún modo que ayudara a Dain en su gesta, y eso hacía añadiendo algunos movimientos bruscos que confundieran a la serpiente. Pero guardaba la distancia, para asegurarse de no ser él el objetivo.

Dudaba sobre que hacer, sentía que debía esperar el movimiento de aquel largo cuerpo antes de actuar. ¿Pero que hacer? Golpearla, engañarla, huir de un posible ataque, todo acciones lógicas y justificadas, no era fácil decidir una u otra gesta, no se trataba de ser un héroe, era algo tan simple como sobrevivir, y seguir lo que se creía correcto.

Ya no tenía tiempo a entrenar, los días de academia le enseñaron que llegado el momento debería ser firme, y su respiración acelerada por los nervios se lo recordaban.

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Quentin corre a ayudar a sus compañeros de patrulla tan rápido como puede dejando a Marvin atrás. El impulso que lleva hace que los mercaderes tengan que apartarse para dejarle paso. El corazón comienza a latir con fuerza y mientras oye a lo lejos la refriega que se está dando en la espesura nocturna.

Al llegar a una zona despejada la escena es cuanto menos de desesperanza... 

Una serpiente de colores hipnóticos tiene el cuerpo sin vida de Baron enroscado en uno de los anillos anteriores. Gracias a su extenso cuerpo, con la cola erguida, mantiene a raya a Dain y Robin mientras intenta llevarse el bocado a sus fauces. Los dos guardianes a duras penas consiguen enfrentarse a la criatura... 

Dain, esquivando los intentos de la serpiente de alcanzarle consigue ganar algo de tiempo. Pero no el suficiente para reponerse y tomar aliento de nuevo. La serpiente por su parte intenta cambiar de táctica pero el ratón es habilidoso y no se deja engañar...

Es entonces cuando Robin, aprovechando un punto flaco lanza un fuerte lance directo a la cabeza. Lo que no se espera es que la serpiente deja de interesarse un segundo por el suculento bocado para lanzar un relampagueante mordisco que choca directo contra la punta de la lanza. Los filos se entrecruzan haciendo saltar chispas en la negra noche, sin más resultado que el continuo y pesado agotamiento que os embarga...

Finalmente Dain, que vuelve a intentar protegerse de una embestida de la cola, se ve sorprendido por un quiebro inesperado que esta vez impacta al zarpatierna en un costado.

Ambos ratones se encuentran extenuados, las fuerzas flaquean. Es en ese justo momento cuando Quentin, el arquero de capa roja, aparece para ayudarles... 

Eso no lo esperaba, un auténtico guerrero atacaba de frente, y aquella cobarde serpiente le había golpeado con la cola. Robín rodó por la nieve dejando un mullido camino helado, un rastro por el que volvería a subir dispuesto a recuperar el cuerpo de su compañero caído. En ese instante en el que Dain y él veían el vaho de su aliento jugar con el ambiente helado, aparecía Quentin con su arco, y con su ayuda, solo cabía esperar que aumentaran las posibilidades de hacer que la serpiente huyera sin su comida.

Su respiración acelerada se dirigía hacia delante, dispuesto a dar pequeños saltos que despistaran a aquel animal, saltitos que buscaban colaborar en las acciones de sus compañeros, mientras pensaba que sería más adecuado hacer él mismo.

Quentin había atravesado las sombras de la noche con el corazón desbocado, temeroso de lo que podría encontrarse al llegar a su destino. Sin embargo, nada podía haberle preparado para lo que se encontró: una terrorífica serpiente, cuyos vivos colores anunciaban un peligroso veneno, mantenía a raya a sus dos compañeros. ¿Dos? Sus ojos se abrieron como platos al ver el cuerpo sin vida de Baron. ¿Habría alguna oportunidad de salvar su vida? Si conseguían asustar a la bestia lo suficiente para que se marchara...

El Guardia ratonil saltó sobre una roca, se encaramó a un montículo de tierra, sacó una flecha de su carcaj y lo situó sobre su arco dispuesto a vender caro su pelaje.

Dain estaba obcecado en la lucha contra el enemigo. Aún así, su sentido de supervivencia le hizo prevenirse que alguien más había entrado en escena. Y sólo podía ser..

-¡Quentin! ¡A por ella, amigo! -le animó con las fuerzas que aún tenía. 

Era exasperante la resistencia del ofidio, que no demostraba intenciones de cejar en su empeño de que todos acabasen como el pobre Baron.

Agarrando su espada firmemente, se dispuso a seguir haciéndole frente.

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La llegada de Quentin insufla ánimos a la patrulla. Viendo que, ahora sí, siendo 3 contra 1 el combate podía darse la vuelta. 

Quentin que ya tenía preparado su arco, soltó la cuerda dejando volar una flecha que silbando impactó justo en el morro de la serpiente. Esta que estaba preparando un ataque sorpresivo se empezó a ver superada en número... 

Intentando ganar una posición ventajosa para un nuevo envite, la coral ratonera sólo consiguió revolverse sobre si misma al verse rodeada. La patrulla de tres miembros la comenzó a desconcentrar... ya no sabía a quien de los tres atacar y como evitar ser rodeada del todo. El líder de la patrulla se impone en medio del improvisado campo de batalla y su estóica presencia infunde valor en el grupo.

Por su parte Robin, dando saltos de un lado al otro, evita un ataque de la serpiente que apenas consigue morder el polvo del suelo...

Es entonces cuando su lenguaje corporal empieza a delatarla. La serpiente no quiere dejar a su presa, recién cazada, pero tampoco quiere jugarse la vida. Sus ondulantes movimientos de cuello denotan inseguridad... no las tiene todas consigo. 

En esta ocasión y no encontrando un ángulo de ataque acertado, dejó su ofensiva de lado, caminando por el rastro de nieve dando pequeños saltos bruscos y correteando para que la viperina rival se volviera loca. Parecía que la distracción fue un gran éxito cuando logró que la serpiente perdiera la paciencia y atacara confusa por el movimiento también de los guardias que ahora se juntaban.

Tenía que mostrar a Quentin hasta que punto estaba dispuesto a recuperar el cuerpo de un compañero caído, no importaba que la vida ya no estuviera con él, el estómago de ese animal no era una tumba digna. Quiso quedar como un magnífico ratón dispuesto a darlo todo, su propia vida pertenecía a la guardia, y con un suave salto lateral, desvió el colmillo de una rival que tuvo que conformarse con saborear elfrío cuajo de nieve.

Robín acababa su pequeño brinco bien posicionado, preparado para lo que fuera. Sus compañeros harían lo propio, recuperar un cuerpo, si bien parecía triste, no lo era si con ello podían mostrar su disposición. Sin duda sería más triste no poderse despedir debidamente de alguien.

El ratón seguía empeñado en cubrir a sus compañeros de todo mal ante la larga bestia que pretendía aumentar su merienda. Espada en alto la retaba, intentando que se distrajese con él y que Quentin y Robin pudiesen aprovechar el momento para ser más eficaces en su lucha.

Parece que Dain no tenía tan poca fuerza como se imaginó en  algún momento flaqueante. Los redaños de un guerrero hacen que brote energía del más remoto interior, consiguiendo hacerle sacar fuerzas de flaqueza.

Un embite más, quizás... ¡Uno, y poder espantarla! -pensaba, preparándose para ello.

La sucia áspid se veía sobrepasada, lo que redobló los ánimos del Guardia Ratonil para seguir apoyando a sus compañeros desde su posición. Sintió una ligera punzada de culpabilidad al ver cómo el joven Robin se arriesgaba junto a Dain en primera línea, esforzándose para liberar a un compañero caído. El zarpatierna era valiente y decidido, y el veterano se sintió muy orgulloso de que alguien así hubiera sido puesto a su cargo. Sabía que sólo podía enseñarle de su experiencia, porque la base de un buen Guardia la tenía bien grabada a fuego.

Pero antes debían hacer que esa serpiente se escabullera entre los arbustos y recuperar el cadáver de Baron. Pobre muchacho.

https://www.youtube.com/watch?v=SQeW8M3F_KU

La colorida serpiente se arremolinó una vez más sin miedo a perder la batalla. Levantando la cabeza por encima de los ratones, a varios cuerpos de altura, quiso cae aplomo sobre el zarpatierna. Pero el joven, haciendo gala de su destreza soltó un pinchazo directo a sus fauces que la hizo recular.

Sin dejar de escurrirse y viendo que Dain no dejaba de amedrentarla empezó a silbar fuertemente intentando asustar al ratón. Pero con su espada en ristre no cedió un sólo paso. Al contrario, comenzó a avanzar con firmeza. El miedo no podía con él.

En ese momento Quentin, desde una posición estratégica se dio cuenta de que la serpiente lo único que pretendía era engañar a Dain con sus estridentes silbidos para atacar con su poderosa cola. Pero el subterfugio no le funcionó, pues el arquero, tomando aire para calmar su pulso, dejó volar un certero proyectil que quedó clavado en la punta.

Todos, sin excepción veis como por fin sus anillos comienzan a soltar a la presa. Reptando hacia una posición que le permitiera una rápida huida, dudaba entre quedarse y arriesgarse a otra herida o escaparse para salvar la vida.          

Ver de cerca aquellos colmillos era aterrador, pero solo con miedo se puede actuar al máximo, esperando con el sudor corriendo por su frente, supo ver el instante en el que la serpiente iba a atacarle, un rápido salto lateral utilizando su lanza como pertiga invada al lado de uno de aquellos colmillos, buscando la parte blanda de su boca para que retrocediera en su ataque, no tuvo tiempo de pensar en estrategias comunes de ese tipo de bestias, la cual amenazaba a Dain, que con una firmeza envidiable no cedió su posición, pero fue finalmente Quentin quien salvó una situación muy peligrosa y letal, aquel animal pudo haberles barrido en un instante con su cola si el guardián no hubiera dispuesto de una visión privilegiada desde su sitio.

El joven zarpa tierna creyó que los arcos eran increíbles en manos de alguien que lo supiera manejar debidamente, aquel arma elástica no era muy conocida por un muchacho que había visto desde siempre luchar contra las serpientes con lanzas, hachas y espadas, las alabardas de los responsables de contener al intruso siempre le habían fascinado, pero no podía evitar reconocer que los livianos arcos habían sido para él una gran sorpresa, la contundente Barkstone haría bien de disponer de algunos de ellos, y enseñar a unos pocos a manejarlos como aquel magnífico arquero.

¡La estaban venciendo! Ver aquello le dio coraje al guardián, que confiaba en las posibilidades de la Patrulla.

Ser optimista era algo que se le daba bien en general, buscando los puntos fuertes de cualquier situación por muy improbables que pareciesen, pero es que además ahora sí estaba pasando: entre los tres la estaban amedrentando.

Sus amigos atacaban con fiereza y sin piedad, valientemente, y él los complementaba en su ataque.

Contra un animal tan fiero y mortal no cabían las dudas, y luchaban como vencedores.

Ojalá la suerte les siguiese acompañando.

Las serpientes eran bestias terribles y letales, pero la suerte estaba de su lado y aquello no estaba tan hambrienta como para pelear hasta la muerte por el cuerpo de Baron. La flecha de Quentin se clavó con fuerza en su cola justo cuando pretendía aplastar a sus compañeros, y el Guardia Ratonil observó con orgullo cómo Dain y Robin plantaban cara a la criatura sin dudar, demostrando el zarpatierna que no había enemigo lo suficientemente grande para aguantar la hoja de su alabarda.

Colocó otra flecha en su arco y se preparó para que ésta fuera la última que necesitara lanzar aquella noche. Al menos, esperó, contra una serpiente.

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La batalla parecía ganada, pero una serpiente nunca era un adversario a subestimar. La patrulla de ratones la comenzó a rodear para darle el golpe de gracia y así conseguir finalmente que escapara. Pero todo era una vil treta...

La coral ratonera, cabizbaja ya, dejó el cuerpo de Baron sin vida para hacer ver que se retiraba. Pero entonces con un rápido serpenteo comenzó a describir un circulo alrededor de todo el grupo, cerrando el lazo en un abrazo mortal. Todos fueron absorbidos por ese remolino multicolor y arrastrados hacia el interior. Sólo gracias a la fortaleza de Dain consiguieron crear un cerco de seguridad en el centro antes de ser aplastados.

En ese momento es cuando os dais cuenta de que su arma más poderosa era su ferreo poder de constricción. No la había usado hasta ahora para conservar la captura bajo su dominio. Por esa misma causa, entendéis como Baron se dejó morir mientras sus huesos y órganos se oprimían rindiéndose ante tal potencia letal.

Y ahí es cuando la serpiente le demostró que todavía le faltaba mucho por aprender, aquel gesto traicionero nunca lo hubiera esperado, Robín apretaba sus incisivos con el orgullo herido, cansado de tal ejercicio lleno de fatiga, y mostrando el vaho saliente por los laterales, aquello era personal, aquella serpiente quería ridiculizarle ante su mentor, le estaba mirando, diciendo "eres un ratón inútil, jamás podrías encarnar los valores de la guardia, ¿por quien crees que luchas? ¿Por mi comida? ¿Por ti mismo? ¿Por tus compañeros todavía sin estrujar? ¿Que crees que puedes contra mis aros escamosos y fuertes? Jajaja inútil pretencioso..." la ira estaba en los ojos del pequeño, pese a saber que no se debía dejar llevar, tal vez aquella conversación con la serpiente solo estuviera en su cabeza, pero el intercambio de miradas sin duda decía algo.

"Lucho por todo, lucho por nada, no necesito saber por que lucho, no soy yo, no son ellos, es cuestión de orgullo ratonil, apartare de mi camino, y deja a nuestro compañero, si no quieres conocer lo que es sentir una lanza en tu ojo..." - te cegaré si no te vas - dijo en un susurro que culminaba su conversación mental.

No importaba que su pecho estuviera corriendo una maratón, él estaba al filo de ese cañón llamado orgullo, el nombre de la guardia debía sonar con tanta fuerza que ensoredeciera a los incautos que osaran dañar a alguien, aquello era un todo o nada.

El cansancio empezaba a hacer mella en los músculos de los luchadores, pero sin duda su determinación y valor eran más fuertes.

La serpiente se les presentaba como un durísimo rival, y como a tal la tenían. Aún así sus ganas de vencerla les hacían tratar de doblegar su ánimo o herirla, lo que sucediese primero.

-¡Quiere aplastarnos a todos! -gritó Dain-. ¡No os quedéis quietos, amigos! Hoy no habrá comida para ella.

Era mucha la rabia acumulada, y mucho lo que estimaban sus vidas. Baron había caído como un héroe, pero ellos sobrevivirían para honrarlo.

La repentina y terrorífica arma secreta de la serpiente le pilló completamente desprevenido, haciendo que perdiera la concentración en su último disparo y se viera rápidamente convertido en una bola de pelo con capa y mochila siendo arrastrado junto a sus compañeros. En apenas unos segundos estaba espalda con espalda, viendo sólo escamas multicolores. Pero sus sentidos captaban también otras cosas: el aroma a pelo mojado de sus compañeros, empapados en sudor; el sonido de sus respiraciones forzadas por el esfuerzo; el tacto de la tirante cuerda de su fiel arco, dispuesta a cantar una última vez su melodía de muerte...

- No moriremos aquí - masculló el silencioso Guardia.

https://www.youtube.com/watch?v=qwJj2EpC8vg

La serpiente comienza a girar entorno a vosotros en una espiral hipnótica. La mortal danza se prolonga lo que os parece una eternidad. Espalda contra espalda sentís el temblor de vuestros cuerpos junto al de vuestros compañeros de armas. Respiración agitada, el corazón cabalgando, el pelaje erizado, el pulso mantenido a duras penas...

Os miráis de reojo, y ahí estáis, enfrentándoos a un terrible demonio que atormentaría en pesadillas incluso al más valeroso ratón. Algo en vuestro interior os dice que el combate llega a su fin. Lo que no sabéis es si el resultado será acabar como Baron...

Baron... ese pobre desgraciado que ya habíais perdido de vista. el que se había sacrificado quizá en vano, el que no volvería a ver la luz del sol, ni a su familia...

La sierpe que se había fundido en un toroide de muerte multicolor había dejado de ser cola o cabeza para convertirse en un continuo serpenteo. De golpe y sin dar previa señal la cola lanzó un latigazo directo a Dain. Este que apenas pudo defenderse con la hoja de su espada calló al suelo y su arma voló por los aires...

Todos, conteniendo la respiración, miráis hacia arriba viendo como a cámara lenta, la hoja girar hacia el manto de estrellas que cubría el cielo. En ese momento se produce un instante en el que el tiempo parece detenerse del todo. Un débil rayo de luna hace centellear la hoja de acero...

¡Slashhhhh!       

De golpe todo paso muy rápido, estáis cubiertos de sangre... un chillido ensordecedor os hace desear taparos los oídos. La cabeza de la serpiente se retorcía de dolor. Su ojo, atravesado por una flecha sangraba profusamente.

Había sido Quentin, que dejó de mirar un segundo la espada de Dain para percatarse de que la coral estaba acechando su letal ataque a su espalda. 

No fue él de forma consciente, si no sus entrenados instintos de combate los que antes de tomar la decisión ya habían soltado la cuerda del arco lanzando la flecha directa a la faz de la bestia...

Entre silbidos la criatura rompió el circulo que aprisionaba a los guardianes. Y antes de que os dierais cuenta se escapó dejando tras de si el rojo de la sangre.

Ahora sí, pudisteis ver el cuerpo tendido del ratón de capa dorada. Hecho un ovillo, la capa destrozada apenas podía tapar su rostro detenido en una macabra máscara de dolor...  

El pequeño dio un giro entre tanta vuelta de colores, incluso su espalda dejó de estar contra las de sus compañeros en el último momento, cayerondo sobre sus posaderas algo mareado. No vio como se iba la serpiente dado que tuvo que llevar su zarpa a sus ojos para recuperar la compostura, a penas intuyó un movimiento cerca, ¿un ataque? ¿tendría que enterrar a otro compañero?

Cuando sus ojos se abrieron, la espada de Dain cubría sus cabezas, y el arco de Quentin estaba en alto con una aun vibrante cuerda, ¿había ahuyentado al animal? Era sorprendente ver como su mentor había logrado reaccionar ante semejante acto lleno de peligro. Robín abrió sus ojos sorprendido y con la certeza de estar en unas manos increíbles.

En cuanto a Barón... Ya esperaba verle muerto, miró a sus mayores, y se acercó el primero - el honor de la guardia estará contigo, descansa, podremos enterarte como se debe, desconozco si tenías familia, pero tendrás tu lápida a pie de camino para que todos sepan que un guardia vela por ellos incluso caído - una lágrima caía por su mejilla, se esforzaba por no llorar, y sus ojos estaban llorosos, miró a sus compañeros y preguntó - no se me ocurren mejores palabras, snif, no llegó a contarnos nada, snif, ¿estará contento con esas? Snif... - sorbía procurando no contagiar a sus compañeros, pero a la vez sabía de algún modo que compartir la pena aligera el corazón.