Partida Rol por web

Tras mirar de reunir fondos para aquella carretilla, vieron que sus fondos eran insuficientes.

- no creo que con esto baste - dijo el joven ratón - no estamos muy lejos de Elmoss ya, ¿podrás aguantar un poco más Quentin? - sin duda era una pregunta retórica, los ojos de Robín brillaban al preguntarlo mirando a su mentor, pensando que si aquel gran ratón podía aguantar el reto del camino llevando a la pequeña, él podía esforzarse en mostrar su mejor sonrisa pese a que le hubieran recordado el motivo por el que estaba molesto.

Pese a ser ya un zarpa tierna en plena misión, su espíritu era el de un pequeño ratoncito fascinado por la guardia, casi sin percatarse que en aquel momento él mismo era parte de ella.

Quentin pensó que quizás aquellas piezas eran demasiado caras aunque se las hubieran puesto a buen precio, aunque prefirió ahorrarse la crítica. Se notaba de mal humor por el agotamiento y el frío que atravesaba su pelaje, y una mala respuesta por su parte sería contraproducente. El ratón se había acomodado junto al fuego mientras sus compañeros negociaban con aquellos carpinteros, suspirando con resignación al escuchar a Robin.

- Aguantaré lo que sea necesario - dijo, correspondiendo a la sonrisa de Robin. Dejó que el resto de la negociación la llevara Dain, dado que él estaba demasiado cansado y de mal humor para hablar, pero saber que la pequeña ratoncita tendría una noche caliente y un guiso que llenara su estómago serviría para estar mejor por la mañana.

-Para nada, Quentin -intervino Dain-. No estás solo, y te toca viajar un poco más descansado ahora. ¡Robin, tu intención fue buena, gracias por haberlo intentado! 

El jefe de patrulla nominal intentó organizar un poco las cosas con respecto a la noche y al día siguiente. Dispuso a los pequeños ratones para dormir molestando lo menos posible, y vigiló la evolución de la enferma, que parecía estable todavía. Eso le alivió un poco. Como habían dicho, protegerían a los mercaderes hasta que sus caminos se separasen, así que habría que organizar las guardias.

-Esta noche nos turnaremos para la guardia, como hicimos al pasar la noche en el bosque. Como esta vez el campamento es mayor, sugiero guardias de dos en dos. Será más molesto el descanso, pero más seguro si estamos dos atentos, si os parece bien. Mañana a la pequeña Talin puedo cargarla yo mismo, y Quentin podrá ir más ligero esta vez.

Robín asintió ante la repartición de guardias, mientras comprobaba que los pequeños entendieran donde iban a dormir. Cogió Robín su plato caliente y se sentó alrededor de la hoguera tras añadir una pizca de nieve en polvo a su plato, no sabía bien si era adecuado, pero su madre lo hacía en invierno cuando el calentor de la comida impedía comerla por estar hirviendo.

- una pizca de nieve pura, nunca pisada, el remedio para una sopa hirviendo y no necesitar cura, aguarla un poco evitará una lengua asada. Jeje, mi madre lo decía a menudo cuando veía que nos daba pereza soplar a mi padre y a mi - aquel pellizco de nieve también servía para que si el sabor era muy fuerte, aminorarlo, aunque en ese detalle el pequeño nunca lo pensó.

Miró como los pequeños iban a tomar su plato y se preocupó por que comieran con ansia, y se chamusçaran la lengua - cuando cojáis ese plato sentados con calma, una lengua quemada no puede apreciar el sabor de esta delicia. Si la pereza os domina, Utilizad mi misma técnica, pero poner muymuymuy poca EH, que siga calentito pero sin asados la lengua.

Inmerso en su cometido de hacer que comieran con calma - Cae la noche en Barkstone bajo mi mirada, se que la distancia me permite estar allí en estas noches estrelladas, se acerca bella la primavera en Barkstone como ninguna, lo se porque pese a estar lejos vemos la misma luna, Barkstone tierra de piedras y metales, tozudos y serios pero amables y cabales, no penséis que la distancia os separa, puesto que es la misma que os permite amar con añoranza, si hoy coméis con calma y sin ansia, respetaréis mejor a quien no poseen comida en su estancia, aquí y allí en Barkstone mi tierra añorada, en todos sitios esperamos una primavera sin hambruna con esperanza. Pues en mi tierra que no somos de cosecha, necesitamos retribución por las tareas bien hechas, el metal trabajado en Barkstone picado con piedra, es el sustento de artesanos lejanos de las praderas. Comer con calma pues, si no queréis entristecer a vuestro paladar después.

Baron estaba empezando a pensar que el azar no estaba con su grupo por una razón; él mismo. Algo parecía flotar en el ambiente que hacía que su patrulla tropezase de una mala suerte a otra. Y Barón estaba convencido era por su presencia. "Son todo imaginaciones tuyas", se dijo tratando de convencerse a si mismo.

Reprimió el impulso de tomar la iniciativa, y apartó de su mente su objetivo porque empezaba a temer que evitando que sufrieran cuando viera una amenaza, realmente no fuera una amenaza y les privase de algún tipo de oportunidad.

Dain sugirió hacer guardias, y Baron no tuvo inconveniente.

— Por mi está bien. — Dijo mientras pensaba que quizás no podría pegar ojo.

Los pequeños ya sabían su lugar para dormir, pero antes había que disfrutar de la cena, suculenta para lo que últimamente estaban acostumbrados. No hay mejor aliciente culinario que el hambre voraz.

-No he estado en Barkstone todavía, Robin, pero seguro que es una ciudad encantadora con gentes muy amables y trabajadores. El tallado de la piedra requiere gran paciencia y voluntad. Dice mucho de la ciudad el que se la conozca por esas cualidades.

Los ratoncitos se interesaron por la lira de Dain, pulsando sus cuerdas sin poder evitarlo. Les llamaba poderosamente la atención el instrumento. El ratón músico se sintió halagado por ello.

-Chicos, ya veo que os gusta la lira que llevo. Es un instrumento muy melodioso, otro día a mejor hora os enseñaré a tocarla, lo prometo. Porque ahora no es el momento ni el lugar. Esta gente que nos acogió necesita descansar, y además.. ¿sabéis que en el bosque hay otros animales a los que también les gusta la música? Sobre todo a los que tienen buen oído, como los búhos.

Permaneció unos segundos callado, como buen narrador, manteniendo la atención tensa del público que le escuchaba.

-Jacob, Matt.. ¡no os asustéis! Estáis bien custodiados. ¿Sabéis que una vez Quentin le salvó la vida a un amigo nuestro al que le gustaba tocar el flautín a deshoras? Venga, Quentin.. Cuéntales lo de Roger y el búho-animó a su silencioso amigo a participar en la charla.

El taciturno Quentin, que empezaba a recuperarse del esfuerzo del viaje junto a la hoguera y algo de buena comida, dejó escapar un leve gruñido cuando Dain intentó sacar un tema que prefería olvidar. Robin y Baron ya habían podido descubrir que el veterano soldado no era alguien que gustara de hablar por los codos, y era evidente que el líder del grupo, más parlanchín y locuaz, intentaba que su viejo amigo se dejara llevar.

- Tampoco fue para tanto - respondió, restándole importancia a su participación. Dedicó una mirada a los más jóvenes, que observaban al Guardia con un brillo especial en sus ojos, y suspiró - Era finales de otoño. Esto es importante porque los búhos son más activos durante verano y es una época en la que solemos vigilar menos los cielos. El caso que estábamos de patrulla Dain, un viejo Guardia llamado Stewart y yo, y en el último momento nos asignaron a un tipo regordete llamado Roger. Hablaba mucho pero tenía un gran corazón, y cuando transcurrimos la primera etapa de nuestro viaje, nos sorprendió con una botella de licor de cereza que había conseguido en el pueblo anterior.

Quentin había desviado la mirada hacia el fuego, quizás buscando imágenes en el resplandor y las sombras que ocasionaba a su alrededor. Con parsimonia se limpió los bigotes uno tras otro y siguió contando su historia.

- Yo tenía el primer turno de guardia, así que preferí beber sólo unos sorbos de licor, pero Roger tenía la lengua seca de contarnos la historia de un primo segundo suyo que juraba y perjuraba que había matado una comadreja con las manos desnudas, así que no dejó de beber hasta que se le calentó el hocico. En ese momento, pensó que la mejor manera de rematar la jornada era con un concierto privado con su flautín de hueso - Hizo el gesto de sus manos, fingiendo que tocaba una flauta invisible y se movía graciosamente, lo que arrancó unas risas de su improvisado público - Creedme, si arañáis una piedra contra otra escucharéis mejor sonido.

Más risas. Quentin disfrutaba teniendo público enseñando cosas y contando historias, lo que contrastaba con su actitud silenciosa, pero cuando cogía confianza se olvidaba de su timidez habitual.

- Os he dicho que era finales de otoño, ¿verdad? Pues estoy convencido de que ese búho salió de su nido, calentito y cómodo, sólo para acabar con el estridente sonido del flautín de Roger. Cuando nos quisimos dar cuenta... ¡pum! - alzó las manos y las bajó de golpe, simulando la rapaz capturando al Guardia, lo que encogió de sorpresa a los más pequeños - Ese búho había descendido sobre nosotros y se llevaba a nuestro compañero volando. Pero como era tan pesado, ¡a esa bestia le costaba alzar el vuelo! Así que mientras Dain usaba una antorcha para impedir que se alejara, yo cogí mi arco y lancé una flecha tras otra. ¡No podíamos dejar que se llevara a nuestro compañero!

Era el momento de terminar la historia. Notaba las miradas anhelantes de Matt y Jacob, deseosos de saber qué pasaría con el regordete Roger. Incluso captó alguna mirada de los mercaderes por el rabillo del ojo.

- Así que, con el plumaje agujereado y chamuscado, y cargando con una presa que no dejaba de gritar y retorcerse, el búho terminó dejando caer a Roger a un río cercano antes de alejarse en mitad de la noche. Finales de otoño, recordad. A nuestro camarada se le quitó la borrachera de golpe tras verse en el agua helada tras caer unos cuantos metros y librarse de haberse convertido en una cena de picoteo - Quentin se recostó, sonriendo ante el recuerdo de su compañero empapado y temblando de miedo - Creo que la última vez que lo vimos juraba y perjuraba que no había vuelto a probar el alcohol. ¿A que se dedicaba ahora, Dain? ¿Zapatero? Sí, creo que sí.

La noche estaba muy animada. Entre las hermosas palabras de Robin recordando su querida Barkstone y Quentin secundando la iniciativa de Dain de contar una de las muchas historias vividas, todos prestaban atención a los guardianes. Unos de forma más sutil como los mercaderes, otros de forma mucho más clara como los pequeños ratones. Incluso la ratoncita enferma pareció olvidar durante unos instantes su malestar para embelesarse con vuestras palabras.

En aquel momento, cenando en grata compañía, los problemas parecían fundirse como la nieve en la primavera. Un hálito os llena el alma de gozo. Vuestros pesares dejan de atormentaros y el tiempo corre sin control...

La absorbente velada es interrumpida entonces por un grito que desgarra el silencio del oscuro bosque.  

Estabais demasiado concentrados en la historia de Quentin como para estar en alerta en el momento del grito. Todo el mundo se pone en tensión. Los pequeños se asustan pero no conseguís percibir de dónde ha venido. Para cuando os dais cuenta Baron se lanza como un rayo más allá de la zona iluminada del circulo de carretas. Este se aleja para ir directo hacia la fuente que dio origen a toda esta escena.

Los mercaderes comienzan a correr de un lado a otro internándose en sus carretas. Algunos de ellos simplemente escondiéndose por que lo que pudiera ser aquello. Otros se escapan trepando por el árbol en busca de un lugar seguro desde donde evitar el peligro... 

En ese momento os dais cuenta de que Marvin intenta cargar con la pequeña hacia un lugar seguro. Pero esta es demasiado pesada para llevarla él sólo. Intenta que la pequeña de algunos pasos pero no puede a penas andar. Con lo que se quedan cerca de la hoguera. El hermano mayor coge un pequeño tronco ardiendo convertido ahora en improvisada antorcha y lo blande hacia la oscuridad...

Los gemelos Tompkins simplemente han salido corriendo entre la multitud y los habéis perdido de vista.    

Instantes antes del grito algo en tu sentido ratón te alerta de un peligro inminente. Algo o alguien se mueve sigilosamente entre las sobras del bosque más allá del circulo de seguridad que forma el convoy. Al mismo tiempo que el grito rompe el silencio de la noche ves algo moverse entre la espesura.

Un instinto te hace saltar de la piedra en la que estabas sentado para ponerte en alerta. Entre el pequeño resquicio que queda entre dos de las carretas ves pasar unas escamas que se reflejan durante un instante la luz de la hoguera del interior. Para cuando te das cuenta tu instinto te hace escabullirte del bullicio que provoca el grito y empiezas a perseguir aquella escurridiza figura.

Sales del convoy para darte cuenta de que la oscura noche apenas deja ver nada. Por suerte, los ratones adaptáis rápidamente vuestras pupilas a las tinieblas. Tus ojos se tornan para ver como una ratona viene corriendo haca ti. Parece perdida y desorientada. Probablemente pertenecía al convoy y al salir a hacer sus necesidades se topó con la misteriosa criatura...

-  ¡Viene a por mi, viene a por mi! es lo único que consigues sacarle en claro cuando se tropieza a tu lado antes de correr porfin al refugio del convoy.

Oyes como sus pasos se alejan en una torpe carrera. Tus sentidos están alerta. Miras a un lado y a otro. Percibes lo que te rodea. No estás sólo...

De golpe un ruido precedido de un siseo te pone en guardia. Como un resorte tienes tu alabarda en ristre lista para defenderte. Es entonces cuando una negra cabeza de serpiente seguida de anillos amarillos y rojos se planta frente a ti.

Ambos os encontráis frente a frente mirándoos a los ojos. Algo te hace sentir que los dos medís durante un instante, que se hace eterno, las fuerzas de las que dispone vuestro rival.

La has pillado por sorpresa intentando cazar a una presa fácil y ahora se enfrenta cara a cara contra algo distinto, un guardián. La serpiente percibe que lo que hay en ti no es temor, sino algo más complejo que trata de descifrar. Tú, por tu parte, sopesas el adversario que tienes delante. Una enorme serpiente para un ratón en solitario...

El pequeño Robín que poco sabía lo que pudiera estar pasando, se incorporó, si tenían que actuar lo haría - piensa rápido, que te enseñaron en la academia... La mayoría de animales no se acercan al fuego, y si no sabes que hacer, sigue a quien si lo sepa...

- chicos quedaros al lado del fuego, solo los ratones nos acercaríamos tanto - dijo a modo de calmar a la pequeña sobretodo. En cuanto a hacer lo que alguien que si sepa que hacer, solo Barón salió corriendo, ¿sabía que hacer? Y Quentin y Dain no habían podido reaccionar a tiempo, ¿o ellos actuaron bien sin moverse sabiendo que era lo que ocurría?

Tuvo que pensar rápido - en caso de que algo ocurra, esperar no resolverá nada - sentenció, a toda prisa tomando su arma, corrió a seguir a Barón, esperando que fuera la respuesta correcta y su mentor Quentin se enorgullecera de él.

-Jajaja -reía Dain animado, al rememorar el suceso del infausto Roger-. La última vez que lo vi fue en Puerto Sumac, aunque bien lejos del agua. Parece que le pilló algo de manía, jajaja.. -qué recuerdos le traía la historia. Aquellas largas noches de guardia y camaradería, similares a ésta, pero sin la compañía de los ratoncitos. Con solo el tiempo que llevaban compartido ya les había tomado gran estima. Ahora entendía mejor por qué el anciano de la posada no pudo dejarlos a su suerte cuando tuvo ocasión. Merecían todo lo bueno que les pasase.

Pero como casi siempre, los momentos relajantes se desvanecen como humo. 

Un grito les saca del ensimismamiento, y pronto e instintivamente reaccionaron. No hay tiempo para instrucciones. Ven a Baron salir corriendo sin explicaciones, y Robin le sigue. Pero alguien ha de defender a quien se quede en el campamento, y al haberse ido dos, Dain decide hacerse cargo. Desenvainó su espada, dispuesto a usarla sin reticencias.

-Quentin, no sé qué ha pasado, pero esa gente no puede quedarse sola. O tú o yo cuidaremos el campamento. Creo que tú, arquero, deberías ir a apoyar a Baron y Robin. Yo me aseguraré de que todos los demás están a salvo, y os seguiré.

Un grito. Baron dormía despierto y no tenía claro si el grito había sido el suyo o no. Al oír de nuevo el grito en lo que parecía lejos, no se lo pensó dos veces y grito tan fuerte como pudo!.

— ¡Alerta!, ¡Alerta!... ¡nos atacan!.

Aun no sabía el número, o la naturaleza de los atacantes. Pero daba igual. Un depredador grande bastaba para acabar con el ratón más valiente.

Buscando a los agresores se topó con una ratona, cuyo miedo solo le permitía indicar la dirección del peligro.

— ¡Vaya a los carromatos y dígales a ellos lo que ha visto!.

Ahora solo quedaba que ella hiciera su parte mientras Baron encontraba a los agresores y los mantenía vigilados u ocupados. Y el agresor, que para sorpresa de Baron solo era uno, se trataba de una gran serpiente. Baron supo que su vida había sido breve, y sus piernas le decían que corriese detrás de la ratona, pero no formaba parte de la Guardia por correr más que nadie. Se enfrentaría a la serpiente. No serviría de nada a largo plazo pero, aunque muriera si que serviría de algo acorto plazo.

— ¡Prueba ésto como aperitivo!. — Dijo cargando contra la serpiente...

Se había relajado. Se había relajado mientras contaba la historia y eso había causado que sus reflejos se anquilosasen y no respondiese todo lo rápido que debía. Baron, por su parte, se alejó para separarse del grupo. Por una parte lo entendía, pero por otra, nuevamente no entendía por qué el joven Guardia tenía tantas ganas de demostrar de qué pasta estaba hecho. Aunque le pusiera en peligro. Aunque pusiera en peligro al resto.

- No - respondió a Dain. Cogió su arco, comprobó la tensión de la cuerda y preparó una flecha - De nada me sirve el arco en la oscuridad. Tengo el fuego. Sigue a esos jóvenes y asegúrate que todo está bien. Yo mantengo el campamento.

Ambos comenzáis a dar vueltas en circulo intentando obtener una posición ventajosa para el primer ataque.

(No puedo seguir con la descripción hasta que me digas las otras 2 acciones que faltan) 

Salís corriendo tras Baron hacia el exterior del círculo de caravanas. El primero es Robin que prepara su lanza para entrar en combate, detrás de él Dain desenvaina su espada dejando a Quentin al cuidado del campamento.

Veis como una ratona que huye aterrorizada se choca con vosotros. Cae al suelo algo aturdida. Parece ser la que había originado el grito... Os mira de arriba a abajo con los ojos desencajados del miedo. Su respiración es entrecortada y os cuesta oir lo que os dice entre sollozos.

- Una serpiente... vuestro amigo... 

Levantáis la mirada pero no veis nada entre la maleza. Vuestros ojos todavía se están acostumbrando a la oscuridad de la noche. No oís ruido alguno que delate la posición de vuestro compañero de patrulla. El peligro se esconde... quizá acechándoos entre las sombras...