Partida Rol por web

- Estos pequeños no tienen a nadie en el mundo. Y vosotros guardianes habéis hecho un juramento:

"Nosotros como Guardia
ofrecemos todo lo que somos para
proteger la santidad de nuestra
especie, la libertad de nuestro
pueblo y el honor de nuestros
ancestros.[...]"

Al repetir el principio del juramento de la guardia se os pusieron los bigotes de punta y las colas erizadas. Salvo el joven zarpartierna, el resto rememorasteis el momento de vuestro juramento. Cuando alguien apelaba a la bondad de la guardia de esa forma, si eras un verdadero guardián, se te removía todo por dentro. Pues no era una petición con intereses económicos, políticos o de cualquier otra clase...  No, esa era una verdadera petición de ayuda, de auxilio, de defensa de los abandonados, los desamparados, los olvidados...

Las palabras del viejo Gilbert se clavaron irremediablemente en vuestros corazones de ratón. No había más discusión, todos los niños se irían con vosotros al alba, costara lo que costara. Eso implicaba que tendríais que ingeniaros como llevar a la pequeña Talin, enferma y débil como se encontraba. Gilbert se quedaría en la taberna un tiempo más, quizá a que el tiempo acompañara su partida, pues con esa pierna os hubiera lastrado el doble.

- Os agradezco de todo corazón lo que estáis dispuestos a sacrificar para ayudar a estas criaturas. No podré compensaros jamás lo suficiente por ello. Pero si puedo hacer algo por vosotros. - dice sacándose de dentro de la camisa un colgante de no mucho valor. - Es lo único que me queda de Roy. No es gran cosa, pero ha pertenecido por mi familia durante varias generaciones. Con el podréis demostrar que vais de mi parte a la gente de Elmoss.

Alarga la zarpa para ofreceros el colgante...

El pequeño zarpa tierna aun no había hecho el juramento, pero lo sentía como suyo. Le parecía horrible separar al anciano de los pequeños, pero al parecer la experiencia del anciano fue capaz de achicar a los guardias que le acompañaban.

Mover a esa niña no era una idea que le gustara, pero si iban a hacerlo, ayudaría en lo posible a que fuera seguro.

- mantas, una camilla, algo para coser,... ¿Tienes algo de ello para llevarla con seguridad?

Robín pensaba en aprovechar una antigua cama del lugar para improvisar una camilla, pero lo que mejor podía hacer él era deshacer algunas costuras y recoserlas con otras, o coser si disponía de materiales para ello. Lo mejor que él podía hacer, era asegurar la comodidad de la pequeña y que viajara confortablemente.

La petición de Baron no le sorprendió, aunque lo dejó pensativo. No le gustaba en absoluto la idea de separarse, y no dejaría que la misión que llevaban se viese truncada, pues era una encomienda a su honor de guardias que no podían desoír.

Estaba a punto de contestar a Baron que no podía retenerle, si esa era su voluntad, pero que los demás también serían informados al respecto al ser todos hermanos de patrulla, cuando el anciano habló y los corazones y circunstancias cambiaron.

Las palabras del anciano retumbaron en los corazones y las mentes de los guardianes, silenciando la conversación en la estancia.

-No cabe duda que sois sabio, amigo Gilbert. Conocéis el juramento y a él apeláis, aunque ninguno lo hayamos olvidado. La ayuda os la íbamos a proporcionar en la medida de nuestras posibilidades del mejor modo que nos parecía, eso tenedlo siempre en cuenta. Cuando habéis hablado, Baron me estaba comentando su intención de viajar él solo con la pequeña a Elmoss más rápidamente que los demás para poder tratarla. Los demás pretendíamos la solución que menos perjuicio nos parecía tener para vos y los pequeños.. Ahora ya está todo asentado. Todos iremos a Elmoss con los niños, lo más rápidamente posible. Os agradecemos el collar -dijo, con una sentida reverencia por lo que representaba y el motivo que le llevaba a desprenderse de tan emotiva joya-. Será mostrado como pedís, y os lo devolveremos lo antes posible. Puedo imaginar lo que significa para vos entregárnoslo.

Lo guardó entre sus cosas con mucho cuidado, y las palabras de Robin lo sacaron de su parsimonia. Ahora debían apurar, y dejar a un lado las ceremonias.

Una camilla debía ser construída, y se quedó pensando cómo podía hacerlo.

Baron se alegró tanto que brotaron lágrimas de sus ojos. Dejar a la pequeña morir era una crueldad inenarrable, y algo que Baron no se perdonaría en toda su existencia. Las palabras del viejo Gilbert hicieron pensar al aun joven Baron. "Ya decía yo que este viejo es más de lo que parecía", pensó.

— Gilbert de Elmoss, una pregunta. Ese juramento... ¿lo habéis hecho o lo habéis oído?. — Preguntó, pues en la forma en que lo había recitado no era tan mecánica, y parecía que era algo que tenía aprendido desde hacía mucho. Y de ser así, la única razón plausible era porque Gilbert había sido un miembro de la Patrulla.

—  Yo haré la silla con lo que encuentre por la casa. No me costará mucho, aunque algo de ayuda me vendrá bien. — Terminó diciendo sacando ambos cuchillos con algo de chulería. — Además, ante un peligro, dos ratones no pueden correr en la misma dirección con una camilla.

Baron apenas se estaba dando cuenta de que estaba muy emocionado. Tenía un propósito y una labor. ¡Él era el ratón para esa tarea!. Ningún otro podría hacerla tan bien como él.

Mientras debatían qué hacer, Quentin cayó en la cuenta de que era él quien llevaba la medicina que había sugerido Dain. No tuvo duda alguna que era el mejor uso que podían darle, así que siguiendo las instrucciones de su líder y amigo, se acercó a la niña enferma y sujetó con mimo su cabeza para que pudiera beber el contenido sin atragantarse.

- Vamos pequeña - susurraba mientras ayudaba a que ella bebiera - Vas a salir de ésta.