Partida Rol por web

Paso a paso se acerca a ti y con la zarpa lentamente baja la punta de tu espada. En ningún momento desenvaina su arma o hace movimiento brusco alguno. No parece que quiera buscar pelea...no al menos por ahora.  

Al estar tan cerca de ti, puedes ver directamente su semblante. El odio se reflejaba en la mirada de Tuk. Un odio más allá de aquel que hubiera podido albergado jamás hacía ti en el pasado. Ver como su vida se truncaba mientras que tu conseguías cumplir tus sueños había sido algo que jamás olvidaría. Pero lo que percibes va más allá de eso. Es algo que realmente le esta quemando por dentro...

- De nuevo cara a cara Dain... sentencia bajo una falsa sonrisa - Sabes, en esta ciudad tengo mis contactos y se que eráis cuatro al salir de Lockhaven y sólo tres habéis llegado a Elmoss. Sí, no me mires con esa cara de estúpido ¿Que ha pasado con Baron? Otro al que habéis engañado con falsas promesas de gloria. te interpela con clara repulsión en el rostro.

No tienes muy claro porque busca a Baron y mucho menos como sabe de vuestros movimientos. Algo de todo esto huele muy mal y el hecho de llevar a un grupo de matones tras de sí, no pone las cosas especialmente mejor...

Tuk se gira y haciendo un gesto, indica a los suyos para que comiencen a registrar por la habitación. Dando un paso al frente les deja espacio para pasar por detrás de él y empezar a dispersarse por la estancia. La tensión se agudiza cuando comienzan volcar las primeras camas, las que están más cerca de la entrada.

Su superioridad numérica te hace pensarte dos veces si enfrentarte o no a ellos...

El bloqueo le dura a Dain un segundo, justo para darse cuenta de lo que supondría un enfrentamiento en desventaja numérica de tal calibre estando herido, además de poner en peligro la vida de inocentes, cosa que ni su moral propia ni su ética como Guardián le permitían.

Decidió rogar mentalmente a los dioses que Robin y Quentin regresasen a tiempo a la vez que alargaría la conversación lo más que pudiera. Así los demás miembros de la patrulla podrían llegar a tiempo de intervenir, con suerte.

Además la conversación podría distraer en parte a los malvados, y que al menos los niños pudiesen huir. ¿Quién sabe? Sólo podía intentarlo.

-Viejo amigo... Ya comenzaba a echarte de menos. Sabes bien que nunca me he ocultado. Mi vida es la Guardia ahora, y por causas a veces es difícil lidiar con ella. Veo que el nombre de Baron no te es desconocido... ¿Acaso tuviste algún encuentro con él? -usó deliberadamente las palabras para no indicarle si estaba vivo o muerto. El desconocimiento a veces es ventajoso.

Quentin y Robin llegan a la posada algo cansados. Nada más cruzar la puerta notan algo extraño en el lugar. Un taburete destrozado contra la barra se esparce por el suelo. Sentado justo al lado, con la espalda apoyada, el dueño del local maldice mientras es atendido por la afanosa ratona que trabaja limpiando.

El ratón parece sangrar por una brecha en la cabeza. La herida no parece especialmente importante, pero si muy escandalosa.

La ratona al veros entrar se gira en vuestra dirección - Han venido buscando pelea y no les ha querido dar información sobre vuestro paradero

Al echar un vistazo más amplio veis que el piso inferior se ha vaciado totalmente de clientes. Algo normal dada la situación. Nadie quería jugarse el pellejo por unos desconocidos como vosotros por muy guardianes que fuerais...

- Han subido al último piso... los niños... Los niños siguen ahi arriba. Son cuatro o cinco matones... preguntaron por Dain y Baron y al ver que no estábamos dispuestos a dar tal información, no se cortaron un pelo y la emprendieron a golpes. Yo estoy bien pero vuestro amigo sigue arriba. No hemos oído ningún ruido...

Os miráis mutuamente sin saber bien quien puede saber de vuestra llegada a la ciudad y mucho menos de porque os buscan...

- ¿por Dain y Barón? Eso quiere decir que sabían que veníamos, puesto que Barón ni siquiera ha podido pisar la ciudad... - decía mientras apartaba algunos fragmentos de madera rota para que no molestaran en mitad del camino a quien pudiera tener que pasar y acercándose al hombre a mirar su herida.

- ¿toca subir con cuidado no? No se que querrán pero no me lo perdonaría si hicieran daño a los chicos...

La inesperada situación de la taberna pilló por sorpresa a Quentin, que después de la decepcionante búsqueda de un boticario lo único que quería era darse él ese baño caliente. La sangre de la serpiente apestaba sobre su pelaje y le ponía de mal humor. Esos matones de tres al cuarto iban a recibir su merecido, no sólo por pretender atentar contra unos Guardias Ratoniles, sino por atacar a esos inocentes aldeanos.

- Les agradezco el servicio prestado - dijo, sincero. El posadero no tenía por qué cubrirles pero lo había hecho igualmente - Le pido disculpas porque nuestra presencia haya ocasionado este desastre.

Se preparó. Él era un arquero, pero su arma no serviría de mucho en un lugar como aquel. Así que cogió una escoba - con permiso del propietario - y le hizo un gesto a Robin para que le siguiera.

- Espera tras un rincón, pero cerca. Llamaré su atención y podrás pillarlos por la espalda. Y si no, e intentan escapar, les cortarás el paso - su pupilo había demostrado ser valiente y aguerrido en la batalla, pero no sabía bien a qué se enfrentarían y prefería guardar un as bajo la manga.

Lo más sigilosamente posible que pudo ascendió las escaleras.

https://youtu.be/u3Jr9t_jFcE

A medida que Quentin y Robin suben sigilosamente las escaleras oyen voces que proceden de arriba.

- ¿Crees que soy estúpido? dice apartando a Dain de un empujón.- ¡Te estoy haciendo una pregunta!

Poco a poco ascienden por los escalones itentando no alertar a los que se encuentran más arriba.

- ¡Buscad por la habitación! grita impaciente a sus secuaces.

Un piso menos y ya estarían en la buhardilla...

Ruido de muebles volcados. Dain intenta mantener el tipo. Pero no sabe que más hacer para ganar tiempo.

Finalmente llegáis al piso superior. Pero al asomarse al hueco que deja la puerta de la estancia echada abajo, se oye un grito apagado.

Dain consigue ver, a las espaldas de Tuk, el lider de la banda, a sus dos compañeros.

Pero uno de los secuaces, pateando la tina consigue asustar a Talin, que se escondía tras ella.

La situación cambia en cuestión de segundos. Tuk se ve sorprendido por la espalda y Talin es agarrada por uno de los matones.

- Vamos a tranquilizarnos... sugiere Tuk que se ve rodeado por los guardianes.

No le sorprendió lo que encontró en el piso de arriba, pero eso no dejó de enfurecerle. Cuando uno de esos tipejos agarró a la niñita inocente, su ceño se frunció y estuvo a punto de abalanzarse sobre el líder, pero era un ratón juicioso y reflexivo. Debía encontrar una solución pacífica a todo aquello y evitar daños mayores.

- Eso digo yo - dijo Quentin, intentando agarrar al líder para mantenerlo inmovilizado - Hola Dain, ¿nos presentas a tus amigos?

Sus ojos pasaron por todos los presentes, evaluando la situación, hasta posarse en los de Talin.

- Mírame a los ojos, pequeña. Todo va a salir bien, ¿me escuchas? Confía en mí.

La cola de Robín se tensó cuando vio la situación, se mantenía semioculto por si necesitaban unas zarpas ratoniles sorpresa, no le gustaba un pelo lo que veía y creía incorrecto que aquellos tipos hicieran lo que quisieran, pero tenía órdenes, y pensaba cumplirlas mientras no le necesitaran.

Su lanza preparada, solo sería útil para cortar el paso o colocarse de frente a aquellos tipos, se posicionó evitando las paredes y el techo, esperando su momento, que pese apretar sus incisivos con ganas de responder, solo se mantuvo en maniobra defensiva.

-Siempre es un alivio volver a verte, amigo. Tuk, ya ves que no estoy solo. Sabes que no quiero daños. No sé qué buscáis, pero podemos arreglarlo -el ratón, aliviado ante la aparición de su compañero (supuso que Robin estaba escondido y no quiso delatarlo). Aún así temía por los niños. 

Sin movimientos bruscos, mientras hablaba, retrocedió levemente para poder evaluar mejor las opciones, ahora que eran más para vigilar.

-Muchachos, no sé qué os ha prometido Tuk -se dirigió a sus acompañantes-, pero atacándonos estáis buscándoos graves problemas. Yo en vuestro lugar me lo pensaría.

Seguía retrocediendo poco a poco hacia donde estaban los niños. La situación era muy tensa. Por si alguno de los que tenía cerca se atrevía a abalanzarse sobre él, movió su mano muy despacio hacia el mango de su espada.

Robin, escondido tras el marco de la puerta, apenas consigue oír lo que sucede en el interior. Sólo puede intuirlo por las palabras de los que hay en el interior o los ruidos que puedan producirse...

Quentin, por su parte, tiene a Tuk que ha sido cogido por sorpresa.

- Calma. Sólo venía a saludar a mis viejos amigos Dain y Baron... suelta el jefe entre risas ...y veo que el primero se encuentra bien. Pero ¿Donde se ha metido Baron? Tengo un asunto que tratar con él.

Por ahora Quentin no parece tener intención de soltarlo, no al menos hasta que sus secuaces quiten sus zarpas de encima de la pequeña.

- Parece que de esta incómoda situación sólo podemos salir de dos maneras. Hablemos pues... dice haciendo un gesto para que los suyos suelten del brazo a la pequeña.

Dain, por su parte, avanza paso a paso hacia los pequeños pero sin hacer movimientos bruscos que alerten a los secuaces de Tuk.

El matón que agarra a la pequeña parece que se resiste a dejarla hasta que Quentin haga un gesto para soltar a su jefe...

Había suficientemente rápido para rodear el cuello del bandido con el palo de la escoba y apretaba suavemente para recordar a Tuk que era un Guardia Ratonil y no se andaba con tonterías.

—Ya has oído a tu jefe —espetó, apretando los dientes. Su presión sobre el cuello de Tuk se intensificó para reafirmar su posición. No iba a dejar escapar a ese tipejo hasta que los chiquillos estuvieran a salvo y Dain los tuviera a mano —Lo que tengas que hablar con Dain no requiere de la presencia de estos pequeños. Dejadlos marchar al piso de abajo y nos sentaremos a hablar civilizadamente.

No quería decir nada de Baron. Si pensaban que estaba escondido en algún lado - como estaba Robin - estarían alerta por posibles emboscadas.

Cauto y a la espera, ensanchando sus orejas para estar al tanto de lo que ocurría, y de una voz familiar que dijera algo semejante a "no nos dais más remedio que luchar", o que le diera a entender que podía relajar su cuerpecito y asomarse sin necesidad de combatir.

Por el momento parecían optar por hablar, cosa que le pareció grata al joven ratón, todo incisivo debía usarse para comunicarse mejor y no para difamar, todos los roedores debían ser sabios y ayudarse entre si, por ello cuando se citaban injusticias Robín se ponía ligeramente furioso.

-Lo que dice mi amigo es cierto. Tendremos nuestras diferencias, Tuk, pero escudarse tras unos niños es demasiado cobarde. Eres mejor que eso. Déjalos marchar, y hablaremos de lo que quieras.

Parecía que la aparición de Quentin en escena había equilibrado la balanza. Sabiendo que Robin estaba escondido, Dain no lo delató porque les era más útil a su favor. Tampoco la muerte de Baron debía saberse por ahora. Al ratón lo intrigaba muchísimo esa insistencia de Tuk en hablar con él. ¿Qué podrían tener en común? Intentaría averiguarlo.

-Chicos-les habló a los ratoncitos-, no tengáis miedo. Tuk y yo nos conocemos. No quiere haceros daño.

Tras la esquina, ahora en espera de ver si los más pequeños salían o no, posicionó si dedo en la boca para que al verle, no dijeran nada, les acompañaría escaleras abajo para asegurarse de que los posaderos podían hacerse cargo unos momentos, antes de volver a ocupar su escondite pegando una oreja a la pared y poniendo la segunda lo más atenta y cercana posible a la puerta.

Preguntaban por Barón, y el joven desconocía el motivo por el que no decían lo sucedido, quizás les dolía el pecho o lo mantenían como una carta oculta al igual que a él. Sería fácil deducirlo si Robín accedía al lugar, si aquel tipo lo conocía lo suficiente como para recordar su arma. Al despedirse del guardián y aun entre lágrimas, el zarpa tierna tomó su arma, prometiéndole honrar su memoria, mientras algo siguiera existiendo de ese compañero caído, Barón nunca les dejaría, estaría velando por ello dentro de su alabarda.

Colocando a un lado de la carreta su propia lanza, el joven cargó con aquella magnífica arma, y practicó un mínimo cuando pararon para reposar sus cansadas patas, su utilización era muy semejante a su firme lanza, pero esta poseía en un costado cercano al límite el filo de un hacha, con ella partió en el descanso un poco de madera, para reposar al calor de la hoguera, unas pocas ramas solo, pues no iban a relajarse por mucho tiempo, una hora como máximo antes de avanzar el último tramo hasta la ciudad en la que su misión iniciaría de verdad.

¿Debería pues mostrar el arma a ese tal Tuk? No, no había necesidad si sus superiores no lo veían así. El era joven, y sabía que confiado, y aunque en su mundo perfecto ningún ratón se enfrentaría, por lo menos entre ellos, no todos lo vislumbraban igual. Pero si por casualidad aquel ratón sin respeto era amigo de un difunto compañero, quería acercarse a él, darle el pésame y decirle que manejaría aquel arma para honrar su valor, en el que un guardia cayó para alejar a una serpiente del camino ratonil.

La tensión se respiraba en el húmedo aire de la habitación. Durante unos segundos, todos incluyendo guardianes y matones, se quedaron aguantando la respiración...

En cualquier momento podía desatarse una dura pelea para ambos bandos. Pero Tuk no era estúpido y sabía contar...

Los guardianes eran una piña y raramente se separaban. Coger a Dain por sorpresa estando sólo no había salido como esperaba, los refuerzos habían regresado demasiado pronto...

La mirada del lider se clavó penetrante atravesando la sala hasta su subordinado, que al parecer tenía su propia forma de actuar y probablemente ansias de retarle... Pero ese era un asunto que de momento era mejor no dar nada por sentado.

- Suelta a esa cría. No hemos venido a eso...

El otro no parecía estar muy de acuerdo pero finalmente la soltó. No sin antes ofrecer a Talin una inquietante sonrisa que hizo hervir la sangre a Quentin y Dain.

Poco a poco los pequeños empezaron a pasar entre los ratones adultos que se mantenían estaticos como rocas de la tensión...

Apartando lentamente el palo de la escoba de su garganta Tuk carraspeó y siguió hablando.

- Ahora que los ratoncitos están fuera, dime Dain ¿dónde has metido a Baron? Te conozco bien... y se que me ocultas algo. ¿Acaso en la guardia no hacéis un juramento de decir la verdad o algo así? Vamos... dice acariciandose la garganta mientras mira a Quentin de reojo...

Los pequeños salen fuera de la habitación y son avisados por Robin de no delatar por ahora su posición...

Los pequeños habían salido de la habitación y esos maleantes estaban medianamente controlados, así que Quentin cumplió su palabra y liberó la presa que ejercía sobre el cuello de Tuk. Luego se aproximó al marco de la puerta para comprobar que Robin seguía allí y le hizo un rápido gesto indicándole que todo estaba bien y que, si quería, podía unirse a la conversación que estaba por celebrarse.

Tuk había ido a hablar con Dain, así que dejaría que él llevara la charla. Sin embargo, la mirada del Guardia se centraba, ceñuda, en quien había agarrado a Talin y la había sonreído de esa forma tan repugnante. Si había problemas, se centraría en él.

El joven ratón vio el gesto de su mentor, pero antes de unirse bajó con los pequeños para pedir a los posaderos que por favor cuidaran un momento de ellos, a los pequeños que ya habían estado en una posada derruida, les pidió que ayudaran a aquella buena gente a limpiar tal panorama, excepto a la pequeña, que aun necesitaba reposar.

Acto seguido volvió a subir con paso firme y tranquilo, asomándose por el marco de la puerta, haciendo acto de presencia apoyado en el mismo marco cruzando los brazos abrazando su alabarda y cruzando sus piernecitas, en un intento de mostrarse como interesante y ofrecer un aspecto de confianza. ¿Le sobraba confianza? No, pero si se mostraba como tal tal vez daría un apoyo moral, en contra de Tuk y su matón.

-El gesto hace honor al ratón que una vez conocí. Gracias -dijo, inclinándose levemente para mostrar su agradecimiento sincero por dejar ir a los pequeños. 

Lo que ahora ocurriese sería cosa de soldados y delincuentes, y en ello intervendría la suerte y el destino. Dain se sentía aliviado de que al menos ahora los niños estuviesen fuera de peligro.

Decidió arriesgarse y contar la verdad sobre Baron. Estaba muerto, y eso no había quien lo cambiase. Lo que quería averiguar de una vez por todas era qué se traía Tuk entre manos con el fallecido.

-Mereces la verdad, y sabes que no te mentiría en esto. Baron murió hace nada. Tuvimos un encontronazo con una serpiente viniendo hacia aquí, y él fue víctima del animal. Lo enterramos allí mismo, y continuamos la misión. No sé qué querías de él, pero no creo que los demás podamos ayudarte en eso.

Contuvo la respiración esperando la reacción del bandido. Posiblemente no fuese buena, o quizás ni lo creyese, pero su conciencia estaba tranquila al decirle la verdad aún a riesgo de empeorar las cosas.

Tuk se quedó paralizado al ser consciente de la confesión de la confesión de Dain. La noticia le había cogido desprevenido. Sabía que había algo que no cuadraba al no verle aparecer, pero nada le había preparado para esto. En su rostro se notaba que Baron era alguien que realmente le importaba. Probablemente uno de sus pocos amigos... quizá el único verdadero amigo que tenía...

Pero de pronto su gesto se torció y empezó a tensar los músculos de sus brazos mientras apretaba los puños cerrados con rabia. Entonces soltó un grito y golpeó el primer objeto de la escasa decoración que había en la habitación. Tras estampar en una jarra de latón contra la pared se giró con ojos encendidos hacía Dain...

- Vosotros... ¿Vosotros no hicisteis nada por salvarle? Sobrevivisteis a esa serpiente con apenas cortes y magulladuras dice. - Pero no es algo que me extrañe, os las dais de salvadores pero cuando se trata de la vida de uno de los vuestros, lo sacrificáis por un bien mayor. Si, en la guerra vivimos muchos casos así.

Al oir eso Dain recordó como de golpe como había muerto el padre de Tuk. Aquella muerte que lo había cambiado totalmente y lo había convertido en quien era ahora. Su padre se unió a la milicia para ayudar a combatir a los guardianes en la guerra de las comadrejas. Pero su escuadrón fue sorprendido en una emboscada cuando intentaba cubrir una posición que según los guardianes era segura.  

- Y tú... tú tendrías que haber cuidado de él. Si no se hubiera unido a los guardianes todavía estaría vivo. Grita mientras señala a Dain con el dedo de forma amenazante y se le acerca cada vez más...

El pequeño ratón pudo ver en aquella rabia a alguien que había perdido algo importante, cosa que le hizo adoptar una pose más seria mirando al enfurecido Tuk.

Inclinó su cuerpecito golpeando suavemente con la alabarda en el suelo para llamar su atención - te acompaño en el sentimiento - dijo mostrando humildad al lado de una enderezada y orgullosa arma.

- seguí a Barón todo lo rápido que pude, y me topé con una muchacha que huía, seguramente aquella chica pudo huir porque él se interpuso. Cuando llegamos a su lado ya estaba enrollado por el cuerpo de la serpiente, y ¡doy mi palabra! Si esta te es aceptable, que estuve dispuesto a darlo todo por salvarle,... Incluso cuando creí que estaba muerto, estuve dispuesto a dar mi vida por salvar su cuerpo. Ésta, su alabarda, la tomé para que su alma de guardia siga viajando conmigo, y nunca estará muerto en mi pensamiento.

Se alzó orgulloso tras la breve explicación, para hacer pareja con la majestuosa arma - he prometido usar su alabarda por él y por el honor de la guardia que poseía, haré lo posible por estar a la altura, pero... - hizo una pausa mirando al hombre con una leve sonrisa melancólica - agradecería conocer más de él, poco pudimos hablar, y solo se el nefasto final de su anterior tropa en la que solo él salió vivo, aunque ni de eso se más.

Se puso tras el arma posando su frente en esta - también espero que le visites, recuperamos su cuerpo y le hicimos una breve tumba cerca del camino, no tan lejos de aquí, no podía permitir que aquel animal tuviera recompensa, y le hicimos huir herido y sin presa. Si es posible, agradeceré que me cuentes sobre él, me gustaría llevar su espíritu luchador y no solo el honor impregnado en su arma.