Partida Rol por web

Las Sombras de la Mente

Capítulo I: Asesinato en Surrey Docks

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12/11/2017, 17:50
Narración

El oficial abrió más los ojos ante vuestras respuestas, y luego volvió a mantener una expresión de neutralidad. -Será como ustedes digan, doctor, señorita, pero si Lestrade se niega a verles ahora mismo, tendréis que regresar por donde habéis venido. Este es un asunto oficial- responde el hombre, tratando probablemente de contrarrestar la autoridad con que os habíais investido casi inmediatamente. No frunce el ceño, pero su escasa amabilidad parecía haberse esfumado completamente. Lo que siguió fue un incómodo silencio, mientras el representante de la ley no os quita la mirada de encima. 

Tras unos instantes, el otro oficial reaparece, junto con un segundo hombre sin uniforme oficial. Aparenta alrededor de los cuarenta, no es particularmente alto, y camina con cierta prisa. Su cabello castaño muestra algunas canas y un prominente vello facial arreglado en unas patillas souvarov y coronadas por un bigote. Sus ojos denotan cansancio, pero su mirada se mantiene firme. Lleva un abrigo largo y un sombrero de hongo. No parece particularmente contento de veros, pero tampoco parece desagradado.

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12/11/2017, 17:50
Inspector Lestrade

-¿Dr. Jekyll?- dice con un tono suave, aunque firme y extiende formalmente su mano para estrecharla. Sólo le dedica una mirada a Mina, más como si estuviera verificando algo, y no como si reconociera su presencia. -Esperaba visita, pero esperaba a cuatro personas, no a dos- dice mientras frunce el ceño y mira fijamente a su interlocutor. -¿Qué ha pasado con los otros dos?- dice. Los oficiales siguen la conversación con algo de curiosidad.

-Y más importante. ¿Tenéis el documento?- dijo, algo de mala-gana, pero su tono más parecía conciliador que conflictivo. Parecía precavido, pero al menos demostraba que estaba informado... al menos de los detalles generales de vuestra visita.

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17/11/2017, 00:46
Doctor Jekyll

Henry Jekyll se planteó protestar ante las palabras del oficial. Si el inspector no quería verles de inmediato, bueno... Al menos tendrían que hacerle llegar el mensaje que tenían para él, era lo mínimo. Sin embargo asumió que insistir no serviría de mucho, así que dejó que aquel incómodo silencio se extendiera sobre ellos. Intercambió una mirada con la señorita Harker y luego bajó la mirada, pensativo. Tenía muchas cosas a las que darle vueltas aquella noche y la reunión en el club había sido sólo el principio. Sin embargo pronto habría otras cosas más urgentes.

Al oír cómo se acercaba el otro policía el buen doctor tardó unos segundos en volver a incorporarse a la realidad. Buscó el origen de aquellos pasos con la mirada, y dio por hecho que aquel recién llegado era el propio Lestrade, al que dedicó un asentimiento cuando preguntó por él.

Henry Jekyll pensó en dejar que su compañera respondiera, a pesar de que el hombre se había dirigido directamente a él. Últimamente las relaciones sociales le costaban un poco, y pensar en dar arduas explicaciones le resultaba mentalmente cansado. Al final acabó por llevar la mirada hacia el camino por el que habían venido, como si allí fuera a encontrar las palabras que necesitaba.

—Me temo que nuestras dos compañeras se han quedado atrás, retenidas por sus hombres —explicó. Entonces frunció un poco el ceño al darse cuenta de que realmente no tenía ningún tipo de confirmación de la identidad de aquel tipo. Probablemente fuera ya evidente de quién se trataba e incluso resultase contraproducente preguntar, pero el doctor no lo pensó demasiado—. Usted es el inspector Lestrade, ¿no?

—Me temo también que ellas se han quedado el documento que traíamos tras enseñárselo a sus agentes. Pero si lo que necesita es comprobar nuestra identidad —comentó. En los segundos previos a que Lestrade llegase ya había valorado esa posibilidad—, piense que si no no podríamos tener esto. —Hizo un gesto con los documentos sobre el propio asesino, tendiéndoselos para que le echase un vistazo.

—Si las hace llamar, ellas traerán la carta. Nosotros hemos tenido que acercarnos sin ella para avisarle.

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16/11/2017, 22:04
Irene Adler

La mujer asistió con cierta diversión al juego de Marian con el agente, pero guardó ésta en la comisura de sus labios, sin que llegase a aflorar más allá. Podía ser que la parte americana de su interior se regocijase al ver al policía tratar de mantener la compostura en una situación por lo demás incómoda para él, pero el porte y la expresión flemática que mantenía como fachada la hacían parecer tan británica como la reina. 

Sin embargo, su mirada sí que reaccionó al escuchar el nombre del detective al que ciertamente conocía. Sus labios se curvaron con esa pizca de travesura de quien guarda más de lo que dice y sus cejas se alzaron levemente. 

—¿Cómo podría no haber escuchado hablar del señor Holmes? —respondió con una pregunta retórica y con cierta ambigüedad, entreteniendo sus dedos con el broche que cerraba el vestido en su cuello—. Los rumores sobre un detective como él discurren por las calles de Londres, ¿no es así? 

Entonces su sonrisa se amplió una pizca cuando devolvió la pregunta hacia la señorita Halcombe, acompañando sus palabras de un suave gesto de su mano. 

—¿Y usted? ¿Ha tenido el gusto de conocer a ese reputado caballero?

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17/11/2017, 20:12
Mina Harker

El rostro de Harker se relajó ligeramente al comprobar que el Doctor tenía la misma opinión que ella sobre el asunto o que, de no tenerla, al menos era lo suficientemente gentil como para no contrariarla en público. En realidad a ella lo que la movía era el miedo de extender la información y que algo que La Corona no quisiese saliese a la luz con las consecuencias pertinentes. ¿Era ella la única miembro de tan atípico equipo que veía a las sombras reinantes como titiriteros sin alma? No lo creía, pero no plantearía más preguntas por el momento. No hasta que fuese necesario.

La pálida mujer asintió de forma fugaz ante la invitación a marcharse en caso de que no fuesen atendidos. De ser por mí ni estaría aquí- el pensamiento voló por su cabeza tratando de escapar de sus labios, pero ella era una dama comedida. O lo había sido. Ahora no tenía excesivamente claro en qué se había transformado.  El silencio en el que todos se sumieron le pareció cómodo y necesario, pues ella no quería responder ante nadie que no fuese Lestrade. Eso sería un gasto innecesario de tiempo y saliva.  Compartió alguna mirada con el Doctor –y quién sabía si también algún pensamiento- y le pareció entender que el escenario en el que se movían le resultaba tan incómodo al varón como a ella misma. La idea de lo contrario le hubiese resultado, cuanto menos, extraña.

Desde su posición Mina observó la llegada de dos hombres más a la encrucijada en la que se encontraban. No reconoció a ninguno de ellos, pero intuyó que uno debía ser Lestrade, y eso volvió a ponerla en alerta si en algún momento había dejado de estarlo.  Las palabras fueron dirigidas hacia su compañero y ella hizo una inclinación a modo de saludo cuando se fijó en su silueta. Le alegró saber que el hombre parecía ser quien decía por los datos que ofrecía, aunque para su gusto hablaba demasiado en un lugar donde se hallaban personas no autorizadas.  Mantuvo sus manos entrelazadas en un gesto conciliador y reafirmó lo dicho por su compañero con varios asentimientos al decir que ellas dos no se encontraban con ellos.

-Mina Harker- dijo rompiendo el silencio en el que se había resguardado.  ¿Estaría él al tanto de sus nombres, o de alguna parte de su recorrido? ¿era otro títere más? ¿tenía algún tipo de voz o voto en el asunto real que los involucraba allí a ellos?- El doctor tiene razón, no fue sencillo llegar hasta usted. No sabemos de cuánto tiempo disponemos antes de que expulsen a nuestras compañeras.

Los ojos de Mina se posaron en el hombre unos instantes. Tendía a moverse cada cierto tiempo puesto que sus rasgos y su palidez daban la sensación a veces de encontrarse frente a un maniquí y no a una persona real. –Más allá de eso, viniendo oímos un grito. Desconocemos el origen del mismo, pero dado los acontecimientos que nos traen quizá sea una buena idea que manden a investigar a alguien si disponen de efectivos y no les resulta molesto- el tono de su voz sonó suave en ese momento, como quien trataba de ofrecer una sugerencia y no una orden. Ella no estaba allí para mandar a nadie, sino más bien todo lo contrario. Aun así, no podía olvidar que ella y su compañero habían continuado dejando el sonido en el aire, quizá dejando a alguien a su suerte, aunque prefería pensar que tan solo había sido un susto. 

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18/11/2017, 23:53
Marian Halcombe

-No tengo el gusto, Miss Adler- dice Marian con seriedad, y un levemente forzado aire de decepción. -Soy conocedora de su trabajo, y me declaro admiradora si lo que dicen los rumores es al menos una fracción de la verdad.- dice mientras gira el bastón en su mano y observa hacia la calle, también midiendo las reacciones del oficial.

-Ciertamente su leyenda parece ser inflada en cada relato. He llegado a escuchar que ayudó a un importante miembro de alguna familia real europea. Obviamente no son más que rumores, y nadie parece ser capaz de dar un nombre. Pero que a un hombre así, hasta los duques y condes del continente le busquen...- dice finalmente mirando de regreso a Irene. Se encoje de hombros. -Pero definitivamente quisiera conocerle- añadió con una pequeña sonrisa.

-¿Tanto toma llegar a donde el inspector?- preguntó finalmente impaciente.

Notas de juego

Personaje pnjotizado.

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19/11/2017, 00:01
Narración

-No he dicho que no he escuchado hablar del señor Holmes- replicó el policía con el orgullo visiblemente herido. Su mirada parecía alternar entre la confusión y el sentimiento de agravio. -Me refiero a que no he tenido el gusto de trabajar con él directamente, y apenas si conozco referencia de su trabajo, más que por algunos comentarios. Es imposible juzgar el caracter de una persona sin conocerle personalmente. ¿No estáis de acuerdo?- intenta justificarse rápidamente. Sus cejas se fruncen y sus ojos alternan rápidamente entre Marion e Irene repetidamente. 

Guarda silencio escuchando los comentarios de Marion, y asiente, fingiendo estar de acuerdo, con los brazos cruzados. Él parece más impaciente que vosotras por veros partir, pero si es lo que está pensando, no se atreve a comentarlo, atado por las rígidas formas de la etiqueta que debía mantener. Y seguramente por la duda presente de si erais tan importante como pretendíais serlo.

-No debería tomar más de unos minutos- dijo en cuánto debe dar razón del tiempo. Y justamente, tras transcurrir unos cuantos minutos más, su joven compañero aparece, jadeando y rojo, cansado, y asiente.

-Lestrade... les espera...- dice mientras intenta tomar aire. -Ha enviado a alguien a buscar por ellas... podéis... avanzar- dijo finalmente. Su compañero, el de bigote, frunce el ceño pero se encoje de hombros. Toma su sombrero y realiza una suave inclinación.

-Agradezco vuestra paciencia. No lo toméis personal, es nuestro trabajo. Podéis avanzar- dice ordenando al cochero, que bien podría haber estado dormido y aburrido, esperando allí. Este sin decir nada (y tras unos instantes de espera), pone de nuevo el carruaje en movimiento. Ambos oficiales se despiden tocando la visera de sus sombreros con la mano derecha, y comentando algo que no alcanzáis a escuchar ya.

Notas de juego

Bien, en el sgte post llegaréis a donde Lestrade y a la escena. Os dejo esta última respuesta por si queréis comentar cosas, tener un plan o simplemente comentar las sutilezas de la oscura y húmeda Londres. ¿Os lo he mencionado ya? xD

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19/11/2017, 00:17
Inspector Lestrade

-En efecto, Giles Lestrade, a vuestro servicio- dice mientras estrecha rápidamente la mano del doctor Jekyll, con un apretón fugaz pero firme, y luego toma con suavidad la de mina Harker y hace una suave inclinación. El hombre asiente con aire severo.

-Lamento las molestias, pero es una precaución necesaria- dice mientras toma los documentos y les revisa, pasando las páginas y asintiendo finalmente. -En efecto, esta información no es privilegio de ningún particular.- Los otros policías escuchaban interesados. Ante la intervención de Mina asiente serio. -Ya habéis escuchado. Alguien debe avisar que den paso a las...- y hace una pausa -... compañeros del Dr. Jekyll y Miss Harker- dice finalmente. -Y que peinen la zona. Si ha habido otro incidente, quiero que retengáis de inmediato a todos los que anden por la zona. ¿Está claro?- dice y los oficiales se mueven, uno en dirección al callejón y el otro de regreso por la calle por la que habiais venido.

-Tendréis que disculpar las precauciones, pero francamente estamos nerviosos con lo sucedido. Lo último que queremos es que se riegue el rumor de que el Destripador ha regresado, y haya una ola de pánico en la ciudad. Como si no necesitáramos malas noticias- dice mientras los invita a caminar. La calle es más amplia, pero podéis ver a varios policías conversando y al menos otros dos hombres tomando nota cerca la entrada a un pequeño callejón, un espacio entre las dos grandes bodegas de uno de los lados de la calle.

-Pero me temo que vuestra presencia habrá sido para nada- dijo finalmente. En el callejón, a unos metros hacia el fondo, sobre el suelo, hay un bulto cubierto con una sábana blanca. No os cuesta demasiado imaginar un cuerpo allí debajo, y con la descripción del estado en que quedaban las víctimas del Destripador, su aspecto no sería demasiado agradable. -Mr. Holmes insistió en pedir ayuda especializada. Personalmente creo que ha sido una decisión precipitada. Este no es más que el trabajo de un imitador, y uno bastante mediocre. Esta no es ni la zona en que operaba y ciertamente no es el tipo de víctima que elegiría: un hombre- comentó y esperó ver la reacción en ambos.

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23/11/2017, 01:42
Irene Adler

Una sonrisa teñida con cierta indulgencia asomó traviesa a los labios de Irene mientras la mujer asentía con la cabeza tras las palabras del agente. Y si bien las de Marian le resultaron mucho más interesantes, en un primer momento no respondió a ellas, guardándose para sí la secreta diversión que le produjeron. Sus ojos brillaban cuando se asomó por la ventanilla hacia el exterior al escuchar al otro guardia que regresaba. 

Escuchó el breve intercambio entre ambos y les dedicó una sonrisa, ladeando un poco el rostro en un gesto estudiadamente encantador. 

—Oh, no se preocupen. Sólo cumplían con su deber, ¿no es así? —dijo, como despedida antes de volver a la penumbra del interior del carro. 

Esperó a que su rostro estuviese medio escondido por las sombras para hacerle un guiño fugaz al agente que la había asistido en su caída fingida. La divertía pensar que el hombre ni siquiera estaría seguro de si lo había hecho en realidad o sólo lo había imaginado. 

Ya en marcha de nuevo, la mujer suspiró, con ambas manos recogidas en una postura comedida sobre la tela de su falda. Su mirada buscó a Marian y la curiosidad por la mujer del bastón volvió a anidar en su estómago. 

—Por fin nos movemos. Por un momento temí que empezaríamos a echar raíces con toda esta lluvia. —Bromeaba, tranquila en apariencia, pero su mente ya estaba varios pasos por delante, deseando llegar a la escena del crimen para comprobar si todavía quedaba algo por ver allí. 

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23/11/2017, 12:13
Mina Harker

Mina permaneció en el mismo lugar atenta a las palabras del hombre mientras se preguntaba si en realidad sus compañeras estarían ya lejos de su alcance o si habrían mantenido la conversación lo suficiente como para que los guardias pudiesen encontrarlas en el mismo lugar.  Era mejor que los cuatro estuvieran al tanto de toda la información para que esta no se perdiera en caso de que tuvieran que transmitirla. Cuatro mentes retienen mejor que dos.

La mujer de rostro pálido hizo una negación con la cabeza cuando el varón se disculpó ante ellos por las precauciones tomadas. Lo extraño sería que dejasen pasar a cualquiera sin una prueba sólida de su identidad. Siempre había tenido en alta estima a las fuerzas del orden y a las personas que dedicaban sus vidas a defender a las de otros, pero en su estado actual sentía más lástima que admiración por ellos. Sabía ahora que el mundo era un lugar oscuro, repleto de sombras y poderes que escaparían al control y conocimiento de hombres que morirían por nada bajo servicio.

Cuando los agentes marcharon a buscar a sus compañeras ella se tranquilizó levemente, aunque nada podía observarse ahora en su rostro.  ¿Encontrarían algo más mientras hallaban a las dos mujeres que necesitaban? Quiso pensar que no. Que el asesino –o asesina- se había alejado ya lo suficiente de la escena del crimen, y que la zona estaba a salvo de más incidentes.

-Toda precaución es poca, inspector- dijo con ademán de quitarle hierro al asunto. Nos encontramos ante un asunto turbio y que debe ser tratado de la manera más discreta posible. Carecemos del permiso necesario para poder hablar del caso fuera de este contexto, así que no habrá filtración alguna por nuestra parte.

En realidad, Mina podía hablar con pocas personas ya. Llevaba ya un tiempo sin relacionarse con nadie, sin salir más que para lo necesario y disfrutando del silencio como su único compañero de viaje. ¿Cuándo había sido la última vez que había estado tan rodeada de gente? No lo tenía claro.

La frente de la mujer se contrajo en una mueca que expresaba clara duda cuando les informaron de que su presencia no valdría para nada porque lo acontecido era claramente una imitación. Una mujer como ella nunca se había interesado por el estudio de asesinos en serie, sus pautas y sus fijaciones, así que no estaba segura de si estos podían cambiar de fetiche o de método.  Ayuda especializada…- sus labios se curvaron ligeramente en algo parecido a una sonrisa. Cada vez tenía menos claro el motivo por el que ella había sido invitada forzosamente a participar en la investigación.

-Hemos sido informados de ese detalle, inspector, pero nuestro deber es igualmente comprobar qué está sucediendo y si existe una relación entre el auténtico Destripador y este crimen.

Tampoco ella entendía qué motivo llevaría al destripador a cambiar de víctima –si es que era él- o el lugar de actuación. A lo mejor simplemente quería confundirlos, o realmente tenía un imitador, o se había cansado de sesgar la vida de mujeres únicamente. Una cabeza enferma como la suya podía llevarle por cualquier sendero y no debían confiarse demasiado únicamente por el cambio de género de la víctima.

Intercambió entonces una mirada con el Doctor y le señaló el cuerpo con la cabeza. No era algo que ella pudiera examinar de forma que pudiera ofrecer a los que la rodeaban pruebas sobre la veracidad de la información de la que disponían. Eso era más bien un trabajo para el señor Jekyll.

-¿Han investigado la zona ya, inspector?- preguntó en último lugar- Creo que mis compañeros y yo podríamos echar un vistazo luego a los alrededores si le parece bien. 

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24/11/2017, 02:58
Marian Halcombe

El rictus de su rostro estaba a mitad de camino entre el alivio y el hastío. La espera por fin llegaba a su fin, pero la sola idea de que esa dinámica se repitiera le resultaba molesta. Descorrió la cortina del carruaje una última vez para despedirse de los policías con una inclinación de cabeza, confiando en que no se vería nuevamente obligada a interpretar un papel que calzaba poco y nada con su forma de ser.

—¡Por fin! —exclamó casi a la par que Irene cuando el carruaje volvió a ponerse en marcha. Asintió ante las palabras de su acompañante y cerró los ojos un breve instante apoyando la cabeza en el respaldo del asiento— Espero que ésto no se convierta en una constante, porque como tenga que seguir adulando falsamente a gente de intelecto tan limitado, juro que me da algo —dijo sincera—. Esperemos que este retraso no entorpezca nuestra investigación, hemos perdido valiosos minutos por culpa de los señores de la ley.

Se removió algo incómoda en el asiento, cierto es que procuró no exigir de más a su pierna dañada, pero el frío londinense sumado al prolongado tiempo de pie, se encargaron de recordarle cuáles eran sus limitaciones.

—Espero que el inspector Lestrade no nos ponga tantas trabas como sus subordinados.
 

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26/11/2017, 00:42
Doctor Jekyll

Al escuchar cómo su acompañante explicaba lo del grito el doctor se limitó a asentir, dándole la razón. En otro tiempo probablemente habría sido una de las primeras cosas de las que él hablase, pero era una realidad que últimamente se encontraba distraído. Su cabeza se había acostumbrado a estar pendiente sólo a medias y en ocasiones le costaba centrarse. Era cierto que su silenciosa ansiedad se había calmado un poco desde que le habían entregado aquella caja, pero también que esta era el punto de partida de muchas dudas.

Una vez su interlocutor confirmó su identidad y comenzó a responder Henry Jekyll no tardó en extender la mano, pidiéndole aquellos documentos de vuelta. Negó con un gesto ante sus disculpas, restándoles importancia. Un instante más tarde, mientras el policía y la mujer hablaban, los ojos del buen doctor se dirigieron más allá, adonde se encontraban aquellos policías y el cuerpo.

La atención de Jekyll volvió a la conversación a tiempo de escuchar cómo el policía les decía que había acudido para nada. Intercambió una mirada con su compañera y luego volvió a mirar a Lestrade. Aquel hombre parecía de esos que se quedaban con la primera explicación, la que le parecía más obvia, antes de seguir investigando.

—No pretendo ser quien haga que cunda el pánico —comento entonces Jekyll—, pero ha pasado mucho tiempo desde que ese hombre dejó de trabajar aquí. Desde entonces sus rutinas puedes haber cambiado  y por tanto sus zonas y objetivos —Henry Jekyll hablaba como si fuera un experto en la materia, cuando en realidad sólo sabía de aquellos asesinatos lo que había entendido a través de las páfinas del informe—. Todos deseamos que sea un imitador, uno al que sea más sencillo dar caza, pero me temo que no podemos aceptar esa idea al menos hasta que no veamos el cuerpo e inspeccionemos la zona.

—¿Han encontrado algo más? —preguntó—. Por muy pequeño que sea. 

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28/11/2017, 22:45
Narración

El carruaje se movió a una velocidad ligera por entre las calles. La niebla envuelve las calles de los estanques del puerto, y el aire se siente frío, haciendo que a cada espiración, un vaho blanco apareciera durante unos instantes, como un remolino y se desvaneciera rápidamente. El continuo traqueteo de las ruedas sobre el empedrado parece ahogar el que sería un tenebroso silencio, pero a pesar de ello, podéis escuchar lejanos silbatos en medio de las tinieblas y un vistazo por la ventana os deja ver las luces pálidas y agonizantes de linternas tratando de luchar contra la asfixiante bruma de la madrugada. Hay un olor a humedad persistente, y el bamboleo constante del carruaje indica que vuestro cochero tiene prisa de llevaros a vuestro destino.

Pronto el enorme descampado de los cuerpos de agua da paso a siluetas mejores formadas, grandes y oscuros edificios, como monolitos silenciosos. Sin previo aviso, el conductor da la orden de detener a los caballos, y sentís la inercia lanzándoos de forma incómoda hacia el frente, no con excesiva fuerza, pero sí lo suficiente como para tener que sosteneros de algo. El trayecto no ha tomado más de 5 minutos y ahora todo movimiento ha cesado definitivamente. Afuera una voz con aire de autoridad confirma "no están permitidos los carruajes. Lestrade les espera". Luego podéis sentir el movimiento del cochero, quien desciende de un salto, y se apresura a abriros la puerta, con un gesto casi indiferente, pero cortés.

Claramente la temperatura fuera de la comodidad de vuestro vehículo es bastante más baja; y la cercanía al Támesis sólo empeora la sensación de que el clima Londinense no sólo era inclemente, sino excesivamente cruel durante la noche. Ninguna dama o caballero que se preciase de serlo, admitiría querer lidiar con cosas tan caóticas y poco afines a la etiqueta como el frío o la niebla, pero al final daba igual, porque al fin y al cabo, eran dichos caballeros y damas que ponían en duda su derecho a ser llamados como tales, mientras se escabullían en el amparo de la oscuridad para satisfacer oscuros deseos no dignos de mención por ninguna boca decente.

Un policía con una linterna en la mano y un impermeable os observa descender. Se ve movimiento alrededor, y justo detrás de él, la calle está flanqueada por dos edificios que más de cerca, se aprecian como bodegas, de las que son comunes en los puertos. El policía, un hombre delgado y pálido, de cejas frondosas, tan sólo dice. -Lestrade está con vuestros compañeros. Por allí por favor...- dice girándose un poco para daros a entender que tenéis que seguir caminando siguiendo la calle.

Notas de juego

Os dejo otro espacio para comentar cosas.

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28/11/2017, 22:45
Inspector Lestrade

-Perfecto. Confiaré en vuestra palabra, Doctor, Señorita- respondió Lestrade, más bien amable. No parecía particularmente incómodo o desagradado, pero continuó escuchando atentamente. -Sí, supongo que hace parte de vuestros deberes. Al menos para que Mr. Holmes quede satisfecho. ¿No es verdad?- pregunta con una sonrisa más bien insinuante. -Bien, de cualquier manera, mi deber será guiaros, y si llegáis a la misma conclusión que nosotros, tanto mejor- concluyó encogiéndose de hombros y caminando a vuestro lado.

-En eso discrepo Doctor- replica al comentario de Jekyll -Los criminales son hombres de rutinas. Y Jack era metódico y adicto a sus métodos, por llamarlo de alguna manera. Si alguno de sus crímenes era frustrado, buscaba desquitarse lo más pronto que le fuese posible, manteniendo su estilo. Ese es el tipo de comportamientos que no van a cambiar de la noche a la mañana- defiende su punto frunciendo el ceño y con absoluta seriedad. Pero concuerda con el segundo comentario. -En efecto, en efecto. Un colega solía decir que se debe proceder encajando las teorías a los hechos y no al contrario. Así que tenéis a vuestra disposición el cuerpo. Si quiere examinarlo doctor, adelante- dice Lestrade poniendo un rostro severo.

Y allí estaba, el cuerpo bajo la sábana blanca y húmeda. Por fortuna la reciente lluvia parecía haber enmascarado el olor a sangre, que sólo Mina percibía con mayor atención que su acompañante. Sin embargo, el rostro que tenían los otros presentes y la manera como evitaban mirar hacia el bulto, aun estando oculto, era un indicio poco agradable de lo que habían encontrado allí.

-Varios de mis hombres han peinado todo el muelle en busca de posibles sospechosos. El cadáver fue descubierto por un par de marineros borrachos que hemos detenido por seguridad. Pero hasta el momento ninguna de las patrullas ha reportado nada nuevo. Si queréis echarle un vistazo, sois libres de hacerlo, pero dado que el crimen tiene algunas horas ya, dudo que vayáis a encontrar al culpable por allí escondido- explica con tranquilidad. -¿Eh? Sí, sí. Veamos a ver doctor. La víctima es un hombre de unos treinta años. Fue descubierto hace cosa de una hora larga. Nadie vio nada extraño, ni escuchó nada. Las heridas corresponden con el modus operandi de Jack. Ya sabe, tajo vertical en el tronco, degollado. Pero vamos, que esto lo puede saber cualquiera que conozca de sus otras víctimas- continúa suavemente, mientras levanta los documentos frente a vosotros para explicar mejor su punto; y lanza una rápida mirada hacia el cuerpo inerte.

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07/12/2017, 23:00
Irene Adler

Irene respondió con una risita divertida a las palabras de Marian, sin molestarse en negar que compartía por completo la opinión de la otra mujer sobre las limitaciones de aquellos agentes. Aquel arranque de sinceridad aumentaba la curiosidad que había despertado en su estómago y de no ser por el bamboleo constante del carruaje, quizás habría lanzado alguna pregunta a su acompañante. 

Su nariz se frunció de una forma encantadora cuando finalmente frenaron en seco y tuvo que aferrarse al asiento para no verse impulsada hacia delante. 

—¡Por la reina! Alguien debería enseñar a conducir a este cochero —dijo cuando el vehículo finalmente se detuvo y pudo coger aliento. 

Pasó sus manos por sus cabellos colocándolos en su lugar y luego por la falda del vestido, allí donde se había manchado al fingir la caída momentos atrás. Después descendió del carro con ayuda del conductor y se giró hacia el policía que les había detenido. Lo estudió, con una sonrisa cortés en los labios, mientras esperaba a que Marian también se bajase, y entonces sacudió su cabeza al ponerse en movimiento.

—Lestrade está con nuestros compañeros, ¿no es así? —repitió en voz baja las palabras del agente para sí misma. 

Hizo un leve gesto hacia miss Halcombe y se puso en marcha tras el policía. No se molestó en continuar fingiendo que cojeaba. Al fin y al cabo esa triquiñuela ya había cumplido sobradamente su objetivo y los agentes habían quedado atrás. Mientras avanzaban sus ojos iban deslizándose con viveza de un lugar a otro, tratando de ver más allá de la cortina de agua que tan a menudo caía sobre Londres. Analizaba el entorno, de un edificio a otro, deteniéndose en cada uno apenas un instante antes de mirar hacia otro lugar.

—Vaya noche para cometer un crimen —comentó sin dejar de caminar cuando el frío húmedo le provocó un estremecimiento. Giró su rostro para dedicar una mirada a la mujer con la que había llegado hasta allí—. ¿Cree que se cometen más asesinatos cuando el clima empeora? 

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08/12/2017, 03:23
Doctor Jekyll

Bien mirado, al doctor Jekyll le pareció poca demostración la que habían hecho para ganarse un «confiaré en su palabra». Era cierto que un civil cualquiera no podría acceder a un archivo como ese, pero... ¿Qué había de los enemigos de la Corona? Si podían traer a Cream desde el otro lado del océano justo cuando iba a ser capturado, ¿por qué no algo así?

Aún así Henry Jekyll no pensó ni por un instante que Lestrade pudiera ser un mal policía, ni tampoco un obtuso. Dio por hecho que era a él mismo a quien se le escapaban las cosas: probablemente el inspector tenía más información de la que sabían, o ya conocía cómo eran físicamente aquellos que colaborarían en ese caso.

Un momento más tarde, cuando el tipo explicó que los criminales eran hombres de rutinas, el buen doctor asintió. Asumía que el policía sabía más que él de asesinos. Tener a uno dentro de su propia cabeza no le daba todas las respuestas, máxime cuando no quería hacerse a sí mismo las preguntas oportunas. Pero aún así creía que quizá Lestrade estaba confundiendo los tiempos en que Cream asesinaba por vicio o por necesidad con estos nuevos en que quizá lo hiciera sólo por conveniencia. Si el asesinado había sido escogido por quién era el asesino no iba a esperar a que acudiese a su zona predilecta, por ejemplo.

Al llegar junto al cuerpo y recibir la invitación a examinarlo Henry Jekyll no se lo se pensó demasiado. A eso había venido, al fin y al cabo. Con un suspiro indolente se arrodilló, dedicando una mirada a su acompañante, y se dispuso a retirar él mismo la sábana. Aguardó, sin embargo, a que el policía que los acompañaba dejase de hablar antes de proceder.

—Lo más probable es que no encuentre nada —observó—. Mi campo se centra más en otro tipo de... Medicina —comentó—, pero venir y no comprobarlo tampoco sería una buena idea. Lo que sí me gustaría, señor, es que nuestras compañeras estén cuando antes con nosotros. Aún así... Vamos allá.

Y con esas palabras llevó los dedos al borde de la sábana y comenzó a destapar, dejando sólo la mitad del torso descubierto por el momento, dispuesto a examinarlo.

- Tiradas (2)
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11/12/2017, 13:24
Mina Harker

Mina tenía la continua sensación de que, en realidad, ellos dos no eran bienvenidos en ese lugar, algo que atribuyó a que ellos podían pensar que Mr Holmes no confiaba en sus aptitudes y sí en las de dos personas corrientes. Le habría encantado decirle para su tranquilidad que ella deseaba tan poco como el resto de los integrantes encontrarse allí en una noche como esa, pero se lo guardó para sus adentros.

-Confiemos en que sea así- respondió en referencia a la conclusión que mencionaba. Era mejor que el asesino fuese un imitador y además menos avispado para que pudieran capturarlo y acabar con aquello, pero algo le decía que no iba a ser así.

Atendió a las explicaciones sobre el asesino con interés porque había sido siempre una persona dispuesta a aprender sobre cualquier especialidad, y le sorprendió saber que los asesinos solían ser hombres de costumbres. No obstante, muchas veces las personas se veían obligadas a cambiar sus hábitos, y ella era el ejemplo viviente –o no tanto- de esa afirmación que resonaba en su cabeza.

Al percatarse del olor de la sangre Mina permaneció más atenta pero a una distancia prudente. En su interior notaba el hambre crecer, una sensación desagradable a la que también se había adaptado. Algo en ella se había tensado en ese momento y supo que tenía que controlarse para estar allí y actuar según a lo que le pedían. Por suerte para ella guardaba cerca el regalo que le habían hecho por si la necesidad apretaba.

Al descubrirse el cadáver Mina lo miró con algo de intranquilidad en sus adentros: desde luego no era el primer muerto que veía en su vida –ni el primer asesinado- pero sabía lo suficiente sobre los rumores de Cream que no estaba segura de hasta qué punto podría soportar lo que tenía delante. Se refugió entonces en el auténtico motivo por el que estaba allí para sacar fuerzas y evaluar todo aquello con un ojo más clínico y menos personal, como parte del trabajo que desempeñaba.  Se acercó junto al doctor para echar un vistazo al cuerpo y contuvo la respiración, algo que continuaba haciendo a pesar de no necesitarlo, quizá con la única intención de seguir considerándose normal. No obstante, con un cadáver tan cerca y con la sangre que lo rodeaba sabía que toda precaución era poca. 

-Hora de trabajar- le susurró a su acompañante antes de agacharse junto a él para ver si descubría algo que se les hubiera escapado a los agentes. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Lo lamento, al final recuperé el pc esta mañana. 

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15/12/2017, 00:16
Marian Halcombe

-Agradezco que nos movamos, pero creo que es todo lo que podría agradecer- replica Marian haciendo un mohín mientras busca sostenerse también ante las sacudidas del coche. Espera a que Irene descienda y ella misma desciende sin dejarse ayudar de nadie, usando su bastón para sostenerse ya en suelo firme. Era la primera vez que estaba fuera del coche junto a su improvisada compañera, y se movió, cojeando levemente usando su apoyo para disimular lo mejor posible aquel impedimento físico. Sonríe de manera protocolaria a los policías, y girando los ojos impaciente, espera a que les indiquen hacia donde dirigirse. Caminó detrás de Irene, observando con atención el lugar.

Enarca graciosamente una ceja ante la pregunta de su camarada. -Sólo si el criminal tiene algún fetiche. Aunque si los criminales esperaran un día soleado para cometer crímenes, se reducirían los delitos sustancialmente- dice ella, aún manteniendo su gesto serio como si no se tratase de una broma. Luego mirando hacia el cielo, emite un suspiro y añade. -Lo que realmente deberíamos preguntarnos es sí nuestro querido perpetrador no estará muy lejos, aprovechando la niebla, y regodéandose de sus actos- comenta con un aire más funesto.

Notas de juego

Personaje PNJotizado.

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15/12/2017, 00:30
Narración

Ambos os acercáis al cuerpo. El doctor Jekyll retira la sábana, y nota como los otros representantes de la ley cercanos se alejan o simplemente voltean la mirada. Y no es para menos, cuando descubre el cadáver entiende perfectamente el horror de aquella escena. Aquella pobre víctima había sido profanada de la manera más violenta y sanguinaria: Su rostro está convulsionado en un rictus de dolor, sus ojos cerrados con cierta fuerza, y su boca entreabierta, como si se hubiese ahogado en su propia sangre a juzgar por los propios rastros rojos en sus labios y lengua. La razón es más que evidente, hay una profunda y larga herida que va de lado a lado a la altura del cuello, pintada de un carmesí, y con un profundo olor férreo. El macabro paisaje se extiende aún más allá: A la altura del triángulo del cuello comenzaba una segunda herida, justo bajo la que está en la garganta, pero que recorre el cuerpo de forma vertical por todo el tronco y hasta el vientre bajo. Una herida abierta y roja, con la sangre no aún seca del todo, y el instrumento que la causó no sólo había atravesado piel y músculo, sino las mismas fibras de una camiseta rota que caía a ambos lados del torso. Y, a través de aquella grieta, podéis ver las vísceras de aquel miserable, como si hubiesen sido haladas con gran rencor, dejándolas a medio asomarse, y de forma desordenada y antinatural, a vista de vosotros. Si había un Dios misericordioso, como aquel del que hablaban los cardenales desde su púlpito cada domingo, ciertamente no estaba allí presente, y no había hecho nada por proteger a aquel desgraciado de una funesta fortuna.

La sola impresión inicial os revuelve el estómago inicialmente, el disgusto es grande y ambos os sentís enormemente impactados, pues una cosa es leerlo o escucharlo, y otra muy diferente es ver la obra de aquel despiadado maniático que había sido bautizado por la gente como "Jack el destripador". Y sin embargo, sacando valor de vuestros infortunios pasados, lográis fácilmente mantener la compostura y disimular cualquier impresión negativa. Sólo cruzáis una mirada cómplice desprovista de miedo o asco, y asintiendo, os dedicáis a examinar el cuerpo en busca de pistas. Cuánto menos tiempo tuviéseis que presenciar aquello, mejor..

El doctor Jekyll comienza a analizar el tronco y el suelo a su alrededor, buscando posesiones o algo que le ayudase a entender mejor lo sucedido. Sus manos tantean un poco, y comienza a sudar frío, hasta que llega al pantalón. Toma unos instantes en pensar y decide buscar en los bolsillos con rapidez, extendiendo sus dedos hasta el fondo y buscando sin dejar rincón sin examinar. Hasta que se topa con algo, frío al tacto y duro, pequeño, atorado en una esquina del bolsillo. Sin más, lo extrae y lo observa frente a sí, mientras no puede evitar que se le escape una pequeña sonrisa. -Un franco francés- dice dándole vueltas en sus dedos. Por desgracia, la expresión de Lestrade que le observa desde atrás no es visible para él, pero seguramente sería una mezcla entre la sorpresa y la duda. Sin embargo, sin comentar más, continúa buscando más cosas y se detiene a observar en detalle las heridas del pecho... casi absorto en ellas.

Al mismo tiempo, Mina no se ha quedado con los brazos cruzados. Intenta hacer lo mismo, y mueve con suavidad la cabeza. Tanta sangre, aquel cadáver, ciertamente no era propio de una señorita inmiscuirse en tales asuntos. Sus manos también intentan buscar algún indicio y sus ojos, penetrantes y observadores encuentran algo en la boca entre abierta. Introduce dos dedos allí y mueve la lengua, para encontrar entre las muelas y el interior de la mejilla algo... Extrae sus dedos y observa una pequeña y arrugada bola de papel llena de sangre roja. Sus dedos también están están ahora llenos de fluidos, tomando un aspecto rojo. Sin queja, desarruga el papel, mientras nota como una gota de sangre lentamente baja por su pulgar, hasta quedar colgando. Sus ojos la observan muy fijamente, como esperando a que cayese en cualquier momento al suelo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Adjunto la tirada de miedo de Mina (para darle resultado de su tirada de Investigar).

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15/12/2017, 01:09
Narración

Admirable. Aquel trabajo es preciso y metódico, una cosa eran los fríos informes y los sosos dibujos de los archivos, y otra mucho más increíble era ser testigo privilegiado de las habilidades de Cream. Tragas salivas, mientras la curiosidad morbosa te gana, te empuja a observar y detallar mentalmente la firma del Destripador, la saña con que parecía haber tratado a aquel desdichado, y el terror en su expresión. En tu cabeza podías visualizar como el aire se escapaba por su herida abierta en el cuello, como se iba ahogando en su propia sangre hasta morir en el suelo, como un cerdo siendo degollado ante la vista indiferente de su asesino.

¿Que era esta sensación que te recorría? ¿Envidia? Pero... todas estas impresiones no son tuyas. De nuevo el susurro, porque hay un susurro, porque no sólo Lestrage te observa desde atrás. Sientes su presencia, sientes su influencia, sientes como le emociona poder ver esto a través de tus ojos, y sientes como la piel de tu mano se te pone de gallina. Un escalofrío, una excitación extraña y una gota de sudor que reaparece en tu frente, porque quién mejor que tú para leer las señales, para leer sus huellas e intentar entender sus intenciones, si es que había intención alguna en aquella mente retorcida y nefasta que se escondía en algún recóndito lugar de tu cabeza esperando, acechando, susurrando.

Sin embargo, la palabra seguía clavada en tu mente, palpitando, resonando como un eco. Aquella obra sanguinaria y cruel, aquella forma de operar, era admirable, simplemente admirable.

Notas de juego

Lanza Espíritu para mantener a raya al otro, o atente a las consecuencias.