Partida Rol por web

Las Sombras de la Mente

Capítulo I: Asesinato en Surrey Docks

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15/12/2017, 01:17
Narración

Sangre. Y tanta que había, algo fresca todavía. Sientes el oscuro apetito que hace parte de tu maldición gruñendo en las entrañas. Al principio te es fácil ignorar aquella malsana tentación que sabes tendrás que satisfacer eventualmente. Pero este no era ni el momento ni el lugar. Y sin embargo, era imposible evitar que tus ojos se deslizarán sin querer hacia aquellas rojas heridas, aquel miserable cadáver que seguramente ya no iba a usar su sangre para más. No había pasado tanto tiempo desde aquel desdichado fuese asesinado después de todo, y su olor es intoxicante y apetitoso, de seguro que todavía podía ser consumida. No ibas a hacerle daño a nadie...

Pero te esfuerzas en concentrarte. Y mirando la deliciosa sangre que se ha acumulado en su boca, algo llama la atención. Extraes el fragmento de papel y ahora tus dedos también están manchados de sangre, está fría, pero no debería ser tan importante. Tu mano temblorosa extiende el papel, tan empapado del vital fluido, que es casi ilegible, salvo por algunas letras que leen claramente:

Thomas

Si hubiese algo más allí, ciertamente la tinta no había resistido a la sangre. Te descubres mirando la gota que se escurre por tu pulgar. Una gota completa, un aroma increíble. Una pequeña gota, nadie tenía por qué enterarse, nadie la había visto más que tú, y aquello no tenía por qué cambiar. El origen no tenía importancia, muerto o vivo, era muy tarde para lamentarse por la mala fortuna de aquel, y no había forma de hacer que volviese entre los muertos, menos en ese estado. A él, el antiguo dueño, no le importaría ya...

Notas de juego

Lanza Espíritu para resistirte a tus impulsos naturales (que no son peores porque no estás hambrienta, aún...).

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15/12/2017, 01:26
Inspector Lestrade

Camináis un poco. La zona está más viva que los otros lugares que habéis visto, algunos oficiales y otros detectives están allí. Todos os observan con cierta curiosidad. El policía os lleva que finalmente llama en voz alta -"Inspector". Casi de inmediato, un hombre en la entrada del callejón más cercano voltea a mirar. Tiene un aspecto maduro, de cerca de cuarenta años. No es particularmente alto, y camina con cierta prisa hacia vosotros. Su cabello castaño muestra algunas canas y un prominente vello facial arreglado en unas patillas souvarov y coronadas por un bigote. Sus ojos denotan cansancio, pero su mirada se mantiene firme. Lleva un abrigo largo y un sombrero de hongo. Mantiene una expresión neutra y abre los ojos cuando parece entender quienes sois. Lleva con él el archivo del Destripador que el doctor hubiese extraído del coche en su rápida huida.

-Ustedes deben ser las acompañantes del doctor Jekyll y Miss Harker- dice mientras se quita el sombrero y saluda con prisa. -Giles Lestrade, a vuestro servicio- dice rápidamente.- Vuestros compañeros están en el callejón examinando el cuerpo de la víctima. Ejem.- dice mientras se aclara la garganta y espera a que os presentéis, os examina con la mirada de forma más o menos metódica, sin variar su gesto, y finalmente se decide a hablar.

-Lamento si parece muy directo, pero debo preguntaros. ¿Tenéis el documento? Vuestros compañeros me han asegurado que vosotros lo traéis. Os pido disculpas por los inconvenientes que mis hombres hayan podido causaros, pero entendéis que este asunto debe manejarse con la mayor discreción. Bastante nervioso nos tiene más este asunto, y lo último que necesitamos es que la imaginación del público comience a regar el rumor del regreso de un peligroso criminal cuando se trata de un mero imitador depravado.- espeta con absoluta rapidez, mientras vuelve a ponerse el sombrero en la cabeza. -Y así como el doctor y miss Harker, espero que manejéis este asunto con el cuidado que se merece, y os reservéis los detalles de la investigación para vosotras mismas.- dice con un tono amable, pero tratando de parecer algo severo en su advertencia, o el intento de advertencia que hace.

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16/12/2017, 15:13
Doctor Jekyll
- Tiradas (2)
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18/12/2017, 02:34
Irene Adler

La mujer sonrió con el comentario de su compañera, pero no llegó a responderlo. También se guardó para sí su opinión sobre el posible asesino utilizando la niebla para observar el desarrollo de la investigación, aunque se quedó algo pensativa con esa idea. 

Llegaron junto a Lestrade e Irene estudió el rostro del hombre con un brillo curioso bailando en su mirada. Asintió con la cabeza. 

—Así es. Soy Irene Adler. —Tentada estuvo por un instante de dar cualquier otro nombre, pero el señor Holmes la había atado a ese papel que ahora el inspector reclamaba. Lo sacó del bolsillo interior de su chaqueta y se lo ofreció—. Mi acompañante es Marian Halcombe. 

Sus ojos abandonaron al hombre en cuanto él tomó el documento para otear a su alrededor en busca del mencionado callejón. Sin embargo, no tardó en volver a estudiarlo a él. El inspector había asegurado sin lugar a dudas que se hallaban ante un imitador, lo contrario de lo que había dicho el señor Holmes. De repente sintió interés por esa diferencia y crecieron las ganas de ver la escena con sus propios ojos cuanto antes, para poder sacar sus propias conclusiones. 

Con la última recomendación del tipo, Irene amplió un poco más su sonrisa. 

—Oh, no debe preocuparse por eso. Le aseguro que nos reservaremos los detalles para nosotras mismas. 

Miró a Marian un breve momento antes de echar la mirada de nuevo hacia el callejón. Y con una graciosa inclinación de su cabeza hizo ademán de empezar a moverse hacia allí, en busca de sus otros dos compañeros. 

—Si no le importa, nos gustaría ver la escena cuanto antes. Con esta lluvia cada minuto es importante, ¿no es así?

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20/12/2017, 00:14
Mina Harker

Mina no sabía si se arrepentiría de colocarse a la altura de su compañero para examinar el cadáver, pero algo en su interior que latía con fuerza le decía que sí. Ni el frío aire nocturno ni la escena sacada de las peores pesadillas de un demente le provocaban la misma intranquilidad que le producía ver la sangre desde tan cerca, como si una batalla continua se desatase en su interior con dos bandos claros y sin ningún ganador aparente.  Por mucho que quisiera dejar su humanidad a un lado –irónico ya que se la habían arrebatado tiempo atrás- y aunque adquiriese la postura más científica posible para la evaluación de la pista que tenían delante de sus ojos, al final esa oscuridad en su interior resultaba más pesada que nunca en ese tipo de situaciones.

Decidió obviar todo lo que iba desde el cuello para abajo porque la imagen por sí misma resultaba aterradora e innecesaria. Así, con la mirada analítica y tocando lo menos posible comprobó que había algo en el rictus del cadáver que no le encajaba; una pieza del puzle colocada de un modo diferente a las demás, incitándola a levantarla para desvelar el misterio. Apretando su mandíbula en un gesto inconsciente llevó su mano derecha hasta la boca del difunto que nada podía hacer por resistirse a las caricias de dos extraños, e introdujo sus finos dedos por la fina curvatura que dibujaban sus labios.

¿Qué es esto?- se preguntó mientras notaba algo entre sus dedos además de la viscosidad propia de un lugar húmedo como era una boca humana. Lentamente extrajo los dedos índice y corazón junto a un fragmento de papel arrugado que para nada cuadraba con la escena que tenían ante ellos.  Lo peor no fue indagar en el cuerpo de un muerto, sino lo que se había llevado con ella. Lentamente, de un modo que una persona normal no alcanzaría a visualizar, ella era más que consciente de que una frágil gota de sangre resbalaba en una lenta pero segura carrera por la cara interna de su dedo índice, llamándola con fuerza.

Mina tenía miedo de lo que el monstruo en el que se había transformado pudiera hacer. A cualquier hora. En cualquier lugar. A cualquier persona.  Incluso ahí, acompañada por el Doctor y custodiada por la policía, la  mujer sabía que resultaba un peligro para todos.  El desliz del líquido la atraía, llenándola de falsas promesas y haciendo que su interior rugiera pidiendo que liberase a la bestia. Solo un poco. ¿Quién iba a darse cuenta de ello? ¿Qué pasaría si hacía como si se rascaba la nariz? Nadie lo notaría. El secreto quedaría entre ella y su objeto de deseo.

No. No ahora- el lado más regio y cuerdo de su ser habló con una voz clara, acallando las otras voces. Era un riesgo innecesario porque ya tenía un alimento, y cuando uno se entregaba a la pasión costaba ponerle freno al momento. Se sacudió la mano un par de veces para terminar de desechar la idea –a fin de cuentas, muerto el perro se acababa la rabia- y desenvolvió el papel como si de algo muy preciado para ella se tratase. En realidad solo temía que se fragmentase si no lo hacía de la forma adecuada.

-Thomas- su voz sonó tan fría como el hielo.

Le entregó entonces la nota al doctor y se levantó, apartándose del cadáver pues nada bueno se le ocurriría a tan escasa distancia. Sacó entonces un pañuelo para limpiarse los dedos y apoyó suavemente su espalda contra la pared. No pudo evitar pensar que, en otras circunstancias y sin gente rodeándola, el final de esa escena habría sido mucho más macabro que el que le había dado hoy. Por suerte para ella, sus valores seguían resistiendo a la maldición. Por ahora.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Voy a dejar la tirada hecha y mañana escribo editando este post, así pienso en qué poner mientras me quedo dormida xD 

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21/12/2017, 21:46
Doctor Jekyll

Al retirar la sábana el doctor miró al cuerpo directamente a los ojos que, por suerte, estaban cerrados. Sintió el golpe de la sangre y la muerte en la nariz y una sensación recorriéndole en la piel, erizándosela por fuera y provocándole un escalofrío por dentro. Creía que estaba preparado para aquello. No era la primera vez que veía un cadáver, desde luego. Después de todo uno no se convierte en médico diseccionando animales. Sin embargo era la primera, salvo en aquella imágenes del informe, que veía algo así.

Tras dejar sus ojos las pupilas de Henry Jekyll buscaron el suelo mientras tomaba aire. Sentía algo revolverse dentro de él, algo contundente y al mismo tiempo viscoso, y sabía que no era momento ni lugar para dejar que ganase terreno. El otro estaba disfrutando, desde luego, y de no haber sido tan egocéntrico quizá incluso viendo en aquella obra a un igual. Pero Henry Jekyll no podía permitirse nada de eso.

Pasó algunos segundos así, a la espera, antes de llevar los ojos a la herida del cuello y luego a la otra. Quien había hecho aquello se habían ensañado, de eso no había duda. Cualquiera de esas lesiones habría bastado para matar a un hombre, pero quien fuese no se había contentado con eso.

Antes de proseguir el doctor llevó la mirada hacia su compañera, queriendo ver cómo se encontraba. Sin duda la imagen había sido impactante también para ella. Asintió, disponiéndose a comenzar con el trabajo que habían ido a hacer, y dio un repaso por el torso y el suelo.

Esa sensación viscosa dentro de su cabeza volvió. Sintió el frío en su cráneo, dentro de sus orejas en forma de gélido y maloliente susurro, la satisfacción... E incluso llevó una mano a la caja que le habían entregado, en el suelo, sólo por si acaso necesitaba recurrir a ella. Cerró los ojos de nuevo e inspiró e exhaló lentamente, intentando que esa presencia retrocediera al menos unos pasos.

No lo consiguió. Y prácticamente se sintió perdido. Apretó los dientes, conteniéndose con todas sus fuerzas, y cuando se dio cuenta notó el sabor de la sangre en la lengua. Había mordido su propia mejilla y había llegado a herirse prácticamente sin darse cuenta.

El sabor metálico de la sangre duró sólo un momento y sirvió para que aquella presencia se retirase un poco. No tuvo que ver con la sangre en realidad, sino con la victoria que había supuesto para el otro llevar al buen doctor a ese punto. Porque él sabía la verdad: que la guerra se ganaba en la última batalla, no en la primera, y que todo acababa de empezar.

Para cuando el doctor se encontró en disposición de continuar decidió recurrir a los bolsillos del muerto. Eso le traería menos dificultades. 

Encontrar aquella moneda supuso una pequeña victoria. No sobre la policía, ni mucho menos, sino por sentir que aquello había servido para algo.

—Un franco francés —informó a los presentes.

A punto estuvo el doctor de quedar de nuevo obnubilado por aquello que tenían delante. Por suerte la imagen de Harker metiendo su mano en la boca del muerto fue lo suficientemente llamativa para captar su atención. Vio con sorpresa cómo ella sacaba algo de la boca del difunto y parpadeó, volviendo a la realidad como si de repente acabasen de vaciarle un cubo de agua sobre la cabeza.

Tal y como ella había hecho el doctor Jekyll se puso en pie y se apartó del cuerpo, observando la nota. Lo cierto es que la mente del doctor en ese instante seguía atrás, en el cadáver que tenía a la espalda, pero se agarraba como podía a pensamientos racionales para apartar esa imagen de su cabeza. Lo único que podía sacar de manera inmediata de lo sucedido era que el peligro estaba cerca. Le había costado vencerlo. Quizá la siguiente vez no tuviera tanta suerte. Aunque siempre estaba aquella cajita, claro. Sin embargo si podía conservarla lo suficiente como para que esta acabase intacta en su casa, mejor que mejor.

Había algo que sí podía concluir: que el trabajo de la policía era, cuanto menos, dudoso. Habían encontrado cosas inesperadas en el cuerpo, pero eso significaba menos si no sabían si otras veces estaban allí.

—¿Se encuentra bien? —preguntó a su compañera en voz baja, aprovechando para secar las gotas de sudor frío de su frente con el puño de su chaqueta.

Notas de juego

Pego aquí la tirada que hice antes para que Mina la vea. xD Editaría mi post para escribir, pero está antes que el suyo.

Tirada de Protagonista

Motivo: Espíritu

Dado principal (1d6): 3 = 3

Dado salvaje (1d6): 1 = 1

Total: 3 = 3

Dificultad: 4

ResultadoFallo

Tirada de Protagonista

Motivo: Espíritu 2 (Un beni menos)

Dado principal (1d6): 4 = 4

Dado salvaje (1d6): 2 = 2

Total: 4 = 4

Dificultad: 4

ResultadoExito

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22/12/2017, 04:55
Narración

El pedazo de papel que te pasa Mina parece haber sido rasgado de una esquina. Está húmedo y en su mayoría empapado en sangre, sin embargo, todavía es posible leer una palabra caligrafiada en cursiva, de forma rápida y con tinta negra, mientras el resto parecía haber sido borrado debido a la sangre absorbida por el fragmento de hoja. Lo único que es legible es un nombre:

Thomas

El resto del mensaje, si es que existía debido al espacio rojizo frente a la solitaria palabra, parecía simplemente irrecuperable. Pero al menos era otro indicio más que llegaba a vuestras manos.

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22/12/2017, 05:20
Narración

El inspector toma el documento y lo examina rápidamente. Murmura algo, mientras sus ojos se deslizan de izquierda a derecha sobre el papel, para luego sonreír con un toque de amargura. Luego lo regresa con suavidad a Irene, y asiente dándose por satisfecho de sus credenciales sin más. 

-Claro que sí, claro que sí- responde Lestrade al comentario. -Por aquí, síganme- dice mientras comienza a caminar en dirección al callejón. No parece caminar con mucho ahínco, pero tenéis la impresión de que pronto descubriréis el por qué. Sin embargo, antes de doblar la esquina, se gira un momento mirando a Irene y menciona con suavidad. -¿No le conozco de algún lado Miss Adler?- parece pensativo, pero tampoco insiste demasiado en el tema. Aquí, con una mezcla de caballerosidad y reticencia, les invita a entrar primero en el lugar.

Camináis un poco y veis de frente el bulto a medio descubrir y al doctor Jekyll y a Mina, el primero agazapado junto al cuerpo, examinándole, y la segunda de pie, su espalda contra la pared, limpiándose las manos con un pañuelo y un aire severo. Hay un par de personas cerca, pero sus miradas parecen evitar el cadáver, y cuando os acercáis lo suficiente, entendéis la razón. Aquella pobre víctima había sido profanada de la manera más violenta y sanguinaria: Su rostro está convulsionado en un rictus de dolor, sus ojos cerrados con cierta fuerza, y su boca entreabierta, como si se hubiese ahogado en su propia sangre a juzgar por los propios rastros rojos en sus labios y lengua. La razón es más que evidente, hay una profunda y larga herida que va de lado a lado a la altura del cuello, pintada de un carmesí, y con un profundo olor férreo. El macabro paisaje se extiende aún más allá: A la altura del triángulo del cuello comenzaba una segunda herida, justo bajo la que está en la garganta, pero que recorre el cuerpo de forma vertical por todo el tronco y hasta el vientre bajo. Una herida abierta y roja, con la sangre no aún seca del todo, y el instrumento que la causó no sólo había atravesado piel y músculo, sino las mismas fibras de una camiseta rota que caía a ambos lados del torso. Y, a través de aquella grieta, podéis ver las vísceras de aquel miserable, como si hubiesen sido haladas con gran rencor, dejándolas a medio asomarse, y de forma desordenada y antinatural, a vista de vosotros. Si había un Dios misericordioso, como aquel del que hablaban los cardenales desde su púlpito cada domingo, ciertamente no estaba allí presente, y no había hecho nada por proteger a aquel desgraciado de una funesta fortuna.

La sola escena es capaz de revolveros el estómago y haceros palidecer. Porque, ciertamente una cosa es leer o escuchar de los actos de aquel maniático, y la otra es ser testigos directos de su obra, y entender aquel mote de "Jack el Destripador" ante aquella carnicería, capaz de helar la sangre del más valiente, y llenar de temor y horror los corazones de hombres y mujeres. Incluso Mina y el Doctor, que apenas se percatan de vuestra presencia, parecen afectados y nerviosos, sobrecogidos por sus propias impresiones y bastante menos tranquilos que en el coche. Pero tampoco se necesitaba ser el gran Sherlock Holmes para entender el por qué de sus sombrías expresiones.

Notas de juego

Lanzad Espíritu las dos. Fallar tiene consecuencias. (Y en la respuesta, incluid a vuestros compañeros).

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22/12/2017, 05:50
Narración

Ambos os encontráis lidiando con vuestros propios demonios. El doctor aferrándose a su caja, examinando el papel, Mina contra la pared, fría, limpiando la sangre de su mano de forma meticulosa y abnegada. Un grupo de pasos llaman vuestra atención y os encontráis con una pequeña comitiva, encabezada por Irene, Marian y en la retaguardia, el buen Lestrade. La primera parece impaciente y observa el lugar con inmensa curiosas, la segunda se mueve con más serenidad, cojeando con expresión neutra, y el inspector simplemente anuncia ceremoniosamente -vuestras compañeras están aquí

Sin embargo, la atención de ambas es atraída casi inmediatamente por el cuerpo. Palidecen de inmediato y su expresión se torna más severa ante la impresión. Casi podéis ver reflejados vuestras propias reacciones en ellas, aunque ciertamente dudáis si guardan demonios similares a los que escondéis cuidadosamente vosotros.

El único que evita expresamente ver el cadaver es Lestrade, quien simplemente se gira para encarar a Mina y su mirada pasa por encima del Doctor sin más. Su rostro transmite una interrogación, pero al parecer se cuida de expresarla en voz alta por el momento; dándoos un poco de libertad para que habléis con vuestras camaradas recién llegadas.

Notas de juego

Podéis marcar a Irene y a Marian. Ahora, a actualizaros mutuamente :P

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25/12/2017, 23:53
Marian Halcombe

El sonido y aromas de Londres colándose por las ventanas del carruaje seguían igual de presentes, y es que en realidad no se habían ido. Olía a pestilencia y humedad, esa humedad que se filtra por los muros de las casas o la humedad de una ropa que no se termina nunca de secar.

Asintió en silencio a las palabras de Irene, no creyendo necesario tener que reafirmar un algo que para ella resultaba obvio y estaba lejos de toda discusión. ¿Realmente era necesario ser tan majadero con el tema de la discresión? Si la mismísima corona les había confiado esa tarea era porque la discresión y seriedad de todos estaba lejos de ser cuestionada, mas nada dijo porque hacerlo les haría perder tiempo innecesariamente, y ya suficiente habían perdido intentando convencer a esos hombrecitos de mentes obtusas. Estaban a contrareloj y no podían darse el lujo de perder más.

Al permitírseles acercarse, el renqueante andar de Marian la llevó directo al bulto. Cuando su mirada se cruzó con la de Mina, la saludó con una inclinación de cabeza y enseguida se concentró en observar el cuerpo que yacía semicubierto sobre los sucios y fríos adoquines. De pie junto al cuerpo, lo examinó visualmente e hizo lo mismo con el entorno. La imagen era grotesca sin duda, mas no se mostró especialmente impresionada, aunque no por ello su rostro dejó de palidecer. Una mujer cualquiera giraría el rostro visiblemente afectada, se cubriría la boca con un pañuelo perfumado e intentaría controlar los deseos de vomitar, aunque lo más seguro es que se desmayase debido a la impresión. Pero Marian no era una mujer cualquiera, ni tampoco lo eran Mina e Irene, mucho menos el doctor.

—He visto el hacer de más de un carnicero a lo largo de mis años, incluso yo misma he ayudado a faenar terneros y corderos, pero jamás había visto algo como ésto, ni el peor de los carniceros es tan desalmado.

Pudo decir como Jack "El Destripador", pero mejor era omitir la mención de ese nombre, no sólo por el revuelo que causaría incluso entre los mismos oficiales, sino porque si llegaba a oídos indiscretos sembraría otra vez el terror en las calles de Londres.

- Tiradas (1)
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26/12/2017, 19:06
Irene Adler
Sólo para el director
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27/12/2017, 23:57
Irene Adler

Los pies de Irene cosquilleaban con la impaciencia de llegar al callejón cuanto antes, pero se forzó a contenerla cuando el inspector se giró hacia ella. Ralentizó sus pasos por un instante para dibujar una expresión pensativa en su rostro mientras analizaba los rasgos del hombre como si no los hubiera guardado en su mente hacía tiempo. Finalmente, se encogió graciosamente de hombros en un gesto ligero y esbozó una sonrisa algo enigmática. 

Tal vez —respondió sin llegar a responder, al reanudar de nuevo el ritmo de la caminata.

Su sonrisa se desvaneció en cuanto puso un pie en la escena de aquel crimen horrendo. Sus labios se apretaron en una fina línea y su mirada se afiló cuando sus ojos que parecían más grises que verdes bajo la lluvia cayeron sobre el cadáver. No los dejó ahí más que el momento breve que necesitó para registrar la masacre que se había cometido con aquel hombre, pues ese cuerpo no se iba a ir a ninguna parte y la imagen de Mina limpiándose los dedos le parecía reveladora. Así, de él pasaron al suelo y empezó a moverse analizando los alrededores, suelos, paredes, escondrijos y lugares de fuga, en busca de alguna información que corriese más peligro de perderse en la corriente de agua que discurría entre los adoquines. Intentaba recrear en su cabeza un plano mental de lo que había sucedido allí horas atrás. 

—¿Han encontrado algo? —preguntó mientras sus ojos saltaban de un lugar a otro, sin detenerse en sus compañeros por el momento.

- Tiradas (1)
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28/12/2017, 02:41
Doctor Jekyll

Los ojos del buen Henry Jekyll parecían pendientes de su compañera. No parecía que mirase a Harker como un hombre solía mirar a una mujer como ella sino de una forma más empática y desde luego menos directa. Sin embargo la llegada de las otras dos mujeres interrumpió el momento y él no supo muy bien qué hacer o qué decir.

Presentar el cuerpo, desde luego, no era necesario. Tanto el muerto como sus heridas estaban bien visibles. Hizo un gesto de despedida a su interlocutora, aunque no como si realmente fuera a marcharse, y luego dio un par de pasos hacia Halcombe y Adler.

Al doctor no le pasó inadvertida la entereza de la primera, ni tampoco cómo la segunda sabía mantener la compostura. No hizo, sin embargo, ninguna mención a ello. Se sentía en ese instante poco amigo de las palabras. Aún así sabía que debía ponerlas al día, y la pregunta de Adler le dio pie. Probablemente tiempo atrás habría sido la educación la que le habría hecho tomar la palabra en lugar de dejar que Harker lo explicase. Esa noche, en cambio, fue cierta deferencia.

—En... —comenzó. Hizo un gesto hacia el cadáver sin llegar a mirarlo de nuevo—. En el bolsillo del muerto encontramos una moneda. Un franco francés —expuso hablando en plural antes de pasar tanto al singular como a lo escabroso—. Y en su boca la señorita Harker encontró esta nota —dijo tendiéndoles un pedazo de papel pequeño y manchado de sangre—. En un lugar más iluminado y tras secarse el papel quizá pueda entenderse mejor.

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28/12/2017, 13:19
Mina Harker

El pecho de Mina se había quedado parado mientras su fuego interno luchaba por consumirse y dejarla tomar el control de sus acciones. Thomas. ¿Qué significa ese nombre? Su mente viajó hacia las pistas que él y su compañero, el doctor, habían encontrado. Cruzó su mirada con él en una complicidad de quienes estaban metidos en un asunto complicado y peliagudo. Sus fríos labios dibujaban una mueca seria y analítica aunque ahora ya no observaba el cadáver. Pareciera más bien que ella batallaba contra algo invisible que quería consumirla sin llegar a conseguirlo.

La voz del inspector la sacó del ensimismamiento en el que se encontraba y la mujer se peinó el cabello con sus dedos mientras sus compañeras entraban en la escena. Ambas con un aire diferente al que se podía observar en personas normales, o quizá es que ella les atribuía un aire especial sabiendo que todos habían sido llamados por el mismo ente.  Mina asintió ante la apreciación de la señorita Halcombe: ese crimen era obra de un monstruo, uno diferente al que ella misma era.  Irene, sin embargo, preguntó si habían encontrado algo.  Por suerte el bueno del doctor se adelantó a responder por ambos, aunque sin terminar de concretar.

-Es un nombre. Puede ser el de la víctima, o el de la siguiente.  Desde luego no es algo casual puesto que la víctima tenía el papel dentro de su boca. A mi parecer es más probable que el asesino se la hubiera introducido y no que él tratara de proteger algo tan innecesario- concluyó. Tras decir eso se alejó algo más para dejar espacio a sus compañeras por si estas quisieran mirar algo. Además, la presión que le provocaba la escena no era positiva para ella. 

Notas de juego

Disculpad la calidad del post, pero estoy escribiendo con prisa porque las vacaciones no me han dejado tiempo xD 

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28/12/2017, 21:03
Doctor Jekyll

Mientras esperaba a que las recién llegadas evaluasen la nota el doctor Jekyll les tendió también la moneda que habían encontrado. Escuchó entonces las palabras de su compañera y su ceño se arrugó. Por un instante creyó que no había oído bien y antes de empezar a hablar se frotó la frente con la mano, indeciso. En ese punto de su vida corregir a otras personas le daba un marcado reparo, aunque sólo fuera por evitar las confrontaciones. Sin embargo aquello parecía demasiado importante como para dejarlo correr.

—Señorita Harker... —murmuró mientras ella se alejaba y dio unos pasos para darle alcance. Esperaba que aquello quedase sólo entre ellos dos, los cuatro a lo sumo—. Según el informe Thomas es el nombre del hombre al que perseguían por ser el asesino de tantas mujeres, el que se supone que ha cometido también este crimen. Thomas Neil Cream.

Henry Jekyll achacaba aquel desliz a la turbación por la visión del cuerpo, desde luego. Eso y la misión que tenían por delante, estando incluso por encima de la policía, pondrían de los nervios a cualquiera.

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28/12/2017, 22:13
Narración

El pedazo de papel que muestra el doctor parece haber sido rasgado de una esquina. Está húmedo y en su mayoría empapado en sangre, sin embargo, todavía es posible leer una palabra caligrafiada en cursiva, de forma rápida y con tinta negra, mientras el resto parecía haber sido borrado debido a la sangre absorbida por el fragmento de hoja. Lo único que es legible es un nombre:

Thomas

El resto del mensaje, si es que existía debido al espacio rojizo frente a la solitaria palabra, parecía simplemente irrecuperable. Pero al menos era otro indicio más que llegaba a vuestras manos.

Lestrade, con aire abochornado y sorprendido tiene que tomar unos instantes para organizar sus pensamientos antes de hacer algún comentario. -Ajum... vaya que habéis aprovechado el tiempo- dice mirando al doctor y a Mina. -La moneda no es interesante, por esta zona transitan marineros y comerciantes, un franco no es para nada inusual, pero el papel...- dice mirando fijamente el pedazo de papel en manos de Marion. -Es como dice el doctor. Nuestro imitador conoce la verdadera identidad del... destripador- dice bajando mucho la voz-... y ha dejado una firma. Algo que el mismo Cream no hizo nunca. Este método es muy crudo, muy infantil...- añade algo presuroso, quizás con la intención de dejar en claro que aquel descuido le podía pasar a cualquiera, incluso a la Scotland Yard.

Al mismo tiempo, Irene se pone manos a la obra y comienza a observar el callejón con cuidado, húmedo y estrecho, caminando hacia la pared del final del mismo y de regreso, buscando pistas, por lo que podéis concluir. Se agazapa finalmente y comienza a examinar las paredes y el suelo hasta detenerse en una porción durante unos instantes.

Notas de juego

Usad este tiempo para discutir lo que tenéis.

Marion, puedes lanzar Investigar para tratar de hallar pistas, o Medicina para examinar el cuerpo de forma más forense. 

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28/12/2017, 22:42
Narración

La lluvia y la presencia de la Scotland Yard parecía hacer de la tarea de buscar pistas extremadamente difícil. Supones que cualquier indicio evidente, por más que la eficiencia de los oficiales pudiese ser puesta en duda, habría sido recolectada y catalogada diligentemente y Lestrade os habría informado de la misma. Y cualquier pista menos evidente habría terminado a merced de la lluvia, de alguna pisada descuidada.

Pero tú no eras cualquier detective con un sueldo común y un deber contraído con la ley, tú te habías enfrentado al hombre más listo de Inglaterra, y quizás de Europa, y podías decir que no habías sido derrotada. Así que te agazapas y comienzas a buscar, y tras unos instantes, tu esfuerzo y perseverancia dan frutos. Una mancha pequeña y redonda en la parte baja de la pared, apenas visible y aún húmeda al tacto, aunque aquel sitio no había sufrido la inclemencia del agua completamente. Una pequeña gota de sangre.

Una salpicadura, que te permitía hacerte una imagen de lo ocurrido. El cuerpo mirando hacia la entrada, y con la gota casi a su lado, la única herida que podía haber ocasionado eso era la primera. Difícil era pensar que el atacante hubiese intentado primero herir con quirúrgica precisión de arriba hacia abajo el tronco de su víctima, así que lógicamente era el corte en la garganta. Un tajo rápido, preciso y violento que debió haber ahogado al miserable, mientras el asesino se había divertido a costas suyas. La sola posibilidad de que mientras el pobre se ahogaba en borbotones de sangre, su homicida empezaba a abrirle el vientre y a torturarle en sus últimos instantes de vida era sobrecogedora. Nada en aquel crimen parecía demostrar un solo indicio de humanidad, ya fuese el original o el imitador, aquello era la obra de un monstruo.

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30/12/2017, 21:03
Marian Halcombe

Marian, que aún sostenía el papel ensangrentado entre sus manos, se preguntaba por qué el papel estaba rasgado. ¿Lo había dejado el asesino dentro de su boca o la víctima lo había introducido en una medida desesperada por ocultarlo de su verdugo? Si el imitador —todavía no se convencía de que no lo fuese—, en su intento por recuperar la nota había rasgado el papel, nada le impedía romper una mandíbula para recuperarlo... no viendo lo que le había hecho al cuerpo.

Caminó rodeando el cuerpo, observándolo con una entereza que tal vez muchos podrían calificar de frialdad, pero Marian era así y no dejaba que su sensibilidad femenina le nublara el juicio.

—¿No traía nada más consigo que esa moneda en el bolsillo? —preguntó tanto a Mina como al doctor, siéndole indiferente cuál de los dos le respondiera— ¿Sabemos su identidad? —los pensamientos de Marian fluían con rapidez.

La moneda ¿qué representaba esa moneda? En la milicia, la presencia de monedas en una tumba tenía un significado simbólico y dependiendo de su valor representaban que la tumba había sido visitada, que la persona que la dejó entrenó en el mismo regimiento que el soldado fallecido, que ambos sirvieron juntos o que el soldado que la dejó estuvo con el difunto en el momento de su muerte. Con el pasar de los años esta tradición se había ampliado a quienes no eran militares, y las personas dejaban una moneda de cualquier valor simbolizando que pagaron sus respetos. ¿Implicaría esa moneda que víctima y victimario eran cercanos o conocidos?

Marian se cruzó de brazos y apoyó la barbilla en suavemente en el dorso de la mano que aún sujetaba la nota. Algo seguía haciendo ruido en su cabeza. «Al enterrar a sus muertos, los griegos les colocaban una moneda debajo de la lengua y otras dos distribuidas en cada ojo para que pudieran pagar a Caronte, el llamado “barquero del Infierno”, y los cruzara al otro lado del río Aqueronte, permitiendo así que sus almas llegaran al Hades y no permanecieran vagando en pena durante cien años, hasta que Caronte decidiera llevarles gratis.»

Las palabras de Lestrade la sacaron de sus pensamientos. Marian miró fijamente al inspector y negó sutilmente con la cabeza, no estaba de acuerdo con sus conjeturas, ahí había algo más y ellos habrían de descubrirlo.

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31/12/2017, 06:32
Irene Adler

Apenas un par de breves vistazos hacia el doctor y la señorita Harker indicaron que Irene estaba estaba pendiente de sus palabras aunque pareciese a simple vista no estar prestándoles atención. Los ojos de la mujer recorrían el callejón, deteniéndose en diferentes lugares de paredes y suelo hasta que, finalmente, terminó por agacharse junto a una pared para observar algo ladeando la cabeza. 

Cuando se puso en pie lo hizo con los labios apretados en una fina línea. Irene era una mujer extremadamente inteligente, pero le resultaban más comprensibles las pasiones que la deshumanización. Era sencillo para ella manejar las emociones humanas yendo un paso por delante, pero la imagen del asesinato tomando forma en su mente le resultaba sobrecogedora. 

Dio algunos pasos para volver junto al resto y su ceño se frunció un poco mientras observaba el franco y el papel que sus compañeros mostraban. Lo curioso de la moneda no era su procedencia, menos estando en un puerto, sino su soledad. Un puñado de ellas podrían no haber significado nada. Una sola era un mensaje. Como lo era también el papel que contempló por encima del brazo de Marian. «Thomas». ¿Una firma? ¿Qué necesidad había de firmar aquel acto si no se trataba de una flecha para indicarles dónde mirar?

Todo aquello se le antojaba un puzzle en el que las piezas apuntaban hacia una evidencia que no encajaba con el dibujo de la caja. Sin la seguridad del señor Holmes, ella también habría asegurado que aquello era obra de un imitador bastante torpe. Pero ese contraste entre el representante de la reina y el de Scotland Yard la inquietaba, como una nota disonante en medio de un arpegio habría molestado a su oído o la puerta de un armario entreabierta en una cocina a su ojo. 

—Son mensajes —dijo con su voz aterciopelada, conteniendo para sí las dudas que cosquilleaban en su estómago—. Todo aquí está cuidadosamente preparado, nada está dejado al azar. 

Alargó la mano para tomar el franco que el doctor ofrecía y lo examinó más de cerca. El asesino quería decirles algo dejando allí esa moneda, en ellos quedaba deducir el qué. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo tirada por adelantar, pero si no viene al caso, ignórala :3.

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31/12/2017, 20:23
Narración

Conjeturas se formaban en tu cabeza. Pero había tantas posibilidades, que al final lo que necesitabas era encontrar más pistas, más indicios. Ni corta, ni perezosa, te arrodillas con cuidado usando tu bastón, y te aprestas a examinar el cuerpo más de cerca. ¿Quién era este hombre? si Lestrade supiese su identidad, seguramente os la habría dicho. Examinas su piel, ignorando la sangre y el olor áspero y nauseabundo de sus heridas abiertas. Si su identidad os eludía, quizás pudieseis determinar su profesión de alguna manera. Sus ropas son holgadas y no muy lujosas, por lo que no parecía nadie precisamente de la alta sociedad. De hecho, esas vestimentas eran más propias de marineros y bohemios, y eso parece reforzar que su presencia justamente allí en el puerto tenía que ver algo con lo que hacía para vivir.

Tomas con suavidad sus manos y las revisas. Estaban acostumbradas al trabajo duro, seguramente. Cargar cosas y labores que requerían un esfuerzo, pues estaban llenas de cortes y su piel se sentía dura. No era exactamente callo, pero estaba claro que aquel pobre hombre no había sido ajeno a usar sus manos. ¿Atar cuerdas, transportar cargas pesadas? Era la explicación más sencilla y sin embargo encajaba en primera instancia. Sin embargo, y aunque no podías explicarlo, sus manos podían estar más trajinadas que eso. Algo adicional llama tu atención: observas con cuidado entre las crestas de las yemas de sus dedos de la mano derecha y entre las divisiones pequeñas y apenas notables del dorso de la misma, cerca a la muñeca:  hay pequeñas y casi invisibles manchas negras entre ellas. Sospechas que pueda ser manchas de salpicadura de tinta negra y que, a pesar de la humedad, persisten ante el ojo penetrante. La explicación más sencilla que se te ocurre por ahora, es que ese hombre había escrito algo, probablemente antes de salir a dar el paseo que acabaría en tan horrorosa muerte.

Luego, te dedicas a examinar el aspecto general de su piel en los brazos y el tronco: subes un poco la manga de los jirones de su camisa y analizas con mirada penetrante. Su piel guardaba el mismo tono. Tienes que pensar esto unos instantes. Si era un marino, dándole crédito por ahora a dicha hipótesis, trabajaba en barcos que seguían rutas comerciales en el norte de Europa, donde el sol es suave y escaso, o al menos no había pasado suficiente tiempo en otras zonas. Una posibilidad era el atlántico norte, en navíos que  pasaban por el mar de Escocia o en barcos que iban hasta Noruega y Dinamarca, en donde los vientos son fríos. La segunda posibilidad era el norte de Francia, desde Paris o Bretaña, en donde el sol es escaso y el clima más templado. Y esto parecía ser consistente con el franco encontrado con el doctor. Pero la ausencia de otras marcas en su piel, como tatuajes o cortes, sigue pareciéndote por sí misma digna de atención. ¿Quizás era un marino que no llevaba mucho tiempo en la profesión? ¿Un novato probando suerte que había tenido la mala fortuna de acabar en las garras de Jack? 

No estabas del todo convencida. Te levantas con una de las puntas de la sábana y descubres el resto del cuerpo hasta revelar sus piernas. Caminas hasta sus pies y te arrodillas. Examinas sus suelas de sus zapatos y entonces la conjetura toma más fuerza: hay muy poca o nada de tierra allí. Y con el clima otoñal de Londres, las constantes lluvias y el lodo omnipresente en las calles, debería tener más tierra o barro seco allí, o manchas en la manga de su pantalón, que por demás estaba sólo húmedo, pero limpio. Y las únicas personas que podían caminar por Londres sin ensuciarse así durante esta época eran los que no habían estado en Londres, o en tierra firme continental. Mueves un poco sus zapatos para verificar que le ajustan bien y concluyes que es poco probable que alguien los haya cambiado. Sí, todo parecía indicar que la víctima estaba hasta ahora pisando la ciudad y que, si tu intuición no te fallaba, había pasado el resto del tiempo en un barco.

Notas de juego

Te dejo los resultados de tu megatirada para que tengas cosas que decir el jueves. Asegúrate de describir las acciones que te he dicho aquí para que los demás sepas que has revisado.