Partida Rol por web

Me siento dolorida por el torpe golpe de la caída, pero no es momento para detenerse en eso. Parece que el ciervo ha escarmentado, y de ser así nos habríamos librado de la amenaza, al menos de momento, pero no puedo dejar de lado la vacía sensación de mi estómago.

Así que en lugar de esperar para ver si el ciervo se va, tomo la iniciativa y, sin dejarme desalentar por el anterior fallo, ataco de nuevo.

Tu último intento por golpear al animal se tuerce en un giro extraño del brazo con el que sujetas la lanza y no llega a acertar, dejando libre el paso del ciervo que trata de huir, dolorido y sangrando bastante, hacia el lugar donde visteis por última vez a su pequeño cervatillo.

La cojera de la pata es visible pero, aún así, esos animales están acostumbrados a correr a grandes velocidades, así que incluso malherido es capaz de dejaros atrás en lo que dura un suspiro. Tu estómago ruge como si estuviera enfadado por dejar escapar semejante pieza de comida, pero tu mirada se levanta para observar cómo Walter hace ruidos raros con la garganta antes de tratar de vomitar algo, aunque sin tantos días sin comer en condiciones apenas consigue nada.

Ya que no puedo hacer nada más respecto al ciervo, me centro en el problema más acuciante. Me arrodillo al lado de Walter mientras deslizo la mochila por el hombro para dejarla delante de mí y abrirla. 

-¡Walter! - no dejo de llamarlo mientras me muevo, esperando alguna respuesta. Saco la botella de agua y algo con lo que limpiarle la boca para intentar hacerle tragar algo de agua-. Dime qué te ocurre para poder ayudarte, no entiendo por qué está sucediendo ahora esto... - La preocupación que siento por mi amigo me desborda, y un reguero de lágrimas se desliza por mis mejillas-. ¿Por qué está pasando esto? Todo iba bien, llegamos al lago, íbamos a refugiarnos en la montaña y tan sólo tendríamos que esperar para saber qué nos depararía el destino, sin enfrentarnos a nadie...- un escalofrío recorre mi espina dorsal, al recordar a la joven que había matado. Lo había hecho para proteger, aun sin resultado, al chico al que habíamos robado. Días atrás, quién hubiese pensado que sería capaz de hacer algo así... Y aquí me encuentro, delante de un amigo por el que no puedo hacer nada, esperando el momento de mi muerte, o la de los demás. Con una mano temblorosa, aún sollozando, me limpio las lágrimas y empiezo a darle golpecitos en la cara para ver si reacciona-. Vamos, te vas a poner bien, intentaremos cazar de nuevo, de una forma más segura, volveremos al lago, y no volveremos a pasar sed ni hambre. Pero tienes que ayudarme, te necesito.

Walter te mira, tiene los ojos rojos y encharcados en lágrimas y en las mejillas las pecas características de alguien que acaba de estar vomitando. Dejas tu mochila entre tú y él y sacas la botella medio llena de agua, dándosela a beber tras limpiarle la cara con uno de tus guantes, ya habría tiempo de limpiarlo en el lago.
Al mirar al suelo un momento te fijas en el extraño color que tiene lo que ahora lo adorna, lo que ha salido del estómag de tu compañero. Debería tener un color blanquecino debido a que no habéis comido nada en muchas horas, pero en realidad percibes un ligero color carmesí que te inquieta.

Sin embargo, a pesar de su estado, Walter enseguida se da cuenta de a qué se debe ese color:
- ¡Los frutos rojos que tomé! - exclama señalando débilmente al suelo antes de dejar que le des agua para beber.

Al levantar la vista te encuentra envuelta en un mar de lágrimas y, aunque se retuerce de dolor llevándose la mano al estómago, trata de sonreirte y de hacerte ver que más o menos intentará caminar por su propie pie.
- He estado mejor pero... creo... Creo que podré andar... - te dice con un hilillo de voz sorbiéndose unos pocos mocosy tendiéndote una mano para que le ayudes a levantarse.- Si me ayudas llegaremos antes.

Te das cuenta enseguida de que su respiración es más lenta de lo normal y, por tanto, también su pulso cuando aprietas su mano. Sigue manteniendo su otra mano sobre el estómago.

Me seco las lágrimas con una mano temblorosa. El oír hablar a Walter me calma el ánimo lo suficiente como para dejar de llorar, así como su revelación. ¡Sabía que no debía comerlos, por muy hambrientos que estemos! Pero no digo nada, ya que no serviría para arreglar la situación, tan solo estaría metiendo el dedo en la llaga.

-Nonono - Niego con la cabeza efusivamente, acompañando a mis palabras-. No estás para andar, además, ¿a dónde iríamos? Lo que necesitas es reposo, no ir dando trotes por ahí. Lo cual harás en unas horas, cuando te encuentres bien.

Sonrío tímidamente para insuflarle algo de esperanza, de la que yo misma carezco.

Walter sonríe levemente ante tu respuesta, él estaba dispuesto a intentar andar de vuelta al lago pero tampoco piensa llevarte la contraria, él sabe mejor que nadie cómo se encuentra.

- Bien, tampoco voy a negar que un descansito me vendrá bien, pero el dolor de estómago y el hambre me están matando... - confiesa el muchacho sin poder evitar poner muecas de malestar. Sin levantarse del suelo, se desplaza arrastrándose por el suelo hasta llegar a un árbol más o menos grueso y cercano. Una vez allí se coloca como puede con la espalda apoyada en el tronco dispuesto a pasar un mal rato aguantándose el dolor.

- No me moveré de aquí, Bost.- te dice en voz bajita cuando le sigues.

-Eso espero - Hablo con seriedad, pero seguidamente esbozo una sonrisa. Es la mejor forma de tratar la situación-. Me voy a dar un paseo, volveré en un par de horas. Espero que sigas despierto cuando vuelvas, no sería justo que durmieses la siesta sin mí.

Evidentemente, no estoy pensando en una siesta, claro que entenderá el mensaje igualmente. Recojo la lanza y me encamino detrás del ciervo, aunque a estas alturas tiene que estar lejos, puede que no haya resistido las heridas, o simplemente me encamine a otros animales. Merece la pena intentarlo.

Dejas a Walter apoyado en el tronco del árbol y decides aprovechar ese rato antes de que oscurezca para intentar encontrar al ciervo que hace pocos minutos que se ha escapado. Sin embargo, tu mente está distraída al principio y a pesar de que comienzas a buscar algunas huellas por la zona donde el animal estuvo peleando con vosotros, no eres capaz de centrarte y encontrar ni una.

Pero no te das por vencida tan fácilmente, a pesar de haber perdido un tiempo valioso sigues buscando, y sin alejarte demasiado consigues dar con un pequeño rastro de sangre. No es muy difícil saber que pertenece al ciervo grande al que conseguiste herir.

Con paso firme vas siguiendo el rastro, una vez encontrado ya no parece tan complicado, pero nadie dijo que fuese rápido, y te tiras más tiempo buscando un nuevo rastro para caminar en dicha dirección que andando. Cuando llevas cosa de hora y media o dos horas, o eso te parece a tí, vislumbras a lo lejos un pelaje marrón entre los arbustos. No cabe duda de que si no es el ciervo grande, al menos tiene aspecto de ciervo por el color.

Después de la mala suerte de la que estábamos gozando, por fin un poco de esperanza. Si atrapo al ciervo, tendremos comida para varios días.. siempre y cuando consiga cargar tanto peso.

Relamiéndome de antemano, avanzo con cuidado hasta la localización del animal. No tengo tiempo para detenerme a considerar si advertirá mi presencia, directamente actúo. Walter está esperando, y quiero comprobar que sigue bien.

Dejando a un lado el sigilo, pues además sabes que no es lo tuyo dada tu corpulencia, te acercas al ciervo que acabas de ver entre arbustos.
Haces ruido en varias ocasiones según te acercas y el ciervo se percata de ello quedándose atento a los sonidos, pero logras esconderte a tiempo de ser descubierta y enseguida llegas a escasos metros del ciervo y ves que es el grande, tiene las mismas heridas que le proporcionaste con tu lanza. No ves por ningún lugar cercano a la cría que con tanto ahínco protegía hace un rato.

Más vale mantener la calma y tratar de asegurar la presa.

En lugar de arrojar la lanza directamente, me dedico a calcular distancias, prever el efecto del viento y demás factores que pueden alterar el lanzamiento. Todo esto, mientras ruego para que el ciervo no decida irse antes de tiempo.

Una vez estoy preparada, arrojo con fuerza la lanza, más segura al respecto de mi puntería.

Te tomas un tiempo prudencial en calcular bien la distancia y la fuerza con la que arrojar el arma. Justo en el momento en que la lanza sale disparada en dirección al animal, este se gira y parece haberse percatado de tu presencia.

Sin embargo, el golpe que le provoca el arma en plena cabeza le impide echar a correr, huir de ti; veloz y mortífera la lanza consigue tirar al suelo al ciervo, y parece que el duro golpe ha acabado con su vida. Te acercas a comprobarlo primero con miedo, hasta que te das cuenta de que efectivamente ya no respira. Bajo su boca ahora hay un extenso charco de sangre, además de la que sale aún de las heridas que ya le habías provocado en el enfrentamiento anterior.

El problema vendrá ahora para cargar con el cuerpo del animal muerto, que pesa así más de lo que ya lo hacía en vida. Es bastante grande y al mirar un momento al cielo te das cuenta de que no tardará en anochecer. Quizá no llegues junto a Walter antes de que la luz del día de paso a la oscuridad nocturna.

Una vez has terminado con la vida del animal te sientes mejor pero a la vez peor. Supervivencia. Esto es lo que significa esa palabra: arrebatar una vida para vivir la propia un poco más.

Está claro que no vas a poder cargar con el cuerpo muerto del animal tú sola, así que dedicas un buen rato a cortar cachos de carne con la espada. Sin embargo, no sabes muy bien qué partes son las mejores, nunca has tenido que comer ciervo, y mucho menos trocear uno, así que te lleva mucho más tiempo del que pensabas y, para cuando quieres darte cuenta la noche está practicamente encima tuyo y comienzas a ver con dificultad.

Se hace de noche, y además del problema de no tener un refugio, se presenta el hecho de que Walter está solo, sin nadie que lo cuide encontrándose tan mal.

De cualquier forma, no puedo hacer nada por él, al menos esta noche. Tengo que preocuparme por mí misma en este momento, si quiero seguir con vida mañana y ayudarlo.

Me dispongo a buscar un refugio, tal y como hemos hecho las noches anteriores. Un buen árbol serviría.

Aunque precupada por Walter, pronto te das cuenta de que anochecerá antes de que seas capaz de llegar hasta él, así que echas a andar mientras buscas con la mirada un árbol que te parezca adecuado para dormir. Pero tras un rato te das por vencida e intentas crear un rápido refugio en el suelo, pero la tierra está húmeda y las hojas y arbustos mojados, así que no consigues nada.

Ya es de noche cuando intentas, como última opción, trepar a un árbol cualquiera. Pero el tronco está resbaladizo y, aunque al principio parece que logras subir bastante, te das cuenta tarde de que es muy peligroso y tus pies resbalan irremediablemente.
Te da tiempo a poner las manos por delante antes de llegar al suelo tras una larga caída pero en el último momento chocas también con la cabeza en la fría tierra. El dolor de cabeza que te atenaza a consecuencia de tan torpe caída es demencial, tanto que te quedas allí tirada durante un rato demasiado largo y la noche por fín invade el lugar.

Cuando despiertas de pronto un rato más tarde, aunque no sabes cuánto exactamente, escuchas algo extraño en la lejanía y miras hacia allí. A lo lejos, lo bastante como para que sepas que de momento no debes preocuparte, se vislumbra un incendio devorando parte de bosque, cerca de la enorme montaña que domina el norte.

Walter se queda dormido minutos después de que Bost se marche y cuando despierta de sopetón horas más tarde ya es noche cerrada. Mira a su alrededor algo asustado, buscando a su compañera sobre todo, pero no tarda en percatarse de que está solo y que ella no ha regresado aún y quizá no lo haga hasta el amanecer.

Se levanta con torpeza y dolorido y trata de trepar a un árbol cercano buscando un poco de protección pero las manos le resbalan y apenas es capaz de subir ni un metro. Cansado, dolorido y hambriento, se tumba junto al tronco, en la tierra húmeda, hecho un ovillo y trata de dormirse esperando que al amanecer Bost vuelva junto a él con algo que llevarse a la boca.

Parece que el día ha agotado todas mis fuerzas, porque nada de lo que intento da resultado. Después de un golpe que bien podría haber acabado conmigo, decido quedarme tendida en el suelo, a pesar del peligro que eso puede entrañar. Las luces que se observan bien podrían ser un incendio que se dirija en esta dirección, pero tras todo el estrés de los últimos días, decido que no me importa. Si tengo que morir esta noche, así sea.