Partida Rol por web

-Es... es precioso -musitó.

El cinturón brillaba con una etérea luz oscura, un halo de misterio se cernía sobre él. Quería tocarlo, sentía que ese cinturón era algo más mágico y misterioso de lo que podía imaginar. Sin embargo, no lo hizo, no lo tocó, tan sólo se dedicaba a contemplarlo con absoluta fascinación.

-Rubushka, ¿qué te dijo mi madre sobre él?, ¿cuál fue su legado?, ¿por qué lo custodias tú?, ¿qué relación tienes con el cinturón?, ¿qué se esconde bajo él?...

Titania no paraba de hacerse preguntas, pero no quería abrumar a la bruja, ella seguía mirando el cinturón que continuaba brillando. Se fijó en el enganche, en el Emblema Real, que relucía como una vez relució sobre todos los estandartes y tapices del Reino. Ver el escudo de la familia era como volver a ver loq ue fue su Reino, su casa, su madre... como si nunca hubiera pasado el tiempo, y la Corte de Inverno siguiera con todo su esplendor.

De nuevo una tentativa de coger el cinturón pasó por su cabeza, algo en ella le impulsaba a hacerlo, quería cogerlo y colocarselo en la cintura, pero otra parte le decía que no era tiempo de hacerlo.

La bruja observó cómo Annya se inclinaba hacia el cinturón y avanzaba una mano estremecida, pero incapaz de decidirse a tomarlo; sus facciones expresaban fascinación y un temor reverencial. Por unos segundos, a Rubushka le parecía estar volviendo a ver a la ingenua princesita que correteaba por los salones de palacio, despreocupada de los asuntos de Estado. Rechinó los dientes, controlando un acceso de nostalgia. Annya, en tanto, se había apresurado a lanzarle un torrente de preguntas. Aguardó hasta que se hubo calmado para comenzar a narrar, con dramatismo:

-Vuestra madre… Nuestra ama… El Señor de los Témpanos había caído sobre nosotros, despedazando a todos los paladines invernales. ¡Ah, qué horror! ¡Lo vi, lo vi! Fueron apenas unos segundos… ¡No, no quiero recordar! – Rubushka enterró el rostro entre sus manos, sacudida por sollozos. Consiguió reponerse un poco: - Antes del fatídico desenlace, Safne se desprendió del cinturón y nos conminó a huir con él de aquella plaza perdida: “Rubushka, nuestra más fiel servidora: entregádselo a nuestra ilustre heredera, a aquella que nos vengará y hará resurgir el reino”, esto nos dijo. ¿A quién iría a referirse sino a vos? –Hizo un gesto para remarcar esto último. Rubushka interpretaba los distintos papeles: - Pero nos negamos, la primera vez que desobedecíamos: “¡Jamás, mi reina, jamás os abandonaremos!” “No, Rubushka, debéis hacerlo: bien sabéis lo importantísimo que resultará este objeto para quien osare enfrentarse a este adversario.” “Pero vos, pero vos… ¡Sucumbiréis, son demasiados y mirad cuántos de los presuntamente fieles os han abandonado ya!” “¡Rubushka, idos ya, no nos decepcionéis!” Majestuosa hasta el final… Tuvimos que obedecer. A duras penas logramos escapar, quedamos muy maltrechas, todo este tiempo hemos intentado recuperar nuestras fuerzas – buscó un lugar para sentarse, haciendo gala de un hondo desaliento. Suspiró: - ¿Qué poderes posee exactamente el cinturón? Sólo podemos aventurarlo, por los efectos que apreciábamos en la labor de vuestra madre. Diríamos que proporciona protección frente a amenazas y solaz. ¡Eso es! Hace del reino una fortaleza y un santuario. – Miró solemnemente a la aprendiza de reina: -¿Aceptaréis ceñíroslo, Annya Titania Rhiannon?

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA.

MES DE FEBRERO.

El encuentro con la Bruja Rubushka fue de lo más interesante, provechoso y extraño de lo que la Titania había podido imaginar. Aquella vieja bruja le había entregado un cinturón, legado de su madre y ahora lo lucía con orgullo ceñido a su cintura. El cinturón le proporcionaba una especie de seguridad y confianza en sí misma excepcional y sentía como si todo el poder que poseía se hayase en su centro.

Conversaron largo y tendido las dos hadas. Hacía muchos años que Titania no trataba con nadie y al principio fueron bruscas sus palabras, pero a medida que transcurría la conversación las relaciones entre ambas fluyeron por sí solas.

Titania le explicó sus planes para con ella. Le pidió que se uniera a ella y al Reino Subterraneo del Diamante Negro. Que la apoyase y sirviese como una vez en el pasado ya hizo. Y le encargó una nueva misión, que intentase localizar a cuantas criaturas fieles a la Corte quedaban. Era una ardua tarea y Titania lo sabía, sabía que conseguir aliados era lo importante y más dificil si quería formar un reino. Por eso, la Reina le dió de plazo dos mes para decidir si la iba a apoyar en esto o no y para que empezase a llevar a cabo su misión, al cabo de ese tiempo, ella le volvería a visitar.

Pero durante todo este mes, Titania no se quedó quieta, en su mente rondaba otro nombre más. Un tal... Murusures que alguna vez había visto y oído bajo su carverna. Por eso, ahora mismo estaba caminando hacia su encuentro con él. Esperaba que, como la Bruja Rubushka hiciera, él también se le uniera a su causa.

Sin luz de exterior alguna y con el frío cogelador que le caracteriza a las galerías subterraneas, la Reina comenzó a llamarle con una voz atronadora.

-¡Murusures, Murusures, la Reina te reclama!.

RESULTADOS ENERO 950:

- La primera Acción Estratégica de la Reina Bruja Annya Titania Rhiannon ha sido reclutar a la Bruja de Río Rubushka.

- Rubushka ha empleado el mes en Ser Reclutada, mientras su Sprite Barbo Roggo recogía de las corrientes sus Ingresos Anuales del Año 950.

- Murusures y Betelgeuse no han hecho nada en especial.

RUMORES LOCALES:

- Este está siendo un invierno inusualmente tranquilo.

- Apenas se ven viajeros humanos.

- El Señor de los Lobos y el Troll de Roca Morg están tranquilos en sus respectivas madrigueras. - Morg no ha vuelto a comerse más feéricos desde su acuerdo con la Reina Bruja.

- Los feéricos invernales menores siguen escondiéndose en sus túneles y cavernas subterráneos sin querer relacionarse con la Reina Bruja, ni tampoco con Rubushka, Murusures o Betelgeuse.

- La Reina Bruja Annya Titania Rhiannon ha pasado mucho tiempo hablando con Rubushka y ésta le ha entregado algún antiguo objeto de poder junto con su lealtad.

El tiempo transcurre sin que nadie le ponga nombre, días, semanas y meses transcurren sin suponer un cambio para Murusures. Oculto en sus oscuros túneles, tan sólo los gruñidos de su estómago hambriento le obligan de vez en cuando a salir de su languidez y moverse, buscando una presa que le sacie. Los humanos son cada vez más extraños por los pasos, y los murciélagos y otras criaturas inferiores se han convertido en su presa.

Esta rutina está sin embargo a punto de cambiar. Un sonido penetra en su hogar, una voz tan gélida como el propio invierno. ¡una voz que reconoce!

-¡Murusures, Murusures, la Reina te reclama!

Su cuerpo se queda paralizado, como convertido en un bloque de hielo. Los ojos desorbitados, la boca abierta, tan sólo las puntiagudas orejas se agitan constantemente intentando captar los últimos ecos que todavía resuenan. Y entonces, termina.

Como impulsado por un resorte, sale despedido por la puerta a la máxima velocidad que sus piernas pueden desarrollar, sin que respondan a ningún pensamiento consciente. El sigilo y el instinto de supervivencia quedan olvidados en favor de alcanzar su meta.

Sus extremidades ceden en su presencia, las rodillas se hincan en el suelo y la frente roza la fría piedra. Intentando recuperar el aliento, en sus entrecortadas palabras se intuye un fervor casi religioso.

- Mi... ama. Mi reina... Bruja Annya Titania Rhiannon, hija... hija de la Reina Bruja Safne del Bosque del Invierno... yo, Murusures... vuestro más humilde vasallo...

El rostro de Murusures se distorsiona en una sonrisa que nadie alcanza a ver. Por fin había llegado. Por fin su vida tenía sentido.

La bruja contaba su botín en una de sus grutas favoritas, sentada en una roca, con los pies en remojo. De vez en cuando mordía una para comprobar si era legítima. Echaban muchas monedas falsas los viajeros, qué canallas, así cómo se les iba a cumplir ningún deseo. Otras veces se detenía súbitamente en su labor y se sumía en una hosca meditación.

La declaración de unos días atrás de la aspirante a reina enturbiaba su ánimo. Estaba en la duda. Dentro de dos meses recibiría de nuevo su visita o ella debería acudir a sus salones y dar una respuesta. Jamás habría esperado que le fuese a dar la posibilidad de elegir. Además, cuando se había puesto el cinturón en respuesta a su reto solapado, le había parecido en verdad que su porte era magnífico, el de una reina. ¿Qué decisión tomaría ahora la pobre de Rubushka?

Había intentado perfeccionar alguna habilidad durante este tiempo, pero no podía concentrarse lo suficiente. La idea de intentar comprar otra hija al granjero Corneliu Vadim, sin saber porqué, se le había antojado muy arriesgada. Además, hacía tiempo que no comía carne humana y eso debilitaba su cuerpo y su espíritu. Annya le había pedido que reclutase aliados, siervos del antiguo reino del diamante negro. Sin apenas advertirlo, se lanzaba a repasar mentalmente con cuántos sobrevivientes se podría contar:

“Veamos. Está el Troll de Roca Morg, una criatura enorme y letal que sembraba el pánico entre los feéricos antes de que la Reina Safne le obligase a sellar un pacto. A este mejor no molestarlo, no conoce a nadie. Recuerdo cuando acudí en compañía de un heraldo (y un amante de paso) para hacerle entrega de un mensaje. La bestia estaba asida a los pilares de un puente de roca que cruzaba una siniestra sima a la espera de incautos. Atrapó al desdichado Zian -cómo no echar de menos tus mandíbulas lascivas y tu gorro laboriosamente ensangrentado- antes de que pudiésemos pronunciar una sola palabra y le masticó la cabeza como si fuese un rabano. Vive en las cavernas profundas.

“En las montañas más cercanas habita el temible Señor de los Lobos, que tiene bajo su gobierno a estos animales; otro que sólo acataba los mandatos de la reina. Haría que su jauría me despedazase, como si lo viera.

“Está también Murusures, pero me da en la nariz que estará más que deseoso de unirse a la causa.

“Y luego está esa muchedumbre de invernales, en su mayoría débiles, cobardes y relativamente jóvenes que se retiraron durante la guerra a las cavernas inferiores; eran unos críos en aquel entonces, incapaces de luchar. Carecerán sin duda de disciplina.

“¿Y este afán por colaborar para acrecentar la gloria de la princesita, Rubushka, querida? ¿Me lo quieres explicar?

“Supongo que tiene que ver con lo harta que estoy de comer pescado. Y con todos esos humanos pululando ahí fuera, sin presentarme los respetos que debieran. ¡Un reino, el reino de nuevo…! Mi engaño ha funcionado, Annya me quiere tener bien cerca. ¿Qué podría significar todo eso para mí?

“Creo que rondaré un poco esas cavernas inferiores, por ver si tomo contacto con alguno de esos seres grotescos. Les llevaré la buena nueva. Eso haré en cuanto terminé de contar mis monedas.

En las gélidas y oscuras galerías hasta el vaho de la respiración se congelaba. Sin embargo, no parecía un ambiente tan frío como podría esperarse. Más aún cuando la Reina caminaba por las galerías y hacía la temperatura descendiese descontroladamente.

Titania caminaba con paso firme después de llamar a Murusures guardó silencio para esperar su respuesta. Ésta no tardo en llegar y Murusures apareció ante sus ojos.
La imagen de aquel ser era grotesca y desagradable. Era aún peor que tener que ver el pellejo desnudo de la vieja Rubushka, cuyo cuerpo deformado hacía las delicias de las más horrendas visiones. Pero tan insignificante cualidad no era del interés de la Reina, que lejos de mirarle con desprecio y compasión por su aspecto, lo miraba evaluando y midiendo sus futuras capacidades como simple vasallo o como gran líder de toda una facción, todo dependería de él.

-Murusures, -le llamó con voz calmada y serena. -levántate -le ordenó. -Tengo una propuesta para hacerte y quiero que me escuches con mucha atención.
Tú y yo ya nos conocemos, sé que vivías en palacio y muchas veces coincidimos, pero aquella época ya se quedó atrás. Ahora es otro momento, otro lugar, otra Reina que ansía tener un trono y gobernar. Estoy buscando cuanto súbdito leal a mi corona encuentre. Mis pretensiones son al tas querido Murusures, quiero volver a establecer un Reino de Invierno desde las cavernas. Un nuevo Reino poderoso y lleno de gloria. Pero si quiero que mi ambición se cumpla necesitaré cuanto apoyo puedan proporcionarme quienes son afines a mí y a mi causa.

-Sin rodeos Murusures, me gusta ser clara y directa. Quiero crear una nueva Corte, la Corte del Reino Subterráneo del Diamante Negro, pero necesito gente de mi confianza a mi lado para poder crearlo. Quiero ofrecerte a tí y ahora, la posibilidad de convertirte en mi lugarteniente. Tendrás poder en la Corte y te encargarás de dirigir el ejército de seres feéricos invernales. Tan sólo júrame lealtad y servicio fiel hasta la muerte y tuyo será ese privilegio.

La reina miraba con atención el rostro de Murusures, podía leer en sus ojos las ganas que aquel ser tenía de saciar su sed de poder, de ser alguien importante, pero antes de dejarle pronunciarse continuó hablando.

-Te advierto que no será tarea fácil, tú mismo deberás encargarte de reclutar ese ejército fiel y comprometido con mi nombre y mi Reino. Consígueme un buen número de afines a mi y estaré más que satisfecha con tus servicios y obviamente, te recompensaré. Tendrás dos meses para empezar tus negociaciones, y al cabo de ese tiempo, regresaré a tu guarida a buscarte para comprobar tus avances. Dime Murusures, ¿aceptas se mi fiel vasallo?

Titania estaba convencida de que su respuesta sería afirmativa, pero si algo había aprendido en todo este tiempo, es a no dar nunca las cosas por sentado y a esperar paciente cualquier acontecimiento. Por ello aguardó en silencio hasta que pronunciara su respuesta, sin ni siquiera mover un músculo de su cara.

Murusures se pone en pie se pone en pie sin levantar la mirada para contemplar el rostro de la Reina Annya, poco digno para semejante honor. Exteriormente parece recuperar la compostura, aunque en su interior bulle de deseos de saltar y gritar, de reir, de encontrar una presa, arrancarle las entrañas y devorarlas todavía calientes.

Sin embargo, hay algo que le provoca una sombra de tristeza: ¿No lo sabe? ¿Acaso no comprende lo que significa que sea el hijo de mi padre? ¿O acaso cree que soy como esos cobardes rastreros, esa chusma que nos abandonó cuando llegaron las dificultades? ¡Malditos sean todos!

Con gesto pausado alza la cabeza y clava sus ojos en los de su Reina (pues es su Reina desde el día en que la Reina Safne abandonó estas tierras, por mucho que haya tardado en reclamar sus servicios) y, sin perder un tono respetuoso, comienza a hablar.

Mi Reina, vuestra madre fue también la mía pues no fue otra quien me guió en la Acogida y el Bautizo; juré lealtad a vuestra familia antes de ser capaz de utilizar el más simple de los poderes; mis padres y todos aquellos que me eran queridos murieron defendiendo el Bosque, y ese habría sido también mi destino si no se me hubiera ordenado protegeros.

Elevando los brazos deja a la vista toda una serie de antiguas cicatrices, heridas que cruzan brazos y torso; la extremidad izquierda es la más marcada, y los dos pequeños muñones asoman entre otros tres dedos engarfiados. ¿Cuántas historias podrían contar? Historias de batallas desesperadas, de luchas a muerte entre el fango y los cadáveres, de penurias y dolores.

He derramado mi sangre por su Majestad. He sacrificado mi carne por su Majestad. Yo, Murusures de la casa de Bolg os juro lealtad eterna hasta la muerte y más allá. Por la sangre y las Nieblas, así he hablado.

Y deslizando una uña ganchuda por el antebrazo, abrió un corte del que prontamente comenzó a manar sangre...

La Reina explayó una gran sonrisa. Casi nunca mostraba algún tipo de sentimiento y era raro verla sonreír en su inexpresivo y bello rostro y menos aún, que sus ojos brillaran tanto cuando su miraba normalmente era fría y desafiante hacia cualquiera que pasara por su lado. Pero esta vez se sentía radiante y llena de una energía, con una fuerza como nunca había sentido. Su sueño comenzaba a ser un proyecto en marcha.

-No esperaba menos de tí, Murusures. -le dijo volviendo a clavar sus grises ojos sobre él. -Sé que fuiste fiel a mi madre hasta la caída y que pese al exilio, has estado rondando los alrededores de mi morada, tal vez intentando protegerme o comprobando que aún seguía allí y que la esperanza de un nuevo reino no había decaído.

-Me siento muy orgullosa de contar con alguien como tú a mi lado. Estoy plenamente satisfecha de mis lugartenientes, porque he de decirte que la vieja Rubushka también se ha comprometido con la causa y lleva, tal que un mes, realizando prácticamente la misma tarea que tendrás que comenzar tú. Ni que decir tiene que aquel que consiga antes y mejor mis propósitos será mi mano derecha en el trono. Un gran privilegio que os puedo conceder, pero sólo depende de vos y de vuestra astucia para conseguirlo o de la artes y las mañas que se de la bruja.-Hizo una pausa para añadir algo más de dramatismo y para evaluar la reacción de Murusures y después continuó. -No es una competición, quiero un buen trabajo por parte de ambos. Ya me encargaré yo de valorar los éxitos y los frutos obtenidos. ¿Quieres añadir algo más Murusures? Habla con libertad.

Mi Reina, no es riqueza ni poder lo que busco, tan sólo serviros. Mi linaje siempre ha sido protector y guardián, la mano que, a la sombra del trono, logra que todo se cumpla según los designios de su majestad.

Sin embargo... estas circunstancias son especiales. No hay generales ni sabios que puedan cumplir tales tareas. Aceptaré esas obligaciones sólo hasta que alguien más digno y leal se presente, y entonces retornaré a mi papel, el de mano siniestra.

El cuerpo del contrahecho Murusures volvió a inclinarse en una reverencia, y esta vez una auténtica sonrisa partía en dos su rostro: la Reina lárgamente ausente había regresado, y pronto sería hora de venganza. ¡Pronto sonarán los aullidos de los moribundos y los lamentos de sus víctimas! ¡Pronto todos sentirían el mordisco helado del Invierno!

Titania miró severamente a Murusures inspeccionándolo una vez más. Ya estaba a punto de retirarse y de dar por concluida la conversación, pues su mensaje ya ha sido escuchado y aceptado, cuando la contestación de Murusures hace retenerla un poco más para aclararle ciertos términos.

-Será pues, tu valía y tus logros obtenidos los que confirmen tus palabras – le dice -Quiero que entre esos logros esté adquirir la capacidad de ser un buen negociante y de poseer la inteligencia necesaria para saber distinguir a quien elegir y a quien no.

Murusures, no te estoy pidiendo formar un ejército en dos meses, porque claramente dudaría de sus lealtades hacia mi. Quiero alianzas, pactos, negociaciones, gentes de dinero y poder, sabios y consejeros, políticos y generales. A ese ejército me refiero. Necesito formar primero una Corte, un Consejo con un séquito de seres importantes a mi lado.

Tú mismo has hecho una buena apreciación, no serás el segundo de mi Reino, sino mi mano izquierda, pero es un honor que te debes ganar y lo sabes. Te adjudicaré ser mi mano negra, como lo llamas, mi verdugo personal, algo que si no me equivoco, prefieres antes de la absurda vida cortesana.
Tengo proyectos y proposiciones muy ambiciosos para tí, pero debes demostrarme, al igual que lo debe hacer la vieja Rubushka, que eres digno de ellos.

Volveremos a vernos en dos meses y quiero ver resultados. Espero los consigas.

Titania se retiró inclinando levemente la cabeza para devolverle la reverencia a Murusures. Caminaba silenciosa por las oscuras galerías subterráneas. Apenas los destellos de luz que irradiaban los diamantes incrustados en la pared permitían tener un poco de luz para moverse por las galerías. Pero Titania estaba más que acostumbrada a guiarse con esa tenue luz oscura por aquel laberinto de túneles .

Un tipo extraño Murusures, aún más de lo que lo recordaba... demasiado extraño, tanto como su pronta fidelidad y eterna lealtad jurada... demasiado nerviosismo, demasiada precipitación, demasiada ansiedad por su parte. Poco le ha faltado para colgarse el mérito al mejor vasallo, pero como jure ser tan fiel y leal como lo fue en el pasado cuando todo fue destruido y todo el mundo desapareceió... prefiero no pensarlo, otra Caída más sería mi fin. No llevo tantos años en el exilio para que la impaciencia, el no saber hacer y una mala decisión me lleven de nuevo al destierro. Esta vez no me equivocaré al elegir a aquellos que estén a mi lado. Esta vez todo será diferente, yo mando, yo elijo, yo decido qué es lo que quiero y a quien puedo mandar. Esta vez yo misma sentenciaré al traidor que cometa un solo error, una sola imprecisión, como me llamo Annya Titania Rhiannon, poderosa Reina del Diamante Negro. La Corte de Invierno volverá a resurgir desde el mismísimo infierno conmigo al frente.

Titania avanzaba con paso seguro, muy confiada de sí misma. Las inseguridades de un principio estaban desapareciendo a medida que iba consiguiendo sus propósitos. Dos de dos, pero aún necesitaba más.

Morg, Morg, Morg... Morg y el Señor de los Lobos. Serán muy buenos aliados, pero... aún tengo poco que ofrecerles como Reina. Nuestros pactos sólo hablan de territorios y dominios propios. Yo necesito que se anexionen a mí, pero como fieles súbditos, como vasallos de mi Corte. Pero para eso aún necesito tiempo, necesito poder ofrecerles algo realmente sustancioso. Habrá que esperar el momento más apropiado y la mejor oportunidad. Sobre todo para el Señor de los Lobios, mucho más inteligente y exigente que Morg y los suyos. Pero ambos serán una gran e importante facción a tener en cuenta en mi ejército... Trolls tan grandes como montañas y manadas de lobos con fieras fauces... Titania sonrió ampliamente, las cosas estaba empezando a desarrollarse como ella esperaba.

Siguió caminando, quería ir hasta su cueva y hablar con su Sprite, para él también habría una misión, pero antes necesitaba enterarse de un par de cositas, así que tomó el rumbo de nuevo hacía el paso de Thiuta para ver si su querido mercader se le aparecía para contarle nuevas noticias.

Vagó durante días por las galerías subterráneas sin resultado alguno. No encontró ni un alma. O bien se ocultaban de ella, o había optado por caminos que en absoluto frecuentaban. Llegó a sentirse tan frustrada que chillaba y pataleaba y con su daga habría tratado de destripar a cualquiera que se le hubiese aparecido.

“¡¿Se los habrá tragado la tierra, por todos los embrujos de Laponia?!”

Ni un mal bicho encontró, y eso que puso bastante empeño.

RESULTADOS FEBRERO:

- La Reina Bruja recluta a Murusures como Lugarteniente.

- Rubushka busca riquezas en las aguas subterráneas que recorren el Reino, bajo el Paso de Tihuta.

- Murusures es reclutado como Lugarteniente.

- La Reina Bruja Annya Titania Rhiannon se ciñe el Cinturón de Safne, que otorga los siguientes poderes al Baluarte Feérico (el Reino Subterráneo del Diamante Negro):

2) Baluarte: 4 (Aumenta en 4 puntos el Trasfondo de Baluarte de su Reina, Annya Titania Rhiannon): Cinturón de la Reina Safne:
a. Tamaño del Baluarte: Añade +1 a Tamaño.
b. Defensas mágicas +2: Unas Nieblas Mágicas confunden y desorientan a cualquiera que entre en el Dominio con intenciones hostiles. Todas las tiradas de Percepción y para orientarse tienen un +2 a la dificultad, y la visibilidad se reduce radicalmente.
c. Recuperación Mágica: El asentamiento hace recuperar 1 punto de Nieblas y de Tejido por hora a todas las hadas en su interior.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA.

MES DE MARZO.

RESULTADOS MES DE MARZO:

- Inactividad general de la Facción.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA.

MES DE ABRIL.

COMIENZO DE LA PRIMAVERA.

Muchos días habían pasado y su búsqueda se había mostrado por completo infructuosa.

Furibunda, emergió de nuevo a la luz del sol. La primavera estaba a punto de llegar y sus energías comenzaban a menguar. Ni un alma había cruzado el paso, ninguna víctima había caído en sus trampas. Amenazó al cielo con sus garras y chilló hasta quedar sentada en una roca, presa de un profundo abatimiento. Se exigió pensar con lucidez.

- Es hora de cambiar de táctica, Rubushka, marchita. Hum Hum. – Meditó aún un poco más. El rostro se le iluminó de repente con una espantosa sonrisa: - ¡Ya está, ya lo tengo: a todos los duendes les gusta el oro, el oro acuñado! Sacrificaré un buen puñado de monedas para atraerlos. Roggo, barbito querido, ¿dónde estás? ¡Ven, acude de inmediato! -ordenó mientras con uno de sus dedos trazaba unos signos de atadura sobre la superficie de las aguas.

A continuación, se debatió con impaciencia hasta que el barbo remontara la corriente a su encuentro. El pez sacó por fin su cabeza de bigotes afilados, dispuesto a obedecer.

-Roggo, pequeño, oye mi plan: dejarás de vigilar por un tiempo la marmita siempre abundante; de eso ya me encargaré yo –y así de paso pongo al día algunas de mis habilidades. Te quedarás rondando el pequeño tesoro que depositaré en algún afluente estratégico, de los que discurren bajo las montañas. ¡Pero ten cuidado, no te vayan a ensartar con un palo y devorarte! De esos rufianes no debes fiarte.

Dicho y hecho: Rubushka separó un puñado generoso de monedas de su recién adquirido botín y los sumergió bajo las aguas, procurando que espejeasen de manera atractiva, en el punto de tránsito entre las cavernas que consideró más destacado. Roggo, por su parte, se deslizó por aquel tramo, reconociendo el terreno y los mejores escondrijos desde donde poder espiar.

La bruja echó un último vistazo al paraje y se puso en camino hacia la marmita. Se sentía torpe de movimientos, era la verdad, como si tuviese los miembros marchitos. Ya no se trasladaba sin hacer ruido, como antaño. Había vivido con miedo desde la derrota, miedo al castigo y al adversario. Recordaba su visión y se encogía como una rata: enorme e increíblemente bello, con unos enormes cuernos de carnero y alas de albatros; sus dos ojos como dos soles rojos, una enorme espada envuelta en hielo y el viento soplando con fuerza a su alrededor. ¿Y no parecía incluso poseer un gran poder sobre el Invierno, pese a pertenecer a la corte autumnal? ¿Y no se hacía llamar El Señor de los Témpanos, como si quisiera aniquilar a todas las hadas invernales y ocupar su lugar? Qué extraño resultaba todo aquello.

Los pequeños animales comenzaban a husmear fuera de sus madrigueras, atraídos por el calor del sol. Percibió a un conejo blanco.

“Me ha visto el malhadado. Ni a un mísero conejo conseguiría sorprender. Una vez me era posible… Ah, Rubushka, pero quién tuvo retuvo.”

Y esta determinación tomó Rubushka en sus mientes: volver a deslizarse con un silencio cauteloso hasta ser capaz de atrapar con sus manos a conejos y pájaros.

SUCESOS PRIMAVERA:

- ¡Ha nacido un dragón negro en una de las cavernas profundas!