Partida Rol por web

Tras caminar por los pasillos del castillo llega ante la puerta tras la que se encuentra el Caballero Dimitri, se dirige a quién guarda dicha puerta.

Saludos, soy Mihail Cortadedos y si nuestro conde tiene un momento quisiera comentarle unas cosas. Serán como mucho cinco minutos de su tiempo.

Tras estas palabras el guardabosques esperará la audiencia de Dimitri.

Andrej, quien estaba cuidando la puerta de la habitacion de Dimitri, no tuvo la necesidad de contestar ya que el caballero Szantovich habia escuchado a la perfeccion la llamada de Mihail.

-Entra y cierra la puerta tras de ti

Se oyo desde el otro lado de la puerta que daba entrada a la habitacion de Dimitri, ocupada por su padre hace mucho tiempo atras.

El joven caballero se encontraba revisando los reportes de la recoleccion de impuestos y algunos otros documentos del reino. El sabia muy bien que todavia le quedaba algun tiempo antes de hacerse el legitimo regente de esas tierras pero queria ganar algo de tiempo.

-Que se te ofrece Mihail?

Dijo Dimitri sin levantar la vista de los documentos que tenia delante de si, una vez que el guardabosque entro en la habitacion.

Tras una reverencia con la cabeza en señal de saludo, Mihail pasó al tema rápidamente.

Señor, como habrá visto nuestro ejército está muy debilitado, y gran parte del poder de un condado reside en el número de brazos que empuñan una espada. Y me temo que lo peor aún está por llegar, me he enterado de la existencia en nuestro condado de una tal Ensartacorazones. Parece que acoje con los brazos abiertos a cualquiera que sepa luchar, siempre que siga sus órdenes. Les promete riquezas... y muchas más cosas.

Muchos de los soldados que desertaron forman ahora parte de sus filas... y lo peor es que el hecho de que ninguno de ellos haya sufrido castigo alguno está tentando a nuestros soldados, haciendo mella poco a poco en su determinación. Si no hacemos algo creo que nuestro ya pobre ejército se desangrara poco a poco.

Hace unos días mi hermana tuvo un hijo, mi sobrino. Había pensado en ir a su poblado a visitarlos y de paso, indagar sobre el paradero de dicha mujer por sus calles y tabernas. Los campesinos y los taberneros siempre acaban enterándose de estas cosas.

Sea como sea, esa mujer en estos momentos es un parásito que se alimenta de nuestras filas.

Tras sus palabras se quedó en silencio, esperando contestación.

- Dos fatigados mensajeros procedentes de Sighisoara solicitan pasar noche en el Castillo de Bran. Se dirigen a Ploiesti.

Dimitri escucha las palabras de Mihail y levanta la cabeza de los documentos que estaba leyendo. Su rostro refleja cierta duda, como si estuviese barajando posibilidades.

-Muy bien Mihail... Me parece sensata tu propuesta partiras hacia las tierras donde reside tu hermana y averiguaras todo lo que puedas sobre esta "Ensartacorazones". Pero te quiero devuelta para la proxima estacion. Sino me temo que tendremos que ir a buscarte a la casa de tu hermana...

Las ultimas palabras las agrega en un tono mas serio y con un aire cruel. Dimitri todavia no confiaba plenamente en Mihail, aunque no tuviera razones para no hacerlo... era simplemente su personalidad... desconfiado.

Dimitri se encontraba en la sala del trono de Bran y ya se habia acostumbrado al asiento. Mientras su mirada divagaba por la ventana superior de la habitacion, hablo para el sirviente que se encontraba con el.

-Andrej, quiero hablar con los dos mensajeros recientemente llegados al castillo. Traelos ante mi.

Salió de la habitación pensando en las últimas palabras del Caballero Dimitri, aunque se las quitó rápidamente de la cabeza. Al fin y al cabo los líderes siempre necesitaban mostrar su superioridad de alguna u otra manera, las amenazas eran la más acostumbrada. De hecho, en terminos generales, Dimitri se había portado más que bien y le había dado carta blanca, incluso conociendolo bien poco había confiado en el. Ahora solo debía cumplir con las expectativas que se habían depositado en él. Cuanto más confiara Dimitri en él más cosas podría hacer para mejorar la deplorable condicion del condado.

Tras cargar una bolsa de piel con algunos víberes para el viaje, comprobó y limpió cada una de sus armas y flechas. Tras lo cual bajó a las caballerizas y vió allí a Distancia, le acarició el ocico y le rascó tras las orejas. El caballo resopló contento.

Al cabo de unos minutos la puerta del castillo se abría y Mihail salía al galope por ella, en dirección al poblado de su hermana.

Después de unas horas cabalgando llegas a la pequeña aldea donde vive tu hermana. Pasas un tiempo en su casa conociendo a tu sobrino, aunque todavía es demasiado pequeño y se pasa casi todo el tiempo dormido, cuando despierta se pone a llorar y su madre tiene que atenderlo.
Aprovechas para intentar recabar la información que buscas mientras tanto.

Mihail había compartido una tranquila y apacible velada con su hermana y su familia. Su sobrino era aún tan pequeño que aún no se le distinguía claramente el color de los ojos, ahora eran de un azul lechoso, casi blanco.

Mientras su hermana saba de amamantar al bebe y su marido parecía tallar algo en un pequeño trozo de madera- seguramente un juguete- Mihail se decidió a sacar el tema que le preocupaba, de la mejor manera posible.

-He escuchado rumores sobre una tal Ensartacorazones y su banda de pillos. Dicen que hacen de las suyas donde quieren, si os están molestando, o sabeis algo sobre ella me háréis un gran favor, pues quiero averiguar su paradero e intentar acabar con sus fechorías.

GUARDABOSQUE MIHAIL CORTADEDOS:

- El origen de la Banda de la Ensartacorazones es incierto. Al parecer hubo una época de gran vacío de poder en la que el Sacerdote Balau el cierto no fue capaz de controlar la situación. Demasiados soldados de Bran se habían quedado sin señor, otros habían sido testigos de la muerte del viejo Conde de Bran a manos de un demonio, perdiendo la razón por su causa. El vacío de poder, la incompetencia de Balau, su paganismo no deseado y la falta de señores y de paga, junto a que no se les hacía caso, condujo a muchos guerreros antaño fieles al Condado a la deserción.

- En el bosque al parecer encontraron a una muchacha loca que de algún modo logró convertirse en su líder.

Mihail pasó un tiempo con su hermana, en el que recordaron cuando eran niños. Tiempos felices y vacíos de toda preocupación. Luego, tras darle un beso en la frente a su sobrino, uno en la mejilla a su hermana y darle un apretón de manos a su cuñado, partió hacia el bosque donde los bandidos encontraron a la Ensartacorazones cuando esta era una niña.

Mihail se había dejado una barba incipiente y se había hechado por encima de su atuendo normal, una raida capa que le daba un aspecto más dejado. Quería parecer que el también había dejado el ejercito del condado e intentaba unirse a las filas de desertores que lideraba, junto a otros bandidos, la Ensartacorazones.

Mihail sabe que llamar la atención de los bandidos es su unica oportunidad de dar con la Ensartacorazones. Son el tipo de gente a la que no te encuentras, ellos te encuentran a tí.
Les había dejado una nota a su hermana y su cuñado, que seguramente ya habrían visto debajo del tazón de leche. "Si una semana antes de que acabe la estación no os he hecho otra visita, marchaos de casa o moriréis".

Seguramente le odiarían tanto como si su misión tenía éxito como si no, pero al menos se aseguraba que sobrevivirían, o de que tenían alguna oportunidad de ello si su estancia con la Ensartacorazones se alargaba o moría sin que Dimitri supiera la razón y creyera que era un traidor.

Mihail estaba dispuesto a vivir en aquel bosque -a los ojos de los escurridizos bandidos- todo el tiempo que hiciera falta. Si algo conocía realmente Mihail eran los bosques, sus alimentos, sus resguardos, sus peligros.
Estar rodeado de arboles y naturaleza ya era de por sí un regalo para el, y estaba dispuesto a esperar en aquel lugar hasta que sucediera el primer contacto. Ya había dejado a Distancia, su caballo, con su hermana. Les había escrito en su nota que lo cuidaran y que lo usaran para escapar si el no volvía en la fecha indicada.

De esta manera, Mihail empezó a vivir en aquel bosque esperando su oportunidad.

Paso los dias en la celda rezando a Perun y haciendo estiramientos para que mis musculos no se atrofien. Mi unico contacto con el exterior son los carceleros, pero ellos son un poco reticentes a darme conversación Normal, teniendo de señor a Dimitri que te puede empalar solo por toser en su presencia...

Cuando uno de los carceleros se acerca para entregarme la comida, decido entablar un poco de conservación con él - Gracias por la comida. ¿Que nuevas hay en el mundo exterior, hermano?

El caballero Dimitri Szantovich de Bran quien era el legitimo heredero al trono de Kronstadt regia actualmente las tierras de su padre.

Se encontraba en su sala de guerra, la cual consideraba como su "despacho" en el cual atendia los asuntos oficiales. En estos momentos se encontraba esperando que su lacayo Andrej el Quiebrahuesos trajese ante él a los dos mensajeros que solicitaban estadia en el castillo.

Pasaban los días en aquel bosque sin noticia alguna. Incluso de esta manera Mihail se sentía agusto, disfrutando de la naturaleza que si sabías donde buscar te brindaba alimentos suficientes.

A Mihail le encantaba cerrar los ojos y escuchar el "silencio" del bosque: ramas meciéndose por un suave viento, el revolotear de los pájaros, el crepitar de la hierba, el sonido de las gotas del rocío al caer de los arboles a las flores, el suave zumbido de alguna abeja lejana y trabajadora.

Paz... no se durante cuanto tiempo, pero paz al fin y al cabo.

Ya habían pasado demasiados días como para que aquello fuera una prueba de los bandidos de la Ensartacorazones. Mihail ya se estaba haciendo a la idea de que se había equivocado así que dejó de pescar en el riachuelo y de buscar setas. Terminaría sus provisiones y volvería a casa de su hermana.
Un día para asearse y dormir en una cama y después a traer las nuevas a Dimitri.

Llegais al territorio de Kronstadt e inmediatamente os dais cuenta que tendreis que esforzaros por pasar desapercibidos aquí, parece un territorio bastante poblado.

La exploración infructuosa entre los muros de aquella ciudad arruinada, tan idónea para ser ocupada como sede de nuestra señora, se me antoja que ha tenido lugar hace lustros. Siento como si mi esencia hubiese sido arrebatada más allá de la esfera feérica de este mundo o cualesquiera otros paralelos, hacia el seno de una vastedad absente de luz en que confluyeran inteligencias humanas derivadas de futuros decadentes e inteligencias frías y absolutamente otras.

Betelgeuse y yo misma, somos los dos únicos expedicionarios que restan. El bufón está recuperado de sus heridas y se mantiene la mayor parte del tiempo huraño, murmurando para sí. Yo casi he olvidado hablar. He perdido la fe en la palabra. La luz del mundo profano, marchito de magia, me sulfura las mientes, me reduce a un charco seboso y azulenco.

-Betelgeuse –ordeno sin miramientos, aplastada detrás de una peña-, ocúltate enseguida, insecto. ¿No los hueles? ¡Hay hombres aquí, hombres en abundancia! Tendremos que usar de toda nuestra astucia para pasar desapercibidos por esta región.