Partida Rol por web

El Padre Arnaldus se levanta, todavía algo confuso por el gran cambio de fe que acababa de ocurrir.
Pero sí, tiene razón-aquellas palabras bailaban en su mente, como si se hubiesen grabado allí-Tengo un lugar en el Plan Divino. Por supuesto...

Aquella confusión más bien parecía aturdimiento o mareo. Ya que él lo tenía muy claro.
Gracias-se limita a decir el devoto ya que seguiría cumpliendo el voto de silencio, pero por supuesto debía agradecer al Abad la apertura de su nuevo camino. El encuentro con la luz, una luz que iluminaría su nueva vida.

El enviado, al levantarse, se arregla sus ropajes pues en todo momento debe mostrar la distinción de su clase nobiliaria.

El Hermano Ciferinos asiente e invita con un gesto al Padre Arnaldus a que le siga.
Espero que el Pater tenga razon... tantos rumores no son buenos para el monasterio.
Tras acompañar acompañar al misionero y despedirse de el, ciferinos vuelve a su celda para proseguir con sus estudios.

Al amanecer reuno a los trabajadores laicos del monasterio, justo antes de que inicien su jornada laboral.

Escuchad, el año avanza y el frio del invierno da paso a la primavera.
Es necesario que comencemos cuanto antes la rehabilitación de los sótanos de la abadía a fin de que los podamos transformar en una bodega.

Mi intención es comenzar a elaborar vino con la uva de nuestros viñedos, de forma que mejoremos la rentabilidad de nuestra cosecha.

He redactado una carta pidiendo asesoramiento sobre la elaboración del vino.
Uno de vosotros deberá viajar al sur, a un monasterio al norte de Grecia en el que se de buena fé que elaboran unos excelentes caldos desde hace tiempo y con cuyo Prior guardo grata amistad.

Dicho esto, les pido que comiencen sus quehaceres y hago que aquel en quién más confío de entre ellos me acompañe para que le explique los pormenores del viaje.

Esta noche explicaré al Abad mi idea. Espero que esto nos ayude a mejorar nuestra paupérrima economía.

El Abad manda llamar al Prior a su despacho una fria noche. Cuando este llega el anciano Abad está sentado tras la mesa y le señala un asiento, hasta después de unos segundos no se da cuenta el Prior de que el Padre Arnaldus estaba también en la habitación, sentado en una esquina.

Buenas noches Prior, sentaos ... ¿Cuál es la situación en Braila? dice, con su habitual estilo directo. Hemos cedido demasiado control, la Abadía ha sido llevado muchos años por manos débiles y eso es algo que hay que cambiar. ¿Hay algún dirigente civil en Braila?

La mirada del Abad se dirige un instante al Padre Arnaldus antes de volver a caer en el Prior, esperando respuesta.

Al acabar una de las lecciones nocturnas que el Abad proporciona al Hermano Ciferinos, antes de volver a su celda se dirige al Abad.

Pater durante un tiempo he estado vigilando el monasterio y evitando que el Padre Arnaldus diara de que hablar... Pero como ahora ya eso no es un problema me preguntaba si podria ayudar en algo mas al monasterio.

No debeis preocuparos fiel Ciferinos, sabré sacarle utilidad a nuestro nuevo hermano.
Dice el Abad con una sonrisa casi cálida. Un carraspeo y una inclinación de cabeza indica que el anciano Abad no va a dar más detalles al respecto.

RESULTADOS DE JUNIO:

- Abad Lucius Sempronius: Consolidar Poder: Dominio. - El Monasterio parece ahora un lugar más oscuro y siniestro. Han ido desapareciendo los pocos objetos reflectantes que había.

- Padre Prior Severus: Consolidad Poder: Viñedos. - Ahora está a 4, o mejor dicho lo estará en la cosecha de 951.

- Padre Arnaldus: Estudia y hacia finales de mes se convierte al Cristianismo Ortodoxo, abandonado la Sagrada Misión impuesta por los cardenales de Roma, y entrando al servicio del Abad Sempronius. - Se convierte en un Sacerdote Ortodoxo.

- Hermano Ciferinos: Estudia y vigila. - Mejora su Academicismo de 1 a 2.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA.

ESTACION DEL VERANO.

MESES DE JULIO, AGOSTO Y SEPTIEMBRE.

Se podría decir Abad, que el pueblo es respònsabilidad nuestra, no solo espiritual sino también mundanamente hablando. Aunque esto último solo en teoría, puesto que hace años que nuestro monasterio no se inmiscuye en los quehaceres del pueblo, salvo para recaudar los diezmos que debemos al Voivoda.

Se que esto nos ha hecho débiles económicamente hablando, pero a sido así desde que tengo uso de razón y el anterior Abad nunca quiso oir hablar de cambiarlo.

¿Que teneis pensado al respecto Padre? - esta última frase no consigo decirla en mi calmado y seguro tono de voz habitual y sin querer bajo la mirada como quién sabe que a preguntado más de la cuenta.

Eso debe cambiar. Estas tierras están llenas de infieles, debereis viajar a Braila y averiguar todo. Informadme y volveremos a ejercer nuestro poder temporal sobre ese pueblo, como nunca debería haber dejado de ser.

Id a Braila dice el Abad mirando de repente también al Padre Arnaldus tras eso, hermano Arnaldus, continuará su viaje hacia el noroeste. Los alrededores de Focsani deben ser evangelizados, llegad hasta Sfantu Gheorghe. Hay rumores extraños, este monasterio no va a pasar más tiempo dando la espalda al mal y la herejía en este territorio.

El Padre Arnaldus estaba en silencio y quieto, esperando. Realmente no sabía que hacía allí, pero en aquellos momentos de tranquilidad sus rezos eran constantes. El devoto no esperaba a que sucediesen las cosas, se fabricaba su propio futuro y sobretodo planes sólidos a largo plazo, pero cuando estaba con el Abad experimentaba un cambio. Aún conociéndole tan poco sentía respeto y admiración, además, la mirada de éste, le hacía superior.

Según transcurren las palabras entre el Abad y el Padre, Arnaldus se da cuenta de que no sabe para que está allí. Aunque tenía su opinión.
Por supuesto, los diezmos, importantes. Pero aún más la fe y la evangelización-piensa mirando a ambos devotos a media altura y en posición de rezo.

Cuando Lucius dice que debe ir con Severus a Braila queda estupefacto. Arnaldus estaba en los planes del Abad. Una alegría que intentó no exteriorizar emanó desde su interior.
¿Además luego debo viajar e investigar esos rumores? ¿Qué sucederá allí? Sea lo que sea, el Abad es bueno y sabe quien puede realizar bien sus planes-se dice casi desatendiendo finalmente la conversación ya que su euforia era máxima.

Gracias. No le decepcionaré-se limita a responder Arnaldus, bajando levemente la cabeza y entrecerrando los ojos.

Lo se dice el Abad sin mirar directamente al Padre Arnaldus, su mirada se posa en el Prior y continúa hablando.
A vos os necesito en Braila, reunid contactos, información. Enteraos de todo lo necesario y volveremos a dirigir ese pueblo como debió ser siempre. ¿algo que decir mi buen prior? concluye con una mirada de confianza, casi cálida.

Mi buen Ciferinos, muchas cosas van a cambiar en las siguientes semanas y vuestra presencia como guardián aquí se hará doblemente importante. Le dice el Abad al monje al caer la noche
hoy no iremos a la misa nocturna hermano, tenemos muchas cosas que hacer. Acompañadme...

Los pasos del anciano Abad se encaminan al establo donde tantas veces Ciferinos ha aprendido sus lecciones.

Al escuchar las palabras del Abad, Ciferinos le sigue con paso lento.
Mientras llegan al establo manteniendo su voto de silencio,el guardian se pregunta que puede ser tan importante para saltarse la misa... De todos modos si el Abad lo cree conveniente, sera porque es realmente necesario.

Los pasos de los dos monjes, silenciosos en la oscuridad de la noche, les llevan hasta la puerta del establo, un viejo edificio de piedra como casi toda la abadia aunque en mal estado, separado igual que las cocinas del edificio principal del monasterio, donde duermen, oran y trabajan los monjes. En la puerta el Padre Arnaldus les espera con una antorcha encendida en la mano.
Las tres figuras entran, desapareciendo en el pequeño edificio. En contra de la costumbre, el Abad cierra la puerta del establo tras su paso, manteniendo siempre cierta distancia con el Padre Arnaldus.

Dentro ya, al hermano Ciferinos no le pasa desapercibido algo nuevo en la escena tan conocida por él, un enorme bloque de granito apoyado contra una de las paredes cerca de un rincón. La piedra gris parece vieja y le recuerda al hermano Ciferinos al suelo de la cripta, la zona más antigua del monasterio.

Ponte ahi le dice el Abad a Ciferinos, señalando el rincón de la pared.

El hermano Ciferinos hace lo que el Abad le manda sin poder ocultar la inquietud que esta escena le produce.

¿Que hace esta piedra aqui? ¿ Porque nos acompaña el Padre Arnaldus?

El Padre Arnaldus recordaba perfectamente lo que debía hacer.
Ir al establo con una antorcha encendida antes de la misa nocturna. Ir al establo con una antorcha encendida antes de la misa nocturna...

Se repetía una y otra vez las palabras del Abad. Cualquier orden iba a ser cumplida. Cualquiera. El devoto había cogido la antorcha y se había doblado un poco las mangas. Siempre hacía gala de su clase y por allí pasaba el no ensuciarse, llevar buenos ropajes, ser correcto y comportarse. Además de obedecer a sus superiores.
¿Que querrá?-se preguntaba entre susurros cuando ya estaba en la puerta del establo, momentos antes de que llegasen Ciferinos y Lucius.

Arnaldus se alejaba tanto como podía de la antorcha ya que no estaba acostumbrado a llevar una. El calor, la luminosidad y la incomodidad hacían que anhelase la llegada del Abad. Cuando por fin llegaron, el Padre no dijo nada, permaneció callado. A la espera de una explicación ya que no entendía nada.

Con un asentimiento el Abad mantiene la mirada unos segundos en el hermano Ciferinos, de pie ya en el rincón de la habitación, pegado a la pared. Aparta la vista para posarla sobre la losa, que descansa verticalmente sobre la pared, cerca del hermano.
Sus manos tocan la piedra y de repente, sin parecer esforzarse, el anciano Abad la arrastra tirando de ella, manteniéndola vertical, hacia el hermano Ciferinos. La mirada del Abad se cruza con la de su fiel monje cuando poco a poco la losa lo oculta. Como una tosca e inamovible puerta, la gran losa sella el rincón formando un estrecho triángulo en el que está Ciferinos, de pie.

Sin volver la vista atras empieza a salir del establo, hasta que mira a los ojos al sorprendido y asustado Padre Arnaldus. Señalando el rincón opuesto del establo, donde los caballos normalmente pacen y duermen, el Abad pronuncia una sola palabra, mirando un segundo a la antorcha en las manos del padre:
Tírala.
La voz del Abad, es susurrante pero llena de fuerza. La órden es irresistible.

Ciferinos permanecio con cara de asombro y en silencio durante todo el rato que llevaban en el establo. No dejaba de preguntarse que pretendia el Abad pero no encontraba ninguna respuesta razonable...
Mientras la piedra iba encerrandole en un pequeño trozo ante la mirada del Abad, el monje intentaba serenarse, calmar sus miedo, repitiendose a el mismo una y otra que el Abad no haria nada que pudiera dañarle.
Al quedar completamente atrapado dejo de repetir todas las preguntas que le venian a la cabeza, su ritmo cardiaco aumento y solo escuchaba su respiracion. Hasta que escucho la voz del Abad, mandando a alguien tirar algo...

¿Que tire que? Se lo ha tenido que decir al Padre Arnaldus no habia nadie mas en el establo....

El hermano no podia resistirse mas y con un tono cortado dice.

Pa..Pater que esta pasando... ¿que.. que quiere que haga aqui?