Partida Rol por web

El Cangrejo no dudó ni espero una respuesta, sus músculos se tensaron cargando la fuerza de su peso en un golpe directo hacia el único ronin en pie delante suyo. El acero Kaiu surcó el aire que le separaba de su blanco dibujando un arco ascendente justo antes de impactar sobre el pecho de aquel que había sido tanteado por la monje Togashi.

-"No existen duelos personales en nuestra lucha, solo el desafío de siete samuráis contra sus destinos" Pensó para sus adentros antes de descargar la ira de su golpe sobre en antiguo escorpión.

El doble ataque de Shiroi deja en muy mal estado al Shugenja que acaba con la cabeza cortada por Tameiki.

Kyoshiro por su parte hace un doble ataque con la naginata dejando tumbado y e inconsciente a su contrincante.

Hidenaga también mata de dos golpes de Katana a su adversario al igual que Valkai, aunque este último lo hace con un no-dachi.

El ronin que se abalanza sobre Kaori es más rápido que esta y le lanza un ataque localizado al brazo izquierdo cortándoselo de cuajo. Aún así Kaori responde con un ataque que el ronin evita en parte.

El último ronin se abalanza sobre Oni Negro intentando hacer un ataque localizado a su brazo pero este estando en defensa total evita el golpe con mucha facilidad.

Fue tan sólo un instante después, un tiempo tan corto que casi no hubiera podido medirse. Un suspiro acompañado por un grito de rabia cortó a través de la estela que había dejado, segando finalmente la vida del hombre al que habían venido a buscar... el hombre que bien podría haber sido un gran aliado, pero cuya suspicacia había terminado por causar este resultado.

Pero nada había acabado. Antes siquiera de que la cabeza de Junzo cayera al suelo, Shiroi se giró para ver qué es lo que estaba sucediendo a sus espaldas. Vio cómo la mayoría de la escolta de Junzo caía bajo las armas de sus compañeros, pero no sin cobrarse su precio en sangre. El ronin que atacó a la Togashi hundió su espada profundamente en su brazo, arrancándolo en mitad de una nube de sangre, y el que se enfrentaba a Oni Negro aún estaba en pie.

Estaban perdiendo tiempo, y en mitad de la batalla, tiempo era precisamente de lo que no disponían. Shiroi sabía que no podían permitirse gastar más de unos segundos antes de comenzar a retirarse.

-¡Oni! ¡Valkai! -En mitad del fuego de la batalla, los honoríficos estaban de más. -¡Cogedlo del cuerpo de Junzo y vámonos!

Sabía que era Tameiki la más cercana al tesoro oscuro que buscaban... pero también que ella debía permanecer al margen. De modo que se lanzó al combate, dispuesta a liberar del mismo al resto de sus compañeros para terminar el enfrentamiento. Su espada brilló durante un instante a la luz del sol, antes de hundirse a la velocidad del rayo en el cuello del guerrero que había abatido a Kaori.

El antiguo León se mantuvo en un expectante segundo plano, mientras el resto de sus camaradas intentaban razonar con el hechicero. Como ocurría casi siempre, SHIROI y TAMEIKI parecían llevar la voz cantante. Pero en esta ocasión, hasta la normalmente inmutable Togashi se esforzó por hacer entender la situación al antiguo Escorpión.

Por supuesto, HIDENAGA tenía una más que ligera sospecha de lo que podía ocurrir a continuación. Y como iban a desencadenarse los acontecimientos. Pero los años de experiencia en batalla le habían enseñado que nunca era demasiado tarde para darle una última oportunidad a la diplomacia.

De modo que, mientras varios de sus camaradas intentaban infundir razones en la mente de JUNZO, el antiguo León simplemente observaba con ojo vigilante las inmediaciones. Sabía que aquel golpe de sorpresa no iba a durar mucho más. Y que no pasaría demasiado hasta que alguien más se percatara de que el general estaba desprotegido.

Así que, en cuanto los primeros ronin llegaron para intentar nivelar la balanza de fuerzas, el Akodo se apresuró a tomar posiciones, ubicándose justo en medio de los recién llegados y sus camaradas Truenos.

Prácticamente de espaldas a lo que ocurría con JUNZO, nunca percibió los movimientos de TAMIKI y de SHIROI. Aunque tampoco lo necesitó. Pues el avance desordenado del ronin que tenía justo por delante suyo ya le decía suficiente sobre lo que debía hacer a continuación.

El experimentado guerrero solo necesitó avanzar dos pasos a la velocidad del rayo para sorprender a su oponente y colarse bajo su guardia, lanzando un tajo ascendente que detuvo en seco al atolondrado guerrero. Antes que nadie más pudiera reaccionar, otro tajo en la dirección opuesta, pero ejecutado de manera tal que casi parecía aprovecharse de la inercia del primero, terminó por abrir un canal sanguinolento en el torso del desdichado atacante, que se derrumbó de inmediato allí donde estaba, los ojos aún desorbitados por la sorpresa.

Tras ello, y sin detenerse siquiera un instante, el antiguo León se lanzó a por su siguiente objetivo. Apenas había necesitado un breve atisbo por el rabillo del ojo para comprender la situación en el campo de batalla. JUNZO había caído. Y también la mayoría de sus defensores. Solo quedaban unos pocos en pie. Y de ellos, el más cercano a su posición era el que había atacado al Cangrejo...

Valkai atacó desde su montura cargando con una velocidad que cogió por sorpresa a su enemigo. Este intentó esperar el momento para derribar al jinete, pero Valkai se lanzó a un lado, aguantando encima de su montura en una posición realmente incómoda, y con su mano libre hizo balancearse el no-dachi, un arma que cualquier otro guerrero hubiera necesitado de ambas manos para blandir.

El espadón dio un primer tajo lateral brutal, que dejó a su enemigo aturdido y con media caja torácica abierta... pero el brutal Moto no se detuvo ahí, si no que hizo girar a su montura, como si fuera un animal ligero y flexible, y esta vez el corte fue de arriba a abajo, abriendo la cabeza del ronin.
En su frenesí de batalla, apenas había visto como Junzo parecía caer ante las espadas de sus compañeras, y como un par de los ronin seguían en pie.

Al fijarse mejor, vio a Kaori... malherida. Abrió su boca ligeramente ante la sorpresa de aquella visión, aunque la Dragón aguantaba estoicamente el dolor.
Los gritos de Shiroi le sacaron de su ensimismamiento, y cabalgó para rápidamente cargar el cuerpo ensangrentado de Junzo a su montura.
Él no era tan quisquilloso con el tema de la sangre.
Viendo como la propia Shiroi y Hidenaga ayudaban a combatir a los últimos ronin, decidió que era mejor alejarse de allí en dirección a Kyuden Isawa para confrontar los problemas que seguramente les aguardaban allí.

La hoja del ronin se agitó con gran velocidad antes de que el Cangrejo pudiera empezar a moverse, sin embargo ese golpe ya lo había previsto e interpuso su tetsubo entre su brazo y el filo que le trataba de morder. Amortiguó la embestida de su adversario con la fuerza de sus piernas semiflexionadas e impulsó al mismo hacia atrás mientras apretaba sus dientes con la misma intensidad. 

No corrió la misma suerte la monje Dragón que sufrió una profunda herida que salpicó violentamente sus alrededores incluida la pesada armadura de Oni Negro que sintió una punzada en su pecho como si fuera a él mismo al que hubieran herido. -"¡KAORI-SAN, AGUANTA, YA VOY!"

El Cangrejo vio la sombra de la figura de Hidenaga que se acercaba a su situación y sin dudar un instante se lanzó al auxilio de su camarada herida por detrás de la posición del León corriendo hacia éste y girando sobre sí mismo a escasos centímetros de él, impidiendo que su adversario le siguiera sin toparse con la precisión de la katana del Akodo. Sabía que ese tipo de heridas debían tratarse de inmediato o podrían infectarse y extender la hemorragia a todo el cuerpo.

Un destello sorprendió al experimentado samurai cuando la centelleante katana de Shiroi cercenó la cabeza del ronin que había atacado a la Togashi, sin embargo el Cangrejo llegó tan pronto como pudo al lado de su camarada, recogió su extremidad perdida con la intención de que alguien en Kyuden Isawa pudiera volver a unirla al cuerpo de Kaori. -"¡HERMANOS PROTEGEDNOS!" Aulló mientras puso toda su concentración en detener la hemorragia de la herida de la Dragón. -"No temas Kaori-san, detendremos esa herida, este no va a ser tu final..." (1)

El golpe con la naginata fue atroz, pudiendo golpear dos veces al ronin ante mi, no se por qué, no quería noquearle, quería darle una muerte rápida y certera, pero aguantó bien, no obstante  estaba tan absorto en mi situación que no presto atención a lo que ocurre a mi alrededor, ni siquiera veo cuando le cortan el brazo a la dragón, siquiera me percató de que el shugenja ya a caído y que todos se disponen a cargar con su cuerpo, ahora lo comprendo, es hora de huir, para pelear otro día, pero me aproximó con mis otros compañeros para detenerles, al menos el tiempo suficiente para que la Togashi se ponga a salvo. 

Su vida se había dedicado en cuerpo y alma al entrenamiento, sin embargo nunca antes había sido atacada con tanta violencia, ni había estado -como ahora- tan próxima al reino espiritual. Tanto que casi podía rozarlo con los dedos... los de la mano derecha, claro

Sus movimientos habían sido lentos y carentes de habilidad. Y un guardia personal de Junzo sabía aprovecharlos, como pasó. Lo curioso es que no sintió dolor. Nada. El tajo tan repentino, cercenando su brazo como si se tratara de mantequilla, la mantuvo unos segundos sobre sus pies, absorta, obnubilada en la extraña sensación de saberse rota. El brazo había caído al suelo con un sonido seco, una prueba irrefutable de su pérdida; un rápido vistazo a su lado izquierdo confirmaba por su ausencia el lugar que antes ocupara. Y el mismo, con el puño aún cerrado, se manchaba de sangre escupida a fuego por la tremenda herida recibida, salpicando también a cuantos estaban próximos

Los ojos se cubrieron con rapidez de un tono rojizo, como si la lluvia cayera carmesí y cubriera sus párpados haciendo casi imposible ver. Aun así, quizá por los años de entrenamiento, consiguió culminar su ataque, por mucho que éste careciera ya de sentido. Además el impulso la hizo trastabillar, y desprovista de fuerza se derrumbó sobre el suelo con estrépito. Ahí tendida, observando de reojo su brazo -tan suyo y tan inenarrablemente ajeno- cerro los ojos y aulló de dolor sin medida. Poco o nada percibió de cuanto sucedía a partir de entonces a su alrededor. Notó el calor en un brazo que ya no poseía, y la contención de la herida, cuando el Cangrejo se abalanzó sobre ella. En su deriva de desesperación y horror, parecía confundirse con un verdadero Oni de las Tierras Sombrías, y braceó sin apenas fuerza para quitárselo de encima

Ignoraba si aguantaría otra noche más la caricia de Onnotangu...
Y si era así, ¿por qué un sombrío destino los igualaba al cercenar el miembro cortado a una monje Dragón y al mismísimo Primer Hombre?
 

Los dos ronin que quedaban en pie son abatidos por vuestros ataques sin posibilidad de réplica por parte de ellos.

Por su parte Valkai coge el cuerpo muerto de Junzo e intenta salir de la batalla con él en dirección a Kyuden Isawa.

Oni, por otro lado, logra cortar la hemorragia de Kaori que ha pesar del tajo recibido y la gravedad de la herida sigue consciente y tras la cura se pone en pie para continuar tras vosotros.

Con un movimiento casi tan rápido como el que había ejecutado al abandonar su saya, la hoja de Shiroi regresó al interior de su vaina. El guardaespaldas de Junzo al que había atacado aún permaneció en pie un par de segundos, como si no terminara de ser consciente de que su tiempo en ningen-do se había acabado, antes de derrumbarse con la garganta cortada de lado a lado. 

En el rostro de la ronin se había pintado una expresión indescifrable, dura, y sus ojos brillaban con emociones contenidas. Muerte. Deberían traer esperanza, y sin embargo sólo traían muerte. Tal era la ironía y la tragedia del destino que habían aceptado como Truenos. Pero el momento de apenarse por la sangre derramada, si es que llegaba, lo haría cuando la batalla hubiera terminado. Hasta entonces, su prioridad debía ser únicamente el salir del campo de batalla con vida. Y aunque Valkai podría conseguirlo simplemente por la pura fuerza de su montura, el resto deberían confiar en sus habilidades. Y hacerlo juntos.

-¡Kyoshiro! -Gritó, al ver que el Fénix parecía querer tomar la delantera. No podían permitirse el actuar de forma independiente en ese momento. -¡No te separes de nosotros! -Añadió hacia el resto del grupo. -¡Todos juntos, defended a Oni y Kaori!

Y colocándose junto al antiguo León, lo miró a los ojos antes de susurrarle en voz más baja. La mano de la mujer seguía posada en su espada envainada, una posición desde la que había quedado claro que podía atacar más rápido que el propio viento.

-Sácanos de aquí, Hidenaga-san. Mi espada protegerá al resto.

Tameiki permaneció junto al resto del grupo sin hacer comentarios, sumida en profundas cavilaciones. Si alguien se interponía en la huida del grupo, le atacaría, pero no creía que fuera necesario con las habilidades del león y el resto de miembros del grupo.

Tras caer Junzo y su guardia personal, debían salir de allí cuanto antes.
Valkai cargaba con el cuerpo del otrora Escorpión, y miró a sus compañeros socorriendo a Kaori, quien había sufrido una brutal amputación.
Dirigió una rápida oración a las Fortunas esperando que la Dragón saliera de aquella y espoleó a su montura para salir de allí.

Lo que casi hago fue una completa estupidez, tratar de sacar a mis compañeros por mi cuenta, tal vez es por que aun soy joven y muy impetuoso, pero una cosa es la valentía y otra muy diferente es ser temerario. 

Al escuchar a Shiroi-san, vuelvo sin rechistar, no veré a nadie morir por mi culpa. Así que me pongo en posición de lucha nuevamente, junta a la ronin. 

El vendaje estaba puesto en su sitio y apretaba la herida con fuerza cortando totalmente el sangrado. El Cangrejo había hecho todo cuanto estuvo en sus manos, sin embargo desconocía si alguien en el Imperio conocía algún método de volver a incorporar el brazo de Kaori-san al resto de su cuerpo sin mancillas su alma en el proceso.

La tristeza se apoderó de Oni Negro un instante al ver el rostro de temor y dolor de su compañera. Sin embargo esa sensación desapareció cuando los ojos grandes y vidriosos de la monje volvieron a abrirse y sus facciones se suavizaron, dando a entender que la anestesia había hecho efecto y, de algún modo, su voluntad no se había quebrado por completo, por lo que se puso en pie para salir de aquella batalla. -"Kaori-san, quédate cerca de Kyoshiro-san y céntrate en defenderte, yo cerraré el grupo". 

Dicho eso el Cangrejo se colocó a retaguardia y se centró en defender el grupo gracias a sus habilidades defensivas (1)