Partida Rol por web

Savera comienza a preguntarse qué sucede que le es tan difícil encontrar algo concreto. Intenta montarse una vez más y respira profundo para asegurarse de mantener la calma.

Casi como si de un águila se tratara, Savera se concentra en lo que vendrá y fija su mirada en el campo. Trata de ubicar los rastros de aquel ser que había pasado por allí y mirar el rastro que ha dejado, dándole esto su camino. Respira pacientemente y apreta su cuchillo con su puño. Pone la navaja suiza en un lugar que le sea alcanzable e intentando subir otra vez, busca animales dispuestos a ser cazados por ella. Debía encontrar provisiones antes que la noche llegara a la arena.

En cuanto abro la mochila cojo con rapidez todo metiendo un par de objetos en mi bolsillo y en mi riñonera, y sosteniendo una jabalina en la mano, junto con una cuerda parte de un equipo de escalada.

Acto seguido, corro hasta las mochilas que quedan, intentando agilizar la cosa.  Abro una de ellas, mirando en su interior, sin perder más tiempo.

-¿Ha habido suerte?. mi pregunta llega mientras revuelvo el contenido de la segunda mochila. Tengo que encontrar algo para curar a Sean. Al menos ahora, me siento menos indefensa que antes.

Decir que esto empieza a ser desesperante es quedarse muy corto. Corro y corro, miro y remiro, y nada. Ni una anomalía, ni un detalle característico, ni nada que pueda serme medianamente útil. Tanta incertidumbre y quietud está empezando a hartarme. - ¿Preferirías estar corriendo o escondiéndote para salvar tu vida?

Enfadada, aprovecho la parada para hacer una serie de estiramientos que me permitan relajar el cuerpo. Vista la situación, no me queda otra que seguir avanzando.
 

Me abrocho el cinturón de herramientas en la que deslizo el machete con gesto serio, al tiempo que también introduzco los prismáticos y la brújula.

-Aquí hay algo.- Digo mientras me levanto y le tiendo la pomada para las heridas a Sam.- No se si servirá en el pero vale la pena probar.

Me giro a Marcus.

-También tengo ropa y una tienda de campaña. ¿Y vosotros?- Dije todo lo que había encontrado para demostrar que no me guardaba nada. Al ver que aun quedaban mochilas por abrir agarré otra y la abrí.

Observo el machete de Mark, mientras se lo ata al cinturón. Sin embargo, mi recelo disminuye cuando veo que me tiende la pomada. La cojo, manteniéndole la mirada unos instantes y en mi rostro, serio hasta entonces, aparece por primera vez una diminuta sonrisa de agradecimiento.

-Yo tampoco sé si funcionará o no, está inconsciente, pero no tiene heridas. Creo que necesita agua, o algo que sirva para recuperar la consciencia... No sé que puede ser útil, el médico es él... - digo, señalándolo, torciendo el gesto- De todas formas, lo intentaré, por si acaso. No sé exactamente hasta que punto curan estas pomadas... Gracias Mark. - acabo por decirle, sincera.

Y, cuando veo que además nos dice qué ha encontrado y con la pomada aún en la mano, le muestro la jabalina y el equipo de escalada, que cuelga de mi hombro- Yo encontré esto y una brújula. Y ese saco de dormir y ropa... - señalo los dos objetos que hay en el suelo.- Iba a abrir ahora mismo esta, a ver qué más encontramos. En cuanto mire qué hay dentro, intentaré despertar a Sean, a ver si funciona... - digo con cierto agobio. Conforme pasa el tiempo y Sean no despierta mi preocupación va en aumento. Tengo que hacer algo por él, y tengo que hacerlo ya.

Perdida, comenzó a pensar que podría haberse equivocado de rumbo. No obstante, antes de cambiar de rumbo decidió coger alguna de las hojas más cerca de estar secas y alguno de los frutos. Si los probaría o no es algo que aún no había decidido, pero creía que no tenía nada que perder si simplemente los cogía.

Una vez hecho ésto, decidió dejarse de alejar hacia el este para probar suerte con el norte desde esa dirección. Cualquier explorador experimentado podría decirle que aventurarse de forma aleatoria hacia un destino incierto era algo temeroso, si no estúpido. Pero no podemos olvidar que Clara creía que la suerte estaba de su lado, o al menos, que llevarse por su instinto podría serle útil. Aunque esta vez decidió estar más atenta a su paso. Vigilaría la brújula, por supuesto, pero intentaría estar pendiente del entorno por el que se movía, por si veía u oía algo útil.

Ahora sabía hacia donde dirigirme, pero estaba claro que no iba a dejar que me viera, fuera lo que fuese aquello que movía las ramas de los árboles, por lo que me dirigí a la dirección de aquellos movimientos, cuidándome de no ser visto. 

- Un equipo de Camuflaje, un equipo de escalada, un par de cantimploras y un cinto para herramientas vacío. - digo mientras agarro la mochila que faltaba (G).

- Sam, ¿qué más había en tus mochilas? - le pregunto al ver como se guarda cosas en los bolsillos y en la riñonera mientras me acerco a coger el cuchillo de Max y sus mochilas.

- ¿Tienes idea de Primeros Auxilios? - pregunto a Sam. Si no la tienes puedo hacerlo yo.

-Ya os lo he dicho. El equipo de escalada, la brújula, la jabalina, un saco de dormir y la ropa. - repito, mirando a Marcus. Y, al ver las cantimploras, las señalo, con un atisbo de esperanza.

-A lo mejor si lo refrescamos un poco, funciona... Si no lo dejo en tus manos. Insisto: él es el médico. - le digo, observándolo, aún con el mismo aire de severidad.-Adelante.

Y lo dejo acercarse hasta Sean, sin quitarlo ojo de encima.
 

Con temor y reticencia, decides continuar el camino que parecen indicar las raíces. Sigues con cautela la dirección, atenta al mismo tiempo de aquel animal, que parece estar por todos sitios, pues su sonido parece rodearte. ¿Será cosa del bosque? ¿Serán varios? ¿Te estarán rodeando?

A lo lejos escuchas lo que parece un rugido. ¿Un pájaro que ruge?

Consigues trepar con alguna dificultad por el tronco del árbol, quedándote a salvo de cualquier posible ataque.

Desde las ramas, puedes ver unos pequeños frutos, o algo que se le parecía. ¿Serían comestibles? Lo que no encuentras es ningún tipo de animal.

Al llegar a lo más alto, algo capta tu atención. A lo lejos, ves cómo las copas de los árboles empiezan a moverse. No todas a la vez, si no en pequeños grupos, como si algo estuviera moviendo las ramas.

El camino que habías tomado te acercaba levemente hacia la Cornucopia, pero tendrías que desviarte para llegar de nuevo allí. El paisaje no varía, pero un gruñido no muy lejano te pone los pelos de punta.

Consigues trepar sin muchos problemas hasta las ramas que contienen los frutos y decides coger alguno. Los frutos son rojos con forma esférica. No te recuerdan a nada que hayas visto antes. ¿Habrán sido creados por el Capitolio? ¿Serían venenosos? Era algo que no sabías.

Tras dejarte caer de las ramas, pones rumbo al norte, encontrando el mismo tipo de árboles y arbustos por el camino.
 

Notas como tu cuerpo empieza a quejarse de tanto correr, pero aún puedes mantener tu ritmo. Aunque vas rápido, puedes fijarte en que los árboles no varían. ¿Os matarían de aburrimiento?

A lo lejos, el gruñido de un animal hace que tus pelos se pongan de punta.

Recuperado de tu susto inicial, decides continuar el camino de las raíces, intuyendo que hacia ese lugar debería estar un río o algo de agua.

A lo lejos, el gruñido de un animal te pone los pelos de punta. ¿Estarías bien escondido entre esos matorrales?