Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 3: La espada de Damocles y más sucesos.

Cargando editor
10/02/2014, 16:58
Dr. Arthur Hirsch

Notas de juego

Asi es como se ingenian los mejores tratamientos, jejeje! :P

Cargando editor
10/02/2014, 21:51
Guardián de los Arcanos
Sólo para el director
- Tiradas (13)
Cargando editor
10/02/2014, 22:25
Chester Field

Chester trata de sujetar la manguera con todas sus fuerzas, mirando de vez en cuando alrededor a ver si hay algún marinero confundido o atorado que no sepa exactamente qué es lo que debería estar haciendo.

¡A ver, tú! - grita a uno de los que llegan desde la bodega. - Acércate aquí y échanos una mano con esto, que los dos solos no podemos.

Su idea de perseguir al saboteador, cámara en mano, empieza a perder peso al lado de la posibilidad de que el incendio se descontrole y acabe extendiéndose y afectando a la embarcación. 

No podemos permitirnos más retrasos...

Notas de juego

Pues eso, a ver si con un tercer par de manos podemos domar a la fiera manguera.

Cargando editor
10/02/2014, 22:40
Guardián de los Arcanos

Del lado de Starkweather consiguieron controlar la manguera. Estaban él, Menez y Whitston. En cuanto se pusieron a pensar en darle más potencia, pareció aumentar por si sola. Pero era que O'Doul, al ver que ya la tenían, había comenzado a abrir la llave por cuenta propia. Además, se añadió a los que la agarraban. Por último, apareció Myers que, aunque bastante mayor, no era ayuda despreciable.

Starkweather comenzó a dirigir el chorro a la base de las llamas que había en el muelle cuando gritó Aramiker, que estaba bastante avispada:

¡No! Señor Starkweather, conseguirá extender el combustible en llamas, y dificultará las cosas. Mejor enfríe los barriles que aun no se han incendiado, para dar más tiempo a los que intentan arreglar la grúa. Y así consiguió evitar la catástrofe. De hecho, Turlow estaba por decir lo mismo. Se le vio grabado en el rostro. Miró por entre el humo a la investigadora de lo oculto y asintió, agradecido.

¡Cojan una tubería rígida y fina e intenten insertarla en la base de la palanca que se ha roto! Dijo al marino que intentaba asistir a Sutton. En efecto, la voz clara y razonable de Sutton había hecho reaccionar al marino, que caminó por entre los cordajes caídos y las manchas de aceite semi incendiado para subir a la grúa. Miró como un tonto el cuadro al recibir las órdenes de Turlow y trasteó sin éxito con lo que tenía a mano.

El equipo de Field, Pickwell y el marino también habían conseguido dominar su manguera. Imitaron al otro equipo de aguadores, remojando tanto la bodega, como el borde del barco como el paquete de contenedores que colgaban de la grúa, dando tiempo al operario para poder maniobrar la máquina.

Del otro lado, Hirsch estaba en un terrible apuro. Por un lado, él estaba ardiendo. Por otro, tenía un compañero al que había que asistir obligatoriamente, si es que debía salvar su vida. No había agua en el muelle. De haber mojado el combustible en llamas, de hecho, les habrían mandado una ración de infierno justo bajo las barbas, apresurando su fin. Buscó una solución de compromiso: se quitó la ropa que estaba en llamas, así de claro. En ropa interior el calor le afectaba más, pero se encontraba en una situación mental bien controlada y fría, así que soportó el dolor y agarró por un pie (que no estaba ardiendo, a Alistair, para poder arrastrarlo a una zona fuera de peligro y, una vez alejado, comenzó a quitarle la ropa también. No pudo saber si había tenido éxito. Alistair no se movía, y era demasiado peligroso entretenerse para ver si había sobrevivido. Él no pudo soportarlo más. El mareo le pudo, los temblores fueron incontrolables. Se hizo un ovillo para ofrecer la menor superficie posible de su cuerpo a las llamas y ahí se quedó, hasta que alguien le socorriera.

O'Connel intentó agarrar al saboteador, que quería trepar el muro anticiclones para caer al mar, no consiguió aferrarse a la pernera de su pantalón, ni a su pie. Pero el hombre tampoco estuvo rápido en su trepar, y dio tiempo a que Pulaski, quizá algo más lento y pesado, pero más fuerte y alto, actuara sobre seguro para colgarse de su cinturón. A él se añadió un guardia que había visto el percal y se había acercado corriendo como un loco. El guardia tuvo la presa fácil y sencilla, así que, añadiendo su peso al de Polaski, consiguieron que el incendiario cayera encima de todos, que lo agarraron con rabia y lo imovilizaron entre golpes y patadas.

En ese momento estalló otro barril de los que ardían en el borde del muelle, al lado del barco. La deflagración hizo que otro barril más se uniera a la fiesta. Los que estaban cerca, en el barco, arrojando barriles al mar, recibieron la onda calorífica en todo el rostro. Mucho ayudó el hecho de que se encontraban empapados, ya que las mangueras habían hecho llover agua desde ya hacía varios segundos. Aún así, el golpe fue terrible y la cubierta se llenó de pequeños focos de llamas, en los rincones a los que el agua les había llevado, alrededor del hueco de la compuerta de la bodega y, después, chorreando fuego por los imbornales hacia el mar.

Pero lo peor eran los barriles atados a la grúa: ¡estaban ardiendo por el lado ciego! ¡Por el lado al que no llegaban las mangueras! ¡Era cuestión de momentos que se recalentara el combustible y explotara, llevándose por delante al SS Gabrielle y las esperanzas de gloria de toda la expedición!

Turlow, que se dedicaba a pensar, como un buen oficial, gritó: ¡suelta la carga! ¡Suelta la carga! al marino que estaba en la grúa. La carga, ahora mismo, pendía a medias sobre el muelle y sobre el mar. Cabía la posibilidad de que, o se quedara en el muelle, en cuyo caso estallaría, o que se cayera al agua, en cuyo caso no habría tanto peligro.

¡Los de los barriles! ¡Ustedes! Se estaba dirigiendo a Sutton y a su compañero de penurias. ¡Salgan de ahí inmediatamente! ¡Salgan de ahí, o morirán abrasados!

Notas de juego

4 puntos de vida para Hirsch de sus llamas y de las de Alistair, aunque ha conseguido salvarles del fuego a los dos. Paga con su propia consciencia. No se sabrá si Allistair ha sobrevivido hasta el final. Por supuesto eso no significa que su jugadora no se pueda hacer otro pj. Salen los pjs, los jugadores se quedan siempre.

Sutton tiene mucha suerte: 1 punto de vida.

Cargando editor
11/02/2014, 10:34
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Entre el dolor que la onda de calor le había provocado, especialmente en el rostro, que llevaba al descubierto, Sutton solo escuchó unas palabras

¡Salgan de ahí, o morirán abrasados!

No necesitó más para tener claro que prefería contar con un buen brandy cómo había visto explotar y hundirse el Gabrielle una noche de hacía años que el que alguien tuviera que preparar un precioso panegírico para su sepelio, alabando el valor que tuvo.

Así pues, echó a correr como un condenado en busca de su salvación.

Notas de juego

Ufff, ya ibas a hacer el primer muerto :S

Cargando editor
12/02/2014, 19:47
Dr. Arthur Hirsch

Arthur aguantó como pudo el calor, el dolor y el humo que le impedía una correcta visión de la situación. Semidesnudo para evitar las llamas que habían prendido en sus ropas arrastró a su compañero inconsciente. Con un esfuerzo final, intentó que ambos quedaran a cubierto de lo que pudiera ocurrir. Tras ello, la negrura se tragó su iniciativa...

Cargando editor
12/02/2014, 20:08
Maggie O'Connel

De no haber estado dos hombres con ella, habría matado a aquel pajarraco, incluso tomó un gancho del suelo para clavárselo pero el guardia de seguridad, lo detuvo. El corazón le palpitaba a toda pastilla pero cuando la agarraron para impedir el asesinato, la sangre volvió a llegar a su corteza cerebral, impidiendo el impulso primitivo de matar y permitiéndole analizar de nuevo la situación con algo de calma.

Solo entonces se dio cuenta que dos de sus compañeros no la habían seguido, por fuerza debían haber caído por las llamas o el humo. 

- No permita que huya ni que se suicide, átelo bien -ordenó a uno de los hombres- y usted sígame, dos de mis compañeros han debido caer en la zona de la explosión.

No sabía si caería más carga o no, y en el fondo no lo analizaba. Solo sabía que su acto de salir corriendo tras el asesino había sido instintivo, pero que dos de sus compañeros podrían haber necesitado su ayuda.

Cargando editor
12/02/2014, 22:00
Chester Field

Chester seguía sujetando la manguera con fuerza, intentando apuntar hacia donde le decían los apagafuegos más experimentados. La situación parecía desesperada, pero como solían decir los del ramo, siempre se podía ir a peor...

Fue entonces cuando escuchó los gritos que Turlow lanzaba al encargado de la grúa. - Si los barriles caen en el muelle, se va a desatar el infierno... aún más.

Por desgracia, no veía qué podía hacer desde allí; parecía que su manguera no llegaba a los barriles encendidos de la grúa, y remojar los demás podía hacer que, debido al empuje del agua, aumentara aún más la probabilidad de que cayeran en el muelle y no en el agua.

Con la mirada fija en la grúa, Chester siguió luchando contra las llamas, mientras una velada oración escapaba de entre sus labios.

Por favor, Señor, danos un respiro.

- Tiradas (4)

Notas de juego

 

 

Cargando editor
12/02/2014, 23:06
Guardián de los Arcanos

El SS Gabrielle se alejaba lentamente del muelle, ya la brecha entre uno y otro era de más de dos metros y se pudo escuchar el chapoteo de la escalerilla de acceso cuando se vino abajo. Al parecer los marinos encargados de ello habían conseguido cortar amarras por las bravas. Por otro lado, el barco que venía al rescate ya estaba ahí. Se podían escuchar los gritos que iban del Gabrielle al barco desconocido: un pesquero, al parecer. Los marinos que estaban en la proa se preparaban para lanzar un cable y así poder ser remolcados al Hudson.

Lejos, se comenzó a oír una sirena que se acercaba lentamente.

Sutton y su compañero de penurias se habían alejado a toda prisa de la zona de máximo peligro. Se encontraron, jadeantes, en el lado de estribor de la cubierta, se miraron y se sonrieron el uno al otro como solamente hacen dos personas que salen de un peligro cierto e inminente, situación que suele tender puentes entre categorías sociales, raciales y económicas como si las distancias fueran equivalentes a pequeños microcosmos ridículos observados desde la altura del que vive peligrosamente.

El marino que se había aferrado a la grúa, sin ser gruista él mismo, había estado afortunado y había dado con el botón correcto: el cabestrante se soltó, y comenzó a girar el carrete que contenía el cable de la grúa, impulsado por el peso de la carga en llamas. Dicha carga golpeó el borde del barco y el del muelle, haciendo que el suelo se tambaleara bajo los pies de los que estaban en ambos. Afortunadamente, y tanto abollando el barco como rompiendo el borde del muelle, el paquete de barriles terminó cayendo al mar.

O'Connel, buscaba a sus compañeros por entre el humo, tosiendo. Casi por deducción, y con un admirable sentido de la orientación, vio los dos bultos entre dos grupos de carga preparada para estibar. Tras ella iba Pulaski. No tuvieron tiempo más que para proteger con sus cuerpos a los caídos. Justo a tiempo, porque lo siguiente que ocurrió en el muelle fue que estallaron, uno detrás de otro, tres barriles más.

Entre tanto, las mangueras habían estado enfriando las zonas más expuestas del barco, consiguiendo que el fuego no prendiera con alegría, pero si de manera caótica, ya que, como todo el mundo había aprendido por la vía rápida, el combustible ardiente, en tanto no se mezclara, seguía ardiendo, pero el agua hacía de vehículo para el fuego que se extendía por los lugares más insospechados. Ora ardía un rollo de cuerda, ora bajaba por las escotillas provocando gritos de alarma entre los que, abajo, hacían uso de extintores y cajones de arena.

¡Nos alejamos! Gritó Turlow. Sigan con las mangueras un momento más, pero vayan preparándose para coger los extintores.

Ahí donde el fuego había prendido de unos cables, saltó un chispazo que apagó toda una fase de las luces del Gabrielle. Así, se quedó sin iluminación de posición en las antenas principales, proa y popa.

El barco se fue alejando muy lentamente. Estallaron otros barriles, pero ya O'Connel y Polaski habían cargado a los caídos un par de metros donde un parapeto de carga les daba la oportunidad de esperar ayuda, antes de que el fuego lo devorara todo. Dos marinos (¿serían de los cobardes que huyeron? ¿Venían de la calle, prestos a ayudar, valientemente? Quién sabe... ) comenzaron a tirar también, cosa que tanto Pulaski como su compañera en el equipo de guías polares agradecieron. O'Connel no se sentía bien. Sus pulmones ardían, su cabello estaba en llamas, la piel al descubierto estaba cuajada de ampollas. Tosía como desesperada. Pulaski parecía en bastante mejor estado, apenas un par de ampollas marcadas en las manos y en la cara marcada por el susto. Maggie tenía la ropa en jirones, ardiendo todavía, aunque los marinos le habían dado una ducha con un par de cubos que traían. El pelo, las pestañas, todo olía a quemado, un olor intenso y desagradable, que cubría el más artero aroma del terror.

¡A los extintores! Vociferó Turlow. ¡Moveos, hijos de puta! ¡A los extintores! Él mismo estaba dando con su bonita chaqueta de oficial a la base de un foco de llamas que se había desplazado justo delante de sus narices.

El barco ya se había alejado lo bastante, al parecer, ayudado por el pesquero. Venían los bomberos por el muelle. Uno de los camiones casi derrapó en la frenada y, frenéticos, los muchachos saltaron a la calle y comenzaron a desenrollar las mangueras, ya conectadas a los contenedores de espuma preparados para estos casos.

Notas de juego

O'Connel, 7 puntos de daño por fuego.

Cargando editor
12/02/2014, 23:12
Dominique Pickwell

A ver, creo que por el momento nosotros podemos dejar esta manguera y coger extintores para apagar los conatos de incendio, mientras el otro grupo continua refrescando la mura de babor y cubierta. 

Chester, coja arena y con la pala arrojela a la base de las llamas, yo estare al lado con el extintor para rematar la faena y usted marinero no deje de traerme extintores hasta que tengamos todos los incendios apagados.

Inmediatamente despues cojo un extintor y me dirijo al fuego que tengo delante junto a la escotilla tres, justo encima de mi avion, maldita sea, como me lo estropeen me cargo a alguien. Entre tanto me da por pensar en mi compañero de fatigas y en medio de la tension se me escapa una sonrisilla al pensar que no ha hecho ni una sola foto del estropicio estando en primera fila... Esto no se lo perdona, dejar escapar semejante noticia.

Asi que me doy la vuelta y miro a Chester, me cuesta reconocerlo, tiene la cara con una mezcla de asombro y horror por partes iguales, ennegrecida, la ropa mojada, me imagino que yo estare peor. Todavia no ha reaccionado asi que le pongo las manos en los hombros y le digo: Vamos Chester, no pongas esa cara, saca un par de fotos y continuemos con la tarea.

Un brillo en la mirada me dice que ahora si reaccionara...

- Tiradas (1)

Notas de juego

No se lo que vamos a durar ( mas bien poco) pero me lo estoy pasando como los enanos...

Diegus no seas malvado y no te cargues a la mitad de la plantilla... ;)

Cargando editor
12/02/2014, 23:12
Chester Field

Notas de juego

El post anterior iba justo antes del tuyo.

Ya puestos, escribo el posterior, y con el de antes haz lo que te parezca; no sé si se pueden mover posts arriba o abajo, por ejemplo. O borrarlo también.

Guardián dice: Arreglado. Los he intercambiado ;) Lo que no se es si podrás leer las tiradas ocultas, ahora que el post está puesto con tu avatar, que las tiradas no se pueden cambiar.

Cargando editor
12/02/2014, 23:13
Chester Field

Gracias señor - dijo elevando la vista al cielo. Al menos podrían tomarse una pequeña pausa para evaluar la situación... o eso se creía el muy iluso; Turlow ya estaba de nuevo gritando órdenes.

- A los extintores, a los extintores... ¿Y dónde narices hay un extintor por aquí?

Chester estuvo a punto de soltar la manguera para ir a echar una mano como pudiera, pero después recordó lo que había pasado cuando solamente dos personas sujetaban aquella pitón enfurecida.

- ¡Marinero! Cierra la llave de paso del agua, que por hoy ya hemos terminado con eso.

Cuando la potencia de la manguera hubo disminuido hasta niveles más seguros, Chester al fin la dejó - demonios, cómo pesaba la condenada - y echó mano del primer extintor que encontró, dispuesto a atacar las llamas desde un nuevo ángulo.

Cargando editor
12/02/2014, 23:33
Dominique Pickwell

Notas de juego

efectivamente, estamos los tres a la par dandole a la tecla :)

Cargando editor
13/02/2014, 10:47
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Notas de juego

No me ha descrito, ¿no? :(

Por cierto:

Sutton tiene mucha suerte: 1 punto de vida.

Cuando lo leí el otro día, entendí que me quedaba un punto de vida pero ahora entiendo que solo sufrí un punto de daño... ¿cuál de las dos?

Guardián dice: cierto, no te he mencionado, y ha sido un error que ya he subsanado editando el post :)

Lo de la suerte era que habías recibido solo un punto de daño, evidentemente XD De tener un punto de vida estarías inconsciente, como le pasa a Hirsch.

Cargando editor
13/02/2014, 13:03
Dr. Arthur Hirsch

Notas de juego

Yo hago acto de presencia. Ando mas bien inconsciente, y eso con suerte...xD.

Cargando editor
13/02/2014, 20:46
Maggie O'Connel

Maggie no tenía muy claro qué más podía hacer, parecía que el infierno se había desatado sobre ellos y notó en sus propias carnes la voracidad de las llamas.

- ¡Ayuda, tenemos a alguien inconsciente aquí!

Notas de juego

Espero que el juego no sea muy realista con respecto al fuego, porque la palmaremos todos con la descripción de lo que nos ha sucedido, pero será en unos días cuando las infecciones nos arrasen al haber perdido la protección de la piel. Y si sobrevivimos, lo haremos tan desfigurados que el propio Cthulhu huirá al vernos.

Cargando editor
14/02/2014, 02:27
Aramiker Menez

Notas de juego

Gracias Maggie, tirada por cordura. :)

Ese tal Cthulhu lo va a flipar.

Cargando editor
14/02/2014, 11:20
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Sutton miró al marinero y sonrió.

Por primera vez en su vida, entendió al Viejo cuando contaba alguna anecdota de la guerra y su tono cambiaba ligeramente al referirse a algún compañero de trinchera, con ese tono de ensoñación y melancolia.

Y tuvo claro que ese marinero iba a tomarse el mejor whiskie que probaría en su vida por cortesía de la noble familia Sutton.

Apoyo la mano en el hombro del muchacho e hizo un gesto hacia la cubierta.

Veamos si podemos echar una mano y apagar esos fuegos.

Cargando editor
14/02/2014, 22:09
Guardián de los Arcanos

Costó. Fue duro, pero se consiguió. Ya fuera de peligro, el barco se adentraba lentamente en el Hudson.

Treinta minutos después de la explosión, mientras un verdadero remolcador tomaba las amarras del Gabrielle, una gran parte del pañol de carga se derrumbaba, y llovían cenizas incandescentes. Unos minutos más tarde fueron los vagones los que, en un instante, se precipitaron al río desde el borde del muelle. Alguien había soltado los frenos. Starkweather gritó de frustración. Un bote había traído a algunos marineros que baldeaban la cubierta, limpiándola de escombros y enfriando los ya apagados focos de calor, para evitar que cualquier brasa llegara a avivarse a lo largo de la noche.

Field y Pickwell se fijaron en un barco que era remolcado hacia alta mar en esos mismos instantes, con todas sus luces encendidas. Gracias al uso del objetivo de Field, descubrieron que era el Talahasee, el barco de Acacia Lexington sobre el fondo oscuro del cielo. La expedición Lexington ya había zarpado, un día antes de lo esperado. Al pasar cerca del Gabrielle saludó con un par de pitidos burlones. Starkweater mordía de pura furia, aunque su cuerpo se mantenía aparentemente en calma.

Tragó su bilis sin perder la compostura. Afirmó sus pies sobre la cubierta y dio solemnemente la mano a los presentes.

Han sido ustedes unos valientes. Han salvado el barco y, aunque esa... mujer se nos haya adelantado con malas artes, tenemos casi todo embarcado y podremos zarpar. Me complacería enormemente poder llamarles amigos.

En el puerto, más allá del pantalán, cerca de las verjas de entrada, Jim, el guardia de la puerta bailaba por la ansiedad y se deshacía en lamentos y lágrimas. Tres cuerpos yacían cubiertos con sábanas sucias de hollín, en sus camillas. Otros dos no habían podido ser recuperados. En la primera ambulancia que había llegado estaban subiendo apresuradamente a Hirsch y a O'Connel, tras aplicarles los primeros auxilios a pie de calle. Pulaski los acompañó, no tan herido, en el asiento normalmente reservado a los familiares o amigos.

¿Duele? Decía el enfermero encargado de administrarles los primeros cuidados. ¡Genial! Buena señal, amigos. Podría confundirse con una burla, pero no era así. Al menos su expresión no lo denotaba. Significa que no se les han frito los nervios, aclaró. Quemaduras de segundo grado... decía señalando varios lugares y anotando en una libreta, pero no son muchas. A O'Connel y a Hirsch les estaban administrando oxígeno. Sus respiraciones eran un silbido... ...miligramos de morfina, anotaba, mientras el auxiliar inyectaba a O'Connel y a Hirsch, que había recuperado la conciencia. Pronto el mundo se desdibujó para ellos. El auxiliar cerró las puertas, la ambulancia conectó la sirena y salió disparada hacia la noche.

Llegó la policía. Los bomberos se encargaban de asegurar todo aquello que no había ardido y de enfriar los puntos calientes, antes que atacar las llamas en si. El incendio parecía controlado.

El saboteador estaba encerrado en la caseta del guardia, custodiado por dos de los muchachos.

Bajo una sábana, esperando el depósito de cadáveres, el silencioso Alistair McDonald ya no podía hacer gala de su lacónico carácter.

Una multitud de periodistas se concentraba fuera, en las vallas. El detective Hansen llegó abriéndose paso,  para hacerse cargo del sospechoso. El resto de expedicionarios, atónitos, fueron llegando poco a poco. El rostro de Moore parecía grabado en piedra.

El Gabrielle, finalmente, fue remolcado al muelle 66, río abajo, con la parte central del costado dañada y chamuscada. Un ejército de policías, reporteros y curiosos papando moscas rodeó inmediatamente la zona. Preguntaban, preguntaban, miraban con morbosa sensación. Poco a poco se fue extendiendo la noticia. Starkweather convocó una rueda de prensa nocturna... las cosas volvían a ponerse en marcha.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tanto Hirsch como O'Connel recuperan 3 puntos de vida, gracias al competente (y suertudo) enfermero que los atiende. Hirsch recupera la conciencia.

Hirch deberá quitarse, de momento 1d4 puntos de aspecto, a falta del tratamiento médico que, si no es bueno, puede hacerle perder más todavía.

O'Connel pierde un punto, ya que las quemaduras en el cuello y espalda podrán disimularse con facilidad.

Cargando editor
14/02/2014, 23:21
Maggie O'Connel

Los sueños de O'Connel no fueron pacíficos, el dolor había remitido gracias a la morfina, pero el terror no había remitido y en sus sueños se veía aplastándole la cabeza a aquel hombre con un martillo. No se merecía menos. Sabía que Alister había muerto, un hombre callado, que ya había sufrido demasiado en la guerra como para tener un final así... 

 

Notas de juego

Mis acciones, lógicamente, son dormir :D