Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 4: viaje por aire

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10/09/2014, 23:14
Dominique Pickwell

La noticia que trajo Field ayudo a resolver uno de los problemas que teniamos, con un poco de suerte, mañana podriamos dejar en buenas manos al pobre Abernale, tambien me gusto poder contar con ayuda medica e intentar resolver mis temblores, suerte de no estar en mi casa, alli se resolveria con un par de mamporros y dos ahogadillas en el pilon.

Bien hecho compañeros, poco a poco se resolveran los distintos temas que tenemos abiertos, Abernale, el contable, mis pesadillas y el motor, aunque este ultimo esta dando mas "guerra" de la esperada. Por favor quien no tenga tareas pendientes que aproveche para comer y dormir lo mas posible, a partir de mañana y si las noches son propicias realizaremos vuelos nocturnos.

Miles, longfellow, voy a revisar las juntas metalicas de los colectores y de los carburadores, quizas tengamos un poro y por eso no conseguimos la plena potencia. tambien tendriamos que mirar el avance del encendido no valla a ser que este desajustado. Otro sitio donde no hemos mirado, y es raro que se estropee, es la tension en los muelles de las valvulas.

Me pongo con los poros, ustedes elijan otra y nos contamos los resultados...

- Tiradas (4)
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11/09/2014, 16:11
Chester Field

Chester se animó al ver que no hacía falta convencer a Dominique para que fuera a visitar al Doctor; creía que el piloto preferiría enfrentarse solo a sus pesadillas... pero a veces hay terrores que es mejor combatir con algo de ayuda. Y no se refería a un par de tragos, precisamente.

Decidido, entonces; mañana por la mañana Abernale, Dominique, yo mismo y Marlene - si le parece bien - iremos a visitar al Doctor Bermann. Esperemos que pueda echarnos una mano con el pobre hombre.

Tras dejar el día de mañana planeado, Chester cogió uno de los bocadillos de la cesta, lo devoró con auténtica pasión y se fue a dormir, algo nervioso por la visita del día siguiente. ¿Qué le diría el doctor? ¿Le haría revivir todos los detalles del encuentro? Esperaba no tener que hacerlo, la verdad. Con una vez ya había tenido suficiente.

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11/09/2014, 21:54
(Starkweather-Moore, técnico) Patrick Miles

¿Poros? ¡¿Poros?! Decía Miles sin terminarse de creer lo que estaba escuchando. ¿Tú piensas que no he revisado cien veces si no había un puto poro... ? Calló la boca. Vale, jefe. Lo que tú digas. Buscamos putos poros en las putas juntas. Siguió rezongando mientras se ponía a la tarea. Ja, y la tensión de los muelles de... ains

- Tiradas (2)
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11/09/2014, 22:03
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Sentado en un rincón, la habitual alegría cuasi infantil de Stutton brillaba en aquellos momentos por su ausencia, en su interior y en su exterior era evidente que estaba excepcionalmente indeciso y compungido.

Desde luego él no era alguien al que le gustase la confrontación, si no mas bien lo contrario. Podía decirse que su nombre era sinónimo de la paz y la armonía, y si iba acompañada de fiestas, alcohol y bellas mujeres que seducir mejor que mejor.

Sin embargo sentía que aquello no estaba bien. Tal vez se debía a que se le había pegado algo de la primaria lealtad de la que hacían gala los hermanos Sorensen, pero aunque había ayudado a dichas gestiones, al menos por la parte contable que le tocaba, la verdad, es que a la hora de la verdad no podía abandonar al pobre Abernale a su suerte en aquel país lejano y desconocido. Menos aun, en manos de un comunista panfletario de dudosa reputación que bien podía freír el cerebro de Abernale a golpe de electroshock, o alguna cosa aun peor. 

La mera idea le hacía estremecerse.

Viendo como Chester se iba a dormir, y sabiendo que era el mas acérrimo defensor de dejar a un lado al pobre Meteorólogo como si fuese un objeto estropeado, aprovechó la ocasión para intentar hablar con el atribulado líder de su pequeña expedición.

Levantándose de su silla se aproximó a Dominique hasta quedar a su lado.

   - Dominique, ¿Podría hablar un momento a solas contigo?- Le dijo en tono bajo para que nadie pudiese sospechar de que algo se cocía entre bastidores.

Moviéndose unos cuantos metros aparte se aproximó hacia las puertas del hangar donde podrían tener una conversación ligeramente mas intima y relativamente apartada del resto de sus compañeros.

   - Se que los ánimos del grupo no están probablemente en sus mejores momentos y que encender otra vez el debate no es lo mas indicado para que dicha situación mejore.- Comenzó intentando dar aplomo a sus palabras.- Sin embargo me temo que me niego a aceptar a abandonar a Abernale a los dudosos cuidados de ese "doctor". Una cosa sería llevarle para que le echasen un vistazo que pudiese indicarnos si su... "situación" se trata de algo meramente temporal o de un trauma mas profundo. ¿Pero abandonarlo aquí por conveniencia?- Hizo un elocuente aspaviento con la mano señalado a su alrededor.- ¿Para encerrarlo en un sitio inmundo para que experimenten con su cabeza como si fuese un conejillo de indias? Es mas, aunque se recuperase, lo estaríamos condenando a permanecer encerrado el resto de su vida, después de todo ¿Quien le iba a creer cuando diga que lo que ha visto es real?-

Dejó unos segundos para que sus palabras calasen, y luego prosiguió con su exposición.

- Lo siento y no quisiera faltarle a nadie al respeto, pero pese a quien le pese, me parece un tratamiento inmoral e inhumano. Mas aun cuando podemos llevarlo con nosotros y una vez establezcamos la base, esperar a llegada del barco donde podremos dejarlo al cargo del doctor Hirsch que es alguien de nuestra completa confianza.-

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11/09/2014, 22:10
Guardián de los Arcanos

Sutton, antes de que la mecánica absorbiera completamente a Dominique, tomó al jefe del hombro y mantuvo una conversación privada, al otro lado del hangar. Discutieron durante unos momentos en voz baja. Del lado del avión desmontado ya se comenzaban a golpear chapas y a montar piezas.

Poco se pudo dormir en los camastros montados para la ocasión en el hangar. Los mecánicos y los aviadores no pararon en toda la noche. A eso de las cinco de la mañana dejaron todo listo para hacer los test que metían más ruido tras intentar dormir tres horas. Abermale había tenido pesadillas de nuevo.

Balbuceaba de manera inconexa entreverada con sollozos. Charlene se levantó para darle un relajante algo más fuerte. Por las pocas palabras que se entendían, el meteorólogo seguía con su particular monomanía de las ratas que abandonan el barco. Una frase que los insomnes pudieron escuchar, ya que la gritó fuerte y claro. Parecía algo nuevo: "¡Viene, ya está aquí, Sus Semillas han sido Sembradas y viene!"

Notas de juego

Tenemos que esperar a que esa conversación acabe. Mañana deberíais darle caña, Pickwell y Sutton, para que podamos avanzar.

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11/09/2014, 23:34
Dominique Pickwell

Entiendo perfectamente lo que me dices, hasta hace bien poco he sido el mas firme defensor de la unidad del grupo pero los acontecimientos de la puerta de la luna, que tu mismo viviste, me han hecho recapacitar.

Cuando lleguemos a la antartida vamos a pasarlo mal, por lo menos hasta que llegue el resto de la expedicion y añadir la vigilancia de Abernale a la ecuacion resultaria peligroso. Mirale, es en buenas condiciones y necesita al menos dos personas para su cuidado, absorbe tanta atencion que se descuida la de quien lo vigila.

No obstante mañana me va a tratar el doctor a mi y si veo que es un "matasanos", como tu comentas, nos lo traemos de vuelta. Pero no quiero darte falsas esperanzas, en este momento hay un 90%-10% de que se quede.

De forma amistosa pongo una mano en su hombro, Peor seria que por un descuido pereciera o que por cuidarle otro miembro perdiese la vida, animo Anthony, aqui al menos no estara en peligro y tiene verdaderas posibilidades de recuperarse.

Aprobecha y descansa lo que puedas, los proximos dias van a ser intensos, te dejo, voy a ver si rematamos este motor de una vez.

 

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12/09/2014, 00:56
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Stutton no llegaba a ver que demonios tenía que ver los horrendos hechos que habían visto en la Puerta de la Luna con el hecho de dejar atrás a uno de sus compañeros.

No quería discutir ni mucho menos, pero ya que por fin se había lanzado a decir sin tapujos lo que pensaba, no estaba dispuesto a quedarse a medias.

   - ¿Que no estará en peligro? amigo mío, creo que no sabes lo que es una institución mental.- Le respondió enarcando una ceja.- Tal vez peque de tomar conclusiones precipitadas, pero puedo decirte que podemos descartar que vayan a ponerlo a cuidados de una bella enfermera para que lo mime y le dé palmaditas en la espalda en una habitación soleada y llena de flores. De ser así hasta yo me habría apuntado a que me dejaseis. No, en su lugar lo van a maniatar, van a probar todo tipo de fármacos y psicotrópicos con él, le van a freír el cerebro a golpe de corriente eléctrica hasta que no sea mas que un cascaron babeante y a encerrarlo para el resto de sus días en un pabellón de ventanas enrejadas con un grupo de otras personas que no solo estarán locas, si no que muchas de ellas probablemente sean violentas y peligrosas de verdad. Arbernale se encuentra en un estado en el que parece haberse retrotraído a su infancia ¿Puedes imaginarte como reaccionará su mente infantil cuando le encerremos en un sitio como ese? No solo será solo dejarlo a su suerte, sino que estaremos condenándole a una tortura tanto mental como física, y no pienso ser parte de eso.-

Cruzándose de brazos le miró con una resolución impropia de él hasta aquel momento.

   - Si se ha de cuidar de Abernale hasta que nos reunamos con el resto de la expedición me ofrezco voluntario.- Sentenció finalmente.- Es preferible tener trabajo extra a tener sobre mis hombros el peso de saber que pude hacer algo por ayudar a un compañero y en su lugar dejé que lo condenaran a un infierno.-

Y dicho aquello, se giró y con gesto de indignación se alejó dejando que Dominique se encargase de supervisar las reparaciones del motor.

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13/09/2014, 22:48
Guardián de los Arcanos

Viernes 22, de mañana.

La clínica estaba en las afueras de Córdoba. Era una serie de construcciones de las cuales estaba en uso solamente la mitad. En las otras había cristales rotos, pájaros anidando en los interiores, tejados hundidos, malas hierbas en los patios.

La zona arreglada todavía distaba mucho de presentar un aspecto acogedor. Las plantas en la fachada del edificio principal estaban recién plantadas o eran demasiado viejas. Pero el trabajo, parecía, estaba hecho a conciencia. El patio estaba cerrado por una verja barata pero de barrotes gruesos. Varios enfermos paseaban en libertad, vigilados por dos hombres vestidos de blanco, muy fuertes, y de algunas enfermeras. Las ventanas tenían rejas.

Todo estaba húmedo de lluvia, aunque ahora no caía. El taxi aparcó en la entrada de la puerta principal, fuera del complejo. De una garita junto a la puerta salió un vigilante que tomó vuestros datos y que confirmó que teníais cita con el doctor. El taxi fue despedido y cruzasteis el patio por un amplio camino de grava. Los enfermos os miraron, llenos de curiosidad. Más de uno, os pareció, os habría abordado para preguntar, para charlar, para romper la monotonía que suele llevar aparejado un encierro, pero no parecieron atreverse.

No parecían maltratados, sin embargo. Los dos maromos que les vigilaban paseaban relajadamente.

El interior olía de manera extraña. A desinfectante, a productos químicos, quizá. Había más internos en el vestíbulo. Uno de ellos leía un libro en voz alta, palabra por palabra, como si acabara de aprender a leer. Otros permanecían mirando al vacío, o paseaban murmurando. Del piso superior llegaban algunos gritos.

Os había acompañado Charlene, por si hacía falta hacerse cargo del meteorólogo. El doctor recibió primero a Charlene, curiosamente, luego a Chester, luego recibió a Dominique, luego a Abermale.

¿La buena noticia en ese ambiente opresivo? Los problemas del motor ya estaban aclarados. Justo antes de pedir el taxi se habían hecho los test completos y el resultado había sido positivo.

Notas de juego

Haré las escenas simultáneas, a riesgo de que en la primera pase algo que cambie las otras tres :S

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13/09/2014, 23:21
(Capítulo 4) Gregorio Bermann

Cuando salió Charlene, el mismo doctor pasó a pedirte que entraras.

Bermann parecía menos impresionante en su propio territorio. Una enorme mesa de despacho con una butaca vieja en la que él estaba sentado y dos sillas desparejas pero cómodas para recibir. Un armario de cristal con frascos e instrumentos variados, una enorme librería, vieja y destartalada, pero limpia como la patena, llena de libros que tenían pinta de ser consultados frecuentemente. Títulos colgados de la pared, fotografías en las que a menudo aparecían tribunas y multitudes, pero que también representaban retratos de personas en primeros planos o grupos más pequeños posando para la cámara. Una alfombra que acallaba los crujidos del suelo de madera. La habitación era amplia, pero no enorme. Había un diván de cuero viejo en un lado.

Bermann te recibió cordialmente y se puso a preguntarte cosas de tu vida en tono conversacional. Iba intercalando hábilmente comentarios que le permitieran recopilar tus principales datos vitales, de una manera bastante natural. Se enteró de la historia de la expedición y se interesó sobre lo que había pasado antes de vuestra terrible experiencia. La sala estaba bien iluminada, aunque el cielo nublado impedía que entrara la luz a raudales. Cuando llegó el momento de acercarse al tema más candente, antes observó las fotos que le traías con atención. Usó una lupa. Te pidió que explicaras los detalles anteriores al viaje y pasado un momento te dejó seguir hablando, para que tú mismo abordaras los momentos más duros. Anotaba muy de vez en cuando. Te dejó explayarte sin preguntar nada. Luego si se interesó por los detalles posteriores de ese día, una vez más sin relación con la experiencia. Cómo llegasteis a aterrizar, qué problemas hubo para seguir viaje.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Te dejo explayarte, si lo deseas. Tras la recogida de datos, se despedirá, comentando que es pronto para un diagnóstico. Debe considerar el punto de vista de tus otros compañeros.

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13/09/2014, 23:42
(Capítulo 4) Gregorio Bermann

Cuando salió Chester, el mismo doctor pasó a pedirte que entraras.

Bermann parecía poco impresionante en su propio territorio. Una enorme mesa de despacho con una butaca vieja en la que él estaba sentado y dos sillas desparejas pero cómodas para recibir. Un armario de cristal con frascos e instrumentos variados, una enorme librería, vieja y destartalada, pero limpia como la patena, llena de libros que tenían pinta de ser consultados frecuentemente. Títulos colgados de la pared, fotografías en las que a menudo aparecían tribunas y multitudes, pero que también representaban retratos de personas en primeros planos o grupos más pequeños posando para la cámara. Una alfombra que acallaba los crujidos del suelo de madera. La habitación era amplia, pero no enorme. Había un diván de cuero viejo en un lado.

Bermann te recibió cordialmente y se puso a preguntarte cosas de tu vida en tono conversacional. Miraba de vez en cuando unas fotografías que no podías ver desde donde estabas. Iba intercalando hábilmente comentarios que le permitieran recopilar tus principales datos vitales, de una manera bastante natural. Se enteró de la historia de la expedición y se interesó sobre lo que había pasado antes de vuestra terrible experiencia. La sala estaba bien iluminada, aunque el cielo nublado impedía que entrara la luz a raudales. Te pidió que explicaras los detalles anteriores al viaje y pasado un momento te dejó seguir hablando, para que tú mismo abordaras los momentos más duros. Anotaba muy de vez en cuando. Te dejó explayarte sin preguntar nada. Luego si se interesó por los detalles posteriores de ese día, una vez más sin relación con la experiencia. Cómo llegasteis a aterrizar, qué problemas hubo para seguir viaje.

En el momento preciso, tomó las fotografías que había estado mirando y te las mostró. ¿Era exactamente esto lo que vio, señor Pickwell? Aunque tú sabías que no era eso exactamente, si reconociste el cielo atormentado por el huracán y las formas sólidas que se podían deducir de la visión completa del fenómeno que había estado atormentando tus sueños y que, al parecer, era lo único que habían registrado las cámaras de Chester. Inmediatamente tus manos comenzaron a temblar sin control.

El doctor ocultó las fotografías. Esperó a que te serenaras.

Notas de juego

Te dejo explayarte, si lo deseas. Tras la recogida de datos, se despedirá, comentando que es pronto para un diagnóstico. Debe considerar el punto de vista de tus otros compañeros.

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14/09/2014, 17:09
(Capítulo 4) Adelaido Arekipa

La oficina del contable era un sitio estrecho y polvoriento. La placa de la entrada al piso rezaba: Adelaido Arekipa, contabilidad y administración. Una secretaria indígena te hizo pasar a su despacho inmediatamente: otra sala destartalada y estrecha, llena a rebosar de archivadores, carpetas, títulos en las paredes, un florero con un arreglo de flores secas (práctico y poco trabajoso). La mesa estaba limpia, todo estaba atestado, si, pero cada cosa parecía tener su lugar: libros de referencia al alcance de la mano, entradas organizadas alfabéticamente, diferentes clientes para cada estantería. Los crujidos del suelo de madera indicaban que en el piso de abajo debían estar teniendo claras noticias de tu trayectoria.

El señor Arekipa se levantó para recibirte. Hablaba un inglés pasable, comprensible si no se aceleraba. Y no se aceleraba, para nada. Habló brevemente del asunto que os ocupaba, sin pararse a hacer preguntas que no vinieran al caso. Tomó entonces, por orden, los diversos documentos y anotaciones que traías. Como estaba todo mezclado, se dedicó a repasar metódicamente, a poner pequeños trocitos de cinta engomada en cada papel de manera que asomara por el canto, con un código misterioso escrito en cada uno. Luego fue haciendo un resumen en una libretita para anotaciones en sucio, añadiendo el código correspondiente a cada caso. Comenzó con los ingresos, en qué moneda o en qué metal, siguió con los gastos distinguiendo igualmente las divisas o el metal. Luego se puso a trabajar con los presupuestos, consultando listas de tasas y haciendo un par de llamadas para confirmar algunos precios.

Una vez organizado todo, pasó a anotar con elegante letra cada entrada en un libro de cuentas oficial, con las páginas numeradas y con el sello del ministerio adecuado en cada una de ellas. Sirviendose de las acotaciones de tus propios documentos, navegó por aquel fárrago con rapidez, guardando en el orden correcto todas las facturas. Anotó al final de todo su propia minuta, añadiendo al lugar correcto su propia factura. Selló, rubricó y te entregó el libro.

Usted debe anotar cada gasto aquí, cada ingreso acá. Los presupuestos deben estar consignados aquí, y en esta otra entrada debe señalar las desviaciones sobre lo previsto de esta manera ¿entiende? Así es imposible que se pierda y, cuando sus jefes le pidan las cuentas, usted podrá presentarlas de manera limpia y sencilla. Note que el gasto imprevisto del que me ha hablado (se refería a la visita a la casa de putas) ha sido desglosado a lo largo de todo el libro en forma de gastos sin posibilidad de justificación: propinas y emolumentos especiales. Es lo que suele entenderse entre nosotros como, ehem, sobornos y cosas parecidas. Dado que su viaje ha transcurrido por diversos países no creo que suscite pregunta alguna. Si habrá preguntas si esa "partida especial" se engrosa más, ya que lo hasta ahora consignado es una cantidad respetable.

Tras consultar el haber, restado lo que estaba presupuestado hasta ahora, resultaba que podíais contar con unos 400 dólares. Eso estaba destinado a imprevistos y a pagar la estancia de Abermale. No creías que fuera suficiente. De todas maneras, habría que verlo, que todavía no se sabía cuánto pretendería cobrar Bermann, el psiquiatra.

¿Alguna pregunta, Sir Anthony?

Notas de juego

Perdona, que he posteado a todo quisque y me había olvidado de ti... la costumbre de tener a Sutton sin perrito que le ladre :)

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14/09/2014, 20:24
Chester Field

Toda aquella situación no le hacía ni pizca de gracia a Chester. Una cosa era dejar a Abernale, obviamente "tarado" - Chester jamás lo reconocería ante sus compañeros, pero es que joder, el meteorólogo estaba chalupa perdido - en manos de un profesional, y otra muy distinta era que él también tuviera que pasar por el aro. Al principio le había parecido buena idea, pero tras ver a los "pacientes" del doctor, había cambiado de opinión.

Pero se notaba que el Doctor estaba acostumbrado a tratar con pacientes reticentes, y gracias a una conversación agradable y a no presionar a sus interlocutores, fue sonsacando toda la historia a Chester.

Verá... yo no creo en en demonios ni esas bobadas, ¿sabe? Estuve en Alaska y jamás vi nada similar a un Bigfoot, por así decirlo. Pero es de idiotas negar la realidad, y allí arriba, durante el vuelo, nos rodearon unas criaturas extraterrestres. Y yo que creía que el Señor Wells era simplemente un tipo con mucha imaginación, je je, a ver si al final va a resultar que tiene más de periodista que de escritor. A saber cuál será la base de sus historias de marcianos, ¿no cree?

Chester, como siempre que recuerda aquellos acontecimientos, empieza a perder el hilo de la conversación. Dándose cuenta de que está divagando, intenta volverse a centrar en las Criaturas.

Antes de empezar el viaje estábamos nerviosos, claro, pero ¿quién no lo estaría? Que nos íbamos a la Antártida en avión, leñe. Y todos somos profesionales, que conste, y en este viaje creo que hemos sacado lo mejor de nosotros mismos. Por eso le digo: no somos un grupo de tarados aficionados al láudano. En serio: allí afuera hay Algo, y este Algo no es de este mundo. Vino a por nosotros, no sé por qué, y doy gracias al cielo por no haber perdido la cordura como el pobre Abernale. Haga lo que pueda por él - añade Chester tratando de desviar la atención de sí mismo - , es un buen tipo que no se merece lo que le ha pasado. ¿Sabe esto que dicen de estar en el sitio erróneo en el momento equivocado? Pues eso mismo.

Tras algunos comentarios dispersos más, Chester vuelve a contarle lo poco que recuerda de los eventos posteriores: el aterrizaje, los problemas con el avión, etc. En realidad poco recuerda de todo aquello, como si hubiera estado medio dormido después del encontronazo, y tampoco entiende qué interés puede tener el Doctor en todo aquello, pero prefiere mil veces hablar de lo que pasó después que del accidente en sí.

Ha visto las fotos, ¿Verdad? ¿Y bien? ¿Qué opina? No sé usted, pero a mí no me parecen imaginaciones mías precisamente. Y ya le aseguro yo que una foto no les hace justicia. Se lo dice un profesional: fue una de aquellas cosas que hay que verlas en directo para captarlas en todo su... horror.

Con aquel comentario sobre sus fotos, Chester dio por terminada la charla.

Bien, gracias por escucharme y de nuevo déjeme agradecerle que se ocupe de Abernale. Es para nosotros un descanso saber que se queda en buenas manos.

Tras despedirse del Doctor, Chester salió del despacho, con las fotos de los monstruos bien guardaditas dentro de un sobre.

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14/09/2014, 22:04
(Capítulo 4) Gregorio Bermann

Bermann pensó lo que iba a decir. Juntó las manos, como si rezara.

El interrogatorio ha sido largo, pero es un trabajo necesario: debo consultar a todos para comparar notas entre sus versiones de los hechos. Lo confieso: en un asunto del que desconocemos todo, los psiquiatras debemos hacer un poco de detectives ya que no es lo mismo una alucinación provocada, como si dijéramos, en el vacío, que un hecho poco corriente, un detonante real que pueda provocar perturbaciones en mentes hasta el momento perfectamente sanas, ¿me sigue? Teniendo el testimonio de la señorita Withston debo decirle que su versión de los hechos de los momentos anteriores y posteriores a su experiencia coinciden en lo básico, de modo que llego a la conclusión de que nada, en ese momento, perturbaba su psique, su percepción.

Enfrentado a pruebas materiales, a algo que le hace vivir la experiencia de nuevo, no encuentro en su lenguaje corporal nada que me haga pensar en reacciones de pánico, de escapismo, de psicosis, que queden excesivamente alejadas de su volición consciente, lo que me lleva a recomendar, sencillamente, que tome algún analgésico ligero para dormir mejor, si es que tiene problemas para hacerlo. No desaconsejo que usted siga el viaje si extrema las precauciones en caso de fenómenos que puedan llegar a exacerbar su imaginación, como puede ser el sonido del viento, los fenómenos atmosféricos más espectaculares y situaciones parecidas. Le recomiendo esto porque intuyo que usted no tiene demasiado aguante para estas pruebas, pero considero que, tal y como me ha contado, en no demasiados días podrá ponerse en manos de dos buenos profesionales de la psiquiatría. Uno de ellos el muy afamado Arthur Hirsch, cuyas publicaciones leo siempre con tanto interés.

Te extiende una receta magistral. Haga que le preparen estas píldoras en una farmacia. Escribe una dirección en el dorso. Estas personas son de mi entera confianza, buenos profesionales. Tome una solamente si ve que pasa demasiado tiempo hasta que concilie el sueño.

En cuanto a mi opinión sobre el fenómeno que presenciaron, prefiero reservármela. Ahora mismo mi única preocupación es su salud, y nada más. Tenga en cuenta que mi diagnóstico es algo apresurado, ya que me dicen que desean salir cuanto antes. Que tenga mucha suerte, señor Field.

No te devolvió las fotografías y, cuando hiciste ademán de cogerlas, dijo. Disculpe, le pediría que me las dejara durante la consulta de los dos siguientes pacientes, ya que será de suma utilidad. Prometo devolvérselas en cuanto acabe.

Notas de juego

 

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15/09/2014, 20:15
Dominique Pickwell
Sólo para el director

Ese cielo es casi el mismo, momento el cual me recorre un escalofrio por la espalda hasta alojarseme en la nuca, empiezo a notar sudores frios. Los enormes monstruos estan por todas partes, nos observan con sus miles de ojos y señalan con sus viscosos tentaculos. Me levanto de la butaca como movido por un resorte y miro el cielo a traves de la ventana. No me fio del cielo, tan pronto estan los grandes como pueden estar los pequeños. Los vi un instante hace dos noches y su maldad a la mañana siguiente, pobre Lumula no se merecia acabar asi.

De vuelta a la butaca me fijo mas en la parte de la habitacion que no pude apreciar al entrar, como las fotos colgadas en la pared. Cada vez que se nubla el cielo florecen estos recuerdos y termino perdiendo el temple, ya sea con temblores de mis manos, como ahora, o peor entrando en una especie de histeria donde golpeo sin prestar atencion. Paro un momento mi elocucion para mirar a los ojos al buen doctor, y añado: Puede usted hacer algo por mi doctor, en una visita entiendo que es muy poco tiempo, pero si me puede dar algun consejo o farmaco que me ayude le estaria muy agradecido.

Porque me habra preguntado cosas de la expedicion o mi vida privada, no tienen relacion con lo que vi o lo que me sucede, hay algo que no me gusta y no se porque, ademas este hospital esta como si lo hubieran puesto en funcionamiento a toda prisa, plantas muy nuevas con otras abandonadas, edificios en ruina con otros al lado en uso. Barrotes toscos y cercados improvisados, no me fio. 

Cuando termine con la consulta tendremos que indagar en este sitio...

Notas de juego

Como siempre no me voy a ningun lado sin mis "niñas" del 45

no me fio un pelo de este fulano, segun estamos en la consulta miro con atencion todo lo que este a mi alcance, despacho, fotos,  libros, ventana, cielo, jardin, osea todo, tambien en las pausas escucho lo que me llegue del exterior de esta habitacion.

Mecanica por los detalles en rejas y cercados, buscar libros, en la medida de lo posible, por los libros antiguos en su biblioteca, Meteorologia cuando miro al exterior (ese cielo nublado...) y cualquier otra cosa que haga un paranioco en estado de alerta.

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15/09/2014, 20:53
(Capítulo 4) Gregorio Bermann

Mientras hablas la mirada del doctor no deja de dirigirse a tu propio rostro, aunque te das cuenta de que a veces da pequeños vistazos a lugares que podrían ser reveladores en tu gestualidad, en tu expresión facial o, quizá en las arrugas que hace tu chaqueta cuando mueves los brazos y presiona contra las dos nenas del 45 que portas. Él no muda el gesto. Parece en todo momento una persona cálida pero serena, y muy discreta.

Cuando parece que has terminado de hablar, y que tus temblores remiten, se prepara para hablar él mismo. Mientras lo hace sigue una cadencia natural. Para para consultar sus notas, hace pausas para pensar.

Tal y como he comprobado sondeando a sus otros dos compañeros, la señorita Withston y el señor Field, parece que su percepción no ha sido alterada previamente, y que ha reaccionado usted al mismo estímulo que su compañero el fotógrafo. Ha sido necesaria una charla previa para que nos conocieramos, al menos un poco, y ha sido necesario charlar sobre temas ajenos a su problema para que este mismo no interfiriera en mi observación.

Deduzco que es usted una persona sana que ha sido sometida a una dura prueba. Como quien ha estado en las trincheras, ha soportado un largo estress de cualquier tipo... digamos que no había traumas psicológicos de importancia anteriores a este. El desencadenante de su problema ha sido externo.

En una sola visita solamente puedo decirle a usted que está enfermo. Su enfermedad, un trauma sufrido en esos momentos de tensión, no se puede tratar con un mero fármaco. Usted no sufre de manera aguda su dolencia, ni, espero, será peligrosa para usted o para los que le rodean, no al menos de forma directa, aunque hay ciertos síntomas de paranoia que debe vigilar muy atentamente. Su sintomatología, a primera vista, es un temblor que usted mismo no puede controlar. Eso, le advierto muy seriamente, le incapacita para pilotar, ya que en ese cometido si que pone en peligro su vida y la de sus pasajeros. Le desaconsejo muy fervientemente portar armas de fuego, y le aconsejo un tratamiento ambulatorio con un profesional que sea de su entera confianza. En modo alguno le internaría a usted, pero si que le conminaría a ponerse en manos de un especialista de manera continuada durante, al menos, un año. El doctor Hirsch que, he sabido, viaja por mar al Antártida con su misma expedición, sería un ejemplo de psiquiatra altamente recomendable.

Lo que no creo que sea recomendable es que siga usted viaje. Entiendo que en el entorno en el que se moverá su propio cuerpo puede traicionarle.

Le explicaré con más detalle de dónde viene ese temblor incontrolable: su psique es un delicado mecanismo preparado para sobrevivir. El constructo que es el cerebro humano ha evolucionado a lo largo de millones de años. En realidad, la parte de la herencia que le llega de lo que se puede llamar el hombre moderno, que razona, que controla sus impulsos, es tan pequeña que si toda su historia evolutiva estuviera representada en la duración de una hora, lo que toca al pensamiento moderno ocuparía menos de un segundo de ese mismo tiempo. ¿Me sigue? De esa manera, tenemos un cerebro preparado para responder con prontitud al ataque de un depredador, por ejemplo. Todos esos impulsos provocan reacciones físicas muy intensas y bastante perjudiciales, pero la evolución ha preferido sufrir temblores y palpitaciones, pesadillas, qué se yo... a cambio de sobrevivir al ataque de un tigre dientes de sable o algo similar.

Su trauma ha sido tan intenso que ha activado mecanismos de defensa enterrados muy profundamente en su psique. Esos mecanismos suelen estar enterrados por la educación, por el raciocinio, por la civilización. La capacidad de razonar domina porque es un mecanismo de defensa superior al mero dar un brinco para huir de un depredador, y ese mecanismo también ha sido creado por la evolución. Pero esta amenaza ha sido tal que su subconsciente ha decidido que tal defensa no es suficiente, así que opta por métodos más antiguos, quizá, pero que han servido a la especie durante muchísimo más tiempo.

Convive usted con su subconsciente, y su subconsciente ha decidido que hay que prescindir de la razón. Al menos de vez en cuando. Para persuadir al subconsciente de que mientras usted pilota un avión esos métodos no son aconsejables hay que vencer una inmensa inercia. Digamos que el uno por ciento de su cerebro debe convencer al otro noventa y nueve por ciento de algo. Para eso hace falta tiempo y mucha ayuda. ¿Me entiende ahora?

Por eso considero, y así pienso redactarlo en mi informe, que no es aconsejable que usted siga el viaje.

Por supuesto, le considero a usted responsable de sus actos, así que mi acción no irá más allá de escribir en un papel que pueda ayudarle a justificar el abandono ante sus jefes. Sin más trato con usted, lo único que puedo recetarle es un somnífero suave, por si le cuesta dormir.

El doctor extiende una receta magistral.

Ha sido un placer conocerle, señor Pickwell. Admiro muy sinceramente el empeño en que están inmersos, y es por el deseo que tengo de que se corone con éxito que le aconsejo como lo hago

- Tiradas (1)
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15/09/2014, 23:06
Chester Field

Chester asiente ante la petición del doctor; al fin y al cabo, parecía lógico que quisiera usarlas para, por ejemplo, comprobar si sus compañeros habían visto lo mismo que él y no se trataba de algún tipo de alucinación colectiva o algo así.

De acuerdo, quédeselas; pero por favor, trátelas con cuidado; son las únicas copias que tengo.

Chester salió del despacho algo intranquilo y fue a sentarse en la primera silla que pudo encontrar, dispuesto a esperar pacientemente a que sus compañeros pasaran también por la consulta.

No sé si esto nos hará algún bien, pero mal tampoco nos irá. Y si es el precio a pagar para que se quede con Abernale, pues... bienvenido sea.

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16/09/2014, 01:12
Lord Anthony Montagu-Sutton III

De tan sorprendido que estaba, Sutton no acertó a realizar nada mas que examinar las hojas de libro de cuentas mientras parpadeaba con la boca ligeramente abierta por el estupor.

Asintiendo a las indicaciones que le hacía el contable, estuvo muy atento a su explicación de como tenía que realizar las cuentas a partir de ahora.

Era casi increíble que de un montón de anotaciones inconexas y desordenadas que ni él mismo comprendía, aquél hombrecillo de voz pausada y aburrida hubiese extraído un listado tan exhaustivo como estructurado, al tiempo que ocultaba los dispendios abultados de aquella alocada y desafortunada "noche de aventuras" de la que habían "disfrutado" algunos componentes del grupo.

   - Vaya, Sr. Arekipa, desde luego es usted todo un experto en su materia.- Le alagó con una sonrisa de oreja a oreja.- Yo no habría sabido desentrañar este entuerto ni en un millón de años.-

En su interior, lo que mas le alegraba era saber que pese aunque aún disponían de la respetable suma de cuatrocientos dólares, probablemente no sería cantidad suficiente como para poder proseguir su viaje si internaban a Abermale en aquel loquero comunista.

   - No.- Respondió finalmente.- A sido usted tan eficiente, que no creo que tenga ninguna pregunta al respecto.-

Levantándose de su asiento le ofreció la mano con la intención de realizar el consabido apretón de manos.

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17/09/2014, 21:11
Guardián de los Arcanos

Notas de juego

Me sigo retrasando, mozos. Complicaciones familiares me ocupan el tiempo. Espero que mañana si avancemos: y os voy a pegar un buen estirón, si es que la cosa no se tuerce.

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17/09/2014, 21:11
Guardián de los Arcanos

Notas de juego

Tú, mozo, ¿se te ha comido la lengua el gato? XD Debes decidir si haces caso al doctor o no: eres, por supuesto, completamente libre. Caso de hacerle caso, daríamos como de baja el pj y pillarías al que quisieras de tu elección. Pero eso es decisión tuya.
 

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18/09/2014, 20:30
Dominique Pickwell
Sólo para el director

Notas de juego

A ver joven, mi personaje hasta la muerte, n.p.c. al doctor, asi que dale vidilla...