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Muerte en la Nieve

Cantar de la Gran Compañía 5: Las Ruinas de la Fe

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09/09/2020, 11:08
* Juglar *

Las féminas de nuestro grupo de héroes se decidió finalmente a acudir en busca de sus compañeros a la biblioteca, una tarea que podía no resultar excesivamente sencilla en un principio. Al fin y al cabo, desconocían su localización exacta, y una abadía de Korth no está especialmente señalizada a tal fin. Sin embargo, gozaron de la fortuna de reencontrarse con el padre Marok por los pasillos, de modo que el clérigo les indicó la ruta a seguir antes de proseguir con sus quehaceres.

La puerta de aquella biblioteca era tosca, mal trabajada, y daba la impresión de haber sido reemplazada tan sólo unos pocos años atrás, tal vez porque la original se encontrase en mal estado. Dhorne la abrió tirando con fuerza de un postigo de gran tamaño, y las mujeres pudieron asomarse al interior, que estaba sumido en penumbra, a excepción de una amplia mesa a la que accedía la luz de una apertura en el techo sellada con una vidriera de gran grosor, cuyos bordes estaban cubiertos por la nieve.

A tal mesa se encontraba sentado el padre Aughio, reposando sobre una desvencijada silla de alto respaldo toscamente confeccionado mediante ramas, lo que parecían cuernos de ciervo, y cuero endurecido. El monje inspeccionaba un inmenso tomo que había inclinado hacia sí empleando otro libro de no menor grosor. A su espalda descansaba un arcón cerrado, y a su diestra se extendían dos largos pasillos paralelos con muebles llenos de estanterías con tomos y pergaminos enrollados, muchos de ellos demasiado antiguos o mal conservados como para poder ser consultados sin tomar extremas precauciones.

A un costado de tal mesa se hallaban nuestros protagonistas varones, junto a Fian de Lorian, quien se encontraba inclinado sobre otro tomo que inspeccionaba detenidamente. Tras él se mantenían en silencio meditabundo tanto el elfo Riohrd como los humanos Ivar y Tyron, cruzando los tres miradas preocupadas hasta que la puerta se entreabrió y vieron a las mujeres asomando a la biblioteca. 

Nuestros héroes se habían reagrupado, y posiblemente tenían mucho que compartir. Aunque quizás no fuera el mejor instante, lugar, y compañía, para hacerlo en libertad.

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13/09/2020, 13:37
Dhorne

Silente, y guardando para mi todo aquello que de una u otra manera atormentaba mi interior, escucho aquello que a Pete la elfa oscura a conseguido sonsacar. Información que si bien a grandes rasgos no aporta mucho a lo que ahora es nuestro deber, arroja preguntas cuyas respuestas no creo que sea una buena idea postergar para un tiempo lejano. - Al menos sabemos que Marok tiene un conocimiento algo más profundo sobre las ruinas. - Respondo meditabunda al respecto, ya que solo alguien se ha dado el tiempo de caminar entre aquellas paredes podría tener la consciencia de los peligros que ahí pueden acechar. - Sea como sea tendremos que meternos en las dichosas ruinas cuanto antes, aunque no sé si hacerlo esta misma noche sea la mejor de las ideas, no sabemos si Pete hablará con alguien de vuestra conversación y quizás, deberíamos intentar averiguar quien es esa persona que se escabulle hacia las ruinas durante la noche. Fian tiene prisa y lo comprendo, pero sería de incautos sumergirnos ahí de buenas a primeras. Le comparto mis pensamientos a Luelar ya que de nada sirve callármelos ni tengo razón real para hacerlo. 

Me ha dicho que quiere darnos la bienvenida, pero también anda buscando a Riohrd y Fian, así que no tengo tan claro que sus intenciones sean únicamente las que me ha comentado. - Y es que si bien cierto es que el Abad no parecía tener ocultas intenciones, menos cierto no es que no seré yo quien se fíe a ciegas de quien dirige un lugar que parece guardar entre sus paredes, un mal que hasta ahora, ninguno de nosotros había sido capaz de imaginar. Mas dejando de lado las palabras, o al menos las que salen de mi boca, seguimos el camino indicado por el abad y luego por Marok al encontrarnos con él, dando así finalmente con la pesada puerta de la biblioteca. 

Por alguna razón, posiblemente mi falta de conocimiento sobre estos lugares que tan sagrados son para muchos, me imaginé que la biblioteca estaría mejor cuidada en todo su conjunto, pero tras tirar de las pesadas hojas de madera, lo que se muestra dentro lejos habla de un saber que me llegue a vislumbrar y por el contrario, no difiere en exceso de alguna de las ajadas tabernas donde alguna que otra vez, he pasado las horas antes de volver a zarpar. - Solo falta un borracho durmiendo sobre su propia orina y dos putas sentadas en las piernas del padre y listo, como en casa. - Pienso mientras una ligera y cansada sonrisa se dibuja entre mis labios. 

Más dejando de lado las impresiones que el hombre de Korth me da, puesto que no es momento para pensar en cuestiones semejantes, mis pasos se dirigen firmes hacia la mesa donde se encuentran los varones de esta empresa, no sin que mi mirada se pierda entre los pasillos sumidos en una semi oscuridad y sobre todo, en el libro que Aughio parece contemplar con tanto interés. Saludo al hombre pose en mi su mirada o no con un ligero movimiento de cabeza, antes de y ya cerca de los demás, hablar. - Señores, el Abad quiere vernos en su despacho. - Anunció sin que mi voz delate emoción o sentir alguno al respecto. - Al parecer quiere darnos la bienvenida como corresponde, más quiere vernos a todos. - Termino por explicar lanzando una mirada ante estas últimas palabras tanto al hombre del bigote como al elfo cuyo rostro muy posiblemente haya visto tiempos mejores. 

- Tiradas (1)
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13/09/2020, 23:35
Luelar Tyrundlin

Ante la información ofrecida a la mujer de cabello claro, esta no tardó en compartir conmigo sus impresiones, las cuales contenían también preocupaciones. No sin antes mirar a un lado y otro, queriendo asegurarme de que continuábamos a solas, me dispuse a responder a sus palabras.

- No creo que el monje hable con nadie de la conversación que hemos mantenido, pero aun siendo así, ¿qué es lo que sabe? Ha sido él quien ha sacado el tema de las ruinas, y ni siquiera me ha dado información determinante. No creo que haya que preocuparse a ese respecto. - compartí con serio semblante y gran convencimiento. - Como decía, ni siquiera creo que llegue a hablar de lo sucedido. La congregación no recibiría bien que Pete se dedique a hablar con foráneos en lugar de realizar sus tareas, y él lo sabe. Además, no parecía gustarle hablar sobre lo que había visto. En cuanto a averiguar quién se escabulle, ni siquiera sabemos si es algo que sucede a menudo, podríamos pasarnos la noche vigilando para no hallar nada; y los muertos no aguardan. - me encogí brevemente de hombros, terminando así de compartir mi punto de vista con Dhorne. - En cualquier caso, se trata de algo que deberemos decidir entre todos... - concluí con resignación.

En cuando a mi pregunta sobre qué quería el Abad, oficialmente tan sólo quería darnos la bienvenida, pero Dhorne parecía compartir mis mismas sospechas; y es que su convocatoria no era únicamente para los recién llegados.

- Tendremos que tener cuidado, y no perder detalle. - apunté antes de que retomáramos el camino, ese por el que fui guiada por la mujer, para posteriormente ser ambas guiadas por el Padre Marok.

Fue Dhorne quien se ocupó de abrir aquella puerta que resultó ser más nueva y basta de lo que cabía esperar, siendo también ella quien se internó en la biblioteca para anunciar a los demás que debíamos acudir al despacho del Abad Garlon.

Mis ojos se alejaron pronto de los rostros de los hombres que nos miraron desde un costado de la mesa nada más abrirse la puerta, para viajar con mayor detenimiento por aquel lugar, evitando volver a mirar al Padre Aughio tras examinar brevemente qué hacía. Desde la puerta, me dediqué sobre todo a admirar las estanterías repletas de tomos y pergaminos, y a preguntarme cómo podían cuidarlos tan mal; a la espera de que los demás se pusieran en marcha. Esperaba que tuvieran mucho que contarnos, pero el momento de compartir informaciones aún tendría que esperar.

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16/09/2020, 16:42
Riohrd

Bajo el sepulcral silencio en que todos los presentes se habían sumido ante el pronto retornar del clérigo, los pensamientos de Riohrd siguieron recorriendo aquellos caminos que lo descubierto había abierto ante sus ojos. Su ambarina mirada perdida sobre los tomos que descansaban sobre la mesa, no miraban en realidad y por el contrario, solo vagaban en busca de respuestas que dudaba enormemente fuese alguna vez capaz de encontrar. El Alei llevaba recorriendo varias vidas humanas aquellas cambiantes tierras gobernadas por los hombres, y por lo mismo, dudaba quizás con demasiada vehemencia que quien estuviese tras todo aquello fuese solo una persona, y por el contrario con más ahínco crecía en su interior la sospecha de que otros seres portadores de magia, quizás estuviesen involucrados en algo que jamás sería capaz de vislumbrar en magnitud. 

La cabeza del alto elfo era un caos para entonces, dubitativo de sus propios conocimientos, de las verdades que tras lo leído parecían cambiar hacia terrenos mucho más escabrosos, pero mientras esperaba silente y paciente a que Fian dijese había encontrado algo o no de utilidad, el chirriar de aquella pesada puerta le hizo enarcar una ceja, más no volver hacia ahí la mirada. No había necesidad de mirar con curiosidad a quien podría aparecer puesto que las posibilidades eran más bien escasas. Más alzó la vista cuando la voz de una de las mujeres que había llegado con el resto del grupo fue quien rompió el silencio en el que todos se habían sumido. No expresó emoción alguna y por el contrario, se limitó a asentir con un gesto ligero y breve antes de ser quien tomase por breves instantes la palabra. - Será mejor entonces que no se le haga esperar. - Respondió con aquella serenidad que parecía ya ser una parte de él incluso, cuando su interior era un caos al completo y sin rastro alguno de control. 

A pesar de todo lo que estaba sucediendo, y aunque el Abad se había mostrado como un hombre sensato cuando lo había conocido, para esas alturas el Alei no estaba por la labor de dejarse engañar por la fachada que tan bien sabía, podía ocultar los más oscuros secretos si así era menester. No había criatura en la tierra capaz de no sucumbir a las promesas de poder en tan cruento mundo en el que se movían, y por ello, ni la fe en un dios ni en sus propias creencias, eran motivos suficientes como para que Riohrd decidiese confiar sin más en las intenciones de nadie, incluyendo la de los presentes. 

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18/09/2020, 10:45
Tyron Stark

Algo era lo que habíamos descubierto acerca del mal que acechaba en Valsorth, ya no sólo en aquellas tierras, sino amenazando todo el continente como lo hiciera en otros tiempos aún más aciagos. Pero aún mucho más era lo que desconocíamos, y por más que enarbolásemos nuestra espada, de nada serviría si permanecíamos con los ojos vendados. No quería desfallecer ante la desesperanza, pero la cruzada que se planteaba ante nosotros comenzaba a adoptar una forma muchísimo mayor de lo que ya temíamos, y si bien dar con aquella gema podía parecer la victoria que hiciera caer al mal que nos acechaba, cada vez parecía más que no sería así, y que estábamos lejos de poder afrontarlo solos. 

Aquella idea asolaba mi mente cuando la puerta de la biblioteca se abrió, apareciendo por ella nuestras dos compañeras. Fue Dhorne quien anunció lo que me pregunté si sería una excusa o la verdad absoluta, que el abad requería nuestra presencia. Tal vez fuera una mezcla de ambas, pero lo cierto es que reunirnos y compartir lo que habíamos descubierto con ellas era lo mejor en aquellos instantes, así como saber si ellas mismas habían logrado sacar algo en claro. 

Padre Aughio, le agradecemos encarecidamente la ayuda que nos ha prestado. -Indiqué al clérigo, llevándome un puño al pecho, tal como saludábamos en mi orden habitualmente- Pero ahora será mejor que acudamos a la llamada del abad. 

Con tan escueta despedida, me dirigí a la puerta, dispuesto a salir de la biblioteca con los demás, y aprovechar el trayecto hasta ese despacho para compartir información y tratar de adoptar una postura común entre todos. 

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18/09/2020, 11:12
* Juglar *

Sobra decir que nuestros héroes tenían motivos de sobra para ansiar salir de entre aquellos opresivos muros de la biblioteca que se veían forzados a compartir con el padre Aughio. Éste, sin embargo, se limitó a arrojar sobre la dama Luelar una mirada de disimulado desdén al verla junto a Dhorne en la puerta, aunque al oír las explicaciones de ésta su expresión se tornó en indiferencia. Apenas alzó la mirada de su libro cuando el caballero de Stumlad le agradeció la ayuda, despidiéndose con una inclinación de cabeza antes de enfrascarse de nuevo en la lectura. 

Una vez fuera, Fian de Lorian pareció sumirse en sus pensamientos, atusándose el mostacho como un acto reflejo mientras mantenía el ceño fruncido con preocupación. No dijo nada, aguardando a que aquel variopinto grupo se pusiera al día, pero se situó a la cabeza para guiarles por los complejos corredores del lugar, un camino hasta el despacho del abad que parecía dispuesto  largar lo más posible mientras conversaban. 

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21/09/2020, 18:56
Dhorne

Sin que nada llame mi atención más que la presencia de los presentes, y sin tener la mayor intención de quedarme dentro de aquel lóbrego agujero más tiempo del que estrictamente necesario me es, a modo de escueta despedida hacia el clérigo inclino mi cabeza de manera casi imperceptible más sin que mi mirada se pose en él puesto que, todo el interés que me puede despertar, no es algo que deba o pueda ser saciada en dicho momento. Así es como y tras escuchar las respuestas ofrecidas tanto por el elfo como el rubio muchacho, salgo de la estancia a espera de comenzar a caminar y entonces, poder saciar parte de la curiosidad que tan de la mano va ahora mismo con la necesidad. 

-  ¿Habéis descubierto algo de interés? - Preguntó a los presentes una vez que nuestros pasos se han puesto en marcha, siendo el Fian de Lorian quien toma por lógica decisión, el encabezar nuestro caminar hasta el despacho privado del Abad. Una parte de mi espera con verdadera esperanza que algo hayan sido capaces de encontrar, más así fuese una tenue luz que ilumine este camino plagado de oscuridad y maldad, pero otra parte de mi, supongo que la más timorata teme la respuesta que puedan encontrar ya que, sin importar nada más, creo que todos podemos dar por supuesto que sea lo que sea que estemos buscando, que sea lo que sea que haya levantado a los muertos, nos queda demasiado grande como para intentar siquiera hacerle frente, aunque tampoco nos quede otro camino a seguir. 

Esa es la única verdad que conozco ahora mismo por cierta, la que no se sustenta en el pasado mas que cambia los finos hilos del destino, sin importar lo que esté por venir o si estamos listos o no para afrontarlo, nos tocara dar la cara y alzar la espada, aquí dónde nadie más parece habitar. 

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22/09/2020, 10:58
Tyron Stark

Salir de entre los muros de aquella biblioteca pequeña y estrecha no me reportó demasiado alivio, no como esperaba. Era demasiado lo que tenía en mente, nubarrones de una oscuridad que atemorizaba mi alma, del mismo modo en que se encogieran los corazones de los hombres ante el horror que supusiera el nacimiento en lontananza del mismo Reino de la Sombra, en otro tiempo que creía más lejano. 

Cuando logré alzar mi mente, me percaté de la mirada que mostraba Fian de Lorian, mientras se movía en silencio atusándose aquel bigote suyo para guiarnos por los corredores. Era un hombre de fe, un guerrero sagrado, un hombre que había dedicado su vida a combatir el mal sobre el mundo. Y parecía igual de superado que yo mismo. ¿Era aquella empresa demasiado para afrontarla nosotros solos? Estaba convencido de ello. Sin embargo, ¿no íbamos a poder, acaso, aportar nuestro grano de arena a la causa? 

Fue la voz de Dhorne la que logró sacarme del pozo de desesperación en que me veía hundido, muy a mi pesar. Alcé mi mirada hacia ella, parpadeando un par de veces antes de suspirar pesadamente, mientras caminábamos tras del paladín, quien parecía andar premeditadamente despacio. 

Hemos encontrado referencias a algo que... Korth no lo quiera, podría ser lo que buscamos. -Indiqué con sumo pesar- Era un documento muy antiguo, el que hablaba de ello. Unos objetos antiguos, tres, llamados las Gemas de Poder. Más antiguas incluso que la llegada de los elfos a su actual reino en los bosques de Shalanest, por separado parecen albergar un gran poder, pero unidas y mediante un ritual... son capaces de destruir todo Valsorth, el mundo entero. Al menos, si creemos las palabras escritas. Al parecer, el Reino de la Sombra habría surgido por esas gemas. Eran lo que el Rey Dios buscaba con su Reino de la Sombra. -Mi rostro se ensombreció aún más, apartando la mirada hacia los robustos muros que nos rodeaban- Siempre había asumido que el objetivo del nigromante había sido dominar el mundo, como cualquier tirano... -Volví a suspirar, devolviendo mi atención a las féminas del grupo, a fin de seguir poniéndolas al día- Pero no había ninguna referencia a la localización de las gemas después de la derrota del Rey Dios en su templo de Dargore, un palacio de hielo oculto en lo más profundo de las montañas Kehalas. Allí los Doce Arcanos le sometieron encerrándole en un círculo de estatuas. Si asumimos que el Rey Dios poseía al menos alguna de las gemas, en ese momento deberían haber estado allí, pero no hay forma de saber si es así o qué fue de ellas después de eso. No es que contemos con demasiado... ¿Vosotras habéis contado con mayor fortuna?

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24/09/2020, 00:19
Luelar Tyrundlin

No fue mucho el tiempo que pasó hasta que nos vimos reunidos en el pasillo, pero sí el suficiente como para que ese supuesto “hombre de bien” me mirara con cierto desprecio. Cuán alejados parecían los actos de muchos de aquellos monjes de lo que decían o creían ser.

Pensé que el momento en el que nos pondríamos al día quedaría aún lejano, pues no creí que contaríamos con tiempo suficiente como para ello, pero en seguida quedó claro que mis compañeros eran de distinta opinión. Me alegró que así fuera, pues viendo los semblantes de algunos de los presentes, la pregunta sobre qué habrían encontrado cada vez cobrara más fuerza en mi interior.

Fue Dhorne quien inicio la conversación, con Fian encabezando una lenta marcha mientras nos guiaba por el lugar, siendo Tyron quien tomó la palabra para desvelar lo que habían descubierto.

Visiblemente afectado, nos habló de unas poderosas gemas que al parecer estaban relacionados con lo que el Rey Dios había hecho tiempo ha, gemas cuyo paradero era desconocido. A simple vista, no había una relación directa entre las gemas y lo que habíamos vivido, pero si teníamos en cuenta la naturaleza del poder que nos acechaba y que el Rey Dios era un nigromante que había tratado de destruir Valsorth... Relacionar ambas cosas era casi inevitable.

- Si este lugar se empleó para esconder objetos de gran poder que nadie debía poseer, como señaló el hermano del paladín, no sería descabellado que alguien hubiera tomado una o varias de esas gemas del templo de Dargore tras la caída del Rey Dios y las hubiera traído aquí para que fueran custodiadas. - apunté bajando la voz tras la explicación del caballero, tomándome tras ello un par de segundos para rememorar la información con la que respondería a su pregunta. - No es mucho lo hallado. - comencé a explicar a los hombres del grupo, dejando claro que la solución a nuestro problema estaba aún lejana. - Al parecer Pete vio a alguien dirigirse a las ruinas una noche, pero no sabe a quién. El lugar es empleado para obtener piedras para construir el anexo, por lo que el monje ha estado allí en varias ocasiones. Dice que allí no hay más que piedras y agujeros peligrosos, y que el padre Marok le decía que no se acercara a ellos para no caerse. - relaté así los datos de los que disponíamos, entrando pronto en el terreno de la especulación. - Quizás eso signifique que allí hay algo que no quiere que Pete vea. Puede que esos agujeros, o parte de ellos, formen parte de galerías subterráneas; pero me temo que eso es algo que no sabremos hasta que nos internemos en las ruinas.

Mi mente regresó pronto a aquellas gemas, generándome la idea de la existencia de estas miedo y preocupación, pero también algo de fascinación. Eran varios los objetos de poder que debían existir repartidos por la faz de la tierra y su subsuelo, pero dudaba que hubiera otro tan poderoso como aquel conjunto de piedras.

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24/09/2020, 20:15
Riohrd

Sin que fuesen pocas las cuestiones que ocupaban la mente del Alei, donde la preocupación no era más que una de ellas, el alto elfo se retiró en silencio de la biblioteca sin que su mirada se posase en Aughio más de lo necesario para despedirse de este por una cuestión que lejos de referirse al respeto, rayaba más en la educación. - Padre. - Fueron todas sus palabras para aquel hombre, uno que si bien le aborrecía por su mera existencia, a Riohrd por el contrario, le generaba una extraña mezcla entre intriga, cierta fascinación y por descontado algo de gracia en su accionar. Demasiado tiempo llevaba vagando entre los hombres como para saber que jamás dejarán de vivir anclados en el pasado y los rencores de tiempos que no llegaron a vivir, y por eso, lejos de verse ofendido por el desprecio que no dejaba de ofrecerle cada vez que tenía ocasión, Riohrd lo tomaba más bien como un mero acto de su caprichosa naturaleza. 

Más aquellos pensamientos como tantos, fueron quedando relegados cuando la mujer de dorados cabellos hizo la pregunta que más temprano que tarde sería expresada por cualquiera de los demás, y acto seguido, tras ser el joven Tyron quien respondiese, fue la elfa oscura quien contó aquello que las mujeres por su cuenta, habían averiguado. Aunque en silencio, Riohrd no pudo estar más de acuerdo con las apreciaciones de Luelar, siendo su suponer ante sus ojos, lo más acertado. No era un disparate pensar que no solo una gema había sido traída hasta estas tierras, más el elfo no podía dejar de pensar que probabilidades existían en que objetos de tamaño poder pudiesen encontrarse en todo su conjunto en el mismo lugar sin que hubiese sido ya desatado todo su poder. 

- Sería prudente entonces antes de adentrarnos en las ruinas, el vigilar su entrada para ver quien es el que se adentra en ellas. - Comenzó a decir, sin que su tono denotara mayor emoción que una serenidad impuesta y una seriedad que ya era parte de su ser. - Comprendo que no tenemos de tiempo, pero no podemos ignorar que si las gemas o al menos una de ellas se encuentra aquí, quien la manipula goza de un poder que desconocemos, y muertos no seremos de gran ayuda para nadie.Intentó explicar de una manera escueta más sencilla en su entender. Se enfrentaban a lo desconocido, a fuerzas a los que posiblemente ninguno de ellos se ha encontrado antes, y hacerlo a ciegas, dejándose llevar únicamente por la valentía o la necesidad de hacer lo correcto de manera imprudente podía ser, sin demasiado margen de error, un suicidio del que nadie se vería beneficiado. 

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25/09/2020, 09:35
Ivar el Cuervo

Unos y otros, los miembros del grupo fueron compartiendo aquello que habían logrado desentrañar, aprovechando para ello el trayecto por las galerías del templo de Korth. Fue Tyron, en nombre de los varones que habían estado en la biblioteca, quien resumió lo que en los textos habían hallado, antiguas referencias a un gran poder que había sido en secreto el auténtico motivo de la mayor guerra que había conocido el continente, y cuyos efectos aún se sentían por doquier. Por parte de las damas, Luelar se encargó de compartir aquello que había logrado sacar al monje Pete, sutiles referencias a un monje de la abadía a quien había visto acudir a las ruinas, aún sin poder reconocer su identidad, así como del mismo lugar y los peligros que entrañaba. 

Mientras los miembros del grupo conversaban, el veterano explorador humano se iba quedando rezagado, con un gesto lleno de malestar que, si bien no era desacostumbrado en él, sí que se acentuaba por momentos. Finalmente, cuando se propuso la opción de vigilar el lugar, acortó su distancia con el resto del grupo a largas zancadas. 

¡Por todos los espíritus! ¿Hablamos de organizar una emboscada? -El volumen de su voz era cuidadosamente bajo, a pesar de la fuerza que acompañaba su entonación- Eso ya se parece más a algo con lo que estoy familiarizado. Aún así, ¿cómo sabéis que va a ir? Quiero decir, ¿el monje ese ha dicho que el desconocido acude todas las noches?

Notas de juego

PNJotizado

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25/09/2020, 09:47
. Fian de Lorian

Ante la pregunta de Ivar, el grupo tuvo que detenerse bruscamente, ya que así lo hizo quien la encabezaba. Fian de Lorian frenó en seco frente a una puerta doble, por debajo de la cual se filtraba un poco de luz y el silbido de un aire frío que contrastaba con el, no cálido, pero sí menos gélido del interior del templo. El paladín se giró con el ceño fruncido, atusándose la punta de uno de los extremos de su mostacho.

Si no he entendido erróneamente a la dama... -Indicó haciendo un gesto respetuoso con la cabeza hacia Luelar- ...se ha visto a ese hombre en una única ocasión. Nada nos garantiza que acuda a diario, que lo haga regularmente, o que aquella fuera la única ocasión en que acudiera a las ruinas al amparo de la noche. -Indicó con preocupación en su rostro- Lo que es absolutamente seguro es que no puede hacerlo durante los rezos al anochecer, pues su ausencia sería notoria. Y aunque tras éstos debiera dejar un tiempo prudencial para que sus hermanos concilien el sueño, no debería tardar demasiado en abandonar las dependencias para acudir a una cita así, y que le de tiempo a regresar a descansar antes de los rezos del alba. Si empleáis el tiempo de los rezos para investigar las celdas, y acudís a las ruinas antes de que se retiren los monjes, bien podríais hacer guardia un rato por si aparece. Sin embargo, si en una hora o dos no hiciera aparición, descartaría que fuera a acudir. Quizás entonces sería preferible explorar esas ruinas. 

Con aquella sugerencia, el paladín tomó la puerta por las dos argollas que tenían ancladas las hojas, y tiró de ellas con fuerza. La puerta se resistió ligeramente, pero terminó abriéndose con un crujido, dejando que el aire frío de la montaña azotase los rostros de nuestros héroes. Al asomarse al exterior, descubrieron que aquel era un nuevo acceso al patio que separaba el templo del edificio anexo, por donde habían llegado al comedor donde habían recuperado fuerzas. Fian de Lorian señaló la parte superior del anexo.

El despacho del abad está ahí arriba, por lo que estamos llegando. Tened en cuenta que él sabe de los muertos vivientes, pero no de las sospechas acerca de que el origen del mal pueda hallarse en el interior de estos muros. De modo que cuidad vuestras palabras en su presencia, penséis lo que penséis acerca de él. -Advirtió el paladín, retomando la marcha. Si los miembros del grupo querían comentar algo más, aún les quedaba un pequeño trecho ntes de verse obligados a contener sus lenguas.

Notas de juego

Básicamente, contáis con un turno más para acordar lo que necesitéis (lo cual no excluye que podáis seguir con la conversación más tarde). Sencillamente, en la siguiente actualización alcanzaríais el despacho del abad.

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28/09/2020, 08:53
Dhorne

El tiempo me había enseñado a no juzgar a las personas a la ligera, a que sin importar procedencia, raza u ocupación, siempre hay una historia detrás que debe ser conocida antes de emitir juicio alguno más con Fian, me está costando la vida y más aún, la poca paciencia con la suelo contar. Es por ello que lejos de hablar, muerdo mi lengua a riesgo de intoxicarme con mi propio veneno, y lejos de abrir a boca para contestar, prefiero mantenerme entre silencios, dejando que mis compañeros, mucho más diplomáticos que yo, sean quienes expresen su parecen ante el paladín que al parecer, no tiene la más mínima intención de mover su religioso culo mientras nosotros nos adentramos a saber dónde y en busca de a saber qué. 

Más si en algún momento pasó por mi mente la idea lejana de abrir la boca para comentar aquello que es mi parecer, toda esta se desvaneció cuando las últimas palabras del paladín resonaron en la tranquilidad de este gélido paraje. - Callada te ves más guapa, callada te ves más guapa... - Me recuerdo al tiempo que intento no fulminar al hombre aquel y a su mostacho con la mirada. Puede que no fuese su intención, más tras la advertencia sobre lo que en este lugar podía albergarse bajo el conocimiento de alguien de la misma congregación, que nos advirtiese que no comentásemos nada frente al abad me parece como poco, un acto tan condescendiente como insultante. - Aun queda tiempo para que podamos decidir bien qué hacer. Entre antes nos quitemos esto, mejor para todos. - Son las únicas palabras que salen de mis labios mientras mi mirada se desvía hacia el despacho del Abad, porque sé que de no callar, que de no tomarme un tiempo para aplacar la tormentosa marejada de mi interior, las cosas iban a ir muy pero que muy mal. 

- Tómate un tiempo para pensar muchacha, para respirar. - Me dije a mi misma, recordando las palabras que cual mantra, Murgriel me solía recitar cuando la situación me superaba y las emociones tomaban el control de lo que siempre debe ser manejado por la razón. Todo se esta sucediendo con una rapidez e intensidad que me es imposible manejar, con un peso que a cada paso se hace más difícil de cargar y sé que cómo única victima de mi propio padecer, no será otra más que yo y a quienes por desgracia, sea capaz de arrastrar. Cual acto reflejo entonces, y en busca de una calma de la que carezco ahora mismo, mi mano viaja hacia mi pecho aferrando por encima de las ropas el colgante que porto desde ya más tiempo del que soy capaz de recordar, buscando algo tangible a lo que ahora mismo aferrarme mientras espero a los demás. 

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29/09/2020, 00:04
Luelar Tyrundlin

Mi mente tuvo que dejar de divagar para centrarse nuevamente en el presente cuando el Alto Elfo se pronunció. Tanto su intervención como la del explorador me empujaban a hacer una matización, pero finalmente el paladín me la ahorró.

Tras detenerse en seco frente a una puerta doble, Fian se encargó de exponer que tan sólo se había visto a aquel individuo en una ocasión, lo que no significaba necesariamente que acudiera cada noche; aunque tampoco lo contrario. Pero no se limitó a ello, poniendo sobre la mesa una alternativa que me pareció bastante acertada. Esta nos permitía tomar precauciones, pero sin perder excesivo tiempo. Esperaba que aquella alternativa satisficiera a aquellos que se habían pronunciado a favor de vigilar las ruinas.

Con el despacho del abad ya en nuestro horizonte, habiendo abierto el paladín el que resultó ser un acceso al patio, este volvió a pronunciarse para darnos algunas instrucciones entre otras cosas. Mi ceño se frunció raudo, al mismo tiempo que mis hombros se encogían por el frío, ante aquella última indicación.

Dhorne no tardó en pronunciarse, mas al parecer con el único propósito de posponer cualquier decisión. Si no quería hablar ahora sobre cómo procederíamos, por mi estaba bien, pero yo tenía algunas cosas que decir antes de proseguir hacia el despacho del abad; algo que hice con mi rostro nuevamente relajado y un tono igualmente calmado.

- Es tal y como ha indicado Fian, se vio a ese “intruso” en una ocasión, lo que no da grandes pistas sobre su actuar; así que estoy de acuerdo con lo que ha propuesto. - le indiqué al resto, encarando al paladín tras detener su inminente marcha, dándole un ligero toque en el hombro para ello. - Con lo que no estoy de acuerdo es con la necesidad de ese último consejo. Ha decidido confiar en nosotros para esto... - comencé a decirle, llevando mi mano hasta el final de uno de los extremos de su peculiar bigote, enroscando este ligeramente y soltándolo. - Así que debería esforzarse un poco más en eso de confiar. - añadí de inmediato con un ápice de altanería, dejando esta pronto a un lado. - Puede que no lo crea, pero tenemos tanto interés como usted en que todo esto salga bien.

Aquello no podía ser más cierto, estaba convencida de ello, y con cierto pesar en mi rostro me giré; siendo ahora a los demás a quienes miraba.

- ¿Continuamos? - pregunté en pos de que retomáramos la marcha, fijándome entonces en cómo Dhorne sujetaba lo que parecía ser un colgante. - También tendrás tiempo de pulir tus joyas después. - señalé con ácido humor sin poder evitarlo.

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29/09/2020, 03:46
Riohrd

Sin poder evitarlo, los ajados labios del Alei se curvaron una leve pero notoria sonrisa cuando las palabras de los demás fueron siguiendo a las ya antes dichas. Los pasos se habían detenido, y aunque la exaltación exaltación de Ivar, como la propia interpretación por parte del hombre le sorprendió, fueron los gestos de la joven rubia así como el actuar de la oscura Elfa, lo que terminaron resultando ante los ojos del alto elfo, curiosos más no menos divertidos en una dosis medida. 

- Vigilancia y emboscada son dos cuestiones diferentes, más la idea de Fian me parece la más sensata. No sabemos realmente a lo que nos enfrentamos o a quien, o si realmente aquí podremos hallar algo que de lo que buscamos, más creo que todos somos conscientes de lo que puede significar el dar un solo paso en falso si realmente estamos hablando de las gemas. - Comentó y a medida que sus palabras fueron avanzando, su tono de voz pasó de uno sereno a tomar la gravedad que la propia seriedad reclamaba. Habían leído sobre las gemas lo suficiente como para tomarse las cosas desde el temor y el respeto que rara vez se sueltan de la mano, y por lo visto ya, las cosas ya se mostraban lo suficientemente horribles como para decidir arriesgarse a tornarlas por un error, en algo mucho peor. 

Más ante las palabras de Luelar, donde el reclamo sobre la última puntualización de Fian de Lorian se hizo latente, el curandero no pudo hacer más que asentir conforme con lo dicho por esta, y aunque en otro momento sus formas le habrían parecido excesivas, en aquel preciso momento se acomodó mejor la capucha intentando disimular como su sonrisa, amenazaba con ampliarse un poco más. 

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29/09/2020, 11:13
Tyron Stark

Lo cierto es que las nuevas que Luelar compartió acerca de lo descubierto en su conversación con el monje Pete lograron mejorar en parte mi estado de ánimo. Bueno, quizás mejorar no era la palabra más acertada. Tal vez lo más indicado sería decir que lograron que me sintiera algo menos hundido e impotente. Las informaciones que habíamos obtenido en la biblioteca nos situaban ante algo demasiado grande para nosotros, al menos en mi inexperta opinión, una empresa para ejércitos enteros, una causa por la que unir a los reinos de Valsorth en un frente común, como ya lograsen hacer en tiempos de El Reino de la Sombra.

Sin embargo, la posibilidad de poder actuar sobre uno sólo de aquellos peligros, el que teníamos en frente, era harina de otro costal. Era posible que nos encontrásemos a un paso de una de aquellas gemas, y si ésta no se encontraba custodiada por el ejército de los muertos, sino entre los muros de la abadía, aún era posible dar con ella y hacer caer con ello al ejército comandado por los espectros. 

Con aquella idea en mi mente, caminé siguiendo el paso del grupo con la mirada perdida, fruncido el ceño mientras me sumía en tales pensamientos. Si obteníamos la gema, podíamos llevarla a Eras-Har, ponerla bajo la custodia de la Orden de Stumlad una vez aclarase mis problemas con ellos a través del capitán Verdeis. Seguramente se optase por trasladarla a Solak, para ponerla a buen recaudo. Los esbirros del Rey Dios jamás pondrían sus manos sobre ella, una vez en la capital y protegida por la Orden de Stumlad... ¿Verdad?

¿Por qué aquella idea me generaba tantas dudas?

Fian de Lorian nos mostró el acceso al patio de la abadía que conectaba el templo con el edificio anexo, mientras unos y otros mostraban su posición acerca de cómo proceder cuando la noche nos alcanzase. Era cierto que no había la más mínima certidumbre acerca de si el desconocido monje se acercaría a las ruinas en la oscuridad, pero valía la pena intentar emboscarlo si así era. No obstante, sentí cierta tensión cuando el paladín nos advirtió acerca del abad, quien conocía de la presencia de los muertos en las tierras circundantes, mas no acerca de las sospechas de que alguien dentro de los muros de su hogar sagrado pudiera ser responsable de ello. Más aún me tensé al ver a Luelar jugar con su mostacho, sin terminar de entender a qué se debía su actitud. 

Ehm... deberíamos continuar. -Indiqué en cuanto Riohrd intervino, tratando de evitar añadir más leña al fuego. Ya habría tiempo de hablar más acerca de lo que íbamos a hacer, cuando terminase la reunión con el abad- Nuestro anfitrión aguarda.

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29/09/2020, 11:32
* Juglar *

A nuestros héroes les bastó cruzar el patio y ascender apenas un par de tramos de escalera para alcanzar la puerta señalada por Fian de Lorian, quien había reaccionado con un aspaviento y un parpadeo entre sorprendido y turbado al gesto que Luelar le había dedicado. Pasó todo el trayecto acariciándose el bigote, la parte que la dama élfica oscura había tocado, y sumido en un tenso silencio. 

Los golpes del paladín sobre la puerta resonaron con cierto eco amaderado en la superficie de la, por otra aparte, robusta puerta de aquel despacho. Una única palabra, amortiguada por la distancia y las barreras arquitectónicas, ofrecieron permiso para acceder al lugar, un sencillo y educado "adelante". Sin embargo, nadie acudió al encuentro de los invitados salvo la oscuridad, aquella que reinaba en aquella amplia estancia, la cual, como ya todos sabemos, no era del todo desconocida, ni para el propio paladín, ni para el alto elfo.

El contraste de luz y oscuridad fue una ligera molestia durante los apenas segundos que nuestros protagonistas tardaron en habituarse, a medida que las sombras desvanecían las tinieblas, mostrando contrastes y formas, dibujando ante sus ojos el lugar al que acababan de acceder. Se trataba de un amplio despacho, con mobiliario de madera antigua y bien trabajada, seguramente bien cuidada si aún se conservaba en pie. No obstante, quedaba claro a poco que se fijasen que el trabajo de aquella madera provenía de distintos lugares y escuelas, por lo que parecía que no se había amueblado de una sola vez, sino haciendo acopio de piezas sueltas de aquí y de allá. Las amplias ventanas, por las que se filtraba la luz exterior, estaban cubiertas con vidrieras que dificultaban el paso a la luz natural, por lo que se hacía preciso para los humanos emplear la llama de las velas para ver con comodidad.

Acérquense, por favor. -Indicó alguien en penumbra, desde el otro extremo de la estancia, sentado ante una pequeña mesita. 

Al acercarse más, nuestros héroes pudieron contemplar más de cerca al abad, un hombre mayor pero que conservaba el vigor y carisma de alguien que se sabía hacer respetar. Mientras sus invitados se acercaban, él empleaba una curiosa pieza con dos lentes de cristal para inspeccionar un documento antiguo que tenía ante sí.

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29/09/2020, 11:41
. Abad Garlon

Inmediatamente, en cuanto vio que el grupo se encontraba ya frente a él, el abad dejó aquel extraño utensilio sobre la mesa y se puso en pie, no sin un cierto esfuerzo, pues hizo un gesto de dolor al apoyar una de sus piernas. Unió sus manos bajo las mangas de su túnica, y avanzó cojeando para situarse frente a su mesa, ante los que eran sus invitados.

Bienhallados sean todos, en tiempos tan aciagos. -Saludó con solemnidad, recorriendo los rostros de todos los presentes, a pesar de que a dos de ellos ya los conocía más estrechamente, y con una tercera había cruzado algunas palabras. Curiosamente, se detuvo momentáneamente en el rostro de Luelar, aunque no mostró animadversión alguna hacia la elfa oscura, sino que las arrugas de su frente parecían mostrar cierta curiosidad- Creo que han tenido ocasión de comer algo y reponer fuerzas, de lo cual me alegro. No es mucho lo que tenemos, pero es nuestro deber compartirlo. Soy el abad Garlon, regidor de esta abadía apartada del mundo. He tenido ocasión de conversar un poco con los hombres y mujeres a los que, al parecer, ustedes han salvado la vida. No podía por menos que agradecerles su desempeño, dadas las grandes palabras que esas buenas gentes les han dedicado. -El arrugado rostro del abad dibujó una sonrisa que resultaba cercana y cálida- Han empleado la palabra héroes en más de una ocasión, me permito compartirles. Me gustaría conocer sus nombres, y cómo han terminado en tan peligrosas tierras, en el peor momento posible. O tal vez en el mejor, según se mire. Esa gente agradecerá a Korth que ustedes estuvieran cerca...

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06/10/2020, 14:48
Dhorne

Quizás en otro momento, en tiempos que remotos solo son alcanzables entre recuerdos, los gestos y palabras de Luelar, incluso aquellas que a mi van dirigidas habrían llamado mi atención y habrían sido una invitación que no habría rechazado a responderle, más ahora que perdida en mis propios pensamientos me encuentro, su provocación termina convertido en un eco lejano, confuso incluso de entender y ajeno por completo a toda intención de ser respondido. No, en estos momentos donde todo color carece de brillo y los pensamientos navegan a son de las atribuladas emociones que bravías, golpean en mi pecho, lo único que me haría responder sería la invitación a una fuerte bebida, o quizás una a otros menesteres que menos dignos y píos, al menos ayudasen a olvidar para pensar con claridad. Maldita hora en que en vez de un puerto he terminado en un antro de creyentes castrados.

Pero siendo por respuesta a toda palabra que ignoro y a todo gesto que me pasa por alto incluso, de así no desearlo, el más completo de mis silencios, emprendo nuevamente el andar cuando así desean hacerlo todos aquellos que tan turbados parecen ahora. Sé que hay cuestiones a las que por mera necesidad deberé acostumbrarme, pero mientras mientras un suspiro expresa cohibido todo lo que me niego a con palabras a explicar, no es hasta que entramos en las dependencias del abad que no entrecierro ligeramente los ojos para acostumbrarme a la falta de claridad, y aunque poco tardo en acostumbrarme a escases de luz, enarco por lo mismo una ceja al ver que este lugar no es más que un cuarto construido con trozos de otros tantos, con retazos de tierras lejanas que han terminado por ser alojadas en una sala en tierras que jamás serán capaces de admirar su belleza o de oír la historia que entre silencios, tienen que contar. 

El día comienza a pasar factura cuando la noche no ha ofrecido más que escasos minutos de descanso, y mientras y cual manada nos acercamos hasta donde el abad se encuentra, censuro la sonrisa que en mis labios amenaza con florecer, cuando los pensamientos que había tenido al conocerte minutos atrás, afloran en un rincón remoto de mi cabeza, solo para ser silenciados por la razón, por lo que realmente impera más allá de todo lo demás. 

Mi mirada se mantiene serena, mi rostro carece de mayor expresión que una escueta sonrisa que se esfuma en el acto tras ser ofrecida cual saludo, y aunque mis ojos terminan por posarse sobre aquello que tiene sobre su escritorio, sin que tan curiosos aparto sobre sus ojos me haya pasado inadvertido, mis palabra siguen enmudecidas, atrapadas en mi garganta cuando no soy yo quien debe hablar, cuando es la voz de otros, posiblemente la del rubio caballero la que debe esbozarse primero, después de todo el pertenece a estas paredes mientras que los demás, no somos más que extraños que han llegado en tiempo de necesidad. 

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06/10/2020, 18:44
Tyron Stark

Los instantes de incomodidad que vivimos en la salida de aquel templo, llevaron a recorrer el camino hasta el despacho del abad en un meditabundo silencio. Luelar poseía aquella exótica habilidad, la de incomodar a quienes la rodeaban. Y lo que era peor, parecía que lo disfrutase. Resultaba curioso, porque en ocasiones resultaba una dama cercana y llena de buena voluntad, pero en otras ocasiones parecía movida por una malicia que llevaba a desear mantener las distancias con ella. En aquella ocasión, sin embargo, fue Fian de Lorian quien se convirtió en objetivo de ello, cosa que agradecí, a pesar de que al percatarme de ello sentí un cierto remordimiento. 

Aún así, alcanzamos aquella puerta tras cruzar el patio y ascender las escaleras que llevaban hasta ella. El interior del despacho, inusitadamente amplio, resultaba tenebroso por la falta de luminosidad que ofrecían las escasas y pequeñas ventanas, hasta el punto de requerir de un gran número de velas para iluminar el lugar. 

Curiosamente, el abad resultaba una persona mucho más cercana y cálida que aquellos que se encontraban bajo su dirección en aquella congregación. Después de haber conversado con Aughio y Marok, el abad Garlon irradiaba una sensación de familiaridad y bondad inusitada. No cabía duda de que tenía madera de líder, y que habría sido uno al que seguir a la más fiera batalla si hubiera elegido otro camino para su vida. Podía imaginarlo con una buena armadura y enarbolando una espada larga a lomos de un musculoso corcel, dirigiendo a un ejército contra hordas de orkos. O tal vez era simplemente que estaba demasiado cansado, y mi imaginación volaba con excesiva facilidad. Aquel hombre era un siervo de Korth, aquejado además de una aparentemente dolorosa cojera. 

Mi rostro se enrojeció ligeramente a medida que le oía hablar, relatando el modo en que los hombres y mujeres a los que habíamos escoltado desde la posada hablaban de nosotros. No sentía que aquella palabra, "héroes", me hiciera justicia. Demasiado alto era su valor, en comparación con el mío. Había luchado, los había protegido, pero eso era simplemente mi deber, un deber con el que no había cumplido en ocasiones anteriores. No, no merecía ser llamado sí, no cuando aún me perseguían los rostros de las víctimas por las que nada había hecho. Ni cuando llevase al responsable ante la justicia limpiaría aquello de mi conciencia. 

Abad, permítame agradecerle el sustento, calor y protección que su abadía nos ha brindado. -Indiqué antes incluso de ser capaz de alzar mi rostro hacia él, a fin de saludar marcialmente llevando un puño a mi pecho- Mi nombre es Tyron Stark, caballero de la Orden de Stumlad. Me encontraba separado de mi destacamento, en ruta hacia Eras-Har para llevar nuevas a mis superiores, cuando me encontré con tan delicada situación. -Aquello era un resumen demasiado escueto y simplista, que ocultaba información de más, pero que al menos no representaba una auténtica mentira. No deseaba mentir a alguien como el abad, pero hacerle partícipe innecesariamente de la oscura verdad tras mi situación no le beneficiaba a nadie- Muy generosas son las palabras de esas buenas gentes, pero no creo ser merecedor de tan alto título. Tan sólo cumplía con mi deber.