Partida Rol por web

Luego de atender la columna de humo se vuelve ante la petición del elfo -oh muy bien, con tal de que esa coraza nos sea útil- Posiciona las manos en el yelmo para tratar de sacarlo

Primero escucha a Magner y luego a Taurnil y el bárbaro, tras lo cual decide rápidamente qué hacer. Magner, llévate a Sellesh, tiene más experiencia y puede que te resulte necesaría, no te alejes más de un horizonte de distancia, y si hay problemas vuelve inmediatamente sobre tus pasos hasta encontrarnos, si pasa algo en Köpê deberemos afrontarlo todos juntos, no quiero más escenas como la de este puesto.

Tras dar sus órdenes a los soldados se dirigió a Zalkar. Si quieres desmontar la armadura date prisa, no quiero que se alejen demasiado de nosotros, y además puede que nos necesiten en la ciudad, si no siempre podemos arrastrar la armadura, no parece muy pesada, lo que me hace sospechar que esta vacía, ya que si hubiera cualquier criatura dentro tendría algún peso además de ser virtualmente imposible que se la equipara.

 -Como guste su majestad.

Me inclino hacia el emperador y tomo uno de los caballos mas descansados. Entre mis prendas (de mercader) oculto la daga, y me ciño la espada y el arco.

Zalkar Se aferra al yelmo pisando el resto con el pie, para arrancar el yelmo, al cabo de unos segundos en los que el rostro del bárbaro se tornaba rojo, un repentino chasquido resonó. La visera del casco se abrió dejando al aire el vano del interior. Entonces un fuerte olor a azufre golpeó el rostro del bárbaro.

Dentro no había nada, está hueca.

 Entonces si era magia...

En lo que espero a Sellesh busco entre mis cosas de mercader, o entre nuestras cosas si hay un catalejo.

 Al no saber donde esta el catalejo pido a las tropas que me cedan uno

Retrocede ante esa invasión a su nariz, mientras tose se tapa la cara para no respirar mas de ese hedor -¡ahh! endemoniado olor, maldigo averlo abierto ¿pero que?...- Mira el interior del yelmo sin acercarse demasiado. -¡Vacio! ¿que clase de engendros son estos? ¿o acaso dieron vida a la armadura?- exclama mientras sigue tosiendo, aunque mas levemente.

Nadie tiene un catalejo, Magner maldice no haberle comprado uno al comerciante que encontraron anteriormente en el camino.

La armadura tiene roces internos como los que tendría una normal que hubiera llevado un hombre durante una batalla.

Aah, exclamo ante la explosión de olor que invade mis fosas nasales cuando el bárbaro, haciendo gala de su fuerza, logra liberar el yelmo de us extraño cautiverio. - Vale, parece que la magia puede tener algo que ver. - acepto, con una clara mueca de desagrado, pues si los mencionados Neths ya eran de por si peligrosos y difíciles rivales, lo aque acabamos de ver no hacen sino que empeorar la situación.

Antes fui el primero en opinar que alguien podía vestirse esa cosa, pero visto lo visto, entendería que no fuera así, al menos yo no me fiaría de hacerlo. - digo, alejándome un paso del cadáver para volver la vista, de nuevo, hacia el humo. Pensativo, desenfundo mi odre, el cual contiene algo más fuerte que el agua, y mientras espero a la siguiente orden del comandante lunar, bebo, calmando mi sed.

Yo no sé... - comento dubitativo - Haré lo que me digan pero, realmente, no veo como podría meterme ahí - añado, con tono de que tampoco tengo demasiadas ganas de intentarlo - Llevarla sí la podemos llevar, creo yo, arrastrando no sé, quizá en una mula, no pesa demasiado y puedo atarla rápido al lomo - termino, levantando con facilidad el torso de la armadura aparentemente inmune al apestoso olor.

Espero una confirmación sin soltar la armadura, que sostengo por debajo de lo que serían las axilas, en una postura semiagachada bastante ridícula.

El guardia gornoriano parece despejarse de su sopor del desmayo y se incorpora aún atado al caballo. Al ver la armadura que sostiene Stred, lanza un grito ahogado.

¡Ahhh! Soltad eso, es uno de esos seres. - Tratando de desatarse de las cuerdas que le mantenían en el caballo. - Son invencibles, nuestras espadas se quebraban a golpear esas armaduras y avanzaban como almas en pena.

-¿quien tiene una cuerda? si resulta que esa armadura puede moverse sola podría atacarnos al caer la noche-

Los ojos del soldado parecían desorbitados al oír lo dicho por el bárbaro norteño.

¿Atarla? - Nego incrédulo. - He visto a una de esas cosas levantar a un caballo y su jinete a la altura de varios hombres, una cuerda no le detendrá. Vayámonos de aquí, rápido.

La cara de el hombre era de auténtico pánico.

 -Y sin embargo alguien con una daga logro hacerle caer...

¡Vamos Taurnil!. Avanzo al trote hacia la columna de humo

Se acerca a la armadura y la inspecciona mas de cerca, pasando los dedos por toda la zona de las partes móviles para encontrar aberturas aparte de la provocada por la apuñalada