Partida Rol por web

Tras la explosión de júbilo del dragonut miro en derredor, tratando de captar la impresión de otros comensales al descubrir mi verdadera identidad. Agitando la cabeza con resignación pienso en la forma de actuar, ahora que la tapadera ha sido descubierta.

Pongo cara de extrañeza, tratando de recordar la presencia del dragonut en aquella batalla, pero es inútil; todos ellos me resultan excesivamente parecidos entre sí. De todas formas finjo sorpresa y alegría al ver que me reconoce.

-Cierto, fue una gran batalla sin duda. Respecto a lo que sucedió después; bueno, ya sabes que los acontecimientos se suelen exagerar, pero los rumores tienen bastante de cierto. Las cosas no serían iguales si vuestro rey Drerick no hubiese participado en la aventura.- Me acerco un poco más al dragonut, y con un tono confidente le comento -Ahora mismo venimos de parte del Emperador Lunar, por si necesita su ayuda debido a los problemas que han ocurrido en Nolsania. Preferiría no armar mucho revuelo con nuestra presencia, por lo que tratamos de pasar inadvertidos.

El dragonut al saberse vencedor de la prueba de memoria esboza algo parecido a una sonrisa.

Capitán Argos, mis escamas labiales están cerradas, no diré nada de su visita. - Calló un instante. - ¿Tan malo es lo que ocurre que el Emperador Talgor envía ayuda al ena... Drerick?

Era de esperar, verdaderamente el emperador debe ser un gran guerrero para que todos lo reconozcan - pensé casi esbozando una sonrisa mientras comía con abudancia y modeles cuartelarios que no hubieran sido apropiados en la corte

Este hombre es más famoso que el bardo Gvein, que tocaba la cítara con los piés - pienso mientras mastico por enésima vez un trozo de tocino de textura gomosa - Pues sí que ha salido bien la táctica del sigilo y de pasar desapercibidos. Al menos está caliente - mis pensamientos se desvían de nuevo hacia el incómodo alimento - aunque acabará con mi saliva...

La comida pasa tranquilamente y tras descansar, parten de nuevo hacia el norte, por el camino, sino contratiempos ni asaltantes, tal y como dijo el dragonut el camino estaba bien vigilado por soldados de Górnoran, auqne sin duda esperanban mayor número de efectivos.

A la noche del segundo día de camino llegan a Humbrom. Una ciudad bastante ghrande con un importante tránsito de carretas en todas direcciones, varias posadas de mayor o menor clase abundan en los alrededores de la urbe.

Como de costumbre Sellesh observa con cuidado a todo el que se cruzan y se acerca al grupo, siempre interponiéndose entre el emperador y cualquier probable atacante. En su búsqued también hay un punto egoista: tal vez alguno de los desconocidos sea uno de los miembros de su tribu. Es cierto que la posibilidad es ridícula pero... a veces los dioses y los espíritus nos recompensan en los momentos mas inesperados.

Hace años una ciudad tan grande le hubiera impresionado, pero tras servir en el imperio no le llama la atención demasiado

- ¿Alguna preferencia para la posada? - pregunto al emperador

La falta de costumbre de largas marchas hace mella en mi cuerpo; desgraciadamente acostumbrado a la tranquila vida palaciega. Me llevo las manos a los riñones, cargados después de la jornada, y observo sin demasiado interés la ciudad. Tiene un aspecto bullicioso, y podría resultar interesante para cualquier estudioso de arquitectura por sus numerosos edificios singulares como la plaza del mercado y el barrio de los artesanos, colgado de una loma y con una gran cantidad de pequeños puentes y pasadizos; pero yo lo único que deseo es encontrar un lugar en el cual descansar.

Envidia me dan mis soldados, ¡qué resistencia a la fatiga!

Tratando de evitar que se muestre ningún otro signo de cansancio en mi persona contesto la pregunta de Sellesh

-Busquemos una posada cómoda. No nos alojemos en ninguna destinada a la aristocracia, pues recordemos que por mucho que mi fama me preceda no soy más que un Oficial Lunar; pero busquemos una razonablemente buena, y con buena comida. ¡Todavía me pesa el estómago por el guiso de aquel dragonut!- Digo con una sonrisa.

- Perdonad la indiscrección, señor - digo en voz mas baja mientras avanzamos- ¿Por qué todos os conocen como oficial y no como... miembro de la nobleza?, ¿ocultasteis tambien quien erais cuando estuvisteis aqui la ultima vez? - pregunta Sellesh dejando que la curiosidad y el largo viaje tomen la palabra

Acercándome aún más a Sellesh contesto en el tono más bajo que puedo, de forma que me pueda oir pese al bullicio que nos rodea. Un pequeño gesto de impaciencia se puede percibir en mi forma de actuar; la necesidad de descanso produce esa apariencia en mí.

-Siempre he acudido a este país como uno de los héroes de "La Aldea Maldita". Cualquier trato diplomático lo he realizado a través de emisarios o siendo yo el anfitrión. Salvo contadas excepciones, fuera del Imperio no conocen el rostro del Emperador Lunar.

Asentí comprendiendo que era lo mejor, y lo que más privacidad le permitia al emperador.

Hecho esto miré por si encontraba una posada que fuera conforme a la que estabamos buscando. Debíamos descansar

Vaya, pues sí que es desagradecido. Le busco un excelente guiso donde nadie diría que podía haber nada y prácticamente me escupe a la cara - pienso indignado, incapaz de captar el tono jocoso en las palabras del Emperador - Pues la posada que la busque otro, no pienso hacer nada más por él..., pues sí que se le ha subido el título..., y pensar que yo estaba contento con las posibilidades de escoltar a tan insigne personaje.

Este viaje es de lo peor que me ha ocurrido en la vida, y esta ciudad está tan sucia que da asco pisarla siquiera...- continúo con mis negros pensamientos, cuidándome de no dejar que el disgusto se me note en la cara.

Magner que permanecía casi todo el tiempo callado, asintió a las explicaciones de Talgor sobre su pasado en Górnora que él bien conocía, pues no en vano anduvo con él gran parte de la aventura.

En la Taberna si queréis os contaré la grandiosa gesta del legendario Argos, el capitán lunar. - Decía en voz baja. - Una epopeya digna de un rey.

Sonrió al decir esto último con un gesto de complicidad con el emperador.

Finalmente se deciden por una taberna de aspecto lujoso y medianamente económico, en la que se anuncia en un cartel la posibilidad de comprar y vender monturas para refresco de las mismas.

La Taberna "El Carro de la Hoguera" es una de las mas cercanas a la urbe, pero sin estar dentro de ella. Los inquilinos que parecen acercarse a ellas tienen ropajes elegantes y limpios, por lo que debe ser una de las mejores del entorno. No tan buena como "La laguna de las ánimas" o "La viga atravesada", de mucho mas postín a simple vista.

El tabrnero, un hombre de poca estatura y hinchado vientre, a pesar de su extrema delgadez, debido a simple vista al uso excesivo de alcoholes en su dieta, les da la bienvenida con una ritotada tras sus anteojos vidriosos.

Bienvenidos al Carro de la hoguera. Siempre es un placer recibir al Gran Argos. - Hace ver que está perfectamente informado. - Mi posada es su casa y la de sus amigos.

Vaya, sí que empezamos bien, todo el mundo sabe quién es...

JAJAJAJA! - la ansiedad hace que se me escape una risa incontrolada, sin aparente sentido. No parece llamar especialmente la atención de mis superiores, que a estas alturas acostumbran a ignorar educadamente mis "peculiaridades". Algo incómodo, trato de  arreglarlo y acto seguido le espeto al posadero - Bien, entonces sabrás que nos merecemos un trato preferente. Queremos las mejores habitaciones, y han de estar preparadas cuanto antes, estamos cansados..., ah!, y los caballos deberán ser herrados y cepillados inmediatamente. Cierra la zona común, no queremos ser molestados... - me detengo a pensar por un breve instante, tratando desesperadamente de parecer competente a los ojos del Emperador - y trae comida. Pronto. La mejor.

Mis palabras han sido apresuradas, y cuando termino de hablar se produce por un instante un incómodo silencio. Mi expresión es la de un cachorrillo, esperando unas palabras de aprobación de cualquiera ante la evidente habilidad con la que he manejado la situación.

El hombre pone cara muy seria.

Ahora mismo lo haré. Pero con menos humos. Argos es muy querido en Górnoran, pero sus conocidos nos son inocuos. - Sentencia el posadero. - Sus habitaciones ya están, desde que unos salvajes trajeron la noticia de su llegada a puerto sur, les estábamos esperando. Es un honor que haya elegido mi taberna.

Se aparta unos pasos, para dejar ver a un jovenzuelo de poco más de 12 años.

Él les acompañará. Sule, muestrales las habitaciones.

El acompaña a los soldados a una habitación en lo alto de la posada. La vista controlaba toda la ciudad y el interior era muy adecuado y limpio.

Con expresión perpleja contemplo el desarrollo de la conversación. Antes de que pudiera abrir la boca para pedir nada al posadero Stred se nos adelanta a todos exigiendo lujos dignos de un emperador.

¡Fantástico! ¿Es este el trato que cree Stres que merece un simple capitán?

-Ruego disculpe los modales de mi acompañante. No veo que esa sea la manera de dirigirse al propietario de una de las mejores tabernas de Humbrom. Muchas gracias por su hospitalidad.

Una mirada de reprimenda es lo que dedico a Stred antes de seguir al joven a nuestras habitaciones.

Está visto que no hago nada a su gusto, si hablo porque hablo y si no porque no hablo..., y ahora encima me desautoriza delante del propietario de este antro... - pienso mientras soporto con cara de bobo la reprobadora mirada de Argos - pues sea, no pienso decir ni una palabra más - afirmo para mi, totalmente convencido de mi propia determinación...

Disculpe, Señor..., yo pensaba... - acierto a decir, temblorosamente.

No miré a Stred. Hacerlo hubiera sido insultarlo con mi benevolencia o con mi lástima por su mal trago, y criticar su actuación tras la mirada del emperador era inútil y contrario a toda idea de disciplina.

Era evidente que el pobre lo estaba pasando mal al relacionarse con el emperador. Tenía que intentar recordar hablar con él a solas.

La noche transcurrió plácidamente al amanecer se puesieron en marcha, por fin Prwnk aparecía en la lejanía.

Sin embargo la buena marcha se trastocó al ver desde lejos columnas de humo partiendo de la capital de Górnoran, algunos aldeanos huyendo les informan de lo que temían.

Prwnk estaba siendo atacada.