Partida Rol por web

Hidenori, que al principio abrió la boca para negarse, la cerró y consideró lo que la mujer le había dicho. Siempre había opinado que no se podía llegar a anciano sin aprender alguna cosa en la vida, así que se lo replanteó y asintió en silencio.

- Le agradezco mucho el consejo. Lo tendré en mente.

Y entonces agachó la cabeza unos segundos en señal de respeto.

- Bien. - Dice Baba Oatha, asintiendo para sí. - Ambos parecéis de confianza, y tengo fe de que le seréis de ayuda a Suzume. - Dice dirigiéndose a Kenshi y a Hidenori.

Entonces mira a su ayudante y asiente hacía ella. La misma saca un rollo de papel enrollado que guardaba detrás de un cojín y lo extiende delante de todos. Era un mapa viejo pero muy detallado, lleno de colores vivos que representaban ríos, zonas boscosas, montañas. En algunos lugares estaban incluso dibujados pequeños símbolos, algunos mostraban cabañas, otros mostraban garras y había uno que mostraba una llama de color rojo, aquel parecía especialmente reciente. Suzume y Kenshi tardan un tiempo en reconocer la forma de la costa... Aquello era un mapa de una parte de las tierras salvajes. 

- Cómo habréis podido imaginar esto es un mapa de lo que vosotros conocéis cómo las "Tierras Salvajes". Este mapa es mucho más antiguo que cualquiera de nosotros cuatro juntos y ha pasado de generación en generación entre las matriarcas de la Isla de Pa. Las cabañas que podéis ver son zonas habitadas por otras tribus, las garras son zonas habitadas por depredadores peligrosos, pero estoy segura de que os habréis fijado ya en el símbolo rojo. Durante hace muchos años todas las tribus de estas tierras evitan el lugar marcado por las llamas. Muchos dicen que es lugar habitado por demonios, que pueden robarle el alma a los humanos y que escupen fuego por sus fauces. Las leyendas siempre tienen algo de ciertas, por lo que pocos locos se acercan a ese lugar. Pero hace unos años comenzaron a llegar rumores de gente que había ido a luchar contra los demonios. - La bruja sonríe. - Las historias con las que regresaron contaban todo tipo de fantasías. Una ciudad oculta, hombres encapuchados que hacían aparecer fuego de la nada... Y quizás la que más os interese a vosotros... Estaban talando arboles, cientos de ellos, y estaban construyendo un barco... Un barco con las velas y el casco blanco como la niebla. 

Suzume mira antentamente, ojos muy abiertos el mapa. Intenta retener todo lo que puede.

- Será un viaje largo.- Sus ojos brillan de emoción - Muchas muchas gracias, Baba...

Lo último lo dice en el idioma nativo pero lo acompaña por gestos de agradecimiento que no requieren traduccion.

Baba Oatha niega con la cabeza y le dice algo a Suzume en el idioma nativo, manteniendo su seriedad. 

- No, no deberías agradecerme esto. - Dice con el ceño fruncido. - No es sólo un viaje largo, es un viaje tremendamente peligroso. Si por mi fuera te obligaría a permanecer aquí sabiendo que vas a ir, pero lamentablemente ya no estás atada a este lugar y el deber te llama... Aún así no puedo hacer más que recomendarte que tengas cuidado, y que pienses muy bien cada uno de tus movimientos. 

-He prometido que volveré y volveré. Y tendré cuidado -muestra una afectuosa sonrisa hacia Baba.

Suzume le responde algo en un tono afectuoso a Baba Oatha y sonríe. Al cabo de un rato Baba Oatha sonríe también, pero parece algo entristecida. Entonces le comenta algo a Suzume, señalando hacía el exterior. Y poco después grita lo que parecen dos nombres, "Vleis" y "Skedel", y una orden en la que podía distinguir la palabra "Suzume" intercalada. Inmediantamente después de la orden, los dos guardias que había a las puertas de la cabaña entran al interior y se arrodillan ante la matriarca. La mujer parece mirar sonriente a Suzume. 

- Así lo estaré esperando. - Dice con una sonrisa Baba Oatha. - Pero no voy a dejar que vayas completamente sola a ese lugar desconocido para ti. Mis guardianes te acompañarán. - Dice Baba Oatha señalando hacía la puerta. - ¿Los has llegado a reconocer? Son mis sobrinos, cuando eras un renacuajo era imposible separarte de ellos. - Pequeña pausa. - ¡Skedel! ¡Vleis! Entrad a saludar a Suzume. 

Los dos guardianes de la cabaña de Baba Oatha entran por la puerta. ¿Cómo no lo había podido ver antes Suzume? Con razón le sonaban tanto... Y eran tan parecidos entre ellos. Eran los mellizos con los que tanto tiempo había pasado siendo una niña. Ambos se arrodillan en la entrada frente a la matriarca, pero Suzume puede ver que Vleis, la mujer, la mira por lo bajo a ella y sonríe afectuosamente. 

Suzume también les sonríe con alegría al al fin reconocer a sus viejos amigos. ¡Tiene tanto que preguntarles! Un poco de alegría infantil se enciende en ella pero calla e inclina la cabeza en señal de respeto y agradecimiento.

Tras la breve reverencia de los guardías, Baba Oatha dice unas palabras más animada. Suzume les explica a Hidenori y Kenshi que los guardías iban a acompañarlos como guias dentro de las tierras salvajes, y que lo último que había dicho Baba Oatha era que se tenía que poner manos a la obra con los preparativos de la fiesta que iban a celebrar esa noche en honor a su partida. Al escuchar esto, Kenshi se ofrece voluntario para colaborar con los alimentos y Baba Oatha acepta, pero, por tal de no entretener a Suzume haciendo de intérprete, le manda que llame a Dante [*] para que lo haga. Dante se alegra al escuchar las notícias sobre la pista que habían obtenido, aunque no le hace tanta ilusión el hecho de tener que hacer de interprete de la bruja (Cómo el la llama).

Con esto aclarado, todos menos Kenshi y sus hombres y Dante salen de la cabaña. Por un lado se apartan Suzume y los dos guardías y por otro los hombres de Hidenori se acercan a él. 

- Pequeña niña blanca del otro lado del mar, ¿Que historias les traes a tus viejos conocidos? - Dice Vleis en tono amistoso. Skedel parece también interesado, pero se mantiene en silencio. Por otro lado, Nick se acerca tímidamente a Suzume, cómo preguntando con la mirada que estaba ocurriendo. 

- ¿Hemos conseguido algo de utilidad, capitán? - Pregunta Mitsukuni con curiosidad. 

-¡Vleis! ¡Skedel! ¡¡Qué alegría veros!! El mar está lleno de mis aventuras, pero tendremos tiempo de sobra en el camino a las tierras salvajes. ¡Os tengo tanto que contar! ¿Veis ese gran barco? ¿El de las velas rojas? Es nuestro ahora. Va a ser super emocionante, los tres juntos otra vez. ¿Qué tal la isla? ¿Ha cambiado mucho desde que os dejé?

- Es mucho más tranquila desde que una niña extranjera no anda correteando por todas partes. - Comenta Skedel, dando la impresión de un tono serio pero con media sonrisa. - Baba Oatha dijo que volverías, aunque yo no lo tenía tan claro. Lo que no me esperaba es que volvieras en el mismo barco que se te llevó. ¿Ese crío es...? - Dice Skedel señalando a Nick, que estaba tímidamente detrás de Suzume. Evidentemente Nick no se estaba enterando de nada. 

-Oh...este es Nick. Obviamente no es mío. Pero es de mi tripulación. De mi pueblo -sonríe con sorna y le pone la mano en el hombro- Nick-dice ésta vez para que se entere Nick- éstos son mis amigos Vleis y Skedel. Van a venir con nosotros. ¿Sabes con lo que te ganarías el papeo bien y bien en el barco? Ve aprendiendo el idioma de ellos. Va a ser un viaje largo y vendrá bien.- ahora acompañándose con gestos explicitos en idioma isleño. -Este es Nick-les hace un gesto de complicidad a los otros dos.

Nick asiente satisfecho con la explicación de Suzume. 

- H-hola... Vleis y Skedel. - Dice tímidamente en el idioma común. 

- Hola Nick, del pueblo de Suzume. - Dice Vleis amistosamente, ahora en el idioma de Pa. 

- ¿Hol-la? - Dice Nick, en un torpe intento de repetir el saludo de Vleis. 

Entonces Vleis intenta corregirlo, y Nick vuelve a intentarlo, etc... La cuestión es que Vleis se distrae en cuclillas intentando enseñar a Nick algunas cosas y Skedel vuelve a mirar en dirección a Suzume. 

- Suzume, ¿Que es lo que motiva a tus acompañantes a seguirte? - Dice con seriedad. - El que está aquí no es una amenaza. - Dice mirando a reojo a Hidenori. - Pero el que está dentro... Hay algo que no me gusta de él. Es sólo una sensación, pero no es alguien de quien me podría fiar. 

-Más que mis acompañantes son mis aliados circunstanciales. De Hidenori me fio. Yo busqué su alianza y le une un pacto de honor a mi padre. Sin embargo Kenshi, tienes razón,... aunque ha sido respetuoso y correcto y Hidenori responde por él, no tengo la suficiente información como para posicionarme....tendremos que ir con los ojos abiertos. No sé decir si será un traidor o un amigo.

- Una dirección que tomar y una fiesta que celebrar, aparentemente - comentó Hidenori divertido -.
 

Poco a poco la aldea se va animando, los curiosos se acercan a mirar e incluso algunos saludan tímidamente a los recién llegados. Los más pequeños no habían visto a alguien blanco en su vida, por lo que los llaman "Witas", que significaba algo así como "Ser blanco" en su lengua. Kenshi manda a sus hombres a traer algo del cargamento, y Hidenori aprovecha para mostrarle su regalo a Baba Oatha. Baba siente curiosidad por la forma en la que se fabrican, cómo le traduce Dante a Hidenori, pero no parecía una amante de las joyas en sí. Suzume también le enseña las armas de fuego a los guerreros de la aldea, aunque no es algo que los pille totalmente por sorpresa debido a que ya habían pasado antes otros barcos piratas por ahí. Aún así, cuando hacen un tiro de prueba algunos miembros de la tribu salen corriendo asustados, desconociendo el funcionamiento de aquel artilugio mágico. 

La noche acaba llegando después del ajetreado día. Casi todo el pueblo se reúne alrededor de la hoguera y comparte los alimentos en boles personales. Pero ante de comenzar a comer, todos miran a la matriarca, ya que por costumbre ella debía ser la primera en probar bocado. Tras una breve bendición de los alimentos, da ánimos a los recién llegados en su misión por encontrar a los demonios de las tierras salvajes. Las gente de la tribu vitorean las palabras, y también parecen animar a Suzume, Hidenori y Kenshi de forma personal. 

Tras la sencilla pero abundante cena, las gentes de la tribu sacan instrumentos y pipas de fumar. Algunos bailan alrededor de la hoguera y otros se pierden en viajes espirituales producidos por las drogas.

Para Suzume, aquello era cómo volver a casa. Volvió a probar el Udate y compartió bailes son los miembros de la tribu, en los que incluso se animó a bailar Nick. 

Para Hidenori y Kenshi, aquellas costumbres salvajes los hacían sentir realmente incómodos, aunque por cortesía tuvieron que quedarse y al menos dar una calada de la pipa que les ofrecía Baba Oatha. Por suerte para ambos, el Udate sólo les provoco un mareo y no tuvieron que probarlo más, pero el alcohol no lo rechazaron. Cuando el mismo se les subió a la cabeza, incluso se animaron a bailar un poco.  

En todo caso, para ambos la mañana llegó con dolor de cabeza y cansancio, y con escasos recuerdos de la noche anterior, pero lo mejor era partir cuando antes mejor. Antes de que se acostumbraran demasiado a aquel lugar. 

Suzume se despierta tumbada en el suelo, cerca de la hoguera. Alguien se había encargado de ponerle una manta por encima, e incluso ese pequeño detalle le traía recuerdos de su juventud. Pero entonces un bulto cerca suyo la puso en alerta. Cuando se destapó se encontró, para su sorpresa, a Nick durmiendo pegada a ella, enroscado cómo si fuera un recién nacido.